martes, 1 de enero de 2019

Migra gringa rebasada

Hoy, al comenzar el año, este martes 1 de enero de 2018 fue un día histórico para los Estados Unidos porque en este día una caravana de indocumentados centroamericanos ondeando principalmente la bandera de Honduras intentó entrar por la fuerza a territorio norteamericano en lo que equivale a lo que algunos consideran ya como una especie de intento de invasión, brincándose alegremente las bardas fronterizas entre México y Estados Unidos como ya lo habían hecho previamente en la frontera entre México y Guatemala. Pero no se trató de una invasión en el sentido estricto de la palabra (como la que llevó a cabo el General Pancho Villa, el único general mexicano que se atrevió a invadir militarmente a Estados Unidos en el siglo XX desafiando al que ya para entonces era el país más poderoso del continente) en virtud de que los “invasores” llegados de Honduras no entraron equipados con armas de fuego, sino apoyándose en la debilidad de las leyes norteamericanas en lo que toca a la concesión del asilo por razones humanitarias.

Para impedir lo que a todas luces era el ingreso ilegal masivo de un grupo de 150 migrantes indocumentados, los agentes fronterizos de EEUU les lanzaron gases lacrimógenos y balas de goma al grupo de 150 migrantes que trató de cruzar la frontera entre Tijuana (México) y San Diego (California) entrando por la fuerza. Las fotografías seguramente le estarán dando la vuelta al mundo por varias semanas o meses. Se trata de imágenes que los norteamericanos creían ingenuamente que solo se daban al otro lado del mundo. Pues el problema ya le llegó también a Estados Unidos. La nueva modalidad cambia por completo el esquema de más de siete décadas al que muchos mexicanos ya se habían acostumbrado en el cual lo que hacía la otrora temidísima “migra” de Estados Unidos era corretear a los indocumentados mexicanos que podían detectar, arrestar a los que pudieran alcanzar, castigar a los “mojaditos” metiéndolos por una buena temporada a una prisión federal como La Tuna, tras lo cual eran “fichados” por millonésima ocasión y eran deportados ipso facto a México para empezar de nueva cuenta otro ciclo con los mismos indocumentados brincándose de nueva cuenta la barda en lo que era una puerta giratoria que giraba sin parar. El nuevo rostro de la inmigración indocumentada ahora ya es otro, y a menos de que los Congresistas norteamericanos hagan un cambio drástico en las leyes en EE.UU. la clásica “migra” de antaño ha quedado rebasada.

A estas alturas, las caravanas compuestas por miles y miles de migrantes indocumentados que marchando a pie desde países como Honduras, El Salvador y Guatemala rompiendo "a la brava" las barreras migratorias y metiéndose "a la brava" por México en sus intenciones para llegar a los Estados Unidos para también meterse "a la brava" haciendo uso de la fuerza de los números están adquiriendo los niveles de una verdadera crisis de proporciones históricas. Se trata de un fenómeno nunca antes visto en la América contemporánea, aunque estas oleadas masivas de migrantes sin recursos económicos propios ni escolaridad alguna ni documentos son algo ya común en Europa desde hace tiempo.


Antecedente de las grandes caravanas migratorias de hondureños del 2018


La fuente de inspiración sobre lo que habría de venir se dió en lo que era considerado entonces como una de las caravanas “pequeñas” de migrantes indocumentados como las que solían darse en la temporada de Pascua de cada año. Lo que hoy estamos viendo comenzó con esa pequeña caravana que partió el mes de abril de 2018 cruzando por México y de la cual parece que hoy ya casi nadie se acuerda. Esta caravana en su tope máximo llegó a alcanzar una cifra de alrededor de 1,500 personas, de acuerdo con Alex Mensing, coordinador del proyecto derechohumanista privado Pueblo Sin Fronteras que organizó dicha caravana (esta organización tal vez sea la mayor promotora de inmigración indocumentada hacia EE.UU. alentando a miles y miles de centroamericanos a abandonar sus países y seguir el ejemplo de los que ya lograron entrar a EE.UU. y que hoy viven y trabajan en dicho pais ganando los codiciados dolares). Esa caravana de migrantes indocumentados logró entrar hasta San Diego, California cruzando desde Tijuana en mayo de 2018, entregándose voluntariamente a las autoridades norteamericanas en calidad de peticionarios de asilo. Para ese entonces, el grupo había disminuido a una tercera parte de su tamaño original. Muchos de los que cruzaron hacia el interior de Estados Unidos reclamando asilo eran padres de familia con hijos y que terminaron siendo separados bajo la política de tolerancia cero que permitía con tal criterio fincar cargos criminales a los extranjeros indocumentados, lo cual terminó siendo un desastre de relaciones públicas que obligó al presidente Trump a dar marcha atrás el 20 de junio de 2018 a tal práctica (algo sumamente raro a lo cual no estaba acostumbrado, y menos por tratarse de una admisión pública equivalente a una humillación al mismo Trump exhibido por su intolerancia).

Entiéndase bien que esa pequeña caravana marcó un cambio radical en lo que usualmente había estado ocurriendo. Antes, lo usual era que los inmigrantes indocumentados trataran de cruzar ilegalmente sin ser vistos, escondiéndose siempre de las autoridades, y tratando de ingresar al interior del territorio norteamericano con la finalidad de que se les perdiera la pista por completo. Pero en esta ocasión, la táctica fue completamente diferente. En vez de huir escondiéndose de las autoridades migratorias norteamericanas, se estaban entregando voluntariamente a las autoridades norteamericanas, para pedir asilo de inmediato. Este es el parteaguas que marca un antes y un después.

Algo verdaderamente trascendental es que prácticamente todos los migrantes que iban en esa pequeña caravana que ingresó a Estados Unidos en abril de 2018 aún permanecen en Estados Unidos, en lo que se le dá trámite a sus peticiones de asilo ante un tribunal, con cada caso recibiendo trato independiente y separado de todos los demás, permaneciendo todo ese tiempo en Estados Unidos en donde están siendo alimentados y hospedados en algún lugar y ademas están recibiendo atención médica, y hasta sus hijos están recibiendo el equivalente de alguna educación escolar. Si se hubieran quedado en sus respectivos países como Honduras, no estarían recibiendo absolutamente nada de esto y estarían viviendo en la mendicidad, de modo tal de que por el solo hecho de haber migrado y haber entrado en territorio norteamericano ya les está yendo mucho mejor que si se hubieran quedado en sus respectivos países.

Como se dijo arriba, la “pequeña caravana” de abril de 2018 fue lo que marcó el precedente y la pauta para lo que habría de ocurrir después, empezando en América algo que no había ocurrido antes.

