Terror en el Metro, Londres, Inglaterra, 7 de Julio de 2005:
Terror en Madrid, 11 de marzo de 2004:
Teatro Dubrovka, Moscú, Rusia, 23 de octubre de 2002:
Torres gemelas, Nueva York, 11 de septiembre de 2001:
Vuelo PanAm 103, Lockerbie, Escocia, 1988:
Rapto de niñas en Nigeria por Boko Haram, 14 de abril de 2004:
Cruxificción de musulmanes por musulmanes en Iraq, junio de 2014:
Masacre de Munich por Septiembre Negro, Munich, 5 y 6 de septiembre de 1972:
Hotel Marriot, Islamabad, Pakistán, 20 de septiembre de 2008:
Terrorismo musulmán en China, mercado Urumqui:
Atentados musulmanes terroristas en Kenia:
Esta es tan solo una muy pequeña, pequeñísima, muestra de los terribles actos de barbarie que son justificados por los islamistas apoyándose en las enseñanzas del Corán. Esto es en lo que ellos creen. Este es el legado del Islam al mundo. Este es el fruto de la semilla que Mahoma sembró en este planeta.
Los ataques y la carnicería llevados a cabo por los seguidores del Islam está dirigida no sólo en contra de cristianos y judíos como erróneamente se cree. La acometida es mundial, y no pararán hasta que el mundo entero quede en manos de los fanáticos del Islam o que haya perecido toda la raza humana si lo primero no es posible.
Los misioneros musulmanes de hoy están muy interesados y ansiosos en reclutar jóvenes alrededor del mundo que estén cansados de la vida y que se quieran suicidar, llevándose consigo en el acto suicida a muchos otros a los que ni siquiera conocen ni han visto jamás en toda su vida. Se vale matar niños y niñas, mujeres y ancianos. No hay límite ni impedimento moral alguno. No lo prohibe expresamente el Corán. Los predicadores y misioneros musulmanes que reclutan a estos jóvenes suicidas desde luego que no están dispuestos a predicar con el ejemplo matándose a sí mismos, no son imbéciles. Los imbéciles son otros.
Se les dice a los reclutas que hay un premio en el más allá por escapar de la vida saliendo por la puerta falsa matándose y matando a mucha gente que ni siquiera sabrá por qué murió. El premio consiste en que cada suicida recibirá 72 vírgenes como recompensa por haberse matado a sí mismo y a otros. Eso es lo que les dicen, eso es lo que les prometen, eso es en lo que creen. Y esta promesa ni siquiera forma parte del Corán. No ha regresado ni un solo terrorista del más allá para dar fé de haber recibido el premio prometido, pero ello no importa, es irrelevante. Lo importante es matarse a sí mismo y matar a otros. Matar, matar y matar, actuando como una bestia salvaje, dando rienda suelta a su furia y su odio en contra de los “infieles”. Ese es el mensaje. Haciéndolo todo con la mayor saña y crueldad que se pueda invocar desde los más bajos instintos animales que pueda haber en el hombre, dejándose caer de ser necesario en la paz y la tranquilidad que ofrece la locura para que así no haya remordimientos ni cargos de conciencia. El arrepentimiento por los baños de sangre y las carnicerías desbordadas jamás ha sido parte de las prédicas de los musulmanes islamistas de hoy, al menos de aquellos que están dejando tras de sí esta infinita estela de crueldad y maldad.
Necesariamente parte de la responsabilidad, si no toda, debe recaer sobre los hombros de Mahoma. Después de todo, él fundó la religión bajo cuyo cobijo está ocurriendo lo que está ocurriendo en nombre del Islam, en nombre del mismo Alá.
¿Verá el profeta Mahoma desde el más allá las consecuencias de su legado? Si realmente era profeta, entonces ya sabía lo que la religión fundada por él terminaría desencadenando, sobre todo en el tercer milenio. Es su obra. Es su hechura.
domingo, 29 de junio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
El duro dilema de Caro Quintero
Merced a una maniobra legal con la que creyó que obtendría su plena libertad y exoneración antes de terminar de cumplir la sentencia que le había sido impuesta por homicidio, Rafael Caro Quintero, el líder del Cártel de Guadalajara famoso por haber llevado a cabo el asesinato del agente antidrogas norteamericano Enrique Camarena Salazar, lejos de haber puesto detrás de sí su pasado posiblemente él mismo con la ayuda de sus abogados se haya puesto en camino hacia el patíbulo o, en el major de los casos, en camino hacia una celda en una prisión federal norteamericana de la que no podrá salir nunca más excepto en un ataúd.
Para quienes no están familiarizados con la historia, se dará aquí un breve resumen sobre los antecedentes del caso. Rafael Caro Quintero:
fue el fundador del ahora extinto Cártel de Guadalajara en los años setenta. Caro Quintero trabajó con Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo en la producción y el envío de grandes cantidades de mariguana hacia los Estados Unidos. En un arrebato de ira a causa del daño causado a las operaciones de su organización por el agente de la Drug Enforcement Administration (DEA) Enrique Camarena Salazar, Caro Quintero ordenó en 1985 el secuestro del agente Camarena Salazar y de su piloto Alfredo Zavala Avelar, el escritor norteamericano John Clay Walker y el estudiante de odontología Alberto Radelat en 1985, y después de someter al agente Camarena Salazar a varias exquisitas y refinadas torturas de las cuales quedaron como evidencia varias cintas magnetofónicas, Caro Quintero mató personalmente con sus propias manos al agente norteamericano. Si Caro Quintero incurrió en tal acto, fue porque cometió el error que cometen muchos que después de disfrutar de un largo período de impunidad y gozar de la disponibilidad de dinero a manos llenas se llegan a creer tan poderosos que están convencidos de que son intocables. Es, en efecto, el mismo error que cometió Napoleón cuando invadió Rusia para poner a toda Europa bajo su corona de Emperador.
