sábado, 12 de abril de 2008

Inmigración a la inversa

En otra entrada previa publicada aquí mismo en mi bitácora diaria el 14 de marzo próximo pasado bajo el titulo "El ocaso de una potencia", describí las varias razones por las cuales el otrora poderoso imperio norteamericano ha iniciado un lento pero continuo declive perdiendo la omnipotencia absoluta con la cual dominaba o pretendía dominar económicamente al resto del planeta. Refrendando lo publicado en aquél artículo, está sucediendo algo completamente inusitado de lo cual dieron noticia los servicios informativos de la cadena CBS este 9 de abril próximo pasado. El fenómeno podría llamarse "inmigración a la inversa", a falta de un mejor término. La historia tal y como fue dada por los servicios informativos de la cadena CBS es esta:

El estado mexicano de Guanajuato tiene tierra fértil y un clima templado. Por años, sin embargo, la pobreza allí ha llevado a muchos a dirigirse hacia el Norte para buscar trabajo en los campos agrícolas en los Estados Unidos. Pero hoy hay un movimiento a lo largo de la frontera hacia el otro lado, según lo reporta el corresponsal de los noticieros CBS John Blackstone. Steve Scaroni es un agricultor norteamericano que se ha trasladado a México.

"Es una situación muy triste que, sabe usted, a los cincuenta años de edad, yo me haya tenido que trasladar aquí en cierto sentido, comenzar de nuevo, para poder competir por mi sueño americano", dijo Scaroni. Scaroni divide hoy su tiempo entre México y las grandes granjas que aún posee en los Estados Unidos. Dijo que fue obligado a comenzar a moverse a México porque las cacerías de indocumentados hicieron cada vez más difícil el poder conseguir trabajadores agrícolas en Arizona y California.

"No podemos obtener suficiente mano de obra (en los Estados Unidos), cada día, sobre una base segura y consistente, para hacer frente a nuestras demandas de producción", dijo Scaroni. La Western Growers Association dijo que los granjeros en Arizona y California muy seguido necesitan hasta 30 por ciento más trabajadores que los que pueden contratar. Así que dos años atrás, Scaroni empezó a mover su granjas hacia donde están los trabajadores. Él ya cuenta con 2,000 acres en México y 500 trabajadores. Inclusive maneja ya su propia planta de empacamiento manejando más de dos millones de lechugas al día para su envío a los grandes procesadores y distribuidores de alimentos en los Estados Unidos. La lechuga procesada y empacada el día de hoy estará a través de la frontera norteamericana para el día de mañana. Con los alimentos cruzando la frontera, los trabajadores ya no se ven en la necesidad de cruzar ilegalmente hacia los Estados Unidos en calidad de indocumentados, al serles proporcionados los mismos empleos en México por las mismas compañías para las cuales trabajaban antes en los Estados Unidos.

Scaroni recibió una gran bienvenida de parte del Secretario de Agricultura para el estado, quien dijo que el proporcionar oportunidades aquí mismo en México significa que gente ya no tendrá que morir intentando cruzar la frontera. La reforma migratoria que hubiera hecho más fácil el ingreso de trabajadores agrícolas temporales de México a los Estados Unidos fracasó el año pasado. Uno de sus patrocinadores, la Senadora Dianne Feinstein, Demócrata por el estado de California, dijo que la escasez de trabajadores agrícolas está amenazando a la agricultura norteamericana. Feinstein dijo: "Los granjeros pronto decidirán que preferirán hacerlo en México". Al día de hoy, granjeros norteamericanos han movido ya 46 mil acres de producción hacia México. Mientras que esto es aún algo pequeño en comparación con los 27 millones de acres cultivados tan sólo en el Estado de California, los granjeros que se están trasladando hacia México creen que son la punta de lanza del futuro de la agricultura. Scaroni dijo que a menos de que la ley haga pronto mucho más fácil el procurar trabajadores agrícolas mexicanos, su tierra de oportunidades ya no es Estados Unidos, es México.