Los primeros indicios de que en Honduras se estaba gestando algo verdaderamente grande, algo nunca antes visto, en cuestión de éxodos migratorios con la finalidad de mejorar las condiciones económicas de vida, llegaron a principios de octubre de 2018, cuando activistas migrantes en Honduras empezaron a circular mensajes en las redes sociales convocándolos a agruparse en la estación de camiones en la ciudad de San Pedro Sula. Los llamados efectuados en las redes sociales para sumarse a la caravana enfatizaban que la travesía de migrantes indocumentados dirigidos hacia los Estados Unidos en grandes números dificultaría o volvería imposible que los carteles de las drogas los pudieran secuestrar culminando a veces en tragedias como la masacre de San Fernando de 2010, y evitando también que las policías federales los pudieran detener como ocurre en los “rescates” de indocumentados (así llaman las autoridades en México a estos operativos de detección y captura de migrantes cuando están siendo trasladados por polleros) viajando en cajas de trailer y que en realidad no quieren ser “rescatados” porque su plan es ser llevado escondido dentro de una caja de trailer hasta la frontera de México con Estados Unidos para una vez alli tratar de ingresar ilegalmente a territorio norteamericano, de modo tal que el ser “rescatado” para ser deportado de regreso al país de origen equivale al fin del “sueño americano” para muchos de ellos.

Y en estas convocatorias para formar parte de la primera gran caravana, se estuvo mencionando desde luego el hecho de que los integrantes de la caravana de migrantes indocumentados que había cruzado en la Pascua de 2018 permanecían todos ellos en Estados Unidos, con buenas posibilidades de continuar allí tras el enredijo legal creado por la misma administración Trump con su fracasada política de tolerancia cero.

Al principio, se presentaron algunos cientos de hondureños atendiendo la convocatoria, pero cuando las estaciones locales de televisión reportaron el creciente conglomerado en vivo, la multitud de aspirantes a migrantes indocumentados creció rápidamente pasando de los cientos a los miles. Muchos de los integrantes de la primera caravana describen haber visto la cobertura del evento en las noticias por televisión decidiendo en ese instante regresar a sus casas slo para empacar sus mochilas y unirse a la caravana. El reportero hondureño de televisión Orlin Castro reportó que “la gente reaccionó rápidamente porque ya están en un punto de quiebre total; este es el peor momento nunca antes visto para mi país”.

Aunque la tasa de criminalidad en Honduras había estado disminuyendo de sus altos históricos en años recientes, Honduras continúa plagado de pobreza extendida y elevada criminalidad. El presidente Juan Orlando Hernández fue juramentado en su cargo por un segundo período en enero de 2018 tras unas elecciones pletóricas en denuncias de fraude, disparando protestas y violencia que dejaron muertas a decenas de personas. Adam Isacson de la oficina de Washington sobre América Latina comentó “es claro que la gente está huyendo de un estado fallido”.

Sin embargo, desde antes de que terminara de formarse la primer gran caravana de miles de migrantes hondureños, Honduras había sido uno de los mayores exportadores de migrantes hacia los Estados Unidos en búsqueda de asilo, junto con Venezuela, El Salvador y Guatemala. Sin embargo, las cortes norteamericanas han sido duras con la mayoría de ellos, con el 78 por ciento de las solicitudes de asilo rechazadas desde 2012 hasta 2017 (de cualquier modo, aunque sea rechazada la solicitud de asilo, el solicitante nunca regresa a su país de origen, simplemnte no acuda a la siguiente audiencia en la corte y desaparece en el vasto territorio norteamericano sin que las autoridades lo puedan encontrar en ninguna parte). Y en junio de 2018, el Procurador General Jeff Sessions dió instrucciones a los tribunales para endurecer sus criterios de aceptación de peticiones de asilo aún más, elevando aún más la tasa porcentual de rechazados.

La primera caravana alcanzó una cifra tope estimada en unas siete mil personas marchando juntas, algo sin precedentes en la historia del continente. Al darse cuenta de la facilidad con la cual por la fuerza de los números la primera caravana podía avasallar a las fuerzas de seguridad de los países vecinos permitiéndole a los integrantes de la caravana entrar “a la brava” sin documentos ni identificación alguna avasallando a las fuerzas de seguridad fronterizas, no tardó en conformarse una segunda caravana tras la cual vendría la formación de una tercera caravana y una cuarta caravana y así sucesivamente. Y así se les fue metiendo a todos estos migrantes indocumentados en la cabeza la idea de que con la misma facilidad con la cual con la fuerza de los números habían logrado derrotar y avasallar a las policías de los países a los cuales habían ingresado “a la brava”, ¿por qué no habría de suceder lo mismo al llegar a la frontera entre México y Estados Unidos? En realidad, esta idea de avasallar a las autoridades migratorias norteamericanas recurriendo a la fuerza de los números no es nada nueva. Ya había sido considerada al final de la película Born in East L.A. en donde el personaje principal que es un ciudadano norteamericano de ascendencia hispana y resulta deportado por accidente, al final de varios intentos logra reingresar a los Estados Unidos cuando cientos de aspirantes indocumentados corren al mismo tiempo a sabiendas de que los oficiales de la Patrulla Fronteriza y demás policías migratorios de Estados Unidos estacionados en la frontera en San Diego no podrán detenerlos a todos. Pero esa era una película de ficción, y hasta hace poco nadie había considerado la posibilidad de que tal cosa realmente se pudiera llevar a cabo.

Fue el 28 de octubre de 2018 cuando la policía federal de México bloqueó el puente internacional de entrada de Guatemala hacia México, lo cual condujo a una confrontación en la cual murió un hondureño presumiblemente muerto por una bala de goma disparada por la policía federal. De cualquier modo, mil miembros de la caravana cruzaron a México sin problema alguno pasando a través del río Suchiate para reunificarse con los que ya habían cruzado previamente horas antes.


El mito del refugiado político


Hay que dejar una cosa en claro: la gran mayoría de los miles de migrantes que están huyendo a pie en caravanas hacia los Estados Unidos principalmente saliendo de Honduras están huyendo de sus respectivos paises no a causa de sus ideas políticas, de modo tal que ninguno de ellos puede ser considerado como un refugiado político y reclamar por ende asilo político. Están huyendo de la pobreza que padecen en sus respectivos paises causada no solo por la enorme corrupción que ha carcomido sus gobiernos sino por la inseguridad imperante en dichos paises precisamente a causa de la terrible corrupción que se padece en sus formas de gobierno.

Naturalmente, a los millones de coterráneos suyos que dejaron atrás y a los cuales les gustaría tener una mejor situación económica y una mejor condición de vida ya les llegó a la mente la pregunta lógica al ver lo que han logrado los que ya se fueron antes que ellos: ¿Por qué ellos sí y yo no? Y la respuesta lógica: ¡Vamos a hacer lo mismo que lo que hicieron ellos! De este modo, lo que empezó con una primera gran caravana migrante terminó poniendo el ejemplo para que se gestara una segunda gran caravana migrante, detrás de la cual se formó pocos días después una tercera caravana migrante, tras lo cual se formó una cuarta caravana migrante, y así sucesivamente.

