jueves, 9 de enero de 2020

Programación subliminal, en una extraña simbiosis

¿Alguien ha escuchado alguna vez el término programación subliminal? Es un término que se utiliza para meterle a alguien ideas en la cabeza sin que la persona se percate de que sus gustos o preferencias están siendo alterados, pero sin darse cuenta de ello. Un ejemplo clásico de libro de texto es cuando en una cinta cinematográfica se intercala algún mensaje o propaganda a favor o en contra de algo, pero se intercala tan rápidamente entre la secuencia normal de escenas que la persona tiene tiempo para procesar conscientemente lo que vió. La idea es que lo fue presentado quedó almacenado de cualquier manera no en la mente consciente sino en la mente subconsciente que de acuerdo a la psicología clásica es la que regula muchos de nuestros impulsos y deseos. Y tal parece que la empresa Coca Cola, el paradigma del capitalismo norteamericano, ha estado recurriendo a algo parecido a esto en uno de sus spots comerciales que pasan en televisión, específicamente el spot conocido como Es hora de juntarnos a comer.

Tras la derrota del PRI y del PAN en las elecciones federales de 2018 en las que ese adefesio conocido como PRIAN por vez primera perdió la silla presidencial cediéndoselo al actual presidente Andrés Manuel López Obrador, hubo expertos en marketing que percibieron un viraje de México hacia la izquierda, con un consecuente cambio de gustos de todo aquello icónico del capitalismo norteamericano hacia aquello identificado con la izquierda, con el socialismo en su carácter revolucionario. Los expertos de Coca Cola encargados de la elaboración de sus mundialmente famosos spots en televisión parecen haberse dado cuenta de esto, y hay indicios de que han estado tratando de modificar su propaganda comercial para llamar la atención de aquellos que al inclinarse hacia la izquierda se sienten tentados a rechazar cualquier cosa que sea icónica del capitalismo norteamericano. Y si hay algo así ello necesariamente incluye a la Coca Cola, un producto carente de vitaminas, proteínas y carbohidratos necesarios para mantener al organismo saludable, cuyo líquido es únicamente un saborizante para calmar la sed pero que no es indispensable para la vida.

No hace mucho tiempo, sobre todo en los tiempos de la Guerra Fría que simbolizaba el enfrentamiento clásico entre el comunismo y el capitalismo, había cosas y símbolos de los bandos opuestos que eran intolerables dentro de la Unión Soviética y dentro de Estados Unidos. La imagen del líder revolucionario argentino, el "Che" Guevara, el guerrillero por excelencia que ayudó al Comandante Fidel Castro a tumar al dictador Fulgencio Batista, era uno de tales símbolos anti norteamericanos. Cualquier mexicano que tuviera la osadía de tratar de ingresar legalmente a Estados Unidos ya sea mediante un pasaporte con un visado del consulado norteamericano o una tarjeta de cruce local como las micas conocidas como Border Crossing Card, y que tuviera puesta una camiseta con la imagen del Che Guevara al frente, se exponía a que las autoridades migratorias norteamericanas le negaran la entrada y le quitaran de inmediato la tarjeta de cruce local, corriendo el riesgo de ser boletinado incluso para serle negada cualquier visa o renovación de visa o trámite de tarjeta de cruce local para reingreso a Estados Unidos. En esos tiempos, en la década de los sesentas, simpatizar con el comunismo (los comunistas soviéticos tenían como enemigo declarado al sistema económico basado en el capitalismo norteamericano del cual hacían mofa como el "imperialismo yanqui") era razón más que suficiente para negarle cualquier posibilidad de inmigrar legalmente a un mexicano a Estados Unidos, y quienes estaban "fichados" como simpatizantes del comunismo o socialismo tenían negada de por vida la entrada a Estados Unidos. Es así que se tienen casos como el del escritor colombiano Gabriel García Márquez al cual por mucho tiempo se le negó cualquier posibilidad de ingreso a Estados Unidos, y se tienen artículos como el siguiente publicado por un portal cubano:

García Márquez no podía entrar a EE.UU. por ser amigo de Fidel
Escrito por  CubaSí/EFE
Domingo, 25 Octubre 2015


"De Fidel hay muchísimo", explicó a Efe Daniela Lozano, una de las archiveras del Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas en Austin, que durante el último año ha catalogado los manuscritos, cartas, fotografías y demás objetos del archivo que esta institución adquirió a la familia de García Márquez.

El líder cubano aparece con frecuencia en los cuatro álbumes titulados "La Habana", con fotos de los dos en ambientes familiares: relajándose en un yate o asando una cabra.

