viernes, 29 de julio de 2016

Un inconveniente de candidaturas independientes

En otros tiempos, los partidos políticos representaban posturas ideológicas firmes que le daban una opción al electorado. Los partidos liberales en su mayoría, por ejemplo, adoptan una posición en pro del aborto como una decisión personal que le corresponde hacer a una mujer en pleno uso de sus derechos y facultades mentales (como ocurre en Rusia, la primera nación en donde se legalizó la práctica del aborto bajo el gobierno comunista de la Unión Soviética), mientras que los partidos conservadores apoyados por corrientes religiosas lo consideran como un crimen que debe ser penalizado castigando a la mujer y a los médicos y enfermeras que incurran en la práctica de legrados (como ocurre en países latinos mayoritariamente católicos). Los partidos de izquierda están a favor de esquemas socialistas en los que se aboga por una distribución más igualitaria de la riqueza nacional cargándole la mano en los impuestos a los que más ganan (como ocurre en los países nórdicos), mientras que los partidos de derecha se oponen a los esquemas económicos socialistas y apoyan filosofías capitalistas de libre empresa y libre mercado que permiten que unos cuantos logren acaparar en sus manos la mayor parte de la riqueza nacional. Estas son opciones distintas, y el sistema de partidos daba una manera al electorado de poder decidir el rumbo que debería tomar el país.

Pero en México el sistema de partidos ha degenerado, y en vez de tomar como bandera ciertas causas sociales, políticas y económicas, el principal objetivo (de hecho, el único) se ha convertido en una lucha entre varias facciones por el poder mismo, y por ello vemos alianzas francamente esquizofrénicas (desde la perspectiva ideológica que dicen representar) en tiempos electorales como el otrora derechista Partido Acción Nacional y el otrora izquierdista Partido de la Revolución Democrática para arrebatarle el poder en elecciones locales a un Partido Revolucionario Institucional que nunca se ha definido a sí mismo ni de derecha ni de izquierda. Se trata simplemente de un “quítate que ai' voy yo”.

Es por ello que, con el fracaso de la partidocracia, hay quienes ven en las candidaturas independientes de personajes que no estén afiliados a ningún partido político una esperanza de poder llevar una verdadera democracia representativa ante el Congreso de la Unión y a los gobiernos locales y nacionales, libres de las ataduras y compromisos a partidos convenencieros que ya no representan ninguna ideología y solo están interesados en la repartición de cuotas de poder a través de esquemas anti democráticos como los diputados y senadores de representación proporcional (plurinominales).

Uno de los intelectuales que propone basar la nueva democracia mexicana no en el cada vez más anquilosado sistema de partidos políticos sino en el esquema de los candidatos independientes es Jorge Castañeda, quien fuera el primer mexicano en anunciar su candidatura presidencial para el 2006 sin ser nominado por un partido político, aunque un juez de distrito desechó sus argumentos. Eventualmente su caso llegó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y los escándalos subsecuentes dejando muy mal parada la imagen del gobierno de México en el exterior prácticamente forzaron a la partidocracia en México a darle paso a las candidaturas independientes. Jorge Castañeda escribió un libro titulado Solo así: Por una agenda ciudadana independiente, que puede ser considerado como un ensayo grande o un libro pequeño. El texto está subdividido en tres partes. La primera parte es una crítica a la mitad del gobierno actual en donde dice que “la mancuerna mortal de corrupción y violaciones a los derechos humanos, unida por el pecado mayor de la impunidad, hundió al sexenio de Peña Nieto”, añadiendo que las reformas, “muchas de ellas necesarias, virtuosas, productivas a mediano plazo”, quedaron opacadas, por hechos asociados a la corrupción como la Casa Blanca, Malinalco y el tren chino, pero también por eventos relacionados con la violación a los derechos humanos como Ayotzinapa, Apatzingán, Tlatlaya y Tanhuato. En la segunda parte ofrece lo que piensa que son los puntos medulares de una agenda ciudadana. Están relacionados con la corrupción, la violación de los derechos humanos, la reforma del sistema de partidos y de representación, la defensa de las minorías y “la desdichada mayoría compuesta por los consumidores mexicanos”. Para Jorge Castañeda sólo una candidatura apartidista puede hacer suyas estas demandas. Una agenda ciudadana debe hacerse cargo de los temas que también asumen los partidos como el crecimiento económico, la salud, la educación y combate a la pobreza, pero en el texto hace “hincapié en lo que no se menciona tanto, o en lo que se dice pero no se hace, y no se hará, si todo queda en manos de los partidos”. La tercera parte sostiene que los cambios que México necesita sólo los puede realizar “un gobierno exterior a la partidocracia, que nazca de fuera de los partidos, que como fuerza externa al sistema lo obligue a transformarse”. Ese gobierno, añade, sólo “puede provenir exclusivamente de una candidatura independiente a la presidencia, única y con un programa, con un equipo de campaña y de un gobierno, y una planilla de candidatos independientes que la acompañen”.

En este 2016 en las elecciones del 5 de junio en el estado de Chihuahua, seguramente inspirados por el triunfo en Monterrey de El Bronco Jaime Rodríguez Calderón quien se convirtió en 2015 en el primer gobernador en México que obtuvo su gubernatura sin estar afiliado a ningún partido político, por primera vez un hombre contendió por la gubernatura de Chihuahua como candidato independiente, José Luis “Chacho” Barraza, mientras que en Ciudad Juárez también por vez primera en su historia contendió por la alcaldía de la ciudad mi tocayo Armando Cabada. El primero no pudo concretar su aspiración de convertirse en el primer gobernador independiente de Chihuahua, mientras que el segundo sí logró triunfar sobre su oponente el candidato oficial Héctor Murguía Lardizábal ganándole en las urnas en razón de dos a uno.

El pueblo supone que un candidato independiente está en mejores condiciones para gobernar porque llega sin compromisos ni ataduras a su cargo, sin deberle lealtad a ningún partido político ni a los dogmas de ningún partido. Sin embargo, esto es una ficción, porque las candidaturas independientes tienen un pequeño gran inconveniente en el que muchos aún no se han puesto a pensar.

Sin duda alguna, para echar a andar una campaña política en cualquier país, se requieren fuertes sumas de dinero para que un candidato cualquiera, independiente o afiliado a algún partido político, se pueda dar a conocer a través de los medios y pueda movilizarse. Un candidato con amplios recursos económicos siempre tiene más probabilidades de ser reconocido por donde va y ganarse la confianza de la gente que un candidato que no tiene un solo centavo en el bolsillo y depende de la ayuda de sus simpatizantes para poder obtener dinero para poder contratar publicidad y poder promocionarse. Y he aquí en donde está el intríngulis: ¿de dónde va a salir el dinero que va a financiar al candidato independiente?

De acuerdo con Sistema Integral de Fiscalización (SIF) del Instituto Nacional Electoral  responsable por primera vez de la fiscalización de estos comicios locales, en el caso del independiente Armando Cabada y su contrincante el priista Héctor Murguía Lardizábal, Armando Cabada gastó 6 millones 85 mil pesos, mientras que Héctor Murguía gastó 4 millones 692 mil pesos. Cada uno tenía derecho a erogar hasta 18 millones 707 mil 060 pesos, que fue el monto autorizado como tope, así que ambos se quedaron cortos aunque no por falta de ganas. En lo que toca a Armando Cabada, se pudo dar el lujo de rechazar el financiamiento que le ofrecía el INE como candidato independiente por tratarse de una suma ridícula, 30 mil pesos, más no así Héctor Murguía que por ser candidato del PRI recibió a través de su partido una suma millonaria de fondos públicos que de otra manera habría tenido que salir de sus propios bolsillos.

Generalmente hablando, los candidatos de los partidos políticos no pagan sus campañas con dinero salido de sus propios bolsillos ni los partidos políticos se sostienen con las aportaciones voluntarias que hagan sus militantes. Los partidos reciben dinero público para su sostenimiento y operación, tanto para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México como para los gastos de los partidos en su sostenimiento así como en sus campañas políticas (en países como Estados Unidos, los partidos Republicano y Demócrata no reciben un solo centavo de las arcas públicas, tienen que buscar sus propios recursos en donde puedan encontrarlos). Antes del arribo de los candidatos independientes al panorama político nacional, se había considerado que era necesario dar cierto apoyo económico a los partidos para evitar que por falta de recursos cayeran en la tentación de buscar ayuda con fondos de procedencia ilegal. El esquema de repartición de recursos públicos a los partidos, pese a la oposición de la ciudadanía, había estado funcionando. El problema se vino cuando los candidatos independientes empezaron a reclamar para sí dinero de las arcas públicas “para poder competir en condiciones de equidad”. No es posible hacer el propósito de proporcionarle a todos los candidatos independientes que se quieran registrar las mismas cantidades de dinero que usualmente se le proporcionan a los partidos políticos, porque si para cierta elección se registran no uno o dos sino cien aspirantes reclamando para sí la misma cantidad que se le da a partidos como el PAN o el PRI, ningún presupuesto va a alcanzar por la suma estratosférica que se acumularía casi de inmediato. No queda más remedio que darle a cada uno de los candidatos independientes una cantidad mucho menor, podríamos decir incluso simbólica, que la que se le proporciona a cada partido político. ¿Entonces de dónde van a sacar los candidatos independientes el dinero necesario para poder competir en condiciones de equidad con los candidatos afiliados a los partidos políticos? ¿De sus propios bolsillos? Un multimillonario como Donald Trump puede darse el lujo de financiar su propia campaña política aún en caso de que pierda en las elecciones porque dinero es lo que le sobra, pero en México no tenemos tantos magnates dispuestos a competir en los procesos electorales sacando dinero de sus propios bolsillos para sus campañas. ¿Entonces de dónde van a sacar dinero los candidatos independientes que no lo tienen? Aquí es donde entra el meollo del asunto. Tómese en cuenta que en el caso de los candidatos independientes es mucho más difícil fiscalizar la procedencia de los recursos propios que usaron para sus campañas que en el caso de los partidos políticos. A los partidos políticos el dinero en su mayor parte se los proporciona directamente el gobierno, y la fiscalización consiste en que justifiquen la manera en la cual gastaron el dinero que se les dió. Pero tratándose de los candidatos independientes, al no poder darles más que una suma meramente simbólica se les está obligando a que pongan dinero de sus propios bolsillos o que obtengan “padrinos” generosos que les darán fuertes sumas de dinero pero a sabiendas de que, en caso de ganar, se estará adquiriendo un compromiso para dar algo a cambio por la ayuda que se recibió. En pocas palabras, el candidato independiente, más que cualquier otro, está propenso a caer en la tentación de adquirir compromisos con gente sin escrúpulos a cambio de la ayuda económica que le será proporcionada para sus gastos de campaña. Esto se presta a actos de corrupción y soborno en escala mayor, ya que los “padrinos” pueden ser propietarios de empresas constructoras con aspiraciones a contratos multimillonarios para obras públicas, o pueden ser inclusive narcotraficantes que esperan que se les deje trabajar o que se les ayude de alguna manera en la protección de su negocio ilícito.

