El día de hoy apareció publicada una de esas noticias que lo dejan a uno con la boca abierta, titulada Temen migrantes que trabajar aquí afecte sus procesos de asilo. Pide IP a Consulado de EU que les explique que pueden laborar sin ningún problema mientras esperan en México. Dice la nota: “Aunque las empresas maquiladoras están abiertas a ofrecer trabajo a migrantes mientras esperan en México respuesta a su trámite de asilo a Estados Unidos, estos tienen miedo de buscar empleo porque temen que eso afecte su proceso, declaró Pedro Chavira, presidente de Índex Juárez. Ante esta situación, dijo que se recurrió al Consulado de Estados Unidos para que les explique que pueden trabajar sin ningún problema durante ese tiempo. De acuerdo con datos del Consejo Estatal de Población (Coespo), desde octubre pasado han llegado 10 mil migrantes –en su mayoría de Cuba y Centroamérica– a esta frontera a solicitar asilo político en Estados Unidos, cifra igual al necesidad de mano de obra que tiene el sector industrial. Recordó que empresas como Foxconn se han acercado al gimnasio del Colegio de Bachilleres donde se encuentran refugiados algunos centroamericanos, para ofrecer 400 vacantes, aunque desconoce si se llevó a cabo la contratación. Para emplearlos, explicó que únicamente es necesario que cuenten con un permiso de trabajo y el CURP. Dijo que en otras ciudades fronterizas del país, como Tijuana y Mexicali, el sector industrial empleó ya a los extranjeros, aunque en el caso de Juárez no ha sucedido por esta situación. El “Protocolo de Protección de Migrantes” entró en vigor el 19 de marzo y obligará a algunos solicitantes de asilo político en Estados Unidos, que hicieron su petición en El Paso, a regresar a Juárez mientras esperan la decisión de los tribunales migratorios respecto a su caso. El “protocolo”, que fue negociado por la Casa Blanca con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México, entró en vigor desde el pasado mes de enero en San Diego, California y desde la semana pasada (6 de marzo) se aplica en El Paso.”
La verdadera noticia detrás de la nota anterior es sobre lo que realmente temen los indocumentados procedentes en gigantescas caravanas invasoras llegadas a México desde Centroamérica si aceptan el empleo que se les ofrece en México: que en el trámite de petición de asilo (para lo cual ellos han sido aleccionados por organizaciones delincuenciales como Pueblo Sin Fronteras de alegar que están siendo perseguidos y acosados en sus países de origen con grave riesgo de muerte si son regresados, de preferencia haciendo un melodrama derramando lágrimas de cocodrilo ante el Juez migratorio norteamericano), una vez en presencia del Juez migratorio éste les pueda decir: “Pues a mí me parece que México les ha dado todo tipo de facilidades migratorias para que se queden en México y puedan trabajar en México como lo han estado haciendo ya. ¿Entonces qué caso tiene venir aquí a EE.UU. a insistir en recibir asilo cuando México no los está regresando a sus países de origen ni les está negando la entrada, y hasta ahorita están en un trabajo honesto en México con cobertura proporcionada por el IMSS, con vacaciones pagadas, con bonos por puntualidad y buena asistencia, y hasta con apoyo del gobierno mexicano y de los mexicanos? Solicitud de asilo negada al no existir las condiciones que alegan los peticionarios para requerir asilo en EE.UU.” Y esto último es lo que realmente temen. Porque la cruda realidad es que no quieren quedarse a vivir y trabajar en México aunque México no siendo un país rico les abra generosamente las puertas. NO QUIEREN GANAR PESOS MEXICANOS, LO QUE QUIEREN ES GANAR DOLARES NORTEAMERICANOS. De ello se trata todo y es la única explicación a la reticencia de los caravaneros en aceptar un empleo honesto en México cuando se les ofrece. Esta actitud vuelve imposible argumentar en defensa de ellos que huyen por la falta de empleo en sus países de origen, porque de ser así ninguno de ellos llegaría hasta la frontera de México con EE.UU., una vez en México todos ellos se quedarían a residir y trabajar en México si realmente quisieran tal cosa.
