lunes, 24 de marzo de 2014

En el aniversario de un magnicidio

El día de ayer, 23 de marzo de 2014, se conmemoró el 20avo aniversario del asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas.

Como era de esperarse, hubo varios eventos en ocasión de las dos décadas transcurridas después de llevarse a cabo tan infausto acontecimiento. En uno de tales eventos públicos celebrados en Magdalena de Kino estuvieron presentes los dos hijos del malogrado candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Riojas, y Mariana Colosio Riojas, los cuales mostraron su predisposición de darle una vuelta a la hoja haciendo a un lado el aspecto trágico del magnicidio del hombre que hubiera sido presidente de México, enfatizando en cambio su ejemplo y sus ideales.

En virtud de que por cortesía y civilidad no se menciona la soga en casa del ahorcado, en prácticamente todos los eventos hubo un gran ausente cuyo nombre fue omitido por los oradores y por organizadores de los eventos relativos al evento ocurrido hace 20 años. Se trata de Mario Aburto Martínez, el autor material del crimen (ninguna relación de parentesco, ni siquiera lejana, con el creador de esta bitácora).

Desde el primer día en que se llevó a cabo el magnicidio se ha estado manejando la versión de que el hombre acusado por el magnicidio y que ha estado purgando una larga pena de prisión no es el hombre que fue detenido inmediatamente después de haber disparado la bala que segó la vida de Luis Donaldo Colosio. Una de las presuntas pruebas esgrimidas para apoyar esta hipótesis es la comparación visual de la fotografía del hombre que fue detenido inmediatamente después de haber disparado el arma:




y las fotografías de Mario Aburto Martínez una vez que ha sido recluído en prisión:





Ciertamente, a primera vista parecen ser dos hombres diferentes. Sin embargo, el efecto visual ocasionado por la primera toma de imagen enfocando al asesino desde un ángulo así como el manoseo de que fue objeto así como el susto que se ha de haber llevado al darse cuenta de la magnitud de lo que había cometido pueden haber contribuído a darle un aparente aspecto físico no necesariamente idéntico al que aparece en la segunda fotografía.

De cualquier modo, en la gran mayoría de las varias investigaciones independientes que se han estado llevando a cabo, las conclusiones son las mismas: el hombre detenido en prisión es el autor material del magnicidio.

Una cosa que parece confirmar la hipótesis de que Mario Aburto Martínez, aún si fue usado para substituir al presunto verdadero autor material del crimen, definitivamente tuvo algo que ver en el asesinato, son las propias palabras suyas que pronunció tras haber sido entregado a la policía:

“No hablaré aunque me torturen”

Esta fue una actitud que Mario Aburto mantuvo desde un principio y que ha sido una constante en su larga reclusión. No dijo “Yo no lo maté, tienen al hombre equivocado”, o “Soy inocente, pido presentar testigos en mi defensa” o algo similar. Tampoco aprovechó su presentación ante los medios (de las cuales hubo varias) para manifestar su involucramiento en el crimen argumentando alguna motivación política como un rechazo a la prolongada hegemonía de un mismo partido político detentando la silla presidencial por seis décadas continuadas sin perspectiva de alternancia. Desde el principio dijo que no hablaría aunque fuese torturado. ¿Pues entonces qué es lo que estaba ocultando? Si alguien sabe la realidad de lo que sucedió, si alguien sabe si el magnicidio fue la culminación de un elaborado complot, ése es Mario Aburto Martínez.

La tesis de que Mario Aburto Martínez actuó por cuenta propia, la tesis del asesino solitario, es la que ha estado siendo sostenida oficialmente. Es la tesis con la cual el expediente ha sido cerrado. Es posible que, en efecto, Mario Aburto haya sido un asesino solitario actuando por cuenta propia, y que no haya habido complot alguno con motivaciones políticas de fondo. Esto sería cien por ciento creíble si no fuera por el hecho de que, apenas seis meses después del magnicidio del hombre que iba a ser el próximo presidente de México, se cometió otro asesinato de gran envergadura con aparentes motivaciones políticas, el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Partido Revolucionario Institucional, ocurrido el 28 de septiembre de 1994, seis meses después del magnicidio de Luis Donaldo Colosio. Este segundo magnicidio no habría pasado a mayores de no haber sido por el hecho de que, por pura casualidad, el autor material del crimen, Daniel Aguilar Treviño:




fue detenido por un policía que se topó casualmente con el asesino en su huída. Una vez detenido, el asesino comenzó a hablar, dejando en claro que no se trató de un robo o cosa por el estilo.

Las investigaciones en torno al crimen del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu eventualmente condujeron a otro personaje del que nadie hubiera tenido la menor sospecha por no tener relación directa alguna con el inmolado: el diputado Manuel Muñoz Rocha, el cual no tenía absolutamente nada que ganar en lo personal con el crimen del secretario general del PRI. Y sucedió una cosa interesante. Inclusive desde antes de que su nombre acaparara los titulares, desde antes de que fuese citado a declarar, el diputado Manuel Muñoz Rocha, una figura bastante pública, desapareció por completo, y hasta la fecha nadie lo ha vuelto a ver con vida.

Se presumía que Manuel Muñoz Rocha era la pieza clave para conectar al autor material del crimen de Ruiz Massieu con nadie menos que con el ingeniero Raúl Salinas de Gortari, el hermano del presidente de la república Carlos Salinas de Gortari, lo cual era hablar ya de cosas mayores. El hecho de que al hermano del presidente las autoridades en Suiza le hubieran confiscado cuentas bancarias por un monto superior a los cien millones de dólares abiertas con identificaciones oficiales falsas recurriendo a una identidad apócrifa no ayudo en nada a disipar las sospechas de que el hermano del presidente e incluso el mismo presidente Carlos Salinas de Gortari estuvieran metidos en algo turbio. Con la desaparición de Manuel Muñoz Rocha, el esclarecimiento total del crimen de Ruiz Massieu y la identificación del autor o los autores materiales del crimen quedó trunco.

En 2009, al prescribir las acciones legales que se podían llevar a cabo dentro de los plazos fijados por la ley, se declaró proscrita la orden de aprehensión emitida en su momento en contra de Manuel Muñoz Rocha, lo cual equivale a una absolución de jure por su presunta autoría intelectual en el crimen de José Francisco Ruiz Massieu. El hecho de que no haya orden de aprehensión alguna emitida en contra de Manuel Muñoz Rocha significa que, de estar con vida, desde hace cinco años Manuel Muñoz Rocha podría haber regresado a la vida pública dando la cara, aunque el principal problema que habría tenido sería el de dar una explicación creíble del por qué se estuvo ocultando tantos años si era un hombre inocente que nunca estuvo inmiscuído en crimen alguno. Sin embargo, después de que en 2009 se cerró cualquier acción legal que pudiese haber sido tomada en su contra, Manuel Muñoz Rocha sigue desaparecido, no ha regresado en todo este tiempo en el que podía haber regresado para reintegrarse a su vida familiar y profesional. Lo cual aumenta las suposiciones de que la razón por la cual nadie a vuelto a ver con vida a Manuel Muñoz Rocha inclusive después de 2009 es porque Manuel Muñoz Rocha de hecho ya es un hombre sin vida, un cadáver enterrado en algún paraje desértico en donde su osamenta jamás será encontrada por nadie, un cadáver que yace en el centro de un enorme pilote de concreto que forma parte de algún edificio de condominios, o un cadáver que yace dentro de baúl en el fondo del mar. Queda desde luego la posibilidad de que Manuel Muñoz Rocha tal vez viva en algún lugar fuera de México en donde nadie lo conoce ni conoce su pasado, escondiéndose lo mejor que puede a sabiendas de que hay gente importante y poderosa que lo puede mandar matar si es que no lo han hecho ya, a causa de que Manuel Muñoz Rocha sabe demasiado como para dejarlo con vida. Después de todo los muertos no hablan, y si Manuel Muñoz Rocha sigue vivo entonces aquellos para los cuales trabajó en la ejecución de José Francisco Ruiz Massieu no vacilarán en mandarlo matar para asegurarse de que nunca más pueda abrir la boca.