Después de los asesinatos, Caro Quintero huyó a Costa Rica en donde fue encontrado, arrestado, y enviado de regreso a México (no fue extraditado hacia los Estados Unidos para enfrentar una posible pena de muerte porque el gobierno norteamericano no hizo una petición oficial al gobierno de Costa Rica en tal sentido, algo que de haber ocurrido de seguro lo habría puesto en la antesala de los condenados a muerte porque el asesinato con alevosía y ventaja de un agente federal norteamericano casi siempre se castiga con la pena de muerte, máxime cuando el inculpado no es un ciudadano norteamericano sino un extranjero que es visto como un enemigo declarado de los Estados Unidos. Los hechos de su detención y deportación a México ocurrieron con tal celeridad que el gobierno norteamericano ni siquiera tuvo tiempo para formalizar una petición de extradición a México pidiendo la extradición de Caro Quintero hacia los Estados Unidos para ser juzgado por el asesinato del agente de la DEA.
Como consecuencia del juicio al que fue sometido en México por los asesinatos de los que fue acusado, Caro Quintero fue sentenciado a cumplir una condena de 40 años de prisión, la pena máxima permitida por las leyes mexicanas de aquella época, la pena que se podía imponer en ese entonces a cualquiera por grave que fuese su delito. Y aunque la poderosa Drug Enforcement Agency estaba ávida de venganza en contra de Caro Quintero, el hecho de que Caro Quintero fuera juzgado y encontrado culpable en México por el crimen del agente federal de la DEA para ser condenado a pasar 40 años en prisión dejó maniatada a la DEA y al gobierno norteamericano, porque es precepto jurídico de vigencia universal que nadie puede ser juzgado y castigado dos veces por el mismo delito, y esto viene desde las mismas bases normativas del Derecho Romano. De este modo, al ser juzgado y sentenciado en México, en cierto modo el gobierno mexicano le puso un manto protector a Caro Quintero -a costa de su propia libertad- protegiéndolo de la represalia en su contra que se daba por hecho que estaba siendo preparada por el gobierno norteamericano. Mientras Caro Quintero estuviera recluído en una prisión mexicana, no había posibilidad de que un comando norteamericano de Navy Seals fuera hasta dicha prisión para tomarlo bajo su custodia y llevárselo hacia los Estados Unidos, al menos no sin un gran baño de sangre y un conflicto diplomático extremadamente serio con el único vecino que Estados Unidos tiene en su frontera sur.
El precepto legal que tuvo a Caro Quintero a salvo y protegido de una represalia terrible tomada en contra suya por el gobierno norteamericano siempre ha tenido solidez jurídica en cualquier tipo de situaciones. Veamos un ejemplo. Si alguien incurrió en un accidente de tránsito, y las autoridades le echan la culpa (por ejemplo, por manejar intoxicado) y lo llevan a un juicio en donde se le encuentra culpable, el inculpado tiene dos opciones: allanarse y aceptar la pena que se le imponga, o tratar de anular el juicio y pedir uno nuevo. Las autoridades jamás reconocerán que hubo algo impropio en su proceder, así que el juicio y la pena no serán anulados a iniciativa de las autoridades, la anulación del juicio corre por cuenta exclusiva de la defensa legal del acusado, y ello empieza con las apelaciones legales que interponga ante tribunales superiores. Si el acusado se allana, no hay más que hacer, el juicio y la sentencia se mantienen en pie y el caso queda cerrado a perpetuidad, y no puede ser abierto de nuevo a menos de que surjan pruebas nuevas y contundentes que no fueron tomadas en el primer juicio (en algunos países y en algunos códigos, inclusive aunque haya pruebas nuevas y testimonios nuevos, un caso no puede ser reabierto al ser considerado cosa juzgada).
Habiendo sido juzgado y condenado en diciembre de 1989 a 40 años de prisión, la liberación de Caro Quintero estaría programada para llevarse a cabo en diciembre de 2029, pero restándole los años que ya había estado preso mientras se llevaba a cabo su juicio así como la reducción de la pena tomando en cuenta la buena conducta del reo (y no se sabe que Caro Quintero haya ocasionado problemas serios durante el tiempo que estuvo encarcelado), posiblemente habría logrado su liberación en el año 2020 si no antes. Pero faltando tan solo seis años para llegar al 2020, sucedió algo que tomó a todos (hasta al gobierno norteamericano) por sorpresa. Tras una estancia de 28 años en prisión, Caro Quintero obtuvo su libertad el 9 de agosto de 2013, después de que un tribunal estatal admitió el alegato de que Caro Quintero había sido juzgado en forma inapropiada.
El meollo del argumento usado por Caro Quintero estuvo centrado en el ámbito de lo que estaba dentro y fuera de la jurisdicción de las cortes en México, país en donde hay dos instancias judiciales independientes: los tribunales estatales que juzgan delitos del fuero común tales robo, violencia doméstica, fraude, asalto a manor armada, secuestro y asesinato; y los tribunales estatales que juzgan delitos del orden federal tales como el narcotráfico, atentados terroristas en contra de las vías de comunicación, etcétera. Y el asunto es que el caso en contra de Caro Quintero, acusado de homicidio, fue ventilado inapropiadamente en un tribunal federal en vez de haberse ventilado en un tribunal del fuero común. Legalmente, y por lo que muchos consideran un tecnicismo legal (hay quienes consideran que hubo corrupción de por medio), el juicio en contra de Caro Quintero quedó nulificado en su totalidad.
