martes, 13 de agosto de 2013

Penitencia



No todas las penitencias son iguales. Hay de penitencias a penitencias.

Quizá la peor tragedia que le pueda ocurrir a una familia es que uno de sus propios miembros termine convirtiéndose en una penitencia para los suyos, la penitencia con la que los demás familiares tendrán que cargar por meses o por años, o quizá por el resto de sus vidas. Este tipo de penitencias son tan pesadas de llevar a cuestas, que a veces terminan destruyendo a las familias. Y si es duro cuando se trata de una penitencia impuesta por una enfermedad natural tal vez incurable o por un accidente, mil veces peor e intolerable resulta ser cuando hay culpa de alguien en ello, cuando se trata de algo que pudo haber sido evitado con esfuerzo y voluntad.

¿Conoce el lector de personas que han sido o son la penitencia de sus propios familiares?

¿Por casualidad alguno de los lectores recuerda haber sido alguna vez la penitencia de alguien?

lunes, 12 de agosto de 2013

Los olvidados del periodista Jorge Ramos



Uno de los conductores de noticieros de televisión hispanos más famosos en los Estados Unidos lo es sin duda alguna Jorge Ramos Ávalos, conductor titular del Noticiero Univision desde el 3 de noviembre de 1986, considerado el de mayor impacto en la comunidad hispana de Estados Unidos, y desde septiembre del 2007 es el conductor del programa semanal, Al Punto.

Una de las cosas que más dividendos le han redituado a Jorge Ramos, sin lo cual posiblemente sería uno más entre el montón, es su postura enérgica en la exigencia al gobierno federal norteamericano por una reforma migratoria que legalice cuanto antes a los cerca de 11 millones de indocumentados que radican en los Estados Unidos, la gran mayoría de ellos mexicanos sin papeles para trabajar legalmente en dicho país.

Basta con leer un artículo que Jorge Ramos escribió el 15 de julio de 2013 titulado “Como perder la Casa Blanca en el 2016” para darse cuenta de la corriente que encabeza Jorge Ramos como ariete principal en contra de quienes se oponen a otorgar una amnistía total e incondicional a los 11 millones de indocumentados que actualmente residen en los Estados Unidos:

“ES FACILISIMO. No hay que romperse la cabeza. Lo único que tienen que hacer los Republicanos en la Cámara de Representantes es votar en contra de la reforma migratoria o boicotear el proceso. Es todo. Con eso basta para que su candidato -el que sea- pierda las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el 2016. A veces parecería que los congresistas Republicanos están siguiendo al pie de la letra un plan ideado por su peor enemigo y que consiste en atacar e insultar al grupo político de más rápido crecimiento en el país: los hispanos. En lugar de aprovechar el enorme avance que lograron los Republicanos en el senado aprobando la legalización de la mayoría de los 11 millones de indocumentados, muchos miembros del partido Republicano en la cámara de representantes se han dedicado en los últimos días a echarlo todo a perder. A veces da la impresión que algunos de ellos tienen un particular gusto por sonar como anti-inmigrantes y prejuiciados. Quizás eso les da votos en las remotas partes del país donde no viven muchos extranjeros, pero es de una ceguera política impresionante. No se dan cuenta que su odio puede ayudarles a ganar un distrito en Alabama, Arizona o Alaska pero, al mismo tiempo, les garantiza una terrible derrota electoral a nivel nacional en tres años. El propio expresidente George W. Bush rompió su voto de silencio en una entrevista para tratar de convencer a otros Republicanos como él a que voten a favor de un camino a la ciudadanía para los indocumentados. “Es muy importante arreglar un sistema que está roto, tratar a la gente con respeto y tener confianza en nuestra capacidad de asimilar a más personas”, dijo a la cadena ABC. Bush tiene razón en eso. Lástima que cuando él fue presidente no tenía esa misma urgencia para aprobar una reforma migratoria. Cuando la propuso en el 2007 fue demasiado tarde y ya se había acabado todo su enorme capital político. Bush también dijo en la entrevista que “la razón para pasar una reforma migratoria no es salvar al partido Republicano.” Pero ahí W. peca de ingenuidad. A los Republicanos les urge quitarse ese tema de encima. Mitt Romney perdió la pasada elección presidencial por su absurda y tonta idea de “autodeportar” a millones de indocumentados. El líder de la cámara de representantes, John Boehner, no ha aprendido las lecciones de la historia reciente. Como decía un viejo sacerdote en mi escuela secundaria: “Ve la tempestad y no se hinca”. Si Boenher, como amenazó recientemente, se rehúsa a llevar este tema a votación, estaría cometiendo un verdadero suicidio político para su partido. Es muy desconcertante y desafortunado que Bohener, en una comunicado, haya llamado “equivocada” y “apurada” la propuesta migratoria del senado. Parece estar desconectado de lo que quiere la mayoría del país, según las encuestas, después de casi tres décadas de espera. ¿De verdad Bohener quiere ser el nuevo villano de la comunidad hispana reemplazando al odiado sheriff Joe Arpaio? ¿En serio quiere ser parte del tristemente célebre grupo anti-inmigrante conformado por Pete Wilson, Tom Tancredo, Jan Brewer y Ted Cruz? Ya lo veremos”.

La postura dura e intransigente de estarle exigiendo al gobierno estadounidense una reforma migratoria expedita que de manera incondicional le dé residencia legal a esos 11 millones de indocumentados le ha proporcionado a Jorge Ramos grandes dividendos entre los hispanos que radican en dicho país, principalmente entre los indocumentados, los cuales lo han ayudado a subir sus “ratings” hasta el cielo. Son precisamente los elevados niveles de popularidad entre los latinos indocumentados los que le han logrado el ser considerado “uno de los 25 hispanos más influyentes de Estados Unidos” (de acuerdo a la revista Time). Newsweek lo incluyó en su lista de 50 políticos y comunicadores del país, mientras que una encuesta del Pew Hispanic Center determinó que Ramos es el segundo  líder latino más reconocido de norteamérica. Por otra parte, la revista Latino Leaders dice que Jorge Ramos es uno de  “los 10 Latinos más admirados en Estados Unidos” y de los “101 líderes de la  comunidad hispana.” People en Español lo incluyó en su lista de los 100 latinos de mayor influencia en norteamérica.

Nada mal para alguien cuya principal actividad ha sido y sigue siendo la de explotar mediáticamente la necesidad que tienen esos 11 millones de indocumentados por regularizar su situación migratoria en los Estados Unidos.

Pero hay otros de los cuales Jorge Ramos nunca habla. Son los olvidados de Jorge Ramos.

Los olvidados de Jorge Ramos son las decenas de miles de mexicanos (así como de otros países de Latinoamérica) que, a diferencia de quienes en abierta violación a las leyes migratorias norteamericanas se introdujeron ilegalmente a dicho país sabiendo perfectamente que lo que estaban haciendo era una violación a las leyes migratorias, han estado haciendo filas interminables en los consulados y la embajada de los Estados Unidos en México  para poder ingresar legalmente a ese país. Se trata de los miles y miles y miles que gastando enormes sumas de tiempo y dinero han aceptado someterse a los engorrosos y pesados trámites burocráticos respetando en todo momento los requisitos que se les imponen para poder calificar para una residencia legal en los Estados Unidos. Se trata de gente respetuosa de las leyes que está dispuesta a esperar su turno pacientemente cinco, ocho, diez o más años, para poder obtener la famosa Tarjeta Verde que los autoriza a residir y trabajar legalmente en los Estados Unidos.