Volviendo a Mario Aburto Martínez, el asesino de Luis Donaldo Colosio, si en algo ha sido constante es que no ha abierto la boca para nada. Si estuvo involucrado en algún complot en torno al magnicidio, un complot en el que estaban en juego intereses extremadamente poderosos, de su boca no ha salido absolutamente nada para aclarar tal cosa. ¿Está acaso bajo la amenaza directa de que si abre su boca entonces le matarán a todos sus familiares sometiéndolos previamente a torturas exquisitas y terribles? Eso no se sabe; el único que puede saberlo es él mismo. Pero lo que sí se sabe y es un hecho es que Mario Aburto Martínez no está purgando una sentencia de cadena perpetua, eventualmente tendrá que ser puesto en libertad al haber terminado de cumplir su condena de prisión. ¿Y entonces qué?

Si Mario Aburto estuvo involucrado en un complot de proporciones gigantescas y él fue tan solo la pieza final en el engranaje, lo único que lo ha salvado de no terminar con una bala puesta en la cabeza es el hecho de que, estando en donde está, tal vez sea uno de los prisioneros mejor vigilados y custodiados en todo México. El matarlo mientras aún se encuentra purgando su sentencia no solo sería un acto sumamente arriesgado e incluso estúpido, sería el desmoronamiento total de la teoría oficial del asesino solitario. Por otra parte, su ejecución mientras esté en prisión vigilado y custodiado no es algo que pueda ser considerado necesario mientras Mario Aburto permanezca callado, mientras Mario Aburto continúe cumpliendo su parte de lo acordado de no soltar la lengua en ningún momento, mientras se mantenga firme en su postura de “no hablaré aunque me torturen”. Pero en el preciso momento en que sea puesto en libertad, la cosa cambia.

Si el autor material del magnicidio de Luis Donaldo Colosio estuvo involucrado en un complot detrás del cual hay gente muy poderosa, a partir del mismo instante en que Mario Aburto salga de prisión su vida ya no vale ni siquiera tres cacahuates. Al momento de ser puesto en libertad, ya no estará custodiado y vigilado en una prisión de máxima seguridad. Habrá perdido toda su protección policiaca, y estará completamente indefenso. Ciertamente, al momento de salir de la cárcel no habrá ningún interés de parte de ninguna autoridad en estarle brindando una protección continuada al autor material del crimen de Luis Donaldo Colosio, y menos cuando por la cuestión de la inseguridad en México no hay suficientes policías para brindar una protección medianamente suficiente al resto de la población en México, al salir de la cárcel Mario Aburto estará completamente a merced de cualquiera que quiera matarlo. Y debe de haber algunos políticos interesados en matarlo, porque Mario Aburto sabe que si empieza a hablar para involucrar a X o Z con la intención de ocasionarle un daño en su carrera política (aunque se trate de alguien que no tuvo autoría intelectual alguna en el magnicidio), entonces el daño puede ser mayúsculo e irreversible. Mario Aburto, por el solo hecho de ser quien es, tiene en sus manos un poder extraordinario para poder chantajear a quien quiera chantajear y sacarle dinero en grandes cantidades al que le quiera sacar dinero con su chantaje. Le bastaría con ir a ver a cualquier personaje X que posea una fortuna cuantiosa y decirle “necesito ayuda económica y vengo a verlo a usted porque sé que si usted quiere puede ser mi amigo, y usted no quiere que yo hable mal de usted, no si quien habla mal de usted comprometiéndolo de alguna manera es el asesino de Luis Donaldo Colosio, ¿verdad que usted sí me va a ayudar y no me va a cerrar la puerta?”, para ponerlo a temblar de pies a cabeza.

Hasta la fecha, Mario Aburto Martínez se ha rehusado a hablar para aclarar dudas. Pero una vez que esté fuera de prisión, lo más seguro es que de seguro no hablará, porque a partir del momento en que ponga un pie fuera de prisión lo más probable es que se le puede dar por muerto. Es la única forma completamente segura y efectiva de que permanecerá callado, porque ya muerto no podrá hablar ni decirle nada a nadie. La mano que segará su vida no será enviada por ninguno de los hijos de Luis Dondaldo Colosio, siendo ellos los principales interesados en saber la verdad de lo que ocurrió veinte años atrás, y los cuales parecen dispuestos incluso a otorgarle alguna especie de perdón cristiano al asesino. La mano que acabará con él será enviada por gente poderosa que tenga mucho que perder en caso de que a Mario Aburto se le ocurra empezar a hablar diciendo tarugadas. No lo matarán con un balazo puesto en la cabeza en cuanto salga de prisión, eso sería tanto como darle a entender a todo el pueblo de México que el magnicidio de Luis Donaldo Colosio siempre fue un acto premeditado, un magnicidio con autores intelectuales movidos por profundos intereses políticos y económicos los cuales tienen mucho que perder con Mario Aburto deambulando por las calles de México  y los cuales no van a arriesgar nada de lo que tienen por un individuo cuya vida no les vale absolutamente nada. Se esperarán un poco y lo seguirán. Y antes de que alguien se pueda dar cuenta, Mario Aburto habrá “desaparecido” sin que nadie lo vuelva a ver de nuevo. Desaparecerá, al igual que el diputado Manuel Muñoz Rocha desapareció repentinamente cuando aún era un diputado en funciones. Podría incluso terminar a un lado de donde muchos presumen que yace el cuerpo sin vida de Manuel Muñoz Rocha, enterrado en algún paraje desértico en donde su osamenta jamás será encontrada por nadie, o como un cadáver que yace en el centro de un enorme pilote de concreto que forma parte de algún edificio de condominios, o como un cadáver que yace dentro de baúl en el fondo del mar. Y al cabo de algunos años, todo mundo se habrá olvidado del asunto, y se habrá olvidado de él, pasando a formar parte de la leyenda urbana, de un misterio más sin resolver dentro de los muchos misterios y cuentas pendientes que hay en México..

jueves, 20 de marzo de 2014

Cero intereses



Por muchas décadas, los inmigrantes que recibía Estados Unidos de todas partes del mundo traían consigo inculcada una cultura del hábito del ahorro. Esta cultura está ejemplificada en muchos refranes populares y frases célebres de personajes tales como Benjamín Franklin, como la frase “a penny saved is a penny earned” (un centavo ahorrado es un centavo ganado). Cualquier ahorro por mínimo que fuese implicaba (al igual que ahora) alguna privación, tal vez un pequeño sacrificio, como abstenerse de comprar algunos artículos de entretenimiento pero de costo elevado, privarse de tomar algunas vacaciones fuera de la ciudad, no comprar un abrigo o un mueble que uno quisiera tener, en fin, no disfrutar con ese dinero constante y sonante de muchas cosas que uno hubiera querido poseer o que uno hubiera querido disfrutar. El ahorro siempre ha sido sinónimo de disciplina y planeación a largo plazo.

