jueves, 10 de abril de 2014

Educación como inversión: ¿ilusión o realidad?




Faltan unas cuantas semanas para que en el continente americano graduén de sus respectivos grados escolares cientos de miles de estudiantes, muchos de los cuales terminarán sus estudios de bachillerato y se estarán preparando para ingresar a una universidad en donde logren ser admitidos.

En México, una carrera universitaria tiene un costo que puede llegar hasta un millón de pesos, y es precisamente con esta premisa con la que Mexicana de Becas promociona por varios medios de comunicación en México sus servicios de cuentas de ahorro para jóvenes y padres de familia que quieran empezar a ahorrar para cuando se tenga que enfrentar ese gasto.

Si se va a invertir hasta un millón de pesos en algo, se puede suponer que quien está dispuesto a meter tantos billetes en ese algo espera por lo menos recuperar ya sea a mediano plazo o a corto plazo la inversión que metió en ese algo, porque nadie está peleado con su dinero. La pregunta entonces que pueden y suelen hacerse muchos padres de familia en México así como niños y jóvenes en relación a todo el tiempo, esfuerzo y dinero que están metiendo o planean meter en obtener una educación universitaria es: ¿Vale la pena esa inversión? ¿Se obtendrá alguna ganancia sobre ese dinero que fue invertido, o al menos se recuperará una parte de lo que se invirtió? Esto equivale a ver una educación universitaria desde un punto de vista puramente mercantilista, como un negocio más que como una vocación.

Un estudio publicado recientemente parece querer darle la razón a los promocionales de Mexicana de Becas. El martes 8 de abril de 2014 apareció publicada una nota elaborada por la agencia NOTIMEX que bajo encabezados como “GANAN PROFESIONISTAS DOBLE QUE BACHILLERES” expuso lo siguiente: “La educación superior es una buena inversión, pues un trabajador promedio con licenciatura puede ganar 95 por ciento más, es decir, casi el doble que uno que sólo tiene título de preparatoria o bachillerato, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).  En conferencia de prensa, la consultora y coordinadora del proyecto ‘Compara carreras’, Catalina Delgado, destacó que contar con educación superior mejora las perspectivas salariales de los trabajadores.  En la presentación del portal "Compara carreras", herramienta que muestra las consecuencias económicas de escoger que estudiar, refirió que mientras que una persona que completó la preparatoria o bachillerato tiene un salario promedio de 5 mil 126 pesos al mes, un profesionista gana en promedio 9 mil 981 pesos. No obstante, agregó, existen notables diferencias entre los profesionistas, pues los de la carrera con el salario promedio más alto, Minería y Extracción, ganan 24 mil 863 pesos mensuales, es decir cuatro veces más que los de la carrera peor remunera, Bellas Artes, con seis mil 114, sólo mil pesos superior al ingreso mensual de un bachiller.  Además, detalló, estudiar una carrera profesional es una inversión rentable y de bajo riesgo, pues el rendimiento de haber realizado sus estudios en una universidad pública es de 11.4 por ciento, superior a otras alternativas de inversión como la bolsa de valores, con un retorno promedio anual de 8.3 por ciento entre 2010 y 2013. De acuerdo con esta herramienta, que compara 62 carreras diferentes, el costo promedio en una universidad privada puede ir desde 125 mil hasta 930 mil pesos, mientras que en una universidad pública puede ir desde 19 mil hasta 38 mil pesos.  Puntualizó que la rentabilidad de una carrera por sus costos, en una universidad pública por estudiante es de alrededor de 30 mil pesos; mientras en una universidad privada se dispara a 460 mil pesos. Indicó que el retorno de inversión hecha durante los estudios respecto a las ganancias salariales esperadas es de 11 por ciento al año para instituciones públicas y de 44 por ciento para privadas.  Delgado precisó que el mayor retorno en universidades públicas se debe, naturalmente, a los bajos montos de inversión requeridos. Aclaró que con estos resultados “no estamos diciendo que asistir a universidades privadas sea una mala inversión, ni que estudiar en universidades públicas siempre sea una mejor opción y, mucho menos, que estudiar ciertas carreras no vale la pena”. El portal "Compara carreras" también muestra diversos ‘rankings’ laborales, en los cuales destaca que del total de nueve millones 794 mil 579 profesionistas del país, dos de cada 10 son administradores de empresas o contadores. Las 10 carreras más populares el mayor por número de profesionistas son administración y gestión pública; contabilidad y fiscalización; derecho; formación docente para educación básica, nivel primaria; medicina; tecnología de la información y comunicación; psicología; ingeniería industrial, mecánica, electrónica y tecnológica; ciencias de la computación; así como enfermería y cuidados.  En contraste, las 10 carreras menos populares por el bajo número de profesionistas son ciencias de la Tierra; tecnología y protección del medio ambiente; criminología; ciencias ambientales; manufacturas y procesos, programas multidisciplinarios; estadística; minería y extracción; salud pública; servicios de transporte; y deportes.  La especialista del IMCO subrayó que estudiar una carrera implica un salario mayor al promedio nacional, ya que un profesionista tiene un ingreso mensual promedio de nueve mil 981 pesos, mientras que el salario promedio nacional es de cuatro mil 870 pesos.  Expuso que las 10 carreras mejores pagadas son minería y extracción con un salario promedio de 24 mil 863 pesos; finanzas, banca y seguros; 19 mil 725 pesos; salud pública, 17 mil 013 pesos; servicios de transportes, 16 mil 888 pesos, y física, 16 mil 379 pesos.  Le siguen música y artes escénicas, 16 mil 124 pesos; ciencias de la tierra y atmósfera con 15 mil 811 pesos; medicina, 15 mil 614 pesos, ciencias ambientales, 15 mil 22 pesos, e ingeniería en vehículos de motor, aeronaves y barcos con 14 mil 211 pesos.  En tanto, las 10 peor pagadas son criminología, ocho mil 412 pesos al mes; formación docente para educación física o artística, ocho mil 318 pesos; formación docente para educación básica, nivel primaria, ocho mil 071 pesos; historia y arqueología, ocho mil 071 pesos, y matemática, ocho mil 050 pesos. Además, comunicación y periodismo siete mil 973 pesos mensuales; formación docente para la enseñanza de asignaturas, siete mil 218 pesos; trabajo y atención social, siete mil 008 pesos; y bellas artes, seis mil 114 pesos.  Delgado comentó que quienes tienen una carrera son más propensos a ingresar al mercado laboral, ya que la participación laboral promedio de los profesionistas es de 82 por ciento, mientas que a nivel nacional es de 49 por ciento.  Mencionó que la ocupación es similar entre profesionistas y el promedio nacional, con 95 por ciento, lo mismo que la tasa de desempleo, que en ambos casos es de 5.0 por ciento, aunque en carreras como sociología, la tasa de desempleo llega a 14 por ciento. La coordinadora del proyecto ‘Compara carreras’ señaló que la tasa de informalidad de un profesionista es de 22 por ciento, lo que representa la tercera para de la tasa nacional, que es de 59 por ciento”.

Sin embargo, la nota dada arriba apareció a tan solo unos cuantos días de que apareciera otra nota, dada a conocer no por representante o vocero alguno de las grandes empresas privadas, sino por una dependencia gubernamental, confirmando que en México el 56 por ciento de los profesionistas desempleados tienen menos de 30 años. La nota que se reproduce aquí tomada de MILENIO publicada el 5 de abril dice esto: “El Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) reveló que 56 por ciento de los profesionistas desempleados tiene menos de 30 años de edad, por lo que su prioridad es atender a ese sector vulnerable. En un reporte enviado a la Cámara de Diputados, mencionó que cuenta, dentro de sus políticas y programas, con una Bolsa de Trabajo dirigida a la juventud, con opciones de desarrollo profesional en diversos ámbitos. Resaltó que continuará su oferta de oportunidades laborales y de desarrollo a egresados de una carrera técnica y profesional en los diferentes niveles, permitiendo a los jóvenes una sana integración al desarrollo económico nacional. El pasado 25 de febrero, a través de un dictamen con punto de acuerdo, la Comisión de Trabajo y Previsión Social solicitó al Inmjuve que, dentro su competencia, otorgue oportunidades laborales a egresados de una carrera técnica o profesional, a efecto de que accedan a un trabajo digno. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), existen 36.2 millones de jóvenes en el país, la tercera parte de la población del país, pero han sido olvidados en muchos aspectos al carecer de oportunidades reales de trabajo digno y bien remunerado para los 450 mil egresados cada año de licenciatura universitaria o tecnológica. Además, de acuerdo con la Subsecretaría de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del tercer trimestre de 2012, sólo 40 de cada 100 profesionistas en México tienen un empleo relacionado con su formación universitaria. En el documento, publicado en la Gaceta Parlamentaria,  el Imjuve precisó que enfoca todos sus esfuerzos en la inclusión de la juventud en el desarrollo del país, para lo que, en cumplimiento de sus funciones, formalizó diferentes programas como “Joven-es Servicio” y “Jóvenes becarias y becarios”, lo cuales buscan formar mejores profesionales y acercar a los jóvenes a sus futuras áreas de trabajo”.

Así pues, el estudio presentado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) presenta un panorama en el que el mensaje principal es que a cualquier graduado de una carrera de universidad le puede ir mucho mejor en perspectivas de ingresos económicos que a uno que haya truncado sus estudios de bachillerato no pasando más allá de la preparatoria, con un trabajador promedio con licenciatura ganando casi el doble de lo que pueda ganar uno que solo tiene título de preparatoria o bachillerato; o sea un panorama color de rosa para quienes obtienen un grado académico universitario, mientras que el estudio presentado por el Instituto Mexicano de la Juventud presenta un panorama negro y sombrío para muchos que quemaron varios años de su vida y de sus ahorros para poder graduar como profesionistas solo para terminar engrosando las filas del desempleo y la informalidad.

¿A quién creerle?

