A partir del 12 de julio de 2013, el gobierno norteamericano de manera casi forzada y obligada relajó un poco los durísimos requerimientos impuestos a los ciudadanos mexicanos para poder permitirles ir de compras o de turistas a ciudades circumvecinas a las ciudades fronterizas con México. Esto es lo que dice una nota periodística del día: “Desde hoy, los portadores de visa láser podrán viajar a las ciudades de Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg, en Nuevo México, sin tramitar el permiso I-94 que otorga la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP). La zona fronteriza para los portadores de tal documento migratorio fue extendida hasta las 55 millas. Anteriormente la restricción iniciaba a las 25 millas para los portadores de pasaportes fronterizos (BCC) que cruzaban desde México a los Estados Unidos. Este cambio les permite a los portadores de los BCCs entrar al país por tierra y viajar a diferentes ciudades de Nuevo México con permanencia hasta por 30 días. “Al incrementar la zona fronteriza en Nuevo México le permitirá a la CBP distribuir sus recursos de mejor manera reduciendo las tareas de papeleo innecesario asociado con el proceso de la forma I-94, tanto para los viajeros como para los oficiales de la CBP”, dijo Thomas S. Winkowski, comisionado de CBP. El senador de Nuevo México, Tom Udall, celebró la nueva regulación explicando que permitirá que más mexicanos incentiven la economía y el comercio del estado mientras disfrutan de sus atracciones entre las que se encuentran viñedos, mercados, festivales y restaurantes típicos, entre muchos otros. Udall también explicó que con esta extensión, las autoridades podrán enfocar los recursos disponibles en la seguridad fronteriza para poder atrapar a más delincuentes peligrosos y narcotraficantes. Antes de entrar en vigor la extensión se debía tramitar la forma I-94 que incluye una inspección secundaria llevada a cabo por un oficial junto con una entrevista, la toma de huellas dactilares, consulta de base de datos y más papeleo para confirmar que la persona fuera un viajero legitimo. Las regulaciones pasadas estipulaban que ciertas personas de nacionalidad mexicana que presentaban un BCC sólo requerían llenar una forma I-94 de la CBP si pasaban las 25 millas de la frontera. En 1999, esta regulación fue enmendada en el estado de Arizona para permitir a los portadores de BCC’s el poder viajar hasta 75 millas de la frontera para facilitar similares estímulos económicos incrementando el comercio y el turismo”.
Antes de los ataques a las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, cualquier ciudadano cruzando a pie de México a los Estados Unidos por cualquiera de los puentes internacionales en el área en donde conviven las ciudades gemelas de El Paso (Texas) y Ciudad Juárez (México) podía cruzar hacia El Paso rápidamente en cuestión de cinco o diez minutos para ir de compras o visitar amigos o familiares, usando para ello una tarjeta de cruce local expedida por el gobierno federal norteamericano sin costo alguno para los ciudadanos mexicanos residentes en la franja fronteriza. Pero diez años después, el tiempo de espera para poder cruzar a pie era ya de dos a tres horas de estar parado haciendo cola en el exterior bajo un sol intenso con temperaturas superiores a los 40 grados centígrados o bajo un viento helado con temperaturas bajo cero. Igualmente, el tiempo de cruce en automóvil subió de media hora a dos o tres horas, con muchos automóviles descomponiéndose al ir avanzando con excesiva lentitud en largas colas de espera no menores a un kilómetro. Y para poder cruzar, era necesario tramitar en el consulado norteamericano una tarjeta de identificación con numerosos datos biométricos con un costo superior a los 150 dólares, la cual les es negada a la mitad de los solicitantes sin devolución del dinero para los solicitantes rechazados.
Hay muchas notas que documentan cómo el estrangulamiento del cruce migratorio de México hacia los Estados Unidos tras los ataques a las torres gemelas en Nueva York terminaron envenenando el clima de buena vecindad y cordialidad que había en otros tiempos. A modo de ejemplo (entre cientos y cientos, quizá miles) se tiene una nota del periódico The Monitor publicada el viernes 14 de diciembre de 2091 (tres meses después de los atentados terroristas en contra de las torres gemelas) y reproducida en el Brownsville Herald que bajo el título “VISA restrictions deemed bad for business, sports” asienta (se reproduce la nota en su idioma original para mayor precisión sobre el sentido de la nota): “MISSION McAllen city officials asked U.S. immigration officials to ease restrictions on visa waivers at a binational meeting Thursday, claiming the restrictions are bad for border business. Estela Rodriguez, director of community relations for the McAllen Chamber of Commerce, said that cultural groups and sports teams from Mexico in need of temporary visas have been denied the visas since the Sept. 11 attacks. It used to be that immigration would grant the temporary visas, Rodriguez said. But now no one is allowed in. Recently, 60 Mexican soccer teams with players ages 10 to 14, who were invited to a tournament in the Rio Grande Valley, were denied the temporary visas, said Rodriguez. A troupe of traditional Matachine dancers from Mexico, who were slated to perform in McAllens Candlelight Posada, were also denied entry. Rodriguez said the 60 soccer teams and their families could have generated thousands in tourist dollars for the Valley. There are 20 kids on each team, plus their families thats a lot of people, she said. Temporary visas are granted to people without a passport or border-crossing card. Many Mexican citizens from rural areas do not have a passport or border-crossing card, said Rodriguez. In addition, thousands of Mexicans are still waiting for their appointments with immigration officials to obtain valid visa laser border crossing cards. We've seen a 20 percent decrease in hotel room reservations, Rodriguez said. Bridge crossings are also down from 16,000 crossings per day to 9,000. Rodriguez said the McAllen chamber contacted their congressmen but were told that an easing of the restrictions would be impossible at the moment. Immigration officials at the binational meeting said that, in the future, temporary visas may be an option for children ages 14 and under. They also suggested that city officials put in a request for the temporary visas at least one year in advance, said Rodriguez”.
