El día de hoy, 3 de junio de 2020, con motivo de la pandemia del COVID que es y será la primera gran pandemia de esta generación del siglo XXI, muy posiblemente a insistencia del gobierno federal el conocido programa de televisión La Rosa de Guadalupe, uno de los programas de mayor rating de la empresa TELEVISA, transmitido a cadena nacional, lanzó un capítulo muy a propósito de la pandemia actual, titulado El Día Que Se Acabó Él Mundo. Para darle mayor realismo al episodio, se incorporaron al episodio algunas imágenes de la crisis al principio de la pandemia A/H1N1 que tuvo lugar durante la administración del presidente Felipe Calderón, específicamente imágenes del entonces Secretario de Salud José Ángel Córdova dando un mensaje por televisión en un spot de "concientización" para tratar de convencer a la mayor cantidad posible de televidentes de quedarse en casa hablando de muchas de las mismas cosas que se nos están pidiendo ahora como el uso del cubrebocas y la sanitización constante. Este es un clip en YouTube de dicho episodio de La Rosa de Guadalupe al que se está haciendo referencia:
De este modo, el programa trata de ser de actualidad y a la vez convencer a la gente de solidarizarse dejando atrás comportamientos mezquinos como el que muestra una niña berrinchuda que ve arruinada su fiesta de 15 años por causa de la pandemia.
Más allá de la urgencia de que se siga diseminando una alerta sanitaria relacionada con la actual crisis sanitaria, ¿por qué, nos preguntamos, el gobierno izquierdista de Andrés Manuel López Obrador se ve en la necesidad de recurrir a un programa de corte religioso con mensajes de enseñanzas sobre lo que es correcto y lo que no lo es?
La cruda realidad es que la gente está desobedeciendo socarronamente los mensaje, directos o subliminales, y está asistiendo a sitios concurridos sin usar cubrebocas y sin guardar la "sana distancia", lo cual los epidemiólogos advierten alarmados que podría traer una nueva ola de contagios que termine nulificando todo lo que se hizo previamente para contener la pandemia
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La desobediencia no es una simple insurgencia civil. Por principio de cuentas, aquellos que viven al día y que no tienen ahorros para sortear la crisis y quedarse en casa sin salir a trabajar y no hacer nada están llegando a la conclusión de que es preferible morir del coronavirus que morirse de hambre junto con sus familiares cercanos (un encierro pasivo total sin salir para nada, ni siquiera a caminar, puede terminar atrofiando los músculos creando un problema mucho más serio de salud a largo plazo):
A ellos no habrá ia mensaje alguno que los pueda convencer, directo o subliminal, por dramático que sea.
Es una situación parecida a la que vivió A lemania en 1945 cuando estaba perdiendo la Guerra. En ese entonces, el Ministro de Propaganda era Paul Joseph Goebbels, y tenía una muy bien aceitada y poderosa maquinaria de "concientización" (desinformación) para convencer y mantener convencidos a los alemanes de la importancia de salir a pelear en una guerra que ya estaba perdida tras la derrota en Stalingrado. La abundante propaganda podría haber dado resultado (y de hecho, lo dió) años atrás cuando Alemania se había apoderado de la mayor parte de Europa, pero el mismo mensaje triunfalista sonaba hueco y mentiroso cuando las fuerzas aliadas y el ejército ruso estaban a las afueras de Berlín. Y esto subraya algo impotante: las "campañas de concientización" pierden su efectividad cuando la gente percibe que se le está mintiendo. Estamos ya a la mitad del año. La pandemia empezó en el Invierno 2919 en Wuhan, China, y ya estamos tocando el Verano 2020. Y el número de contagios sigue en aumento. ¿Entonces de qué demonios ha servido todo el sacrificio que se ha hecho quedándose en casa sin salit a trabajar? ¿Debería el mundo entero, incluído México, haber seguido su vida de siempre, al igual que antes? No se niega la existencia de una crisis creada por la Naturaleza, la pandemia sanitaria. Pero a esa crisis se le ha sumado otra de índole puramente artificial, la pandemia económica, al disminuír la población económicamente activa, condenando a la gente a vivir de sus ahorros (si es que los tiene o los tenía) al quedarse en casa en el equivalente de un arresto domiciliario autoimpuesto y aceptado voluntariamente, un enclaustramiento más duro que el que se enfrenta en la prisión (al menos los condenados tienen derecho por lo menos a media hora diaria de recreo en el patio interior del centro penitenciario.)
Lo peor que puede ocurrir ahora es que la gran mayoría de la gente deje de hacer caso a las recomendaciones oficiales, retomando sus vidas, convenciéndose a sí misma de la inevitabilidad de la muerte y de que, al final de cuentas, no somos inmortales. Y la vida tiene que seguir, con o sin coronavirus.
En la primera quincena de abril, entre 5.2 y 8.1 millones de personas reportaron haber perdido su empleo, ser descansadas de manera obligatoria o no poder salir a buscar trabajo debido a la contingencia sanitaria por coronavirus (Covid-19), de acuerdo con una encuesta realizada por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana.
Graciela Teruel, quien es economista e investigadora de la Universidad IberoAmericana, dijo este jueves durante la presentación de este estudio que en el 37.7% de los hogares mexicanos al menos un integrante ha perdido su empleo o fuente de ingreso, mientras que otro 30.1% ve muy probable que alguien de su hogar pierda su puesto de trabajo.
De esta forma, el 61.6% de los hogares dijo que en marzo tuvo un ingreso menor al que recibió en febrero pasado. También se destacó que los encuestados dijeron necesitar entre 5,000 y 6,000 pesos para cumplir con el confinamiento hasta el 30 de abril.
Esto, a medio año de que comenzó 2020. Y no abundan aquellos mexicanos dispuestos a esperar a que termine 2020, sobre todo aquellos que se están quedando sin recursos para comer.
Se atribuye al famoso financiero mexicano Ricardo Salinas Pliego haber dicho lo siguiente:
¿Encerrados Hasta que el Gobierno Diga, o un Día se Desapendejen y Decidan Salir? |
Este es un señalamiento poderoso, en contra del cual ni siquiera en La Rosa de Guadalupe se puede ignorar su fundamento o hasta rebatir.
Seguir conminando a los mexicanos, mediante "campañas de concientización" masivas apoyadas en mucha propaganda impresa, anuncios públicos en las escuelas y fábricas, numerosos spots en televisión, y hasta programas de televisión populares, a seguirse "Quedense en casa" por tiempo indefinido sin percibir ingresos y muriendo de hambre, no suena como una opción aceptable a largo plazo, y un andamiaje gubernamental con tal propósito puede colapsar sin surtir los efectos deseados. Los mensajes lanzados seran meras pajabras lanzadas al vacío sin encontrar a nadie dispuesto a escuchar.
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