lunes, 20 de octubre de 2008

Un imprevisto

Esta es la única entrada a mi bitácora para el mes de octubre de 2008.

Desde el mes de julio en el cual tampoco hubo entradas en mi bitácora, me había hecho el firme propósito de tenerla actualizada, pero este mes no se pudo porque hubo un imprevisto.

La perrita Pomerania que tenemos dentro de la casa, una perrita muy chiquita de color blanco salpicado con un poquito de café que está más chiquita que un perro chihuahueño, la cual es muy mona y muy inteligente y que se llama "la Nena", se enfermó gravemente de modo imprevisto. Esta perrita de 5 años de edad es muy parecida al Pomeranian que muestro en la siguiente fotografía:





La "Nena" es una perrita que ladra mucho cuando escucha cualquier ruido sobre todo de noche, lo cual la hace buena guardiana, y también ladra cuando alguien sale de la casa porque no le gusta que los que están en la casa salgan afuera, como si no le gustara quedarse sola. Todo empezó cuando una mañana no se despertó temprano como de costumbre, y cuando se levantó y se fue a la sala estaba temblando mucho y no ladraba absolutamente nada. De inmediato se veía que estaba malita.

Se le llevó con su Médico Veterinario, el Doctor Gregorio Ruiz Hernández, a quien yo considero uno de los mejores médicos veterinarios de todo México. Su primer diagnóstico es que había sufrido un ataque al corazón, y usando el estetoscopio le mostró a mi hermana el "murmullo" que tenía en su corazón, tras lo cual le recetó medicina para tratarle su condición.

Pasaron tres días, y la Nena no mejoraba. Mi hermana volvió a llevar a la "Nena" un sábado con el Doctor Ruiz Hernández para someterla a un examen más minucioso, y fue entonces cuando se descubrió que la "Nena" tenía una bola en su barriguita que le había crecido notoriamente en los últimos días (todos creíamos que estaba gordita por glotona, pero en realidad era la bola que tenía en la barriguita era algo anormal).

En su diagnóstico revisado, el Doctor dió lo que parecía ser una mala noticia. La "Nena" tenía en su barriguita un tumor o una hernia, y había muchas posibilidades de que fuera un tumor por lo duro de la bola. Tras esto, programó a la "Nena" para una intervención quirúrgica para el siguiente miércoles, dándole algo de tiempo para que pudiera reponerse un poco y así tener más posibilidades de poder aguantar una dura operación.

Cuando apenas era el lunes, la "Nena" no solo se veía mala sino peor, no había comido nada y vomitó algo verde. Mi madre para quien la "Nena" ha sido siempre una gran y constante compañía se comunicó con la ayudante del Doctor en la mañana, la cual se comunicó con el Doctor a la clínica veterinaria de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en donde trabaja por las mañanas el Doctor Ruiz Hernández, y al darle los síntomas el Doctor dijo que la operación ya no podía esperar, se le tenía que operar ese mismo día. Lo que tenía la "Nena" ya era grave, y de hecho se estaba muriendo.

Como pude me trasladé de inmediato en taxi a la veterinaria del Doctor Ruiz acompañado por la trabajadora doméstica de la casa llevando a la "Nena" con mucho cuidado cobijada. Ya en la veterinaria, empezó el procedimiento para estabilizar a la "Nena" con una inyección intravenosa permanente para estarle aplicando suero. Nos regresamos a la casa al mediodía cuando mi hermana pasó a recogernos para llevarnos a la casa. La operación debería empezar a eso de las tres de la tarde en cuanto el Doctor saliera de la universidad y fuera a su veterinaria. El Doctor había dicho que se comunicaría a la casa con mi hermana para darnos noticias sobre los resultados de la operación.

Empezó a transcurrir el tiempo sin tener noticia alguna. Dieron las tres de la tarde, las cuatro de la tarde, las cinco de la tarde y las seis de la tarde, y seguíamos sin tener noticia alguna. Empezamos a suponer lo peor, que la "Nena" no había logrado sobrevivir la operación, y que el Doctor no tenía mucho ánimo para llamar dando la mala noticia.

Cuando dieron las ocho de la noche, mi hermana decidió no esperar más y llamó a la veterniaria para ver qué había sucedido. Contestó la ayudante del Doctor y dijo que faltaban unos cinco minutos para terminar de suturar la herida de la operación, pero que "Nena" seguía con vida. Unos quince minutos después, el Doctor se comunicó para informar los resultados de la operación. Lo que tenía la "Nena" no era un tumor, sino una hernia, pero en el caso de la "Nena" el intestino se le había "estrangulado" y no estaba pasando absolutamente nada además de que seguramente le estaba produciendo mucho dolor aunque la "Nena" no se quejaba. El segmento de intestino que tuvo que remover estaba ya necrosado. Lo que tuvo que hacer el Doctor fue poco menos que portentoso. Para una perrita de tamaño tan pequeña, tuvo que cortar un segmento de intestino removiendo la porción que estaba estrangulada, y conectar los dos extremos sanos. Estamos hablando aquí de un intestino muy chiquito en el cual para conectar dos extremos después de haber removido un segmento del mismo se requirió una operación de microcirugía extremadamente difícil, posiblemente llevada a cabo con la ayuda de un microscopio. El Doctor le dijo que la operación se había dilatado porque estuvo checando cuidadosamente que los extremos sanos estuvieran bien conectados sin "fuga" por algún lado. En un humano, esta sería ya de por sí una operación extremadamente difícil. Tratándose de una perrita tan pequeña, esta intervención quirúrgica debe ser la prueba suprema que separa al Médico Veterinario Maestro en el pleno sentido de la palabra del amateur que pasó por la escuela de "panzaso". Cualquier otro veterinario en la ciudad posiblemente habría "dormido" al perrito para no batallar anunciándole a los dueños que el perrito no había sobrevivido la operación. Pero el Doctor Gregorio Ruiz Hernández tomó el reto y logró lo que posiblemente ningún otro veterinario en el estado de Chihuahua habría logrado, salvar a la "Nena". El Doctor Ruiz Hernández debe ser, sin lugar a dudas, uno de los mejores médicos veterinarios, o posiblemente el mejor médico veterinario, de todo México.

A los tres días la "Nena" fue recogida de la veterinaria para ser llevada a casa, dándosele muchos cuidados y muchas atenciones para evitar que la tremenda herida de la tremenda operación se le pudiera abrir o que en el interior se le pudieran "zafar" los segmentos reconectados del intestino. Se le empezó a dar de comer comida blandita, agua con suero, carnita bien molida, inclusive alimento "Gerber" de bebé.

La "Nena" eventualmente se recuperó y parece tener unas ganas de vivir y de disfrutar la vida en forma intensa. Tiene mucha "gasolina". Ladra más fuerte que antes y corre más rápido que antes. Todo esto después de haber estado en los linderos de la muerte. Parece que a veces tanto los humanos como los perritos tenemos que pasar por un trance así para poder apreciar la vida.

No sabemos cuántos años más nos vivirá la "Nena", porque todos tenemos que morir tarde o temprano. Pero con el tiempo "extra" que la estamos teniendo con nosotros, faltando ya poco para empezar la temporada navideña, considero que todo el esfuerzo muy bien valió la pena. Tener a la "Nena" con nosotros para la Navidad que se acerca y para principios de año 2009 es quizá el mejor presente que pudiéramos tener, más que cualquier otra cosa o bien material, porque a ciertas cosas no se les puede poner precio. Y esa es una de las grandes lecciones de la vida.