La posibilidad de que las leyes sean cambiadas pronto en los Estados Unidos para facilitar el ingreso de trabajadores agrícolas temporales de México son hoy prácticamente nulas. El fracaso de la reforma migratoria impulsada por el Presidente George Bush significa que no habrá acuerdo migratorio en el Congreso norteamericano este año, ni habrá un acuerdo migratorio el año entrante, ni el que sigue. Las estimaciones más optimistas entre los círculos políticos norteamericanos dan por hecho que no será sino hasta dentro de tres o cuatro años cuando el tema de la reforma migratoria sea tomado nuevamente en serio por el Congreso. Mientras tanto, muchas cosechas agrícolas se están pudriendo y se seguirán pudriendo en los campos norteamericanos por falta de mano de obra para levantarlas, el problema que tienen los agricultores norteamericanos es un problema no para ser resuelto por su gobierno dentro de tres o cuatro años (tal vez) sino para hoy mismo. La urgencia de ellos es hoy, no el día de mañana o de pasado mañana. Pero por otro lado, el Departamento del Trabajo (US Department of Labor) mantiene la burocrática mentalidad de que mientras el índice de desempleo en los Estados Unidos no sea cero, mientras no haya un solo norteamericano desempleado, no se debe permitir el paso a ningún extranjero cuyo trabajo pueda ser realizado por ese norteamericano desempleado. El problema es que jamás en la historia de la humanidad desde que se inventaron las estadísticas ha habido país alguno sobre la faz de la Tierra en el cual el índice de desempleo sea cero. Si esto es lo que está esperando el US Department of Labor para ponerse del lado de los agricultores norteamericanos, lo más seguro es que la industria de la agricultura norteamericana va a terminar tronando. A esto es a lo que puede llevar a un país una actitud burocrática más propia de un minusválido que padece de síndrome de Down en grado extremo que de un gobierno serio y responsable que trate de ver por sus propios intereses y los intereses de su vecino o sus vecinos inmediatos.

La Western Growers Association que habla por los miles y miles de empresarios productores agrícolas en los Estados Unidos cuyas cosechas se están pudriendo en los campos por falta de trabajadores agrícolas mexicanos, señala en la siguiente página:

http://www.wga.com/Default.aspx?tabid=226

su creciente pesimismo de que se logre un acuerdo migratorio en el Congreso norteamericano para permitir la entrada de trabajadores temporales de México, y añade: "Ha sido bien documentado que nuestra economía sufrirá enormemente si cerramos las fronteras sin hacer concesiones para llenar las vacantes que atraen a todos estos inmigrantes al estilo de vida norteamericano. Los ciudadanos norteamericanos no están preparados para estos trabajos ni están dispuestos a aceptarlos. Debemos convencer ahora a nuestros gobernantes electos de atender este problema. Pueden estar seguros (los agricultores) de que no quitaremos el dedo del renglón de este asunto (la Western Growers Association). Sabemos que el futuro de la agricultura de California y de Arizona dependen de ello". Pese a estas graves advertencias sobre las consecuencias cataclísmicas que pueden caer sobre la economía norteamericana si se cierran totalmente las fronteras al ingreso de trabajadores agrícolas temporales de México, el Congreso norteamericano continúa actuando como un sordo incapaz de escuchar los gritos de auxilio que vienen de su propia gente. Simple y sencillamente, la mayoría de los Congresistas norteamericanos (la mayoría requerida ya no para lograr una reforma migratoria para legalizar a los indocumentados que viven en los Estados Unidos sino simplemente para aprobar un paquete urgente autorizando la contratación masiva de trabajadores agrícolas mexicanos) no quieren escuchar, porque parece que ellos tienen otras cosas más importantes qué atender. Con tal actitud, llena de soberbia y de pedantería, ellos mismos están empujando a sus propios agricultores a que emigren. Y como no van a emigrar a Canadá, país que tiene sus propias necesidades de la mano de obra mexicana para el campo y el cual por cierto ha tenido la decencia de estar firmando acuerdos migratorios con México para el suministro de trabajadores mexicanos temporales para Canadá, no les queda de otra más que voltear sus ojos hacia México, porque más allá de México solo cuentan con Guatemala que está demasiado lejos de la frontera norteamericana.