En realidad, el estudio presentado por el IMCO está sesgado, es un estudio incompleto (tal vez por descuido, o quizá intencionalmente). Hay que tomar en cuenta que el IMCO representa los intereses del capital privado, de las grandes empresas, y a tales intereses lo que les conviene es que haya una super-abundancia de profesionistas para que sus departamentos de personal tengan mucho material de dónde escoger sin importarles un comino con lo que suceda con los profesionistas que sean rechazados. Una empresa grande productora de alimentos puede beneficiarse de una graduación anual de cientos o inclusive miles de químicos bromatólogos en todo México porque de este modo no tendrá muchas dificultades en reclutar a los dos o tres químicos bromatólogos que necesite en algunas de sus filiales. Al haber mucho de dónde escoger, las grandes empresas pueden darse el lujo de ofrecer sueldos muy por debajo de lo que los profesionistas aspiren a percibir,

Si en cierto año gradúan tan solo unos cinco o seis químicos bromatólogos en todo México, entonces no sólo habrá muy poco de dónde escoger, sino que las empresas fabicantes de alimentos terminarán compitiendo ferozmente entre sí peleándose por los pocos químicos bromatólogos que haya disponibles, y sin duda alguna habrá empresas cuyas vacantes no podrán ser llenadas excepto yendo fuera del país para importar profesionistas, algo que puede resultar sumamente caro. Se trata de la vieja ley de la oferta y la demanda en plena acción. Pero en cambio, si gradúan algunos miles de químicos bromatólogos en ese mismo año, no es necesario ofrecer salarios muy elevados porque habrá muchos jóvenes profesionistas recién egresados que saben bien que si no aceptan lo que se les ofrezca habrá muchos otros que sí lo aceptarán, y en tal caso la disyuntiva no es entre cuál empresa ofrezca mayores percepciones económicas sino escoger entre el desempleo y el desempleo. Obviamente, a las grandes empresas les interesa que los organismos que representan sus intereses (Consejo Coordinador Empresarial CCE, Confederación Patronal de la República Mexicana COPARMEX, etc.) promuevan la graduación de la mayor cantidad posible de profesionistas en todas las áreas concebibles, eso es lo que le conviene a las grandes empresas y al gran capital. Hay que convencer a los jóvenes que quieren ser técnicos automotrices, técnicos en refrigeración, ebanisteros, etcétera de que un título universitario es siempre la mejor inversión de tiempo y dinero, pintándoles un panorama color de rosa para quienes están dispuestos a llevar a cabo tal sacrificio.

Para que el estudio presentado por el IMCO pudiera haber sido tomado como un estudio serio e imparcial sin favorecer los intereses particulares de nadie, habría sido indispensable que el IMCO lo hubiera complementado precisamente con datos como los que presentan otros estudios que evalúan cuantitativamente el desempleo o el sub-empleo de los graduados universitarios en México. En efecto, los profesionistas con títulos universitarios pueden ganar casi el doble de lo que pueda ganar uno que sólo tenga título de preparatoria o bachillerato, pero esto se refiere única y exclusivamente a aquellos profesionistas que han logrado encontrar empleo en su área de especialidad, a aquellos que estuvieron estudiando varios años en la universidad hasta graduar cumpliendo con todos los requisitos oficiales para poder obtener su registro en la Dirección General de Profesiones encontrando trabajo en su profesión. Y en México si algo hay es una enorme cantidad de profesionistas sub-empleados o de plano desempleados que están trabajando como choferes de taxi o vendedores callejeros de joyas de fantasía. A estos no los tomó en cuenta el estudio sesgado elaborado por el IMCO.

Otro factor que no toman en cuenta los estudios ordenados y realizados por organismos que representan a los intereses de la iniciativa privada es que las percepciones económicas en mucho dependen del que un profesionista termine siendo un empleado trabajando para otros (por ejemplo, un administrador de empresa o un ingeniero metalúrgico), o un profesionista independiente trabajando por cuenta propia (por ejemplo, un medico). El profesionista que trabaja por cuenta propia tiene el privilegio de explorar sus propias posibilidades y fijar sus propios límites, y con ello las percepciones económicas a las que puede aspirar, mientras que los que están supeditados a otros dentro de una empresa u organización no pueden aspirar a más de lo que la empresa u organización pueda ofrecerles. En la Ciudad de México, son abundantes las ofertas de empleo que aparecen en los periódicos solicitando profesionistas con estudios de maestría e inclusive doctorado, dominio de varios idiomas, experiencia professional previa, etcetera, pero que en la lista de requisitos incluyen uno muy importante que muchos profesionistas no pueden cumplir: NO SER MAYOR DE 35 AÑOS. Este requisitO es un virtual rechazo encausado encontra de todos aquellos profesionistas mayores de 35 años a quienes se les considera ya muy “viejos” como para que puedan ser productivos. Considerando que para los requisitos que se piden en estos anuncios de ofertas de empleo, y para los estudios que se requieren desde la primaria hasta la professional representando una erogaciación de 18 años de vida dedicada al puro estudio, con una graduación anticipada a los 22 o 23 años de edad, el requisito de una edad no mayor de 35 años para poder ser considerado aspirante a tales ofertas de empleo significa que la enorme inversion de tiempo y dinero al estar asistiendo por tanto tiempo a la escuela solo tuvo una vida útil de ¡12 años! Se gradúa a los 22 o 23 años, y a los 35 años ya no se puede aspirar a un cambio de empleo o inclusive a un empleo en el ramo profesional.

¿Quién en su sano juicio quiere quemar 18 años de su vida, sobre todo siendo tales años precisamente los años de su juventud que no regresarán jamás, para solo poder aspirar a un empleo o cambiar de empleo en un lapso útil de 12 años después de haber recibido su título professional? Al menos un plomero o un herrero o un electricista que trabajen en su oficio por cuenta propia pueden darse el gusto de jubilarse a la edad que quieran, y si quieren seguir trabajando hasta los 50 o hasta los 60 o inclusive hasta los 70 años de edad pueden darse el lujo de hacerlo siempre y cuando sean buenos en su oficio (y en México nadie que requiera los servicios de un buen herrero o de un buen electricista le andará preguntando jamás al técnico por su edad ni le estará pidiendo certificados acreditados de estudios, y menos a un técnico al que le sobra trabajo por ser bueno en su oficio).

Algo que no se menciona en los estudios que en representación de las grandes empresas promueven la graduación universitaria es que emprender una carrera universitaria puede representar una pérdida por partida doble porque el tiempo que se invierte en lograr un título universitario es tiempo que se podría haber estado utilizando para estar ganando dinero practicando algún oficio lucrativo como el de electricista, técnico en transmisiones automáticas, teneduría de libros, la lista es larga. En esos cinco o seis largos años dedicados a la escuela univeristaria ese dinero es un dinero que se deja de ganar, es una pérdida económica que incluso se puede cuantificar, y el único consuelo posible es que tras la graduación universitaria habrá alguna especie de premio que compensará los sacrificios, las privaciones (el tiempo que no se pudo disfrutar por haberlo dedicado al estudio de materias pesadas), y las pérdidas económicas (el dinero que se dejó de ganar). Y si al final de la jornada no hay tal premio y se termina conduciendo un taxi en la Ciudad de México o vendiendo joyería de fantasía de casa en casa, eso es algo como para darse de topes contra la pared.

Otro mito ampliamente popularizado es que, después de haberse obtenido un título universitario, si se continúa el proceso acumulando títulos de postgrado con Maestrías y Doctorados las oportunidades de empleo aumentarán aún más mejorando con ello las expectativas de percepciones económicas. Ello tal vez pueda ser cierto en algunos casos aislados para personas que trabajen en algunas dependencias gubernamentales. Pero la experiencia real de muchos otros es que cuando se presentan a pedir empleo para cierta posición dentro de una empresa privada (por ejemplo, analista financiero), le dirán: “su curriculum vitae es verdaderamente impresionante, en verdad que usted tiene muchos estudios, lo felicitamos, pero no lo podemos contratar para el puesto que estamos ofreciendo porque usted está SOBRECALIFICADO para la posición, no necesitamos de alguien con tantos conocimientos para esta posición”. ¿Y de qué sirve entonces tener tantos y tantos estudios si, al estar SOBRECALIFICADO, las puertas estarán cerradas a cualquier esperanza de empleo? Y en México al menos, el estar sobrecalificado y el estar desempleado son cosas que van de la mano, es una verdadera tragedia. Desdichadamente, el estómago no vive de felicitaciones y el hambre no se calma con elogios recibidos por las altas calificaciones obtenidas en algún post-Doctorado.

Tristemente, en México (y en muchos otros países), es práctica usual que muchos padres quieren forzar de varias maneras (algunas de ellas directas, otras de ellas no tan directas pero sí ingeniosas y hasta irónicamente crueles como estar hablando y estar alabando los logros académicos de los hijos de otros familiares, amigos y conocidos) para que sus hijos estudien una carrera universitaria y obtengan un título professional que les permita jactarse a los padres diciendo: “mi hijo es todo un profesionista, ¿cómo la ves?”, sin mostrar la menor consideración o respeto hacia la verdadera vocación o los intereses personales de su hijo. Es así como muchos paterfamilias (no todos, afortunadamente, hay excepciones) aborrecen la posibilidad de que su hijo pueda aspirar a formar una banda de rock en vez de continuar con sus estudios de preparatoria, creyendo que si permiten tal cosa ello sería el equivalente de una gran tragedia familiar de proporciones incalculables, sin ponerse a pensar que hay una buena cantidad de músicos no solo del género de rock sino del género de las bandas gruperas y otros géneros musicales que sin tener estudios profesionales ganan mucho más de lo que ganan profesionistas de su misma edad que encuentran las puertas cerradas porque no tienen la experiencia que exigen las empresas que ofertan empleos o bien porque ya son “viejos e inútiles” al tener más de 35 años de edad. En tales cosas no piensan muchos padres de familia cuya obsesión es tener un hjijo al que puedan estarlo presumiendo ante sus amistades como si fuese un trofeo, “porque mi hijo es todo un profesionista”. En realidad este tipo de actitudes en paterfamilias puede revelar un enorme complejo de superioridad con la actitud de que “mis hijos son mejores que los hijos de todos los demás porque sus genes que son los míos son superiores a los de los demás”. También puede revelar un enorme complejo de inferioridad que tratan de superarlo obligando al hijo o a los hijos a que destaquen como ellos no pudieron hacerlo en vida.

Si a un individuo le gusta el comercio porque le gusta el contacto con la gente y el estar efectuando transacciones comerciales, entonces aún sin tener muchos estudios tal vez pueda lograr más por sí mismo y por la sociedad que como un arquitecto frustrado que solo se haya dedicado a dicha carrera para complacer a su padre porque su padre siempre quiso ser arquitecto y nunca pudo serlo. Y si a un individuo le apasiona la entomología y es lo que quiere estudiar sin detenerse, entonces se puede suponer que será mucho más feliz estudiando entomología aunque no le produzca muchos dividendos en su bolsillo que dedicado a las finanzas en donde aunque haga mucho dinero quizá no encontrará satisfacción alguna como ha sucedido con otros (se dieron algunos ejemplos de esto en la entrada publicada aquí el 19 de enero de 2014 bajo el título “El dinero y la felicidad”). Cualquiera puede sentirse mucho más realizado dedicándose a aquello que le apasiona o para lo cual tiene aptitudes que negando lo que es y tomando otro derrotero para el cual no estaba predestinado. Y en las vocaciones equivocadas como ocurre en los estudios emprendidos teniendo como meta únicamente la posición social o las expectativas económicas de altos ingresos o el deseo de ser importante o la necesidad de complacer los deseos de un progenitor acomplejado posiblemente no solo la persona salga perdiendo sino también el mismo género humano. Un ejemplo (entre muchísimos que se podrían citar) es el del extraordinario compositor ruso Tschaikovsky. Desde pequeño demostró aptitudes y talento para la música, pero eso no era lo que querían para él en su casa. Fue obligado a estudiar la carrera de Derecho, algo que no le gustaba y que no quería, pero lo hizo única y exclusivamente porque eso era lo que quería su padre, y el deseo fue cumplido. Al final de cuentas, jamás usó absolutamente nada de lo que había estudiado para forjarse una carrera en materia de Derecho, esos fueron años desperdiciados de su vida de una manera lastimosa, y debemos preguntarnos: ¿perdió la humanidad algunas composiciones musicales valiosas que Tschaikovsky pudo haberle dado al mundo en ese tiempo si sus inclinaciones naturales hubieran sido respetadas? Tal vez nunca lo sabremos, pero lo que sí es un hecho es que además de lo que nos dejó pudo haber dejado aún más si hubiera tenido esos años extra como delantera.