La liberación temprana de Caro Quintero y la anulación total del juicio que se llevó a cabo en su contra indignó al gobierno norteamericano hasta el punto de la rabia, por tratarse de quien se trataba, y no tardaron tiempo en fraguar un plan para la captura de Caro Quintero con la finalidad de juzgarlo ya no en México sino en los Estados Unidos. Las probabilidades de que lo agarren (si es que antes no lo agarran las autoridades mexicanas) son elevadas, puesto que la poderosa agencia DEA no solo cuenta con sus propios recursos económicos, que son bastantes, para emprender una cacería mundial en contra de Rafael Caro Quintero, sino que cuenta también con el apoyo total del FBI (Federal Bureau of Investigations) e inclusive del mismo Pentágono, en caso de que se requiera de una misión especial de carácter militar para agarrarlo y llevarlo aunque sea a rastras a los Estados Unidos. Para el rastreo y la captura de Caro Quintero alrededor del mundo (lo van a buscar y lo van a encontrar inclusive aunque se esconda en el Polo Norte o las junglas no-exploradas del Amazonas) se dá por hecho de que están desplegando una amplia vigilancia por vía satelital así como vigilancia y rastreo de todos y cada uno de sus familiares y cuentas bancarias que Caro Quintero pueda tener ya sea él mismo o a través de familiares y amigos que actúen como prestanombres. La delación de Caro Quintero puede convertir en multimillonario al primero que le proporcione al gobierno norteamericano la información del lugar en donde se encuentra Caro Quintero en estos momentos, ya que se están ofreciendo cinco millones de dólares:
a cualquiera que proporcione tal información mediantes espectaculares que han sido puestos en los puentes internacionales que hay entre México y los Estados Unidos (esto independientemente del hecho de que Caro Quintero ha sido puesto ya en la lista de los 15 hombres más buscados mundialmente por la Interpol):
Con tal cantidad de dinero ofertada por la cabeza de Caro Quintero, sin duda alguna el ex-capo ya debe de estar preocupado de que entre sus allegados cercanos pueda surgir el Judas Iscariote que lo delate a cambio de esos cinco millones de dólares que se puede embolsar dándole el dato a las autoridades norteamericanas, máxime que en el medio en que se desenvuelven personajes como Caro Quintero no hay muchos santos que digamos. Es posible que las autoridades norteamericanas, además de recompensar con 5 millones de dólares a quien les entregue a Caro Quintero, estén dispuestos a darle pasaporte de residencia permanente en los Estados Unidos a él y a sus familiares si argumentan temer una venganza en México por haber delatado a Caro Quintero. Y puesto que la alternativa por encubrir y proteger a Caro Quintero es terminar malherido o muerto a manos de cazadores de recompensas bounty-hunters profesionales o peor aún terminar a manos de algún comando especial entrenado por el Ejército norteamericano, ello hace la oferta de los 5 millones de dólares aún más tentadora y atractiva.
La persecusión mundial emprendida por el gobierno norteamericano en contra de Caro Quintero empezó a mostrar sus efectos en México cuando cinco días después de haber sido liberado Caro Quintero una corte federal en México le obsequió a la Procuraduría General de la República el 14 de agosto de 2013 una orden de arresto después de haber recibido el gobierno de México una petición para tales efectos. Y posteriormente, el 17 de junio de 2014 el Juzgado Décimo de Distrito de Amparo en Materia Penal en el Distrito Federal informó que negó la protección de la justicia federal a Rafael Caro Quintero en contra de una orden de detención provisional con fines de extradición hacia los Estados Unidos. Mediante un comunicado, el Consejo de la Judicatura Federal informó que resolvió lo anterior tras analizar el juicio de amparo 327/2014, radicado en el Juzgado Sexto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, de fecha 11 de agosto de 2013, dictada dentro del procedimiento de extradición 5/2013. Por ironías del destino, la negación del amparo solicitado por Caro Quintero en contra de su posible extradición a los Estados Unidos ocurrió casi al mismo tiempo en que Estados Unidos confirmó la captura de un terrorista musulmán acusado de perpetrar un atentado que cobró la vida de varios funcionarios consulares norteamericanos, se trata de Ahmed Abu Khattalah:
En efecto, el 18 de junio de 2014 el mismo Pentágono informó haber detenido mediante una operación de comando llevada a cabo por un grupo militar encubierto al presunto cerebro del ataque perpetrado hace más de un año y medio contra el consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi, donde se dio muerte al embajador y a otros tres diplomáticos, al líder y fundador de la agrupación terrorista islámica libia Ansar al Sharia. El presidente Barack Obama destacó que el acusado sería castigado con todo el peso de la ley estounidense, agregando haber autorizado personalmente él mismo la operación de cacería emprendida en Libia para la captura de Khattalah. Durante una visita a Pittsburgh, en el estado de Pensilvania, el mandatario norteamericano dijo “Siempre perseguiremos a quienes nos persigan”, dando a entender que no habría perdón alguno ni para Khattalah ni para otros como él. Por su parte, el ministro de Defensa Chuck Hagel elogió los logros del operativo y a los militares involucrados en la captura del musulmán acusado del asesinato del los funcionarios consulares norteamericanos, asegurando que “el operativo es una prueba más de las capacidades extraordinarias del Ejército estadounidense”, mientras que el secretario de Estado John Kerry habló del “valiente paso” del “extraordinario Ejército de Estados Unidos” como “una advertencia para quienes dañan a Estados Unidos”.
Si hay ya una orden ejecutiva emitida desde la Casa Blanca autorizando el uso de un operativo militar encubierto para llevar a cabo la captura y el envío de Rafael Caro Quintero hacia los Estados Unidos tal y como ocurrió en el caso de Ahmed Abu Khattalah, entonces la suerte de Caro Quintero está echada, y solo es cuestión de tiempo para que su destino lo alcance, y en esta ocasión los recursos que aún le puedan quedar no le van a ser suficientes para escapar de sus perseguidores.
¿Hay algún precedente reciente sobre lo que le pueda suceder a Caro Quintero cuando sea llevado a los Estados Unidos para ser juzgado en dicho país? Sí, y se trata del caso de una funcionaria consular norteamericana asesinada en Ciudad Juárez el 13 de mayo de 2010, cuatro años atrás. Pese a que, al igual que en el caso del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, el asesinato de la funcionaria consular norteamericana Leslie Ann Enriquez (la cual estaba embarazada cuando fue asesinada a plena luz del día) no fue cometido en territorio norteamericano sino en territorio mexicano, de cualquier modo el gobierno norteamericano descargó todo su poderío para llevar a los responsables a juicio no en México sino en los Estados Unidos. Los asesinatos fueron cometidos el 13 de marzo de 2010, y el 14 de febrero de 2014 la inescapable revancha del gobierno norteamericano se volvió cien por ciento efectiva en contra del principal acusado por la autoría intelectual de dicho crimen, Arturo Gallegos Castrejón:
quien fue encontrado culpable por los crímenes que terminaron costándole su vida a la funcionaria consular norteamericana y al esposo de ella Arthur Redelfs:
tras una cacería implacable previa emprendida por el gobierno norteamericano con todos sus recursos en contra de los responsables del homicidio cometido en Ciudad Juárez que formaban parte del otrora poderoso grupo conocido como Barrio Azteca. Esta cacería en realidad no es muy diferente a la cacería emprendida en contra del culpable de los atentados terroristas cometidos en contra de las Torres Gemelas en Nueva York, Osama bin Laden, el cual fue liquidado sin misericordia alguna en Pakistán el 2 de mayo de 2011 a manos de un grupo militar encubierto enviado para tal misión, y cuyo cuerpo se presume que fue arrojado al mar desde un portaaviones norteamericano para impedir que sus restos mortales pudieran terminar en un mausoleo como objeto de veneración, quizá terminando en la panza de algún tiburón.