Independientemente de transmitirle a los hijos y a los nietos una cultura del ahorro para contar con fondos en caso de presentarse algún imprevisto (accidente, enfermedad, incendio, etc.), había antaño otro incentivo para ahorrar: los bancos le pagaban algún interés al depositante por lo que tenía guardado en el banco, lo cual era una especie de premio o compensación al cuentahabiente ahorrativo. Así, poco a poco, uno podía ver su dinero crecer con el paso de los años. Todavía hasta principios de la década de los ochentas, la banca privada en México (antes de que fuese estatizada por el irresponsable populista presidente José López Portillo) pagaba un interés anual a una tasa fija del 5.25 por ciento a los depósitos en cuentas de ahorro sin necesidad de que se tuviese que tener depositada una cantidad mínima, de modo tal que entre más dinero se tuviera ahorrado más se podía recibir por concepto de intereses. Ese era el premio al ahorro, ese era el premio al ahorrador que se preocupaba por ponerle algo todos los días a su alcancía, al famoso “cochinito”. Ese era un argumento fuerte para irle inculcando a los hijos el hábito del ahorro. Todavía debe de haber algunos padres y abuelos que conservan aquella “libretita” de depósitos en la cual se les iba abonando cada depósito que iban haciendo a su cuenta de ahorros. Un banco en México, Banca Serfín (cuando era banca privada, antes de la estatización bancaria) popularizó el eslogan “Ahorra o nunca” para incentivar el ahorro, al igual que otros bancos hicieron lo mismo del muchas maneras para atraer ahorradores y depositantes.

Juntando el dinero de muchos depositantes, el tesoro acumulado le permitía a los bancos hacer préstamos en grandes cantidades por largos períodos de tiempo a grandes empresas para poder financiar expansiones y grandes proyectos que de otra manera no habría sido posible financiar. Del pago de intereses a los bancos hechos por las grandes empresas, los bancos le pagaban a los depositantes su 5.25% anual de intereses, y los bancos obtenían sus propias ganancias. Así hacían su negocio los bancos, así se generaba riqueza, así se generaba prosperidad, a la “antigüita”, y todos salían ganando en base a este modelo de prosperidad y crecimiento. Así empezó a construír Estados Unidos su enorme fortuna comunitaria. (Contrariamente a lo que muchos suponen, los banqueros no son ricos porque posean mucho dinero en sus bolsillos por el solo hecho de ser banqueros, son ricos porque los depósitos de sus ahorradores los hacen ricos, la fortuna de la banca es igual a las pequeñas fortunas combinadas de sus muchos depositantes). La película It’s a wonderful life de Frank Capra ilustra a la perfección esta filosofía de la generación de riqueza mediante el ahorro colectivo usado para financiar préstamos a bajo costo en una comunidad pequeña a través del banco encabezado por George Bailey.

Pero un día, todo cambió. Tras haber caído Estados Unidos en lo que se conoce como la “Gran Recesión” (en alusión a la Gran Depresión económica de 1929) dando fin a una era de auge auspiciada por el economista Alan Greenspan; para paliar la sostenida atonía de la economía norteamericana agravada por las costosísimas guerras de Irak y Afganistán así como una sofocante deuda nacional de proporciones históricas colosales, la Reserva Federal (Federal Reserve Board) cambió las reglas del juego de modo tal que las cuentas de ahorros prácticamente dejaron de percibir intereses (los intereses pagados son tan bajos que efectivamente estamos hablando de una tasa anual de intereses igual a cero), que es la situación actual.

Tomando en cuenta el impacto constante de la inflación en la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, las políticas de la Reserva Federal norteamericana no solo implicaron que tener dinero ahorrado en los bancos no sólo no produciría ninguna ganancia, de hecho necesariamente se tenía que traducir en una pérdida. Para ver esto en su justa perspectiva, suponiendo una inflación anual del cinco por ciento una persona que tenga ahorrados cien mil dólares, que para muchos representa el fruto de los ahorros de toda su vida, al cabo de un año le habrá perdido un cinco por ciento de valor al dinero que tenía ahorrado, o sea habrá perdido el equivalente de ¡cinco mil dólares! Tan solo en un año. Y se trata de dinero constante y sonante, dinero que pudo haberse utilizado para comprar algunos artículos de entretenimiento quizá de costo elevado, o para tomar algunas vacaciones fuera de la ciudad, o para comprar un abrigo o un mueble que uno haya querido tener. La pérdida se traduce en el hecho de que al ir a comprar un artículo que apenas hace un año costaba cien dólares hoy cuesta ciento cinco dólares por los efectos de la inflación, ocurriendo lo mismo con todos los demás artículos y servicios que se quieran adquirir. Al cabo de dos años, el ahorrador le habrá perdido un diez por ciento al valor de su dinero suponiendo una tasa inflacionaria constante del cinco por ciento anual. Y así sucesivamente, hasta que al cabo de algunas décadas lo que había ahorrado con sacrificios y privaciones para su vejez habrá perdido casi todo su poder adquisitivo original, porque en los hechos la inflación es un impuesto oculto, es una forma indirecta de pagar y subsidiar las políticas fiscales irresponsables y los despilfarros de cualquier gobierno. Sin generar intereses que valgan la pena mencionar, la única razón para tener dinero ahorrado en un banco sería por la supuesta protección que se ofrece en contra de robos, porque el tener ese dinero guardado en casa debajo del colchón siempre abre la posibilidad de que sea robado por amantes de lo ajeno que se metan a la casa. Pero con una inflación anual constante que nunca será igual a cero y con una tasa de intereses del cero por ciento, tener el dinero metido en un banco produce el mismo efecto que el de un robo en casa, excepto que el hurto va siendo administrado en dosis graduales y pequeñas a corto plazo pero acumulables en forma substancial a largo plazo.

De este modo, con una rentabilidad de cero en los depósitos metidos en cuentas bancarias, el sólo hecho de tener dinero ahorrado en un banco implica que se estará perdiendo dinero, y a largo plazo (estamos hablando de décadas) las pérdidas pueden ser considerables. De este modo, el ahorrador no sólo no es premiado como lo era en el pasado, es castigado y es castigado duramente.

Otro factor importante para desincentivar el ahorro en Estados Unidos es la certeza de que al llegar a la edad de la jubilación y el retiro, el gobierno le empezará a otorgar a los jubilados una pensión mensual garantizada a la cual tienen derecho por ley, y esta pensión a diferencia de las cuentas de ahorro sí es ajustada y elevada año tras año para compensar por los efectos inflacionarios. De este modo, más que preocuparse por ahorrar para compensar la pérdida de ingresos cuando haya llegado la edad del retiro, los norteamericanos deben preocuparse más por tener un lugar en donde vivir y por amueblar sus hogares y hacerse de ropa y cosas para las cuales es mejor gastar el dinero que iban a ahorrar que meterlo a un banco para que la inflación se vaya comiendo poco a poco lo que ahorraron con sacrificios y privaciones.