Se les hizo fácil a los políticos, los congresistas y los funcionarios del gobierno federal norteamericano el ir endureciendo cada vez más y más los requisitos para poder cruzar legalmente con documentos ya sea en automóvil o a pie de México hacia los Estados Unidos. Y como no había nadie en el Congreso ni en el Senado norteamericanos representando el sentir de los ciudadanos mexicanos que solían visitar la vecina ciudad de El Paso o que pudiera hablar por ellos y sus penurias, las autoridades norteamericanascontinuaron con el endurecimiento de sus requisitos de ingreso hasta que los cruces de México hacia los Estados Unidos se convirtieron en un verdadero calvario. En la siguiente fotografía tenemos una vista de las largas colas de peatones esperando pacientemente su turno para poder cruzar de Ciudad Juárez a El Paso teniendo que soportar a la intemperie en invierno temperaturas cercanas al punto de congelación (en los veranos las temperaturas usualmente exceden los cuarenta grados centígrados, y ya ha habido muertes en los cruces internacionales de peatones afectados por el golpe de calor), y esto en su gran mayoría solo para ir de compras por unas cuantas horas o para visitar amigos y conocidos, sin autorización para pernoctar en la casa de algún amigo o familiar al ir a visitarlo:
Por otro lado, estas dos fotografías nos dan una idea de las largas colas (muchas veces kilométricas) de automóviles en espera de su turno para pasar por la inspección de revisión migratoria norteamericana (la segunda fotografía se puede apreciar mejor ampliada):
Muchos automóviles se han dañado y hasta se han incendiado en estas largas esperas, con guiadores con sus carros descomponiéndose e inclusive quemándose atrapados entre colas larguísimas de automóviles sin ayuda cercana a la mano de parte de ninguna autoridad. Y para poder ir a permanecer más de un día al visitar la casa de un familiar o amigo, o bien para poder ir en calidad de paseante o turista a otras ciudades cercanas a la frontera pero no vecinas inmediatas de México como la ciudad de El Paso, todavía era necesario tramitar en las oficinas migratorias norteamericanas ubicadas en el mismo puente internacional un permiso especial, el permiso I-94, para el cual es necesario tomar un asiento y esperar pacientemente unas cuatro o cinco horas mientras le toca a cada quien su turno.
Toda paciencia tiene un límite, y muchos ciudadanos mexicanos en vez de aceptar resignadamente la pérdida de muchas horas de tiempo que se les imponía burocráticamente desde Washington, simplemente dejaron de cruzar de Ciudad Juárez a El Paso para hacer sus compras y empezaron a acostumbrarse a hacer todas sus compras en México. Descubrieron que no era indispensable ir a los Estados Unidos para encontrar buenas ofertas, y los comerciantes mexicanos aprovecharon la oportunidad que se les presentó. Por su parte, los turistas mexicanos que antes visitaban con mucha frecuencia otras ciudades cercanas a la franja fronteriza como Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg simplemente dejaron de ir. Era una idea hasta cierto punto insana el estar esperando con la paciencia del santo Job cuatro o cinco horas en las oficinas migratorias de los puentes internacionales para llevar a caboel trámite de la forma I-94 con el propósito de hacer un viaje de unas dos horas de ida y dos horas de vuelta en automóvil, todo ello sólo para estar únicamente unas cuantas horas de turista en esas ciudades (considerando la prohibición de una estadía mayor de 24 horas que obligaba a todos los ciudadanos mexicanos a regresar a México el mismo día). Y los visitantes mexicanos, incluyendo compradores y turistas, que antes beneficiaban económicamente a esas ciudades norteamericanas, simplemente dejaron de ir. Y las economías de esas ciudades se comenzaron a desplomar, con sus secuelas de cierres masivos y desempleo de norteamericanos.