El error que cometió Arturo Gallegos Castrejón, líder indiscutible de la muy temida pandilla Barrio Azteca en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos, cuando el 13 de marzo de 2010 ordenó el asesinato de una funcionaria consular norteamericana, es exactamente el mismo error que cometió Rafael Caro Quintero cuando sintiéndose poderoso y muy seguro de sí mismo creyó que con sus limitados recursos (en comparación con los vastos recursos que el gobierno norteamericano tiene en sus manos) podía desafiar al gobierno norteamericano matando a un agente federal norteamericano sin mayores consecuencias. Hoy, y demasiado tarde, ambos han comprendido su error, error que seguramente será cometido por otros que no escarmientan en cabeza ajena. El común denominador en todos estos casos es que el poder se les sube a la cabeza, el poder los marea, se llegan a creer intocables, pierden el piso, y cuando se dan cuenta de que ni son intocables ni son tan poderosos como creían y mucho menos son dioses ya es demasiado tarde, al desencadenar en contra de ellos fuerzas terribles que escapan de su comprensión.
El único argumento legal que Rafael Caro Quintero podría haber esgrimido para evitar su juicio y condena en los Estados Unidos es el precepto jurídico de caracter universal de que nadie, absolutamente nadie, puede ser enjuiciado y castigado dos veces por el mismo delito (en el sistema legal norteamericano, una situación así es lo que se conoce como double jeopardy). Pero el problema en el que se metió él mismo (o mejor dicho, el problema en el que lo metió su propio abogado defensor) es haber logrado la libertad precisamente anulando por completo el juicio por el cual fue enviado a prisión, con un argumento técnicamente válido y legal, de que su juicio y condena por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena fue nulo por haberse llevado a cabo en un juzgado federal en lugar de un juzgado del fuero común que es el que lo debió de haber juzgado y sentenciado desde un principio por el homicidio. Lo irónico es que si Rafael Caro Quintero se hubiera aguantado unos cuantos años más en prisión, al salir de prisión podría haber dicho “ya cumplí en su totalidad la sentencia que se me impuso y por lo tanto ya pagué mi deuda ante la sociedad”, dejando en pie su enjuiciamiento emitido por un tribunal federal, ese mismo argumento lo podría haber usado en un tribunal norteamericano, y lo más probable es que cualquier jurado y cualquier juez en Estados Unidos le habrían admitido dicho recurso de defensa. Pero lo que hizo el abogado defensor de Caro Quintero fue anular por completo el juicio por el cual Caro Quintero fue enviado a prisión desde un principio, y si Caro Quintero obtuvo su libertad antes de cumplir su sentencia porque el juicio carecía de validez legal desde su mismo origen entonces, técnicamente hablando, Caro Quintero no ha sido juzgado aún por el asesinato del agente antidrogas norteamericano, ya que su juicio fue impropio y jurídicamente invalido. Y si la validez de ese juicio ha quedado nulificada en su totalidad no por acción legal o jurídica alguna que hubiese emprendido el gobierno de México para tales efectos sino por iniciativa del mismo Caro Quintero, entonces puede ser sometido a un nuevo juicio por ese mismo asesinato, y no solo en México sino en cualquier parte del mundo, como en un tribunal federal norteamericano, y las sentencias emitidas en contra de individuos como Arturo Gallegos Castrejón por el asesinato de un funcionario consular en Ciudad Juárez ya sentaron el predecente para tal cosa. De estas cosas se va a agarrar el gobierno norteamericano para ponerle la horca en el pescuezo a Rafael Caro Quintero.
El embrollo en que se metió Caro Quintero cuando logró que su juicio fuese anulado en su totalidad es tan obvio que hay un número creciente de jurisconsultos que sospechan que el no haberle aconsejado a Caro Quintero sobre el riesgo de usar tal argumento en lugar de aguantarse en prisión los pocos años que le faltaban para cumplir en su totalidad su condena, y por el contrario anular por completo su juicio y su sentencia volviéndolos legalmente inválidos, es algo que denota incompetencia en grado sumo o inclusive una traición del más alto nivel dentro de lo poco que le queda a Caro Quintero de su organización. Y si fue su propio abogado quien actuando de mala fé con dobles intenciones lo metió en el embrollo en el que actualmente se encuentra, no resulta remota la posibilidad de que sea su propio abogado quien lo delate ante las autoridades norteamericanas a cambio de la jugosa recompensa de 5 millones de dólares que está siendo ofrecida por el gobierno norteamericano, que al fin y al cabo ya en una prisión norteamericana Caro Quintero habrá perdido toda su influencia quedando nulificado y sin poder alguno. Lo único que podría hacer Caro Quintero en tal caso es, antes de ser delatado y entregado a las autoridades norteamericanas por su Judas Iscariote o por el propio abogado que abrió las puertas de par en par para su segundo y esta vez definitivo enjuiciamiento no en México sino en los Estados Unidos, agarrar a tal abogado y llevárselo a un lugar aislado para interrogarlo como lo hizo con Enrique Camarena Salazar. Porque fuera de eso, el golpe está dado, y Caro Quintero sera rastreado por la vía satelital y a través de todas las redes de comunicaciones mundiales por la National Security Agency, y de seguro darán con el paradero de Caro Quintero al igual que como dieron con el paradero de Ahmed Abu Khattalah, Arturo Gallegos Castrellón y Osama bin Laden, de eso puede estar absolutamente seguro Caro Quintero, y solo es cuestión de tiempo para que terminen acorralándolo llevando la cacería a su conclusion. El único consuelo que puede tomar Caro Quintero en todo esto es que el gobierno norteamericano, a diferencia de los romanos, no practica las crucifixiones, porque fuera de esto su suerte está sellada.