Cabe meditar también que para ciertas cosas ni siquiera tiene caso de ir a la escuela porque se requiere de talentos naturales que no pueden ser suplidos por ningún grado académico, y se pueden citar millones de ejemplos, la historia del hombre está lleno de ellos. Tómese el caso del pintor y escultor Miguel Ángel. Desde chico él quería ser artista, pero su padre se oponía a ello al considerar que aquél oficio no era digno del prestigio de su linaje. Sin embargo, la tenacidad de Miguel Ángel por seguir sus inclinaciones naturales fue más grande que los deseos de su padre, y al final se impuso y se dedicó al oficio que le apasionaba. De acuerdo a nuestras convenciones educativas actuales, Miguel Ángel no llegó a la universidad, es más, ni siquiera concluyó lo que hoy vendrían siendo estudios de bachillerato y tampoco concluyó una educación que hoy sería el equivalente (en materias escolares y conocimientos) a la escuela secundaria. Pero no necesitó de tales estudios porque para ser un buen escultor o pintor no se requieren estudios, se requieren habilidades que no se aprenden en ninguna universidad por buena que sea, y gracias que prevaleció sobre las intenciones de su padre el mundo obtuvo uno de los más grandes artistas que haya conocido la humanidad, podemos admirar sus obras hoy en día en el Vaticano.

Antes de emprender ciertos estudios o cierta carrera profesional teniendo como meta exclusiva las ganancias económicas que se puedan redituar de una enorme inversión de tiempo y dinero, cabe tener presentes las siguientes palabras del filósofo chino Confucio:

“Elige un trabajo que te guste, y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”

Esto significa que aquél que elija un trabajo que le guste trabajará con tal gusto y empeño en ello que lo que haga no será un trabajo sino un placer, dándole un sesgo de felicidad a su propia vida.

Lo mejor que puede hacer cualquier padre de familia, en vez de tratar de presionar a su hijo para que continúe adelante con estudios que no quiere continuar, es apoyarlo en lo que sea su verdadera vocación, porque si un joven sigue adelante con su verdadera vocación apoyado por su familia es posible que pueda ser mucho más feliz de lo que sería en caso de haber sido obligado a tomar otro camino que no quería tomar. Con todo y que la preparatoria en México ya sea obligatoria, un escultor o un pintor que ni siquiera terminó su escolaridad secundaria puede ser mucho más feliz y mucho más productivo haciendo lo que le gusta que terminando como un ingeniero en aeronática desempleado conduciendo un taxi en la Ciudad de México. Naturalmente, si quiere estudiar Medicina, si es lo que le gusta y nadie lo está presionando para ello, igualmente se le debe de apoyar, porque si es lo que verdaderamente le gusta y le apasiona es muy probable que terminará siendo un muy buen médico, y esos nunca sobran. Y si en vez de estudiar una licenciatura quiere dedicarse a la composición musical, igualmente se le debe apoyar, porque es mil veces preferible tener un cantautor como Juan Gabriel o un intérprete folclórico como Vicente Fernández dándoles gratos e inolvidables momentos de felicidad a sus miles de fans (haciéndose de paso multimillonarios en el camino) que un pobre amargado que terminará rumiando hasta el final de su existencia sobre lo que pudo haber sido y no fué.




Queda un cabo suelto por atar.

Al principio de esta entrada se indicó que la organización Mexicana de Becas promociona el ahorro desde temprana edad con miras a poder solventar los gastos involucrados en obtener una educación universitaria, y hasta podemos encontrar alcancías de “cochinito” transparentes que promocionan a esta organización:





Pero, ¿qué es precisamente Mexicana de Becas? ¿Es una organización gubernamental creada para apoyar la educación de los jóvenes? No. Es una organización privada. De hecho, es un grupo operado a través del Fideicomiso 292 de Inversión Abierto de Grupo Financiero Actinver. ¿Se trata entonces de una organización altruista al estilo de las Hermanas de la Caridad ansiosa por ayudar a los jóvenes sin obtener nada a cambio? Tampoco. Es una empresa privada. ¿Y qué tiene que ganar una empresa dedicada a una actividad como ésta? No se requiere de mucha imaginación para saberlo. En una entrada anterior publicada aquí el 20 de marzo de 2014 bajo el título “Cero intereses” (la cual por cierto parece que ha dado mucho de que hablar, a juzgar por los correos recibidos), se ha resaltado el hecho de que al no estar ahorrando mucha gente como en otros tiempos porque meter dinero al banco en cuentas de ahorro es tirar el dinero al cesto de la basura al ir perdiendo el dinero su poder adquisitivo ante los avances de la inflación, los bancos se han estado descapitalizando, y puesto que los bancos hacen su dinero prestando dinero ajeno, al descapitalizarse sus ganancias y sus expectativas de crecimiento disminuyen. Es obvio entonces que van a buscar otras maneras para tratar de convencer a la gente para que deposite su dinero en cuentas bancarias pese a que tales depósitos a largo plazo han representado pérdidas considerables para muchos mexicanos. Solo que ahora no las llaman simplemente cuentas de ahorro. Las llaman “fondos de ahorro educativo”. Que para fin de cuentas, viene siendo lo mismo. Ahora bien, si hay ya varios miles de paterfamilias mexicanos que han mordido el anzuelo y que han estado depositando mensualmente cierta cantidad de su dinero en cuentas abiertas en Mexicana de Becas, la lpregunta lógica es: ¿qué hace Mexicana de Becas con todo el dinero que tiene ya en su haber? Pues, los negocios son negocios, y Mexicana de Becas, al igual que otras organizaciones de este tipo, no son organizaciones sin fines de lucro. Se trata de organizaciones de lucro, mucho lucro. Obviamente, Mexicana de Becas debe de estar sumamente complacida con Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) por sus estudios sesgados citados arriba promocionando la educación universitaria desde un punto de vista mercantilista como una buena inversión (hasta es posible que ambas organizaciones privadas estén de acuerdo en apoyarse mutuamente para este tipo de cosas).

Lo que sucede en México cuando una inversión cuantiosa en una educación universitaria no da los frutos económicos esperados sucede también fuera de México, y solo tenemos que voltear los ojos hacia arriba para ver lo que está sucediendo en los Estados Unidos.


martes, 8 de abril de 2014

Windows XP: Crónica de una muerte anunciada



A menos de que el hombre más rico del mundo decida otra cosa, el día de hoy, 8 de abril de 2014, el sistema operativo Windows XP dejará de recibir actualizaciones automáticas de Microsoft, lo cual equivale a una virtual condena a muerte pronunciada sobre uno de los sistemas operativos de Microsoft de mayor uso en en mundo.

El fin de soporte técnico a Windows XP no significa que las máquinas que tengan instalado este sistema operativo dejarán de funcionar. Simplemente las actualizaciones automáticas que eran enviadas periódicamente a través de Internet dejarán de ser enviadas. Según los avisos y advertencias que Microsoft ha estado publicando a través de los portales de muchos sitios Web, una máquina con Windows XP al momento de dejar de recibir las actualizaciones automáticas, la mayoría de ellas relacionadas con cuestiones de seguridad, estará cinco veces más propensa a ser infectada con malware, virus y troyanos informáticos, aunque tenga un programa antivirus instalado y actualizado. Se ignora de dónde habrá sacado Microsoft la advertencia de que el riesgo de infecciones maliciosas subirán en cinco tantos, pero hay la sospecha de que esta advertencia alarmista es para empujar a muchos usuarios de tales máquinas a que compren nuevas máquinas con el más reciente sistema operativo de Microsoft, Windows 8.1, instalado en ellas.

La gran mayoría de las máquinas que fueron vendidas con el sistema operativo Windows XP instalado en ellas son máquinas cuyo hardware limitado en recursos de memoria a 512 Megabytes de RAM no tienen la capacidad para poder funcionar adecuadamente con una simple actualización (upgrade) al sistema operativo actual, Windows 8.1, y de cualquier manera aunque tuvieran tal capacidad, para poder calificar para el upgrade a Windows 8.1 tendrían que haber sido actualizadas con el upgrade de Windows XP a Windows Vista (pagándole a Microsoft unos cien dólares por el upgrade), y tras esto tendrían que haber sido actualizadas con el upgrade de Windows Vista a Windows 7 pagándole a Microsoft otros cien dólares, y tras esto tendrían que haber sido actualizadas con el upgrade de Windows 7 a Windows 8 pagándole otros cien dólares a Microsoft, acumulando un gasto total de 300 dólares, o sea casi lo que costó la máquina completa cuando se compró nueva en la tienda por vez primera. Pero aún suponiendo que algunos usuarios quisieran someterse a esta serie sucesiva de erogaciones, no es posible adquirir en tienda alguna actualizaciones Microsoft de Windows XP a Windows Vista en virtud de que Microsoft recogió de todas las tiendas esos paquetes de actualización y los destruyó. Tampoco es posible adquirir la actualización posterior de Windows Vista a Windows 7 porque Microsoft también recogió de todas las tiendas esos paquetes de actualización y también los destruyó. Esta es la manera de Microsoft de ir llevando a sus usuarios a un callejón sin salida.