Independientemente del fantasma de un éxodo masivo hacia México de acaudalados agricultores que están ya hartos de que su propio gobierno les niegue el acceso a la mano de obra mexicana que necesitan para la producción y el levantamiento de sus cosechas, en el estado de Arizona en donde el poderoso Congresista Republicano Russell Pearce introdujo la iniciativa para quitarles a los empleadores en Arizona su licencia para poder operar en dicho estado en caso de que se les encuentre trabajadores indocumentados trabajando para ellos está ocurriendo otro fenómeno: el éxodo forzado de miles y miles de indocumentados hacia otros estados de la Unión Americana no sólo le está privando ya a Arizona de una fuerza de trabajo irreemplazable, sino que también la base económica que representaban dichos trabajadores se está yendo con ellos a otros estados; hasta ahora Russell Pearce y los colegas suyos que lo apoyaron en esta aventura anti-inmigrante están descubriendo que esos odiadísimos mexicanos indocumentados estaban contribuyendo con una base considerable de impuestos a las arcas del estado de Arizona, y como consumidores de muchos productos también representaban un sector importante de la economía del estado que ahora está desapareciendo con ellos, como lo evidencian las tiendas que están empezando a cerrar sus puertas al desaparecer esta clientela que representaba una fuente importante de movimiento de capital en Arizona. Los xenófobos de Arizona están comenzando a descubrir que la presencia de esta fuerza de trabajo mexicana en su estado no era tan nociva después de todo como sus Congresistas les habían hecho creer, una lección que les está resultando ya bastante costosa. Empeorando las cosas, en lo que podríamos llamar una "fuga de capitales" disfrazada muchos empresarios de otros estados e inclusive de otros países que planeaban abrir negocios, sucursales y filiales en Arizona están cancelando definitivamente todos sus proyectos de inversión porque no quieren correr el riesgo de que se les prive de su licencia de operar perdiendo con ello sus inversiones en caso de que algunos de los empleados que contraten resulten ser trabajadores indocumentados; nadie quiere arriesgar y perder su capital en un lugar en donde no hay garantías para la inversión, y por sus leyes anti-inmigrantes Arizona ha dejado de serlo. Este hundimiento paulatino de la economía de Arizona viene justo en el momento en el que Estados Unidos como nación está entrando en una recesión económica que se verá agravada en Arizona por causas mucho más políticas que económicas, y cuando el impacto económico le llegue a los bolsillos de los votantes en Arizona posiblemente Russell Pearce tendrá razones para preocuparse cuando se postule para su reelección.

Además del atractivo de encontrar en México la misma mano de obra que cada día se les dificulta más y más encontrar en los Estados Unidos a los agricultores norteamericanos, existe otra razón fundamental de peso que tal vez los ponga a pensar: la escalada inflacionaria que está padeciendo la economía norteamericana agravada por un dólar cada vez más debilitado con dificultades crecientes para poder hacer frente a la competencia internacional. No sólo no pueden encontrar en su propio país los trabajadores agrícolas temporales que necesitan urgentemente, sino que los costos de operación en territorio norteamericano están poniendo a muchos agricultores, grandes y pequeños, al borde de la quiebra, de modo tal que si no quiebran sus empresas por falta de mano de obra para levantar las hortalizas y las legumbres antes de que se pudran en el campo, de cualquier modo quebrarán por los cada vez más altos costos de operación en los Estados Unidos.

Hoy en día, la industria maquiladora es una importante fuente de empleos para muchos mexicanos que de otro modo se estarían muriendo de hambre o tendrían que estar viviendo con sus familias como indocumentados en los Estados Unidos escondiéndose temerosos de las autoridades. Alentar a los grandes agricultores norteamericanos a venir a México para traerse sus capitales y empezar el equivalente de "la maquila de la agricultura" podría ser el inicio de un fenómeno a gran escala de proporciones gigantescas del cual México podría resultar ampliamente beneficiado, un fenómeno cuyas consecuencias sociales podrían ser de proporciones históricas, contribuyendo a emparejar la enorme desigualdad existente entre México y Estados Unidos, un país en el que hay abundancia de capital pero una escasez cada vez más aguda de mano de obra, y el otro en el cual hay abundancia de mano de obra pero no hay suficiente capital para hacer producir al campo. La huída de los grandes agricultores de Estados Unidos hacia el sur de la frontera, hacia México, con el fin de aprovechar no sólo el bajo costo de la mano de obra en México sino la disponibilidad inmediata de esa abundante mano de obra sin tener problemas de ningún tipo con las autoridades migratorias norteamericanas suena demasiado atractivo como para que siga siendo desaprovechado por más tiempo. Hablando en términos de pesos y centavos, que es a fin de cuentas lo que más le importa a cualquier empresario, trátese de un empresario norteamericano, chino o ruso, cualquier agricultor del vecino país que venga a invertir su capital y abrir sus operaciones en México puede aumentar sus ganancias y competir en términos sumamente favorables contra sus propios coterráneos en Estados Unidos, los cuales estarían en franca desventaja ya que los agricultores norteamericanos operando en Estados Unidos no podrían competir en lo que a costo se refiere en contra de los agricultores norteamericanos que decidan trasladarse a México. Esto es precisamente lo que la visionaria Senadora Dianne Feinstein teme que ocurra en su estado de California no a largo ni a mediano plazo sino a la voz de ¡ya!, y si se les revienta este dique les va a ser muy difícil taparlo, porque una vez que a los empresarios les entran ideas en la cabeza y ven oportunidades en donde no las habían visto antes empiezan a suceder muchas cosas que en otros tiempos hubieran sido impensables. Ocurriría exactamente lo mismo que lo que sucedió con las maquiladoras, otrora industrias norteamericanas que al salir para siempre del vecino del Norte para instalarse en México primero y ahora en China terminaron costándole a la economía norteamericana miles de millones de dólares en empleos perdidos.