Pero no solo esas ciudades resintieron la pérdida de sus vecinos de México que antes las beneficiaban con sus visitas y las derramas económicas que dejaban en dichas comunidades. Los daños causados a las comunidades norteamericanas fronterizas por el endurecimiento migratorio norteamericano llevado a cabo en contra de los ciudadanos mexicanos a partir de los ataques terroristas que destruyeron las torres gemelas (ataques de los cuales los mexicanos no tuvieron la culpa, y cuyos perpetradores musulmanes no entraron a los Estados Unidos en forma indocumentada por la frontera con México sino a través de los aeropuertos internacionales con visas de entrada que les fueron expedidas por el mismo gobierno norteamericano) muy pronto quedaron a la vista en el centro de la otrora ciudad cosmopolita de El Paso (Texas). Lo que antes era una zona floreciente repleta de compradores mexicanos en las calles del centro quedó convertida en lo que terminó pareciendo como una zona de guerra. Muchas tiendas terminaron cerrado sus puertas definitivamente. Tiendas famosas y muy redituables del centro de El Paso tales como la Woolworth (conocida también como El Paisano Cinco y Diez), la Kress, la Popular (la cual contaba con un elevador lujosos además de las escaleras automáticas):
así como la White House:
y la tienda Newberry:
además de muchas otras que se sostenían y se nutrían de una numerosa clientela mexicana residente en Ciudad Juárez así como de otras ciudades mexicanas circunvecinas y que terminaron cerrando para siempre sus puertas, echando a sus vendedores y administradores a las filas del desempleo, y dejando de contribuir con sus impuestos al mismo gobierno federal cuyas draconianas medidas de inspección migratoria las obligaron a cerrar al ahuyentarles a su nutrida clientela mexicana. Restaurantes conocidos y de mucho raigambre como el restaurante Cappetto's (el cual tenía más de medio siglo operando) también cerraron sus puertas ante la ausencia de su otrora nutrida clientela mexicana, estando entre ellos el restaurante Jaxon's (el cual tenía cuatro décadas establecido en la ciudad y era considerado por muchos como uno de los mejores restaurantes del sur de Texas) así como El Paso's Magic Pan, por mencionar unos cuantos. Este es el anuncio de despedida final del restaurante Cappetto's:
La Plaza de San Jacinto, anteriormente conocida como la Plaza de los Lagartos, que todavía en los años ochenta era el equivalente en miniatura del Zócalo de la Ciudad de México y en la cual se solían ver cientos de transeúntes y paseantes, hoy luce prácticamente desierta a cualquier hora del día, y casi todas las tiendas comerciales que había enfrente de la misma (como la Kress) han cerrado. Inclusive la tienda de Radio Shack que estaba en la otrora próspera zona comercial del centro de El Paso a media cuadra de la Plaza de San Jacinto no solo fue cerrada sino que el local fue demolido y no hay nada allí, ni siquiera un parque de estacionamiento vehicular.
La economía de la ciudad de El Paso no se hundió en su totalidad porque en dicha ciudad está instalado el Fort Bliss. Esa base militar, con sus miles de soldados y empleados civiles, son quienes han mantenido a flote la economía local. Si no fuera por el Fort Bliss y su importantísima derrama de cientos de millones de dólares anuales, posiblemente El Paso parecería hoy un poblado fantasma como los de las películas del viejo Oeste.
Las consecuencias del endurecimiento migratorio en contra de los mexicanos legales que en otros tiempos visitaban las ciudades fronterizas norteamericanas fueron tan drásticos y sus efectos tan nocivos, que para paliar aunque fuese un poco los efectos de las esperas exasperantes en los puentes se creó entre la ciudad de El Paso y Ciudad Juárez una línea express. Pero para poder tener el privilegio de poder utilizar esta línea express no solo es necesario cumplir con otra serie de trámites burocráticos que muy pocos residentes fronterizos están dispuestos a padecer, sino que es necesario hacer un pago anual de $4,297 pesos (tarifa vigente desde el 1 de enero de 2013). De cualquier modo, el hecho de que haya quienes usan esa línea express haciendo el pago anual y cumpliendo los requistos de trámites burocráticos (generalmente estudiantes mexicanos que cursan sus estudios en ciudades norteamericanas fronterizas y funcionarios públicos de ambos países) comprueba que la alternativa de cruce normal (sin el uso de la línea express) es algo hasta cierto punto inaceptable para muchos. Si el cruce general en los puentes internacionales fuese algo medianamente tolerable, nadie haría su trámite para el uso de la línea express desembolsando anualmente tan fuerte suma de dinero.
De este modo, las comunidades norteamericanas fronterizas con México así como el mismo gobierno norteamericano aprendieron una dolorosa lección en cuestiones de comercio internacional, la simple lección de que cuando se trata mal a la clientela (los vecinos) y se le ahuyenta los efectos pueden ser mucho más nocivos para quienes dependían de dicha clientela que para los mismos clientes que simplemente se irán a otro lado con su dinero, en este caso la clientela mexicana quedándose en casa y acostumbrándose a comprar en México (lo que perdieron los comerciantes gringos terminaron ganándolo los comerciantes mexicanos que son los que más le están agradecidos al gobierno norteamericano por el excesivo endurecimiento de los requerimientos de ingreso impuestos en contra de los ciudadanos mexicanos para permitirles viajar legalmente a los Estados Unidos). Lo que se antoja increible en todo esto es que al adoptar una actitud abiertamente en contra de sus vecinos mexicanos estrangulando el libre mercado y el libre tránsito de México hacia los Estados Unidos el gobierno norteamericano contravino los mismos principios de libre comercio y capitalismo que le dieron a Estados Unidos su prosperidad en otros tiempos. Y los libros de historia enseñan que cuando una sociedad ignora y desprecia aquello que le dió prosperidad en tiempos mejores, esa sociedad inicia un declive del que no se podrá recuperar jamás. Después de su caída, el Imperio Romano jamás pudo renacer para volver a sus viejas glorias. El Imperio Austro-Húngaro sobrevive únicamente en la memoria de los historiadores. Y del Imperio Británico lo único que queda ya es lo británico.
