La idea de que se puede detener el Covid-19 (Coronavirus) mediante simples aislamientos, toques de queda y cuarentenas obligatorias cuando no hay ni siquiera vacunas es una mentira peligrosa
En lo que sin lugar a dudas es una respuesta de pánico ante la pandemia del coronavirus, en varias partes del mundo se está ordenando la paralización de actividades confinando a las personas a sus casas mediante cuarentenas y toques de queda que antes solo se veían en tiempos de guerra. Pero esto tal vez termine produciendo algo mucho peor que lo que habría ocasionado el coronavirus por sí solo.
Se repite que: La idea de que con las medidas actuales se puede detener el Covid-19 es una mentira peligrosa. Según la Organización Mundial de la Salud, “China desplegó quizá el esfuerzo de contención más ambicioso, ágil y agresivo en la historia”, (Informe de la misión conjunta del 16 al 24 de febrero), pero la enfermedad se propagó al mundo de cualquier manera al mundo. La historia nos confirma que no hay forma de contener una pandemia.
Los mexicanos somos testigos de primera mano. En 2009 brotó en nuestro país una relativamente nueva epidemia de influenza A-H1N1, que era desconocida y para la que no teníamos defensas. El pánico agobió a la sociedad mexicana y al mundo. En México se establecieron medidas muy importantes de contención, que llevaron a la paralización del país durante semanas. Aun así, México tuvo 70 mil 715 casos confirmados y mil 172 muertes. En el mundo los contagios se estimaron entre 700 millones y mil 400 millones. La Organización Mundial de la Salud confirmó 18 mil 36 muertes en el mundo, mientras que el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos estimó 284 mil, por los casos ocultos.
¿Por qué esa influenza ya no nos preocupa hoy? Porque hemos generado resistencia (inmunidad natural). Según el doctor Sarbelio Moreno del Hospital Infantil de México, el 100 por ciento de los niños mexicanos y la mayoría de la población adulta tienen ya anticuerpos para el A-H1N1. Esta es la forma en que la naturaleza combate las epidemias.
Los epidemiólogos saben que no pueden contener el Covid-19. Lo que buscan es aplanar las curvas de contagio:
con el fin de no saturar los sistemas de salud, las unidades de cuidado intensivo y los respiradores. Por eso las autoridades de la OMS y de la Organización Panamericana de la Salud han dado buenas calificaciones al esfuerzo que en México encabeza el doctor Hugo López-Gatell. Nadie tiene todas las respuestas, por supuesto, pero las medidas del gobierno mexicano parecen hasta ahora razonables. No entraron en pánico, fueron aplicando restricciones paso a paso, no han cerrado fronteras (que la OMS dice es contraproducente), no tomaron medidas drásticas como el cierre adelantado de actividades económicas.
Los políticos suelen reaccionar de forma distinta. En Italia y España aplicaron medidas de restricción de movimiento y de trabajo que violan las garantías individuales, sin que hayan contenido la pandemia. Lo mismo han hecho los gobernadores de estados como California y Nueva York en la Unión Americana. Su preocupación ha sido mostrarse como gobernantes preocupados por la salud de los ciudadanos y no por algo tan prosaico como la economía. Pero esto es un error. La pandemia tendrá un costo humano muy importante, el cual ya es inevitable. Hasta el 24 de marzo de 2020 la OMS reportaba 372 mil 959 casos confirmados y 16 mil 231 muertes. Es un saldo terrible, pero que no ha modificado las tasas de mortalidad. Y no sorprende. En 2016 murieron por múltiples causas (accidentes, infartos, embolias, incendios, etc.) 56.9 millones de personas en el mundo, o sea alrededor de 155 mil cada día. Las 16 mil 231 muertes del Covid-19 en menos de tres meses no pintan. Se siguen muriendo aproximadamente el mismo número de personas cada día.
El mayor costo de la epidemia será económico. Las medidas restrictivas que no han contenido la pandemia sí están empujando a la economía a un desplome que podría ser peor que la Gran Depresión de los años treinta. No debemos permitir que los políticos hagan esto en México. La pandemia debe enfrentarse con medidas inteligentes, no con acciones que no detienen al coronavirus, pero sí dejan a la gente sin empleo y sin sustento.
Aeropuerto de Haneda en Tokio, Japón
Calle vacía en hora pico en Londres, Inglaterra
Plaza di Spagna en Roma, Italia
Trebol vehicular en Colombia
Plaza Times Square en Nueva York
Las Ramblas en Barcelona, España
Calle de bares en Angkor Wat, Camboya
Concierto en el Auditorio Tchaikovsky
París, Francia
Estación de autobuses en Teherán, Irán
Restaurante Amenricana en West Orange, New Jersey
Considerando que todo esto está ocurriendo justo en vísperas de la Semana Santa, y que precisamente a causa de la pandemia los templos religiosos católicos tienen sus puertas cerradas y hasta en la Plaza de San Pedro en Roma se han suspendido los servicios dominicales (algo inédito), hay quienes empiezan a sentir escalofríos y ven todos estos sucesos como premonitorios del fin de los tiempos del hombre actual, de lo cual ya se nos había advertido desde hace 2 mil años y seguimos aún a la espera de que los eventos predichos en el Libro de Revelación (Apocalipsis) empiecen a desencadenarse, sobre todo teniendo en cuenta que en el tiempo presente el Covid-19 representa lo que hace un milenio hubiera sido considerado como una plaga que va de la mano con la muerte, o sea dos de los cuatro jinetes del Apocalipsis (el hambre, la guerra, la peste, la muerte):
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