La política de cero intereses está causando otro estrago social que los libros de contabilidad por sí solos son incapaces de aquilatar en sus posibles consecuencias a largo plazo: se está creando toda una nueva generación de “milenarios” sin ninguna cultura del hábito del ahorro, enviando al basurero, la burla y el escarnio los consejos de los abuelos sobre las supuestas ventajas del ahorro que ahora han dejado de serlo, los supuestos beneficios que el ahorrar ha dejado de producir. ¿Para qué ahorrar, si no hay ninguna recompensa en ello, y los efectos devaluatorios producidos por la inflación se van a ir comiendo el valor de lo que con privaciones y sacrificios fue ahorrado? Mejor gastar cien dólares hoy que valen cien dólares y no varios años después que valgan la mitad o menos de la mitad de lo que valían, o meterlos al riesgoso negocio de la bolsa de valores en el que se puede ganar a lo grande o perder a lo grande comprando acciones de empresas que pueden terminar en la bancarrota arrastrando a la quiebra a sus accionistas.

Prominentes sociólogos norteamericanos están dando ya las voces de alerta sobre un hecho irrebatible: muchos norteamericanos ya no están ahorrando como lo hacían antes. Muchos de estos sociólogos quisieran ver un regreso a los tiempos en los que la gran mayoría de los norteamericanos a base de sacrificios y privaciones hacían a un lado diariamente una parte de sus ingresos para depositarlos en una alcancía. Pero... ¿cómo se les va a obligar a hacer tal cosa, cuando hoy al ahorrador no se le premia sino por el contrario se le castiga con la pérdida del poder adquisitivo de lo que va ahorrando por los efectos devaluatorios de la espiral inflacionaria? Si en los tiempos de Benjamín Franklin el ahorrador era visto como una persona sabia y prudente, hoy es sinónimo de alguien que posiblemente está peleado con su dinero o está perdiendo la razón. La tendencia a dejar atrás la costumbre de ahorrar por anacrónica representa una flecha que va directo al corazón del sistema capitalista. Curiosamente, en las sondeos de opinión en los cuales se le pregunta a la gente las razones por las que no está ahorrando, son pocos los que quieren reconocer la cruda realidad de que la pérdida en el poder adquisitivo de lo que fue ahorrado con privaciones y sacrificios tenga algo que ver con la renuencia a ahorrar, reflejando quizá una negación de parte del subconsciente colectivo de una verdad que se vive día con día.

En el mediano plazo, no se ve cambio alguno en las políticas de la Reserva Federal norteamericana de mantener una política de cero intereses. Janet Yellen, la funcionaria que hoy encabeza dicha institución afirmó el 19 de marzo que la institución federal que encabeza piensa sostener la misma política de intereses casi nulos por el resto de 2014 y también por el 2015 “de ser ello necesario para estimular la recuperación económica”. Irónicamente, con la política de cero intereses, no sólo la banca pierde al perder a sus ahorradores potenciales, también el gobierno norteamericano pierde porque para efectos fiscales siendo los intereses ganados por concepto de ahorros un ingreso gravable, al no pagar intereses a los ahorradores no hay tampoco ingreso gravable que se pueda ser objeto de pago de impuestos en lo que a esas cuentas de ahorro concierne.

Por otro lado, la política de cero intereses implementada en los Estados Unidos por la Reserva Federal ha golpeado duramente las intenciones del gobierno de México de gravar los depósitos de las cuentas bancarias de mexicanos que obran en bancos norteamericanos, muchas de las cuales ascienden a cientos de miles de dólares e inclusive millones de dólares.  Se trata de capitales que se fugaron de México en los tiempos del Presidente José López Portillo, se trata de los ahorros de toda una vida de familias de clase media, clase media alta y clase alta, que convirtieron sus pesos a dólares y los depositaron fuera de México para impedir que el despilfarrador e irresponsable gobierno lopezportillista que en su momento convirtió a México en el país más endeudado del planeta se pudiera apoderar de esos dólares convirtiéndolos a “panchólares” (pesos devaluados) como lo hizo con todas las cuentas bancarias abiertas en dólares en bancos mexicanos (el Banco de México jamás pudo recuperar plenamente su credibilidad tras la incautación de estas cuentas en dólares y su conversión a muy devaluados pesos a un tipo de cambio artificial fijado arbitrariamente por el gobierno lopezportillista; lo único que ha impedido que haya tantos “sacadólares” hoy como lo que había en esos tiempos abriendo cuentas bancarias en bancos norteamericanos es precisamente el hecho de que el tener depositado dinero hoy en alguna cuenta de ahorros en un banco norteamericano representa no una ganancia sino una pérdida de dinero por la política de cero intereses). No es un delito para un mexicano poseer depósitos en dólares en un banco extranjero, lo que sí es considerado como un delito fiscal por el Sistema de Administración Tributaria (S.A.T.) es no compartirle al gobierno de México las ganancias obtenidas por tales depósitos, cumpliendo con la obligación de declararle al fisco los ingresos obtenidos en bancos extranjeros por concepto de intereses bancarios sobre cuentas de ahorro y pagándole al gobierno su parte de acuerdo a las tasas de impuestos en vigor. En otros tiempos, esto podría haber representado un ingreso adicional considerable, no “caído del cielo” pero sí caído de los bancos norteamericanos con la ayuda del gobierno norteamericano de por medio. Como ya se dijo, no solo los intereses que los bancos norteamericanos le están pagando a sus ahorradores son irrisorios, ni siquiera se están abriendo ya nuevas cuentas de ahorro como la gente acostumbraba hacerlo en otros tiempos antes de que se adoptasen políticas para desincentivar el ahorro de la gente.

Pero si los bancos norteamericanos ya no están en condiciones de poder atraer a nuevos ahorradores al no poder ofrecerle a las nuevas generaciones ni siquiera un rendimiento anual que al menos compense en forma justa la pérdida en el poder adquisitivo de la moneda, entonces ¿de dónde sacan los bancos norteamericanos el dinero para poder hacer préstamos para créditos hipotecarios, préstamos relacionados con la industria de la construcción, préstamos relacionados con el negocio de bienes raíces y todo lo demás a lo que siempre se han dedicado los bancos y siempre ha sido el negocio de los bancos? Pues, del mismo gobierno. Es el mismo gobierno el que le ha estado dando vueltas a velocidades cada vez mayores a las máquinas para imprimir dinero con la finalidad de hacer accesible ese dinero a muy bajos intereses a la banca norteamericana, esto además de haber estado colocando Bonos de la Tesorería (U.S. Treasury Bonds) para allegarse de fondos de cualquier lado en donde los pueda obtener (China es hoy el acreedor más grande de un muy endeudado Estados Unidos). Desde el momento en que la deuda interna de Estados Unidos rompió la barrera del trillón de dólares, ha crecido la sospecha de que en Estados Unidos se está sosteniendo de modo casi artificial un nivel de vida que está fuera de proporción con los bienes y servicios que el país produce, y de que tarde o temprano la sociedad norteamericana tendrá que despertar ante la realidad de que las cosas hoy ya no son como eran antes, y de que ha llegado el momento de pagarle las facturas acumuladas al Diablo. Solo falta ver quién estará dispuesto a pagar los costos políticos que esa inevitable corrección requerirá, porque de otro modo solo se estará postponiendo lo inevitable y la caída será aún más dura de lo que sin lugar a dudas será.

