martes, 13 de julio de 2010

El gozo se fue al pozo

Tras el inesperado triunfo de México sobre Francia, muchos mexicanos llegaron a creer sinceramente, con sus expectativas infladas de más por los comentaristas de las televisoras comerciales de México, que en esta ocasión México tenía realmente a la Copa Mundial de Futbol al alcance de su mano. Se intensificaron los promocionales a través de la televisión de la “Iniciativa México” con el director técnico de la selección nacional Javier Aguirre diciendo que “hay que pasar del México del sí se puede al México del sí se pudo”. Pero el gozo no duró mucho. Después de ganar perdiendo ante Uruguay (cayendo 1-0 pero de todos modos calificando para la siguiente ronda), eventualmente vino el enfrentamiento contra Argentina, y sucedió lo que tenía que suceder. Tal y como se había anticipado en lo que publiqué en la bitácora el 25 de junio bajo el encabezado “Locura futbolera”, la locura se desinfló como suele ocurrir cada cuatro años en México tras el duro despertar de la falsa realidad creada con fines meramente comerciales por las cadenas privadas de televisión y sus patrocinadores. México quedó eliminado en el camino hacia la copa mundial al ser derrotado por Argentina por 3-1, eliminado en octavos de final, una derrota que en México llevó a un joven a su suicidio y al director de FONATUR (hermano del Secretario de Gobernación) a involucrarse en Sudáfrica en un escándalo contra los argentinos que terminó costándole su puesto. Discretamente, las televisoras en México empezaron a bajarle el tono, retirando los promocionales en donde aparecía Javier Aguirre diciendo “hay que pasar del México del ya merito al México del sí se pudo” mientras que en los periódicos y en las revistas se ponía un encabezado sobre Javier Aguirre culpándolo de la derrota con la frase NO PUDO.

Muchos mexicanos, con las lágrimas en los ojos, se preguntaron lo mismo de siempre: ¿qué pasa? Parece todo un disco rayado, siempre lo mismo. Es importante reflexionar para poner las cosas en su justa dimensión y ver con algo de optimismo hacia el futuro. Lo primero que hay que entender es que México no es una potencia mundial en este deporte. Para ser una potencia mundial en cualquier deporte, no basta con que las televisoras de un país estén repitiéndolo noche y día como disco rayado en la creencia de que si todos lo creen llegará a ser realidad por la fuerza de la repetición constante. Las ligas y selecciones nacionales más fuertes se encuentran en Europa (Italia, Alemania, Inglaterra, España) y Sudamérica. En Sudamérica, el deporte inglés llegó a finales del siglo XIX y se arraigó fuertemente en Uruguay (campeón olímpico en 1924 y 1928 y del mundo en 1930 y 1950). Los primeros grandes estadios del continente se construyeron allá, el Centenario en Montevideo en 1930 y el Maracaná en Brasil en 1950. El futbol sudamericano creció de la rivalidad entre Uruguay y Argentina, y después, a partir de 1958 de estos dos con Brasil que evolucionó a potencia futbolera. Las dictaduras militares de Sudamérica apoyaron también fuertemente este deporte como instrumento de enajenación y control político. El Mundial de Argentina 78 se realizó por una junta militar. En México, el futbol llegó un poco más tarde y en una región (Norteamérica) donde este deporte no es tan popular. En Estados Unidos este deporte se practica en una liga comercial desde hace algunos 12 años, por lo que los mexicanos no tenemos competencia de nivel de cerca. En Sudamérica, la Copa Libertadores se creó por los años 60 y sirve para foguear a los equipos campeones y subcampeones de todo Sudamérica. México sólo se incorporó recientemente a este torneo. Hay otros aspectos que influyen en el estancamiento del futbol mexicano. El Estado en realidad no tiene una política en este tema, la Federación Mexicana de Futbol la manejan los dueños de los equipos mexicanos, que muchos de ellos no saben nada y sólo lo ven como negocio. El Presidente de la República sólo se acuerda del futbol cuando hay que tomarse una foto, pero no tiene una política en la materia, lo que predomina es el interés de lucro de este bello deporte. Los aficionados tampoco están organizados y no tienen forma de presionar a los dueños de los equipos (en Argentina por ejemplo, las “porras” tienen mucho poder e influencia en algunas de las decisiones de los equipos). La Federación Internacional de Futbol también tiene decisiones que perjudican a las potencias emergentes como México e influyen en el arbitraje. Por ejemplo, ¿por qué designar en el juego México-Argentina a un árbitro italiano (Rosetti) a sabiendas de la cercanía cultural, futbolística y económica entre argentinos e italianos? Hay que ocuparse del futbol mexicano. El Congreso podría organizar una comisión para que escuchando a las diferentes partes de este negocio-deporte —empresarios, futbolistas, prensa, árbitros, aficionados— hiciera recomendaciones en la materia y regulara lo necesario. El gobierno de Coahuila, por ejemplo, promovió y financió en parte la construcción del nuevo estadio espectacular del Santos en Torreón. Hay que hacer muchas cosas, como ésta en el deporte de las patadas. La Copa Mundial de Futbol no va a caer de la nada a México, llovida del Cielo, si no se hacen esfuerzos serios por conquistarla.