Sobre los centenares de miles que han estado esperando y siguen esperando pacientemente su turno en las afueras de los consulados y embajadas norteamericanas para poder inmigrar legalmente hacia los Estados Unidos, Jorge Ramos jamás ha dicho absolutamente nada. Obvio, puesto que por tratarse de gente que no reside ni trabaja ya en los Estados Unidos, se trata de gente que no le ayuda en nada a subirle sus “ratings” de popularidad en USA, los “ratings” se los suben los 11 millones de indocumentados que ya residen y trabajan en los Estados Unidos, no los millones que están a la tensa espera de ser llamados para su cita con el funcionario consular que les dará la autorización para trasladarse legalmente hacia los Estados Unidos o se las negará. Estos no le importan en lo absoluto a Jorge Ramos.

A las enormes multitudes que sufriendo las inclemencias del tiempo están esperando a las afueras de los consulados norteamericanos, pasando penurias sin fin mientras les toca su turno, Jorge Ramos sin pronunciar una sola palabra parecería decirles: “No es mi culpa que todos ustedes sean unos idiotas por querer inmigrar legalmente a los Estados Unidos. Si pudiendo ingresar ilegalmente a los Estados Unidos o pudiendo ingresar con visa de turista quedándose más allá del tiempo permitido no lo hicieron, pues francamente ustedes son una bola de estúpidos, porque serán quienes se saltaron las trancas, se metieron a la brava y están residiendo y trabajando aquí ilegalmente quienes tendrán preferencia sobre ustedes para obtener no solo la residencia sino también la ciudadanía norteamericana. Los que quieren hacer las cosas bien, los que son respetuosos de la ley, friégense y sigan esperando año tras año. Tengan su premio, por querer ser respetuosos de la ley. Ya ven, si por las presiones que yo estoy encabezando desde Univisión se logra una reforma migratoria, y quienes se brincaron la barda logran su residencia y su ciudadanía antes que ustedes, esto además de que no tuvieron que estar como pendejos esperando su turno afuera de los consulados para poder estar trabajando en los Estados Unidos ganando sus ‘dolaritos’, pues bien por ellos y bien por mí, porque ellos me seguirán subiendo mis ratings aquí en USA así como los ratings de Univisión. En lo que a mi respecta, los que siguen en México queriendo andar derechitos, chínguense, por pendejos”.

Para paliar un poco su activismo, Jorge Ramos muy bien podría haber encabezado una propuesta de reforma migratoria para acelerarle sus trámites de residencia en los Estados Unidos a quienes han estado esperando por años su turno afuera de las oficinas consulares, de forma tal que los que quieren hacer las cosas legales reciban su residencia al mismo tiempo que los que ya han estado residiendo en los Estados Unidos sin permiso legal para hacerlo. Pero esto no importa, porque quienes residen fuera de los Estados Unidos no son los que pueden subirle sus “ratings” a Jorge Ramos dentro de los Estados Unidos, son quienes residen de modo ilegal en los Estados Unidos los que le ayudan a construírse fama y gloria, y a ellos se dedica Jorge Ramos.

La reforma migratoria que exige Jorge Ramos en realidad es una demanda enérgica del otorgamiento incondicional de una amnistía a quienes ya tienen mucho tiempo residiendo y trabajando ilegalmente en los Estados Unidos. No sería la primera vez que se concede una aministía como la que está pidiendo Jorge Ramos. Ya en 1983, el presidente Ronald Reagan firmó una amnistía que le concedió residencia legal a cerca de tres millones de indocumentados que residían en dicho país hasta ese entonces. Y a fin de cuentas, para lo único que sirvió dicha amnistía fue para alentar a nuevas generaciones de aspirantes de indocumentados a hacer lo mismo con la esperanza de una segunda amnistía, excepto que en lugar de tratarse de 3 millones estamos hablando ahora de 11 millones. En aquél entonces, manifestando en forma sumamente enérgica su protesta hacia la aprobación de la amnistía concecida en 1983, el senador de Texas Phil Gramm que votó en contra de la misma defendió su voto diciendo que “premia a la gente por violar la Ley” (relegando e ignorando a quienes hacen largas filas en los consulados sin concederles también a ellos una especie de amnistía en lo que a la aceleración de los tiempos de espera en los larguísimos trámites burocráticos se refiere), advirtiendo que esto serviría como incentivo para atraer nuevas oleadas de indocumentados todos ellos con la esperanza de una segunda amnistía; y el tiempo le dió la razón al senador Gramm al haber hoy el triple del número de indocumentados que había en los Estados Unidos en aquél entonces. Si se concede una segunda amnistía ahora privilegiando a quienes violaron la Ley por encima de quienes han hecho lo posible por cumplir con ella, se puede anticipar que habrá nuevas oleadas de inmigrantes indocumentados a tal grado que en pocos años habrá demandas e inclusive amenazas veladas pidiendo a gritos una tercera amnistía, quizá para 20 ó 30 millones de indocumentados. Porque es un hecho corroborado por la historia y la práctica jurídica que nada alienta tanto la violación de las leyes como la impunidad en que quede la violación de las mismas. Si hay una segunda amnistía, quienes siguen esperando pacientemente su turno afuera de las oficinas consulares de los Estados Unidos para poder inmigrar legalmente a los Estados Unidos y por los cuales no hay nadie que hable por ellos en los foros norteamericanos pidiendo una aceleración de sus trámites pueden muy bien terminar concordando con individuos como Jorge Ramos diciendo: “¿Para qué demonios ando perdiendo mi tiempo y mi dinero aquí como un perfecto imbécil, tratando de inmigrar legalmente hacia los Estados Unidos respetando en todo momento las leyes de dicho país, cuando muchos de mis parientes, amigos y conocidos ya lo hicieron ilegalmente, han estado trabajando desde hace años allá ganando sus buenos dólares, y ahora les van a conceder su residencia legal y hasta su ciudadanía? ¡A la chingada con los trámites consulares, a la chingada con los funcionarios consulares de mala cara, a la chingada con todo el proceso de inmigración legal, yo también haré lo mismo, les voy a demostrar a los gringos que no soy tan estúpido como ellos creen.”

Una cosa de la que no se habla mucho en los actuales debates sobre una reforma migratoria en el Congreso norteamericano es el hecho de que entre los tres millones de indocumentados a los cuales se les concedió amnistía y residencia legal en 1983, hubo un buen número que terminaron siendo deportados porque incurrieron en delitos clasificados como felonías en los Estados Unidos, delitos tales como asalto a mano armada, violación sexual, asesinato con premeditación y ventaja, narcotráfico, fraude, en fin, la lista es amplia. Esto era de esperarse, porque si a quien ya violó una vez la ley en vez de aplicársele una sanción ejemplar se le premia y se le dan preferencias inclusive por encima de aquellos que son respetuosos de la ley como los olvidados de Jorge Ramos, entonces se está alentando a que la sigan violando. O en pocas palabras, es más probable que quien haya violado las leyes termine violándolas de nuevo que quien nunca las ha violado, y las estadísticas lo confirman.

Sin hacer jamás mención alguna acerca de sus “olvidados”, Jorge Ramos es uno de los rostros más visibles que hablan por una oleada de indocumentados que están recurriendo a la amenaza velada o inclusive directa en caso de que no se les conceda la residencia legal permanente de manera incondicional. En el artículo citado arriba de Jorge Ramos, la amenaza consiste en llevar a cabo la demolición del Partido Republicano en caso de que no ceda a las presiones por una reforma migratoria que conceda una segunda amnistía incondicional. Tómese en cuenta que este tipo de amenazas, presiones y chantajes los están haciendo personas que se introdujeron y establecieron en los Estados Unidos a la brava.