En el caso de Armando Cabada, ya sabemos que su campaña le costó 6 millones 85 mil pesos mientras que a su adversario Héctor Murguía le costó 4 millones 692 mil pesos. Al segundo no le preocupa tanto el  haber perdido, que al fin y al cabo no fue dinero salido de su propio bolsillo sino que, en su mayor parte, se trata de dinero que le proporcionó el mismo INE. Pero Armando Cabada, que inclusive gastó más dinero que Héctor Murguía, ¿de dónde sacó los seis millones de pesos? ¿Acaso se sacó la lotería? Ciertamente no de sus propios ahorros trabajando como conductor de noticieros para la empresa de su padre Don Arnoldo Cabada de la O, a menos de que tenga un sueldo que no ganan ni siquiera los gerentes de las empreas maquiladoras norteamericanas. Armando Cabada puede justificarse diciendo que recibió un préstamo o una “ayudadita” de su padre Don Arnoldo que es rico, aunque en caso de haber perdido las elecciones esto habría sido un evento casi doloroso para la gran familia Cabada.

De hecho, a los seis millones que gastó Armando Cabada en su campaña, hay que sumarle otro millón de pesos, esto después de que las autoridades electorales notificaron a Armando Cabada ya como presidente municipal electo de Juárez el monto de la sanción económica que le impusieron luego de que dictaminaron que durante su campaña incurrió en diez irregularidades, cuatro de ellas graves, con respecto al manejo financiero de su campaña electoral. El Instituto Nacional Electoral notificó a Cabada sobre el pago obligatorio de más de un millón de pesos, tras considerar que incurrió en varias irregularidades y que cuatro de las cuales responden al calificativo de “graves ordinarias”. Calificando la sanción como injusta, Cabada calificó al sistema electoral como inequitativo ya que tiene que pagar la multa con dinero de su propio bolsillo (¿un millón de pesos?), mientras que los partidos políticos financiados por el Estado responden por sus candidatos.

El hecho de que los candidatos independientes tienen que financiarse con sus propios recursos casi los obliga, en caso de no ser ricos, a buscar ayuda económica de quienes les darán tal ayuda a la espera de obtener algo importante a cambio. ¡Pero la razón de ser de los candidatos independientes, la justificación que se les daba, era que podían gobernar mejor por entrar a gobernar sin ningún compromiso con nadie, sin tener que andar pagando facturas por allí, sin tener ataduras de ninguna especie!

Las candidaturas independientes son el sueño dorado de cualquier narcotraficante. Al ver a algún candidato promisorio con arrastre entre las multitudes, un capo le puede facilitar a un candidato independiente millonadas de pesos que el candidato puede alegar que se trata de dinero suyo propio que estaba guardando “debajo del colchón”, que al fin y al cabo no hay forma de comprobárselo. E irónicamente, un candidato independiente en caso de triunfar puede llegar mucho más comprometido y con muchas más facturas a pagar que el candidato de algún partido cuya campaña ha sido financiada a través de su partido con recursos públicos que no lo compromenten a nada. Y este es el “pequeño” gran inconveniente de las candidaturas independientes, lo suficientemente grande como para cuestionar con seriedad si realmente queremos que la democracia en México se deshaga por completo del sistema de partidos y se maneje únicamente a través de gobernantes surgidos como candidatos independientes. El experimento de la partidocracia le ha dado hasta hoy resultados mediocres a México. Pero la ruta de llenar de independientes todos los puestos clave del gobierno se antoja mucho más riesgosa y con muchos mayores peligros que la partidocracia. Esta podría ser una buena manera para los partidos políticos para seguir justificando su inexistencia, por inútiles que nos parezcan. Tal vez sea mejor conformarnos de que al menos los partidos se pongan de acuerdo para terminar con la maroma de los cargos de representación proporcional o plurinominales, aceptando que solo gane el que realmente gane y no el que obtenga una cuota de poder en base a lo que le toque a cada partido según lo que dicte la plurinominalidad que ya no tiene razón de ser ahora que los tiempos del partido único han pasado a la historia y seguramente no regresarán a México nunca más.

lunes, 25 de julio de 2016

Impugnación inútil

Muchos políticos mexicanos no aprenden las lecciones del pasado distante de lo que ha ocurrido en otros países. Pero otros ni siquiera aprenden las lecciones del pasado reciente de lo que ha ocurrido en el mismo México. Uno de tales políticos es sin duda el malogrado candidato del PRI a la gubernatura de Chihuahua en las elecciones del 5 de junio de 2016, Enrique Serrano Escobar. En la entrada en esta bitácora correspondiente al 8 de junio de 2016 titulada “Castigo a la soberbia”, se dejó en claro que Enrique Serrano se comportó como un candidato presumido que con sus aires de pedantería parecía creer que más que un proceso electoral la contienda en Chihuahua no iba a ser más que una aclamación popular en la cual los resultados en las urnas servirían únicamente como confirmación de algo que se tenía que tomar como un hecho dado por seguro de antemano, su inminente ascenso a la gubernatura. Mientras Enrique Serrano se dedicaba a inflar su ego y se dedicaba a planear lo que haría como gobernador de Chihuahua incluída la repartición de puestos de importancia, su más cercano contendiente estuvo luchando en contra suya a brazo partido habiendo empezado con una formidable guerra sucia en febrero de 2016 para competir en contra de Enrique Serrano. De este modo, y en forma sorpresiva e inesperada para un PRI que no hizo nada para responder con vigor y energía a la guerra sucia que le estaban haciendo los militantes del PAN, el repudio del pueblo en las urnas al candidato oficial Enrique Serrano le demostró al otrora invencible partido tricolor de que en la nueva democracia mexicana nadie tiene su triunfo garantizado de antemano, hay que ganarse el triunfo en las urnas luchando con denuedo y no comportándose como un miembro de la nobleza europea.

Tras la derrota, sin poder asimilar el golpe recibido, tanto el PRI como su candidato Enrique Serrano hicieron lo que parecía natural para ellos: alegando irregularidades en el día de las elecciones, tratar de obtener en el Tribunal Estatal Electoral la anulación del proceso electoral para obtener la convocacción a una segunda ronda de elecciones, ¿pero con qué propósito?

Para tratar de convencer al Tribunal Estatal Electoral de que se lleve a cabo la anulación de las elecciones para gobernador llevadas a dabo el pasado 5 de junio d 2016, el PRI argumenta que se detectaron más de 170 mil boletas sobrantes y una serie de irregularidades en la organización del proceso, por lo que acusa también al Instituto Estatal Electoral. El recurso de impugnación se presentó diez días después de la jornada electoral, el miércoles 15 de junio a las 23:19 horas, ante el Instituto Estatal Electoral con sede en la ciudad de Chihuahua, unos minutos antes de la medianoche cuando vencía el plazo legal para inconformarse por los resultados de la elección del cargo de gobernador. Pero según lo establece la normatividad electoral, el medio de impugnación debe ser resuelto por el Tribunal Estatal Electoral (TEE) de Chihuahua en una primera instancia por tratarse de un acto y resolución emitida por el IEE. En una segunda y última instancia, el caso podría ser turnado al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El dirigente estatal del PRI Guillermo Dowell Delgado aseguró que con base en una revisión que realizaron de los resultados electorales se detectó que había un sobrante de 171 mil 506 boletas, lo que pone en duda no sólo el resultado de los comicios, sino la legalidad y transparencia del proceso completo. “Lo que nosotros estamos pidiendo es que se limpie el proceso y se anule la elección”, mencionó de manera determinante. Explicó que de acuerdo con la información obtenida del análisis realizado por un equipo de 650 abogados que revisaron 3 mil 321 actas de escrutinio de la jornada electoral que tienen en su poder a través de los representantes de casilla, detectaron que sobran más de 170 mil boletas. Detalló que para la elección de gobernador de Chihuahua se entregaron un millón 394 mil 301 boletas, pero al sumar el total de los votos emitidos y las boletas sobrantes se obtiene un total de un millón 565 mil 807 boletas, lo que representa una diferencia de 171 mil 506 boletas que aparecieron de manera inexplicable. “No sabemos el origen de estas boletas, hay una serie de elementos que no nos permiten conocerlo, pero seguramente el Tribunal allegándose de las pruebas que estamos pidiendo podrá tener certeza del origen y más allá de eso, si no hubiera certeza del origen de esas boletas, lo que si hay es la falta de certeza en el resultado, que es lo que estamos haciendo valer”, manifestó. Afirmó que ellos (el PRI) no tienen por qué investigar de dónde salieron las boletas que aparecieron de más, sino sólo probar que están ahí, lo que pueden hacer con las actas que tienen en su poder, aunque también expresó su inconformidad porque no les habían entregado las actas faltantes de las cinco mil 156 casillas que se instalaron en todo el estado. “No nos han sido entregadas las actas relativas a los recuentos de votos de todas las casillas que fueron abiertas en Juárez y Chihuahua, a pesar de que las hemos solicitado”, sostuvo en ese entonces. Además de este análisis aritmético, el dirigente estatal del PRI dijo que existen otros factores que generan incertidumbre legal, como el hecho de que el Consejo Estatal del IEE “no acordó el número de boletas a imprimir, ni el plan de impresión y distribución, ni el resguardo de las mismas, ni se convocó a los partidos políticos para la supervisión y destrucción de las placas correspondientes”, afirmando que se trataba de un recurso completamente jurídico y no político, con sustentos sólidos y muy claros que debían ser revisados “con lupa” por el Tribunal Estatal Electoral, agregando que a partir del 6 de junio los priistas habían iniciado una investigación interna amplia para buscar la verdad histórica y determinar por qué perdieron la elección si todas las encuestas les favorecían y había datos que no coincidían. “Terminamos perdiendo por 117 mil votos y era algo aparentemente inexplicable, por lo que empezamos a trazar líneas de investigación jurídica y el fin de semana encontramos un hilo a partir de una serie de elementos que nos llevó a presentar la impugnación. Si a este dato le agregamos que la diferencia entre Javier Corral (el candidato ganador) y Enrique Serrano (el candidato perdedor) fue de 116 mil 503 votos, resulta que la inconsistencia es mayor a la diferencia entre el primero y el segundo lugar”.

Hay analistas independientes que opinan que la nulidad de la elección de gobernador para el estado de Chihuahua resulta procedente, en virtud de que las violaciones denunciadas por el PRI son sustanciales y graves ya que vulneran de manera sistemática y trascendente los principios constitucionales de certeza y legalidad, siendo lo anterior así habido el hecho de que los actos reclamados se realizaron no sólo durante el desarrollo de la elección (injerencia ilícita del INE), sino también, durante la jornada electoral (sufragios emitidos) y con posterioridad a ésta (cómputo y recuento de votos), de tal forma que resulta imposible efectuar un análisis con base en información fidedigna que permita calificar de manera objetiva la legalidad y validez de la elección, agregando los analistas que en efecto las violaciones reclamadas resultan ser generalizadas, toda vez que los hechos denunciados fueron cometidos en todo el ámbito territorial del estado; es decir, no se trata de irregularidades aisladas o focalizadas. Tal y como acontece con la impresión, y la correspondiente distribución y entrega-recepción, de las boletas electorales; son graves por la ilícita invasión de facultades, por parte del INE, con la sumisa complacencia del IEE. Más aún agregan que por sí sola, la invasión competencial del INE justifica la nulidad de la elección de gobernador, en virtud de que los actos emitidos por un órgano sin competencia constitucional son nulos de pleno derecho.