Hay que dejar una cosa en claro: desde el punto de vista de la vulnerabilidad, los sistemas operativos elaborados por Microsoft siempre han dejado mucho que desear, y la cosa no ha cambiado en nada hasta la fecha, cada sistema operativo de Microsoft siempre ha tenido más agujeros que un queso Gruyere. En principio, el único propósito de estar descargando actualizaciones debería ser para mejoras en el hardware que el usuario le quiere dar a su máquina. Así, cuando el sistema operativo Windows 95 estaba en uso, en una época en la que los monitores de alta resolución SVGA aún no habían salido al mercado, al empezar a salir estos monitores de alta resolución al mercado el usuario no podía reemplazar su monitor previo sin contar con un “parche” agregado conocido como “controlador de dispositivo” (software driver) para permitirle al sistema operativo Windows 95 poder “comunicarse” adecuadamente con los monitores de alta resolución SVGA. Del mismo modo, si aparecía en el mercado una tarjeta de controlador de modem nueva, el usuario no podía reemplazar su modem viejo por un modem nuevo sin contar con el controlador de dispositivo para el nuevo modem. En el pasado, la mayoría de los fabricantes de accesorios y periféricos proporcionaban los controladores de dispositivos necesarios para que sus productos pudieran funcionar en armonía con los sistemas operativos vendidos por Microsoft. Pero hay otras cosas relevantes al hardware, tales como actualizaciones al programa BIOS de la tarjeta madre para permitirle manejar discos duros de mayor capacidad, que sólo el mismo fabricante del sistema operativo Windows puede proporcionar. Posteriormente, con una cantidad cada vez mayor de máquinas conectándose a Internet exponiéndose a contagiarse con una cantidad creciente de virus informáticos elaborados por legiones de hackers ansisos de presumir sus habilidades hackeadoras, las enormes debilidades del sistema operativo Windows quedaron expuestas a la luz pública. Las ventas de programas antivirus empezaron a aumentar exponencialmente, y para no quedar tan mal Microsoft empezó a enviar vía Internet una cantidad creciente de “parches” para empezar a tapar sus agujeros en seguridad. Pero en cuanto se tapaba un agujero, se descubrían dos más, convirtiéndose esto en un cuento de nunca acabar. El remiendo Microsoft consistió en alertar a los usuarios de su sistema operativo de tener activada todo el tiempo la opción “Actualizaciones automáticas” (Automatic Updates) a través del Centro de Seguridad Windows (Windows Security Center), castigando a los usuarios que no tuvieran activada la opción de actualizaciones automáticas con el latoso escudito rojo con tache puesto todo el tiempo en forma prominente en la esquina inferior derecha de la barra de tareas.

Para muchos, las actualizaciones automáticas de los sistemas operativos Microsoft en ocasiones han constituído un verdadero dolor de cabeza, en virtud de que al estarse descargando varias actualizaciones automáticas la velocidad de sus máquinas disminuía en forma considerable. Sumado al aletargamiento continuo de las máquinas al estarse descargando actualizaciones, estaba el agravante de que una vez descargadas de la Web las actualizaciones se tenía que llevar a cabo la instalación en la máquina de cada una de tales actualizaciones, tras lo cual se le pedía al usuario reiniciar la máquina -dejando pendiente cualquier otro trabajo que hubiera estado haciendo tal como la elaboración de un documento o la construcción de una imagen o el retoque de una fotografía- y esperar al encendido con todo el proceso de encendido consumiendo el tiempo. Esto no ha cambiado en nada, y se puede anticipar desde hoy que no cambiará ni siquiera con actualizaciones posteriores a Windows 9, Windows 10, Windows 11, Windows 12, Windows 14, etc.

El dar por terminado el servicio de actualizaciones a Windows XP es una manera de Microsoft de tratar de hacer más dinero a costillas de sus sufridos y casi obligados usuarios, porque cada máquina nueva que se venda que tenga el sistema operativo actual Windows 8.1 instalado en ella significa para Microsoft un ingreso de entre 100 y 200 dólares por máquina según los acuerdos y pactos secretos a los que haya llegado con las empresas que venden computadoras nuevas. Pero este no es el único ingreso que espera obtener Microsoft ahorcando a su clientela cautiva. Muchos usuarios utilizan sus máquinas para elaborar e imprimir documentos que pueden ser notas cortas, memorándums de negocios, e inclusive libros, y se trata de usuarios que el único programa que utilizan es el procesador de palabras Microsoft Word, no usan ni la hoja de cálculo Excel ni todo lo demás que viene incluído en el paquete de Microsoft Office. Pero Microsoft no le da a ninguno de sus usuarios la opción de poder comprar por sí solo el procesador de palabras Microsoft Word, todos los usuarios son obligados a comprar el paquete completo Microsoft Office con todo lo demás que no necesitan y que nunca van a usar. De este modo, en vez de obligar a su clientela cautiva a erogar unos 50 ó 60 dólares en la compra del programa Microsoft Word, los obliga a erogar unos 200 dólares al obligarlos a comprar el paquete completo Microsoft Office. O sea, más ingresos para Microsoft con el solo hecho de obligar a los propietarios de máquinas con Windows XP instalado en ellas a adquirir máquinas nuevas con Microsoft 8.1 instalado en ellas, lo cual en cierto modo es insultante porque un procesador de palabras es y sigue siendo un procesador de palabras aquí o en la Luna, y para las funciones básicas que se requieren hoy de un procesador de palabras en realidad el procesador de palabras Microsoft Word de hoy no hace mucho más que lo que hacía el procesador de palabras Microsoft Word de hace diez años. En pocas palabras, la actualización forzada hacia la compra de una máquina nueva no es algo absolutamente indispensable para los usuarios de los programas de aplicación de uso común, es tan solo una manera de Microsoft de aumentar sus ingresos en forma considerable.

Si un usuario alguna vez desembolsó 200 dólares en la adquisición de un paquete Microsoft Office para instalarlo en su (entonces) máquina nueva con el sistema operativo Windows XP instalado en ella, el verse obligado a migrar hacia otra máquina con el sistema operativo Windows 8.1 instalado en ella le exige de manera obligada el tener que comprar otra vez Microsoft Office completito (aunque solo use el procesador de palabras Microsoft Word) en virtud de que, aunque todavía conserve en sus manos en disco CD (o DVD) original con el Microsoft Office que compró, tal disco no le sirve porque al instalar el paquete en su máquina con Windows XP tuvo que activar el paquete vía Internet, con lo cual “quemó” su autorización de uso de una sola licencia de Microsoft Office por máquina; no puede usar el mismo CD para instalar Microsoft Office en otra máquina.Y a esto es a lo que se atiene Microsoft para estrangular al usuario.

Para ahorcar al público consumidor, Microsoft aprovecha ventajosamente el monopolio que mantiene en el mercado a través de tácticas que desalientan la competencia, mismas tácticas que han llevado a esta empresa a enfrentamientos directos con la Comunidad Económica Europea que le ha impuesto sanciones económicas multimillonarias. Una de las estrategias para mantener su monopolio la podemos ver en cualquier tienda afiliada a la cadena de tiendas Best Buy de Estados Unidos, la cadena de artículos electrónicos más grande de la Unión Americana. Es un secreto a voces que Microsoft mantiene un pacto secreto con dicha cadena de tiendas para no se venda en ninguna de sus filiales o franquicias computadora alguna que no tenga un sistema operativo de Microsoft instalado en ellas. Esto significa que si algún usuario quiere comprar una computadora Mac de Apple, la cual usa el sistema operativo Mac OS X (un sistema operativo altamente estable, virtualmente invulnerable a ataques virales informáticos), no la podrá comprar en Best Buy porque tal producto está vetado para su venta en las tiendas Best Buy. Significa también que si algún usuario quiere comprar una computadora que tenga un sistema operativo Linux instalado en ella, como el sistema operativo Linux Ubuntu (el cual ofrece la ventaja de ser un sistema de código abierto a diferencia de los sistemas operativos Microsoft que son de código cerrado), tampoco la podrá comprar en Best Buy porque tal producto también está vetado para su venta en las tiendas Best Buy, pese al hecho de que siendo el sistema operativo Linux un sistema operativo gratuito (descargable por la vía de Internet) esto podría significar que la misma computadora por la cual el cliente paga 300 dólares con el sistema operativo Windows instalado en ella le costaría 200 dólares o menos con un sistema operativo Linux Ubuntu instalado en ella. La falta total de opciones en las tiendas Best Buy en lo que a sistemas operativos se refiere dándosele exclusividad total a Microsoft es lo que clásicamente encuadra todas las definiciones que usualmente se le dan a la palabra monopolio. Así es como Microsoft le ha permitido a su fundador y propietario convertirse en el hombre más rico del mundo.

Habrá quienes traten de argumentar en defensa del pulpo que el monopolio se merece todas las regalías y pagos que obtiene ya sea directamente (por la vía de la venta de paquetes de actualizaciones de un sistema operativo a otro) o indirectamente (por concepto de las comisiones obtenidas por la venta de los sistemas operativos Windows instalados en máquinas nuevas) gracias a las muchas innovaciones informáticas con las que ha contribuído a la proliferación de las computadoras domésticas. Microsoft ciertamente ha contribuído con muchos avances dignos de ser mencionados, nadie le podrá quitar jamás mérito alguno por ello. Pero de ello a afirmar sentado desde un teclado de computadora que “todo se lo debo a Microsoft y a la Virgencita de Guadalupe” hay un mar de diferencia.

En primer lugar, el “look” y funcionalidad del arcaico sistema operativo DOS con el cual empezó Microsoft su emporio, no fué una creación original de Bill Gates. Fue una copia casi directa del sistema operativo CP/M (Control Program for Microprocessors) diseñado por Gary Kildall inspirado en la ventana clásica de líneas de comandos de texto de las computadoras UNIX de aquél entonces. Posteriormente vino Windows 1.0. Sin embargo, este producto tampoco fue un producto original, fue de hecho una copia china de la interfaz gráfica introducida por la empresa Apple en su computadora Macintosh dos años atrás. Y aún así, con dos años de retraso, Windows 1.0 tuvo una aceptación escasa porque fue considerado como un producto mediocre al estilo de “yo también”. Posteriormente, vino Windows 2.0, que tampoco tuvo buena aceptación al no ser significativamente mejor que su predecesor Windows 1.0. Posteriormente, vino Windows 3.0, el cual por fín introdujo mejoras e innovaciones que llamaron la atención. Sin embargo, muchas de las mejoras fueron también una copia china de utilerías que ya estaban disponibles en otros paquetes de programas de aplicación como PC TOOLS DELUXE. Por otro lado, aunque Microsoft anunció a Windows 3.0 como un sistema operativo (tal aserción aparece en los manuales de usuario para dicho paquete), en realidad no lo era, era una simple interfaz gráfica que se tenía que comprar por separado e instalar en una máquina que ya tuviera un sistema operativo DOS instalado en ella; en tanto que la interfaz gráfica de las computadoras vendidas por Apple eran parte integral de un sistema operativo completo, el Mac System 1 que fue evolucionando a Mac System 2, Mac System 3, etc., hasta llegar al actual sistema operativo Mac OS X. No fue sino hasta Windows 95 cuando Microsoft por fín elevó su interfaz gráfica Windows a la categoría de un verdadero sistema operativo.

En lo que a programas de aplicación respecta, Microsoft tampoco inventó el procesador de palabras ni mucho menos. Desde mucho tiempo atrás, cuando hicieron su aparición las primeras computadoras personales IBM y sus clones, se popularizó el programa WordStar, estando también disponible el programa PCWrite descargable por la vía de Internet (cuando Internet estaba apenas en sus inicios). Posteriormente ganó popularidad el procesador de palabras WordPerfect, llegando casi a la perfección con WordPerfect 5.1. Fue hasta entonces cuando Microsoft decidió entrar al ruedo con su propio procesador de palabras, Microsoft Word. Esto en lo que respecta a procesadores de palabras. En lo que a hojas de cálculo respecta, Microsoft tampoco inventó las hojas de cálculo ni mucho menos. Mucho antes de que hiciera su aparición Excel, la hoja de cálculo usada por casi todas las empresas y usuarios particulares era Lotus 1-2-3, la primera gran aplicación comercialmente exitosa a gran escala de una hoja de cálculo. Cuando tratando de extender sus tentáculos Microsoft elaboró su hoja de cálculo Excel, tuvo gran cuidado y precaución de hacerla cien por ciento compatible con las hojas de cálculo que habían sido elaboradas con Lotus 1-2-3, ya que de otra manera jamás le habría podido empezar a robar su clientela a los fabricantes de Lotus ni habría podido popularizar su propia hoja de cálculo. De este modo, Microsoft Word y Microsoft Excel son dos calcas chinas, y juntando ambos productos Microsoft creó el paquete Microsoft Office para obligar a los usuarios de un producto a comprar también el otro aunque no lo necesitaran.