En otro álbum, llamado "Fidel - Birán", se documenta la visita que Castro y García Márquez hicieron en 1996 a la pequeña localidad en la que nacieron el expresidente cubano en 1926 y el actual mandatario, Raúl Castro, cinco años después.

Castro también aparece en el álbum titulado "Amigos", junto a otras fotografías de García Márquez con Woody Allen, Carmen Balcells, Luis Buñuel, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Graham Greene, Milan Kundera o Pablo Neruda; y en el álbum "Gabo con presidentes", departiendo con Bill Clinton o Mijail Gorbachov.

"La figura de García Márquez como amigo de Fidel es algo sobre lo que se ha escrito mucho, pero no se ha profundizado", afirmó a Efe Gabriela Polit, profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Texas, al afirmar que los archivos "hay que verlos con calma" y que "pueden dar lindas sorpresas".

García Márquez formó parte del grupo de periodistas que fundó la agencia de noticias cubana Prensa Latina poco después del triunfo de la revolución, en 1959.

Empezó en Bogotá, y en 1961 abrió las oficinas de la agencia en Nueva York, momento en el que el FBI, dirigido por Edgar Hoover, empezó a seguir todos los pasos del escritor colombiano por su afiliación a la Cuba de Fidel Castro.

El propio Hoover firmó la orden el 8 de febrero de 1961 de que "en caso (de) que (García Márquez) entre a Estados Unidos por cualquier motivo, el FBI debe ser avisado de inmediato", según una investigación reciente publicada por The Washington Post.

Años más tarde, ya instalado en Ciudad de México, Estados Unidos le negó el visado de entrada al país por su cercanía con Castro. Un veto que levantó Bill Clinton, reconocido admirador del nobel colombiano, después de ser elegido presidente.

"García Márquez escribió una novela -'Cien años de soledad'- que terminó siendo la novela favorita de Bill Clinton, que hizo que todas las exclusiones que él sufrió para entrar en Estados Unidos se eliminasen para poder invitarlo a la Casa Blanca y hacerse amigo suyo", relató a Efe César Salgado, profesor puertorriqueño de la Universidad de Texas.

Históricamente, el capitalismo y el comunismo son como el agua y el aceite, son dos cosas que en las mentes de los idealistas simplemente no se pueden mezclar bajo ninguna circunstancia y a duras penas pueden coexistir lado a lado. La Guerra de Vietnam de esto se trató: de un enfrentamiento entre dos ideologías diametralmente opuestas, con Vietnam del Norte apoyado por la Unión Soviética y Vietnam del Sur apoyado por Estados Unidos. Los norteamericanos estaban convencidos en ese entonces de que la derrota de Vietnam del Sur abriría el paso a la caída de los demás regímenes en Asia fomentando la expansión del comunismo soviético cuya meta declarada era darle la puntilla al sistema capitalista norteamericano. La caía de Vietnaml del Sur conduciría de inmediato a la caída de todos los demás países vecinos a la órbita del comunismo soviético acabando con el área de influencia de Estados Unidos en aquella parte del mundo, al menos eso era lo que pregonaba la teoría del dominó, y entre la población norteamericana había una verdadera histeria anticomunista ante tal posibilidad, lo cual llevó a la creación de la OTAN como una medida para "contener" la expansión del comunismo soviético hacia el resto de Europa, y era la justificante principal para mantener tropas norteamericanas en Vietnam del Sur. A fin de cuentas, Vietnam del Norte triunfó, todo Vietnam cayó, pero resultó falsa la aplicación de la teoría del dominó, y sorprendentemente Vietnam es hoy un país que practica su propia versión no de comunismo sino de capitalismo de libre empresa muy parecido al capitalismo norteamericano (permitiendo la instalación de franquicias tales como McDonalds y Kentucky Fried Chicken.)