Los comerciantes de las ciudades de Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg, cuyas economían han resentido seriamente el impacto de la ausencia notoria de los turistas y compradores mexicanos que antes los visitaban con mucha frecuencia, ya se dieron cuenta que ese turismo y esos compradores llegados de las proximidades cercanas del país vecino inmediato no van a ser reemplazados ni hoy ni nunca por turistas o compradores llegados del Africa, de las Islas Polinesias, de Argentina o de Singapur; en todo caso los habitantes pudientes de tales zonas geográficas con poder de gasto y compra preferirán visitar lugares como Disneylandia en Orlando o como la ciudad de Nueva York, pero ciertamente no ciudades norteamericanas perdidas como Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg. Pero no solamente ellos ya se dieron cuenta de la pérdida, también se han dado cuenta de ello sus representantes en el Congreso y en el Senado, a los cuales les han hecho ver con voz bastante enérgica e inclusive cargada de ira lo que ha representado para las economías fronterizas norteamericanas la pérdida de sus turistas y compradores mexicanos.
El cambio en reversa, el dar marcha atrás, es un reconocimiento implícito del gobierno federal norteamericano de que en su rigorismo migratorio “se les pasó la mano”, y ellos mismos terminaron dándose un balazo en su propio pie al estrangular el turismo mexicano que antes beneficiaba a las comunidades fronterizas norteamericanas al sur de Estados Unidos
La desesperación por tratar de revivir la agonizante economía del centro de la ciudad de El Paso ha llevado a los miembros del cabildo de dicha ciudad a tomar medidas tales como el apoyar la construcción de un estadio de beisbol en el centro de la ciudad con la finalidad de atraer nuevamente a los mexicanos. Sin embargo, tal medida es una muestra palpable de miopía, porque los miles de mexicanos que cruzaban a pie o en carro de México hacia los Estados Unidos lo hacían a todas horas del día no para ver un partido de beisbol sino para hacer sus compras y pasearse en calidad de turistas. Aunque construyeran mil parques de beisbol y de futbol, eso no servirá para llenar el hueco ni logrará el milagro de que la zona centro de El Paso pueda recuperar su gloria de antaño.
En el lado norteamericano algunos estudiosos han postulado en forma errónea que el alejamiento de las otrora numerosas multitudes de compradores mexicanos (juarenses) de las calles del centro comercial de El Paso se deben a las devaluaciones del peso que ha tenido México. Sin embargo, esta es una percepción notoriamente errónea. Cuando el peso se devaluó de $8.65 pesos por dólar a $12.50 pesos por dólar durante la época del Presidente Adolfo Ruiz Cortines (una devaluación del 45 por ciento), ciertamente la afluencia de los compradores mexicanos a la vecina ciudad de El Paso disminuyó en forma notoria en los primeros meses después de haberse llevado a cabo la devaluación, pero en cuestión de unos cuantos años las multitudes de compradores mexicanos ya habían regresado a las tiendas del centro de El Paso, y las grandes tiendas departamentales resumieron sus ventas en forma pujante. Posteriormente, cuando el peso se devaluó de $12.50 pesos por dólar a $20.60 pesos por dólar durante la época del Presidente Luis Echeverría (una devaluación del 65 por ciento), la afluencia de los compradores mexicanos a la vecina ciudad de El Paso nuevamente disminuyó en forma notoria en los primeros meses después de haberse llevado a cabo la devaluación, pero en cuestión de unos cuantos años las multitudes de compradores mexicanos ya habían regresado a las tiendas del centro de El Paso, y ninguna de las grandes tiendas departamentales cerró sus puertas. Posteriormente, tras otras devaluaciones intermedias, cuando el peso se devaluó a los pocos días de haber iniciado su mandato el Presidente Ernesto Zedillo, la afluencia de los compradores mexicanos a la vecina ciudad de El Paso nuevamente disminuyó en forma notoria en los primeros meses después de haberse llevado a cabo la devaluación, pero en cuestión de unos cuantos años las multitudes de compradores mexicanos ya habían regresado a las tiendas del centro de El Paso. Resulta altamente significativo que después de la devaluación del peso ocurrida en 1994, no ha vuelto a haber una devaluación de tal magnitud en México. Casi 20 años han transcurrido desde aquél entonces. Sin embargo, en septiembre de 2001 ocurrieron los ataques terroristas en contra de las torres gemelas en Nueva York, y el gobierno norteamericano en consecuencia endureció brutalmente en contra de sus vecinos mexicanos tanto los requerimientos para poder ingresar a las ciudades fronterizas norteamericanas por unas cuantas horas para ir de compras o de paseo como el tiempo permisible de estancia. De este modo, 20 años después de la última gran devaluación del peso mexicano, las grandes multitudes de compradores mexicanos no han regresado ya. Y en esas dos décadas, grandes tiendas departamentales que en otros tiempos habían sobrevivido a las devaluaciones en México terminaron en la bancarrota yendo a la ruina y cerrando sus puertas definitivamente al darse cuenta sus dueños y sus accionistas de que los mexicanos ya no iban a volver como lo hacían antes. El cierre masivo y definitivo de muchas tiendas departamentales importantes echó a las filas del desempleo a muchos norteamericanos que laboraban en ellas, lo cual no hizo sino agravar aún más la situación. Y esta es la situación de ruina y desolación que se ve y se palpa en el languideciente centro comercial de El Paso al cual ya no se le puede considerar como tal.
