domingo, 1 de abril de 2012

La extraña muerte de Jorge Carpizo McGregor



En dos entradas previas publicadas el domingo 3 de julio de 2010 en ocasión del aniversario luctuoso del Doctor Víctor Manuel Oropeza por gente que permanece y permanecerá por siempre en la más completa impunidad, bajo los títulos respectivos Historia de una infamiaHistoria de una infamia (conclusión), se documentó como a raíz de la nefasta intervención de Jorge Carpizo McGregor y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que él presidía con mano de hierro en ese entonces, se ordenó y se obtuvo por servilismo hacia el sistema la liberación de los presuntos autores materiales del crimen del editorialista político y activista social Doctor Víctor Manuel Oropeza, emitiéndose una funesta “recomendación” que más que coadyuvar al esclarecimiento del crimen resultó ser el principal obstáculo para la resolución total del caso, incurriéndose en acciones que no pueden ser calificadas más que como acciones de un encubrimiento llevado a cabo desde las más altas instancias oficiales del gobierno federal para impedir que los autores intelectuales del crimen pudieran ser plenamente identificados y llevados ante la Justicia para pagar por su delito.

Hace dos días, Jorge Carpizo McGregor, a quien tanto la viuda del Doctor Oropeza como el hermano de la viuda siempre han señalado como el principal responsable y culpable de que el crimen del Doctor Oropeza permanezca hoy en la más absoluta impunidad, falleció el 30 de marzo de 2012 “por causas naturales” en una operación quirúrgica programada y sencilla, una intervención quirúrgica para remover una hernia en la ingle que no revestía ninguna dificultad ni preocupación (la operación había sido programada con mucha anticipación y se esperaba que se le diera de alta al día siguiente de ser efectuada, o sea el sábado 31 de marzo). El consenso en la comunidad médica es que los decesos fulminantes en este tipo de operaciones quirúrgicas sencillas es algo sumamente raro, a grado tal que debe suponerse la posibilidad de que en la operación haya habido “mano negra” para remover a Jorge Carpizo permanentemente del panorama político mexicano.

Si en efecto hubo un factor intencional en el sorpresivo fallecimiento de Jorge Carpizo, una “mano negra” que actuando bajo órdenes superiores lo despachó al más allá de la manera menos obvia posible, argumentándose un fallecimiento como consecuencia de una complicación post-operatoria, con el propósito de dejar la muerte de Jorge Carpizo McGregor en la más absoluta impunidad sin la menor posibilidad de poder dar con los autores intelectuales de su deceso, entonces el destino le estaría dando a Jorge Carpizo McGregor una dosis de su propia medicina, pagando en carne propia lo que él mismo orquestó y llevó a cabo cuando era presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Se puede dar por hecho de que ni la viuda del Doctor Víctor Manuel Oropeza ni el hermano de la viuda a quienes tanto daño les causó este hombre miserable así como las muchas otras víctimas de su soberbia y prepotencia derramarán una sola lágrima por él, y antes bien tomarán su muerte con la mayor indiferencia. Ninguno de ellos moverá jamás un dedo porque se aclaren las circunstancias extrañas en las que Jorge Carpizo McGregor terminó perdiendo la vida. Si se trató de un asesinato extraordinariamente bien planificado y llevado a cabo bajo circunstancias casi ideales, el asesinato quedará impune sin que se le otorge jamás una milésima de justicia a Carpizo McGregor, recibiendo de la vida una retribución por lo que ciertamente merecía.

La muerte fulminante de Jorge Carpizo McGregor en su breve paso por la sala de operaciones en la que tuvo su encuentro final con la señora de la guadaña y el velo negro corrobora la sabiduría de un viejo refrán mexicano que dice: “de este mundo nadie se va sin pagar las que debe”. Y lo más probable además de irónico es que a Jorge Carpizo McGregor otros movidos por motivaciones ocultas le hayan dado a Carpizo McGregor una sopa de su propio chocolate.