Hace más de medio siglo, hubo un intenso debate en diversos círculos sociales sobre la propuesta de que la NASA le diera otro nombre a dicha misión espacial que no llevara puesto el número 13, dada la proverbial mala suerte usualmente asociada a dicho número, o sea una designación como Apolo 14. Sin embargo, los directivos de la NASA desecharon tales sugerencias como absolutamente ridículas, porque... ¿cómo iba a avalar la principal agencia científica del país más avanzado tecnológicamente una vieja superstición? Después de todo, ¿no es la ciencia el portaestandarte del hombre moderno para abatir todo tipo de supersticiones y creencias añejas en leyendas de lo sobrenatural?
Quienes sugerían a la NASA cambiar la designación de la misión espacial tenían en mente una premonición derivada del hecho reciente de que el intento de asesinato en contra del Papa Juan Pablo II, el primer Papa de la Iglesia Católica no italiano nacido en el Bloque del Este (la Unión Soviética) y ascendido a su pontificado en tiempos de la Guerra Fría, tuvo lugar un miércoles 13 de mayo de 1981, en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano, cuando Mehmet Ali Ağca disparó contra el papa cuatro veces mientras este entraba en la plaza. De nuevo el número 13 proyectando su ominosa sombra en un día que sería recordado por siempre.
Muchos creen que fue un milagro que el Papa se salvara, y fue precisamente una «milagrosa coincidencia» (¿coincidencia?) que ese mismo día, 102 años antes –el 13 de mayo de 1917– la Virgen se le aparecíó a los tres pastorcitos en la Cueva de Iria (Fátima) en Portugal y les dejó un mensaje secreto con tres partes: la última correspondía a la revelación de este atentado, que años después leerían en el Vaticano, en el año 2000. De nuevo el número 13 pisando acontecimientos de dimensiones históricas, tanto poco antes del inicio del Tercer Milenio como después de haber iniciado el Tercer Milenio.
En Estados Unidos, al final, la obstinación de hacer prevalecer a la ciencia sobre todo tipo de creencias consideradas ilógicas e irracionales tal vez por poco les cuesta la vida a los tres astronautas que casi perecen en lo que pudo haber terminado como una gran catástrofe, pero que de cualquier modo terminó en el derrumbe de las misiones espaciales de la NASA proyectadas no solo hacia la Luna sino a otros planetas como Marte.
La nota completa al respecto publicada en el periódico local es la siguiente:
Hace 50 años tres astronautas sobrevivieron al Apolo 13, ¿Podía pasar de nuevo?
Un viaje a la luna en esta década sería más seguro, pero podría no serlo también
The New York Times
EL DIARIO DE JUAREZ
Lunes 13 de Abril, 2020
El Apolo 13 casi mató a tres astronautas de la NASA. ¿Será más seguro la próxima vez que las personas se dirijan a la luna, más de 50 años después?
"Más seguro, sí", dijo Douglas O. Stanley, presidente y director ejecutivo del Instituto Nacional de Aeroespacio. "Tenemos sistemas más confiables ahora".
Piense en el medio siglo de avances en otros modos de transporte. Los autos nuevos están repletos de frenos antibloqueo, bolsas de aire, frenos automáticos de emergencia y cámaras de respaldo, innovaciones que faltaban en los autos en las carreteras de 1970. Los sistemas de seguridad ahora aplican automáticamente los frenos si un tren va demasiado rápido en una curva. Los accidentes de avión son mucho más raros, incluso cuando la cantidad de vuelos se ha multiplicado.
Los cohetes y las naves espaciales también se están volviendo mucho más sofisticados. "Las piezas son más confiables", dijo Stanley. "Los motores de cohete son más confiables que en los años 60".
Eso significa que el próximo viaje a la luna, previsto más adelante en esta década, debería ser más seguro, pero no seguro del todo.
"Es un vuelo espacial, estás operando en un entorno bastante difícil", dijo Gene Kranz, el director de vuelo que estaba a cargo del control de la misión Apolo 13, la noche del 13 de abril de 1970 cuando algo salió mal.
