martes, 15 de noviembre de 2011

Salvando cachorros del parvovirus

Ninguna otra enfermedad viral contagiosa es tan devastadora en los perritos de temprana edad, sobre todo aquellos que no tienen apenas una o dos semanas de haber abierto sus ojitos, como el parvovirus.

Los síntomas son inequívocos al poco tiempo del contagio. El cachorrito que normalmente debería de tener mucha hambre y estar comiendo a todas horas de pronto pierde casi por completo su apetito y empieza a vomitar. Casi al mismo tiempo, se sobreviene una diarrea incontrolable. En cuestión de un par de días, el cachorro manifiesta un adelgazamiento extremos, viéndose ya muy flaco en vez del perrito regordete y juguetón que era apenas hace unos días. La diarrea eventualmente toma una coloración rojiza, señal inequívoca de que está empezando a defecar sangre, tras lo cual su aspecto empeora y en cuestión de un par de días lo más seguro es que morirá si no se hace absolutamente nada para salvarlo.

El parvovirus es especialmente duro con los cachorros porque estos aún no tienen su sistema inmunológico plenamente desarrollado, tienen sus defensas naturales biológicas apenas en proceso de formación. Aunque el parvovirus puede atacar también a perros adultos, estos tienen una probabilidad mucho mejor de sobrevivir a la infección que un cachorro.

La principal fuente de infección para contraer el parvovirus es casi por lo general externa. Un cachorro que está resguardado del exterior y está dentro de un espacio cerrado sin contacto con otros perros callejeros excepto con su propia madre es menos vulnerable a contraer una infección del parvovirus, aunque ello no significa que sea invulnerable. Una forma en la cual el cachorrito puede contraer la infección sin que su dueño se dé cuenta de ello es cuando estando muy pequeñito se le lleva por vez primera con el veterinario por cualquier motivo. En las clínicas veterinarias dan entrada a muchos perros de todo tipo de razas, y una buena parte de esos perritos son llevados allí precisamente porque padecen de alguna enfermedad, lo cual hace posible que entre esos perritos enfermos haya algunos que son llevados precisamente porque están enfermos de parvovirus. Una vez que son atendidos esos perritos enfermos de parvovirus en esas clínicas veterinarias, hay probabilidades altísimas de que a través de su saliva y sus fluídos corporales así como a través del contacto con el veterianrio dejen rastros del parvovirus en la clínica veterinaria que no pueden ser detectados a simple vista porque el parvovirus por su tamaño es indetectable. Lo ideal sería que después de atender a cada perro enfermo del parvovirus las clínicas veterinarias llevaran a cabo una desinfección total del lugar, lo cual por simples razones de tiempo y costo nunca se lleva a cabo. De este modo, después de haber sido atendido un perro enfermo del parvovirus en una clínica veterinaria, los cachorros que sean llevados a esa misma clínica veterinaria durante el transcurso del día o de los días inmediatos posteriores tienen una probabilidad elevada de contraer el parvovirus aunque antes de la visita a la clínica veterinaria hayan estado perfectamentes sanitos.

Otra manera de contraer el parvovirus es a través de la materia fecal que dejan otros perros enfermos en los lugares públicos y en los parques de recreo. Esta es la razón por la cual no es recomendable sacar a pasear fuera de casa a ningún cachorro hasta que no haya tenido su serie completa de vacunaciones en contra del parvovirus.

Lo peor del caso es que cuando el cachorrito forma parte de una camada y está conviviendo con otros cachorritos de la misma camada, una vez que el cachorrito haya contraído el mal ya sea tras una visita a una clínica veterinaria o por algún contacto con un perro callejero infectado el cachorrito seguramente le transmitirá la enfermedad a sus hermanitos y hermanitas, con lo cual toda la camada estará sentenciada.

El parvovirus es una enfermedad particularmente letal. El índice de mortandad es de alrededor del 60 por ciento. La mayoría de las muertes debido al virus del parvovirus ocurren dentro de las primeras 48 a 72 horas posteriores al inicio de los signos clínicos. Entre más pronto se identifiquen los signos clínicos en un perrito enfermo y se inicie un tratamiento para salvarlo, tanto mejor serán las posibilidades de poder salvarlo.