Tal vez esto venga como un “shock” para muchos, pero en algunas cuantas máquinas viejitas con monitores monocromáticos que aún quedan sus procesadores de palabras WordStar y sus hojas de cálculo Lotus aún funcionan, y exceptuando el uso de funciones sofisticadas de poco uso, lo que se puede hacer con esos programas de ayer resulta suficiente para lo que se hace con programas de hoy (elaboración y edición de documentos, gráficas de barras y estadísticas a partir de datos almacenados en hojas de cálculo, etc.) Para tales fines, hoy podríamos estar trabajando tan bien con las máquinas de ayer como con las máquinas de hoy, y las veintitantas actualizaciones en cadena en realidad no eran indispensables. Y esta es una de las grandes realidades que Microsoft no desea que sean del conocimiento general.

Sin embargo, no siempre Microsoft se sale con la suya. En el campo de la telefonía celular, la iPads y las tabletas, un campo adonde entró tarde, la competencia es más pareja, y Microsoft se vió obligada a competir en un terreno más neutral en igualdad de condiciones en contra de otros sistemas operativos como Android de Google, y los usuarios han encontrado que Microsoft no tiene más que ofrecer que otros que ya están posicionados en esta arena. El pobre desempeño de Microsoft en esta nueva área competitiva trajo como consecuencia que rodara la cabeza de un viejo amigo de Bill Gates, Steve Ballmer, acusado de no haber hecho lo suficiente para que Microsoft pudiera adquirir la predominancia y convertirse también un pulpo en el campo de los dispositivos computacionales portátiles, siendo echado de la dirigencia de la empresa para ser reemplazado por Satya Nadella. Las estadísticas más recientes indican que las ventas de nuevas computadoras han estado cayendo, y parte de esta caída se atribuye a la proliferación de los nuevos dispositivos computacionales portátiles, lo cual es cierto, pero en esta caída también debe tener algo que ver el hecho de que, en lo que a computadoras de escritorio respecta, el consumidor no tiene opciones en lo que a sistemas operativos respecta, y se le ha estado obligando ya desde las grandes tiendas mayoristas a escoger entre máquinas distintas que están obligadas todas ellas a funcionar bajo el mismo sistema operativo vendido por el monopolio que no permite que los usuarios tengan opciones, opciones que sí tienen y sí encuentran en los dispositivos computacionales portátiles.

En realidad y en la práctica, las actualizaciones automáticas de Windows XP nunca fueron de mucha ayuda para evitar ataques informáticos. Se cuentan por cientos de miles (o inclusive millones) los propietarios de computadoras que pese a tener activado su servicio de actualizaciones automáticas y pese a tener instalado un programa antivirus (McAfee, Norton, Karpesky, etc.) en constante actualización, de cualquier modo terminaron sucumbiendo a algún virus que requirió algún tipo de reparación o pedir el auxilio de algún técnico. Si los sistemas operativos Windows hubieran sido diseñados desde un principio teniendo en mente como prioridad altísima la cuestión de la seguridad, no solo las máquinas con sistemas operativos Windows instalados en ellas jamás requerirían de programa antivirus alguno, incluso jamás requerirían de servicio alguno de actualizaciones automáticas, excepto para la descarga de parches para actualizar el hardware de la máquina. Los pobres usuarios que terminaron sucumbiendo a programas maliciosos tal vez se habrán dicho alguna vez: “¿De qué me sirvió mantener actualizado mi programa antivirus y de qué me sirvió mantener activado el servicio de actualizaciones automáticas de Microsoft?”. Estas son muy buenas preguntas que habremos de dejar sin respuesta. Y tales usuarios habrán descubierto que una vez contraída una infección informática los principales vendedores de paquetes antivirus (Norton, McAfee) proporcionan un muy pobre o casi nulo servicio de ayuda para sacar al usuario del problema, a menos de que se contrate un servicio especial adicional de ayuda técnica que puede tener un costo de cientos de dólares (para individuos) o hasta miles de dólares (para empresas) para dar asesoría técnica para sacar a los afectados del atolladero.

Hay una opción para responder a lo que Microsoft quiere hacer con sus usuarios cautivos. En primer lugar, y en lo que toca a las computadoras con el sistema operativo Windows XP instalado en ellas, basta con desconectar la máquina de Internet (desconectando el cable que la conecta al módem) para impedir que la máquina pueda contraer alguna infección informática. Es físicamente imposible que una computadora sin conexión alguna a Internet (alámbrica o inalámbrica) pueda contraer alguna infección informática como las que se están diseminando por Internet. Es más, la computadora ni siquiera puede ser penetrada por super-hackers o por agencias especializadas de espionaje como la National Security Agency, porque sin conexión a Internet no es posible acceder a los contenidos de una máquina excepto a través de los dispositivos portátiles que se conecten a ella. Una vez desconectada la máquina de Internet, si la máquina sigue funcionando y está en buen estado (y cientos de miles, o quizá millones de máquinas con Windows XP están todavía en buena condición) entonces se pueden seguir elaborando documentos de texto u hojas de cálculo como siempre, al igual haciendo composiciones de imágenes con Photoshop o escuchar música o ver videos mediante el lector de DVDs de la máquina, ya que ninguno de los programas que forma parte de Microsoft Office o los programas para edición de imágenes o para escuchar música o ver videos requieren de una conexión a Internet para seguir trabajando en una máquina. Y los archivos que se quiera imprimir se pueden imprimir como siempre, cuidando que la impresora no esté conectada a una red interna (a través de un protocolo como Wi-Fi) que esté conectada a Internet en cuyo caso todo lo que hay que hacer es apagar el módem (o desconectar el cable a Internet). Si es necesario llevar alguno de los archivos o documentos a otra máquina, se puede hacer haciendo la transferencia de archivos mediante un dispositivo portátil USB que, ese sí, tendrá que ser revisado en cada ocasión en una máquina que esté equipada con un detector antivirus actualizado.

Habrá casos en los cuales, además de lo anterior, se quiera tener conectada otra máquina a Internet. En tal situación, se puede recurrir al uso de dispositivos computacionales portátiles, por ejemplo una tableta con suficiente memoria. Y si lo que se requiere es una computadora de escritorio con una pantalla grande conectada a Internet, entonces además de la alternativa de tener que comprar una computadora doméstica que tenga instalado Windows 8.1 en ella existe otra alternativa atractiva: comprar una computadora Mac de Apple. Los hackers que elaboran virus informáticos han descubierto que elaborar un virus o un troyano para atacar a cierto sistema operativo es una cosa sumamente laboriosa, y como muchos de ellos lo hacen por mera diversión y entretenimiento, enfocan sus energías a un solo sistema operativo. Y el sistema operativo que la gran mayoría de las máquinas tienen instalado es un sistema operativo Windows. Gracias al virtual monopolio que a través de acuerdos secretos de todo tipo con grandes corporaciones Microsoft ha mantenido en el mercado de los sistemas operativos, los sistemas operativos de Microsoft son el principal blanco de ataque de los elaboradores de software malicioso. Si un sistema operativo acapara el 90 por ciento del mercado y todos los demás sistemas operativos juntos acaparan el 10 por ciento, el hacker no va a gastar su tiempo en código que atacará al 10 por ciento de las máquinas, ni duplicará esfuerzos para elaborar paquetes de códigos para atacar todos los sistemas operativos que se usan hoy en día. Concentrará sus esfuerzos en el predominante, y en estos momentos el que predomina es Microsoft. Por todo esto y por esto mismo, las computadoras Apple con su sistema operativo Mac OS X son virtualmente invulnerables a ataques informáticos, porque casi nadie escribe código malicioso para atacarlas. Esto implica que es perfectamente posible operar una computadora Mac con su sistema operativo Mac OS X sin tener instalado ningún programa antivirus en el disco duro de la máquina, lo cual se traduce en una velocidad de procesamiento considerablemente superior a la velocidad de procesamiento de las máquinas que por tener al sistema operativo Windows requieren además tener instalado permanentemente un programa antivirus, con ambas cosas requiriendo constantes actualizaciones que disminuyen aún más el rendimiento de la máquina. Y si el usuario quiere migrar hacia una máquina con el sistema operativo Linux instalado en ella (en estos momentos, uno de los mejores es Ubuntu), la cosa se pone mucho mejor, porque el sistema operativo Linux es gratuito, se puede descargar de Internet en forma gratuita. Sin embargo, puesto que el uso de Linux requiere de una máquina construída “a la orden”, se recomienda para esta última opción recurrir a los servicios y los consejos de un técnico que entienda lo suficiente de computadoras como para emprender un proyecto de esta índole.

Con lo que está sucediendo es muy probable que continúe aumentando en Europa el número de usuarios de computadoras personales que están migrando a Linux que es gratuito y es de código abierto, y se puede esperar que siga ocurriendo lo mismo en el continente asiático, al ir creciendo la inconformidad en una cantidad cada vez mayor de usuarios de máquinas con sistemas operativos Windows instalados en ellas que se están empezando a cansar de las prácticas monopólicas con las cuales la empresa basada en Redmond les quiere seguir sacando más y más dinero, usuarios que no querrán desembolsar otros 200 dólares para instalar en las máquinas nuevas que Microsoft quiere que compren los programas de Microsoft Office que Microsoft quiere que le compren, siendo que muchos de estos usuarios todavía tienen en estos momentos en sus casas máquinas con Windows XP que siguen funcionando perfectamente (y posiblemente seguirán funcionando bien por muchos años venideros, y que en caso de un fallo en el componente interno más propenso a fallar, la fuente de poder ATX cuyo reemplazo nuevo cuesta apenas unos 30 ó 40 dólares, se puede reparar en cuestión de una media hora). Tarde o temprano el hombre más rico del mundo tendrá que abrir los ojos y darse cuenta de que el resto de la humanidad, sobre todo en los países semi-desarrollados, no tiene a su disposición cuentas bancarias como las que él posee.