La riqueza de las naciones no se produce con manipulaciones contables, actos de prestidigitación en las altas finanzas, mergers y holdings, malabarismos con los porfolios de los accionistas, esquemas piramidales, dejándose llevar por espejismos, y ventas masivas de bonos gubernamentales con promesas ilusorias de pagos a largo plazo (esta estrategia para allegarse de financiamiento, sobre todo proveniente del exterior, estuvo a punto de reventar a finales del año pasado cuando el Congreso norteamericano se estuvo rehusando a ampliar el techo de la deuda, acercando peligrosamente al país a lo que hubiera sido una moratoria en los pagos de los intereses de su deuda, hasta que el país entero entró en pánico y el Congreso tuvo que dar su brazo a torcer para no dar origen a lo que se cree que hubiera sido un “Chernobyl económico” en alusión a la catástrofe nuclear del mismo nombre).

Puesto que en los países capitalistas los gobiernos no son generadores de riqueza, lo único que puede respaldar los Bonos de la Tesorería son los impuestos que un gobierno le puede exprimir a sus ciudadanos o la creencia de que a los ciudadanos se les podrá obligar mediante tasas impositivas adicionales o desviaciones de recursos de otros rubros a que se pague tanto el capital obtenido en calidad de préstamo así como los intereses prometidos sobre tales préstamos. Los Bonos de la Tesorería, en efecto, son la manera en la cual se le hacen préstamos a un gobierno que requiere allegarse de recursos comprometiéndose no solo a las generaciones actuales sino también a las futuras generaciones que son las que tendrán que pagar los platos rotos.

La riqueza de las naciones se produce trabajando día con día, se produce con esfuerzo, a la “antigüita”, cuidando de no gastar nunca más de lo que se gana (algo que los gobiernos norteamericanos recientes no han aprendido a hacer o no han querido hacer por los costos políticos que ello implica), se produce fomentando los hábitos del ahorro en lugar de castigarlos. Estas son verdades elementales para cuya comprensión no se requiere ser un tecnócrata graduado de Harvard, hasta un niño de primaria las puede entender aunque a veces parece que los doctorados en economía logran confundirse a sí mismos forjando argumentos que rayan en el misticismo teórico más que en la realidad práctica. Aunque Benjamín Franklin y otros como él no poseían tablets, no contaban con Internet, y ni siquiera tenían teléfonos ni automóviles ni televisión, tenían algo que parece estar ausente en estos tiempos: sentido común. La carencia de lo mismo que ayudó a levantar a la economía norteamericana tras obtener su independencia de Inglaterra es lo que hoy le puede obstaculizar cualquier esfuerzo de tratar de volver a aquellos buenos tiempos de antaño, the good old days.


martes, 11 de marzo de 2014

Crimea, 2014; Texas, 1836

Con motivo de la entrada de tropas rusas a la region peninsular de Crimea, todavía hasta hace poco considerada parte integral de Ucrania, el gobierno federal norteamericano ha estado elevando sus más enérgicas protestas justo cuando muchos habitantes de la region de Crimea están pidiendo la celebración de un referendum para hacer que Crimea pase a formar parte de Rusia, dejando de ser parte de Ucrania en caso de que el referéndum así lo decida, ante lo cual Estados Unidos ha expresado sumamente indignado que la celebración de tal referendum es algo completamente ilegal e inadmisible. (En la península 60 por ciento de la población es ruso hablante, 28 por ciento son ucranios y 12 por ciento tártaros, lo cual prácticamente garantiza una mayoría de residentes votando a favor de la incorporación de Crimea a Rusia).

No es la primera occasion en la historia en que Crimea adquiere una importancia desmedida en la geopolítica mundial. En el siglo antepasado y precisamente en dicha region tuvo lugar un conflicto bélico de proporciones mayúsculas que enfrentó a lo que es considerado como Europa del Este, o sea a Rusia, con lo que es considerado como Europa Occidental, o sea Francia e Inglatera, la Guerra de Crimea.

Hoy, nuevamente, y ante las intenciones de muchos habitantes de Crimea para separarse de Ucrania mediante la celebración de un referendum y hacer que dicha region pase a formar parte de Rusia, Estados Unidos ha denunciado enérgicamente tales intenciones como algo completamente fuera de la ley. De inicio, Estados Unidos mal hace en proclamarse a sí mismo como un defensor y garante de la democracia cuando se opone con todas sus fuerzas a la celebración de un referendum que, por naturaleza propia, debe ser considerado en cualquier época y bajo cualesquier circunstancia como una manifestación de la voluntad popular, un acto de democracia plena. Si los habitantes de Crimea mediante voto democrático popular mayoritario deciden separarse de Ucrania para pasar a formando parte de Rusia, es decision que compete única y exclusivamente a ellos y a nadie más. Y si por voto mayoritario deciden seguir siendo parte de Ucrania, también es cosa que les compete única y exclusivamente a ellos y a nadie más, y Estados Unidos no debería de andar metiendo sus narices en un asunto que no le compete. Obra el hecho, desde luego, de que habiendo muchos rusos que habitan en la region de Crimea, se dá por hecho que un referendum solo puede arrojar como resultado que una mayoría de electores decididan que Crimea pase a formar parte de Rusia.

Independientemente del hecho de que Estados Unidos debería respetar la decision popular de los ciudadanos de Crimea,  expresada democráticamente en las urnas mediante voto popular mayoritario, obra el hecho de que, por sus antecedentes históricos, y por mera dignidad, Estados Unidos debería permanecer callado sobre el asunto actual de Crimea. Resulta insólito que Estados Unidos haga tales reclamos enviando al Secretario de Estado John Kerry de un lado a otro para apoyar al gobierno de Ucrania en sus esfuerzos de retener Crimea a toda costa, siendo que carece de autoridad moral para hacer sus reclamos en virtud de que lo que están haciendo los rusos es lo mismo que hizo Estados Unidos para anexarse una gran cantidad de territorio, excepto peor, y en forma que también puede considerarse ilegal, si hemos de aplicar exactamente los mismos criterios que Estados Unidos quiere aplicarle ahora a Rusia, si hemos de medir a Estados Unidos con la misma vara con la que está midiendo al gobierno ruso.

Para calar en toda su extension la hipocresía manifiesta del gobierno norteamericano en este asunto, tenemos que remontarnos a los tiempos en los que la doctrina oficial de los Estados Unidos estaba basada en las ambiciones expansionistas proclamadas por la doctrina del Destino Manifiesto. Y tenemos que remontarnos al estado de Texas que hoy forma parte de la Unión Americana.

Tras la independencia de México,  el territorio de Texas formaba parte integral de México. Quienes vivían en dicho territorio eran mexicanos que hablaban español (castellano), y eran practicantes de la religion católica al igual que los mexicanos del resto de México. Prácticamente no había descendientes de anglosajones o caucásicos que vivieran en Texas. Pero tal situación empezaría a cambiar cuando, desde el Norte, empezarían a arribar a Texas unos individuos que ni hablaban español ni eran practicantes de la religion católica. No eran mexicanos, nunca lo fueron, y hablando en términos actuales eran técnicamente inmigrantes ilegales cuya llegada fue tolerada por empezar a meterse a México con una sonrisa y con la promesa de contribuír al desarrollo y crecimiento de México. Pero en realidad todos esos tipos no eran más que un caballo de Troya que se fue injertando insidiosamente en el territorio de Texas con planes para “independizar” posteriormente dicho territorio de México como el paso preliminar para hacer que dicho territorio pasara a formar parte de la Unión Americana.  Entre estos sujetos insidiosos de mala ralea estaba un tipo llamado Sam Houston, hoy considerado como un héroe grandioso en los libros de historia de Estados Unidos, a grado tal que una de las ciudades más importantes de Estados Unidos lleva su nombre. ¿Y cómo no le habrían de estar agradecidos, si gracias a su plan y estrategia logró entregarle a Estados Unidos una de sus posesiones más codiciadas? Otro prominente cómplice de la trama independentista fue Stephen Austin, el mismo cuyo apellido lleva hoy otra prominente ciudad norteamericana.