Por lo pronto, con la eliminación del requisito del trámite de la forma I-94, el gobierno norteamericano está tratando de responder a los gritos de auxilio de sus comerciantes y hoteleros y restauranteros de Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg aflojando un poco su tenaza. Pero aún es necesario perder de dos a tres (y a veces hasta cuatro o cinco) horas tan solo para cruzar a pie o en carro de México a Estados Unidos cuando en la “época de oro” no se requería más de media hora para efectuar dicho cruce. Y todavía siguen rechazando en el Consulado norteamericano casi a la mitad de los aplicantes que acuden a tramitar su tarjeta de cruce local (algo ilógico y absurdo, considerando que la “visa láser” no sirve para obtener un empleo dentro de los Estados Unidos, que es lo que supuestamente les preocupa a las autoridades migratorias, ni sirve para obtener un número del seguro social en dicho país que es el requisito indispensable para poder buscar un empleo en forma legal). Como nadie espera que volverán los tiempos en los cuales el gobierno norteamericano recibía a sus vecinos mexicanos con los brazos abiertos otorgándoles sin costo alguno una tarjeta de cruce local agilizando al mismo tiempo el cruce en los puentes internacionales, la ciudad de El Paso definitivamente no volverá a ser lo que era antes, y se antoja difícil si no imposible que las ciudades de Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg recuperen a la clientela mexicana en los grandes números que antes se tenían. Siendo estos cambios irreversibles, es muy posible que con dichos cambios así como con otros factores estemos viendo ya la declinación irreversible del imperio norteamericano, con la misma inexorabilidad con la que en otros tiempos los romanos, los austro-húngaros y los británicos presenciaron impotentes el declive de sus imperios viéndolos convertirse en sombras de pasados gloriosos que no volverán jamás. Una nota reciente de la AFP que parece confirmar el declive apareció publicada hace poco el 18 de julio de 2013 diciendo esto: “La ciudad de Detroit presentó el mayor caso de bancarrota municipal de la historia de EU hoy jueves en la tarde, culminando un período de décadas que transformaron la ciudad industrial emblemática de la nación, en un modelo de declive urbano hundiéndose bajo miles de millones de dólares en deudas, mala gestión, huida de la población y pérdida de ingresos fiscales. La petición de 16 páginas fue presentada en el Tribunal de Quiebras de EU en Detroit. La oficina del gobernador Rick Snyder estaba haciendo planes esta tarde para dar una conferencia de prensa el viernes en la mañana, en el Palacio de los Macabeos, en el centro, de acuerdo a una fuente. El mismo lugar donde el gobernador declaró la emergencia financiera el 1 de marzo. Con la petición se inicia un período de 30 a 90 días que determinará si la ciudad tiene derecho a la protección del Capítulo 9 y definirá cuántos solicitantes podrían competir por los limitados recursos de liquidación que Detroit puede ofrecer. La petición de bancarrota protegería a los acreedores y a los sindicatos que están renegociando 18.5 mil millones dólares en deudas y otros pasivos”. Hay muchas otras historias y anécdotas emblemáticas que tienen que ver con la bancarrota de importantes empresas privadas norteamericanas que en otros tiempos fueron líderes absolutos a nivel mundial, empresas tales como la Kodak que en enero de 2012 se declaró en bancarrota, o la otrora orgullosa y poderosísima Radio Corporation of America (RCA) que en su tiempo fue el líder absoluto en la invención y fabricación de todo tipo de equipos de radiodifusión y entretenimiento audiovisual y cuyo simbólico cierre de su planta manufacturera en Marion el martes 16 de marzo de 2004 (dejando a 990 personas sin empleo de un día a otro) marcó la oficialización de su caída, a lo cual se le puede agregar el ocaso de las industrias acereras (comentado en el libro The Decline of American Steel de Paul Tiffany) y muchas otras industrias que arrastraron consigo en su caída a poblaciones enteras como Allentown (cuya inmolación fue lamentada por Billy Joel en una famosa y triste canción del mismo nombre). Y al iniciar el tercer milenio, el país que en los sesentas fue el primero en poner un hombre en la Luna no tenía ya nada con qué enviar astronautas al espacio al haber terminado su flotilla de transbordadores espaciales convertida en piezas nostálgicas de museos para rememorar las glorias del pasado, viéndose en la penosa necesidad de tener que depender de sus antiguos rivales los rusos para poder conseguir un “raid” hacia el espacio exterior, a la Estación Espacial Internacional. Así pues, la declinación no es consecuencia de una sola causa, pero el gobierno norteamericano ciertamente parece haber puesto lo mejor de su parte para acelerar la caída del imperio al haber adoptado una mentalidad de búnker.
Se antoja imposible que por cuestiones de orgullo nacional propio (el hubris) el gobierno federal norteamericano le pida disculpas a los ciudadanos mexicanos por el endurecimiento desmedido de sus agresivas políticas migratorias llevado a cabo incluso en contra de quienes cruzaban legalmente y en forma temporal hacia los Estados Unidos, ello sería pedir demasiado, sobre todo de un país que le robó a México más de la mitad de su territorio con una guerra de invasión expansionista. Pero de cualquier modo, algo de cordura parece haberle regresado al Tío Sam cuando ahora dice: “Bienvenidos todos los compradores y turistas mexicanos que quieran visitarnos a las ciudades de Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg, en Nuevo México, los cuales ya no tendrán necesidad de tener que tramitar el permiso I-94. Los recibimos con los brazos abiertos, porque son nuestros vecinos inmediatos, y es en beneficio de todos nosotros que al intercambio comercial se le estimule abriendo un poco más los puentes en lugar de estar levantando barreras y Muros de Berlín. Regresen, por favor, ustedes son nuestros vecinos y nuestros amigos, más que ningún otro país del mundo (exceptuando Canadá)”. O como quizá podría tratar de decirlo cualquiera de los comerciantes y hoteleros gringos cuyos negocios y centros turísticos quedaron devastados por la ausencia de los turistas y compradores mexicanos que antes los visitaban con bastante frecuencia: “Nosotrous querer amigos mexicanous de vuelta con nosotrous. Bienvenidous todous nuestrous amigous mexicanous. Let bygones be bygones”.