Quizá lo más apropiado sería cerrar este documento con un epitafio -pronunciado con la solemnidad que el caso requiere- del sistema operativo Windows XP, al cual la empresa que le dió vida ha decidido darle muerte oficial con un úcase que ya se vía venir. Algunas palabras propias para la ocasión -lágrimas no, por favor-. Algo digno del servicio que dió en el pasado a tantos usuarios. Bueno, tal vez algún acompañamiento de plañideras que derramando sin cesar sus lágrimas de cocodrilo se estén dando golpes en el pecho repitiendo sin cesar en su procesión “¿Por qué, Bill Gates, por qué?”. Se le dejará a cada lector que pronuncie en voz baja algunas frases y remembranzas para cerrar el capítulo con cierta dignidad. Aunque también queda la opción de mantener a la máquina aún con vida no conectándola a un respirador artificial sino, por el contrario, desconectando la máquina de Internet, y seguirla usando como si nada hubiera pasado. Y mejor aún, desinstalarle el programa antivirus que tenga instalado. Y si se hace esto último, muchos usuarios se quedarán asombrados ante el aumento en la velocidad de sus máquinas, y tal vez se rascarán las cabezas diciéndose a sí mismos “de haberlo sabido antes”. Sería el equivalente de una resurrección, para el asombro de Microsoft y decepción de sus accionistas que están a la espera de los beneficios económicos que puedan derivar con la sepultura cibernética de la que alguna vez fue su criatura predilecta y su principal fuente de ingresos.



lunes, 24 de marzo de 2014

En el aniversario de un magnicidio

El día de ayer, 23 de marzo de 2014, se conmemoró el 20avo aniversario del asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas.

Como era de esperarse, hubo varios eventos en ocasión de las dos décadas transcurridas después de llevarse a cabo tan infausto acontecimiento. En uno de tales eventos públicos celebrados en Magdalena de Kino estuvieron presentes los dos hijos del malogrado candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Riojas, y Mariana Colosio Riojas, los cuales mostraron su predisposición de darle una vuelta a la hoja haciendo a un lado el aspecto trágico del magnicidio del hombre que hubiera sido presidente de México, enfatizando en cambio su ejemplo y sus ideales.

En virtud de que por cortesía y civilidad no se menciona la soga en casa del ahorcado, en prácticamente todos los eventos hubo un gran ausente cuyo nombre fue omitido por los oradores y por organizadores de los eventos relativos al evento ocurrido hace 20 años. Se trata de Mario Aburto Martínez, el autor material del crimen (ninguna relación de parentesco, ni siquiera lejana, con el creador de esta bitácora).

Desde el primer día en que se llevó a cabo el magnicidio se ha estado manejando la versión de que el hombre acusado por el magnicidio y que ha estado purgando una larga pena de prisión no es el hombre que fue detenido inmediatamente después de haber disparado la bala que segó la vida de Luis Donaldo Colosio. Una de las presuntas pruebas esgrimidas para apoyar esta hipótesis es la comparación visual de la fotografía del hombre que fue detenido inmediatamente después de haber disparado el arma:




y las fotografías de Mario Aburto Martínez una vez que ha sido recluído en prisión:





Ciertamente, a primera vista parecen ser dos hombres diferentes. Sin embargo, el efecto visual ocasionado por la primera toma de imagen enfocando al asesino desde un ángulo así como el manoseo de que fue objeto así como el susto que se ha de haber llevado al darse cuenta de la magnitud de lo que había cometido pueden haber contribuído a darle un aparente aspecto físico no necesariamente idéntico al que aparece en la segunda fotografía.

De cualquier modo, en la gran mayoría de las varias investigaciones independientes que se han estado llevando a cabo, las conclusiones son las mismas: el hombre detenido en prisión es el autor material del magnicidio.

Una cosa que parece confirmar la hipótesis de que Mario Aburto Martínez, aún si fue usado para substituir al presunto verdadero autor material del crimen, definitivamente tuvo algo que ver en el asesinato, son las propias palabras suyas que pronunció tras haber sido entregado a la policía:

“No hablaré aunque me torturen”

Esta fue una actitud que Mario Aburto mantuvo desde un principio y que ha sido una constante en su larga reclusión. No dijo “Yo no lo maté, tienen al hombre equivocado”, o “Soy inocente, pido presentar testigos en mi defensa” o algo similar. Tampoco aprovechó su presentación ante los medios (de las cuales hubo varias) para manifestar su involucramiento en el crimen argumentando alguna motivación política como un rechazo a la prolongada hegemonía de un mismo partido político detentando la silla presidencial por seis décadas continuadas sin perspectiva de alternancia. Desde el principio dijo que no hablaría aunque fuese torturado. ¿Pues entonces qué es lo que estaba ocultando? Si alguien sabe la realidad de lo que sucedió, si alguien sabe si el magnicidio fue la culminación de un elaborado complot, ése es Mario Aburto Martínez.

La tesis de que Mario Aburto Martínez actuó por cuenta propia, la tesis del asesino solitario, es la que ha estado siendo sostenida oficialmente. Es la tesis con la cual el expediente ha sido cerrado. Es posible que, en efecto, Mario Aburto haya sido un asesino solitario actuando por cuenta propia, y que no haya habido complot alguno con motivaciones políticas de fondo. Esto sería cien por ciento creíble si no fuera por el hecho de que, apenas seis meses después del magnicidio del hombre que iba a ser el próximo presidente de México, se cometió otro asesinato de gran envergadura con aparentes motivaciones políticas, el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Partido Revolucionario Institucional, ocurrido el 28 de septiembre de 1994, seis meses después del magnicidio de Luis Donaldo Colosio. Este segundo magnicidio no habría pasado a mayores de no haber sido por el hecho de que, por pura casualidad, el autor material del crimen, Daniel Aguilar Treviño:




fue detenido por un policía que se topó casualmente con el asesino en su huída. Una vez detenido, el asesino comenzó a hablar, dejando en claro que no se trató de un robo o cosa por el estilo.

Las investigaciones en torno al crimen del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu eventualmente condujeron a otro personaje del que nadie hubiera tenido la menor sospecha por no tener relación directa alguna con el inmolado: el diputado Manuel Muñoz Rocha, el cual no tenía absolutamente nada que ganar en lo personal con el crimen del secretario general del PRI. Y sucedió una cosa interesante. Inclusive desde antes de que su nombre acaparara los titulares, desde antes de que fuese citado a declarar, el diputado Manuel Muñoz Rocha, una figura bastante pública, desapareció por completo, y hasta la fecha nadie lo ha vuelto a ver con vida.

Se presumía que Manuel Muñoz Rocha era la pieza clave para conectar al autor material del crimen de Ruiz Massieu con nadie menos que con el ingeniero Raúl Salinas de Gortari, el hermano del presidente de la república Carlos Salinas de Gortari, lo cual era hablar ya de cosas mayores. El hecho de que al hermano del presidente las autoridades en Suiza le hubieran confiscado cuentas bancarias por un monto superior a los cien millones de dólares abiertas con identificaciones oficiales falsas recurriendo a una identidad apócrifa no ayudo en nada a disipar las sospechas de que el hermano del presidente e incluso el mismo presidente Carlos Salinas de Gortari estuvieran metidos en algo turbio. Con la desaparición de Manuel Muñoz Rocha, el esclarecimiento total del crimen de Ruiz Massieu y la identificación del autor o los autores materiales del crimen quedó trunco.

En 2009, al prescribir las acciones legales que se podían llevar a cabo dentro de los plazos fijados por la ley, se declaró proscrita la orden de aprehensión emitida en su momento en contra de Manuel Muñoz Rocha, lo cual equivale a una absolución de jure por su presunta autoría intelectual en el crimen de José Francisco Ruiz Massieu. El hecho de que no haya orden de aprehensión alguna emitida en contra de Manuel Muñoz Rocha significa que, de estar con vida, desde hace cinco años Manuel Muñoz Rocha podría haber regresado a la vida pública dando la cara, aunque el principal problema que habría tenido sería el de dar una explicación creíble del por qué se estuvo ocultando tantos años si era un hombre inocente que nunca estuvo inmiscuído en crimen alguno. Sin embargo, después de que en 2009 se cerró cualquier acción legal que pudiese haber sido tomada en su contra, Manuel Muñoz Rocha sigue desaparecido, no ha regresado en todo este tiempo en el que podía haber regresado para reintegrarse a su vida familiar y profesional. Lo cual aumenta las suposiciones de que la razón por la cual nadie a vuelto a ver con vida a Manuel Muñoz Rocha inclusive después de 2009 es porque Manuel Muñoz Rocha de hecho ya es un hombre sin vida, un cadáver enterrado en algún paraje desértico en donde su osamenta jamás será encontrada por nadie, un cadáver que yace en el centro de un enorme pilote de concreto que forma parte de algún edificio de condominios, o un cadáver que yace dentro de baúl en el fondo del mar. Queda desde luego la posibilidad de que Manuel Muñoz Rocha tal vez viva en algún lugar fuera de México en donde nadie lo conoce ni conoce su pasado, escondiéndose lo mejor que puede a sabiendas de que hay gente importante y poderosa que lo puede mandar matar si es que no lo han hecho ya, a causa de que Manuel Muñoz Rocha sabe demasiado como para dejarlo con vida. Después de todo los muertos no hablan, y si Manuel Muñoz Rocha sigue vivo entonces aquellos para los cuales trabajó en la ejecución de José Francisco Ruiz Massieu no vacilarán en mandarlo matar para asegurarse de que nunca más pueda abrir la boca.

Volviendo a Mario Aburto Martínez, el asesino de Luis Donaldo Colosio, si en algo ha sido constante es que no ha abierto la boca para nada. Si estuvo involucrado en algún complot en torno al magnicidio, un complot en el que estaban en juego intereses extremadamente poderosos, de su boca no ha salido absolutamente nada para aclarar tal cosa. ¿Está acaso bajo la amenaza directa de que si abre su boca entonces le matarán a todos sus familiares sometiéndolos previamente a torturas exquisitas y terribles? Eso no se sabe; el único que puede saberlo es él mismo. Pero lo que sí se sabe y es un hecho es que Mario Aburto Martínez no está purgando una sentencia de cadena perpetua, eventualmente tendrá que ser puesto en libertad al haber terminado de cumplir su condena de prisión. ¿Y entonces qué?

Si Mario Aburto estuvo involucrado en un complot de proporciones gigantescas y él fue tan solo la pieza final en el engranaje, lo único que lo ha salvado de no terminar con una bala puesta en la cabeza es el hecho de que, estando en donde está, tal vez sea uno de los prisioneros mejor vigilados y custodiados en todo México. El matarlo mientras aún se encuentra purgando su sentencia no solo sería un acto sumamente arriesgado e incluso estúpido, sería el desmoronamiento total de la teoría oficial del asesino solitario. Por otra parte, su ejecución mientras esté en prisión vigilado y custodiado no es algo que pueda ser considerado necesario mientras Mario Aburto permanezca callado, mientras Mario Aburto continúe cumpliendo su parte de lo acordado de no soltar la lengua en ningún momento, mientras se mantenga firme en su postura de “no hablaré aunque me torturen”. Pero en el preciso momento en que sea puesto en libertad, la cosa cambia.