Aún suponiendo que en base a los alegatos presentados por el PRI para obtener la anulación del proceso electoral de Chihuahua de 2016 se logre que en efecto las elecciones sean anuladas y se convoque a una segunda ronda de elecciones, la pregunta más importante en todo esto es, ¿con qué propósito? ¿Con la esperanza de ganar en una segunda ronda electoral haciendo lo que no hicieron antes? Si el único propósito es lograr obtener una victoria en un entorno en donde antes habían perdido, esto se antoja casi imposible, porque esto no cambia en nada las condiciones previas que condujeron a Enrique Serrano a su derrota en las urnas. Una de tales condiciones fue el desaire en el que incurrió el candidato priista Enrique Serrano al ser el único candidato ausente en los foros de discusión y debate a los cuales habían sido convocados los candidatos en los campus del Instituto Tecnológico de Monterrey tanto en la ciudad de Chihuahua como en Ciudad Juárez. A tales foros ciertamente asistieron estudiantes en edad de votar (prácticamente todos los estudiantes universitarios cuentan con mayoría de edad y con credencial para votar), y había en dichos foros estudiantes simpatizantes del candidato del PRI a los cuales el mismo Enrique Serrano los hizo quedar mal. La vergüenza y el ridículo en que dejó Enrique Serrano a los estudiantes universitarios que simpatizaban con él y querían apoyarlo en dichos foros les dejó tan mal sabor de boca que si optaron por quedarse en casa el 5 de junio en vez de salir a votar por el candidato priista que con sus aires de prepotencia quedó muy mal y los hizo quedar mal, lo más probable es que en una segunda ronda de elecciones tampoco saldrán a votar por él. Por otro lado, los que votaron en contra suya seguramente esos sí volverían a salir a votar nuevamente en contra suya, lo cual no le ayudaría en nada a Enrique Serrano en una segunda ronda electoral. Peor aún, es posible que muchos chihuahuenses tomarían la anulación del proceso electoral del 5 de junio como un desafío producto de la soberbia y arrogancia de quien quiere obtener con la ayuda de los tribunales lo que no pudo obtener en la primera ronda de elecciones, y el riesgo de perder en una segunda ronda electoral por un margen aún mayor que el primero es una fuerte posibilidad. Y aquí es donde entra la historia reciente de algo parecido que sucedió en las elecciones celebradas en Colima el año pasado, de lo cual trato con mayor detalle en la entrada titulada “Malos perdedores” el 16 de junio de 2015. En esas elecciones, el Partido Acción Nacional impugnó el proceso electoral después de haber perdido las elecciones en una primera ronda. El PAN demandó la anulación de las elecciones obteniendo de los tribunales electorales lo que quería al determinar los magistrados que la impugnación presentada por el PAN sí era procedente, con el resultado de que las elecciones en Colima fueron anuladas. Se llevaron a cabo nuevas elecciones. ¿Y qué fue lo que sucedió? ¡Que volvió a perder el PAN! Y esta vez perdió por un margen mayor que el margen de votos con el cual había perdido antes.

A menos de que el PRI en Chihuahua esté absolutamente convencido, sin el menor asomo de duda, de que en una segunda ronda electoral obtendrá el triunfo que los mismos electores le negaron en las elecciones del 5 de junio, la segunda ronda electoral puede terminar resultando un ejercicio completamente inútil que puede dejar al PRI en una posición peor que la posición en la que estaba antes, igual que como le sucedió en Colima al PAN. La anulación de un proceso electoral puede ser tomada por los electores como un desafío de un candidato a la voluntad popular, la consecuencia de una anulación es que  puede terminar siendo vista como el mal comportamiento de un partido y un candidato que están tratando de ganar a como dé lugar recurriendo al destaste de los votantes y a la ayuda de los tribunales, con el riesgo de que el resultado de una segunda ronda electoral termine siendo peor por ser el resultado de un universo de votantes enardecidos que querrán aprovechar la segunda ronda electoral para propinarle al PRI en Chihuahua una lección durísima que puede afectarlo negativamente en procesos electorales futuros.

El PRI debería de haber aprovechado la experiencia de las elecciones llevadas a cabo en Colima en el año 2015 reconociendo su derrota dejando las cosas como están. Y en cuanto a Enrique Serrano, ya tuvo su oportunidad, y es mejor que se tome unas vacaciones prolongadas para reflexionar sobre las causas de su derrota, los errores que cometió como candidato, y aprender que el peor error en el que puede incurrir un político en los tiempos modernos en México es incurrir en el triunfalismo y la soberbia. Los tiempos del “voto duro” ya son cosa del pasado, ningún partido puede contar ya con ningún “voto duro” para obtener su triunfo, hay que luchar a brazo partido con la certeza de que si no se hace tal cosa cualquier candidato lleva el riesgo de ser rechazado por los electores y perder. Pero como dije al principio, hay quienes son incapaces de aprender las lecciones del pasado así sea el pasado reciente, y uno de ellos es Enrique Serrano. Por eso fue que perdió.

domingo, 24 de julio de 2016

¿Llegó la hora de salirse de USA?

Cuando los padres del conductor de noticieros Jacobo Zabludovzky, David Zabludovsky y Raquel Kraveski, judíos ambos, tomaron la dura decisión de emigrar de Polonia a México en 1926 cuando en Europa se iniciaba la persecución de judíos, aunque tras su arribo en México vivían en la pobreza con el paso del tiempo confirmaron que la decisión de emigrar era la mejor decisión que podían haber tomado en sus vidas, ya que esa decisión les salvó sus vidas y ayudó a sus descendientes a formar una nueva vida en un nuevo país en el que los judíos no estaban siendo perseguidos. No solo ellos emigraron de Europa Occidental ante el auge del ultranacionalismo anti-judío basado en la xenofobia y el racismo que estaba recorriendo el continente europeo, también se salieron de Europa para poner a salvo sus vidas otros judíos como el creador del psicoanálisis Sigmund Freud, el creador de la Teoría de la Relatividad Albert Einstein, el físico atómico Edward Teller y otros profesionales de renombre como Enrico Fermi (el físico italiano Fermi no era judío pero su esposa lo era, y salió de Europa para poder salvar la vida de su esposa). De este modo, hubo algunos judíos que lograron salvarse, pero estamos hablando de una insignificante minoría. La gran mayoría, millones de ellos a los cuales no les quedaba otra opción más que quedarse en Europa, ya sabemos cómo terminaron. Los judíos europeos no podían emigrar a Israel porque en ese entonces el estado de Israel no existía. Y la emigración masiva de millones de seres humanos aún con ayuda humanitaria de los países receptores resulta una tarea extremadamente difícil porque inclusive hoy en día se vuelve muy difícil si no imposible abrirle las puertas y proporcionales asistencia a quienes están tratando de salirse de sus países porque sus condiciones de vida se están volviendo francamente inaguantables. De cualquier modo, hay situaciones en las que, como lo experimentaron los padres de Jacobo Zabludovsky en carne propia, es mejor salirse aunque se empiece viviendo en condiciones de pobreza, que quedarse a enfrentar lo que será un destino catastrófico.

Algo similar a lo que sucedió en Europa Occidental en los años veinte del siglo pasado está empezando a suceder en el continente americano, excepto que en este caso el blanco directo de la xenofobia y el racismo extremo no son los judíos sino los mexicanos. Al igual que como sucedió en Europa el siglo pasado, estamos hablando del futuro y el destino de millones de seres humanos. Y el que está atizando el odio exacerbado hacia los mexicanos es un individuo llamado Donald Trump. Esto lo acabamos de ver en el cierre de la convención del Partido Republicano en el discurso de aceptación de Donald Trump como el candidato de los Republicanos a la presidencia de los Estados Unidos.

Cuando Trump se lanzó como precandidato del Partido Republicano, hace más de un año pocos analistas lo tomaban en serio. Su discurso xenofóbico de odio parecía encaminarlo hacia una derrota prematura. Sin embargo, al final Trump ha terminado tomando como rehén al Partido Republicano y de pasada a un todavía incuantificable sector de votantes, proponiendo vender una idea de nación en la que la ley del revolver sea la que solucione los destinos de la comarca estadunidense primero y la comarca mundial, después. Lo que hemos visto en la convención Republicana es una convención con tonos muy negativos en los que prevalece un discurso de odio, divisivo, prepotente, codicioso y muy poco propositivo sobre los grandes pendientes estadunidenses, y en el que dominó un espíritu revanchista y peligrosamente tiránico. Son tonos que dan continuidad al tono que le imprimió Trump a sus discursos de precampaña, todos ellos venenosos, llenos de encono y discordia. En su discurso al ser nominado oficialmente como el candidato del Partido Republicano, el discurso de Trump fue uno sin estructura narrativa; su relación de hechos fue caótica y repetitiva regresando arbitrariamente a temas como migración, que ya había tocado al principio; nunca propuso un plan para ejecutar sus propuestas. Incoherente y difícil de seguir, lo que demostró que lo suyo no es ni la política ni el pensamiento lúcido. Fue un discurso a base de una gritonería propia de un lunático en donde la ecuanimidad en el tono brilló por su ausencia. Y aún así fue aclamado y aplaudido por los asistentes a la convención. Y no se olvidó de repetir su firme promesa de construír un gigantesco muro infranqueable que separa a los Estados Unidos de su vecino del sur al que tanto odia.

Hay dos hechos de enorme importancia que conciernen a todos los mexicanos, tanto los que viven en México como los que viven en los Estados Unidos ya sea legalmente o en calidad de indocumentados, y el primero es el hecho de que, al igual que como ocurrió con los judíos en los años veinte del siglo pasado, los mexicanos de hoy han sido caricaturizados por Donald Trump como narcotraficantes, violadores y criminales a los que hay aplicarles la mano dura con el máximo rigor de la ley. El segundo es el hecho de que Trump ha abierto una caja de Pandora permitiéndole a la clase media norteamericana resentida con el estado actual de las cosas manifestar abiertamente su odio hacia los mexicanos. En pocas palabras, ya no se trata de un solo hombre con ideas e ideologías extravagantes, se trata de millones y millones de norteamericanos que por primera vez desde los años sesenta ya no sienten necesidad de ocultar su racismo y sus complejos de supremacistas blancos, los cuales están dando rienda suelta a su odio anti-mexicano siguiendo el ejemplo que les está dando el hombre al cual muy bien podrían terminar llevando a la presidencia de Estados Unidos. Y Donald Trump puede ganar. Un hecho relevante es que la Asociación Nacional de los agentes de la Patrulla Fronteriza (el National Border Patrol Council) muchos de los cuales han sido acusados de racistas y xenófobos en grado extremo, en su gran mayoría le han dado a Trump el respaldo oficial de dicha organización para ayudarlo a convertirse en el próximo presidente después de Barack Obama. Ellos quieren ver la construcción del gran muro Trump en la frontera entre México y Estados Unidos que mantenga dentro de México al odiado mexicano.