La misión se había lanzado dos días antes, y los tres astronautas a bordo, James A. Lovell Jr., Fred W. Haise Jr. y John L. Swigert Jr., ya estaban a 320 mil kilómetros de la Tierra, en camino a ser la cuarta tripulación estadounidense en llegar a la luna. Justo después de las 10 de la noche, el control de la misión le pidió a Swigert, el piloto del módulo de comando que debía orbitar la luna, que realizara un "cryo stir", una tarea de rutina para verter brevemente hidrógeno y oxígeno ultrafríos en los tanques de los propulsores. La nave espacial se sacudió. Luces de advertencia encendidas. "Creo que hemos tenido un problema aquí", informó Swigert, pero no estaba claro qué tan serio era el problema.
Ese no fue el único problema grave de la era Apolo. Durante el Apolo 11, el módulo de aterrizaje lunar estaba casi sin combustible antes de que Neil Armstrong encontrara un lugar para aterrizar. A medida que la misión Apolo 12 se puso en marcha, un rayo golpeó el cohete Saturno 5 durante el despegue, sobrecargando los sistemas electrónicos. Sorprendentemente, el cohete se mantuvo en curso cuando un astuto controlador de tierra recordó un interruptor que reiniciaba los sistemas.
Lo que los científicos han aprendido en los últimos 50 años ha minimizado muchos de esos riesgos. Ahora hay mapas mucho más detallados de la superficie de la luna. Las reglas de lanzamiento se endurecieron para evitar el impacto de un rayo, y las herramientas meteorológicas ahora son mucho más capaces de detectar una acumulación de carga eléctrica en la atmósfera.
Bajo el presidente Trump, la máxima prioridad para la NASA es enviar astronautas a la luna. El año pasado, su administración aceleró el calendario para el primer aterrizaje tripulado del nuevo milenio (aunque los retrasos por el coronavirus han generado nuevas dudas sobre este calendario).
La NASA nombró al nuevo programa lunar “Artemisa”, en honor a la hermana de Apolo en la mitología griega.
Las comparaciones directas entre las misiones Artemisa y Apolo son difíciles de hacer, porque la NASA aún no ha decidido todos los detalles de cómo aterrizará en la luna. La NASA está adoptando un enfoque comercial, solicitando propuestas de compañías como Blue Origin, la compañía de cohetes iniciada por Jeffrey P. Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon, así como de Boeing, que está construyendo la primera etapa del cohete.Dos de las principales ventajas tecnológicas disponibles en la actualidad son mejores sensores, por ejemplo, una pequeña cámara en las entrañas de la nave espacial podría revelar el alcance de cualquier daño de inmediato, y sistemas de comunicaciones mejorados.
Los controladores de misión y la tripulación del Apolo 13 se vieron afectados por la incapacidad de enviar instrucciones rápidamente. La lista de verificación para reiniciar el módulo de comando antes de volver a ingresar tuvo que leerse línea por línea a los astronautas, y Swigert tuvo que escribir todo a mano.
Hoy, las instrucciones podrían simplemente mostrarse en la pantalla de una computadora o imprimirse. Pero la capacidad mucho mayor de las computadoras modernas conlleva peligros potenciales
"Nuestra mayor ventaja y mayor preocupación se centran en la misma área", dijo Joseph W. Dyer, vicealmirante retirado de la Marina de los Estados Unidos.
La nave espacial ahora puede realizar muchas tareas de forma autónoma, pero en el complejo código del software, "los errores se abren paso y, a veces, son catastróficos", dijo Dyer. "La conclusión es que, con una gran capacidad, viene una gran complejidad".
Ese escándalo surgió durante la prueba no tripulada de diciembre pasado de la nave espacial Starliner de Boeing, diseñada para llevar a los astronautas de la NASA hacia la Estación Espacial Internacional. Las pruebas inadecuadas omitieron al menos dos errores graves de software que llevaron a que la misión finalizara antes de tiempo y no lograra su objetivo principal. Uno de los errores podría haber llevado a la pérdida catastrófica de la nave espacial si no hubiera sido atrapada cuando la cápsula orbitaba la Tierra. La NASA y Boeing ahora están revisando más de 1 millón de líneas de código antes de una repetición del vuelo de prueba sin tripulación a finales de este año.
Artemisa tampoco tendrá tantos vuelos de prueba como Apolo. Los astronautas deben estar a bordo solo durante el segundo vuelo del Sistema de Lanzamiento Espacial, y el alunizaje debe ser parte del tercer vuelo.
Con el entrenamiento exhaustivo, los controladores de la misión pudieron reaccionar rápidamente durante el Apolo 13. Optaron por no hacer un giro en U inmediato, lo que habría requerido encender el motor en el módulo de servicio dañado. Al tomar un camino alrededor de la luna, los tres astronautas tuvieron un viaje más largo a casa, pero uno que la tripulación de tierra apostaría sería más seguro.