Si el autor material del magnicidio de Luis Donaldo Colosio estuvo involucrado en un complot detrás del cual hay gente muy poderosa, a partir del mismo instante en que Mario Aburto salga de prisión su vida ya no vale ni siquiera tres cacahuates. Al momento de ser puesto en libertad, ya no estará custodiado y vigilado en una prisión de máxima seguridad. Habrá perdido toda su protección policiaca, y estará completamente indefenso. Ciertamente, al momento de salir de la cárcel no habrá ningún interés de parte de ninguna autoridad en estarle brindando una protección continuada al autor material del crimen de Luis Donaldo Colosio, y menos cuando por la cuestión de la inseguridad en México no hay suficientes policías para brindar una protección medianamente suficiente al resto de la población en México, al salir de la cárcel Mario Aburto estará completamente a merced de cualquiera que quiera matarlo. Y debe de haber algunos políticos interesados en matarlo, porque Mario Aburto sabe que si empieza a hablar para involucrar a X o Z con la intención de ocasionarle un daño en su carrera política (aunque se trate de alguien que no tuvo autoría intelectual alguna en el magnicidio), entonces el daño puede ser mayúsculo e irreversible. Mario Aburto, por el solo hecho de ser quien es, tiene en sus manos un poder extraordinario para poder chantajear a quien quiera chantajear y sacarle dinero en grandes cantidades al que le quiera sacar dinero con su chantaje. Le bastaría con ir a ver a cualquier personaje X que posea una fortuna cuantiosa y decirle “necesito ayuda económica y vengo a verlo a usted porque sé que si usted quiere puede ser mi amigo, y usted no quiere que yo hable mal de usted, no si quien habla mal de usted comprometiéndolo de alguna manera es el asesino de Luis Donaldo Colosio, ¿verdad que usted sí me va a ayudar y no me va a cerrar la puerta?”, para ponerlo a temblar de pies a cabeza.

Hasta la fecha, Mario Aburto Martínez se ha rehusado a hablar para aclarar dudas. Pero una vez que esté fuera de prisión, lo más seguro es que de seguro no hablará, porque a partir del momento en que ponga un pie fuera de prisión lo más probable es que se le puede dar por muerto. Es la única forma completamente segura y efectiva de que permanecerá callado, porque ya muerto no podrá hablar ni decirle nada a nadie. La mano que segará su vida no será enviada por ninguno de los hijos de Luis Dondaldo Colosio, siendo ellos los principales interesados en saber la verdad de lo que ocurrió veinte años atrás, y los cuales parecen dispuestos incluso a otorgarle alguna especie de perdón cristiano al asesino. La mano que acabará con él será enviada por gente poderosa que tenga mucho que perder en caso de que a Mario Aburto se le ocurra empezar a hablar diciendo tarugadas. No lo matarán con un balazo puesto en la cabeza en cuanto salga de prisión, eso sería tanto como darle a entender a todo el pueblo de México que el magnicidio de Luis Donaldo Colosio siempre fue un acto premeditado, un magnicidio con autores intelectuales movidos por profundos intereses políticos y económicos los cuales tienen mucho que perder con Mario Aburto deambulando por las calles de México  y los cuales no van a arriesgar nada de lo que tienen por un individuo cuya vida no les vale absolutamente nada. Se esperarán un poco y lo seguirán. Y antes de que alguien se pueda dar cuenta, Mario Aburto habrá “desaparecido” sin que nadie lo vuelva a ver de nuevo. Desaparecerá, al igual que el diputado Manuel Muñoz Rocha desapareció repentinamente cuando aún era un diputado en funciones. Podría incluso terminar a un lado de donde muchos presumen que yace el cuerpo sin vida de Manuel Muñoz Rocha, enterrado en algún paraje desértico en donde su osamenta jamás será encontrada por nadie, o como un cadáver que yace en el centro de un enorme pilote de concreto que forma parte de algún edificio de condominios, o como un cadáver que yace dentro de baúl en el fondo del mar. Y al cabo de algunos años, todo mundo se habrá olvidado del asunto, y se habrá olvidado de él, pasando a formar parte de la leyenda urbana, de un misterio más sin resolver dentro de los muchos misterios y cuentas pendientes que hay en México..

jueves, 20 de marzo de 2014

Cero intereses



Por muchas décadas, los inmigrantes que recibía Estados Unidos de todas partes del mundo traían consigo inculcada una cultura del hábito del ahorro. Esta cultura está ejemplificada en muchos refranes populares y frases célebres de personajes tales como Benjamín Franklin, como la frase “a penny saved is a penny earned” (un centavo ahorrado es un centavo ganado). Cualquier ahorro por mínimo que fuese implicaba (al igual que ahora) alguna privación, tal vez un pequeño sacrificio, como abstenerse de comprar algunos artículos de entretenimiento pero de costo elevado, privarse de tomar algunas vacaciones fuera de la ciudad, no comprar un abrigo o un mueble que uno quisiera tener, en fin, no disfrutar con ese dinero constante y sonante de muchas cosas que uno hubiera querido poseer o que uno hubiera querido disfrutar. El ahorro siempre ha sido sinónimo de disciplina y planeación a largo plazo.

Independientemente de transmitirle a los hijos y a los nietos una cultura del ahorro para contar con fondos en caso de presentarse algún imprevisto (accidente, enfermedad, incendio, etc.), había antaño otro incentivo para ahorrar: los bancos le pagaban algún interés al depositante por lo que tenía guardado en el banco, lo cual era una especie de premio o compensación al cuentahabiente ahorrativo. Así, poco a poco, uno podía ver su dinero crecer con el paso de los años. Todavía hasta principios de la década de los ochentas, la banca privada en México (antes de que fuese estatizada por el irresponsable populista presidente José López Portillo) pagaba un interés anual a una tasa fija del 5.25 por ciento a los depósitos en cuentas de ahorro sin necesidad de que se tuviese que tener depositada una cantidad mínima, de modo tal que entre más dinero se tuviera ahorrado más se podía recibir por concepto de intereses. Ese era el premio al ahorro, ese era el premio al ahorrador que se preocupaba por ponerle algo todos los días a su alcancía, al famoso “cochinito”. Ese era un argumento fuerte para irle inculcando a los hijos el hábito del ahorro. Todavía debe de haber algunos padres y abuelos que conservan aquella “libretita” de depósitos en la cual se les iba abonando cada depósito que iban haciendo a su cuenta de ahorros. Un banco en México, Banca Serfín (cuando era banca privada, antes de la estatización bancaria) popularizó el eslogan “Ahorra o nunca” para incentivar el ahorro, al igual que otros bancos hicieron lo mismo del muchas maneras para atraer ahorradores y depositantes.

Juntando el dinero de muchos depositantes, el tesoro acumulado le permitía a los bancos hacer préstamos en grandes cantidades por largos períodos de tiempo a grandes empresas para poder financiar expansiones y grandes proyectos que de otra manera no habría sido posible financiar. Del pago de intereses a los bancos hechos por las grandes empresas, los bancos le pagaban a los depositantes su 5.25% anual de intereses, y los bancos obtenían sus propias ganancias. Así hacían su negocio los bancos, así se generaba riqueza, así se generaba prosperidad, a la “antigüita”, y todos salían ganando en base a este modelo de prosperidad y crecimiento. Así empezó a construír Estados Unidos su enorme fortuna comunitaria. (Contrariamente a lo que muchos suponen, los banqueros no son ricos porque posean mucho dinero en sus bolsillos por el solo hecho de ser banqueros, son ricos porque los depósitos de sus ahorradores los hacen ricos, la fortuna de la banca es igual a las pequeñas fortunas combinadas de sus muchos depositantes). La película It’s a wonderful life de Frank Capra ilustra a la perfección esta filosofía de la generación de riqueza mediante el ahorro colectivo usado para financiar préstamos a bajo costo en una comunidad pequeña a través del banco encabezado por George Bailey.

Pero un día, todo cambió. Tras haber caído Estados Unidos en lo que se conoce como la “Gran Recesión” (en alusión a la Gran Depresión económica de 1929) dando fin a una era de auge auspiciada por el economista Alan Greenspan; para paliar la sostenida atonía de la economía norteamericana agravada por las costosísimas guerras de Irak y Afganistán así como una sofocante deuda nacional de proporciones históricas colosales, la Reserva Federal (Federal Reserve Board) cambió las reglas del juego de modo tal que las cuentas de ahorros prácticamente dejaron de percibir intereses (los intereses pagados son tan bajos que efectivamente estamos hablando de una tasa anual de intereses igual a cero), que es la situación actual.

Tomando en cuenta el impacto constante de la inflación en la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, las políticas de la Reserva Federal norteamericana no solo implicaron que tener dinero ahorrado en los bancos no sólo no produciría ninguna ganancia, de hecho necesariamente se tenía que traducir en una pérdida. Para ver esto en su justa perspectiva, suponiendo una inflación anual del cinco por ciento una persona que tenga ahorrados cien mil dólares, que para muchos representa el fruto de los ahorros de toda su vida, al cabo de un año le habrá perdido un cinco por ciento de valor al dinero que tenía ahorrado, o sea habrá perdido el equivalente de ¡cinco mil dólares! Tan solo en un año. Y se trata de dinero constante y sonante, dinero que pudo haberse utilizado para comprar algunos artículos de entretenimiento quizá de costo elevado, o para tomar algunas vacaciones fuera de la ciudad, o para comprar un abrigo o un mueble que uno haya querido tener. La pérdida se traduce en el hecho de que al ir a comprar un artículo que apenas hace un año costaba cien dólares hoy cuesta ciento cinco dólares por los efectos de la inflación, ocurriendo lo mismo con todos los demás artículos y servicios que se quieran adquirir. Al cabo de dos años, el ahorrador le habrá perdido un diez por ciento al valor de su dinero suponiendo una tasa inflacionaria constante del cinco por ciento anual. Y así sucesivamente, hasta que al cabo de algunas décadas lo que había ahorrado con sacrificios y privaciones para su vejez habrá perdido casi todo su poder adquisitivo original, porque en los hechos la inflación es un impuesto oculto, es una forma indirecta de pagar y subsidiar las políticas fiscales irresponsables y los despilfarros de cualquier gobierno. Sin generar intereses que valgan la pena mencionar, la única razón para tener dinero ahorrado en un banco sería por la supuesta protección que se ofrece en contra de robos, porque el tener ese dinero guardado en casa debajo del colchón siempre abre la posibilidad de que sea robado por amantes de lo ajeno que se metan a la casa. Pero con una inflación anual constante que nunca será igual a cero y con una tasa de intereses del cero por ciento, tener el dinero metido en un banco produce el mismo efecto que el de un robo en casa, excepto que el hurto va siendo administrado en dosis graduales y pequeñas a corto plazo pero acumulables en forma substancial a largo plazo.