Es muy posible que la eliminación del requerimiento de la forma I-94 haya sido lo que los norteamericanos llaman “too little, too late” (demasiado poco, demasiado tarde), y esto se verá directamente reflejado en que el comercio y el turismo mexicanos hacia Las Cruces, Mesilla, Deming y Lordsburg puedan volver a ser al menos en parte un poco de lo que eran antes, sobre todo tomando en cuenta que a nadie le gusta ser tratado como basura por su vecino soberbio, y si tiempo después el vecino pone su cara de palo y les abre un poco más las puertas de su casa a los ciudadanos mexicanos, será inevitable que algunos miren con cierta desconfianza la invitación. Por otro lado, es posible que muchos mexicanos ya se hayan acostumbrado (o resignado) después de más de diez años de haber ocurrido los atentados a las torres gemelas en Nueva York, a no visitar los Estados Unidos como lo hacían antes, acostumbrándose a comprar todo lo que necesitan en México y acostumbrándose a visitar sitios turísticos mexicanos (de los cuales hay muchos, como Puerto Vallarta, Cancún, Chichén Itzá, Oaxaca, Baja California, etc.) en lugar de sitios turísticos norteamericanos. Y esto, irónicamente, constituye un triunfo resonante e indiscutible para los terroristas que mandaron abajo las torres gemelas, ya que si el objetivo era que el daño ocasionado al imperio norteamericano fuera mucho más allá que la caída de esas dos torres, si el objetivo era dañar a la economía norteamericana de varias maneras y a largo plazo, con la reacción del gobierno norteamericano en contra de su vecino del sur los terroristas lograron buena parte de tal objetivo con una inversión ridículamente mínima en recursos empleados en el ataque, lesionando el comercio y el turismo hacia las poblaciones norteamericanas cercanas a la frontera, privando con ello al gobierno federal norteamericano de una buena fuente de ingresos a través de los impuestos justo en tiempos en los que el déficit fiscal norteamericano alcanza niveles alarmantes con una deuda pública que supera los 14 trillones de dólares (con la cual el gobierno norteamericano ha hipotecado el futuro de varias generaciones de norteamericanos que aún no han nacido), justo lo que se requiere para producir lo que los Romanos llamaban la “muerte fiscal de un país”, y justo en vísperas de que en unos cuantos años China posiblemente desplace al imperio norteamericano como la principal superpotencia del orbe. Si ello ocurre, y en estos días se antoja inevitable, que no se lamenten los norteamericanos; después de todo fue su propio gobierno el que se encargó de sembrar una buena parte de las semillas que lo han estado llevando inexorablemente a un ocaso que parece irreversible, y lo que estamos viendo y viviendo en la franja fronteriza México-USA tal vez sea tan solo uno de los primeros síntomas de un daño auto-inflingido. Se trata, en efecto, de la caída del imperio norteamericano, después de haber alcanzado su clímax en la segunda mitad del siglo pasado. Estados Unidos ciertamente no desaparecerá, pero posiblemente no volverá a ser ya lo que era antes cuando gozaba de una preponderancia absoluta económica y militar sobre todas las demás naciones, al igual que hoy en día ningún italiano cree que de la Italia de hoy resurgirá nuevamente como ave fénix el Imperio Romano en su vieja gloria.
ADDENDUM: Poco tiempo después de haberse elaborado este trabajo, han continuado apareciendo noticias que confirman los efectos devastadores a largo plazo creados por el endurecimiento del trato migratorio dado por las autoridades norteamericanas a sus vecinos que viven en México en la frontera colindante con los Estados Unidos. En un artículo publicado el 2 de agosto de 2013 en el periódico El Diario en la versión que circula en la ciudad de El Paso, Texas, con el encabezado “Sunland Park, al borde de una crisis financiera”, se documenta las penurias económicas por las que está atravesando esta otrora próspera comunidad que se beneficiaba mucho con la cercanía de México y cuyos turistas y compradores acudían a pasar frecuentemente sus fines de semana, turistas y compradores mexicanos que han dejado de ir en las cantidades que iban antes. Dice la nota: “Sunland Park está al borde de una crisis financiera que los ha obligado a hacer recortes presupuestarios y a subir impuestos en la prestación de algunos servicios básicos, según confirma una auditoría realizada por Nuevo México al año fiscal 2011 - 2012. De acuerdo con el reporte, hay docenas de ejemplos de la Ciudad en los que no se tomaron los cuidados apropiados en sus finanzas. Éstos incluyen gastos excesivos, no hacer el seguimiento de los activos y –el hallazgo más reciente– no mantener registros bancarios oportunos de sus transacciones. Esas acciones le están pasando factura a la Ciudad. Isabel Santos, concejal de Sunland Park, asegura que aún no salen del ‘hoyo’ en el que se encontraban hace un año. ‘Perdimos el cobro del agua, ahora lo hace el Condado; la recolección de la basura sólida también nos la quitaron… Se supone que para eso estaba el Estado aquí, para ayudarnos a salir del bache…’, explicó la funcionaria.Según Santos, la intervención que haría el Gobierno central en los asuntos de la Ciudad sería para mejorar la situación deficitaria en la que se encontraban cuando estalló el escándalo de malversación de fondos por parte de autoridades locales. ‘Pero no fue así: se cortaron servicios públicos, se despidió gente, se subieron los impuestos… tratando de balancear. (Ahora) estamos sobreviviendo’, acotó.”