A los filibusteros angloparlantes Sam Houston y Stephen Austin se les unieron otros angloparlantes con iguales intenciones de “independizar” a Texas de México, y llegado el momento, hicieron su proclama de independencia. Quienes formularon tal proclama de independencia no eran los mexicanos ciudadanos de Texas que hablaban español y practicaban la religion católica, la gran mayoría de los cuales querían que Texas continuara siendo parte de México. Quienes orquestaron la independencia de Texas eran individuos angloparlantes apoyados en todo momento desde el Norte por Estados Unidos (al igual que como lo está haciendo hoy Rusia con Crimea). Tras lo que es descrito en los libros de historia norteamericanos como una batalla heroica enfrentando a héroes y mártires angloparlantes en contra de villanos mexicanos disfrazados de soldados y encabezados por un dictador de nombre Santa Anna pero que en realidad no pasó de ser una escaramuza que tuvo lugar en El Álamo, los independentistas, todos ellos angloparlantes, adoptaron el hoy famoso grito de Guerra “Remember the Alamo”. Este grito de guerra estaba pronunciado no en español, sino en ingles, porque los independentistas no eran hispanoparlantes de nacimiento como tampoco fueron jamás mexicanos ni por nacimiento ni por adopción, nunca quisieron realmente formar parte de México, de principio a fin fueron una banda de piratas con una misión específica: anexarle Texas al territorio continental de los Estados Unidos. La idea de realmente ser y convertirse en ciudadanos mexicanos seguramente les causaba repugnancia a todos ellos, y tal cosa no entraba en sus planes a largo plazo.

Entre los que cayeron defendiendo su reclamo sobre El Alamo destacan individuos como James Bowie, un mercenario, contrabandista, traficante de esclavos, especulador y aventurero. A su lado peleó otro aventurero anglparlante de nombre David Crockett. Los demás que lucharon a su lado tienen credenciales similares. Todos ellos han sido glorificados en los libros de texto de historia norteamericanos. Con el apoyo moral (y no tan moral) de los Estados Unidos, lograron su propósito, haciendo que Texas pasara a formar parte de Estados Unidos. En la anexión de Texas a Estados Unidos, ni siquiera hubo un referéndum como el que los residentes de Crimea quieren llevar a cabo. Fue una minoría angloparlante la que actuando como caballo de Troya se fue introduciendo en territorio texano con la finalidad de arrebatarle Texas a México.

Todos los angloparlantes que murieron en el sitio El Álamo han sido glorificados y ensalazados de mil maneras en los Estados Unidos; les han puesto sus nombres a escuelas, bibliotecas, calles y avenidas, les han levantado monumentos, los han inmortalizado en los libros de texto con los cuales les enseñan a los niños norteamericanos la versión norteamericana de la historia, les han dedicado novelas y poesías y los han convertido en super-héroes cuyo ejemplo es digno de ser seguido por todos los norteamericanos, ya que de no haber sido por “güeros” como Sam Houston, Stephen Austin y Jim Bowie la conquista de Texas no se habría dado como se dió. Como una muestra de la construcción de esta mitología basada en la falsificación de la historia, se mencionará aquí que el mismo Walt Disney le creó una serie en televisión a David Crockett haciendo que se le compusiera una balada en su honor llamándolo “King of the Wild Frontier”, usando para representarlo a un actor alto, fornido y apuesto de nombre Fess Parker:




con la intención deliberada de favorecer enormemente en el imaginario colectivo el verdadero aspecto físico de David Crockett, estereotipándolo como un dechado de galanura, masculinidad, valentía, intrepidez, caballerosidad, bonhomía, héroe de mil batallas y combates cuerpo-a-cuerpo con osos gigantes y gatos monteses feroces, capaz de asustar y hacer correr despavoridos a los indios salvajes con su sola presencia y su sola mirada, imponiendo moda con su gorra de piel con cola de zorro al estilo frontiersman:. Esta versión “gringa” de la historia que ha sido repetida miles de veces será repetida en fecha cercana en el canal de televisión de paga “History” con un documental novelesco bajo el título “Texas rising”. Esta mitificación y cambio de imagen es parecida a lo que ocurrió con el famoso capitán pirata inglés Francis Drake, al cual en recompensa por sus servicios a la corona británica ondeando el Jolly Roger se le llamó corsario en vez de pirata (un eufemismo), y se le nombró caballero del imperio británico, Sir Francis Drake, con sus numerosos crímenes y fechorías completamente perdonados, que al fin y al cabo cada quien escribe la historia según convenga.

Quizá el colmo de la hipocresía fue haberle puesto a Texas el nombre Republic of Texas a sabiendas de que no duraría mucho tiempo como república autónoma e independiente, ya que los filibusteros no tardaron en solicitar el ingreso de Texas como un estado más a la Unión Americana.

El día de hoy, y pese a que todavía hay una población muy numerosa de mexico-norteamericanos en Texas, el idioma oficial no es el español, eso quedó proscrito cuando los invasores que se apoderaron de Texas implantaron al ingles como el idioma oficial.

Antes de que hicieran acto de presencia los angloparlantes que se encargaron de separar a Texas de México, cualquier mexicano de cualquier parte de México podía transitar libremente por Texas sin tener que pedirle permiso a nadie, y hasta podía establecer residencia permanente en cualquier parte de Texas sin ningún problema, sin necesidad de tener que tramitar una “green card” a la que muy pocos mexicanos pueden aspirar hoy en día. Hoy ningún mexicano puede ingresar libremente a Texas como antes,  hay que tramitar un visado que a muchos se les niega, y quienes se atrevan a ingresar a Texas sin documentos, vilificados desde hace mucho tiempo con el peyorativo de wetbacks (espaldas mojadas, por cruzar el Río Bravo a nado) corren el riesgo de terminar en la cárcel o peor aún de terminar muertos bajo las balas de los agentes de la Border Patrol (Patrulla Fronteriza) sin que les venga responsabilidad legal alguna a estos últimos en su uso desmedido de fuerza letal. Tras la anexión de Texas, no pasaría mucho tiempo cuando en los establecimientos comerciales de Texas comenzaron a aparecer en las vitrinas y en las puertas los letreros “NO MEXICANS OR DOGS ALLOWED” (todavía hay algunos octagenarios y nonagenarios que aún recuerdan esto), y los únicos mexicanos nativos de Texas -que quedaron atrapados allí tras la anexión- medianamente tolerados eran aquellos dispuestos a renegar de sus raíces aprendiendo a hablar inglés y escondiendo su hablado español como algo indigno y vergonzoso. La caricatura del mexicano perezoso que se la pasa todo el día durmiendo, recargado de espaldas al pie de un cacto en medio del desierto y cubierto con un gran sombrero no viene de México, viene de Estados Unidos.