Desde hace varias décadas, la historia común en las migraciones de indocumentados de países pobres como Honduras (posiblemente el mayor expulsor de migrantes per cápita hacia los Estados Unidos), El Salvador y Guatemala era que usualmente llegaban en grupos de algunas cuantas decenas que casi nunca rebasaban a las cien personas, y en cuanto llegaban a los Estados Unidos eran arrestados y enviados de regreso a sus países de origen (o deportados hacia México a través de la frontera México-Estados Unidos alegando las autoridades norteamericanas que aunque se trataba de centroamericanos y sudamericanos a México le correspondía la responsabilidad de hacerse cargo de ellos por haberlos dejado usar el territorio mexicano para llegar hasta los Estados Unidos). Solo unos cuantos, los que lograban ingresar ilegalmente y se perdían en territorio norteamericano evadiendo el alcance de las autoridades migratorias, permanecían el tiempo suficiente para empezar a ganar dólares con los cuales deslumbraron a sus familiares y amigos que habían dejado atrás, animándolos con tales ostentaciones de mejora en ingresos y calidad de vida a ingresar a Estados Unidos también como indocumentados. Tal fue la receta por décadas usadas por estos pequeños grupos migrantes para quienes la deportación rápida era la respuesta usual. Por mucho tiempo la cadena usual de eventos fue: ingresar a territorio norteamericano, ser detenido en el intento por las autoridades migratorias, o sea la otrora temidísima “migra”, pasar algunas semanas en un centro de detención, quedar fichado y ser deportado fuera de Estados Unidos, y tras esto volver a empezar.


El talón de Aquiles del sistema migratorio norteamericano

Fue a partir de 1954 cuando el gobierno norteamericano sacó a relucir el gran garrote en contra de los indocumentados mexicanos con su programa de cacería Operation Wetback, el cual fue bastante efectivo como medida disuasiva en contra de los mexicanos y el cual hasta la misma “migra” de Estados Unidos parece haber olvidado casi por completo excepto algunos cuantos viejitos que quedan en la “migra” norteamericana que hoy miran con nostalgia hacia el pasado distante cuando inspiraban temor y respeto entre todos los indocumentados.

Pero en el tercer milenio, y copiando lo que estaba ocurriendo en Europa, era solo cuestión de tiempo para que algunos indocumentados ya no de México sino de centroamerica y sobre todo de Honduras abrieran los ojos y se dieran cuenta de que podían usar ventajosamente en beneficio propio un agujero legal en el sistema migratorio norteamericano (en Estados Unidos a estos vacíos legales los llaman loopholes) que permanece sin cambio alguno. El talón de Aquiles de las autoridades migratorias norteamericanas es éste: por ley, y por el solo hecho de estar en territorio norteamericano, cualquier persona que esté en riesgo de enfrentar un proceso de deportación tiene la opción de entregarse voluntariamente a las autoridades migratorias pidiendo asilo. Por el solo hecho de haber pedido asilo, el indocumentado no puede ser deportado, no sin antes de haberse llevado a cabo un proceso legal ante un juez migratorio en el cual se le dé la oportunidad de exponer sus argumentos del por qué se considera un refugiado merecedor del derecho de asilo. Y por regla general, estos juicios usualmente duran semanas, inclusive meses, tiempo durante el cual la persona no puede ser deportada y durante el cual tanto el indocumentado como sus familiares que haya traído consigo en calidad de indocumentados no pueden ser deportados. En efecto, el proceso de deportación pasa a ser letra muerta cuando hay una solicitud de asilo de por medio.

El único punto débil del vacío legal basado en la petición del asilo para refugiados está en el hecho de que la petición de asilo tiene que ser efectuada estando dentro de territorio norteamericano. Es por esta misma razón por la cual desde hace unos cuatro o cinco meses el gobierno norteamericano empezá a colocar agentes de inspección migratoria justo en el borde de los puentes internacionales de la frontera México-Estados Unidos. La siguiente fotografía nos muestra dos agentes migratorios norteamericanos apostados a la mitad del puente internacional Córdova-Américas cuya obligación es pedirle a los peatones que les muestren los documentos migratorios con los cuales van a ingresar legalmente hacia los Estados Unidos:




Todavía hasta fines de 2017 este par de agentes nunca era visto en los cruces peatonales de los puentes internacionales a la mitad del puente internacional México-EE.UU. La presencia de estos agentes migratorios a la mitad de los puentes internacionales, justo en el lado norteamericano de la línea divisora fronteriza, no significa que la inspección migratoria y aduanera haya sido movida de las garitas de revisión en el interior (ubicadas más abajo al final) hacia la mitad de los puentes internacionales, esa revisión en las garitas en donde revisan los documentos más a fondo y en mayor detalle aún continúa. El objetivo de los agentes apostados a la mitad de los puentes internacionales es impedir el ingreso a territorio norteamericano dentro del cual se puede hacer la solicitud de asilo, a todos aquellos que carezcan de documentos para su ingreso legal. Y en el caso de los que marchan en las caravanas migrantes, todos los migrantes carecen de documentación alguna para su ingreso legal. La siguiente fotog lrafía nos muestra a varias familias de migrantes varados en el lado mexicano del puente internacional Sante Fe en Ciudad Juarez, los cuales están imposibilitados de pedir asilo dentro de territorio norteamericano porque los agentes migratorios que están apostados a la mitad de los puentes internacionales no les permiten su ingreso a territorio norteamericano, y por lo tanto no pueden entregarse dentro de territorio norteamericano para pedir asilo, no pueden pedir asilo:





Los migrantes y sus familiares mostrados en las fotos de arriba tomadas a finales de octubre de 2018, en su mayoría hondureños, son gente que se está acostumbrando a dormir en el lado mexicano de los cruces peatonales de los puentes internacionales, teniendo que soportar la intemperie y las noches frías sin poder moverse de su lugar para poder ingresar a territorio norteamericano en virtud de la presencia del par de agentes norteamericanos apostados a la mitad de los puentes internacionales. Posiblemente le están apostando a que en cuanto empiecen a llegar los miles que conforman cada una de las caravanas que ya "rompieron" la frontera entre México y Guatemala podrán hacer lo mismo en la frontera entre México y Estados Unidos metiéndose "a la brava" haciendo a un lado a las decenas de agentes migratorios que el gobierno norteamericano pueda apostar a la mitad de los puentes.