El estereotipo actual del mexicano, popularizado por los discursos virulentos del anti-hispano Donald Trump, es el de un apestado parásito social cuya culpa principal es quitarle empleos a la clase trabajadora en Estados Unidos además de ser un zángano que vive de los programas de asistencia social. Es casi el mismo estereotipo con el que se veía a losjudíos en la Alemania Nacionalsocialista del siglo pasado. La filosofía de Trump es que hay que echar fuera de la Unión Americana a los millones de asquerosos y malolientes mexicanos parásitos de piel morena que no contribuyen en nada al bienestar de la sociedad norteamericana y solo han estado llegando para robarle oportunidades a los norteamericanos “puros”. Lo mismo se decía en Alemania de los judíos hace casi un siglo. En la utopía de Trump, si se expulsa de la noche a la mañana a los once millones de indocumentados que se estima viven actualmente en los Estados Unidos, el desempleo en la Unión Americana bajará a cero, la criminalidad desaparecerá, el narcotráfico y la drogadicción se volverán cosa del pasado, y la sociedad norteamericana se volverá más “blanca”, hablando en términos raciales. El hecho de que los portales de Internet mantenidos por los supremacistas blancos de organizaciones como Stormfront abiertamente expresan sus simpatías y dan su apoyo incondicional al candidato presidencial Donald Trump comprueba que ellos sí han captado claramente el mensaje de Donald Trump en toda su terrible extensión y realidad. De lo contrario, no lo apoyarían. Los mexicanos que viven hoy en Estados Unidos, incluídos los que han inmigrado legalmente en busca de mejores oportunidades atraídos por el espejismo del dólar y hasta los que ya estaban ahí cuando Estados Unidos le arrebató a México por la fuerza más de la mitad de su extensión territorial son percibidos ya al mismo nivel de estrato social en que los gitanos eran percibidos por la Alemania Nacionalsocialista. Si Trump logra convertirse en presidente y cumple sus promesas de campaña al pie de la letra, liberando a Estados Unidos de los asquerosos mexicanos con deportaciones masivas, se puede suponer que al no haber ya mexicanos a quienes echarles la culpa de los problemas en la Unión Americana entonces los que siguen en la lista de indeseables serán los negros y los judíos, seguidos por los chinos. Si Estados Unidos se hunde en esa espiral que conduce hacia el abismo, ¿qué mexicano en su sano juicio desea seguir viviendo en los Estados Unidos, en un país en el que no se le reconoce su trabajo y se le ve como una cucaracha? Tal vez solo aquellos que estén dispuestos a cambiarse de nombre (por ejemplo de Carlos Martín del Campo a Charles Marteen Deschamps) y estén dispuestos a gastarse una pequeña fortuna en cremas blanqueadoras de piel además de fingir que no saben hablar nada de Español y hasta fingir -demostrando su lealtad al presidente Donald Trump- que detestan y aborrecen todo lo que sea mexicano así como todas las costumbres mexicanas como el andar celebrando el 5 de Mayo en los Estados Unidos o conservar imágenes de la Virgencita de Guadalupe. “Me a stinking rotten Mexican? No way! I'm proud to be an American. Hurrah for president Trump!”.

Aunque Barack Obama ha sido acusado de ser el presidente que más mexicanos ha deportado de los Estados Unidos hacia México, si gana Donald Trump las cosas para todos los mexicanos que habitan en dicho país, incluídos los que viven allí legalmente con papeles y hasta los que han nacido allí, se van a poner mil veces peores. Al menos Barack Obama trató de regularizar la situación de millones de mexicanos indocumentados con su Programa de Acción Diferida. En cambio Donald Trump no tiene nada de eso en mente, por el contrario tiene todas las intenciones del mundo de deportar a millones de indocumentados mexicanos sin darles ninguna oportunidad de regularizar su situación migratoria, sin mostrar ninguna piedad ni misericordia. Así lo ha advertido, y así lo hará en caso de resultar electo presidente.

No todos los norteamericanos piensan como Trump. Pero el hecho de que en algunos sondeos de opinión pública Trump se encuentra en un empate técnico con Hillary Clinton e incluso en ciertos sondeos ya aventaja a Hillary comprueba que por lo menos la mitad de la sociedad norteamericana ya está del lado de Trump a pesar de su ideología.

No es necesario esperar a que Trump llegue a la presidencia para ver los efectos de su odio hacia los mexicanos tomando raíces en la sociedad norteamericana. Tal cosa ya está empezando a suceder. A modo de ejemplo, el día de hoy domingo 24 de julio de 2016 la actriz mexicana Cynthia Klitbo denunció por medio de sus redes sociales la humillante situación que según ella vivió durante la Inspección de Migración a su llegada a Estados Unidos, país al que viajó recientemente por motivos de trabajo. “Me fue de la chin… el pen... me arrebató los papeles y tiró mis pasaportes. Pasé más de tres horas en el aeropuerto con mi hija al lado mío llorando igual que yo sin saber”, relató Klitbo a través de un video que compartió con sus seguidores en su cuenta de Twitter. “Yo estoy aterrada, a mí nunca me había pasado. (Donald) Trump ha hecho una cosa así tan eufórica en contra de cualquier extranjero que no sea gringo, escocés, inglés o europeo…”, expresó la actriz lamentando la posibilidad de que pueda ganar Trump las eleciones de noviembre. “Yo creo que va a ganar el pen... de Trump… y si sí vendo mis casas en Miami, saco el capital y lo meto a Canadá”, contó angustiada. Asimismo, Klitbo animó a sus paisanos que están en Estados Unidos a regresarse a México. “Ya regrésense con lo que han hecho de dólares, casa... vendan y váyanse a Veracruz”.

Una de las cosas que pueden suceder en gran escala, si gana Donald Trump, es que a los mexicanos indocumentados que son padres de niños nacidos en Estados Unidos los empezarán a deportar masivamente aunque carezcan de antecedentes penales, y sus hijos lo más probable es que les serán arrebatados por el Estado por ser ciudadanos norteamericanos, para ser dados en adopción a familias norteamericanas, perdiendo de este modo la custodia de sus hijos y perdiendo también cualquier esperanza de que el hecho de ser padres de hijos nacidos en Estados Unidos (conocidos como anchor babies) les ayudará a legalizar su situación. Estamos hablando de una separación sin precedentes de familias. Y esto apenas es el comienzo de una terrible pesadilla.

Tal vez sea inevitable que Donald Trump se convierta en el próximo presidente de los Estados Unidos, aún si obtiene menos votos en las urnas que Hillary Clinton. De esto ya hablé en la entrada previa de esta bitácora titulada “Trump y su as bajo la manga”.

Quizá, tomando en cuenta la cada vez más real posibilidad de que Trump pueda ganar las elecciones en noviembre de 2016 convirtiéndose en presidente de Estados Unidos, y tomando en cuenta de que ya son muy odiados por las decenas de millones de norteamericanos que apoyan a Donald Trump, para los mexicanos indocumentados que viven actualmente en los Estados Unidos tal vez ha llegado la hora de que aprendan la lección dada por los padres del conductor Jacobo Zabludovsky y empiecen a preparar sus maletas para sus viajes de regreso a México. La historia, al fin y al cabo, se repite en ciclos, y parece que está llegando la hora de que se repita en Estados Unidos con los mexicanos lo que sucedió con los judíos en Europa Occidental hace aproximadamente un siglo. A como van las cosas, los indocumentados mexicanos que viven en los Estados Unidos podrían terminar convirtiéndose a partir del 2017 en los nuevos judíos del siglo XXI. Si regresan a México no ganarán dólares, pero al menos no serán cazados como viles criminales ni serán víctimas de los odios raciales profundos de los años cincuenta de la sociedad norteamericana que están volviendo a aflorar tras permanecer aletargados varias décadas, odios que erróneamente se creían ya superados pero que simplemente se mantuvieron escondidos bajo la alfombra o en el sótano de las vergüenzas norteamericanas a la espera de ser despertados en toda su crudeza y sacados a flote nuevamente por alguien como el feroz magnate anti-mexicano que está terminando por convertir al partido de Abraham Lincoln (Lincoln fue el primer presidente de los Estados Unidos que surgió del Partido Republicano) en una réplica del Partido Nacionalsocialista de Alemania. Insistir en quedarse a vivir en un país así en donde ya hay tanto odio anti-mexicano equivale a aceptar desde la parte contraria que se han vuelto tan locos como ellos, con norteamericanos xenófobos y mexicanos masoquistas compartiendo la misma habitación del mismo manicomio.

Y quienes se fueron a vivir a los Estados Unidos pensando en darle un futuro mejor para sus hijos, a como van las cosas deberían pensar dos veces en el trato que les espera a sus hijos si el legado negativo de Donald Trump prevalecerá con el paso del tiempo. Por el bien de sus hijos se fueron a vivir al país en donde cada vez se odia al mexicano más y más. Por el mismo bien de sus hijos, deberían dar por muerto el sueño americano tomándolo no como un sueño sino como una terrible pesadilla a la que hay que decirle adiós diciéndole adiós para siempre a la patria de Donald Trump y diciéndole adiós a todos aquellos seguidores suyos que lo idolatran y están a punto de convertirlo en presidente.

Además de decirle adiós al país del sueño americano en caso de que Donald Trump se convierta en Presidente, hay algo igualmente útil y efectivo que otros mexicanos pueden hacer, y estamos hablando de los que aún no se han ido al país del dólar escuchando el canto de las sirenas: que ningún mexicano salga de México y se vaya a los USA mientras ese país y su “sueño” continúen su decadencia en camino hacia la conversión de la Unión Americana en un paraíso de supremacía racial en el cual al trabajador mexicano se le ve como un violador, como un narcotraficante, como un parásito social y como un zángano inútil. Uno de los primeros mexicanos que ha decidido hacer tal cosa es mi tocayo el formidable humorista Armando Fuentes Aguirre “Catón” que hace poco escribió en su columna diaria: “Los juramentos –excepción hecha de los de amor– son para cumplirse. Hace unos meses declaré que si Trump era elegido candidato a la Presidencia de Estados Unidos, yo dejaría de ir a ese país hasta que ese hombre, a quien considero malo, fuera desechado por los votantes en la elección de noviembre. Llegó el momento de cumplir tal promesa. Dejaré de pisar suelo norteamericano mientras Trump ande en campaña, y si es elegido Presidente no volveré a Estados Unidos en tanto ese individuo esté en la Casa Blanca. Alguien podrá encontrar risible mi postura, pero no encuentro una manera mejor de expresar mi indignación por el hecho de que Trump, que representa lo peor de la nación vecina, haya sido electo candidato al mismo puesto que ocuparon Washington y Lincoln, Jefferson y Franklin D. Roosevelt. Pienso que el Partido Republicano se degradó al postular a Trump. Su discurso, torpe y violento, ha hecho que salgan a la luz oscuros sentimientos que aún laten en una sociedad que, pese a sus muchas cualidades, no logra todavía superar algunos restos de un pasado ignominioso: el racismo, la xenofobia, el nacionalismo elemental, la violencia armada”.

martes, 19 de julio de 2016

Trump y su as bajo la manga

Este día martes 19 de julio de 2016, contradiciendo todas las expectativas formuladas por los mejores analistas en los Estados Unidos hace un año, el precandidato del Partido Republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump, obtuvo la nominación oficial del Partido Republicano para contender por la presidencia de su país en las elecciones que se llevarán a cabo en noviembre de este año.

¿Pero cómo es posible -dirán algunos- que un hombre que ha hecho de la mentira su principal arma electoral de combate haya podido ganar la confianza y el respeto de millones de sus coterráneos, sin compungirse cuando sus afirmaciones son exhibidas como falsas? Su lista de mentiras es interminable. Trump afirmó, por ejemplo, que miles de musulmanes en Nueva Jersey celebraron públicamente los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, lo cual es falso, agregando a su mentira que también vió notas en televisión que lo mostraron, lo cual también es falso. Declaró que el gobierno de Barack Obama apoyó a al-Qaeda en Irak (falso) y que de esta política surgió el Estado Islámico (más falso aún, habido el hecho de que el Estado Islámico nació ni en Irak sino en Siria). Donald Trump ha presentado como prueba de que sabe hacer tratos de negocios y que por lo tanto sería un buen presidente su libro The Art of the Deal publicado en 1987, pero en un artículo publicado en el semanario The New Yorker, Tony Schwartz, a quien Trump presenta como coautor pero que realmente escribió el libro, ha señalado lo poco que Trump aportó al contenido y las faltas de carácter que exhibió en el proceso de preparación del volumen. Trump ha afirmado que The Art of the Deal ha sido el libro de negocios más vendido en la historia, lo cual también es otra gran mentira.