Al haber sido declarado legal y jurídicamente nulo el primer juicio por el cual fue juzgado y sentenciado a una pena de 40 años de prisión, Caro Quintero está en su derecho de interponer una demanda civil en contra del gobierno federal de México exigiendo reparación de daños, o sea, una compensación económica. Pero estando prófugo se antoja poco probable que se asome por ningún juzgado para interponer tal demanda. Y de cualquier modo, aunque lograra obtener una compensación legal por los 28 años que estuvo en prisión, si lo agarran y se lo llevan a Estados Unidos para aplicarle una pena de 80 años de prisión (tiempo suficiente para garantizar que sólo saldrá muerto aún llegando a una muy avanzada edad) de nada le servirá obtener una compensación económica que no podrá disfrutar.
Se dá por descontado que la cacería emprendida por el gobierno norteamericano en contra de Rafael Caro Quintero ya tiene tiempo de haber comenzado, y seguramente esa cacería sera implacable y decidida como lo fue en contra de Ahmed Abu Khattalah, Arturo Gallegos Castrejón y Osama bin Laden, y el gobierno norteamericano no se detendrá hasta capturarlo por las buenas o por las malas para llevarlo ante un tribunal federal norteamericano para ser juzgado por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar. Si Caro Quintero se encuentra fuera de México, lo peor que le puede ocurrir es volver a caer como ya una vez cayó fuera de México cuando fue capturado en Costa Rica, porque si es capturado fuera de México el gobierno norteamericano no permitirá que Caro Quintero sea extraditado a México sino que presionará para que sea enviado directamente hacia los Estados Unidos, directo hacia la boca del lobo, en donde ya lo están esperando. Solo es cosa de tiempo.
Para quienes no están familiarizados con la historia, se dará aquí un breve resumen sobre los antecedentes del caso. Rafael Caro Quintero:
fue el fundador del ahora extinto Cártel de Guadalajara en los años setenta. Caro Quintero trabajó con Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo en la producción y el envío de grandes cantidades de mariguana hacia los Estados Unidos. En un arrebato de ira a causa del daño causado a las operaciones de su organización por el agente de la Drug Enforcement Administration (DEA) Enrique Camarena Salazar, Caro Quintero ordenó en 1985 el secuestro del agente Camarena Salazar y de su piloto Alfredo Zavala Avelar, el escritor norteamericano John Clay Walker y el estudiante de odontología Alberto Radelat en 1985, y después de someter al agente Camarena Salazar a varias exquisitas y refinadas torturas de las cuales quedaron como evidencia varias cintas magnetofónicas, Caro Quintero mató personalmente con sus propias manos al agente norteamericano. Si Caro Quintero incurrió en tal acto, fue porque cometió el error que cometen muchos que después de disfrutar de un largo período de impunidad y gozar de la disponibilidad de dinero a manos llenas se llegan a creer tan poderosos que están convencidos de que son intocables. Es, en efecto, el mismo error que cometió Napoleón cuando invadió Rusia para poner a toda Europa bajo su corona de Emperador.
Después de los asesinatos, Caro Quintero huyó a Costa Rica en donde fue encontrado, arrestado, y enviado de regreso a México (no fue extraditado hacia los Estados Unidos para enfrentar una posible pena de muerte porque el gobierno norteamericano no hizo una petición oficial al gobierno de Costa Rica en tal sentido, algo que de haber ocurrido de seguro lo habría puesto en la antesala de los condenados a muerte porque el asesinato con alevosía y ventaja de un agente federal norteamericano casi siempre se castiga con la pena de muerte, máxime cuando el inculpado no es un ciudadano norteamericano sino un extranjero que es visto como un enemigo declarado de los Estados Unidos. Los hechos de su detención y deportación a México ocurrieron con tal celeridad que el gobierno norteamericano ni siquiera tuvo tiempo para formalizar una petición de extradición a México pidiendo la extradición de Caro Quintero hacia los Estados Unidos para ser juzgado por el asesinato del agente de la DEA.
Como consecuencia del juicio al que fue sometido en México por los asesinatos de los que fue acusado, Caro Quintero fue sentenciado a cumplir una condena de 40 años de prisión, la pena máxima permitida por las leyes mexicanas de aquella época, la pena que se podía imponer en ese entonces a cualquiera por grave que fuese su delito. Y aunque la poderosa Drug Enforcement Agency estaba ávida de venganza en contra de Caro Quintero, el hecho de que Caro Quintero fuera juzgado y encontrado culpable en México por el crimen del agente federal de la DEA para ser condenado a pasar 40 años en prisión dejó maniatada a la DEA y al gobierno norteamericano, porque es precepto jurídico de vigencia universal que nadie puede ser juzgado y castigado dos veces por el mismo delito, y esto viene desde las mismas bases normativas del Derecho Romano. De este modo, al ser juzgado y sentenciado en México, en cierto modo el gobierno mexicano le puso un manto protector a Caro Quintero -a costa de su propia libertad- protegiéndolo de la represalia en su contra que se daba por hecho que estaba siendo preparada por el gobierno norteamericano. Mientras Caro Quintero estuviera recluído en una prisión mexicana, no había posibilidad de que un comando norteamericano de Navy Seals fuera hasta dicha prisión para tomarlo bajo su custodia y llevárselo hacia los Estados Unidos, al menos no sin un gran baño de sangre y un conflicto diplomático extremadamente serio con el único vecino que Estados Unidos tiene en su frontera sur.