El argumento de la huída migratoria a causa de la violencia delincuencial


El presidente Donald Trump ha acusado (sin pruebas) que los migrantes que forman parte de estas caravanas migratorias estan compuestas por delincuentes y criminales, en tanto que quienes forman parte de las caravanas de migrantes argumentan que están huyendo de la violencia delincuencial en sus respectivos países. En rigor de verdad, ambos tienen la razón en parte aunque no en todo. Cuando a partir de noviembre de 2014 Estados Unidos endureció bajo el presidente Barack Obama su política de deportaciones dándole prioridad a la expulsión de territorio norteamericano de criminales y miembros de grupos delincuenciales peligrosos como la Mara Salvatrucha, Estados Unidos estuvo enviando de regreso a países como Honduras una multitud de narcotraficantes, extorsionadores, violadores y criminales de la peor ralea que terminaron reingresando como pandillas, se trata de gente verdaderamente mala que Honduras de por sí un país ya corrupto carecía de recursos para poder controlar. Esto tuvo el efecto de que la delincuencia en países centroamericanos y sudamericanos se disparara cuando estos delincuentes y criminales deportados de Estados Unidos empezaron a hacer de las suyas en sus países de origen. Y puesto que en su gran mayoría se trata de zánganos y haraganes sin cerebro acostumbrados a vivir del trabajo legítimo de los demás, pues esta calaña no encontró otra cosa que hacer más que lo mismo por lo cual fueron deportados de Estados Unidos. Esto pone parte de la responsabilidad del aumento bárbaro de la delincuencia en los países centroamericanos y sudamericanos en el mismo gobierno de Estados Unidos.

Pero si aquellos a quienes han estado explotando y de los cuales han estado viviendo estos peligrosos criminales y delincuentes se empiezan a ir del país, ¿entonces de qué o de quienes van a vivir los pandilleros y desequilibrados desalmados al no tener ya cerca de ellos a la gente de la cual han estado viviendo? Solución: mezclarse con ellos e irse junto con ellos en las caravanas de migrantes para así poder ingresar (o reingresar) a territorio norteamericano "a la brava" por la fuerza de los números. Al igual que las garrapatas, si el parásito social depredador no tiene ya a quién chuparle la sangre porque su presa se le está yendo a otro lugar tratando de escapar de él, pues la solución del depredador para seguir viviendo como acostumbra vivir es seguir la ruta de su presa, uniéndosele en la caravana para que así no se le pueda escapar. Si estuvieran huyendo unas cuantas decenas o unos cuantos cientos, con los que aún permanecen en el país los parásitos sociales se las podrían arreglar para seguir viviendo o malviviendo. Pero si los que se están yendo se contabilizan en miles con la perspectiva de decenas de miles o cientos de miles uniéndose a los que ya se fueron, pues entonces no les queda de otra a los depredadores que no despegársele a sus víctimas e irse junto con ellas hacia los Estados Unidos, ya que es eso o ponerse a trabajar en Honduras buscando alguna manera honesta de vivir, y muchos de estos pandilleros y criminales drogadictos en su mayoría tal vez prefieran morir que ponerse a trabajar en alguna actividad honesta.


Los atractivos de romper la ley


Otra cosa debe quedar perfectamente clara. Casi todos los miembros de las caravanas de migrantes indocumentados sabe que, desde el momento en que se une a la caravana, su objetivo primordial se basa en romper las leyes de otro país, en este caso las leyes migratorias. Para irse a Estados Unidos de manera legal, cada uno de ellos tendría que empezar a hacer sus trámites para obtener residencia permanente en algún lugar como la Embajada de Estados Unidos en Honduras, lo cual requiere llenar las aplicaciones de ingreso, suministrar la información personal que se le requiere incluyendo comprobantes de escolaridad así como pruebas de autosuficiencia económica y certificado oficial de no antecedentes penales además de tener que someterse a exámenes médicos, esperando pacientemente su turno posiblemente por varios años para cuando le toque ser llamado a su cita en el Consulado o la Embajada norteamericana en donde un funcionario consular lo entrevistará para determinar su elegibilidad para permitirle su ingreso legal en calidad de inmigrante a los Estados Unidos. Esto es lo que hacen los que quieren ingresar a Estados Unidos de manera legal.

El indocumentado típico ya llegó a la conclusión de que aquél que quiere ingresar a Estados Unidos de manera legal, teniendo que esperar varios años hasta que le toque su turno, es un estúpido, un imbécil que merece marchitarse y pudrirse quedándose en donde está mientras espera ilusamente su turno. ¿Para qué ingresar de manera legal esperando varios años, si se puede ingresar de manera ilegal sin necesidad de tener que hacer ningún trámite, sin necesidad de tener ninguna escolaridad mínima, sin necesidad de tener que gastar dinero en someterse a exámenes médicos, sin necesidad de tener que hacer ningún trámite excepto el tener que brincarse la barda fronteriza que separa a México de los Estados Unidos? El cien por ciento de los que forman parte de las caravanas de migrantes indocumentados ya llegó a estas conclusiones, y sabe perfectamente desde el momento en que sale de su país que su objetivo se basará necesariamente en el rompimiento de las leyes migratorias de los Estados Unidos. Va a romper la ley, eso ya lo saben todos ellos. Y les vale.

Irónicamente, fue el mismo gobierno norteamericano, e irónicamente, fueron los mismos Republicanos, cuando en 1983 bajo el mando del presidente norteamericano Ronald Reagan se concedió una generosa amnistía a los cerca de 2.7 millones de extranjeros indocumentados que se encontraban radicados en aquél entonces en Estados Unidos, con el Acta de Reforma y Control Migratorio de 1986, algo por lo cual aún se están extendiendo agradecimientos al gobierno Republicano de aquél entonces. El único “prietito en el arroz” en la aministía migratoria que se concedió en 1986 es que no se concedió la misma generosidad a quienes en aquél entonces estaban tramitando su ingreso legal a los Estados Unidos ante un Consulado o una Embajada norteamericana. Para ellos no hubo amnistía alguna ni siquiera como premio o compensación en sus esfuerzos por obedecer la ley. Posiblemente varios de ellos aún siguen esperando su turno para ser llamados en el sistema de cuotas migratorias establecido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Posiblemente muchos de ellos ya murieron por causas naturales mientras esperaban ser llamados. Ellos, los respetuosos de la ley, a fin de cuentas terminaron siendo los estúpidos, ellos terminaron siendo los imbéciles, al menos desde la perspectiva del indocumentado que en 1986 obtuvo el beneficio de la amnistía.

Es precisamente el precedente legal e histórico de la amnistía migratoria concedida en 1986 lo que alienta y ha estado dando alas a muchos que no queriendo quedar en calidad de estúpidos e imbéciles prefieren entrar "a la brava" a territorio norteamericano con la esperanza de una segunda reforma migratoria que los beneficiará a ellos en lugar de beneficiar a "los estúpidos e imbéciles que aún siguen esperando su turno a ser llamados por el Consulado o la Embajada norteamericana". Hubo un Senador norteamericano llamado Phil Gramm que advirtió claramente en su debido momento que el premiar a gente por romper la ley sería el mejor y más poderoso incentivo para invitar a otros millones a hacer lo mismo, de lo cual se habló en detalle en esta bitácora en la entrada titulada “La advertencia sombría del Senador Gramm” publicada hace más de cuatro años el domingo 13 de julio de 2014. Si hoy está cumpliéndose al pie de la letra lo que el Senador Gramm advirtió que ocurriría en el futuro, ¿de qué se asombran entonces al ver que han sido alcanzados por ese futuro predicho por el Senador Gramm?