Uno de los símbolos más prominentes de lo que en la propaganda comunista era tildado como "el decadente imperialismo yanqui" era la bebida de refresco más popular en Estados Unidos, la Coca Cola, probablemente la bebida más famosa en el mundo entero que tuvo su origen en Atlanta, Georgia (Estados Unidos), inventada como medicina y no como refresco por un cierto doctor W. Pamberton, un boticario. El nombre y la época permiten pensar que en realidad se elaboraba con hojas de coca, que es de donde se extrae la cocaína, y que por aquellos tiempos de la belladona y el elixir paregórico eran de uso corriente para aliviar los dolores domésticos. El doctor Pamberton vendió la fórmula en 1910 a la empresa de refrescos que había de lanzarla a la conquista mundial, y sólo porque tenía un ingrediente misterioso cobró por ella una cantidad fabulosa para la época: quinientos dólares. Esta bebida carbonatada y con sabor dulce lleva más de 130 años con nosotros (concretamente desde 8 de mayo de 1886). Su color rojo y su icónica lata se han convertido en un clásico. Desde siempre fue denunciada por la propaganda soviética como una bebida sin valor nutritivo alguno, sin vitaminas ni proteínas para alimentar al cuerpo "sanamente", y cuya amplia distribución alrededor del mundo era atribuída al resultado del "consumismo" promovido mediante grandes campañas publicitarias por grandes empresas capitalistas, precisamente como la Coca Cola. En Estados Unidos, en varias partes la fobia hacia todo lo que huela a socialismo o comunismo persiste, y no hace mucho el presidente Donald Trump (empresario capitalista por excelencia) afirmó que "Estados Unidos jamás será un país socialista", erigiéndose a sí mismo como el paladín del "mundo libre" en contra de todo lo que huela a comunismo o socialismo, resucitando el lenguaje de los tiempos de la Guerra Fría para afianzar su poder. Obviamente, según la óptica fanática de Donald Trump, los "buenos" norteamericanos toman Coca Cola, y repudian cualquier otra cosa que sea producto de países o ex países socialistas comunistas como la Vodka. Tradicionalmente, los soviéticos no solo tenían prohibida la venta y distribución de Coca Cola dentro de los territorios de la URSS, la denunciaban como parte de "la comida chatarra que ha llevado a los países capitalistas a su decadencia."

Todavía hasta hace algunas décadas era impensable la posibilidad de ver juntos a los dos grandes símbolos. Sin embargo, hace poco me tocó darme cuenta de tal improbabilidad en un anuncio comercial en la televisión en el cual, a instancias de la misma Coca Cola, se logra lo que parecía imposible.

En México han estado pasando en la televisión un comercial de la empresa Coca Cola mejor conocido por el título Es hora de juntarnos a comer. Se trata de un spot de un minuto de duración con una melodía inicialmente popularizada por artistas norteamericanos de color como Louis Armstrong, la canción de jazz «What a Wonderful World» escrita por Bob Thiele y George David Weiss. Pero por lo que veo, pocos, muy pocos, sobre todo entre las generaciones de los jóvenes de hoy, se han dado cuenta de que en una de las imágenes insertadas en dicho comercial se encuentra la siguiente imagen que une a los dos símbolos más icónicos y más antagónicos de los tiempos de la Guerra Fría, al Ché Guevara y a la Coca Cola:




¡Es el Ché Guevara bebiendo Coca Cola! La imagen en el comercial pasa rápidamente como para no dar tiempo suficiente para que muchos se fijen en ella. Llama también la atención el hecho de que en los videos de los comerciales subidos a YouTube por la misma empresa Coca Cola no aparece esa imagen del Ché Guevara, una omisión que podría ser completamente planificada y deliberada para no "ofender y herir susceptibilidades" de los internautas en EE.UU. que se puedan sentir ofendidos con la puesta de tal escena que mezcla lo que convencionalmente era considerado imposible de mezclar.

De cualquier modo, hay que admitir y reconocer la presencia de la Coca Cola en la Revolución Cubana cuando, para celebrar el triunfo sobre la dictadura de Fulgencio Batista, se creó esa sabrosa bebida conocida como Cubalibre que viene de la unión de las palabras Cuba Libre para festejar lo que iba a ser una Cuba completamente libre de la dictadura de Batista. De fácil preparación, la bebida es la resultante de una mezcla de refresco de cola con ron. Y hasta la fecha esa bebida se sigue tomando mucho, sobre todo en México en donde sigue siendo muy popular en los antros, así que no hay razón para escandalizarse ni siquiera entre los ideólogos más fanáticos y más puristas del "capitalismo". Hay hasta imágenes genuinas del mismo Comandante Fidel Castro bebiendo Coca Cola, disfrutando de ese producto bastante típico e icónico del capitalismo norteamericano (la siguiente fotografía fue publicada originalmente por la revista LIFE como una curiosidad digna de llamar la atención):





¡No solo al Che Guevara le gustaba la Coca Cola. También le gustaba al Comandante Fidel!