Esta microfotografía nos muestra al asesino frente a frente dándonos su verdadero rostro:




El parvovirus fue identificado desde 1978 y tiene una distribución mundial. Es muy resistente a las condiciones ambientales extremas y puede sobrevivir por largos períodos de tiempo. Pequeñas cantidades de heces que contengan el virus pueden servir como reservorio de la infección y el virus es fácilmente transmitido de lugar a lugar transportado en el pelo o en los miembros del perro o en jaulas contaminadas, zapatos y otros objetos. Todos los perros de cualquier edad que no han sido vacunados contra el parvovirus canino tienen el riesgo de ser afectados, sin embargo en los cachorros se aumenta el riesgo de adquirir la enfermedad entre el destete y los cuatro meses de edad.

Esta fotografía nos muestra a un cachorro que ha contraído la enfermedad, cuyo rostro triste empieza a mostrar los estragos que ha empezado a causar el mal en su organismo:




Y aquí se tienen los rastros inequívocos de un perrito que ha empezado a defecar sangre en forma líquida:




Hay una vacuna en contra del parvovirus, y la primera prioridad para proteger a un cachorrito en contra del parvovirus después de varias semanas de nacido es llevarlo a recibir sus primeras inmunizaciones para el parvovirus. Generalmente se requieren de cuatro inyecciones de la vacuna, espaciadas en tres o cuatro semanas, para que la vacuna surta efecto y el cachorro quede inmunizado. Puede ayudar algo el que la madre de los cachorros antes de tenerlos haya sido inmunizada, aunque esto no es una garantía absoluta y tal vez la madre por su condición próxima a dar a luz no pueda ser inmunizada.

El problema principal en la aplicación de la vacuna del parvovirus a los cachorros de corta edad estriba en que la vacuna es inútil si es aplicada a los pocos días de que hayan nacido o inclusive a las pocas semanas después de que hayan abierto sus ojitos, porque sus organismos en pleno desarrollo aún no están preparados para poder generar los anticuerpos que la vacuna hace que produzcan sus cuerpos. Es en este lapso de tiempo en donde el parvovirus se aprovecha de esta ventana de oportunidad para llevar a cabo su ataque, ya que la inmunidad natural proporcionada por la leche materna disminuye antes de que el propio sistema inmune de los cachorritos haya madurado lo suficiente para combatir la infección. Esta es precisamente la etapa de mayor riesgo en la cual el dueño del cachorrito o de los cachorritos está virtualmente atado de manos para poder proporcionarles la inmunidad en contra del contagio de parvovirus, y es precisamente la etapa en la cual los cachorros son más vulnerables a contraer la enfermedad y sucumbir ante ella. Una preocupación adicional es que la misma inmunidad proveída por la leche materna puede interferir con una respuesta efectiva de vacunación, lo cual se traduce en que aún cuando los cachorritos hayan sido vacunados pueden sucumbir al parvovirus.

Hasta que un cachorrito haya recibido su serie completa de vacunaciones, los dueños deben ser muy precavidos y no deben permitir que su perrito tenga contacto con material fecal de otros cachorritos (por ejemplo, cuando camina en el parque, lugares de recreación, tiendas de mascotas, exposiciones, o cuando camina por las calles de la ciudad); razón por la cual lo mejor es no sacar a un perro chico a pasear fuera de la casa hasta que no haya cumplido por lo menos unos cuatro o seis meses de edad.

Una vez que es confirmada la enfermedad en un cachorrito, si se acude a un médico veterinario para pedirle consejo es muy posible que el veterinario dé una indicacción muy pesimista ordenando la destrucción del cachorrito y posiblemente de la camada completa con la cual tuvo contacto, sin ofrecer mayores esperanzas más que la aplicación de una eutanasia por vía de una inyección intravenosa.

La pregunta ahora es: ¿se puede salvar de alguna manera a un cachorrito en el cual se manifiesten los síntomas de la enfermedad?

La respuesta a esta pregunta depende del entendimiento de dos hechos importantes y cruciales. Lo primero que termina matando a los cachorritos no es en sí el ataque directo del virus sino la deshidratación que provoca el parvovirus en los cachorritos. Bajo estas condiciones del mal, el cachorrito no solo no tiene apetito, sino lo que es mil veces peor, estará vomitando toda el agua que consume. Y al estar vomitando continuamente sin reponer el agua que está perdiendo su organismo, lo cual se va manifestando en su adelgazamiento acelerado, esta inanición de agua termina deshidratándolo llevándolo eventualmente al punto sin retorno. La deshidratación extrema es lo que termina precipitando el sangrado en el aparato digestivo del cachorrito que se manifiesta en la defecación de sangre. Y lo segundo que puede terminar matando a los cachorritos es lo que se conoce como una infección secundaria causada por otro microorganismo patógeno que aprovechando la oportunidad de que el cachorrito se encuentra debilitado se instala junto con el parvovirus para llevar a cabo entre ambos su tarea mortífera.