A diferencia del que pacientemente está esperando su turno para obtener su ingreso legal, el que viola la ley deliberadamente espera obtener beneficios económicos grandes e inmediatos, o sea empezar a ganar dólares al poco tiempo en lugar de resignarse a ganar algunas cuantas miserables lempiras que apenas alcanzar para mal vivir en la mendicidad día tras día. La perspectiva de un beneficio económico inmediato es el motor más poderoso que mueve a los miles que integran las caravanas de indocumentados. Sin tal perspectiva, no habría caravanas de migrantes.

Los atractivos de romper la ley en el recorrido hacia la frontera de México con Estados Unidos son muchos. Desde el preciso momento en que alguien junto con sus familiares se suma a las caravanas migrantes, puede esperar ser atendido y ayudado por grupos derecho humanistas, organizaciones caritativas, la Cruz Roja internacional e inclusive por las mismas Naciones Unidas en su largo recorrido, que lo apoyarán y le suministrarán alimentos, agua, cobertores, alojamiento temporal, e inclusive medicinas y atención médica. O sea, obtendrían durante su recorrido en ayuda humanitaria algo que en sus respectivos países sus gobiernos ciertamente no les darán ni les están dando a los que se han quedado atrás. En la Ciudad de México ya tienen listos los preparativos para dar albergue, alimentos, agua y servicios médicos a los integrantes de las caravanas migrantes. Y seguramente ya se corrieron la voz de que en lugares como Oaxaca hay centros de atención a migrantes como el centro Hermanos en el Camino administrado por el sacerdote católico Alejandro Solalinde en donde se les hospedará y se les darán alimentos, agua, atención médica y todo tipo de ayuda asistencial en sus jornadas para ingresar ilegalmente en los Estados Unidos. Quien decide formar parte de una caravana a pie cuya travesía tomará en el mejor de los casos varias semanas no lo hará sin llevar un solo centavo en sus bolsillos a menos de que tenga la plena seguridad de que sus necesidades básicas tanto de él como sus familiares serán cubiertas por otros durante el recorrido, no se sumará a la caravana humanitaria a menos de que tenga la plena seguridad de que habrá ayuda humanitaria que lo salvará de que corra el riesgo de morir de hambre, de sed, de frío o a causa de enfermedades mientras hace el recorrido. Y ya una vez en la frontera entre México y Estados Unidos, no faltará la ayuda de grupos humanitarios, sobre todo en este caso de grupos radicados en el lado norteamericano de la frontera, para asistirlos mientras ven la manera de lograr el tan anhelado asilo que les dará entrada al país del dólar.


¿Un derecho para ser reclamado?


Una cosa que ha atizado la ira de muchos estadounidenses y ha traído consigo la pérdida de muchas de las simpatías de las que antes gozaban muchos migrantes indocumentados radicados en Estados Unidos son las protestas airadas exigiendo al gobierno federal en marchas civiles una amnistía inmediata e incondicional para todos los indocumentados en Estados Unidos, una amnistía aún mayor que la que se concedió en 1983. Se trata, después de todo, y aunque varios grupos derechohumanistas quieran negarlo o minimizarlo, de gente que se metió a la brava en territorio norteamericano a sabiendas de que estaban violando las leyes migratorias de Estados Unidos. ¿Y ahora ya instalados viviendo cómodamente en Estados Unidos exigen desde el anonimato de las multitudes una amnistía expedita e incondicional como si fuese un derecho que se hubiesen ganado a pulso, como si el otorgamiento de las visas de residencia permanente en Estados Unidos fuese una especie de premio a todos esos indocumentados por haber violado deliberadamente la ley? Esta actitud desafiante de los migrantes indocumentados que han hecho su vida en los Estados Unidos ha generado amplias acciones de repudio que, paradójicamente han terminado dañando considerablemente las posibilidades de los millones de indocumentados en su lucha por lograr obtener alguna especie de legalización a su status migratorio ilegal. La siguiente fotografía nos muestra una de esas caravanas de protesta pro-indocumentados exigiendo como si fuese un derecho concedido por la Constitución de Estados Unidos el fin a las deportaciones de indocumentados, la abolición de la agencia ICE (Immigration and Customs Enforcement):




Y aquí hay otra fotografía aún más explícita en la cual la gente que protesta expresa claramente en Español “¡Chinga la Migra!” (Fuck US Immigration):




Eo uso de este lenguaje despectivo e incluso cargado de odio en contra de las autoridades migratorias norteamericanas es precisamente lo que está utilizando el presidente Donald Trump en contra de los millones de indocumentados que no piden sino exigen inclusive furiosos la legalización inmediata a su condición migratoria como si fuese un derecho de los indocumentados garantizado por las mismas leyes que deliberadamente rompieron al entrar al país. Estas imágenes son las que han llevado a muchos norteamericanos a preguntarse a sí mismos: “¿Pues qué se creen estos?”.

Si se tratara de gente que reconociendo haber violado la ley hubiera adoptado otra actitud, reconociendo el delito incurrido y solicitando humildemente (en vez de andar exigiendo con protestas y con mantas insultantes su legalización inmediata) no la residencia permanente sino alguna especie de visa de trabajo temporal renovable periódicamente apelando a razones humanitarias y la generosidad del país, posiblemente muchos norteamericanos los estarían apoyando hoy a estos millones de indocumentados en vez de  haberse pasado al lado de Donald Trump pidiendo no la legalización inmediata de estos millones de indocumentados con una generosa segunda amnistía sino su expulsión inmediata y el envío de retorno a sus países de origen.

Ultimadamente, ¿existe un derecho humanístico a meterse dentro de un país o de algún territorio en búsqueda de mejores condiciones de vida? Eso depende del contexto histórico. Cuando los Padres peregrinos o pilgrims del Mayflower desembarcaron en Plymouth, los indios nativos norteamericanos que ya habitaban dichas tierras no contaban con un sistema migratorio para pedirles “papeles” a esos recién llegados e impedirles el paso, aunque de cualquier modo esos inmigrantes fueron bienvenidos “sin documentos” por los nativos a suelo americano. Pero esos eran otros tiempos. Es importante aclarar que los Padres peregrinos no eran migrantes “indocumentados” que simplemente estaban tratando de mejorar su nivel de vida en el sentido económico, todos ellos estaban huyendo de las persecuciones feroces que se estaban dando en el viejo continente por cuestiones religiosas, e inclusive hoy mismo en la actualidad bajo condiciones similares todos ellos calificarían para el estatus de “refugiado” pidiendo asilo por razones perfectamente válidas que no tienen nada que ver con la búsqueda del dólar (en aquellos tiempos, no existían los dólares en suelo americano).