Aferrados a su insistencia de meterse a EE.UU. por la vía rápida recibiendo mediante el recurso FAST TRACK su tarjeta de residencia permanente (green card) en vez de hacer sus trámites de ingreso legal en sus países de origen esperando pacientemente su turno de ser llamados para su cita consular (la vía dolorosa, tardada, nada segura, costosa y burocrática), están argumentando ahora ante el Juez Richard Seeborg que si se les obliga a esperar en México el turno que les toque para el trámite de su solicitud de asilo, sus vidas peligrarán en México al igual que en sus países de origen de los cuales huyeron “temiendo por sus vidas” y que no se les puede enviar a México para que esperen en México su turno “por no tener debidamente en cuenta los peligros que enfrentan los migrantes en México”. Pero este alegato lo pueden derrumbar fácilmente los fiscales en territorio norteamericano con un simple argumento: “¿Así que consideran a México un lugar tan peligroso como los países de origen de los cuales huyeron temiendo por sus vidas, pero no lo consideraron peligroso como para trasladarse a pie sin un solo centavo en sus bolsillos desde la frontera de México con Guatemala hasta la frontera de México con EE.UU.?” Al haber logrado conseguir empleo estable en México con todas las seguridades y protección que brinda el gobierno mexicano, y al haber permanecido todo ese tiempo en México sin problema alguno y sin temor de que el gobierno mexicano los pueda deportar, queda invalidado por completo el argumento leguleyo de que sus vidas peligran tanto en México como en sus países de origen, y no pasa de ser un argumento típico de las chicanerías legales a las que se recurren para tratar de obtener en los tribunales norteamericanos un asilo que no merecen y al cual no tienen derecho por no cumplir ninguna de las condiciones para ser meritorios de asilo, ni siquiera el argumento de los refugiados económicos que solo huyen del desempleo y no de la inseguridad, al ofrecerles México empleo estable y bien remunerado (aunque no ganando DOLARES, que es lo que ellos quieren conchudamente reclamar para sí, el que se les permita ingresar para empezar a ganar dólares de inmediato.)
No se trata pues de un asunto de que realmente estén huyendo de la violencia y la inseguridad en sus países de origen como ellos lo aseguran. Todo se reduce a una cuestión de CODICIA y AVORAZAMIENTO, al deseo de empezar a GANAR DOLARES inmediatamente (en vez de conformarse con ganar pesos mexicanos o quetzales) pero sin hacer fila ni cola afuera de ningún consulado o embajada norteamericana, brincándose la fila para ocupar un primerísimo lugar con solo decir la palabra mágica ASILO en vez de empezar el trámite legal en el país de origen llenando alguna forma migratoria convencional de carácter obligatorio como la Forma I-130 y esperar el tiempo que se requiera para la cita consular para la obtención de la visa. Se puede argumentar que la vía rápida FAST TRACK de saltarse las trancas y forzar el ingreso abusando de la generosidad de los países a los cuales se invade no es lo correcto, motivando la pregunta: ¿Pues qué clase de valores les enseñan las escuelas a su gente en Honduras, Guatemala, El Salvador y demás países productores de indocumentados?
Los que elaboraron los Protocolos de Protección a Migrantes (en beneficio de los indocumentados centroamericanos) así como los que interceden a favor de estos miles de caravaneros alegan (o se quejan) de que no todos los centroamericanos que exigen asilo al gobierno norteamericano lo reciben. Sin embargo, muchos de ellos sí lo logran. Uno de tales fue la famosa #ladyfrijoles, la misma hondureña que poniendo cara de asco despreció la comida que gratuitamente se le ofrecía en México (reclamando que los frijoles refritos que se comen en México es basura asquerosa que no se le da de comer ni siquiera a los cerdos). Pues bien, ella ya está en Dallas. Logró lo que quería asesorada por el Cártel Pueblo Sin Fronteras, al igual que muchos otros (miles, para ser exactos) indocumentados centroamericanos, al mismo tiempo que hay coterráneos suyos que han estado esperando pacientemente en Honduras su turno para su ingreso legal a EE.UU.
Yo crecí en una generación a la cual se inculcaba el respeto a las leyes establecidas, y a no abusar de los agujeros legales y las debilidades inherentes de un sistema de gobierno actuando conchudamente. Sin embargo, viendo en la cuestión migratoria actual la ventaja que sacan quienes poniendo cara de palo y haciéndose conchudos se saltan las trancas, y viendo cómo se insiste en castigar con procedimientos burocráticos tardados y complejos a quienes quieren obedecer todas las reglas implementadas por el Departamento de Estado norteamericano para el ingreso legal y ordenado, no puedo menos que preguntarme: ¿fuimos unos imbéciles todos aquellos que nos plegamos a la obediencia de las leyes? Tal cosa parece estarnos diciendo el gobierno norteamericano que hasta el momento no ha implementado como respuesta a las enormes caravanas de indocumentados centroamericanos algo como la gigantesca operación que implementó hace algunas décadas en contra de los mexicanos llamada Operation Wetback para castigar duramente sin excepciones todo ingreso ilegal a territorio norteamericano de mexicanos y deportar de inmediato a cualquier mexicano sin papeles o visa para estar en EE.UU. Casi me puedo imaginar a uno de los miles de centroamericanos ya recientemente asilados e instalados en EE.UU. sacándole la lengua (desde el lado americano de la valla fronteriza México-EE.UU.) a los mexicanos diciéndonos a todos: “¡Pendejos, yo ya estoy aquí y todos ustedes siguen allá! Vean lo que sacan ustedes por querer andar muy derechitos”. Solo nos falta que los empleados de todos los consulados americanos en México y funcionarios como el famoso Edgar Ramírez del Departamento de Seguridad Nacional de la Embajada estadounidense se pongan a hacer lo mismo.
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