Una postura más entendible de parte de quienes piden una reforma migratoria que posiblemente tendría un mayor apoyo en el Congreso y el Senado norteamericanos sería aquella en la cual los voceros dijeran algo como lo siguiente: “Reconocemos que desde el momento en que nos introdujimos a este país para establecer nuestra residencia lo hicimos a sabiendas de que estábamos violando las leyes migratorias. No estamos exigiendo nada. Solo pedimos un poco de comprensión y caridad para quienes ya estamos establecidos en este país, solo pedimos una oportunidad para que se nos permita demostrar que nosotros somos gente productiva y gente de bien. Estamos dispuestos a aceptar las sanciones que se nos impongan, estamos dispuestos a someternos a los castigos que se nos quieran imponer a causa de nuestra violación socarrona a las leyes migratorias norteamericanas, pero por favor, no nos echen fuera, no nos separen de nuestros familiares que ya tienen una vida hecha aquí; apelamos a la generosidad con la cual en otros tiempos se abrieron las puertas de este país a los recién llegados en puntos de entrada como la isla en la que hoy se levanta la Estatua de la Libertad”. Pero en vez de hacer tal cosa, Jorge Ramos y sus adláteres encabezan una postura en la cual no piden, sino exigen, e inclusive amenazan si no se les cumple. Y esto no es bien visto en ninguna parte del mundo en la cual otros quieran hacer lo mismo.

Una nota reciente que confirma que los 11 millones de indocumentados no se van a conformar con migajas y están yendo por la enchilada completa (the whole enchilada) recurriendo a presiones directas, actos de desobediencia civil así como amenazas directas en contra de los políticos que “estorben” es la publicada el 12 de agosto de 2013 por Notimex, que bajo el título “Lanzan campaña de presión para aprobar reforma migratoria” dice lo siguiente: “Una agresiva campaña para exigir la reforma migratoria ahora en Estados Unidos y hasta la remoción de legisladores republicanos racistas inundará California, anunciaron ayer sus organizadores. Mientras que en la Cámara de Representantes los legisladores están en receso, los activistas lanzaron una serie de movilizaciones y protestas, en lo que destaca California con más de un centenar de éstas. Líderes y activistas se reunieron este fin de semana en privado para preparar y afinar sus acciones, con las que buscan presionar a legisladores republicanos que están renuentes a resolver un sistema migratorio fracturado. A partir de mañana lunes, grupos proinmigrantes se apostarán en oficinas de congresistas republicanos y en especial urgirán al liderazgo republicano a que retire al congresista Steve King, republicano de Iowa. King han sido de manera permanente un abierto opositor a la reforma migratoria, que podría legalizar a unos 11 millones de inmigrantes en el país, y ha lanzado comentarios racistas y antiinmigrantes. Éstas son parte de la estrategia de 462 movilizaciones y acciones de activistas, organizaciones, líderes religiosos, estudiantes y sindicatos y hasta políticos locales, titulada ‘Cuenta regresiva para la ciudadanía’. ‘No serán acciones ordinarias’, aseguraron los activistas pro inmigrantes que anunciaron la campaña que buscará molestar, humillar y hacer cambiar de opinión a los congresistas republicanos en sus oficinas y sedes partidarias. Habrá actos de desobediencia civil, plantones en las oficinas de los congresistas, jornadas de llamadas telefónicas y talleres de ciudadanía en más de 30 ciudades de California. Otra acción es la caravana con decenas de autos y camiones ‘Sin descanso en el camino a la ciudadanía’ que mañana lunes iniciarán 11 caminantes, en representación de los 11 millones de indocumentados y que parará en al menos 32 ciudades en California. En la caravana participarán representantes de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), del Sindicato Internacional de Empleados de los Servicios (SEIU), entre otros. Durante 21 días los viajeros recorrerán más de 500 kilómetros desde Sacramento a Bakersfield para llegar a la oficina del congresista Kevin McCarthy, considerado el tercer republicano con más poder en la Cámara de Representantes. El próximo 14 de agosto, otra caravana partirá del Dodger Stadium de Los Ángeles rumbo a las oficinas del congresista McCarthy en Bakersfield. María Elena Durazo, dirigente regional de la central sindical AFL-CIO, dijo que la prioridad en el movimiento laboral es la reforma migratoria. ‘Los republicanos son el único obstáculo para que se pueda aprobar una reforma migratoria’, dijo Durazo. La líder sindical advirtió al líder de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y a todos los congresistas de ese partido, que habrá consecuencias en las urnas a la hora de movilizar a los votantes. Durazo dijo que esto ocurrirá ‘si no respetan la decisión de los estadunidenses, que por mayoría están a favor de una reforma migratoria’”.

La “agresiva campaña” de la nota de arriba cuenta de antemano con el apoyo de comunicadores hispanos importantes en los Estados Unidos como Jorge Ramos, el cual, como de costumbre, no moverá un solo dedo a favor de sus “olvidados” en México (así como de otros países de Latinoamérica) que quieren inmigrar legalmente en obediencia a las leyes norteamericanas esperando por años formando parte de filas interminables en las afueras de los consulados norteamericanos, porque “si por querer actuar muy derechos los respetuosos de las leyes terminan siendo tarugos perdiendo su tiempo y su dinero, pues que se chinguen, yo estoy aquí para ayudar a quienes no fueron tan pendejos como aquellos que quieren respetar las leyes, además de que ellos no son los que me suben los ratings en las encuestas aquí en Estados Unidos”. Efectivamente, son los 11 millones de indocumentados en los Estados Unidos los que le suben los ratings, dándole fama a tal grado a Jorge Ramos que puede hacer suyas a mujeres hermosas como Ana de la Reguera.

En una cosa sí podemos estar muchos de acuerdo (posiblemente todos). El sistema migratorio norteamericano es ya una verdadera porquería. Lo ha dicho no solo el mismo presidente Barack Obama (con su frase “America's immigration system is broken and has not kept pace with changing times”), también lo han dicho prominentes senadores y congresistas. El mismo sistema migratorio que en el siglo pasado le ayudó a los Estados Unidos a construír una prosperidad sin precedentes en la historia de la humanidad al abrirle sus puertas a una oleada de inmigrantes trabajadores y talentosos es hoy uno de los causantes del declive de dicha nación, y en contraste con lo que sucedió en el siglo XX, ahora en el siglo XXI el sistema migratorio está conduciendo a dicho país a su ruina. Y de algunos de los signos de este declive ya se ha hablado aquí en trabajos anteriores.





martes, 6 de agosto de 2013

PARA LOS JOVENES: Consejos para el acné

Además de la obesidad mórbuda, no hay peor cosa para la pérdida de la autoestima en los jóvenes que la aparición en sus rostros de esos antiestéticos barros y espinillas que en no pocas ocasiones suelen hacerlos blanco de burlas entre sus compañeros de clase además de aumentarles la timidez impidiéndoles relacionarse con otros jóvenes del sexo opuesto al imaginarse que tales imperfecciones en la cara representan un estorbo o quizá un obstáculo insuperable para que se fijen en ellos o en ellas.