Resulta instructivo echarle un vistazo a las opiniones de famosos personajes de la izquierda acerca de la Coca Cola. El analista Fernán Avid Medrano Banquet alguna vez documentó lo siguiente: "El Che Guevara bebía Coca-Cola. Cuando triunfó la Revolución Cubana, los cubanos intentaron inventar  un ingrediente que sustituyera el componente supuestamente secreto que llegaba de Estados Unidos. El Che probó el refresco gaseoso que habían creado los revolucionarios, la Coca-Cola de la Revolución Cubana. Al Che Guevara le gustaba beber Coca-Cola. Pero al Che le supo a estiércol. 'Che, sabe a mierda', dijo. Gabriel García Márquez narra que luego le preguntaron por el sabor del refresco, a lo que el dijo que le supo a cucarachas. El escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II (famoso por deslenguado y mal hablado, sin pelos en la lengua) se jacta de ser el mejor catador de Coca-Cola del mundo. Se ríe de la izquierda puritana, que no toma ni prueba el fantástico producto del imperio norteamericano. El autor mexicano está convencido de que la Coca-Cola de Buenos Aires no igual a la que se produce en Aguas Calientes, en México, debido a que la bonaerense no es endulzada con el azúcar de Tucumán. Una traductora rusa alguna vez le preguntó a Gabriel García Márquez en un viaje a la desaparecida Unión Soviética, a qué sabía la Coca-Cola. El premio nobel de literatura colombiano le respondió que le sabía a zapatos nuevos, agregando que 'Yo no veo ningún problema en que un revolucionario de racamandaca tome Coca-Cola con comida chatarra de McDonald's.He visto a más de uno del movimiento de contracultural ordenando una hamburguesa con buenas papas fritas, tocineta doble, salsa, lechuga y, por supuesto, una Coca-Cola'. Jaime Garzón lo expresó muy bien en una conferencia de bienvenida a los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, cuando dijo que no hay que creerles nada a los radicales. Esa gente son unos dinosaurios. Los radicales son una especie en extinción como la virginidad, la honestidad, la pureza. Con Albert Einstein pensamos que la mente que se abre a una nueva idea nunca vuelve a su tamaño anterior. Hay que despertar la crítica de las gentes jóvenes, pero sin darle mucha importancia a que si se toma Coca-Cola o no, si se come hamburguesa o no, si usan zapatillas Nike o no. Ha pasado mucha agua debajo de los puentes. No debemos enfrascarnos en discusiones bizantinas, ni en el sexo de los ángeles, ni si tienen ombligo o no. Ni tampoco repetir las mismas frases para audiencia de convencidos, como dijo Eduardo Galeano. Existe la necesidad insatisfecha de muchos jóvenes. Hay que ser creativos, ingeniosos. El Quijote era más que pensante, era sentipensante. Así o peores debemos ser los jóvenes. Tenemos que tener mucha cordura para nuestra locura. Sentir la vida para crear nuevas maneras de vivir mejor. ¡Y que viva el huracán juvenil y la Coca-Cola!".

De cualquier modo, el haber deslizado la imagen del Che Guevara dentro de uno de los comerciales de la Coca Cola parece tener la intención de usar la famosa imagen que aún perdura del símbolo icónico de la izquierda latinoamericana, para hacer más aceptable y "digerible" la idea de que los jóvenes izquierdistas de hoy se acostumbren a seguir tomando y comprando Coca Cola aunque sea una representación no-oficial de EE.UU. O sea, programación subliminal, en una extraña simbiosis (Che Guevara, Coca Cola) para mantener o subir las ventas, mediante la asociación entre el Che Guevara (la izquierda) y Coca Cola (la derecha). Curiosamente, en los spots de este comercial de Coca Cola que la empresa ha subido a YouTube la imagen del Che Guevara ha sido removida y está notoriamente ausente, como si no quisieran que a través de las redes sociales la gente se dé cuenta de que le quieren manipular la mente a favor de tal o cual producto. La imagen del Che Guevara únicamente se puede ver en los spots del comercial "Es hora de juntarnos a comer" que se pasan por televisión. O tal vez la remoción de la imagen del Che en lo que la empresa ha subido a YouTube fue para no escandalizar al gobierno norteamericano.

Es digno de reflexión el hecho de que el gobierno norteamericano gastó muchos millones de dólares para contener la expansión de la revolución socialista de Cuba hacia Latinoamérica, proporcionando ayuda económica y asesoría y entrenamiento militar en lugares como Centroamérica. Pues bien, medio siglo después los países de los que está compuesta Centroamérica (Honduras, El Salvador, Guatemala) en su mayoría han terminado convertidos en países bananeros de quinta categoría, sin nada de la prometida prosperidad que la supuesta lealtad y adherencia al sistema capitalista les prometía, y la mejor prueba de ello es que tales países se han convertido en expulsores de decenas de miles de migrantes muertos de hambre que han decidido largarse. Es lo único que tienen para exportar, millares de personas muriéndose de hambre que, irónicamente, no tienen ni siquiera para comprarse una Coca Cola.