Es muy posible que haya gente en los Estados Unidos que está tomando nota cuidadosa de trabajos como este, reaccionando para paliar el marasmo profundo en el cual el gobierno norteamericano metió a muchas comunidades norteamericanas fronterizas con México, y al día siguiente en el que apareció la nota periodística anterior detallando el colapso financiero de Sunland Park, apareció otra nota en el periódico El Diario en la versión que circula en la ciudad de El Paso de acuerdo a la cual el gobierno norteamericano está dispuesto a aceptar que los gobiernos locales de las comunidades norteamericanas que colindan con México absorban los costos requeridos para la contratación de agentes aduaneros y migratorios adicionales para aliviar un poco las extenuantes colas de peatones y vehículos que tienen que perder varias horas en su intento por cruzar de México hacia los Estados Unidos. Bajo el encabezado “Entra El Paso en plan para reducir tiempos de cruce en puentes”, dice la nota:“La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) anunció que El Paso. es una de las seis entidades seleccionadas para participar en un piloto que busca la disminución de tiempos de cruce en los puentes internacionales con la asignación de más oficiales. El programa consiste en una alianza pública y privada con CBP para incrementar el personal destinado a los cruces fronterizos, lo que permitiría que todas las garitas de inspección disponibles en los puentes sean abiertas y el tráfico fluya más rápidamente. Con esta medida, la Ciudad de El Paso se compromete a destinar de 2.5 a 3.1 millones de dólares para el pago de agentes de CBP adicionales en los puentes. A través de la ley llamada Consolidated and Further Continuing Appropriations Act (CFCAA), se espera que además de consolidar un acuerdo con la Ciudad, CBP lo haga con el Aeropuerto Internacional de Dallas/Fort Worth, con el Consorcio de Activos del Sur de Texas, el Sistema Aeroportuario de Houston y el Condado Miami-Dade. El congresista paseño Beto O’Rourke, uno de los principales impulsores de la ley CFCAA, afirmó que este factor está directamente relacionado con el crecimiento de la economía local. “Cuando dejamos por horas esperando a los vehículos que cruzan la frontera estamos afectando nuestra economía y nuestra competitividad. Es por eso que me place tanto que esta ley haya pasado y que El Paso haya sido elegido”, dijo O’Rourke.”
Aunque la intención de pagarle sus sueldos a una cantidad adicional de agentes para reducir los tiempos de espera en los cruces internacionales es buena, esto pierde por completo de vista otros detalles que prácticamente garantizan que la economía local de la ciudad de El Paso jamás (¡nunca!) volverá a ser lo que era en sus tiempos de gloria. Los turistas y compradores mexicanos potenciales a quienes el Consulado norteamericano les ha negado una visa de cruce local aunque carezcan de antecedentes penales y hayan demostrado que cuentan con un empleo formal estable (los cuales se cuentan por decenas de miles), esos ya no volverán, nunca más, simple y sencillamente porque los funcionarios consulares norteamericanos no lo permiten al aplicar sus criterios rigoristas y selectivos que antes no existían para la expedición de tarjetas de cruce local para visitas de corta duración de México hacia los Estados Unidos. Ningún mexicano que haya perdido sus 150 ó 200 dólares (no reembolsables) para el trámite de una tarjeta de cruce local que ya le fue negada volverá a exponerse a perder otra cantidad similar solo para correr el riesgo de ser rechazado de nuevo. Del mismo modo, los millares de mexicanos que antes cruzaban a las ciudades fronterizas norteamericanas para hacer sus compras, para pasearse como turistas, para visitar algún especialista médico, para ir al cine o una función de teatro o ver algún evento deportivo, cosas que antes del 11 de septiembre de 2001 hacían con sus tarjetas de cruce local (otorgadas gratuitamente sin costo alguno como una cortesía) y que ahora encuentran que son inelegibles por alguna razón burocrática para aplicar para una tarjeta de cruce local con la finalidad de hacer temporalmente en visitas cortas hacia los Estados Unidos como antes lo hacían, esos tampoco regresarán, nunca más, aunque quieran hacerlo, no a menos de que traten de hacerlo de manera indocumentada violando la ley.