Hay que reconocer que los movimientos migratorios masivos en búsqueda de una mejor calidad de vida o simplemente por cuestiones de supervivencia (como los irlandeses que emigraron a Estados Unidos por la catástrofe conocida como la Gran hambruna irlandesa) es precisamente de lo que está hecha la Historia. Los grandes episodios de la Historia jamás habrían ocurrido de no ser por los cambios migratorios. Hay capítulos en los cuales la falta de una posibilidad para emigrar tan solo para salvar la vida ha terminado teniendo un costo altísimo, como en el caso de los judíos europeos que no tenían a donde ir cuando Adolph Hitler y el nazismo tomaron el control de Alemania (el estado de Israel no existía en ese entonces), y como en su gran mayoría no pudieron emigrar a tiempo a otra parte, seis millones de judíos europeos terminaron siendo dispuestos en lo que Hitler llamó la Solución Final.

El dilema con los miles de hondureños que están emigrando de su país natal con la intención de no volver jamás es que no están huyendo como resultado de persecuciones de carácter religioso como ocurrió en el caso de los Padres peregrinos o de carácter político. Son refugiados económicos, lo cual hace menos fácil argumentar para ellos que su reclamo a ser admitidos en territorio norteamericano con el otorgamiento de una visa de residencia permanente sea una cuestión de derechos humanos que tiene que ser respetada. Tal argumento es insostenible, al menos para los millones que apoyan el perfil xenofóbico y racista del presidente Donald Trump.


Coincidencia sospechosa


Tras dos años de andar promoviendo y cometiendo desde la presidencia de la nación un sinfín de barbaridades, alentando con sus discursos de odio las tensiones raciales que han terminado provocando consecuencias funestas que ya se deberían de haber anticipado desde hace mucho tiempo, usando su presidencia para encubrir a sus cómplices y seguramente a sí mismos con posibles delitos que ya deberían de haber coronado un proceso de impeachment para removerlo de la presidencia y lo cual no ha frunctificado porque la mayoría Republicana en ambas cámaras del Congreso lo ha impedido, la derrota del partido Republicano en las elecciones intermedias pulverizando a la mayoría política cómplice de Trump en sus andanzas parecía prácticamente garantizada.

Pero ocurrió algo mucho muy curioso, y sin lugar a dudas sospechoso. Justo cuando los Demócratas en Washington ya se estaban frotando las manos anticipando lo que sería un duro voto de castigo en contra de Donald Trump al tomarse las elecciones intermedias de noviembre de 2018 como un referéndum sobre Trump, empieza a organizarse en Honduras con una convocatoria a través de las redes sociales una gigantesca marcha a pie convocando a miles de hondureños a unirse a dicha marcha para que así de este modo, con la fuerza de los números, puedan romper y avasallas la frontera con Guatemala, avasallando también con la fuerza de los números la frontera entre México y Guatemala, para avanzar con paso firme y decidido para avasallar todos juntos, miles y miles de ellos unidos codo con codo, la frontera entre México y Estados Unidos. Y al ver la facilidad con la cual pudieron ingresar primero a Guatemala y después a México sin que nada ni nadie pudiera detenerlos, avanzan más convencidos que nunca que de igual manera podrán violar la frontera entre México y Estados Unidos ingresando a la brava a territorio norteamericano, llevando consigo muchos de ellos a sus hijos pequeños para usarlos como una especie de escudo en caso de que el ejército norteamericano sea movilizado para detener mediante el uso de la fuerza lo que en otras condiciones sería calificado como una invasión.

El lunes 5 de noviembre de 2018, el presidente de Honduras en una reunión con el presidente de Guatemala en Tegucigalpa afirmó estar convencido de que detrás de las emigraciones masivas de miles de sus compatriotas, alentadas por las convocatorias lanzadas en las redes sociales para formar parte de la caravana, había motivaciones políticas ocultas e inconfesables. Al hablar de estas motivaciones ocultas se estaba refiriendo sin duda alguna a las cruciales elecciones intermedias a llevarse a cabo en los Estados Unidos el siguiente día martes 6 de noviembre de 2018. En esa reunión, Honduras y Guatemala instaron al Triángulo Norte centroamericano, México y Estados Unidos a investigar a los “responsables” de la movilización irregular de miles de personas. Los presidentes de Honduras, Juan Orlando Hernández, y Guatemala, Jimmy Morales, tras más de dos horas hicieron la petición en una comparecencia ante la prensa en donde se leyó el siguiente comunicado:
“Nuestro gobierno considera que los países del Triángulo Norte, México y Estados Unidos debemos darle alta prioridad a la investigación de los responsables de las movilizaciones irregulares”, dijo Hernández acompañado de Morales.”
El comunicado destacó que el Triángulo Norte (Honduras, Guatemala y El Salvador), México y Estados Unidos deben “aplicar la ley con severidad a quienes organizan, incitan o promueven con fines políticos y criminales” movilizaciones irregulares violentando las leyes migratorias de múltiples países”, agregando el presidente de Honduras que “la cooperación técnica en este asunto debe ser con un enfoque de acción entre los países afectados para avanzar con base en la ley y las evidencias con las acciones procesales correspondientes”.

Una investigación exahustiva sobre cómo comenzaron realmente las caravanas migratorias usando como “gancho” a las redes sociales y aprovechando la ignorancia y la ingenuidad de gente en los bajos estratos sociales se avocaría a responder las siguiente preguntas:
¿Exactamente cuándo empezaron los primeros llamados a estas movilizaciones de grandes contingentes de personas con miras a ingresar a Estados Unidos a la brava recurriendo a “la fuerza de los números”?

¿Quiénes son los que estuvieron detrás de estas primeras convocatorias?

¿Qué tipos de financiamiento hubo y quienes estuvieron detrás del financiamiento para organizar la primera caravana hondureña planificada cuidadosamente a fines de septiembre de 2018 para coincidir justo en el momento histórico indicado con las elecciones intermedias en Estados Unidos a ser celebradas en noviembre de 2018?

¿Quiénes son los verdaderos líderes organizadores detrás de las caravanas migratorias de hondureños? (No los que están dando la cara, sino los que están detrás de quienes han estado dando la cara.)
Es muy posible que algún día aparezcan en las noticias los resultados de una investigación emprendida por reporteros de algún medio de prestigio como el Washington Post o el New York Times en donde se presente suficiente material documental para apoyar la hipótesis de que las enormes caravanas migratorias salidas de Honduras con rumbo hacia los Estados Unidos empezaron no en Honduras sino en Estados Unidos, y que todas las evidencias apunten a que fue gente ligada al Partido Republicano y al Presidente Donald Trump quienes concibieron la idea y la pusieron en práctica. No sería la primera vez que Donald Trump hiciera algo así. Presumiblemente, ya ocurrió en 2016 en el proceso electoral que llevó a Donald Trump a la presidencia. Abiertamente le pidió a Rusia su intervención en el proceso electoral interno de Estados Unidos, y es precisamente esto por lo que el presidente Trump está siendo investigado por el fiscal Robert Mueller.