Por lo pronto, en México se sigue pensando que se tienen mediocres desempeños deportivos debido a que un director técnico metió a un jugador en lugar de otro en un partido, y por eso se “renunció” al Vasco Javier Aguirre que rescató a una selección a punto de la eliminación en Concacaf, por haber perdido un juego contra un equipo argentino claramente más talentoso que el mexicano. España ha tenido otra filosofía con mejores resultados. Ha entendido que el éxito en el deporte es un trabajo de largo plazo y de continuidad. No solamente les dio tiempo suficiente a los directores técnicos Vicente del Bosque y Luis Aragonés para trabajar con el equipo nacional de futbol, sino que ha aplicado una estrategia exitosa que le ha permitido transformarse en poco tiempo en una verdadera potencia deportiva. Durante décadas España tuvo desempeños deportivos similares o peores a los de México. En los Juegos Olímpicos de México 1968 el equipo español no obtuvo ninguna medalla. En 1972 en Múnich consiguió solamente una de bronce. En 1976 ganó dos de plata. Hoy España es una gran potencia deportiva y no sólo en futbol. En Beijing 2008 los atletas españoles obtuvieron 18 medallas, cinco de ellas de oro. En Atenas 2004 su total fue de 19 medallas. Los deportistas españoles se distinguen en tenis (Rafael Nadal), ciclismo (Alberto Contador), basquetbol (Pau Gasol), motociclismo (Jorge Lorenzo), automovilismo (Fernando Alonso) y muchas otras especialidades. En los años ochenta el llamado Consejo Superior de Deportes del gobierno español inició la tarea de encontrar talento y encauzarlo al deporte de alto rendimiento. El Ministerio de Hacienda de España mantiene beneficios fiscales a las empresas que inviertan en el desarrollo de talento deportivo. Más importantes han sido las actividades deportivas en las escuelas públicas y las ligas infantiles y juveniles de los equipos profesionales de futbol y otros deportes. Hay quien piensa que el éxito deportivo de España es producto del dinero. España es un país rico mientras que el nuestro es pobre. Pero el dinero no lo es todo. En 2009 el presupuesto del Consejo Superior de Deportes de España fue de 193 millones de euros, o 3 mil 211 millones de pesos al tipo de cambio actual de 17 pesos por euro. ¿Puede México pagarse un lujo tal? La verdad es que ya lo hace. El presupuesto de la Conade, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, es de 3 mil 946 millones de pesos en este 2010. Es más dinero que el que del gobierno en España, pero con resultados mucho peores.
El despido del Vasco Aguirre por la Federación Mexicana de Futbol nos revela la poca intención que hay en México de trabajar en el largo plazo. Dos veces ha rescatado el malogrado técnico Javier Aguirre a la selección nacional a punto de la descalificación en Concacaf y dos veces la ha llevado a la segunda ronda del Mundial. Hoy debería estar empezando el trabajo para Río 2014. Pero no. En México se gusta de improvisar. No se ha entendido que el éxito que ha tenido España en materia deportiva es producto de programas de largo plazo bien pensados y que se han fundamentado en el descubrimiento y desarrollo de talento joven. En 1999 España ganó la Copa del Mundo sub 20 en Nigeria y muchos de sus jugadores han sido, 11 años después, integrantes de la selección que ganó la Copa del Mundo Sudáfrica 2010. México ganó la Copa del Mundo sub 17 en Perú en 2005. Varios jóvenes de aquel entonces, como Giovani dos Santos y Carlos Vela, están hoy en la selección mayor, pero faltaría un enorme esfuerzo si se quiere repetir el éxito de España con sus jóvenes de 1999.

Hay psicólogos que sostienen que todos los juegos de cualquier tipo son malos porque para que haya un triunfador siempre se requiere que haya una víctima. Y en el caso de la Copa Mundial de Futbol, conforme fué avanzando la competencia invariablemente iba creciendo el número de víctimas, y fue como una especie de maldición que iba pasando del uno a otro, de tal modo que el que hoy era ganador viendo llorar al perdedor, al rato le tocaba su turno de ser perdedor y de verse llorando a sí mismo ante un espejo con la afición de su país con el alma desgarrada como en las mejores óperas de obras trágicas. Es así como:

Cuando México ganó, toda Francia lloró (2-0).

Cuando Argentina ganó, todo México lloró (3-1).

Cuando Alemania ganó, toda Argentina lloró (una goliza de 4-0).

Cuando España ganó, toda Alemania lloró (1-0).

Y cuando España volvió a ganar, toda Holanda lloró (1-0).

Tomando en cuenta el hecho de que al final hubo un solo triunfador y todos los demás competidores, tanto jugadores como paisanos, quedaron con los ojos llorosos, abatidos, como si fuese la ocasión de lamentar un duelo nacional por una gran y enorme tragedia que fue enlutando naciones enteras, la competencia mundial de futbol debe ser el juego más masoquista de todos. ¿Acaso no se habrá dado cuenta mucha gente de que no es para tanto, que a fin de cuentas el futbol no es nada más que un juego? Aunque por otro lado también es cierto que los jugadores de futbol son los gladiadores del nuevo milenio que han subsituído a los gladiadores de la antigua Roma para quienes la derrota significaba la pérdida de la vida. Al menos en esto ha habido algún avance, y la gente ya no espera ver sangre más que en los ruedos en las corridas de toros.

Además de España, el héroe indiscutible de la Copa Mundial de Futbol Sudáfrica lo fué el pulpo Paul, que predijo correctamente los diez resultados que se le pedía que predijera, sin fallarle a uno solo. Este pulpo a pasado a la historia por la puerta grande. Paul el psíquico, Paul el oráculo, Paul el incomparable. Pongamos aquí al verdadero campeón de campeones para dar tributo a su incomparable habilidad para vaticinar correctamente sin fallarle a sus pronósticos:




Locura futbolera -- 25 de junio