Generalmente tienen la apariencia de puntos de cierta dureza, enrojecidos, que suelen mostrar debajo del cutis unas bolitas blancas pequeñas que revelan la presencia de pus que a su vez revela la presencia de infecciones localizadas. Exceptuando los casos en los cuales el cuerpo entero es atacado por una infección de tipo viral como la viruela o el sarampión, estos granos indeseables por lo general no aparecen durante la niñez, hacen su indeseable aparición entre los 12 y los 15 años cuando los jóvenes están empezando a entrar en la etapa de la pubertad y están empezando a dejar de ser niños, precisamente la etapa en la cual se activan torrentes nuevos de hormonas que traen consigo cambios corporales tales como la aparición de vello en lugares en donde antes no había así como los inicios tempranos de una actividad sexual.

La primera reacción (podemos llamarla tentación) consiste en tratar de “reventar” las bolsitas de pus en la cara haciendo presión con las yemas de los dedos. Sin embargo, esto es lo peor que se puede hacer para tratar de remover los barros, sobre todo los barros enterrados. Al hacer esto, el joven, tal vez sin darse cuenta del error que está cometiendo, está propiciando en el punto en donde se está reventando la bolita de pus por medio de una presión aplicada, está dejando en ese sitio lo que posiblemente será una cicatriz permanente, especialmente si por genética su piel es de un tipo llamado queloide. Muchos de los adultos que vemos con su rostro “perforado” por todo tipo de marcas en forma de cicatrices y hendiduras son personas que cuando eran jóvenes tenían por costumbre el estarse reventando los barros aplicándoles presión con las yemas de los dedos. Y este tipo de lesiones auto-inflingidas son prácticamente imposibles de corregir posteriormente por medio de cirugía correctiva estética.

De este modo, la primera advertencia que se puede dar (y la cual dan muchos cirujanos plásticos de buena reputación) a los jóvenes es precisamente no presionar ni reventar con las yemas de los dedos aquellos puntos rojizos en los cuales estén apareciendo o hayan hecho su aparición barros y “espinillas”, hay que dejar que el propio cuerpo combata la infección y cierre la herida usando sus propios mecanismos de defensa sin presionar absolutamente nada para tratar de forzar una curación “rápida” en donde no hay curaciones rápidas.

Si no es recomendable hacer “estallar” los barros y espinillas presionándolos con las yemas de los dedos, ¿hay alguna otra cosa que se pueda hacer por mientras para disminuír el daño?

Tomando en cuenta que la mejor terapia consiste en la prevención, una cosa que pueden hacer muchos jóvenes es el indagar qué tipos de alimentos los predisponen a la aparición del acné en sus rostros. Es frecuente en muchos jóvenes que al consumir en ciertas ocasiones barras de chocolate, alimentos con grandes cantidades de queso, nueces en proporciones elevadas, y otros tipos de alimentos grasosos, se den cuenta en cuestión de dos o tres días que viene en camino un barro de esos conocidos como “barros entrrados”, los cuales no son barros a flor de piel en la epidermis sino barros que están algo más profundo, siendo el tipo de barros que en la “bola” que se forma en la piel pueden mostrar no una sino dos o tres “bolsitas” de pus, e inclusive cuando “revientan” pueden llegar al sangrado y la reaparición continuada del barro en el mismo punto sin dar muestras de ceder. Aquí la prevención es clara: se vuelve necesario limitarse en el consumo de los alimentos que por experiencia previa han manifestado predisponer al joven a la aparición de barros y espinillas.

La prevención es para evitar. ¿Pero hay algo que se pueda hacer una vez que, pese a los mejores esfuerzos, empiece a hacer su aparición un nuevo foco de infección en la cara?

Desde el punto de vista médico, tratando las infecciones cutáneas como lo que son, infecciones, se puede combatir la infección de aquellos barros y espinillas que por el dolor o la molestia que producen amenazan con convertirse en un “grano grande” en la forma usual en que se combaten las infecciones: con antibióticos. El antibiótico usual para tratar este tipo de infecciones cutáneas es la terramicina (o bien la tetraciclina, que para el efecto viene siendo lo mismo), tomándose el equivalente de dos cápsulas diarias (una cada 12 horas) o a lo más tres cápsulas diarias (una cada 8 horas) por un lapso de tiempo que no debe exceder los tres o cuatro días. Esto ayuda a controlar cada infección e inclusive dar cuenta de ella. Desafortunadamente, no es posible estar aplicando esta terapia en demasía ya que el consumo excesivo de un antibiótico como la terramicina (tetraciclina) en un organismo lo que puede ocasionar es que dentro del cuerpo se vayan eliminando paulatinamente los gérmenes patógenos que son sensibles a la terramicina a la vez que van sobreviviendo los gérmenes infecciosos que por alguna variación genética pequeña (también las bacterias, al igual que los virus, son capaces de ir variando genéticamente de modos que les pueden reducir o aumentar su capacidad de superviviencia) muestran algún tipo de resistencia a la terramicina, hasta que al cabo de algunos años de estar abusando de los antibióticos el joven puede terminar alojando en su cuerpo gérmenes extremadamente resistentes sobre los cuales ya no actúa con eficacia antibiótico alguno, en cuyo caso no tendrá manera de usar antibióticos de tal tipo para el tratamiento de otro tipo de infecciones mucho más serias. Por otro lado, el abuso excesivo de antibióticos puede terminar causándole daños a largo plazo al riñón, y lo peor que le puede suceder a una persona es perder sus riñones por tal abuso requiriendo tarde o temprano un transplante de riñón.

Si no es recomendable el estar recurriendo al uso de antibióticos para combatir las infecciones cutáneas, sobre todo las infecciones de la cara que aparecen en forma de barros y espinilloas, para el control de tales infecciones excepto las más severas, ¿hay alguna otra cosa para que se pueda manejar el problema?

Comercialmente, se venden productos para limpiar la cara que son promovidos para limpiar el rostro de barros y espinillas, anunciados como productos antisépticos. Sin embargo, la antisepsia es exterior, no interior. De cualquier modo, la limpieza del rostro con estos productos frecuentemente suele funcionar. ¿Por qué? La respuesta a esto revela que, más que el efecto de una antisepsia que sólo actúa en el exterior y no en el interior, es la limpieza constante y persistente de la zona afectada lo que le pone un alto a una infección en proceso, y esto tiene mucho que ver con el permitirle a la piel el poder “respirar”. Para poder apreciar mejor la manera en la que ocurre esto, tomemos como muestra lo que sucede en la nariz, una parte del cuerpo en donde tienden a acumularse barros y espinillas con cierta persistencia.

Tal vez muchos se habrán dado cuenta de que hay temporadas en las cuales la aparición de barros y espinillas ocurre con mayor frecuencia que en otras. Específicamente, la incidencia es mayor en verano que en invierno, y basta con pasar los dedos de las yemas sobre la nariz recorriendo la nariz de arriba hacia abajo para darse cuenta de ello. En verano, la piel “suda” más que en invierno, y cuando se está a la intemperie caminando o haciendo algún deporte, al recorrer la nariz con los dedos se encuentra que hay una capa de aceite. Si se remueve esa capa de aceite corporal con algún pañuelo seco, al poco tiempo después se encuentra que se ha formado una capa de aceite nueva, causada precisamente por la sudoración cutánea que es más intensa en verano que en invierno. Esta capa de aceite corporal en la nariz es lo que le impide a la piel el poder “respirar” y oxigenarse. La capa de aceite actúa como un escudo que “protege” del exterior a un foco de infección purulenta impidiéndole a la piel “respirar” y oxigenarse. Es en efecto un blindaje que le permite a la infección sobrevivir por más tiempo del que podría hacerlo al ser combatida por los mecanismos naturales de defensa del cuerpo.