¡Vaya que los Republicanos y el presidente Donald Trump han estado usando la “amenaza de una invasión a territorio norteamericano por miles y miles de individuos que no respetan la ley y que vienen a Estados Unidos a traficar con drogas, a violar mujeres y a cometer todo tipo de crímenes”! Como “caído del cielo” les llegó a los Republicanos y a Donald Trump justo en el momento oportuno (demasiado oportuno de acuerdo a quienes ya están sospechando que hubo injerencia oculta de la Casa Blanca en esas caravanas masivas de hondureños hacia Estados Unidos) el argumento principal para recurrir al miedo y asustar a suficientes electores que ya tenían decidido el votar por los Demócratas convenciéndolos de votar en cambio a última hora de votar por los Republicanos para “salvar al país de una invasión iniminente”.

El periódico online El Universo publicó lo siguiente el 4 de noviembre bajo el encabezado “El miedo a los migrantes, un factor electoral en Estados Unidos”:

A solo tres días de las elecciones de medio término en Estados Unidos, son dos los temas que resaltan en las campañas, aupados por el presidente Donald Trump: la economía y el miedo a los migrantes.
A diferencia de anteriores elecciones de medio mandato esta vez hay una gran expectación porque pueden afectar la gobernabilidad de Trump, que desde que asumió el poder (2017) no ha parado de tomar polémicas decisiones sobre derechos, economía, acuerdos nucleares, cambio climático y migración.
Este último se volvió un tópico fuerte por el contexto actual, ya que varias caravanas de miles de migrantes centroamericanos atraviesan varios países para ingresar a EE.UU. Razón por la cual el mandatario quitó fondos a sus países de origen por no detenerlos, mandó militares a la frontera para que no pasen y hasta dijo que si los uniformados eran atacados con piedras por la caravana –como dice que pasó en México– responderían con balas, aunque luego se retractó y dijo que solo serían arrestados.
Sondeos estiman que los demócratas obtendrán la mayoría en la Cámara de Representantes y los republicanos mantendrían el Senado en las elecciones del martes, amenazando a Trump con el espectro de una oposición que finalmente pueda bloquear sus políticas y escrudiñar en sus finanzas personales, altamente cuestionadas y aún no publicadas.
Pero el presidente, que ha traído a la Casa Blanca una marca sin precedentes de populismo y política de confrontación, claramente disfruta de estas disputas y se ha convertido en una figura clave en la campaña de varios candidatos del Partido Republicano. El viernes se trasladó a West Virginia e Indiana para organizar mítines de campaña, a menos de 24 horas de regresar de otro acto en Misuri. El día anterior estuvo en Florida. El ritmo frenético de los viajes del presidente por todo el país continuará hasta mañana.
Además Trump ha usado mucho el tema de los migrantes, llegando a decir que su país enfrenta una ‘invasión’ de centroamericanos.
Ha ordenado armar “ciudades de tiendas de campaña” en la frontera con México para la detención de personas que demanden asilo político y reclamó el poder para anular el derecho a la ciudadanía de cualquier persona nacida en territorio estadounidense de inmigrantes ilegales, un derecho hasta ahora considerado como protegido por la Constitución.
También hace unos días lanzó en sus redes sociales un video sobre un inmigrante mexicano ilegal de la vida real llamado Luis Bracamontes, quien mató a dos policías en California en 2014, y luego se burló de los asesinatos en la corte.
El anuncio, que busca subrayar el argumento repetido de Trump de que los demócratas alientan a los criminales que están dentro del país, afirma que fueron los demócratas quienes dejaron entrar a Bracamontes y “lo dejaron quedarse”.
El periódico Sacramento Bee en California informó, sin embargo, que los registros muestran que el asesino de policías fue deportado antes de volver a esconderse en el país, durante la presidencia del republicano George W. Bush.
Narcotraficantes, violadores, serpientes venenosas: Trump aplica una vez más su ya incendiaria estrategia antiinmigrantes, con la que logra azuzar su base sin que necesariamente le cueste votos latinos en contra. Aunque tiene el rechazo mayoritario de la comunidad latina, casi 30% de los votantes hispanos lo apoyaron en 2016.

No se menciona en el video de Trump que el indocumentado acusado de matar a dos oficiales de la policía ya había sido liberado previamente por un racista anti-inmigrante llamado Joe Arpaio, a su vez indultado por Trump con un perdón presidencial.

Si como ocurrió en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016 en donde hubo acciones concertadas de antemano para manipular la opinión pública de los electores con la finalidad de garantizarle su triunfo electoral a Donald Trump, pasada la tormenta se descubre que también en el éxodo masivo de hondureños hubo “mano negra” y que las caravanas fueron de hecho planificadas y organizadas desde los Estados Unidos como ahora parece estarlo sugiriendo veladamente el presidente de Honduras, pasadas las elecciones intermedias del 6 de noviembre de 2018 el conocimiento de estos hechos se vuelve completamente irrelevante, porque si lo que se quería era asustar a suficientes norteamericanos para convencerlos de revertir su voto dándoselo a los Republicanos en vez de dárselo a los Demócratas en lo que hace más de cinco meses iba a ser un referéndum sobre el mismo Trump, el golpe ya fue dado. Garantizándole de paso a Donald Trump una buena posibilidad de obtener su reelección como presidente en 2020 por un segundo mandato con una duración de otros cuarto años, que era lo que realmente estaba en juego en el proceso electoral de noviembre de 2018.


Un enorme factor de riesgo


Si el gobierno norteamericano se las arregla para impedir el paso de esas caravanas masivas de migrantes a sabiendas de que con la admisión de cada caravana se alienta la creación de nuevas caravanas con las cuales eventualmente un país como Honduras podría terminar perdiendo la mitad de su población con un éxodo interminable de gente, ¿quién cargaría entonces con la responsabilidad de atender a toda esa gente? ¿Estados Unidos? Desde luego que no, Estados Unidos no se va a responsabilizar de atender las necesidades de gente que está del lado mexicano de la frontera con la intención de cruzar al lado norteamericano. México es quien tendrá que hacerse cargo de alguna manera de darle a los miembros de todas esas caravanas en camino la atención que requieren.