Así pues, lo mismo que hoy el gobierno federal norteamericano le reclama indignado a Rusia, es exactamente lo que hizo para anexar Texas a Estados Unidos. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en Texas, en donde empezaron a llegar a esa parte de México (sin haber sido invitados) cantidades cada vez mayores de angloparlantes cuyas intenciones no tan ocultas eran que Texas pasara a formar parte de Estados Unidos, los rusos que hoy viven en Crimea no llegaron a dicha region hace dos o tres décadas, tienen mucho tiempo de residir en dicha region. A ellos les asiste un reclamo histórico que para el gobierno norteamericano es “ilegal”.

Tras la anexión de Texas, y siempre movido por sus apetitos expansionistas, Estados Unidos puso su vista en otros territorios que también formaban parte de México. Pero la táctica de empezar a enviar de nueva cuenta otra hornada de caballos de Troya para tomar residencia en dichos territorios con la intención de “independizarlos” de México con la intención ulterior de hacerlos pasar a formar parte de la Unión Americana era algo que estaba condenado al fracaso de antemano, esa estrategia ya no se podia utiizar. ¿Y qué fue lo que se hizo ante tal situación? Se recurrió abiertamente a una guerra de invasion y anexión, con una intervención militar directa. No fue México quien comenzó dicha guerra metiendo tropas dentro de territorio norteamericano o con algún acto de grave provocación, no fue México un agresor que haya disparado las primeras balas matando ciudadanos norteamericanos indefensos. Fueron tropas norteamericanas las que penetraron en territorio mexicano recurriendo a pretextos banales con la intención manifiesta de arrebatarle más territorios a México. Y en su voracidad por conquistar territorios recurriendo a la fuerza bruta, las tropas norteamericanas no vacilaron en matar a niños soldados cuyo único pecado fue el de haber defendido a su Patria en su propio suelo. La repulsa que provocó tan injusta invasion haciendo uso de lo que ya para entonces era un poderío militar avasallador (adoptando la actitud de un bully pendenciero) fue tal que hasta una parte del ejército norteamericano invasor prefirió desertar para unirse a las tropas mexicanas, luchando codo con codo en contra de una causa completamente injusta, aunque al final todo fue inútil, y México terminó perdiendo más de la mitad de su territorio ante los apetitos desmedidos del invasor, teniendo que entregarle a Estados Unidos los territorios de lo que hoy se conoce como California, Nuevo México, Arizona, y otros.

Estados Unidos se escandaliza hoy por la entrada de tropas rusas a Crimea. El presidente ruso Vladimir Putin argumenta que dichas tropas son necesarias para preservar la paz en Crimea impidiendo una guerra civil entre quienes quieren que Crimea pase a formar parte de Rusia y entre quienes no están de acuerdo con tal medida (posiblemente le asista algo de razón en esto al presidente ruso, aunque de cualquier modo ninguna inserción de tropas en territorio extranjero alguno está moralmente justificada). Sin embargo, cuando Estados Unidos invadió a México haciendo uso de su avasallante superioridad económica y militar, territorialmente hablando tomó control de una region muchísimo mayor que lo que hoy ocupa Crimea. Y en ningún momento pidió ni le ha pedido disculpas a nadie por lo que hizo.

El inmenso robo territorial cometido por Estados Unidos en contra de su vecino sureño encendió las voces de alarma en Canadá, en donde con toda razón los canadienses estaban temerosos de que Estados Unidos les aplicara la misma receta con el propósito de apoderarse, también recurriendo a la fuerza bruta y a pretextos banales, de los vastos recursos territoriales, forestales, minerales, petrolíferos y acuíferos de Canadá. Esto hizo que Canadá empezara a fortificar sus defensas empezando a establecer pactos con los indígenas Americanos nativos que vivían en Canadá. De cualquier modo, tomando en cuenta el enorme poderío industrial y bélico que los norteamericanos tenían amasado en ese entonces, Estados Unidos de haberlo querido podrían haber invadido Canadá para apoderarse por completo de dicho país. Entonces, ¿por qué no lo hizo, habiendo podido hacerlo? ¿Por algún remordimiento moral? ¿Por algún complejo de culpa en su modo de actuar como un >bully? Desde luego que no, puesto que como alguna vez se le atribuyera al Secretario de Estado John Foster Dulles el haber dicho “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”, las consideraciones morales nunca tuvieron peso alguno en ese entonces en la conciencia de un país en el que se practicaba en forma abierta e indiscriminada el esclavismo, un esclavismo practicado incluso por los padrecitos fundadores de la Unión Americana como George Washington y Thomas Jefferson (lo cual no niegan los historiadores norteamericanos). Entonces, ¿qué fue lo que salvó a Canadá de una invasion norteamericana expansionista y anexionista? Fortuitamente, lo que salvo a Canadá de ser integrada por la fuerza (con o sin la ayuda de independentistas” como los aventureros filibusteros Sam Houston y Stephen Austin) fue el estallido de una cruenta Guerra de Secesión que dejó al país hecho pedazos y en muy malas condiciones para tratar de enfrentarse a Inglaterra y a Canadá unidas en defensa del territorio canadiense. De no haber sido por tal hecho histórico, de no haber sido por la guerra fraticida que enfrentó a los norteamericanos consigo mismos, Canadá habría desaparecido del mapa, y tal vez tras esto los anexionistas habrían puesto nuevamente sus ojos en México para arrebatarle más de lo poco que le quedaba con una nueva invasion norteamericana, asimilando lo que hoy son Baja California, Chihuahua y Nuevo León.

Con estos antecedentes es como hay que analizar y sopesar lo que hoy dicen los voceros del gobierno norteamericano en lo que concierne a la pretendida anexión de Crimea a Rusia:

“Rusia se encuentra del ‘lado incorrecto de la historia’ al movilizar fuerzas militares a la provincia de Crimea, en el sur de Ucrania, advirtió hoy el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien aseveró que las potencias de Occidente están unidas en esta crisis. Más aún, su gobierno suspendió todos los contactos militares con Moscú. El jefe de la Casa Blanca sostuvo esta noche una reunión de alto nivel con sus asesores militares y de seguridad nacional para discutir los acontecimientos en las repúblicas ex soviéticas; al cierre de esta edición no había reportes sobre el encuentro. Obama señaló que las acciones rusas violan la soberanía de Ucrania y el derecho internacional, y exigió al presidente Vladimir Putin que cambie de curso. ‘A la larga esto va a ser una posición costosa para Rusia y ahora es el momento para que ponderen si pueden beneficiar sus intereses con diplomacia en lugar del uso de la fuerza’, sostuvo Obama en la Sala Oval de la Casa Blanca. El mandatario señaló que su gobierno examina ‘toda una serie’ de pasos económicos y diplomáticos para ‘aislar’ a Rusia por negarse a retirar sus fuerzas militares de Crimea y sugirió una vez más enviar supervisores internacionales o crear una mediación internacional para abordar las presuntas preocupaciones de Rusia con respecto al trato de los rusohablantes y los nacionales rusos dentro de esta nación del este de Europa. Por la noche, Obama sostuvo una reunión de alto nivel con asesores militares y de seguridad nacional para discutir los acontecimientos en la república ex soviética. Entre los asistentes estuvieron el secretario de Estado, John Kerry; el de Defensa, Chuck Hagel; la asesora de seguridad nacional, Susan Rice; el secretario del Tesoro, Jack Lew, y el jefe del estado mayor, general Martin Dempsey, aseguró una fuente de la Casa Blanca”. (LA JORNADA, 4 de marzo de 2014).