La remoción del indeseable escudo de grasa no se puede llevar a cabo simplemente enjuagando la piel con agua y secando, porque el aceite no se disuelve en agua.

Si bien es frecuente en los adultos recurrir a las cremas faciales, todas las cuales contienen aceite, para suavizar la piel y disimular las arrugas, esas cremas en los jóvenes no sólo no son necesarias sino que, muy sobre todo en la cara, ponen una “máscara” de grasa que aísla a la piel del exterior. De este modo, el sudor facial, que es un medio usado por la piel para expulsar las toxinas que se van acumulando (toxinas que permiten la proliferación de los gérmenes causantes de una infección, siendo todas las toxinas corporales materia indeseable que propicia la descomposición y putrefacción), queda atrapado debajo de la capa de crema, facilitando la acumulación de focos de infección concentrados en los granitos rojos que preceden a los barros y las espinillas.

Esquemáticamente, un cutis que está aislado del exterior por la capa de aceite corporal que sale del cuerpo y que se va depositando y acumulando en el exterior de la piel se puede representar de la siguiente manera:




¿Y qué sucede cuando la capa de aceite corporal es removida? Se tiene la siguiente situación en la cual la piel puede “respirar” y oxigenarse, facilitándose la expulsión de todas las toxinas que se vayan acumulando tanto en la epidermis como en el interior de la piel alrededor de una bolsita de pus. Esto se puede representar de la siguiente manera:




Como ya se dijo, el aceite no se disuelve en agua. Pero sí se disuelve en agua jabonosa. Entonces, si queremos remover la capa de aceite en torno a un barro en formación así como sobre el mismo barro, todo lo que tenemos que hacer es enjuagar la zona primero con agua, y tras esto usando algún jabón suave (podemos usar un jabón de manos para esto) pasamos el jabón sobre la zona afectada teniendo precaución de no aplicar presión que pueda hacer estallar el barro formando una capa jabonosa, tras lo cual unos segundos después removemos con más agua la capa jabonosa.

En vez de “secar” el barro, la nariz, o la cara con una toallita tipo Kleenex, es preferible dejar que la zona de seque “al natural”, dejando que el agua se evapore de la piel sin poner ya nada encima sobre la piel (esto impide de manera muy eficiente que cualquier químico o sustancia extraña que esté presente en el pañuelo desechable o toallita Kleenex que se pensaba utilizar pueda depositar en cantidades pequeñas otra cosa que simplemente reemplace la perniciosa capa de aceite por otra cosa que no ayuda en nada).

Al secarse la piel “al natural”, el joven sentirá un “cosquilleo” sobre todo en la zona afectada, lo cual es bueno porque es la señal clara de que la piel por fín está contacto directo con el exterior y está por fín “respirando”.

¿Qué tan frecuente hay que limpiar la piel en donde está por aparecer un barro? Eso depende de la rapidez con la cual haga su aparición una nueva capa de grasa corporal. Esto lo puede determinar el joven simplemente pasando las yemas de sus dedos; tratándose de la nariz una piel a la que se le acaba de remover la capa de aceite se sentirá “seca”, ligeramente “rasposa”, mientras que una nariz con una capa de aceite corporal dejará su sensación “aceitosa” en los dedos. En un verano típico, es posible que haya que estar removiendo de esta manera el aceite corporal cada hora o inclusive cada quince minutos.

¿Qué tanto hay que limpiar en torno a un foco de infección que se está manifestando? Una buena guía es llevar a cabo la limpieza en un círculo cuyo borde exterior esté a unos dos o tres centímetros de un foco de infección cuya comezón se está empezando a manifestar (o sea, un círculo de unas dos pulgadas de diámetro).

Un ejemplo típico es el del joven al que en un día de verano se le manifiesta en la nariz esa molestia localizada en un puntito debajo de la piel que le avisa de un barro molesto en proceso de formación. Al pasar la yema de su dedo índice, siente la piel aceitosa, por lo que ya sabe lo que hay que hacer. Lo antes posible, se limpia cuidadosamente en la zona afectada con agua jabonosa dentro de una circunferencia de una  pulgada o pulgada y media de diámetro, enjuagándose el agua jabonosa con agua limpia y dejando que el agua residual que queda sobre la piel se evapore al natural. Pasando cuidadosamente su dedo por la zona, confirma que la capa aceitosa ha sido removida. Pero quince minutos después, al deslizar su dedo índice sobre la zona, observa que ya se formó nuevamente la capa de aceite. Nuevamente repite el procedimiento, pero en esta ocasión se limpia toda la nariz. Nuevamente, la yema del dedo índice le indica que la capa de aceite ya fue removida. Después de estarse limpiando la zona cuatro veces cada cinco minutos, se empieza a limpiar la zona cada media hora por cuatro ocasiones, y después lo hace cada hora. Ha observado que después de las primeras limpiezas faciales, siente un cosquilleo intenso en el punto en donde el barro había anunciado su próxima aparición. Este cosquilleo (que posiblemente no había sentido antes de probar este tipo de tratamiento) le está indicando que el sistema inmunológico de su cuerpo está empezando a rechazar la infección no cuando ya se ha agravado con el barro aflorando en forma visible sino desde los inicios de la infección. Aguantándose las ganas de rascarse, continúa con el tratamiento de limpieza. En las noches, cuando va al baño cada tres o cuatro horas, aprovecha para limpiarse la zona afectada, lo cual es rápido y no le lleva mucho tiempo. Al cabo de tres días, los síntomas de cosquilleo y picor ligero han desaparecido, y el barro que iba a aparecer simple y sencillamente ya no apareció.

Puede darse el caso (y de hecho se dá) de que un barro, especialmente del tipo “profundo” (situado muy abajo de la superficie de la piel) aún sin tocarlo en lo absoluto y limpiando cuidadosamente y en forma constante la capa de grasa que se haya estado formando encima de él, “estalle” espontáneamente liberando pus e inclusive con un ligero sandrado, formándose una costra. ¿Qué hacer en tal caso, sobre todo cuando hace su aparición una comezón debajo de la costra que invita a remover manualmente la costra en vez de dejarla caerse por sí sola? Para calmar la comezón y darle una ayuda al cuerpo para combatir la infección sin arrancar la costra (lo cual puede dejar una cicatriz permanente que se llevará de por vida, imposible de remover cosméticamente con cirugía plástica), se recomienda estar humedeciendo por fuera la costra con alcohol con la ayuda de un hisopo o de un gotero tocando el exterior de la costra con el hisopo o con la gota que sale del gotero pero sin oprimir la costra ni presionarla. Por ningún motivo hay que tratar de arrancar la costra con las yemas de los dedos de las manos, ya que mientras la costra permanezca adherida a la piel por sí sola ello indica que sólo el exterior está seco, más no el “interior” de la costra que tiene contacto directo con la carne viva. Remover la costra antes de su tiempo de formación total en el que eventualmente cae en forma natural por sí sola expone la carne viva de la piel directamente a la intemperie, prolongando incluso la infección, formándose con ello una cicatriz permanente. Si se deja caer la costra por sí sola, la piel quedará restablecida a su tez original, sin huella visible de lo que allí sucedió. Esto requiere algo de paciencia, porque la duración de una costra puede fluctuar entre varios días o inclusive puede durar semanas para endurecerse por completo volviéndose completamente quebradiza y caer por sí sola al estar completamente seca, pero vale la pena la espera porque esta es la forma más segura que pueda haber para evitar la “piel cacariza”. Es posible que aún sin tocar la costra ésta se caiga bajo el flujo del agua de la regadera al estarse bañando la persona, pero si esto ocurre no hay por qué preocuparse porque mientras la costra caiga por sí sola sin que uno la empuje de alguna manera esto significa que el proceso de sanación está prácticamente concluído (una costra que no debe caer antes de su tiempo no caerá por sí sola aunque la persona esté bañándose o nadando en una piscina).

