Por mucho tiempo, o mejor dicho, desde siempre, se nos había enseñado desde las escuelas primarias que la galaxia en la que vivimos llamada Vía Láctea y en la cual está situado nuestro sistema solar, tenía la forma de un disco plano en forma de espiral, con un aspecto como el siguiente:
Nosotros vivimos dentro de un conglomerado así, en un sistema solar situado entre cientos de millones de estrellas y otros sistemas planetarios como el nuestro en donde el Sol es tan solo una estrella más en la gigantesca galaxia que todavía hasta fines del año pasado se creía que era relativamente “plana”, hablando metafóricamente. Si embargo, resulta que de acuerdo a un estudio que fue publicado en la revista Nature Astronomy, la Vía Láctea en realidad está “torcida”, al menos en sus bordes externos. Pensábamos que nuestra galaxia era una cosa seria, estable y plana, nada que ver con los excesos informes de otros cúmulos de material estelar que se ven por el espacio. Según nuestras concepciones previas, era un gigantesco disco de estrellas, polvo, gas, planetas y algo de materia oscura, con la materia oscura con la forma inconfundible de una enorme tortita ('panqueque', hotcake).
Pero no. Según el nuevo mapa tridimensional que se publicó hace poco en la revista Nature Astronomy en el artículo mencionado arriba, los brazos de la Vía Láctea se deforman y retuercen conforme se alejan del centro, convirtiendo el mítico disco galáctico en una ’S’ emborronada. Y es curioso porque, aunque ya lo habíamos visto en otras galaxias es algo que no habíamos visto nunca aquí porque la vista que tenemos de la Vía Láctea es “desde adentro” ya que vivimos adentro de ella. Científicos en China y Australia divulgaron hace poco un mapa tridimensional actualizado de la Vía Láctea. Usaron 1,339 estrellas variables estrellas jóvenes, recientemente catalogadas, más grandes que nuestro sol para hacer un mapa de la galaxia. Llevando los datos a un mapa tridimensional, cuanto más se aleja uno del centro más combado o retorcido se vuelve el disco exterior de hidrógeno. Según los científicos, el patrón combado en espiral se debe probablemente a la fuerza de giro del enorme disco interior de estrellas. De este modo, combinándolo todo, el aspecto real de nuestra galaxia es el siguiente:
En teoría y de acuerdo a lo que era aceptado antes, la galaxia entera rotaba en torno a un enorme agujero negro central formando un “delgadísimo" disco de estrellas. Los datos del nuevo mapeo sugieren que el “pegamento gravitacional” que sostiene a la galaxia puede no ser tan fuerte como pensábamos, al menos, por los bordes. En las regiones limítrofes de la galaxia, la fuerza de la rotación y una fuerza gravitacional algo más debilitada hace que el material estelar pueda ser algo más “creativo” (si se me permite la expresión) y se rompe con la uniformidad del disco galáctico. Esto plantea muchas cuestiones sobre la materia oscura y la estructura de la Vía Láctea, pero sobre todo señala que no, al fin y al cabo, no éramos tan distintos.
El astrónomo Richard de Grijs, de la Universidad Macquarie, uno de los participantes en el estudio, mediante un comunicado emitido desde Sydney señaló: “generalmente creemos que las galaxias espirales son bastante planas, como Andrómeda, claramente visible mediante un telescopio” (la galaxia de Andrómeda va a colisionar con la nuestra dentro de mucho tiempo en un evento catastróficamente colosal como el evento al que fue dedicada musicalmente una composición titulada la Danza Cósmica del trío de galaxias NGC 6769-71). Por su parte, el jefe de la investigación, Xiaodian Chen, de la Academia China de Ciencias en Beijing, dijo que es difícil determinar la distancia del Sol a los bordes de la Vía Láctea “sin tener una idea clara del aspecto del disco”. Las estrellas en las que se basa el mapa elaborado por su equipo, conocidas como estrellas variables cefeidas, permitieron un alto grado de precisión en las mediciones.
Anteriormente ya se conocían deformaciones estéticas en la configuración de varias galaxias alejándolas de la forma ideal del disco perfecto. La siguiente fotografía corresponde a la galaxia espiral ESO 510-13 cuya torcedura aparente alejándole del aspecto de un disco plano es evidente:
El grupo chino-australiano analizó 1300 estrellas conocidas como “Cefeidas clásicas” y que son hasta 100.000 veces más brillantes que nuestro Sol. Esa potencia hace que podamos registrar su posición con una precisión del 95% hasta el borde mismo de la galaxia. Hay al menos una decena de galaxias de patrón espiral con bordes combados, de manera que en ese sentido nuestra Vía Láctea dista de ser única.
De este modo, al irse actualizando rápidamente nuestros conocimientos con una velocidad que corresponde al avance intelectual acelerado del Tercer Milenio, lo que se aprende en las escuelas se tiene que ir reformando muchas veces antes de que se impriman los libros de texto.
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