El precepto legal que tuvo a Caro Quintero a salvo y protegido de una represalia terrible tomada en contra suya por el gobierno norteamericano siempre ha tenido solidez jurídica en cualquier tipo de situaciones. Veamos un ejemplo. Si alguien incurrió en un accidente de tránsito, y las autoridades le echan la culpa (por ejemplo, por manejar intoxicado) y lo llevan a un juicio en donde se le encuentra culpable, el inculpado tiene dos opciones: allanarse y aceptar la pena que se le imponga, o tratar de anular el juicio y pedir uno nuevo. Las autoridades jamás reconocerán que hubo algo impropio en su proceder, así que el juicio y la pena no serán anulados a iniciativa de las autoridades, la anulación del juicio corre por cuenta exclusiva de la defensa legal del acusado, y ello empieza con las apelaciones legales que interponga ante tribunales superiores. Si el acusado se allana, no hay más que hacer, el juicio y la sentencia se mantienen en pie y el caso queda cerrado a perpetuidad, y no puede ser abierto de nuevo a menos de que surjan pruebas nuevas y contundentes que no fueron tomadas en el primer juicio (en algunos países y en algunos códigos, inclusive aunque haya pruebas nuevas y testimonios nuevos, un caso no puede ser reabierto al ser considerado cosa juzgada).
Habiendo sido juzgado y condenado en diciembre de 1989 a 40 años de prisión, la liberación de Caro Quintero estaría programada para llevarse a cabo en diciembre de 2029, pero restándole los años que ya había estado preso mientras se llevaba a cabo su juicio así como la reducción de la pena tomando en cuenta la buena conducta del reo (y no se sabe que Caro Quintero haya ocasionado problemas serios durante el tiempo que estuvo encarcelado), posiblemente habría logrado su liberación en el año 2020 si no antes. Pero faltando tan solo seis años para llegar al 2020, sucedió algo que tomó a todos (hasta al gobierno norteamericano) por sorpresa. Tras una estancia de 28 años en prisión, Caro Quintero obtuvo su libertad el 9 de agosto de 2013, después de que un tribunal estatal admitió el alegato de que Caro Quintero había sido juzgado en forma inapropiada.
El meollo del argumento usado por Caro Quintero estuvo centrado en el ámbito de lo que estaba dentro y fuera de la jurisdicción de las cortes en México, país en donde hay dos instancias judiciales independientes: los tribunales estatales que juzgan delitos del fuero común tales robo, violencia doméstica, fraude, asalto a manor armada, secuestro y asesinato; y los tribunales estatales que juzgan delitos del orden federal tales como el narcotráfico, atentados terroristas en contra de las vías de comunicación, etcétera. Y el asunto es que el caso en contra de Caro Quintero, acusado de homicidio, fue ventilado inapropiadamente en un tribunal federal en vez de haberse ventilado en un tribunal del fuero común. Legalmente, y por lo que muchos consideran un tecnicismo legal (hay quienes consideran que hubo corrupción de por medio), el juicio en contra de Caro Quintero quedó nulificado en su totalidad.
La liberación temprana de Caro Quintero y la anulación total del juicio que se llevó a cabo en su contra indignó al gobierno norteamericano hasta el punto de la rabia, por tratarse de quien se trataba, y no tardaron tiempo en fraguar un plan para la captura de Caro Quintero con la finalidad de juzgarlo ya no en México sino en los Estados Unidos. Las probabilidades de que lo agarren (si es que antes no lo agarran las autoridades mexicanas) son elevadas, puesto que la poderosa agencia DEA no solo cuenta con sus propios recursos económicos, que son bastantes, para emprender una cacería mundial en contra de Rafael Caro Quintero, sino que cuenta también con el apoyo total del FBI (Federal Bureau of Investigations) e inclusive del mismo Pentágono, en caso de que se requiera de una misión especial de carácter militar para agarrarlo y llevarlo aunque sea a rastras a los Estados Unidos. Para el rastreo y la captura de Caro Quintero alrededor del mundo (lo van a buscar y lo van a encontrar inclusive aunque se esconda en el Polo Norte o las junglas no-exploradas del Amazonas) se dá por hecho de que están desplegando una amplia vigilancia por vía satelital así como vigilancia y rastreo de todos y cada uno de sus familiares y cuentas bancarias que Caro Quintero pueda tener ya sea él mismo o a través de familiares y amigos que actúen como prestanombres. La delación de Caro Quintero puede convertir en multimillonario al primero que le proporcione al gobierno norteamericano la información del lugar en donde se encuentra Caro Quintero en estos momentos, ya que se están ofreciendo cinco millones de dólares:
a cualquiera que proporcione tal información mediantes espectaculares que han sido puestos en los puentes internacionales que hay entre México y los Estados Unidos (esto independientemente del hecho de que Caro Quintero ha sido puesto ya en la lista de los 15 hombres más buscados mundialmente por la Interpol):
Con tal cantidad de dinero ofertada por la cabeza de Caro Quintero, sin duda alguna el ex-capo ya debe de estar preocupado de que entre sus allegados cercanos pueda surgir el Judas Iscariote que lo delate a cambio de esos cinco millones de dólares que se puede embolsar dándole el dato a las autoridades norteamericanas, máxime que en el medio en que se desenvuelven personajes como Caro Quintero no hay muchos santos que digamos. Es posible que las autoridades norteamericanas, además de recompensar con 5 millones de dólares a quien les entregue a Caro Quintero, estén dispuestos a darle pasaporte de residencia permanente en los Estados Unidos a él y a sus familiares si argumentan temer una venganza en México por haber delatado a Caro Quintero. Y puesto que la alternativa por encubrir y proteger a Caro Quintero es terminar malherido o muerto a manos de cazadores de recompensas bounty-hunters profesionales o peor aún terminar a manos de algún comando especial entrenado por el Ejército norteamericano, ello hace la oferta de los 5 millones de dólares aún más tentadora y atractiva.