Y no solo es un gran mentiroso. Se mofa de los discapacitados, se burla de los héroes de guerra norteamericanos, y es un misógino al que le gusta ridiculizar a las mujeres. Esto además de que recurre al discurso de odio racial y a la xenofobia extrema culpando a los mexicanos y a los inmigrantes en general de casi todos los problemas que hoy aquejan a la Unión Americana.

Un hombre así debería de estar en el fondo de las preferencias electorales. Pero de acuerdo a varias encuestas Donald Trump se encuentra muy cerca de Hillary Clinton en las encuestas y algunos de los sondeos de opinión lo colocan en un virtual empate técnico con Hillary. Una cosa es que un candidato presidencial se pueda dar el lujo de ser grosero y comportarse como un verdadero payaso aprovechando las libertades que le concede su país, y otra cosa muy diferente es que a millones de norteamericanos les guste un hombre así para gobernar a la Unión Americana por los próximos cuatro años, un hombre al que ya como presidente se le entregarán los códigos nucleares con los cuales puede, si así lo desea, desencadenar la Tercera Guerra Mundial que seguramente será la última, acabando con todo rastro de vida en el planeta mucho antes de que el calentamiento global lo haga. En última instancia, el verdadero problema no es Donald Trump, el verdadero problema es la decadencia que está empezando a mostrar la sociedad norteamericana en asuntos verdaderamente importantes al tomar en serio a un hombre que carece por completo de las habilidades y la experiencia del estadista que se requiere para poder navegar en un mundo cada vez más globalizado y complejo. Si a través de las elecciones primarias millones de norteamericanos han convertido a Trump en el candidato presidencial del Partido Republicano, esto le está enviando un mensaje extraordinariamente grave al resto de la comunidad mundial sobre lo que se está gestando en dicho país, ni más ni menos que el equivalente de la Bestia del Apocalipsis.

Dadas sus posturas extremistas, su inocultable racismo y su odio anti-mexicano, entre los analistas hispanos todavía hay quienes creen, basados en encuestas que favorecen ligeramente a Hillary Clinton, que con el voto latino en su contra Donald Trump no podrá ganar las elecciones en los Estados Unidos y convertirse en el próximo presidente de dicho país. Pero esto es darle al voto latino en los Estados Unidos en contra de Trump una importancia exagerada, máxime que en las elecciones primarias en Nevada el payaso gritón ganó entre los latinos de Nevada pese a sus numerosas declaraciones anti-inmigrantes, desafiando una vez más los pronósticos de los analistas.

De cualquier modo, hay quienes se aferran a la esperanza de que, a última hora, Hillary Clinton derrotará a Donald Trump así sea por un margen escaso cuando se le empiece a dar importancia a todas las declaraciones que ha formulado Trump a lo largo de su escabrosa trayectoria política. Pese a lo endeble y lo voluble que está demostrando ser el electorado norteamericano actual, la mayoría de los sondeos de opinión sugieren que Hillary Clinton obtendrá más votos que Donald Trump en las elecciones presidenciales, y siendo así dan por hecho de que Trump no podrá llegar a la presidencia. Pero esto último supone que en Estados Unidos, el paradigma de la democracia occidental, siempre ganará el que obtenga la mayor cantidad de votos de la gente, habido el hecho de que en la democracia se gana o se pierde por un voto, y Hillary Clinton podría llevarle en estos momentos una ventaja a Trump de algunos cientos de miles de votos, si no millones.

Pero Trump tiene un as que está guardando bajo su manga. Se trata de su arma secreta. Él sabe perfectamente bien que en Estados Unidos no gana el candidato que obtenga la mayor cantidad de votos de la gente, esto es una ficción de la democracia norteamericana al estilo de las mentiras de Donald Trump. En Estados Unidos gana el que obtiene la mayor cantidad de votos en ciertos estados clave. Es perfectamente posible que Trump obtenga medio millón de votos menos que Hillary Clinton en las elecciones generales, y aún así podría derrotarla y convertirse en presidente.

¿Pero cómo es esto posible? exclamarán algunos lectores azorados.

En Estados Unidos no gana aquél que obtenga la mayoría de los votos de la gente. La gana quien obtenga una mayoría a través del Colegio Electoral. Esto no es algo reciente. Viene desde los tiempos de la fundación de Estados Unidos, cuando se llevó a cabo en 1787 la Convención de Filadelfia también conocida como la Convención Constitucional, en donde se utilizó el Plan de Virginia como base para las discusiones por haber sido la Delegación de Virginia a la Convención quien lo propuso primero.

No triunfa quien se lleva la mayoría de los sufragios emitidos sino la mayoría de los 538 votos en el Colegio Electoral. El Colegio Electoral es la institución encargada de decidir quiénes se convierten en Presidente y vicepresidente de Estados Unidos. Se integra con “electores” por los que votan los ciudadanos. Cada uno de los 50 estados del país y el territorio de la capital estadounidense tiene asignado un número de votos electorales que suman 538. Ese número sale de sumar los 435 escaños de la Cámara de Representantes, los 100 del Senado y tres adicionales, correspondientes al Distrito de Columbia. Para llegar a la Casa Blanca, hace falta sumar al menos 270 votos electorales. Es decir, la mitad más uno, considerando que son sólo dos los partidos que dominan la política de EU desde hace siglo y medio. Los estados que han votado mayoritariamente por el candidato presidencial Demócrata en las últimas seis elecciones presidenciales le han dado a ese partido una base de 242 votos electorales. Es decir, el aspirante presidencial Demócrata sólo ha tenido que salir a buscar 28 votos electorales más para ganar. Esos estados (y su peso en votos electorales) son los siguientes: California (55), Nueva York (29), Illinois (20), Pensilvania (20), Michigan (16), Nueva Jersey (14), Washington (12), Massachusetts (11), Wisconsin (10), Minnesota (10), Maryland (10), Connecticut (7), Oregon (7), Rhode Island (4), Maine (4), Hawái (4), Vermont (3), Delaware (3) y Distrito de Columbia (3). Son los estados del voto duro Demócrata, que pueden contrastarse con los del voto duro Republicano, que son 13 y suman, todos juntos, 102 sufragios electorales, menos de la mitad de lo que suman los anteriores. El resto de los 19 estados –que, juntos, representan 194 votos electorales– son el verdadero campo de batalla de la elección presidencial.

Para fines comparativos el Colegio Electoral en Estados Unidos funciona de un modo parecido a los diputados plurinominales y senadores plurinominales en México. Nadie vota por ellos directamente, sus nombres nunca aparecen en las boletas electorales, solo los logos de sus partidos, y es muy posible que sus partidos pierdan por amplio margen, pero aún así por la repartición proporcional de curules y escaños en la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores tenemos en el Congreso de la Unión a tipos plurinominales que en una democracia pura jamás habrían puesto pie en el Congreso como legisladores. Hay voces respetables en Estados Unidos que han propuesto deshacerse del Colegio Electoral para poder permitir que Estados Unidos pueda graduar de una democracia que realmente no lo es a una democracia verdadera, pero el hecho de que el Colegio Electoral venga desde los tiempos de la fundación de la Unión Americana ha hecho que, por respeto reverente a los padres fundadores y promulgadores de la Constitución, tal adefesio histórico siga en pie como si se tratase de una vaca sagrada que tiene que ser respetada por su edad y por cuestiones que más parecen ser cosa de filosofía religiosa que filosofía política.

El asunto del que hablamos aquí no es poca cosa. En el año 2000, el candidato Al Gore obtuvo más votos que los que obtuvo George Bush. Al Gore debería haber sido presidente de los Estados Unidos en vez de George W. Bush. Es lo que el pueblo norteamericano expresó mayoritariamente en las urnas. Y sin embargo, Al Gore no fue investido como Presidente, el premio mayor fue a dar a manos de George Bush, el hombre que con la mentira de las armas de la destrucción masiva terminaría arrojando a su país a unas guerras costosas en Irak y Afganistán que costaron miles de vidas de soldados norteamericanos además de quebrar a la economía norteamericana enviándola a una recesión de la que todavía no sale. ¿Pero cómo fue esto posible? se preguntarán algunos. Fue posible porque, si bien George Bush no obtuvo más votos que Al Gore, sí obtuvo más votos en el famoso (y anti-democrático) Colegio Electoral, que es lo único que realmente cuenta al final de cuentas. En las elecciones en Florida, la contienda electoral llegó a extremos tan ridículos que toda la atención del país estuvo enfocada en el estado de Florida, un estado con un peso enorme en el Colegio Electoral en esas elecciones, y el resultado final de la elección presidencial se estuvo empezando a basar en el recuento manual, voto por voto, de ciertas casillas de dicho estado, hasta que la Suprema Corte de Estados Unidos excediéndose en sus funciones metió su mano y ordenó que el recuento de votos fuera detenido. De este modo, una dividida Suprema Corte falló en diciembre de 2000 en favor del Republicano George W. Bush al suspender el recuento de boletas en la Florida dando un fuerte golpe a las esperanzas del Demócrata Al Gore de alcanzar la presidencia. La corte más alta del país votó que la orden de recuento de votos del Tribunal Supremo de la Florida presentaba problemas constitucionales, pero se dividió totalmente al determinar si debían ordenarse nuevos recuentos para remediar el problema. Los magistrados llegaron a una decisión en la que afirmaron que el recuento dispuesto por la corte en Florida violó derechos de igualdad y que no había suficiente tiempo para realizar un nuevo recuento que tuviese respaldo constitucional. "Debido a que resulta claro que cualquier recuento que procure cumplir con el plazo de 12 de diciembre será inconstitucional... revertimos el fallo de la Corte Suprema de la Florida que ordena que se proceda el recuento", dijo el tribunal. Según la opinión de muchos expertos en temas jurídicos, era posible que se reanudara el recuento manual, siempre y cuando se estableciera un mecanismo nuevo y uniforme. El tribunal emitió su fallo en una decisión sin firmar. El presidente de la Corte Suprema William H. Rehnquist y los magistrado Antonin Scalia y Clarence Thomas expresaron sus opiniones por separado, indicando que la Corte Suprema de la Florida también violó la Constitución y la ley federal al ordenar el recuento. En desacuerdo, el juez John Paul Stevens dijo que aunque nunca sabremos con total certeza la identidad del ganador de la elección presidencial del 2000, la identidad del perdedor era perfectamente clara.

Así pues, Donald Trump no tiene ninguna necesidad de obtener más votos que Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016. Le basta con obtener más votos que ella en ciertos estados clave. Y esa es su arma secreta. Es su as bajo la manga. Trump va a concentrar sus esfuerzos en los estados con mayor peso en el Colegio Electoral. Uno de tales estados es el estado de Virginia, al cual le debe Estados Unidos el concepto del Colegio Electoral. Otro estado es Florida, en donde Donald Trump tundió al precandidato Marco Rubio pese a ser un Senador de Florida.