Entendido lo anterior, resulta evidente que cualquier esperanza que pueda tener un cachorrito para salvarse, por remota que esta sea, se centra de manera prioritaria en contrarrestar por todos los medios posibles la deshidratación extrema que eventualmente lo puede llevar a la muerte. Es en esto y principalmente en esto en donde se centra la primera línea de ataque para salvar al cachorrito. Simultáneamente, se vuelve prioritario hacer lo posible por impedir que el cachorrito pueda sucumbir a causa de una infección secundaria. Curiosamente, aunque los cachorros de corta edad carecen de suficientes defensas para poder protegerse del parvovirus, parecen contar con defensas para protegerse de infecciones bacterianas. Esto posibilita montar una defensa doble si se tiene la disposición y se cuentan con los recursos para ello.

Obviamente, a los médicos veterinarios, los cuales tienen que atender no a uno o dos perros sino a docenas y docenas de perros enfermos día tras día que les llevan la clínica, no les agrada mucho la idea de concentrar su atención y sus esfuerzos en un solo perrito para tratar de salvarlo en una lucha difícil, e inclusive si se les deja al cachorrito en la clínica veterinaria es posible que no lleven a cabo la lucha en la manera enérgica en la cual se tiene que llevar a cabo. Es, a fin de cuentas, el dueño del cachorrito así como sus familiares quienes pueden contar con el tiempo suficiente para emprender una batalla que de antemano se advierte que no será fácil pero que puede ofrecer esperanzas de triunfo.

Veamos primero el problema de la deshidratación. Si el cachorrito se resiste a beber agua que de cualquier manera va a vomitar a los pocos segundos de haberla ingerido sin poder meterla en su organismo, ¿cómo reponerle el agua que está perdiendo y que su organismo necesita desesperadamente? ¿Cómo reponerle el agua en su organismo en forma tal que le sea absolutamente imposible vomitarla? La respuesta obvia es que esa agua le tendrá que ser suministrada al cachorro mediante inyecciones. Afortunadamente, tratándose de cachorros y estando débiles por la enfermedad, no opondrán mucha resistencia a la aplicación de dichas inyecciones, y en el peor de los casos no se requerirán más de dos personas sujetando al perrito mientras se le aplica cada inyección. El suministro de agua por este medio será tan importante que, en cierto punto, toda el agua que pueda estar orinando el cachorrito será el agua que se le suministró por la vía de una jeringa.

Además de las inyecciones requeridas para combatir de frente a la deshidratación del cachorro, se requiere también de la aplicación de inyecciones para suministrarle los antibióticos requeridos para protegerlo en contra de infecciones secundarias. Es importante tener presente que las inyecciones para rehidratar al perrito y las inyecciones para suministrarle los antibióticos no pueden ser aplicadas en el mismo lugar, y de hecho tienen que ser aplicadas en lugares distintos y de maneras distintas en la forma en que se indicará a continuación.

Para nulificar por completo la posibilidad de que el cachorrito pueda contraer alguna otra infección secundaria en una clínica veterinaria en caso de que se deje al cachorrito en la clínica veterinaria bajo los cuidados del veterinario (tómese en cuenta que en las clínicas veterinarias llegan perros enfermos de otras cosas contagiosas como el moquillo, la hepatitis, la lepstospirosis, etc.), el cachorrito tiene que ser cuidado y atendido en la casa del mismo dueño con la ayuda de los familiares y amigos que habiten en la misma casa.

No debe causar asombro el hecho de que el tratamiento sea en cierta forma algo parecido al que se suministra a niños humanos recién nacidos. El antibiótico que será recomendado a continuación (Garamicina-Gentamicina) es un antibiótico propio para infantes, a diferencia del mismo antibiótico que se suministra a los adultos en caso de infecciones.

Al emprender esta lucha, es importante también consultar con un buen médico veterinario que esté dispuesto a colaborar con el dueño del cachorro en esta dura batalla para las dosificaciones a ser administradas al cachorrito, esto en virtud de la gran variedad de tamaños de los cachorros de corta edad debido a las razas diferentes de perros (no pesan lo mismo un cachorro chihuahueño y un cachorro Pomeranio de seis semanas de edad que un cachorro Pastor Alemán de la misma edad). El siguiente tratamiento que será dado a continuación es el adecuado para cachorros de la raza Pastor Alemán y muy posiblemente se pueda aplicar sin cambio alguno para otros cachorros de razas similares por su tamaño (los nombres de las medicinas son propios de medicinas que se venden en México, aunque consultando en Internet se pueden obtener las medicinas genéricas con la misma fórmula en otros países):