Quienes están metidos en estas cuestiones de la manipulación del subconsciente con aviesas intenciones nos sugieren que hay otras maneras de tratar de influír en la mente de una persona sin que la persona se dé cuenta de ello, de modo tal que la persona termina creyendo que aquello que le molesta o que le gusta sobremanera es por convicción propia sin percatarse de que en realidad es su mente subconsciente la que está guiando sus gustos y preferencias. Una de tales maneras muy usada por las disqueras consiste en sobornar a los DJs en una práctica conocida como la payola para que pongan a cada rato alguna pieza de un conjunto que se quiere promover. A base de tanto ponerla y a base de tanta repetición, la pieza termina siendo recordada por cada vez más y más radioescuchas, se vuelve familiar, empieza a gustar, y las ventas del disco empiezan a aumentar. Pero esta promoción de gustos y preferencias musicales (también se puede usar y de hecho se usa para fines de promoción política) se trata de algo inducido subconscientemente sin que la persona se de cuenta de que le están programando su cerebro para que le guste tal o cual melodía que posiblemente de otra manera hasta le caería mal. Otra de tales maneras consistiría en poner una imagen como la siguiente enfrente de la cara de una persona que está sentada, pidiéndole que fije su mirada en el punto central de la imagen sin despegar la mirada por un solo segundo usando como fondo una música suave y monótona que invita al relajamiento y descanso:




Y así, con la promesa de que se le va a curar de una vieja dolencia o padecimiento o fobia, se le habla quedo en voz pausada diciéndole algo como lo siguiente:
“Toma una respiración profunda, muy profunda”
“Tus párpados se están poniendo pesados”
“Te sientes soñoliento”
“Tienes ganas de descansar. Descansa”
“Sientes ganas de dormir, pero no te quedarás dormido mientras estés escuchando mi voz”
“Toma otra respiración profunda”
“Descansa, descansa”
“Relaja las tensiones en cada parte de tu cuerpo mientras sigues escuchando mi voz”
“Imagina una taza de rico y delicioso café caliente, espumante”
“Imagina que estás oliendo ese café delicioso. Es el café más sabroso que has olido en tu vida, y lo quieres probar. Sí lo quieres probar”
“Pero ese café solo lo venden en Starbucks”
“Tú quieres ir a Starbucks a comprar ese café delicioso que se llama Capuchino”
“Cuando abras los ojos tú no recordarás nada de lo que te he dicho en este estado, pero por dentro te quedarán las ganas de tomar ese café”
“Además, sin darte cuenta sacarás un billete de mil pesos de tu billetera y lo pondrás en el escritorio de mi oficina”
“Después de dejar ese billete de mil pesos, te alejarás de mi escritorio, y no recordarás qué fue lo que sucedió con ese billete”
“Descansa, descansa, descansa”
Habrá quienes pensarán que esto son técnicas de sugestión mediante el uso de la hipnosis, y en realidad lo es. Es lo que usan algunos oradores astutos que primero llevan a sus oyentes a un estado de sopor mediante una introducción algo larga y aburrida, y antes de que caigan en un sueño profundo se sube el tono y la intensidad de las ideas que se les quiere meter en la cabeza, reclutando legiones de seguidores. Es la práctica a la que recurren algunas sectas religiosas que en realidad no tienen nada de substancia y solo son empresas comerciales para estafar incautos.

Pensándola bien, en vez de recurrir a tácticas de hiponosis y sugestión quizá sea menos problemática una táctica como la mencionada al principio usada por la Coca Cola que se las sabe de todas todas en promover el consumo de sus aguas negras carentes de cualquier valor nutritivo pero hechas populares a base de mucha propaganda astuta y mañosa como la propaganda con la que nos bombardea en las temporadas navideñas, cuyos posters se han vuelto clásicos.

No es solo la Coca Cola la empresa norteamericana que ha sido acusada en el pasado a recurrir a mensajes subliminales. Misma acusación se le ha formulado a la Pepsi y otras empresas. Hasta me dan ganas de recurrir a las mismas trampas y tretas para promocionar algunas de las canciones que he escrito (como la "Marcha Chihuahuense" o "Praias de Aracaju"), pero prefiero que estas composiciones suban o caigan por cuenta propia por sus propios méritos que andarles fabricando muletas. Como lo hace la Coca Cola.

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