Hay analistas que opinan que el triunfo de Donald Trump es altamente improbable, por no decir imposible, y razonan de la siguiente manera: Mientras los Demócratas sólo requieren ir por 28 votos electorales en los 19 estados que se han mencionado arriba, los Republicanos necesitan obtener otros 168. Donald Trump tiene que lograr esto en menos de cien días. Según tales analistas, la forma más sencilla en que Trump puede asegurarse los 270 votos electorales que necesita es ganando los estados de Florida, Ohio y Pensilvania. Añaden los analistas que el problema es que Florida es un estado altamente competido. Se trata del mismo estado en el cual en 2000 George W. Bush lo ganó con apenas 537 votos luego de un polémico recuento; con ello, Bush se llevó los 23 votos electorales del estado y pudo superar a nivel nacional a su rival demócrata, Al Gore, por 271 a 266 y convertirse así en el cuadragésimo tercer Presidente de Estados Unidos. Sin embargo, como ya se dijo arriba, Gore ganó la mayoría de la votación depositada en la elección por ¡más de medio millón de sufragios! Florida es también el estado de Jeb Bush, exrival de Trump por la candidatura Republicana, quien no se apareció en la reciente convención del partido de postulación oficial de Trump. Algo similar pasa en Ohio, un estado que siempre ha ganado el candidato Republicano que llega a la Casa Blanca. Allí, Trump está enfrentado con el popular gobernador John Kasich, quien también fue su contrincante por la nominación Republicana. Y en el caso de Pensilvania, ningún candidato Republicano a Presidente ha ganado ese estado desde que lo hizo George Bush padre en la elección presidencial de 1988.

El único problema con tales argumentos es que la mayoría de los analistas que hablan sobre un improbable triunfo de Donald Trump son los mismos que hace apenas un año consideraban altamente improbable que un precandidato tan soez y tan vulgar con un racismo anti mexicano tan evidente además de su misoginia y sus numerosas mentiras pudiera llegar a ser el candidato oficial del Partido Republicano a la Casa Blanca. El tiempo les demostró lo equivocados que estaban.

Y hablando nuevamente de Florida, precisamente cinco días atrás el jueves 14 de julio apareció en los periódicos una sondeo publicado por la Universidad de Quinnipiac, de acuerdo al cual en Florida el candidato presidencial Donald Trump tiene una ventaja del 42 por ciento contra 39 por ciento de Clinton. Las notas dicen: “Rebasa Trump a Clinton en estados clave. Pese a un atropellado comienzo, el aspirante republicano Donald Trump parece recuperar impulso en las encuestas. El magnate inmobiliario superó a su contrincante demócrata Hillary Clinton en los estados clave de Florida y Pennsylvania, de acuerdo con un sondeo publicado por la Universidad de Quinnipiac. En Florida, Trump tiene una ventaja del 42 por ciento contra 39 por ciento de Clinton, lo anterior es una diferencia sustancial respecto al mes pasado, cuando la demócrata lideraba con el 47 por ciento contra el 39 por ciento del magnate. Trump también robó a Clinton Pennsylvania, donde ahora lidera con el 43 por ciento de las preferencias contra el 41 por ciento de la exsecretaria de Estado. El mes pasado, Clinton consiguió una delantera similar, con 42 por ciento contra 41 por ciento de Trump. Ambos están muy parejos en Ohio, donde los republicanos se reunirán formalmente para designar a Trump de forma oficial como su candidato a la Presidencia durante la Convención Nacional Republicana de Cleveland. Tanto Hillary Clinton como Trump tienen el 41 por ciento de las preferencias allí, y el mes pasado empataron con el 40 por ciento. El giro en las preferencias electores se produce tras una semana difícil para la campaña de Clinton en la que la también exprimera Dama logró zafarse de cargos criminales del FBI sobre el uso que le dio a su servidor de correo personal en su periodo como Secretaria de Estado. Clinton ha tenido dificultades para ganar electores durante las precampañas, y la polémica por su correo le dio municiones a Trump y los republicanos para atacar su confiabilidad. “Aunque no existe una relación clara entre el retroceso de Clinton en Florida y la decisión del Departamento de Justicia de Estados Unidos de no procesarla, (Clinton) ha perdido terreno frente a Trump en cuanto a moral y honestidad”, explicó a The Hill Peter A. Brown, auxiliar directivo de la encuesta de la Universidad de Quinnipiac”.

El número mágico de votos a obtener en el Colegio Electoral es de 270 votos. El primer candidato que los obtenga se convertirá en el próximo presidente de los Estados Unidos. Y si ninguno de los dos puede obtener los 270 votos que se requieren, entonces los votos del Colegio Electoral pasan directamente al Congreso norteamericano, en donde el partido Republicano de Donald Trump cuenta con mayoría.

Si Donald Trump se encuentra en un empate técnico  total con Hillary Clinton en cuanto al número total de votos se refiere, o sea suponiendo que ambos tengan la misma cantidad de votos a su favor cuando se lleven a cabo las elecciones, entonces Trump inevitablemente ganará si tiene una mayor cantidad de votos en esos estados clave dentro del Colegio Electoral, lo cual puede ocurrir inclusive si Hillary obtiene más votos que Trump. Y Trump podría convertirse inevitablemente en el próximo presidente de los Estados Unidos. En todo esto hay una sensación extraña de inevitabilidad y de que los humanos en buena medida estamos todos a merced de fuerzas del destino que están fuera de nuestro control. Lo que sucedió en Estados Unidos y en Florida en el año 2000 podría volver a repetirse. Las consecuencias de que George Bush haya llegado de esa manera a la presidencia del país más poderoso del mundo fueron devastadoras, aún se están sufriendo las consecuencias de esa aberración histórica ocurrida hace dieciseis años. Pero en el el 2016, las consecuencias para Estados Unidos y para el mundo entero podrían ser más devastadoras aún, empezando con la aplanadora que se les viene encima a todos los migrantes indocumentados . Todo lo que tiene que hacer el empresario de los casinos de juego Donald Trump para convertirse en el hombre más poderoso del mundo es sacar su as bajo la manga para darle la sorpresa al mundo entero, una muy amarga sorpresa. Y si lo logra, nadie lo podrá detener, nadie.

Autodidacta

En un comentario que me fue enviado el 2 de julio de 2016 por uno de mis lectores a la entrada “Hemorroides y prostatitis: una mala combinación”, el lector hace la siguiente observación:
Buenas Tardes, muy interesante su bitácora, pero cómo es que un Ingeniero da consejos médicos de esta índole ? Cómo puede usted asegurar que más bien lo que usted dice puede ser en algunos casos contraproducentes?
En la sección de comentarios le dí la mitad de mi respuesta a dicho lector. La otra mitad de la respuesta la he considerado de suficiente importancia como para darla de alta en una entrada y no como una simple respuesta de tipo comentario a otro comentario.

Empezaré con una pregunta mía propia: ¿puede alguien que jamás haya tomado entre sus cursos universitarios una materia completa sobre la Teoría de la Relatividad de Einstein, escribir un libro acerca de la Teoría de la Relatividad?

Creo que sí, y la respuesta es que yo lo he hecho. De hecho, el libro fue subido a Internet desde el 2009 (en ese entonces, hace siete años, casi no había libro alguno impreso acerca de la Teoría de la Relatividad publicado en Castellano, mucho menos un libro electrónico que se pudiera encontrar en Internet), y el enlace general es el siguiente:

http://teoria-de-la-relatividad.blogspot.com/

En la universidad norteamericana en la cual terminé mis estudios (The University of Texas at El Paso), lo más que se enseñaba acerca de la Teoría de la Relatividad era un capítulo breve acerca de la Teoría Especial de la Relatividad (un tema mucho muy restringido que no abarca el tema mucho más amplio y matemáticamente más elaborado de la Teoría General de la Relatividad). Es más, dentro de la Escuela de Ciencias la materia “Teoría de la Relatividad” no estaba disponible ni siquiera a nivel de Maestría en la Escuela de Física. Generalmente un curso así se imparte a nivel de Doctorado en alguna universidad como Princeton usando un libro como Gravitation de Misner, Thorne y Wheeler.

Pero si nunca tomé un curso completo acerca de la Teoría de la Relatividad, ¿entonces cómo me las arreglé para escribir un libro acerca de la teoría de la relatividad Einsteniana?

La respuesta obvia: estudiando por cuenta propia el tema de principio a fin.

Uno de los problemas que enfrenté es que la ruta usual para el estudio moderno de la Teoría de la Relatividad se basa en el uso extensivo de las formas diferenciales (conocido en las matemáticas formales como el Cálculo de las Formas Diferenciales o como el Cálculo Exterior). Y aunque esta ruta hace más formal (matemáticamente hablando) el desarrollo de la Teoría de la Relatividad, no es la manera en la cual fue desarrollada por Einstein, quien usó para el desarrollo de su teoría algo mucho más intuitivo y accesible al razonamiento del sentido común que los matemáticos han bautizado como los tensores.

Desde un principio, cuando comencé a escribir el libro con la finalidad de compartirlo en Internet, quería que el libro fuera accesible a la mayor cantidad posible de gente y no solo físicos estudiando al nivel de Maestría y Doctorado (por ejemplo, ingenieros). Y el haber usado el Cálculo Exterior habría hecho mucho más difícil y menos entendible la lectura del libro que el uso de los tensores. El problema que tuve es que cuando estudié en la universidad no había (¡todavía no lo hay en dicha universidad!) un curso formal acerca del cálculo tensorial excepto con una mención de la aplicación de sus conceptos en problemas de elasticidad mecánica, sin mención alguna jamás a la aplicación de los tensores en el estudio de los problemas cuatridimensionales del espacio-tiempo Einsteniano. ¿Entonces qué hice? Pues también me puse a estudiar tensores por cuenta propia, de principio a fin, hasta que sentí que tenía los suficientes conocimientos para desarrollar el tema con la táctica clásica Einsteniana usando tensores.

Lo único que me faltaba era agregarle al libro una buena cantidad de problemas resueltos todos en su totalidad (una cosa que siempre he aborrecido son los libros técnicos y científicos que casi nunca proporcionan una solución a los problemas propuestos al final de cada capítulo de cada libro), con los cuales el lector pudiera “ver” la mecánica aplicada de las matemáticas en acción. En esto me ayudó el hecho de que ya tenía una buena cantidad de problemas resueltos, varios de ellos de mi propia autoría, relacionados con la Teoría de la Relatividad. De hecho, la razón original que tuve para subir los materiales que tenía reunidos acerca de la Teoría de la Relatividad, cuando el libro ni siquiera existía, fue poner dichos materiales en algún lugar en donde pudiera encontrarlos rápidamente en forma electrónica en virtud de que, por falta de espacio en la casa en donde vivo, iba a tirar al cesto de la basura todos los manuscritos que poseía relacionados con la Teoría de la Relatividad, los cuales ocupaban ya bastante espacio. Yo no necesitaba ya para nada tales materiales, habiendo entendido los fundamentos de la Teoría de la Relatividad, algo así como el estudiante de Algebra que ya no necesita conservar sus libros de Algebra al haber entendido la materia. Sin embargo, me remordía la conciencia tirar todos esos materiales a la basura, porque algunos de tales problemas en cuestiones relativistas eran problemas relativamente difíciles que me había tomado tiempo (semanas, y hasta meses) inventar y todavía más tiempo en resolver, y pensaba en que seguramente había gente allí afuera en el resto del planeta que no podía encontrar un libro accesible a bajo costo sobre la Teoría de la Relatividad elaborado en Castellano, o no podía encontrar un libro acerca de la Relatividad elaborado usando tensores en lugar del Cálculo Exterior, o no podía encontrar un libro con bastantes ejemplos resueltos. Los materiales que yo ya tenía eran materiales que le podían servir a alguien que apenas estaba comenzando con el tema. Y fue cuando decidí subir los problemas resueltos que tenía a mi disposición, acomodados a manera de libro, a reserva de organizarlos posteriormente para tener en un mismo sitio tanto la teoría como los ejemplos y problemas resueltos. De este modo, empecé a transcribir a forma electrónica todo lo que tenía escrito a mano conforme lo iba tirando a la basura al no necesitarse ya el material original escrito en papel y lápiz en forma poco legible para muchos. Una vez que hube hecho esto, el texto estaba listo para ser subido a la Web y fue subido en 2009 aprovechando la disponibilidad de Blogger para aceptarlo.