La persecusión mundial emprendida por el gobierno norteamericano en contra de Caro Quintero empezó a mostrar sus efectos en México cuando cinco días después de haber sido liberado Caro Quintero una corte federal en México le obsequió a la Procuraduría General de la República el 14 de agosto de 2013 una orden de arresto después de haber recibido el gobierno de México una petición para tales efectos. Y posteriormente, el 17 de junio de 2014 el Juzgado Décimo de Distrito de Amparo en Materia Penal en el Distrito Federal informó que negó la protección de la justicia federal a Rafael Caro Quintero en contra de una orden de detención provisional con fines de extradición hacia los Estados Unidos. Mediante un comunicado, el Consejo de la Judicatura Federal informó que resolvió lo anterior tras analizar el juicio de amparo 327/2014, radicado en el Juzgado Sexto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal, de fecha 11 de agosto de 2013, dictada dentro del procedimiento de extradición 5/2013. Por ironías del destino, la negación del amparo solicitado por Caro Quintero en contra de su posible extradición a los Estados Unidos ocurrió casi al mismo tiempo en que Estados Unidos confirmó la captura de un terrorista musulmán acusado de perpetrar un atentado que cobró la vida de varios funcionarios consulares norteamericanos, se trata de Ahmed Abu Khattalah:
En efecto, el 18 de junio de 2014 el mismo Pentágono informó haber detenido mediante una operación de comando llevada a cabo por un grupo militar encubierto al presunto cerebro del ataque perpetrado hace más de un año y medio contra el consulado estadounidense en la ciudad libia de Bengasi, donde se dio muerte al embajador y a otros tres diplomáticos, al líder y fundador de la agrupación terrorista islámica libia Ansar al Sharia. El presidente Barack Obama destacó que el acusado sería castigado con todo el peso de la ley estounidense, agregando haber autorizado personalmente él mismo la operación de cacería emprendida en Libia para la captura de Khattalah. Durante una visita a Pittsburgh, en el estado de Pensilvania, el mandatario norteamericano dijo “Siempre perseguiremos a quienes nos persigan”, dando a entender que no habría perdón alguno ni para Khattalah ni para otros como él. Por su parte, el ministro de Defensa Chuck Hagel elogió los logros del operativo y a los militares involucrados en la captura del musulmán acusado del asesinato del los funcionarios consulares norteamericanos, asegurando que “el operativo es una prueba más de las capacidades extraordinarias del Ejército estadounidense”, mientras que el secretario de Estado John Kerry habló del “valiente paso” del “extraordinario Ejército de Estados Unidos” como “una advertencia para quienes dañan a Estados Unidos”.
Si hay ya una orden ejecutiva emitida desde la Casa Blanca autorizando el uso de un operativo militar encubierto para llevar a cabo la captura y el envío de Rafael Caro Quintero hacia los Estados Unidos tal y como ocurrió en el caso de Ahmed Abu Khattalah, entonces la suerte de Caro Quintero está echada, y solo es cuestión de tiempo para que su destino lo alcance, y en esta ocasión los recursos que aún le puedan quedar no le van a ser suficientes para escapar de sus perseguidores.
¿Hay algún precedente reciente sobre lo que le pueda suceder a Caro Quintero cuando sea llevado a los Estados Unidos para ser juzgado en dicho país? Sí, y se trata del caso de una funcionaria consular norteamericana asesinada en Ciudad Juárez el 13 de mayo de 2010, cuatro años atrás. Pese a que, al igual que en el caso del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, el asesinato de la funcionaria consular norteamericana Leslie Ann Enriquez (la cual estaba embarazada cuando fue asesinada a plena luz del día) no fue cometido en territorio norteamericano sino en territorio mexicano, de cualquier modo el gobierno norteamericano descargó todo su poderío para llevar a los responsables a juicio no en México sino en los Estados Unidos. Los asesinatos fueron cometidos el 13 de marzo de 2010, y el 14 de febrero de 2014 la inescapable revancha del gobierno norteamericano se volvió cien por ciento efectiva en contra del principal acusado por la autoría intelectual de dicho crimen, Arturo Gallegos Castrejón:
quien fue encontrado culpable por los crímenes que terminaron costándole su vida a la funcionaria consular norteamericana y al esposo de ella Arthur Redelfs:
tras una cacería implacable previa emprendida por el gobierno norteamericano con todos sus recursos en contra de los responsables del homicidio cometido en Ciudad Juárez que formaban parte del otrora poderoso grupo conocido como Barrio Azteca. Esta cacería en realidad no es muy diferente a la cacería emprendida en contra del culpable de los atentados terroristas cometidos en contra de las Torres Gemelas en Nueva York, Osama bin Laden, el cual fue liquidado sin misericordia alguna en Pakistán el 2 de mayo de 2011 a manos de un grupo militar encubierto enviado para tal misión, y cuyo cuerpo se presume que fue arrojado al mar desde un portaaviones norteamericano para impedir que sus restos mortales pudieran terminar en un mausoleo como objeto de veneración, quizá terminando en la panza de algún tiburón.
El error que cometió Arturo Gallegos Castrejón, líder indiscutible de la muy temida pandilla Barrio Azteca en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos, cuando el 13 de marzo de 2010 ordenó el asesinato de una funcionaria consular norteamericana, es exactamente el mismo error que cometió Rafael Caro Quintero cuando sintiéndose poderoso y muy seguro de sí mismo creyó que con sus limitados recursos (en comparación con los vastos recursos que el gobierno norteamericano tiene en sus manos) podía desafiar al gobierno norteamericano matando a un agente federal norteamericano sin mayores consecuencias. Hoy, y demasiado tarde, ambos han comprendido su error, error que seguramente será cometido por otros que no escarmientan en cabeza ajena. El común denominador en todos estos casos es que el poder se les sube a la cabeza, el poder los marea, se llegan a creer intocables, pierden el piso, y cuando se dan cuenta de que ni son intocables ni son tan poderosos como creían y mucho menos son dioses ya es demasiado tarde, al desencadenar en contra de ellos fuerzas terribles que escapan de su comprensión.