Este es pues el “secreto” de los limpiadores ascépticos usados para controlar y combatir la aparición del acné, los que sí funcionan inevitablemente recurren a algo para remover la capa de aceite facial natural, y los que contienen alcohol usan el hecho de que el alcohol sí es capaz de disolver aceites y grasas, proporcionando además un efecto ascéptico en contra de los microbios que se encuentren en la superficie de la piel. Sin embargo, en virtud de que el alcohol no puede “penetrar” hacia el interior de la piel, el efecto antiséptico es externo únicamente. Mucho más importante que matar las bacterias exteriores en el cutis (que no son los que están produciendo la infección interior que hay debajo de la piel) es la remoción continuada de esa capa de aceite corporal permitiéndole a la piel el poder “respirar”.

Llevando a cabo el procedimiento indicado, es muy probable que antes de que el barro se manifieste como tal el “hormigueo” en el barro aumente hasta que, en cierto momento, la comezón desaparecerá por sí sola (¡por ningún motivo hay que “rascar” la zona!), y el barro simple y sencillamente no aparecerá. Esto lo sabrá el joven al darse cuenta de que la sensación típica del barro en formación ha desaparecido. El hecho de que el barro no se manifieste ya es la evidencia más clara de que el tratamiento de limpieza continua con agua jabonosa ha dado resultado, no siendo ya necesario el uso de productos comerciales ni el uso de antibióticos. Hay que ser, desde luego, persistente; pero al cabo de unos cuatro días se debe comprobar que la infección ha sido frenada en seco y el barro que iba a aparecer ya no aparecerá. El cuerpo, en efecto, ha contenido por sí mismo la infección purulenta, en lo cual ha ayudado el permitirle a la piel el estar “respirando”, oxigenándose y removiéndose con frecuencia las toxinas que tienen que ser removidas con la frecuencia que requieren situaciones de este tipo. Si esto es lo que se requiere para tener un cutis libre de imperfecciones y cicatrices como las que puede ocasionar el acné, vale muy bien la pena poner a prueba lo que aquí se está sugiriendo, y se está sugiriendo precisamente porque ya le ha dado buenos resultados a otros jóvenes que estaban batallando con el mismo problema.

lunes, 5 de agosto de 2013

Cuando la “migra” gringa era “buena”

Cualquier mexicano que trate de internarse ilegalmente a los Estados Unidos en estos tiempos sabe que en el intento está poniendo en riesgo su vida no solo al tratar de cruzar durante la noche desiertos áridos e inhóspitos que han reclamado las vidas de mexicanos que mueren en el intento, sino también por la tenacidad y la dureza con la cual la Patrulla Fronteriza (Border Patrol) persigue a los indocumentados mexicanos en cuanto se encuentran en territorio norteamericano. Muy esporádicamente, algunos agentes de la Border Patrol han sido llevados ante la justicia por los excesos en los que han incurrido en un celo excesivo del cumplimiento de su deber que va más allá de límites que no deberían de ser rebasados, aunque ha habido otros casos (la gran mayoría) que han quedado en la impunidad y que involucran asesinatos de niños mexicanos cometidos desde los Estados Unidos como un caso famoso que le dió la vuelta al mundo y sobre el cual no se hizo justicia.

No siempre fue así.

Aunque cueste trabajo creerlo, hubo una época en la cual la “migra” gringa era la que le daba la bienvenida a los mexicanos aspirantes a trabajar como indocumentados en los campos agrícolas en donde la mano de obra mexicana era muy apreciada para el trabajo pesado en los campos agrícolas, trabajo al que los mismos norteamericanos le rehuyen más que al mismo diablo. Esto lo documenta una nota periodística aparecida el 4 de agosto de 2013 en el periódico El Diario bajo el título ‘¡Hey, mexicano, ven a trabajar aquí!’ en donde se consigna el siguiente texto: “Aquella mañana de noviembre de 1947, cientos de juarenses y trabajadores migrantes que llegaron del interior del país a Ciudad Juárez para enrolarse al Programa Bracero y trabajar en Estados Unidos, se sorprendieron con la actitud que tomaron los agentes de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol). “¡Hey mexican, come to work here! Many people needed. ¡A lot of work!. Vengan a trabajar, hay mucho trabajo”, fueron las frases en inglés y español que exclamaron los oficiales de esa corporación, creada en 1924 para impedir el ingreso de los migrantes mexicanos a Estados Unidos. Miles aceptaron la invitación y cruzaron a El Paso, Texas y fueron “detenidos” por los agentes migratorios, pero esta vez fue para llevarlos directamente a los campos agrícolas texanos. Así lo recuerdan los habitantes de más edad de las colonias Hidalgo, Cuauhtémoc y de la zona Centro. “Se paraban en el bordo del Río Bravo, en los puentes y gritando invitaban a todo mundo a trabajar allá, sin ningún papel. Muchos se fueron y aquí la colonia se quedó casi sin hombres”, recuerda Don Manuel Flores, quien entonces era un niño. La Patrulla Fronteriza respondía así a un desacuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos relacionado con el Programa Bracero, iniciado en 1942 y que ese año fue suspendido momentáneamente por las autoridades mexicanas, en la temporada en que los agricultores estadounidenses requerían de mano de obra. Como ambos países no se ponían de acuerdo sobre los términos del programa y no había más permisos de trabajo, los productores entraron en pánico y la propia Patrulla Fronteriza actuó como enganchadora de mano de obra. “Muchos no lo creían, por los malos tratos hacia los mexicanos”, refiere Flores. La apertura de la frontera a los migrantes con o sin papeles ese año, puso en evidencia que el verdadero fin de la Patrulla Fronteriza era el control de la mano de obra que ingresaba en forma ilegal a Estados Unidos y no su eliminación, afirma el historiador Martín González de la Vara, en Breve Historia de Ciudad Juárez y su región. En 1941, tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos se involucró en la Segunda Guerra Mundial y envió miles de hombres al frente de batalla. Pronto requirió de mano de obra mexicana para mantener en funcionamiento la producción industrial y agrícola y firmó con el gobierno mexicano, el 4 de agosto del año siguiente, un acuerdo renovable que permitiría a los mexicanos trabajar en territorio estadounidense bajo condiciones vigiladas. Para aplicar el Programa Bracero, se instalaron en Juárez módulos de contratación de trabajadores y esta ciudad pronto empezó a sufrir aglomeraciones provocadas por miles de aspirantes a braceros, muchos de los cuales se quedaron en la frontera al no cumplir los requisitos; otros se internarían en forma ilegal. Se trataba de campesinos provenientes de las zonas agrícolas rurales de Coahuila, Durango y Chihuahua. En 1942 fueron contratados 4 mil 203 trabajadores, y para 1945 la cifra alcanzó los 125 mil, de acuerdo con datos recopilados por el historiador Armando B. Chávez. En 1942 Ernesto Galarza, funcionario consular mexicano asignado en Washignton, D. C., reportaba que la alta demanda de trabajadores se debía a la esperanza de los mexicanos de ganar en Estados Unidos sueldos mejores que los que obtenían en México. El Programa Bracero terminó oficialmente el 30 de mayo de 1963, pero los migrantes siguieron ingresando a los Estados Unidos hasta 1964, ya cuando había creado en Estados Unidos circuitos de migración, de trabajo y hasta una cultura distinta. De 1942 a 1964 se estima que cinco millones de mexicanos laboraron en los campos agrícolas del vecino país, según información difundida por el Proyecto Bracero, que dirige Carlos Marentes en el Centro de Trabajadores Agrícolas Fronterizos, en El Paso, Texas. Sin embargo, miles más que no fueron aprobados cruzaron sin ser documentados. Para estos últimos la Patrulla Fronteriza lanzó la operación “Wetback” o “Espalda Mojada”, mediante el cual en 1954 deportó por Ciudad Juárez a 35 mil mexicanos que ingresaron en forma ilegal a su territorio. El impacto para Juárez fue directo, pues entre deportados y aspirantes a cruzar, creció la población. De 50 mil habitantes que se tenían en 1940, se pasó a 122 mil 566 en 1950 y a 252 mil 119 en 1960. Los problemas sociales no se hicieron esperar, ya que los nuevos habitantes requerían de más espacios y servicios urbanos que el Municipio no podía otorgar por falta de recursos. “Llegan (migrantes) hasta los puertos norteños en busca de mejoría a sus niveles de vida, ya sea aprovechando lo que ellos suponen extraordinarias facilidades de trabajo en las poblaciones limítrofes con Estados Unidos o ilusionados con la idea de pasar a territorio norteamericano a ganar dólares”, narraba el entonces presidente municipal René Mascareñas, en 1959. “Al encontrarse sin poder lograr ninguno de los dos propósitos y sin la posibilidad inmediata de volver a sus lugares de origen, constituyen un problema de habitación, vigilancia, salubridad, alimentación, educación y trabajo de muy serias proporciones”. El edil señalaba que muchas familias apenas contaban apenas con recursos para subsistir. “A la demanda constante de servicios públicos por el mayor número de vecinos no corresponde un aumento en los ingresos municipales, ya que hay una enorme mayoría de familias cuyos ingresos apenas bastan para las más ingentes necesidades y no están en condiciones de contribuir a los gastos públicos”, enfatizaba. Sin embargo, nada paraba la llegada de migrantes que aspiraban a trabajar en Estados Unidos y el Programa Bracero se convirtió en un imán. El Proyecto Bracero estima que casi una cuarta parte de los braceros pasaron por la frontera de Ciudad Juárez y El Paso, a donde llegaron trasladados en trenes; posteriormente, una vez en Estados Unidos, en camiones eran enviados a Fabens, Texas, al Centro de Procesamiento de “Río Vista”, donde los bañaban, los desinfectaban con veneno en polvo y luego los entregaban a sus patrones. Los braceros partían de Fabens a las distintas regiones agrícolas del suroeste y el norte de los Estados Unidos a levantar las cosechas de algodón, betabel de azúcar y otros cultivos, por los que recibían de pago menos del 50 por ciento de lo que recibían los ciudadanos estadounidenses. En los ranchos, los braceros estuvieron a merced de sus patrones. Los rancheros de Texas y Nuevo México, generaron la fama de ser los peores explotadores. Un artículo escrito en 1946 por la profesora Pauline R. Kibbe, en Latin Americans in Texas, de la Universidad de Nuevo México, y rescatado por el Proyecto Bracero, revela los abusos que sufrieron los braceros. Relata que en la comunidad de Lubbock, Texas, la capital del algodón, en octubre de 1944 arribaron 496 camionetas cargadas con un promedio de 15 trabajadores mexicanos, es decir alrededor de 7 mil 494 migrantes que generaron una derrama económica importante al adquirir comestibles durante lo más intenso de la temporada de pisca.

