viernes, 10 de septiembre de 2010

El peor cigarrillo de todos



El título de esta entrada tal vez haya llamado la atención de algunos fumadores que esperan encontrar un listado de varias marcas comerciales de cigarrillos acompañada posiblemente de un análisis químico de sus constituyentes así como resultados de pruebas clínicas que produzcan una tabla comparativa de las expectativas de vida de los fumadores en fución de la marca comercial de sus preferencias.

En rigor de verdad, todos los cigarrillos, sin importar el fabricante, son malos a largo plazo para la salud. Hay ya demasiados estudios que lo comprueban. Una conclusión de los médicos es que la nicotina del tabaco que mantiene a los fumadores pegados a su vicio no es lo que daña tanto a los pulmones, lo que produce un daño permanente e irreversible en los pulmones son los alquitranes que se inhalan al fumar tabaco además de otros vapores de químicos que agravan la situación. El fumador habitual, por mantener su adicción a la nicotina del tabaco, se ve obligado a inhalar el resto de la basura por la cual tendrá que pagar un precio elevado a largo plazo no sólo en sus bolsillos sino en su propia salud.

Si para fines prácticos todas las marcas comerciales de cigarrillos son igualmente dañinas y mortales a largo plazo, ¿entonces cuál es el peor cigarrillo de todos?

El peor cigarrillo de todos es, indudablemente, el primero que una persona probó en su vida. Todos los demás cigarrillos con los cuales el fumador quedó enganchado de por vida a su vicio empezaron con ese primer cigarrillo. El medio millón de cigarrillos que un fumador haya inhalado en toda su vida necesariamente tuvo que haber empezado con ese primer cigarrillo. Para cada fumador, la fecha en la cual se dió su primer “toquecito” es una fecha muy precisa, hasta la misma hora, hasta el mismo minuto, hasta el segundo preciso. Muchos fumadores recuerdan ese primer cigarrillo con el cual se metieron en algo de lo que nunca más podrían salir. De no haber sido por ese primer cigarrillo, los demás 499,999 cigarrillos restantes no habrían sido inhalados jamás. De no haber sido por ese primer cigarrillo, el individuo jamás habría quedado enganchado. De no haber sido por ese primer cigarrillo, el individuo posiblemente no estaría agonizando en un hospital conectado a un respirador artificial. De no haber sido por ese primer cigarrillo, posiblemente el individuo no habría enfermado en su propia casa a sus propios familiares que se vieron obligados a inhalar los humos nocivos arrojados al medio ambiente por el fumador empedernido a los fumadores pasivos que se rehusan a iniciarse en el hábito pero que son obligados a aspirar el humo del tabaco por convivir con alguien que ya es un adicto al tabaco (en los países de habla inglesa esto es lo que se conoce como second hand smoking, se trata de gente que aunque se rehusa a adquirir el hábito de cualquier modo se ve obligada a “fumar” de modo completamente involuntario por culpa del fumador con el cual están conviviendo en casa). De no haber sido por ese primer cigarrillo, el fumador posiblemente se habría ahorrado una cantidad considerable de dinero, por el dinero que estuvo gastando a lo largo de varias décadas desde que era joven para poder calmar su adicción. Y no sólo ese dinero, sino el dinero gastado en estar yendo al médico y a los hospitales para atender una situación que no tiene otra cura más que el abandono del vicio, lo cual resulta sumamente difícil y hasta imposible para muchos fumadores.

Quienes saben de estas cosas afirman que abandonar el hábito del tabaco es casi tan duro o posiblemente más que tratar de dejar la adicción a la heroína o la cocaína, produciéndose la terrible “malilla” cuando se ha dejado de fumar aunque sea por unos cuantos días. Es una adicción, en el pleno sentido de la palabra, se trata de algo que no se puede dejar, al menos no sin mucho sufrimiento y angustia. De haber sabido que ese primer cigarrillo lo conduciría a una situación tan lamentable, posiblemente el fumador jamás habría empezado con ese primer cigarrillo; lo habría rechazado tajantemente. Casi todos los fumadores empedernidos están de acuerdo en que la mejor manera de dejar el vicio es no empezándolo desde un principio, ni siquiera tocar ese primer cigarrillo que será el preludio de muchos más. Quienes no tienen ningún problema de hábito al cigarrillo son quienes no comenzaron con ese primer cigarrillo. Todos los demás que dieron ese primer paso en su gran mayoría se lamentan de haberlo dado.

Quienes aún no se han iniciado en el vicio del tabaco, sobre todo los jóvenes inexpertos que están dispuestos a experimentar con sus propios cuerpos probando cosas nuevas desoyendo los consejos y las duras experiencias de sus adultos mayores, deberían de pensarla bien y pensarla dos veces cuando tengan ese primer cigarrillo frente a ellos, porque en ese momento tienen la opción de rechazarlo, con lo cual ese primer cigarrillo quedará como “ningún cigarrillo”. No hay de otra. El mejor vicio de todos es el que no se comienza.

En la fotografía puesta al inicio de esta entrada, se tiene un pulmón sano de una persona que nunca ha fumado en toda su vida (el pulmón a la derecha) puesto comparativamente con el pulmón de una persona que tras varios años de adicción al tabaco (o mejor dicho, a la nicotina del tabaco) ha pagado ya las consecuencias (se trata del pulmón ennegrecido a la izquierda de la fotografía); y estas consecuencias son irreversibles, no hay cura médica ni recurso humano posible para enmendar el daño ocasionado

Quienes aún no se han iniciado en el vicio del tabaco, antes de que inhalen el humo de ese primer cigarrillo, el peor cigarrillo de todos, bien harían en repasar la fotografía dada arriba antes de dar ese paso. Después de todo, están jugando a la ruleta rusa con su propia salud.

Resultaría fácil echarle la culpa a Adán de que por su imbecilidad la humanidad perdió la maravillosa oportunidad de estar gozando en estos momentos de un paraíso sin necesidad de tener que ganárselo. Pero en realidad cualquiera puede estar en una situación parecida a la situación que enfrentó Adán al verse tentado. Y ha habido millones que, al igual que Adán, han estado cayendo, pese a las amonestaciones recibidas sobre lo que sucederá a la larga cuando los consejos y recomendaciones sean desobedecidos. Y al igual que como ocurrió con Adán, las consecuencias suelen ser terribles. Sobre todo cuando se trata de ese primer cigarrillo, la versión moderna del fruto que le costó a Adán su caída.