TRATAMIENTO CONTRA EL PARVO-VIRUS PARA CACHORROS PASTOR ALEMAN
Medicinas requeridas:

Solución de agua salina al 9% (rehidratante)
Garamicina (Gentamicina) inyectable 20 mg/2 ml (antibiótico)
Torecan inyectable, 1 ml. (antivomitivo, optativo)
Ampicilina para niños de 50 mg.(antibiótico)
Vitamina B12 inyectable (alimento)
Jeringas esterilizadas desechables
Se aplica cada 12 horas al cachorrito una inyección intramuscular (en cualquiera de las dos piernas traseras en donde haya más músculo) combinando 1 mililitro del antivomitivo Torecán con 20 miligramos/2 mililitros del antibiótico para niños Garamicina (Gentamicina). Además, se aplica cada 24 horas una inyección intramuscular del antibiótico Ampicilina (penicilina) para niños de 50 miligramos (la cual se puede combinar en una sola jeringa con una de las dos inyecciones de Garamicina que se aplican durante el día). Para que no se deshidrate el cachorrito (ya que todo lo estará vomitando por varios días, incluyendo el agua que tome), se le aplican 20 centímetros cúbicos diarios de agua salina dos veces al día (10 centímetros cúbicos en cada ocasión) inyectados subcutáneamente (por debajo de la piel, sin penetrar el músculo) sobre las paletitas del área del omóplato pero debajo de la piel (en caso de duda, el veterinario puede dar indicaciones sobre cómo se aplican estas inyecciones rehidratadoras). Esta es una inyección algo curiosa en la cual, en vez de aplicar el piquete en forma perpendicular a la piel, se aplica de lado (con la aguja algo paralela al lomo del perrito pero inclinada en forma tal que pueda penetrar por debajo de la piel). Al ser aplicada cada inyección de agua salina, el dueño del cachorro se sorprenderá al ver que se va formando una bolsita debajo de la piel del perrito (esta bolsita será la confirmación de que la inyección de agua salina fue bien aplicada), lo cual no debe de causar preocupación. Una vez aplicada la inyección de agua salina, las bolsitas de agua que se forman debajo de la piel se pueden deshacer masajeando suavemente la piel del perrito por fuera en el área en donde se formó la bolsita. Después de cada inyección, cada jeringa usada debe desecharse y se debe utilizar una jeringa nueva desechable para la siguiente inyección.

El papel que desempeña en el tratamiento la vitamina B12 es para suplir de alguna manera la falta de alimento en el cachorro, el cual precisamente en su etapa temprana de crecimiento que es cuando más rápido debería de estar creciendo y mejor debería de estar comiendo no puede meter nada en su tracto digestivo porque todo lo está vomitando.

Como puede verse, antes de aplicar las inyecciones de los medicamentos es recomendable consultar con médico veterinario si los medicamentos en cuestión se aplicarán subcutáneamente (debajo de la piel, pero no intramuscular) o intramuscularmente. La vitamina B12 inyectable se puede combinar en una de las dos inyecciones, pero se puede consultar con el médico veterinario para que éste recomiende, de acuerdo a su experiencia, si es mejor aplicarla intramuscularmente o por debajo de la piel.

Como medidas adicionales para ayudar en la recuperación, sobre todo en tiempos de frío, los perros o los cachorros enfermos deben mantenerse abrigados. Y como medida preventiva, los cachorros enfermos deben mantenerse separados de los demás perros o cachorros sanos.

Aunque en las clínicas veterinarias se acostumbra aplicar suero por vía intravenosa para rehidratar al cachorro y proporcionarle algún alimento, esto requiere dejar al cachorro todo el tiempo en la clínica veterinaria, encerrado dentro de una jaula en donde es mantenido inmóvil, y en donde enfrenta el riesgo y el peligro de contraer otras infecciones secundarias de otros perros que son llevados enfermos a la clínica veterinaria con otros padecimientos distintos al parvovirus. Puesto que el dueño del cachorro enfermo carece de los conocimientos y los mediosen su propia casa para suministrarle a su cachorro suero por vía intravenosa, aquí es en donde las inyecciones de agua aplicadas en el lomo debajo de la piel actúan como reemplazo del suero administrado por la vía intravenosa, con la ventaja adicional de que puede ser más el agua rehidratante que le entra al perrito por la inyección subcutánea que el suero que le va entrando muy lentamente por la vía intravenosa.