El único argumento legal que Rafael Caro Quintero podría haber esgrimido para evitar su juicio y condena en los Estados Unidos es el precepto jurídico de caracter universal de que nadie, absolutamente nadie, puede ser enjuiciado y castigado dos veces por el mismo delito (en el sistema legal norteamericano, una situación así es lo que se conoce como double jeopardy). Pero el problema en el que se metió él mismo (o mejor dicho, el problema en el que lo metió su propio abogado defensor) es haber logrado la libertad precisamente anulando por completo el juicio por el cual fue enviado a prisión, con un argumento técnicamente válido y legal, de que su juicio y condena por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena fue nulo por haberse llevado a cabo en un juzgado federal en lugar de un juzgado del fuero común que es el que lo debió de haber juzgado y sentenciado desde un principio por el homicidio. Lo irónico es que si Rafael Caro Quintero se hubiera aguantado unos cuantos años más en prisión, al salir de prisión podría haber dicho “ya cumplí en su totalidad la sentencia que se me impuso y por lo tanto ya pagué mi deuda ante la sociedad”, dejando en pie su enjuiciamiento emitido por un tribunal federal, ese mismo argumento lo podría haber usado en un tribunal norteamericano, y lo más probable es que cualquier jurado y cualquier juez en Estados Unidos le habrían admitido dicho recurso de defensa. Pero lo que hizo el abogado defensor de Caro Quintero fue anular por completo el juicio por el cual Caro Quintero fue enviado a prisión desde un principio, y si Caro Quintero obtuvo su libertad antes de cumplir su sentencia porque el juicio carecía de validez legal desde su mismo origen entonces, técnicamente hablando, Caro Quintero no ha sido juzgado aún por el asesinato del agente antidrogas norteamericano, ya que su juicio fue impropio y jurídicamente invalido. Y si la validez de ese juicio ha quedado nulificada en su totalidad no por acción legal o jurídica alguna que hubiese emprendido el gobierno de México para tales efectos sino por iniciativa del mismo Caro Quintero, entonces puede ser sometido a un nuevo juicio por ese mismo asesinato, y no solo en México sino en cualquier parte del mundo, como en un tribunal federal norteamericano, y las sentencias emitidas en contra de individuos como Arturo Gallegos Castrejón por el asesinato de un funcionario consular en Ciudad Juárez ya sentaron el predecente para tal cosa. De estas cosas se va a agarrar el gobierno norteamericano para ponerle la horca en el pescuezo a Rafael Caro Quintero.
El embrollo en que se metió Caro Quintero cuando logró que su juicio fuese anulado en su totalidad es tan obvio que hay un número creciente de jurisconsultos que sospechan que el no haberle aconsejado a Caro Quintero sobre el riesgo de usar tal argumento en lugar de aguantarse en prisión los pocos años que le faltaban para cumplir en su totalidad su condena, y por el contrario anular por completo su juicio y su sentencia volviéndolos legalmente inválidos, es algo que denota incompetencia en grado sumo o inclusive una traición del más alto nivel dentro de lo poco que le queda a Caro Quintero de su organización. Y si fue su propio abogado quien actuando de mala fé con dobles intenciones lo metió en el embrollo en el que actualmente se encuentra, no resulta remota la posibilidad de que sea su propio abogado quien lo delate ante las autoridades norteamericanas a cambio de la jugosa recompensa de 5 millones de dólares que está siendo ofrecida por el gobierno norteamericano, que al fin y al cabo ya en una prisión norteamericana Caro Quintero habrá perdido toda su influencia quedando nulificado y sin poder alguno. Lo único que podría hacer Caro Quintero en tal caso es, antes de ser delatado y entregado a las autoridades norteamericanas por su Judas Iscariote o por el propio abogado que abrió las puertas de par en par para su segundo y esta vez definitivo enjuiciamiento no en México sino en los Estados Unidos, agarrar a tal abogado y llevárselo a un lugar aislado para interrogarlo como lo hizo con Enrique Camarena Salazar. Porque fuera de eso, el golpe está dado, y Caro Quintero sera rastreado por la vía satelital y a través de todas las redes de comunicaciones mundiales por la National Security Agency, y de seguro darán con el paradero de Caro Quintero al igual que como dieron con el paradero de Ahmed Abu Khattalah, Arturo Gallegos Castrellón y Osama bin Laden, de eso puede estar absolutamente seguro Caro Quintero, y solo es cuestión de tiempo para que terminen acorralándolo llevando la cacería a su conclusion. El único consuelo que puede tomar Caro Quintero en todo esto es que el gobierno norteamericano, a diferencia de los romanos, no practica las crucifixiones, porque fuera de esto su suerte está sellada.
Al haber sido declarado legal y jurídicamente nulo el primer juicio por el cual fue juzgado y sentenciado a una pena de 40 años de prisión, Caro Quintero está en su derecho de interponer una demanda civil en contra del gobierno federal de México exigiendo reparación de daños, o sea, una compensación económica. Pero estando prófugo se antoja poco probable que se asome por ningún juzgado para interponer tal demanda. Y de cualquier modo, aunque lograra obtener una compensación legal por los 28 años que estuvo en prisión, si lo agarran y se lo llevan a Estados Unidos para aplicarle una pena de 80 años de prisión (tiempo suficiente para garantizar que sólo saldrá muerto aún llegando a una muy avanzada edad) de nada le servirá obtener una compensación económica que no podrá disfrutar.
Se dá por descontado que la cacería emprendida por el gobierno norteamericano en contra de Rafael Caro Quintero ya tiene tiempo de haber comenzado, y seguramente esa cacería sera implacable y decidida como lo fue en contra de Ahmed Abu Khattalah, Arturo Gallegos Castrejón y Osama bin Laden, y el gobierno norteamericano no se detendrá hasta capturarlo por las buenas o por las malas para llevarlo ante un tribunal federal norteamericano para ser juzgado por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar. Si Caro Quintero se encuentra fuera de México, lo peor que le puede ocurrir es volver a caer como ya una vez cayó fuera de México cuando fue capturado en Costa Rica, porque si es capturado fuera de México el gobierno norteamericano no permitirá que Caro Quintero sea extraditado a México sino que presionará para que sea enviado directamente hacia los Estados Unidos, directo hacia la boca del lobo, en donde ya lo están esperando. Solo es cosa de tiempo.
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