Así como desarrollé por cuenta propia una base personal de conocimientos en el tema de la Teoría de la Relatividad sin tomar un curso completo relacionado con dicha materia en ninguna escuela y sin consultar a ningún profesor para que me aclarara mis dudas, también desarrollé por cuenta propia mi capacidad para poder desarrollar y escribir partituras musicales no “de oídos” (como los músicos líricos) sino poniendo notas en el pentagrama musical. Esta es una forma de arte que se ha ido perdiendo, pero que cualquiera estudiando por cuenta propia, consultando los libros y las fuentes apropiadas, puede aprender y desarrollar. De este modo, aunque jamás he puesto un pie en ningún conservatorio de música, creo que tengo las mismas herramientas que aquellos que sí lo han hecho (tal vez no la práctica, pero sí los conocimientos, sí las bases, y las bases tienden a ser universales).

De la misma manera en la cual obtuve mis conocimientos en la Teoría de la Relatividad he obtenido conocimientos en otras áreas tales como las ciencias médicas en ciertos tópicos de la materia. No necesito ir a una universidad para aprender tales tópicos, ya se de lo que van a hablar y ya sé la terminología que van a utilizar (en esto me ha sido útil el estudio de las etimologías latinas y griegas, una rama del saber que desafortunadamente han eliminado en muchos planes de estudio en muchas escuelas).

Para mí en lo personal no tiene nada de malo el que para muchos de los conocimientos que poseo haya sido un autodidacta. De hecho, una vez que se concluye una carrera universitaria obteniendo alguna licenciatura en cualquier rama del saber, los pasos posteriores de Maestría, Doctorado y Post-Doctorado en todas partes equivalen a forzar al individuo a que se convierta en un autodidacta. Ya que a esos niveles se requiere del estudiante que sea capaz de poder investigar un tema por cuenta propia sin recibir mucha ayuda. Las tesis de Maestría y Doctorado se supone que deben ser trabajos para los cuales no existía respuesta previa alguna, de lo contrario no tendría ningún chiste elaborar ningún tipo de tesis. Cualquiera que lleva a cabo estudios de postgrado necesariamente está siendo obligado a convertirse en un autodidacta, lo quiera o no. Se espera que ya haya madurado lo suficiente para obtener respuestas a muchas de sus preguntas y sus dudas por cuenta propia sin tener que estar haciéndole muchas preguntas a otros maestros. De hecho, a esos niveles los maestros dejan de serlo y se convierten simplemente en “consejeros”, en “guías” para la elaboración de tesis profesionales, en tutores para terminar de darle lustre al tipo que tendrá que ser autodependiente por el resto de su vida profesional.

En rigor de verdad, aunque vayamos a la escuela primaria, a la escuela secundaria, a la escuela de bachillerato y a la universidad, todos somos autodidactas en cierto grado porque hay muchas cosas que deberían enseñarnos en la escuela y no nos enseñan. Lo que yo sé de primeros auxilios no me lo enseñaron en ninguna escuela, lo tuve que aprender por cuenta propia, aunque creo que debería ser obligatorio en las escuelas primarias por tratarse de algo que se puede ofrecer en caso de una emergencia, y supuestamente en la escuela se deben aprender cosas que lo preparan a uno para la vida. Tampoco aprendí natación en ninguna escuela, aunque eso es otra cosa que se debería enseñar de manera obligatoria en todas las escuelas primarias porque cuando alguien se está ahogando en realidad lo único que le interesa en esos momentos son sus conocimientos de natación y lo demás sale sobrando. El tener que adquirir fuera de la escuela conocimientos indispensables que pueden ser de mucha utilidad en la vida cotidiana y que no incluyen en los planes de estudios es lo que obliga a que los alumnos terminen convirtiéndose en autodidactas para esas cosas, obligan a los alumnos a procurar fuera de la escuela conocimientos que se deberían impartir dentro de las escuelas y que no se imparten. Hay conocimientos de plomería que en lo personal me podrían haber sido de mucha utilidad de haberlos aprendido en la escuela en vez de aprender la disposición de los órganos internos de una rana, conocimientos que me habrían evitado el tener que estarle rogando a plomeros arrogantes el ir a solucionar un problema cobrando para ello más de lo que cobraría un cirujano de cerebros por una consulta en el mismo tiempo utilizado. Otra cosa práctica que le puede ser de mucha ayuda a alguien que queda varado en una carretera solitaria porque no le está funcionando bien el sistema eléctrico del carro al no poder echar a andar el carro tiene que ver con la sulfatación que suele bloquear la conductividad eléctrica en el poste del ánodo de los carros. Las baterías de los carros, por lo general, contienen una buena cantidad de ácido, y aunque tales baterías estén perfectamente selladas algo del ácido gasificado se va colando hacia afuera en cantidades pequeñísimas pero que con el paso de los años terminan sulfatando el poste de la terminal del ánodo bloqueando eventualmente la conductividad eléctrica del poste a la terminal e impidiendo con ello que el carro pueda ser echado a andar. Esto se puede solucionar fácilmente teniendo un vaso de agua con bicarbonato disuelto en el agua, haciendo una inmersión de la terminal sulfatada dentro del agua carbonatada. Después de varios minutos, el salitre de sulfatación queda eliminado y la terminal se puede volver a conectar al poste de la batería del ánodo (no se requiere efectuar el procedimiento en el poste de la batería que corresponde al cátodo), y después de volver a montar la terminal por lo general se puede echar a andar el carro a menos de que la batería haya quedado completamente descargada en los intentos previos de tratar de echar a andar el carro. Son pequeñas cosas como éstas las que harían muy provechoso el ir a la escuela, cosas prácticas que le pueden sacar a uno de apuros en un momento inesperado, y que uno tiene que asimilar como autodidacta precisamente porque no las enseñan en las escuelas, y en vez de ello le enseñan a los alumnos cosas tan estériles como la Guerra de Crimea que para el 99.999 por ciento de los estudiantes jamás tendrán aplicación práctica alguna en sus vidas. Ser autodidacta es pues una necesidad, al menos mientras los sistemas educativos no se reformen de modo tal que se proporcionen no solo conocimientos de corte cultural sino también conocimientos de corte práctico que sean de utilidad en la vida diaria. Hay otras cosas más importantes como el saber proporcionar primeros auxilios tales como aplicar torniquetes en caso de fracturas o proporcionar respiración artificial que puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en ciertas emergencias, cosas que se deberían de enseñar de manera obligatoria pero que muchas veces se le dejan a los alumnos para que las aprendan por cuenta propia, sin ayuda de un maestro.

En rigor de verdad, tengo la impresión de que muchas de las cosas que podrían habernos enseñado en la escuela los maestros (al menos la gran mayoría de los maestros que yo tuve) eran cosas prácticas en las cuales los maestros eran (y siguen siendo muchos de ellos) unos perfectos ignorantes; no puede transmitir conocimientos a otros quien carece de ellos. Por eso muchos maestros de primaria requieren de la ayuda de electricistas o técnicos de refrigeración, o inclusive hasta para un cambio de llantas, porque no saben hacer tales cosas. Desafortunadamente, a lo largo de mi vida, así como tuve algunos cuantos (y muy pocos) maestros de los cuales aprendí mucho, también tuve una infinidad de maestros muy malos que no sabían o no podían explicar casi nada con claridad, se trataba de tipos para los cuales la impartición de conocimientos no era una verdadera vocación y solo asistían al salón de clases como un empleo como cualquier otro para ganarse algún dinero de una manera cómoda y segura. Yo siempre he tenido una “vara” casi mágica para distinguir a los buenos maestros de los malos maestros, y esta consistía simplemente en responder: ¿aprendí algo que no conocía antes de entrar a este salón de clases? Si el alumno sale de un salón de clases sabiendo más de lo que sabía antes de entrar, entonces de alguna manera no perdió su tiempo. Sin embargo, si al salir del salón de clases tras una hora de cátedra el alumno sabe y entiende lo mismo que lo que sabía y entendía antes de entrar, entonces esa hora de su vida ha sido perdida lastimosamente. Lamento haber perdido miles de horas de mi vida “calentando mesabancos” atendiendo cursos que tenían que ser atendidos únicamente por obligación y no por vocación o deseos de aprender.

Pero lo importante es esto: hay que estar preparado para seguir aprendiendo, fuera de la escuela, las cosas en las que uno está interesado, hay que estar preparado para ser autodidacta, y es frecuente que aquellas cosas en las cuales uno está interesado son las cosas que uno aprende mejor. Precisamente de esto vienen las vocaciones.

viernes, 15 de julio de 2016

Jalisco se suma al repudio y abolición del fuero

Veracruz fue el primer estado que dió el primer paso trascendental que demostró que la eliminación del fuero para ciertos representantes y servidores públicos sí era posible.

Siguiendo el histórico ejemplo de Veracruz, el jueves 14 de julio de 2016 el Congreso del estado de Jalisco aprobó por unanimidad la eliminación del fuero en el estado en una medida que afectará directamente a mil 598 funcionarios públicos. Quienes dejarán de tener la protección del fuero son el secretario del Poder Ejecutivo, el fiscal general y procurador social, así como los magistrados del Poder Judicial, el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, así como sus consejeros. Otros servidores que pierden el fuero son el presidente y los comisionados del Instituto de Transparencia e Información Pública y Protección de Datos Personales, así como el auditor superior, los regidores y los síndicos de los ayuntamientos, entre otros. De este modo, lo que comenzó en Veracruz como una pequeña bola de nieve que empezó a rodar desde la cima de una montaña podría irse agrandando hasta convertirse en un alud que termine arrasando con la impunidad del fuero y por vez primera ponga a funcionarios y legisladores como iguales ante la ley en relación a los demás ciudadanos mexicanos.