“Washington no permitirá que Moscú o algún otro Estado desafíe leyes internacionales: Kerry. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, propuso hoy una solución diplomática para resolver el conflicto en Ucrania durante una conversación telefónica con su homólogo de Rusia, Vladimir Putin. Durante la conversación de aproximadamente una hora, el mandatario explicó a Putin las sanciones adoptadas por Washington junto con aliados europeos contra Moscú, en respuesta al despliegue de tropas en Crimea, la cual aloja en Sebastopol la base de la flota rusa del Mar Negro, informó la Casa Blanca. Horas después el Kremlin difundió la respuesta de Putin a Obama, en la que el líder ruso afirmó que las relaciones de sus dos países no deberían verse afectadas por su desacuerdo sobre Ucrania y Crimea. ‘El presidente de Rusia enfatizó la primordial importancia de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos para garantizar la estabilidad y seguridad en el mundo. Estas relaciones no pueden ser sacrificadas por desacuerdos en problemas internacionales puntuales’, informó el Kremlin. La conversación ocurrió después de que Obama advirtió que el referendo convocado en Crimea para ratificar su anexión a Rusia no es legítimo y ‘es violatorio del derecho internacional’, e insistió en una solución diplomática. ‘Han quedado muy atrás los días en que las fronteras podían modificarse por encima de las cabezas de los líderes democráticos’, agregó Obama. El secretario de Estado estadunidense, John Kerry, sostuvo que ‘la soberanía de Crimea es parte de Ucrania, y Crimea es Ucrania’. Desde Roma, Kerry aseguró que Estados Unidos ‘no puede dejar que Rusia, o cualquier otro país, desafíe impunemente las leyes internacionales’. El funcionario, que se ha reunido tres veces con su homólogo ruso Serguei Lavrov, en París y en Roma, se mostró también conciliador. ‘Queremos que el presidente Putin, Rusia y todo el mundo entiendan que preferimos un retorno a la normalidad’. Kerry viajó primero a Kiev y luego a París y Roma para abordar el tema ucranio con sus aliados europeos y con Lavrov, a quien intentó, sin éxito, reunir con el ministro interino ucranio de Relaciones Exteriores, Andrii Deshchitsa. Tras su segunda reunión en dos días con Kerry, Lavrov, se limitó a decir hoy que aún no hay acuerdo entre Moscú y Washington sobre la crisis de Ucrania, y agregó que la decisión de Washington de congelar activos y prohibir los visados de los rusos responsables de una incursión en Crimea era poco constructiva. La UE se encuentra en una difícil situación. Aunque muchos estados miembros querrían imponer duras sanciones sobre Rusia, existe cautela porque hay una gran dependencia del gas y petróleo rusos. Reino Unido también es cauto en ir demasiado lejos al imponer restricciones financieras sobre Rusia, por las enormes inversiones que empresarios rusos tienen en Londres”. (LA JORNADA, 7 de marzo de 2014).

A muchos politólogos y comentaristas de los medios de comunicación norteamericanos les causa repugnancia la idea de que, tras la anexión de Crimea, Rusia le imponga a los ucranianos el requisito de tener que pedirle permiso a Rusia para poder visitar a sus familiares ucranianos que residen en Crimea, obligándolos a tener que tramitar visados especiales con todas sus identificaciones biométricas y con el costo de tales documentos pagado en su totalidad por los ucranianos. O sea, lo mismo que lo que está haciendo hoy Estados Unidos con los mexicanos que quieren visitar a sus familiares que residen en Texas mediante la imposición de la famosa “visa láser”.

La actitud del gobierno norteamericano, tomando en cuenta sus antecedentes históricos, se puede resumir de la siguiente manera: “Hagan lo que digo, más no lo que hago, porque si hacen lo que hago, no van a hacer lo que les digo”.

Si el pueblo norteamericano está convencido en forma honesta y sincera (y se recalca, en forma honesta y sincera, sin hipocresías) de que los independentistas angloparlantes que se encargaron de desmembrarle Texas a México para entregárselo en bandeja de plata a los Estados Unidos hicieron lo correcto, entonces debería de marcarle un alto a su gobierno y a sus medios de comunicación que han estado criticando duramente a Rusia por estar haciendo algo parecido, exigiéndoles que dejen de estar satanizando al presidente ruso Vladimir Putin exhibiéndolo como un villano. Pero si el pueblo norteamericano está convencido en forma honesta y sincera (y se recalca, en forma honesta y sincera, sin hipocresías) de que Rusia está actuando como un bully recurriendo a su vasta superioridad militar y estratégica para anexar Crimea a Rusia, entonces debería repasar su propia historia y hacer las correcciones requeridas o al menos ofrecerle una disculpa oficial a México por el modo de actuar de Estados Unidos en el siglo antepasado en contra de su vecino inmediato al sur.

Presentándose hoy como pacifista y defensor de la soberanía de países indefensos ante un bully, y acusando a Rusia de ser una amenaza mundial en virtud de su vasto poderío militar, al gobierno norteamericano se le olvida que el país que más gasta en el aspecto militar es precisamente Estados Unidos, armado hasta los codos con suficientes bombas atómicas para aniquilar al planeta, y sin intención alguna de renunciar a la enorme capacidad destructiva que posee.

Pese a que con amenazas de duras sanciones y represalias económicas (las cuales están predestinadas al fracaso en virtud de que Rusia no es México) Estados Unidos le está exigiendo a Rusia que le deje al gobierno de Ucrania continuar reteniendo a Crimea, Estados Unidos no tiene mucha prisa ni intenciones de regresarle Texas a México, y mucho menos devolverle los territorios que le robó con sus guerras de anexión.

Los sucesos relacionados con la forma en la cual Estados Unidos se anexó a Texas antes de proceder a robarle a México más de la mitad de su territorio demuestran que el presidente ruso no está muy enterado de cosas que podría utilizar hoy como argumentos fuertes y sólidos para restarle a Estados Unidos autoridad moral y credibilidad en su actitud injerencista en lo que concierne a la posible incorporación de Crimea a Rusia. Bastaría con que el presidente Putin le dijera al Secretario de Estado John Kerry:

“Remember the Alamo”

Y en lo que concierne al duro bloqueo en la frontera México-Estados Unidos en donde el gobierno norteamericano les prohibe el ingreso a muchos mexicanos a territorios que eran parte de México, en lo que concierne al muro fronterizo que está siendo reforzado con alta tecnología para separar aún más a Estados Unidos de México, el presidente ruso Vladimir Putin podría hacerle una visita de cortesía a México, trasladarse hasta la frontera de México con los Estados Unidos, y desde el lado mexicano podría hacer lo mismo que lo que hizo el presidente Ronald Reagan cuando viajó hasta Alemania, dirigiéndose al presidente norteamericano desde el lado mexicano diciéndole:

“Mister President, tear down this wall”

Sería interesante ver cómo reaccionaría el gobierno norteamericano ante un reclamo como éste formulado por el presidente de Rusia desde el lado mexicano de la franja fronteriza, sobre todo considerando que la actual administración norteamericana se ha distinguido por ser la administración que más indocumentados mexicanos ha deportado en la historia en comparación con administraciones anteriores, batiendo todos los récords. Posiblemente lo acusarían de injerencista y le pedirían que no se ande metiendo en asuntos que no le importan.