“Sin embargo, Lubbock no tomó ninguna providencia para ocuparse de esta corriente de gente, que llega regularmente cada otoño, cada fin de semana de cada otoño”, señalaba Kibbe. “No hay ningún lugar donde puedan estacionar sus vehículos, darse un baño, cambiarse de ropa o simplemente ir al sanitario”.

En algunas otras ciudades el trato era aún peor. En Lamesa, los sanitarios de la presidencia municipal eran clausurados los sábados al mediodía, y en algunas de las estaciones de gasolina se tenía prohibido prestárselos y los migrantes eran forzados a hacer sus necesidades donde pudieran hacerlo, lo que finalmente generó una epidemia de disentería entre la población en general. A los migrantes también se les prohibía la entrada o servicio en sitios públicos, en negocios y de diversión, tales como cafés, barberías y en algunas instancias y cines. Los braceros también estuvieron a expensas de la corrupción de funcionarios mexicanos, puesto que durante el tiempo que fue aplicado el programa, una porción del sueldo les fue retenida para generar un ahorro que a su regreso a México se les entregaría, situación que pasó inadvertida por los trabajadores que firmaron contratos en idioma inglés, sin saber su contenido y las condiciones a las que estarían expuestos. Sin embargo, la devolución no se concretó y casi medio siglo después salió a la luz pública y miles de braceros realizaron protestas y reclamos al gobierno mexicano que terminó dando, no sin poner muchas trabas, una pequeña compensación a quienes comprobaron su participación en el Programa Bracero. “Mi padre se fue cuando yo tenía 13 años. Duró 10 años trabajando en Canutillo, Texas, en la pisca de algodón. Venía cada mes a vernos y regresó finalmente en 1959 cuando yo ya tenía 23 años”, recordó Ramón Hernández, hijo de Antonio Hernández Duarte, en una entrevista concedida a El Diario en 2009. Hernández Duarte, quien murió en 1987, participó en el Programa Bracero de 1949 a 1959, dejando en Juárez cuatro hijos y a su esposa. Señaló que como a miles le retuvieron un porcentaje de su sueldo y murió en 1987 sin ver jamás la retribución de ese esfuerzo. (Juan de Dios Olivas/El Diario; Fuentes: Martín González de la Vara en Breve Historia de Ciudad Juárez y su región; Armando B. Chávez en Visión Histórica de la Frontera Norte de México.”

A partir de la puesta en vigor en 1952 de la iniciativa migratoria McCarran-Walter, y trabajando sobre la fantasía de que en Estados Unidos no se requería de ninguna mano de obra extranjera para los trabajos duros por haber suficiente mano de obra disponible en los Estados Unidos, los requerimientos migratorios para los trabajadores extranjeros se fueron endureciendo más y más. Del mismo modo, la Patrulla Fronteriza fue endureciendo cada vez más y más su postura en contra de los indocumentados provenientes de México. El 11 de septiembre de 2001, ocurrió un evento que fue decisivo para el virtual cierre de la frontera a todos los trabajadores indocumentados mexicanos: los atentados terroristas a las torres gemelas en Nueva York y el Pentágono. Si antes ya era harto difícil para cualquier aspirante mexicano a indocumentado el tratar de internarse sin papeles en los Estados Unidos, tras el 2001 se volvió extremadamente difícil el ingreso inclusive para los mexicanos sin antecedente penales y con empleo permanente establecido en México. La Patrulla Fronteriza y los agentes migratorios recibieron amplios poderes plenipotenciarios que nunca antes habían tenido, y la cacería de indocumentados se convirtió inclusive en un pasatiempo en el cual tomaron parte los grupos que se afiliaron al proyecto Minuteman en el cual hasta actores famosos como Steven Seagal han ofertado sus servicios sin cobrar un solo centavo solo por el puro gusto de poder unirse a la alegre cacería de indocumentados mexicanos.