En lo que a nosotros respecta, ¿qué mexicano no preferiría mil veces ver mejor a sus compatriotas laborando aquí mismo en México, engrandeciendo con su trabajo fecundo a su propio país, en vez de exponerse a morir de hambre y sed en los inhóspitos desiertos de Arizona o cazados como animales por agentes de la Patrulla Fronteriza ávidos de jalar el gatillo de sus pistolas en contra de unos seres humanos cuyo único delito es tratar de procurar una mejor vida para ellos y los suyos? Aquí en México no hay ninguna Border Patrol que los ande cazando y ande llevando a cabo redadas para capturarlos, ficharlos como criminales, y deportarlos aventándolos a México dejándolos "a la buena de Dios". Esto no se trata de un simple asunto que pueda traer grandes beneficios a México; en su nivel más básico se trata de un asunto de la más elemental justicia que le debemos a nuestros propios trabajadores agrícolas a los cuales hemos dejado desprotegidos ya por demasiado tiempo. Si el Congreso norteamericano con adalides como el xenófobo anti-inmigrante Republicano del estado de Colorado Tom Tancredo decide escupirles en la cara construyendo una muralla para impedirles su ingreso, si el Congreso norteamericano no está dispuesto a reconocerles su valiosa labor, y si las agencias del gobierno norteamericano no están dispuestas a crear conciencia en el Congreso de la necesidad que tiene la economía norteamericana de estos seres humanos a los cuales tratan como reses, entonces quienes vivimos en México estamos obligados y comprometidos a hacer todo lo que podamos por ellos para que ya no se vean en la necesidad de salir de su patria a sufrir desventuras en tierra ajena.

Si el Gobernador de Chihuahua José Reyes Baeza se pone listo como lo hizo el Gobernador de Guanajuato quien está "jalando" hacia su estado a pudientes empresarios agrícolas norteamericanos como Steve Scaroni, buscará la manera de coordinarse con el gobierno federal para promover entre los empresarios norteamericanos dedicados a la agricultura la idea de trasladar hacia México sus inversiones, su amplia experiencia y su avanzada tecnología, ofreciéndoles un país en el cual no habrá ninguna autoridad migratoria que los moleste quitándoles a sus trabajadores agrícolas en los tiempos de cosechas cuando más los necesitan. La llegada de esos capitales y de esos empresarios valiosos significaría la creación de numerosos empleos en el campo que podrían hacer que la plataforma agrícola en México pueda despegar por fin a gran escala convirtiéndose en el orgullo y la envidia del resto de los países de Latinoamérica. Sería una unión de intereses mutuamente ventajosa; por un lado los trabajadores mexicanos saldrían ampliamente beneficiados al no tener que trasladarse ya en calidad de indocumentados hacia un país en donde el gobierno no les dá la bienvenida, no les reconoce la importancia de su trabajo, y emprende cacerías y redadas en contra de ellos sin agradecerles la contribución que están haciendo a la economía norteamericana. Y por otro lado los empresarios norteamericanos saldrían también ampliamente beneficiados al poder aumentar sus ganancias y poder trabajar tranquilos sin que las políticas del gobierno federal norteamericano e inclusive las políticas de muchos gobiernos locales en los Estados Unidos (como la implementada en el estado de Arizona a iniciativa de Russell Pearce y sus colegas Republicanos en la cual a los empleadores a quienes se les encuentre trabajadores indocumentados se les quitará el permiso para operar) sean un estorbo para ellos. Y la derrama económica en México constituiría una fuente adicional de ingresos con los cuales se podría ir disminuyendo la enorme dependencia de México en el petróleo como fuente de divisas. Con un poco de esfuerzo y voluntad, todos salimos ganando si nos aprovechamos de esta situación. El gobierno norteamericano ya demostró su propia miopía y su incapacidad para poder ayudar a sus propios empresarios agrícolas. Corresponde ahora a los gobernantes mexicanos en todos sus niveles aprovechar la situación y demostrar que en México, a diferencia de lo que está sucediendo en Estados Unidos, los gobiernos sí están dispuestos a escuchar y a ver por los intereses de su propia gente.