Lo que se ha documentado aquí no es más que la punta de un iceberg, de un diamante con muchas aristas. Aquellos políticos en Washington que tengan la precaución de leer detenidamente todas las noticias, seguramente habrán encontrado otros indicios como el que asienta una nota publicada el 14 de agosto de 2013 por la agencia Associated Press que bajo un título como “El futuro se muda de Estados Unidos a China” dice: “Shin Cheol-su ya no cree que su futuro está en Estados Unidos. El
empresario surcoreano llevaba una década suministrando partes y
repuestos para las empresas automotrices estadounidenses, pero este año
se mudó de Detroit con su familia y regresó a Corea para concentrarse en
hacer negocios con la nueva potencia económica mundial: China. En apenas cinco años este país asiático ha superado a la nación
norteamericana como el principal socio comercial de muchos países,
incluyendo aliados de la Unión Americana, como Corea del Sur y
Australia, de acuerdo con un análisis de la agencia de noticias AP. En 2006, Estados Unidos era el principal socio comercial de 127
naciones, comparado con 70 para China. El año pasado la situación fue al
revés: China tenía 124 y Estados Unidos 76. En la más abrupta transformación histórica desde la Segunda Guerra
Mundial, la tendencia toca los negocios con empresas que van desde
África a Arizona, a medida que agricultores chinos cultivan soya para
enviar a China y niños asiáticos aprenden a hablar Mandarín. El análisis demuestra lo rápido que ha surgido China para retar a la
hegemonía estadounidense en el comercio mundial, un cambio que
gradualmente se está convirtiendo en influencia política. La influencia
de China está en auge, no sólo en Asia sino también en África y cada vez
más en Latinoamérica. A pesar de que la economía china se ha desacelerado últimamente, su
porción de la producción económica y el comercio mundial está en auge,
al punto que se estima que crecerá 8% anualmente en la década que viene,
mucho más que Estados Unidos y Europa. Tal crecimiento podría
fortalecer la posición de la nueva camada de dirigentes chinos, aunque
está generando roces con países vecinos. China comenzó a cobrar importancia en el escenario económico
mundial en los 90 como fabricante de productos baratos, como camisetas y
juguetes. Obligó a las fábricas de otros países a cortar sus gastos a
fin de igualar sus precios, o de lo contrario quedaban fuera de la
competencia. El año pasado, la mitad de las ventas de la empresa de Shin, ENA
Industry (de artefactos de plástico y goma) fueron a fábricas de Estados
Unidos. Sin embargo, sus pronósticos indican que China, que superó a Estados
Unidos como el mayor mercado automotriz del mundo en 2009, se
quintuplicará hasta abarcar el 30% de su mercado para 2015. Tanto Shin
como sus hijos están estudiando mandarín. “Nadie puede negar que China es la que está en auge”, afirma Shin desde
su oficina, donde las paredes están cubiertas de libros sobre el país asiático. Estados Unidos sigue siendo el principal importador del mundo, pero
China le está alcanzando. En 2011 superó al país norteamericano como
mercado en 77 países, comparado con 20 en el 2000, según el análisis de
la AP. La agencia de noticias usó datos del Fondo Monetario Internacional para
medir la importancia del comercio con China para unos 180 países y cómo
ello evoluciona con el tiempo. El análisis determina una cifra
dividiendo el comercio con China de un país por su Producto Interno
Bruto (PIB). La imagen que se presenta es la de China en pronunciado
auge, y no tanto de un declive de EU. En 2002, en promedio, el comercio con China comprendía el 3% de un país comparado con 8.7% del comercio con Estados Unidos. Pero China igualó la cifra y la superó en 2008. El año pasado, el
comercio con China comprendía en promedio el 12.4% del PIB de un país,
una cifra mayor a la de Estados Unidos en cualquiera de los últimos 30
años. Estados Unidos sigue siendo el país que más comercio realiza, pero no
por mucho. Si la tendencia actual continúa, China lo superará este año,
una hazaña notable para ese país en el que, hace apenas 30 años, la
persona común jamás había siquiera usado un teléfono. “El centro de gravedad para la economía mundial se ha trasladado al
este. Yo diría que no ha habido nada comparable en los últimos 50 años”,
comenta Mauricio Cárdenas, ministro de hacienda de Colombia. Como la mayoría de los países de Latinoamérica, Colombia tiene vínculos
comerciales principalmente con Estados Unidos, pero su comercio con
Pekín ha aumentado de casi cero a 2.5% del PIB, un incremento de más de
10 veces comparado con 2001”.
Un mes después de llevarse a cabo los atentados terroristas musulmanes en contra de las torres gemelas, el presidente norteamericano George Bush pronunció triunfalista en una entrevista conducida por la cadena televisiva noticiosa ABC News su ya histórica y célebre frase We will prevail (Prevaleceremos). Doce años después de tales atentados, los estragos económicos que están resintiendo las ciudades norteamericanas que colindan con México, estragos que serán de larga duración, están a la vista. Se prevalece cuando después de una larga lucha se puede regresar a las mismas condiciones de normalidad que se tenían antes de que comenzaran las hostilidades. Pero cuando las cosas han cambiado para mal y a largo plazo, afectando de modo negativo y permanente las vidas de centenares de millares de personas, se puede decir que el enemigo ha prevalecido. Si el objetivo de Osama bin Laden era causar daños severos y a largo plazo al imperio norteamericano dándole un empujón hacia su inevitable declive y malquistándolo con sus propios vecinos, se puede decir que lo logró con una inversión ridículamente mínima de combatientes (19 terroristas suicidas) y de recursos (el dinero para enviarlos hacia los Estados Unidos y sostenerlos económicamente mientras llevaban a cabo su plan). Él ganó, logró muchísimo más de lo que quería en un principio con los atentados a las torres gemelas, y a estas alturas resulta imposible tratar de negarlo. Les quedará a los historiadores del futuro documentar las duras lecciones sobre cómo fue que el imperio norteamericano empezó a perder el esplendor de tiempos pasados al igual que como ocurrió con Babilonia y con el Imperio Romano.
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