A esto se suma otra situación que nadie ha previsto. En la frontera entre México y Estados Unidos, por el enorme trasiego de drogas como la heroína y la cocaína además del cristal por la franja fronteriza hacia los Estados Unidos, hay una intensa actividad de los cárteles que se ha traducido en una enorme inseguridad con altos índices de violencia en la frontera, con grupos como los Mexicles, los Aztecas y los Artistas Asesinos enfrentándose diariamente en una guerra de todos contra todos usando armas de alto poder y matándose los unos a los otros sin parar. El problema que tienen ahora los cárteles mexicanos en la frontera es que sus “soldados” se han estado matando entre sí en tan grandes cantidades que resulta más difícil cada día reclutar entre los jóvenes mexicanos que viven en la frontera a nuevos “soldados” cuyas expectativas de vida son extremadamente cortas. Pero si hay cientos de hondureños desempleados apostados en el lado mexicano de los puentes internacionales, en los albergues fronterizos del lado mexicano, en casas de asistencia y otros lugares, entonces todo lo que tienen que hacer los cárteles para continuar con sus guerras es ir a tales lugares para reclutar como carne de cañón a hondureños sin empleo con las típicas ofertas tentadoras: “¿Quieres trabajar para mí ganando cien dólares diarios, tener un buen lugar en donde quedarte y pudiendo gozar de la buena vida en grande? Solo tienes que trabajar para mí y hacer lo que yo te diga que tengas que hacer, y hasta podrás ser el dueño de una subametralladora nuevecita con la cual te darás a respetar por dondequiera que vayas”. Como ninguno de los indocumentados tiene una oferta como ésta en Honduras, muchos pueden caer mordiendo el cebo y así terminar como miembros de la delincuencia organizada para terminar muertos y enterrados en alguna fosa anónima, disparándose aún más los ya de por sí elevados índices de criminalidad en la frontera mexicana norte.


México, convertido en cómplice


Una consecuencia directa de las oleadas de miles de migrantes centroamericanos indocumentados a los que el gobierno les está permitiendo ingresar a México usando a México como trampolín para brincar a Estados Unidos es que, lo quiera o no el gobierno de México, está siendo convertido en cómplice en la comisión de un delito. Desde antes del ingreso a México de los indocumentados centroamericanos, se sabe ya que se trata de gente cuya intención manifiesta es meterse a territorio norteamericano sin tener autorización legal para ello expedida por el gobierno norteamericano y en violación de las leyes migratorias norteamericanas establecidas.

Y como todo aquél que en pleno uso de sus facultades suministra apoyo a quien declaradamente va a cometer un delito se convierte en su cómplice y por lo tanto en cómplice del delito, pues entonces el gobierno de México tiene que asumir responsabilidad y culpa por abrirle de par en par las puertas del país a quienes ingresan con la intención manifiesta de violar las leyes de un tercero. Estas son las consecuencias por haberse suscrito México a varios acuerdos internacionales incluyendo uno con la ONU.


Los que se quedaron atrás


Aún suponiendo que muchos miembros de la caravana logren obtener su residencia legal en Estados Unidos mediante el proceso de asilo como refugiados, esto conduce necesariamente a otra pregunta: ¿y qué de todos aquellos que se quedaron atrás en Honduras, en El Salvador, en Guatemala y en otros países? Para ellos la única esperanza es que uno de sus familiares que ya haya logrado arreglar su residencia permanente en los Estados Unidos se los lleve reclamándolos como familiares en lo que ha terminado convirtiéndose en la inmigración en cadena por vínculos familiares, algo para lo cual no se requiere tener alguna escolaridad mínima ni poseer ninguna otra cosa excepto ganas para trabajar. En esto fincan sus esperanzas los primeros miembros de una familia que ingresan en calidad de indocumentados en los Estados Unidos; arreglar su estancia legal de alguna manera, y tras esto empezar a llevarse a sus familiares cercanos uno por uno bajo la cláusula de reunificación familiar que forma parte esencial de las leyes migratorias norteamericanas en vigor e incluso de varios países suscritos a tratados internacionales. En realidad, son muy pocos los que quieren irse a Estados Unidos para terminar condenados a vivir solos el resto de sus vidas sin la cercanía de algún familiar (por lo menos la esposa y uno o más de sus hijos) tras haber arreglado estancia legal allá. Están apostándole a la reunificación familiar con la finalidad de poder llevarse a todos a los Estados Unidos. La mala noticia para ellos es que está creciendo el número de norteamericanos que quieren terminar con esta modalidad que consideran un abuso, reemplazándola por algo conocido como la inmigración basada en méritos propios que no toma en cuenta lazos familiares para nada, algo así como lo que tienen Australia y Canadá. La buena noticia es que el Congreso norteamericano está muy dividido en esto, inclusive entre los mismos Republicanos (sobre todo cuando los padres de la primera dama de Estados Unidos ya lograron arreglar su residencia legal permanente e incluso su ciudadanía en Estados Unidos gracias a las cláusulas preferenciales de reunificación familiar), de modo tal que en estos momentos las posibilidades de que se apruebe una inmigración basdada en el mérito propio y personal haciendo a un lado la inmigración basada en lazos familiares es casi nula.

Aquí hay una cruda realidad, la realidad de que los hondureños y demás centroamericanos y sudamericanos que van a terminar sacar provecho de todo esto lo van a obtener por simple cuestión de selección natural Darwiniana, la ley del más fuerte. A diferencia de quienes no tuvieron las agallas como otros para tomar su mochila y arriesgándolo todo se van a la frontera México-Estados Unidos para “saltarse las trancas” metiéndose a territorio norteamericano sin documentos para terminar ganando dólares al poco tiempo y mejorando substancialmente su economía personal y su modo de vida, los que se quedaron atrás en Honduras van a seguir esperando inútilmente mientras la vida pasa frente a ellos sin cambio alguno en su forma lamentable de vida. El premio es para el que está dispuesto a tomar riesgos, a explorar nuevas opciones y posibilidades que otros sobre todo aquellos respetuosos de la Ley no se atreven ni siquiera a contemplar, dispuesto a arriesgarlo todo incluso infringiendo las leyes. Es la historia de los grandes empresarios como Elon Musk, de grandes delincuentes como Joaquín “El Chapo” Guzmán, de invasores astutos y brutales como Hernán CortésGengis Kan. Y en este asunto de las caravanas de miles de migrantes indocumentados hondureños con esperanzas de una mejor vida, están operando en toda su plenitud los mecanismos de la selección natural contemplados por Darwin, el cual implícitamente dejó en claro que, al final, siempre habrá ganadores y perdedores, por más que se quiera negarlo, y los ganadores serán los más fuertes por cuestiones de superioridad biológica natural sumado a una disponibilidad para infringir la ley a conveniencia. Es inevitable como resultado de lo que es la vida misma. Solo falta ver quiénes serán, a fin de cuentas, los ganadores y los perdedores dentro de esta historia que aún se sigue escribiendo. Por lo pronto, los ganadores que hoy ya lograron rebasar a la otrora muy temida “migra” norteamericana son los ganadores. Ya están en EE.UU. ganando dólares, que era lo que a fin de cuentas querían desde un principio. ¿O no? Por otro lado, los perdedores que se quedaron atrás confirman que por cada ganador hay por lo menos cien mil perdedores, casi igual a como ocurre en las Loterías.

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