Cuando el módulo de servicio fue desechado justo antes de volver a entrar, los astronautas finalmente pudieron ver el daño causado por la explosión. La orden de no confiar en el módulo de servicio dañado había sido correcta.
"Tenía un equipo que estaba bien preparado cuando las cosas salieron mal", dijo Kranz. "Es más fácil construir una nave espacial que conformar el equipo".
Lo que se antoja casi increíble es que todas estas coincidencias se estén dando precisamente en una época en la que la pandemia mundial del coronavirus Covid-19 cerró por vez primera los templos católicos y cristianos alrededor del mundo, y hasta la gran peregrinación a Fátima que reúne hasta 300 000 fieles cada 13 de Mayo, fue cancelada a causa de la epidemia de coronavirus, informó el martes el santuario católico, en el centro de Portugal. "Debido a la pandemia y a la necesidad de evitar la propagación del virus, esta es la única decisión razonable y responsable que podíamos tomar", explicó el obispo de Fátima, monseñor Antonio Marto, en un vídeo publicado en el sitio del santuario.
Según la tradición católica, la Virgen María se apareció a tres jóvenes pastores en seis ocasiones durante el año 1917, la primera el 13 de mayo. En 2017, en la inmensa explanada del santuario, situado a 130 kilómetros al norte de Lisboa, el papa Francisco canonizó a dos de los tres pastores de Fátima, al cumplirse cien años exactos de su primera visión. Jacinta y Francisco Marto se convirtieron así en los santos más jóvenes de la historia de la Iglesia católica que no murieron como mártires. El sumo pontífice argentino fue el cuarto papa que realizó la peregrinación a Fátima después de su predecesor Benedicto XVI en 2010, Pablo VI en 1967 y Juan Pablo II en 1982, 1991 y 2000. Este último tenía una devoción particular por Nuestra Señora de Fátima, convencido que le había salvado la vida en el intento de asesinato del que había sido víctima el 13 de mayo de 1981, en la plaza de San Pedro, en Roma, y en el que resultó gravemente herido
Ya anteriormente se habían documentado en esta bitácora algunas observaciones sobre hechos relevantes en los que destacó la presencia del número 13, en la entrada El día que murieron las redes sociales publicada el miércoles 13 de Marzo de 2019.
El temor, justificado o no, al número 13, conocido como la triscaidecafobia ha sido relacionado con el hecho de que hubo 13 personas en la última Cena de Jesús y que este último fue ejecutado poco después, aunque probablemente esta hilación se originó en la Edad Media. Se ha relacionado también con el hecho de que un calendario lunisolar seguramente debe tener 13 meses en algunos años, mientras que el calendario solar gregoriano y el calendario lunar musulmán siempre tienen 12 meses en un año. El número 13 puede haber tocado hasta a los Vikingos; se cree que Loki, en el panteón nórdico, era el 13º dios. Esto se "cristianizó" más tarde al decir que Satán era el 13º ángel. Hay otra relación que tiene al viernes 13 como protagonista, la captura y muerte de los Templarios, siendo quemados vivos en la hoguera un día viernes 13 de octubre 1307. Ese día acababa el poder de los monjes guerreros, pudiéndose achacar esto a la mala suerte. Pero también está relacionado con la maldición de Jacques de Molay, último gran maestre de los Templarios, que convocó ante el tribunal de Dios al rey Felipe IV de Francia y al Papa Clemente V — quienes habían sido los artífices de aquella destrucción del orden del Temple —, muriendo los dos sin haber transcurrido el plazo de un año, tal como el gran maestre había predicho.
El próximo día 13 será el miércoles 13 de mayo de 2020. Mejor quedarse en casa ese día, que de cualquier modo es probable que será una reclusión obligatoria ordenada por las autoridades en caso de que se extienda la cuarentena en México, una cuarentena ocasionada por una pandemia que parece que está convirtiendo a gobernantes y políticis otrora racionalistas y agnósticos en pesimistas agoreros de un apocalipsis en cuestiones de materia económica y política. Los científicos, los racionales, los que no creen para nada en cuestiones de suerte o predestinación que tengan que ver con cosas sobrenaturales, esos mejor que se remitan a la NASA. O mejor no, al menos no en este día.
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