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(Actualización puesta el 31 de mayo de 2008: De acuerdo con los diarios, el jueves 15 de mayo de 2008 el Comité de Erogaciones del Senado aprobó en Washington, con una mayoría bipartidista que lo resguarda del veto presidencial, una ley que brindaría la oportunidad de trabajar legalmente –durante un periodo de cinco años, a razón de cien días por año– a 1.35 millones de jornaleros agrícolas, dentro de un esquema de labores similar al denominado “Programa Bracero”, que llevó mano de obra a los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un plan denominado “Decreto de Ayuda de Emergencia para la Agricultura 2008”, AERA, por sus siglas en inglés, que se incluye como enmienda al proyecto de ley suplementaria para los gastos en Irak, y fue propuesto por la senadora demócrata californiana Dianne Feinstein y su colega Larry Craig, republicano de Idaho. Su propósito principal es terminar con la escasez de mano de obra que enfrenta el campo estadounidense ya que, de acuerdo con el sitio web de la senadora Feinstein, decenas de granjas y operaciones agrícolas se estén desmantelando en Estados Unidos para establecerse en México. El decreto no incluye ninguna vía que permita obtener la ciudadanía ni la residencia a los participantes. Sin embargo, otorgaría estatus inmigratorio temporal y limitado a trabajadores agrícolas, a quienes se les exigiría continuar laborando en la agricultura norteamericana durante los próximos cinco años. La iniciativa está diseñada para combatir la falta de trabajadores agrícolas que “ha causado que la fruta se eche a perder en los árboles y que las operaciones agrícolas se trasladen a México”, según apunta Feinstein. “La presente enmienda proporciona mano de obra consistente y estable para una industria que depende en forma casi exclusiva en la mano de obra indocumentada la agricultura. Y proporciona estatus temporal para quienes han trabajado en la agricultura y quienes continúen trabajando en la agricultura por varios años”, dijo ayer la senadora por California durante la reunión del comité.“Esta enmienda también es apoyada por el senador Craig, así como otros miembros de este comité y del Senado”. Para participar en el plan, serán candidatos aquellos trabajadores que se hayan desempeñado en los campos estadounidenses en un término de 150 días u 863 horas o que hayan percibido un ingreso de hasta 7 mil dólares en un periodo de 48 meses. A la propuesta de ley AERA le antecede la AgJOBS o Agricultural Jobs, la cual también planeaba legalizar hasta 1.5 millones de trabajadores agrícolas en un lapso de cinco años, de acuerdo a archivos periodísticos. El informe establece que AgJOBS pretendía otorgar una mano de obra estable al sector agrícola que ha denunciado escasez de trabajadores en ese rubro y pérdidas económicas, de acuerdo a archivos periodísticos. “El proyecto AgJOBS tiene dos partes: la primera crea un programa piloto para identificar a los trabajadores agrícolas indocumentados y legalizar el estatus migratorio de los que hayan trabajado en EU por los pasados dos años o más. La segunda parte crearía un programa H2A, el programa actual, más útil para implementar un programa de trabajadores huéspedes realista y efectivo”, dijo Feinstein en entrevista previa un matutino de Los Angeles. No obstante, el proyecto de ley AgJOBS no obtuvo el pasado 19 de abril los 60 votos necesarios para garantizar su avance en el Senado, pero una sólida mayoría bipartidista de 53 senadores votó a favor de la medida lo cual, según grupos pro inmigrantes y sus auspiciadores, indica que el proyecto tiene probabilidades de ser aprobado en el futuro en la Cámara Alta. La medida se sometió como enmienda al proyecto de gastos de más de 80,000 millones de dólares para Irak, Afganistán y las víctimas del tsunami de diciembre, pero requería 60 votos para avanzar. El voto final fue de 53 a favor sobre 45 en contra. Esta enmienda de ley representa sin duda alguna un duro revés para el entonces soberbio y pedante Congreso norteamericano de 1964 cuando dictaminó en aquél entonces que Estados Unidos no necesitaba ya de ningún trabajador agrícola mexicano por contar con más que suficientes trabajadores norteamericanos capaces y dispuestos a hacer ese tipo de trabajo, dando por terminado unilateralmente el "programa bracero" el 31 de diciembre de 1964. Hoy, con mucha tardanza, se están empezando a dar cuenta de que Estados Unidos debe mucha de su prosperidad al trabajador agrícola mexicano, un cambio de actitud que de cualquier manera llegará demasiado tarde para rescatar las numerosas cosechas que se están pudriendo en estos momentos en los campos agrícolas norteamericanos, y llegará también demasiado tarde para salvar de la bancarrota a muchos granjeros norteamericanos que se fueron a la quiebra por culpa de su propio gobierno elegido por ellos mismos.)

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