Todo lo que se ha descrito ha traído una consecuencia. Y la consecuencia es que las decenas de millares de trabajadores mexicanos indocumentados en amplia disponibilidad para los trabajos duros en los campos agrícolas ha ido disminuyendo de manera irreversible. Lo cual a su vez ha traído otra consecuencia, el que cada vez en mayores cantidades de vegetales, verduras y frutas se están pudriendo al no haber nadie que levante las cosechas. Los norteamericanos de hoy, acostumbrados a la vida cómoda y a recibir el beneficio de amplios programas gubernamentales de asistencia social, se rehusan a llevar a cabo tales trabajos. De este modo, el porcentaje de norteamericanos desempleados que maneja el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos como la cifra de aquellos que vuelven innecesaria la admisión de trabajadores foráneos para esos trabajos temporales es una cifra ficticia. Del 7.4 por ciento de norteamericanos desempleados reportados para agosto de 2013, posiblemente no haya entre ellos un solo norteamericano que quiera dedicarse a la dura faena de recolección de productos en los campos agrícolas, de modo tal que de ese 7.4 por ciento el porcentaje disponible para los trabajos de campo puede ser tomado como igual a cero. Esto deja a los productores agrícolas de los Estados Unidos, principalmente los del estado de California, sin disponibilidad de mano de obra norteamericana para ayudarles a levantar sus cosechas. La “migra” gringa ha tomado nota cuidadosa de esta situación, y tomando en cuenta que los productores agrícolas también pagan impuestos al gobierno federal, impuestos usados en parte para sostener económicamente a los agentes de la Border Patrol y todos los demás funcionarios migratorios, se está haciendo “de la vista gorda”, actuando no tanto como un muro de contención infranqueable sino como una “válvula reguladora”. Si lo quisieran, podrían ir sobre todo en tiempos de recolección de cosechas a muchos campos agrícolas, en especial en el estado de California, para detener a los millares de trabajadores indocumentados que se encuentran trabajando en dichos campos. Ellos saben muy bien de cuáles campos agrícolas se trata, y saben muy bien lo que van a encontrar. Pero también saben muy bien que si hacen tal cosa, pueden terminar “tronando” la economía de la nación sumiéndola en un barranco sin fondo. De este modo, aunque en la frontera con México los agentes migratorios fronterizos hoy son más duros que nunca, hay una moderación en lo que respecta a las acciones drásticas y enérgicas que pueden tomar en el interior del país, a sabiendas de que hoy más que nunca es extremadamente difícil si no imposible llenar los huecos que puedan dejar las cacerías masivas de indocumentados llevadas a cabo en los campos agrícolas.

Y por su parte, los empleadores norteamericanos de mano de obra mexicana indocumentada en los campos agrícolas saben muy bien que no hay muchos africanos y asiáticos que viajarán hasta los Estados Unidos para trabajar en los campos agrícolas porque en tales casos no se trata simplemente de brincar un muro con una escalera o de cruzar a nado un río sino de atravesar inmensos océanos, y la única forma para llegar desde tales países a los Estados Unidos es pagando un boleto de avión, pero quien tenga suficiente dinero para pagar un boleto de avión para trasladarse desde Africa o Asia hasta los Estados Unidos generalmente será una persona acomodada de clase media que ni estando loco viajaría hasta los Estados Unidos solo para llevar a cabo tales trabajos (las percepciones económicas en los campos agrícolas norteamericanos son tan bajas que no alcanzan para pagar un boleto de avión de ida y vuelta hacia otro continente). Y de cualquier modo, nadie puede tomar un vuelo desde Africa o Asia hacia los Estados unidos si no tiene pasaporte y visado para entrar legalmente a los Estados Unidos, lo cual elimina toda posibilidad de que se pueda encontrar un reemplazo a la mano de obra mexicana en los campos agrícolas norteamericanos. Aún así, conforme se sigan endureciendo más y más las políticas migratorias norteamericanas en la frontera con México, el declive de mano de obra mexicana solo puede continuar en picada, lo cual está causando ya serias preocupaciones entre varios políticos prominentes que anticipan una crisis en puerta. La senadora por California Dianne Feinstein está impulsando una iniciativa de ley titulada AgJobs, y en defensa de su iniciativa dice lo siguiente en un documento titulado “Passing AgJobs” (se reproduce en el idioma original para que no se pierda su pleno sentido en el proceso de traducción): “Across the United States, there are not enough legal agricultural workers to do the pruning, picking, packing, and harvesting that keeps California and U.S. farms in business. As a result, farms are closing, growers are planting less or switching to other crops, and the production of fresh foods and vegetables is moving abroad.  Between 2007 and 2008, 1.56 million acres of farmland were shut down in the United States.  American farmers have moved at least 84,155 acres of production and 22,285 jobs to Mexico to cultivate crops that used to be grown in the U.S. California farmers alone produce half of America’s fruits, vegetables, and nuts and a quarter of the country’s dairy.  However, the Federal H-2A seasonal farm worker program is not working for California.  According to the U.S. Department of Labor’s most recent data, only 1.3% of California’s hundreds of thousands of farm workers came through this program. When American farmers suffer, there is a ripple effect felt throughout the Nation.  For every job lost on family farms and ranches, the U.S. loses approximately 3 jobs that are supported by having the agricultural production here in this country. If the labor problems continue, California agriculture stands to lose between $1.7 – 3.1 billion in the next one to two years.  Today, more than ever, we need a stable and legal agricultural workforce in order to protect our food supply and keep American farms at home and in business. That’s why I introduced the AgJOBS bill.  This bi-partisan legislation would provide a workable and sustainable fix to the agricultural labor problems. The AgJOBS bill is a two-part bill. Part one would create a pilot program to identify undocumented farm workers and allow those already working in U.S. agriculture to continue to work in the United States legally, if they first pay a fine, show that they are current on their taxes, have clean criminal records, and commit to working in U.S. agriculture for the next five years. The second part would reform the H-2A program so that if local workers cannot be hired, farmers have a legal path to hire workers to harvest their crops.”

La “migra” gringa ya no volverá a ser nunca más lo “buena” que era en aquellos tiempos en los que desde el lado norteamericano los agentes migratorios norteamericanos les gritaban desde el lado norteamericano a los mexicanos que los miraban desde el otro lado de la frontera “¡Hey, mexicano, ven a trabajar aquí!”. Pero parece que están tomando nota de que, de seguir empeorando las cosas, los daños a largo plazo para el bienestar y la prosperidad de la nación norteramericana podrían ser mucho más de lo que las generaciones futuras estén dispuestas a tolerar.

Y si a mediados de la década de los cincuentas la “migra” gringa era “buena” e invitaba a los residentes del lado mexicano a trabajar, cuatro siglos antes la cosa estaba mucho mejor, porque ni siquiera había “migra”; Norteamérica era verdaderamente un vasto territorio en donde a nadie se le negaba la entrada. Lo cual fue muy bueno para los primeros blancos que arribaron a Norteamérica (antepasados de muchos de los “migras” jóvenes de hoy), porque de lo contrario se habrían topado con bravos guerreros Sioux y Mohawk de mirada dura estacionados como inspectores migratorios que lo primero que les habrían dicho a los recién llegados es “sus documentos, por favor”, y al no llevar tales los habrían deportado de inmediato enviándolos de regreso a Europa en los mismos barcos en los que estaban llegando, siempre bajo la mirada atenta y vigilante del Gran Jefe Toro Sentado, cazando con arco y flecha a los caras pálidas que tuvieran la osadía de entrar corriendo con la intención de quedarse a vivir como europeos indocumentados en la tierra de los Sioux, los Mohawk y los Mohicanos.