De este modo, con una rentabilidad de cero en los depósitos metidos en cuentas bancarias, el sólo hecho de tener dinero ahorrado en un banco implica que se estará perdiendo dinero, y a largo plazo (estamos hablando de décadas) las pérdidas pueden ser considerables. De este modo, el ahorrador no sólo no es premiado como lo era en el pasado, es castigado y es castigado duramente.

Otro factor importante para desincentivar el ahorro en Estados Unidos es la certeza de que al llegar a la edad de la jubilación y el retiro, el gobierno le empezará a otorgar a los jubilados una pensión mensual garantizada a la cual tienen derecho por ley, y esta pensión a diferencia de las cuentas de ahorro sí es ajustada y elevada año tras año para compensar por los efectos inflacionarios. De este modo, más que preocuparse por ahorrar para compensar la pérdida de ingresos cuando haya llegado la edad del retiro, los norteamericanos deben preocuparse más por tener un lugar en donde vivir y por amueblar sus hogares y hacerse de ropa y cosas para las cuales es mejor gastar el dinero que iban a ahorrar que meterlo a un banco para que la inflación se vaya comiendo poco a poco lo que ahorraron con sacrificios y privaciones.

La política de cero intereses está causando otro estrago social que los libros de contabilidad por sí solos son incapaces de aquilatar en sus posibles consecuencias a largo plazo: se está creando toda una nueva generación de “milenarios” sin ninguna cultura del hábito del ahorro, enviando al basurero, la burla y el escarnio los consejos de los abuelos sobre las supuestas ventajas del ahorro que ahora han dejado de serlo, los supuestos beneficios que el ahorrar ha dejado de producir. ¿Para qué ahorrar, si no hay ninguna recompensa en ello, y los efectos devaluatorios producidos por la inflación se van a ir comiendo el valor de lo que con privaciones y sacrificios fue ahorrado? Mejor gastar cien dólares hoy que valen cien dólares y no varios años después que valgan la mitad o menos de la mitad de lo que valían, o meterlos al riesgoso negocio de la bolsa de valores en el que se puede ganar a lo grande o perder a lo grande comprando acciones de empresas que pueden terminar en la bancarrota arrastrando a la quiebra a sus accionistas.

Prominentes sociólogos norteamericanos están dando ya las voces de alerta sobre un hecho irrebatible: muchos norteamericanos ya no están ahorrando como lo hacían antes. Muchos de estos sociólogos quisieran ver un regreso a los tiempos en los que la gran mayoría de los norteamericanos a base de sacrificios y privaciones hacían a un lado diariamente una parte de sus ingresos para depositarlos en una alcancía. Pero... ¿cómo se les va a obligar a hacer tal cosa, cuando hoy al ahorrador no se le premia sino por el contrario se le castiga con la pérdida del poder adquisitivo de lo que va ahorrando por los efectos devaluatorios de la espiral inflacionaria? Si en los tiempos de Benjamín Franklin el ahorrador era visto como una persona sabia y prudente, hoy es sinónimo de alguien que posiblemente está peleado con su dinero o está perdiendo la razón. La tendencia a dejar atrás la costumbre de ahorrar por anacrónica representa una flecha que va directo al corazón del sistema capitalista. Curiosamente, en las sondeos de opinión en los cuales se le pregunta a la gente las razones por las que no está ahorrando, son pocos los que quieren reconocer la cruda realidad de que la pérdida en el poder adquisitivo de lo que fue ahorrado con privaciones y sacrificios tenga algo que ver con la renuencia a ahorrar, reflejando quizá una negación de parte del subconsciente colectivo de una verdad que se vive día con día.

En el mediano plazo, no se ve cambio alguno en las políticas de la Reserva Federal norteamericana de mantener una política de cero intereses. Janet Yellen, la funcionaria que hoy encabeza dicha institución afirmó el 19 de marzo que la institución federal que encabeza piensa sostener la misma política de intereses casi nulos por el resto de 2014 y también por el 2015 “de ser ello necesario para estimular la recuperación económica”. Irónicamente, con la política de cero intereses, no sólo la banca pierde al perder a sus ahorradores potenciales, también el gobierno norteamericano pierde porque para efectos fiscales siendo los intereses ganados por concepto de ahorros un ingreso gravable, al no pagar intereses a los ahorradores no hay tampoco ingreso gravable que se pueda ser objeto de pago de impuestos en lo que a esas cuentas de ahorro concierne.

Por otro lado, la política de cero intereses implementada en los Estados Unidos por la Reserva Federal ha golpeado duramente las intenciones del gobierno de México de gravar los depósitos de las cuentas bancarias de mexicanos que obran en bancos norteamericanos, muchas de las cuales ascienden a cientos de miles de dólares e inclusive millones de dólares.  Se trata de capitales que se fugaron de México en los tiempos del Presidente José López Portillo, se trata de los ahorros de toda una vida de familias de clase media, clase media alta y clase alta, que convirtieron sus pesos a dólares y los depositaron fuera de México para impedir que el despilfarrador e irresponsable gobierno lopezportillista que en su momento convirtió a México en el país más endeudado del planeta se pudiera apoderar de esos dólares convirtiéndolos a “panchólares” (pesos devaluados) como lo hizo con todas las cuentas bancarias abiertas en dólares en bancos mexicanos (el Banco de México jamás pudo recuperar plenamente su credibilidad tras la incautación de estas cuentas en dólares y su conversión a muy devaluados pesos a un tipo de cambio artificial fijado arbitrariamente por el gobierno lopezportillista; lo único que ha impedido que haya tantos “sacadólares” hoy como lo que había en esos tiempos abriendo cuentas bancarias en bancos norteamericanos es precisamente el hecho de que el tener depositado dinero hoy en alguna cuenta de ahorros en un banco norteamericano representa no una ganancia sino una pérdida de dinero por la política de cero intereses). No es un delito para un mexicano poseer depósitos en dólares en un banco extranjero, lo que sí es considerado como un delito fiscal por el Sistema de Administración Tributaria (S.A.T.) es no compartirle al gobierno de México las ganancias obtenidas por tales depósitos, cumpliendo con la obligación de declararle al fisco los ingresos obtenidos en bancos extranjeros por concepto de intereses bancarios sobre cuentas de ahorro y pagándole al gobierno su parte de acuerdo a las tasas de impuestos en vigor. En otros tiempos, esto podría haber representado un ingreso adicional considerable, no “caído del cielo” pero sí caído de los bancos norteamericanos con la ayuda del gobierno norteamericano de por medio. Como ya se dijo, no solo los intereses que los bancos norteamericanos le están pagando a sus ahorradores son irrisorios, ni siquiera se están abriendo ya nuevas cuentas de ahorro como la gente acostumbraba hacerlo en otros tiempos antes de que se adoptasen políticas para desincentivar el ahorro de la gente.

Pero si los bancos norteamericanos ya no están en condiciones de poder atraer a nuevos ahorradores al no poder ofrecerle a las nuevas generaciones ni siquiera un rendimiento anual que al menos compense en forma justa la pérdida en el poder adquisitivo de la moneda, entonces ¿de dónde sacan los bancos norteamericanos el dinero para poder hacer préstamos para créditos hipotecarios, préstamos relacionados con la industria de la construcción, préstamos relacionados con el negocio de bienes raíces y todo lo demás a lo que siempre se han dedicado los bancos y siempre ha sido el negocio de los bancos? Pues, del mismo gobierno. Es el mismo gobierno el que le ha estado dando vueltas a velocidades cada vez mayores a las máquinas para imprimir dinero con la finalidad de hacer accesible ese dinero a muy bajos intereses a la banca norteamericana, esto además de haber estado colocando Bonos de la Tesorería (U.S. Treasury Bonds) para allegarse de fondos de cualquier lado en donde los pueda obtener (China es hoy el acreedor más grande de un muy endeudado Estados Unidos). Desde el momento en que la deuda interna de Estados Unidos rompió la barrera del trillón de dólares, ha crecido la sospecha de que en Estados Unidos se está sosteniendo de modo casi artificial un nivel de vida que está fuera de proporción con los bienes y servicios que el país produce, y de que tarde o temprano la sociedad norteamericana tendrá que despertar ante la realidad de que las cosas hoy ya no son como eran antes, y de que ha llegado el momento de pagarle las facturas acumuladas al Diablo. Solo falta ver quién estará dispuesto a pagar los costos políticos que esa inevitable corrección requerirá, porque de otro modo solo se estará postponiendo lo inevitable y la caída será aún más dura de lo que sin lugar a dudas será.

La riqueza de las naciones no se produce con manipulaciones contables, actos de prestidigitación en las altas finanzas, mergers y holdings, malabarismos con los porfolios de los accionistas, esquemas piramidales, dejándose llevar por espejismos, y ventas masivas de bonos gubernamentales con promesas ilusorias de pagos a largo plazo (esta estrategia para allegarse de financiamiento, sobre todo proveniente del exterior, estuvo a punto de reventar a finales del año pasado cuando el Congreso norteamericano se estuvo rehusando a ampliar el techo de la deuda, acercando peligrosamente al país a lo que hubiera sido una moratoria en los pagos de los intereses de su deuda, hasta que el país entero entró en pánico y el Congreso tuvo que dar su brazo a torcer para no dar origen a lo que se cree que hubiera sido un “Chernobyl económico” en alusión a la catástrofe nuclear del mismo nombre).

Puesto que en los países capitalistas los gobiernos no son generadores de riqueza, lo único que puede respaldar los Bonos de la Tesorería son los impuestos que un gobierno le puede exprimir a sus ciudadanos o la creencia de que a los ciudadanos se les podrá obligar mediante tasas impositivas adicionales o desviaciones de recursos de otros rubros a que se pague tanto el capital obtenido en calidad de préstamo así como los intereses prometidos sobre tales préstamos. Los Bonos de la Tesorería, en efecto, son la manera en la cual se le hacen préstamos a un gobierno que requiere allegarse de recursos comprometiéndose no solo a las generaciones actuales sino también a las futuras generaciones que son las que tendrán que pagar los platos rotos.

La riqueza de las naciones se produce trabajando día con día, se produce con esfuerzo, a la “antigüita”, cuidando de no gastar nunca más de lo que se gana (algo que los gobiernos norteamericanos recientes no han aprendido a hacer o no han querido hacer por los costos políticos que ello implica), se produce fomentando los hábitos del ahorro en lugar de castigarlos. Estas son verdades elementales para cuya comprensión no se requiere ser un tecnócrata graduado de Harvard, hasta un niño de primaria las puede entender aunque a veces parece que los doctorados en economía logran confundirse a sí mismos forjando argumentos que rayan en el misticismo teórico más que en la realidad práctica. Aunque Benjamín Franklin y otros como él no poseían tablets, no contaban con Internet, y ni siquiera tenían teléfonos ni automóviles ni televisión, tenían algo que parece estar ausente en estos tiempos: sentido común. La carencia de lo mismo que ayudó a levantar a la economía norteamericana tras obtener su independencia de Inglaterra es lo que hoy le puede obstaculizar cualquier esfuerzo de tratar de volver a aquellos buenos tiempos de antaño, the good old days.