En México, el costo social de la figura del fuero ha sido altísimo, extraordinario. De no haber existido la figura del fuero presidencial para actos cometidos en el ejercicio de funciones, Gustavo Díaz Ordaz podría haber sido llamado a rendir cuentas por su papel como comandante en jefe del Ejército en la matanza de Tlatelolco, y no hubiera andado jactansioso presumiendo estar orgulloso de la matanza cometida bajo su mandato (sus palabras textuales fueron “Estoy orgulloso del año de 1968”) ni habría osado decir con su propia boca que asumía toda la responsabilidad sobre los hechos ocurridos (lo dijo durante su 5to informe de gobierno) ya que tal admisión de culpabilidad hubiera sido más que suficiente para encontrarlo culpable tomando como base el popular refrán jurídico “A confesión de parte, relevo de pruebas”. Luis Echeverría Alvarez podría haber sido llamado a rendir cuentas de inmediato por su papel en el Halconazo del Jueves de Corpus. José López Portillo podría haber sido llamado a rendir cuentas por los delitos de saqueo al erario público y enriquecimiento ilícito (hasta el día de hoy se ignora a dónde fueron a parar los 87 mil millones de dólares de esos que realmente valían con los cuales México se convirtió en el país más endeudado del planeta Tierra siendo que cuando López Portillo recibió las riendas del gobierno la deuda externa pública y privada de México al 30 de junio de 1977 era de 20,948 millones de dólares). A Miguel de la Madrid se le podría haber procesado judicialmente por los mismos delitos presuntamente cometidos por José López Portillo, y en este caso la denuncia no se originó en México sino que la hizo un columnista de nombre Jack Anderson en el periódico The Washington Post en un artículo titulado “México Makes Its Presidents Millionaires”. Jamás se le investigó a Miguel de la Madrid por tan grave denuncia originada en el extranjero (en México nadie y sobre todo ni los medios ni nadie podían formularle una acusación de este calibre a un presidente so pena de terminar en una fosa clandestina). Más recientemente, a Enrique Peña Nieto se le podría haber llamado a cuentas por su imperdonable negligencia en hacer cumplir las leyes que había prometido cumplir y hacer cumplir (en su toma de posesión) usando su poder para terminar con los bloqueos magisteriales a carreteras, saqueo de comercios y oficinas públicas, sabotaje del derecho de los niños a recibir una educación pública de calidad y hundimiento de las economías estatales de Oaxaca, Michoacán, Chiapas y Guerrero en donde comunidades entereas y la población civil han registrado pérdidas multimillonarias a causa de un puñado de pseudo-profesores a los que Enrique Peña Nieto ha permitido actuar con plena impunidad.

Los casos de abusos crasos de la figura del fuero abundan en México y rayan en lo ridículo. Tenemos el caso de un diputado federal de Acción Nacional por Baja California Sur, Rigoberto Romero Aceves, que al ser detenido por estar orinando en la vía pública argumentó tener fuero con el afán de no ser llevado ante la autoridad competente por tal falta, e incluso a nivel nacional se dio a conocer una imagen mostrando su credencial (o charola) que lo acreditaba como legislador con fuero. Por encima de la ley, la misma ley que los demás ciudadanos sí están obligados a obedecer. Se tiene también el caso escandaloso de Julio César Godoy Toscano, quien era acusado por la Procuraduría General de la República de tener vínculos con el narcotráfico. Godoy Toscano protestó como diputado federal y de esa forma adquirió el fuero constitucional que le protegería unos cuantos meses a efecto de no ser procesado por los delitos de los cuales se le acusaba. Mientras el lento y engorroso proceso de desafuero en contra suya estaba en marcha, Godoy Toscano se fugó tranquilamente sin tener que irse en carro de alta velocidad, se tomó todo el tiempo del mundo para irse caminando tranquilo por las calles de la ciudad de México hasta perderse de vista. ¿Y qué decir de Félix Salgado Macedonio cuya imagen más famosa más famosa que inundó las redes sociales es aquella cuando fue detenido en 2007 en completo estado de ebriedad, tras lo cual golpeó a los elementos policiacos que intentaban detenerlo, sin embargo no asumió su responsabilidad debido al fuero con el que contaba al ser diputado federal.

Y así como los casos ya mencionados, verdaderas ofensas para el pueblo de México, se tienen miles y miles de casos adicionales de abuso del privilegio del fuero, desde abajo hasta arriba. Si todos estos personajes hicieron lo que hicieron y lo siguen haciendo ha sido porque gracias al fuero se sienten intocables con permiso para actuar con plena impunidad al igual que el agente británico James Bond cuenta con permiso para matar, con la diferencia de que mientras el agente británico usa su facultad para eliminar a los malos los que gozan del fuero usan su privilegio para portarse como malos.

No todos están de acuerdo con la eliminación del fuero. Algunas voces aisladas discordantes se oponen a la eliminación del fuero, y su defensa del fuero es monotemática reducida esencialmente a un solo argumento: el fuero es (supuestamente) una herramienta para garantizar una efectiva división de poderes. Asegún los defensores del fuero que se proclaman sabihondos, de no existir el fuero el gobernante en turno pudiera ejercer presión política sobre sus adversarios con el propósito de coartarles su libertad parlamentaria y hacerlos acceder a sus pretensiones, poniendo en riesgo la división de poderes que debe prevalecer en todo régimen democrático, corriendose incluso el riesgo de tener tan ocupados a los legisladores y funcionarios defendiéndose de inquisiciones judiciales que los mismos desatenderían sus encargos con tal de defenderse en procesos penales instaurados por el gobernante en turno.

Los defensores a ultranza de esa aberración llamada fuero señalan que dicha figura surgió a raíz de que algunos monarcas iniciaban procesos penales en contra de miembros del parlamento cuando éstos no adoptaban las posiciones que el monarca exigía, y que por lo tanto el fuero es una forma de garantizar al legislador la certeza de que no será objeto de ninguna inquisición por parte del gobernante en turno por desempeñar libremente su función parlamentaria. Estos defensores del fuero (alguna razón importante han de tener para no querer que desaparezca, una razón que no tiene nada que ver con la injerencia del poder ejecutivo en las funciones del poder legislativo usando los procesos judiciales como arma de chantaje y de extorsión) gustan de citar trabajos como el libro de Enrique Quiroz Acosta Teoría de la Constitución  mencionando que en tal obra se indica que debido al fuerte escrutinio y presión política a que algunos funcionarios son sometidos gracias a su encargo, es necesario contar con la figura del fuero. Sin embargo, en los tiempos del partido único cuando los poderes legislativo y judicial estaban sometidos por completo a la voluntad del poder ejecutivo, no había legislador ni juez en México que se atreviera a ir en contra de la voluntad del Señor Presidente, el Gran Tlatoani, y en esa época negra que duró siete décadas el fuero no sirvió de nada para impedir lo que Quiroz Acosta afirma que se quería impedir. Posiblemente Quiroz Acosta estaba viviendo en el Polo Norte o en un monasterio tibetano, bastante alejado de México, en una situación que le impidió darse cuenta de lo que es la fantasía y es la realidad.

Como “una golondrina no hace primavera”, los defensores del fuero no se limitan a citar la obra de Quiroz Acosta, y amplían su lista de referencias al libro Derecho Constitucional de Elisur Arteaga Nava que expone varios argumentos a favor del fuero que, en su quintaesencia, se reducen todos al mismo argumento monotemático usado por Enrique Quiroz Acosta y otros. Es así como encontramos también referencias a libros como La Ciencia Política de Marcel Prélot argumentando que por interés público conviene que los legisladores no sean distraídos de sus funciones y en consecuencia sustraídos de ellas por persecuciones arbitrarias o vejatorias ya emanadas por un adversario político o por un gobernante con el objeto de desembarazarse de un oponente peligroso, mientras que Karl Lowenstein en su libro Teoría de la Constitución decía que las inmunidades parlamentarias están incluidas en las constituciones de “todos los estados democráticos”.

Agotados los argumentos tomados “prestados” de personalidades famosas con la esperanza de que el recurrir a personajes cuya opinión supuestamente debe ser tomada como sacrosanta, los defensores del fuero en México terminan recurriendo al argumento de que las acciones tomadas en Veracruz y Jalisco para la eliminación del fuero son producto de decisiones populistas carente de un estudio constitucional serio sobre el tema que dé sustento a tales cambios.

Para México, y en los tiempos actuales, los argumentos en contra de la eliminación del fuero suenan a disquisiciones filosóficas de carácter pseudo-legal que al menos en México están completamente fuera de la realidad del país.

No vayamos más lejos. En los Estados Unidos, país con mucha mayor experiencia que México en lo que tiene que ver con la toma democrática de decisiones, si un Senador le pone un balazo en la cabeza a una amante suya la policía no tiene que dirigirse al Senado para pedir el desafuero del Senador asesino, lo puede arrestar de inmediato, y cuando se comete un crimen el fuero es inexistente. El Artículo Primero en su Párrafo 6 de la Constitución norteamericana indica que los Congresistas están exentos de ser arrestados, pero solo cuando están en camino hacia o vienen de regreso del Congreso, y ello únicamente cuando el Congreso está sesionando. Y pueden ser arrestados en cualquier momento por actos de traición (¿a cuántos ex presidentes de México podríamos formularles tal acusación?), por romper la paz o por cometer un acto de felonía. En general, los Congresistas norteamericanos no tienen una “charola” como la que se acostumbra usar en México para presumir el fuero, y la policía cuando tiene causa justificada puede llevar a cabo un arresto sin tener que pedir al Congreso un proceso de desafuero que puede llevar semanas o meses, y ninguno de los colegas legisladores -ni siquiera los del propio partido- se atreverán a intervenir en la aplicación de la justicia. Inclusive el fuero presidencial tampoco existe, de lo que sí hay precedente histórico es el proceso para que el Congreso pueda enjuiciar por cuenta propia a un presidente por la comisión de un delito grave (impeachment) aunque si el presidente se pusiera borracho y le pegara un balazo en la cabeza a un subordinado suyo la policía no tendría impedimentos legales para proceder al arresto del presunto asesino Señor Presidente (en un caso así, el impedimento no sería una cuestión legal sino una cuestión práctica, porque mientras que el presidente tiene a su disposición a todas las fuerzas armadas del país como comandante en jefe, en el Congreso en la Cámara de Representantes solo tienen al Sargeant at Arms que no cuenta ni siquiera con una resortera, sino simplemente el mazo de madera con la cual llama al orden).

Supuestamente en México hay un sistema de balanzas y contrapesos que deberían de evitar el abuso del fuero. Esto en teoría. En la práctica, tal sistema de balanzas y contrapesos no ha servido de nada para impedir el abuso del fuero. La Constitución ciertamente establece la figura del juicio de procedencia o “desafuero” para poder privar a los legisladores y funcionarios de esta prerrogativa y sujetarlos a proceso. Pero esto resulta ser un proceso tan engorroso y tan burocrático que las pocas veces que se lleva a cabo resulta ser una noticia nacional. Está por ejemplo el caso del entonces Senador Jorge Díaz Serrano que fue acusado de actos de corrupción cuando fue director general de PEMEX y terminó desforado, pero hay que subrayar que ello sucedió porque eso era lo que quería en su momento el Señor Presidente Miguel de la Madrid. Si no lo hubiera querido el presidente Miguel de la Madrid cuya voluntad era voz suprema en México, Díaz Serrano no habría sido desaforado. Se tiene también el desafuero del asambleísta pillo René Bejarano por el asunto de las famosas “ligas” y maletines repletos de dinero en efectivo. Supuestamente estos ejemplos ilustran que el sistema de pesos y contrapesos en la Constitución es efectivo cuando existen elementos para proceder penalmente contra funcionarios y legisladores. Pero el hecho de que se trate de algo de tan difícil aplicación es la prueba más contundente de que tal sistema de pesos y contrapesos ha fracasado rotundamente.

Ojalá que otros estados vayan siguiendo el ejemplo de los estados de Veracruz y Jalisco en la eliminación del fuero. Y el día en que el fuero en México haya sido eliminado en su totalidad ése será el día en que México habrá dado un paso muy importante en la consolidación de su democracia, haciendo a todos los mexicanos iguales ante la ley al haber eliminado las categorías de ciudadanos de primera (los que poseen fuero, una minoría que no compone ni siquiera del uno por ciento de la población) y ciudadanos de segunda (los que no poseen fuero, o sea el resto de la gran población de México). Y en un día así, podremos enviar a los libros de Enrique Quiroz Acosta, Elisur Arteaga Nava y otros como ellos al lugar en donde deben de estar: en los museos.