Aunque la batalla es dura, no hay que esperar mucho tiempo para que se conozcan los resultados, ya que la crisis dura unos dos o tres días desde que se manifiestan los primeros síntomas. Si el perrito responde al tratamiento, esto se empezará a saber cuando hayan transcurrido los tres o cuatro días. Hay que estar preparado para darle de comer de inmediato al perrito todo lo que pida en cuanto tenga hambre y no vomite ya el alimento, ya sea alimento sólido o alimento líquido como leche en bote para bebés humanos (en México, se usa el Similac, aunque debe de haber fórmulas equivalentes de leche para bebés en otros países).

¿Puede servir de algo el tratamiento médico que se ha delineado arriba, ofrece algunas esperanzas? Yo pienso que sí, porque fue el mismo tratamiento que se le dió en mi casa a una cachorrita de raza Pastor Alemán que tenía poco tiempo de haber abierto sus ojitos (la cual nació en mi casa, hija de una perrita Pastor Alemán propiedad de unos vecinos y la cual nos visitaba de vez en cuando, y de un Pastor Alemán que teníamos en casa). En el caso de esta cachorrita, cuando empezó a defecar con coloración rosada, el preludio a la defecación líquida con el color rojo propio de la sangre, en ese día se le aumentó al doble el suministro del agua salina (por inyección lateral debajo de la piel en el área de los omóplatos) para detener la deshidratación que le estaba causando la diarrea, aplicándole 40 centímetros cubicos de agua salina en lugar de los 20 centímetros cúbicos, y así se le tuvo por dos días. Esa perrita sobrevivió, y se quedó a vivir en la misma casa en donde nació. Se llamaba Cuquita, y ya he publicado anteriormente algo acerca de ella en Internet. Hela aquí a sus 12 años de edad:




Y en lo que respecta a sus hermanitos, a causa de la enfermedad de Cuquita y lo contagioso de su enfermedad, también sus hermanitos se enfermaron del parvovirus. A todos ellos se les aplicó el mismo tratamiento. Y todos ellos se salvaron. Costó trabajo, pero valió la pena.

Una medicina adicional que no existía cuando se trató a la Cuquita y a sus hermanitos es un producto de la biotecnología contemporánea conocido como Interferón Omega recombinante, el cual puede aumentar las probabilidades de superviviencia del cachorro aunque no es un substituto para el tratamiento indicado arriba. El nombre comercial de este producto, elaborado por una empresa francesa, es Virbagen Omega. Desafortunadamente, el costo de este producto es alto (1,800 pesos o unos 150 dólares americanos por un vial de 10 MU). Puesto que este producto tiene que ser suministrado por vía intravenosa y se requiere de experiencia y práctica para poder localizar la vena de un perro de corta edad (algo que no es cosa fácil inclusive en seres humanos), para el suministro de esta medicina es necesario llevar al cachorro a la clínica veterinaria para que se lo inyecte el veterinario. Teniendo el vial 10 MU (Millones de Unidades, un término farmacológico), puesto que la dosis recomendada es de 2.5 MU por cada kilogramo de peso del cachorro, un vial puede alcanzar para dos o quizá tres inyecciones administradas en diferentes días. En las aplicaciones de este producto hasta la fecha, no se ha observado ninguna interacción del Virbagen Omega con antibióticos, solución para rehidratación, vitaminas y agentes antiinflamatorios no esteroideos. Sin embargo, la vacunación durante y después del tratamiento con Virbagen Omega está contraindicada hasta la recuperación aparente del animal. No se le puede vacunar mientras esté bajo tratamiento y hasta que no se haya recuperado (o sea, hasta que esté comiendo normalmente sin vomitar el alimento y sin evacuarlo con diarrea).

Considero muy afortunado el hecho de haber sido respaldado en todo lo que tiene que ver con enfermedades propias de animales domésticos por el que posiblemente sea uno de los mejores médicos veterinarios de México, el Doctor Gregorio Ruiz Hernández, el cual imparte cátedras en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y el cual logró la proeza de llevar a cabo una operación dificilísima en una perrita de raza Pomerania (es de las razas más pequeñas que hay) cortando una sección de su intestino interno que se había enredado y reconectando los extremos del intestino (algo tan difícil como tratar de unir bien los dos extremos de un cabello). Esa operación fue efectuada hace 4 años y la perrita Pomerania llamada Nena todavía alegra la casa con sus ladridos y gruñidos. Esto me ha enseñado que, cuando hay voluntad y hay fé, con la ayuda de los recursos con los que contamos en la actualidad aún en los casos más desesperantes puede haber esperanza.