martes, 21 de mayo de 2019

Alcanzado por las consecuencias de sus actos



Hoy apareció publicada una noticia de acuerdo a la cual el ex presidente de México Felipe Calderón se queja amargamente ante el actual presidente Andrés Manuel López Obrador por lo que aduce su falta de recursos económicos para pagar por su seguridad personal, exigiendo protección personal privilegiada a él y su familia. Dice la nota:

El expresidente Felipe Calderón Hinojosa alegó que no tiene dinero suficiente para costear su seguridad y la de su familia, de acuerdo con una carta difundida este martes por Presidencia.
En la misiva enviada en enero al presidente Andrés Manuel López Obrador, el exmandatario panista sostuvo que sus ingresos actuales son variables, lo que le genera incertidumbre, por lo que solicitó al Gobierno federal que le provea de protección.
"Entiendo también que, para algunos, los expresidentes debemos contratar por nuestra cuenta tal protección. Es posible que algunos expresidentes estén en una situación de solvencia económica que no tengan ningún problema para hacerlo. No es mi caso", indicó.
"Contrario a lo que pudiera decirse, nunca robé ni me enriquecí en el desempeño del cargo, y mis ingresos actuales, que son variables e inciertos, no me permiten pagar los servicios de seguridad que, dada la dimensión del riesgo, mi familia y yo requerimos".
A raíz de la carta, el Gobierno federal asignó a Calderón 12 elementos de seguridad.
El expresidente arguyó que, durante el desempeño de su cargo, fue objeto de amenazas tras haber emprendido la tarea de recuperar la seguridad.
Advirtió que, con la decisión de retirar toda la protección a los exmandatarios, su familia quedó vulnerable ante los grupos que su Gobierno combatió.
"Como sabe, tengo hijos y, al igual que usted, uno de ellos menor de edad. Es cierto que las convicciones propias nos llevan a algunos a asumir en lo personal cualquier consecuencia derivada del cumplimiento del deber. Pero es terriblemente injusto que los hijos, las personas que más se quiere, queden en estado de indefensión por razones políticas completamente ajenas a su voluntad", señaló Calderón.
"Le pido de manera atenta y respetuosa que autorice a quien corresponda el que se restituya a mi familia un nivel mínimo de protección, acorde a los riesgos generados por el desempeño de tareas sensibles en materia de Seguridad en el cumplimiento del cargo de presidente de la República", demandó Calderón.

Estas son las dos hojas de las que consta la carta enviada por Felipe Calderón al presidente López Obrador:






La carta es inusual porque se trata del mismo presidente que a menos de dos semanas de haber tomado posesión de su cargo el 1 de diciembre de 2006 sacó al Ejército mexicano de los cuarteles y lo envió a las calles de México para una misión para la cual los soldados carecían de entrenamiento alguno: hacerla de policías, declarando desde su natal Michoacán una "guerra al narco y a todos los narcos". A partir de ese entonces, la violencia se disparó en México en forma desproporcionada, porque al percatarse los cárteles de las drogas de que el estado se iba a ir contra ellos y los iba a liquidar usando fuerza militar para ello, pues reaccionaron tal y como se esperaba que lo hicieran, usando parte del mucho dinero con el que cuentan se empezaron a pertrechar con ametralladoras y fusiles de alto poder y todo tipo de armamento de calidad militar que consideraron necesario para poder sobrevivir. Y desde entonces la violencia en las calles se disparó en México de manera desorbitante, y el país entero terminó siendo convertido en un gigantesco cementerio.

La declaración de guerra del presidente de México, Felipe Calderón, al narco y a todos los narcos, fue llevada a cabo (11 de diciembre de 2006) sin tomarles parecer a los mexicanos y sin someter tal decisión a la consideración del Congreso de la Unión, como si se tratara de un edicto imperial emitido por un Emperador. Fue una decisión completamente arbitraria y absurda, y se puede decir caprichosa (ciertamente hasta sorpresiva para el gobierno de los Estados Unidos que no le había pedido en ningún momento al gobierno de México que hiciera tal cosa), por la que México tuvo que pagar un costo altísimo (más de 50 mil muertos) en ese entonces y que todavía se sigue pagando en lo que es considerado como un rotundo fracaso. La "guerra" de Felipe Calderón de la cual todavía hasta el día de hoy Calderón cínicamente se trata de deslindar como el principal culpable terminó convirtiéndose en una tragedia nacional en el pleno sentido literal de la palabra. Pero esto no es lo que había prometido el Partido Acción Nacional cuando postuló a Felipe Calderón como su candidato a la presidencia de la República. Según las promesas del PAN, México iba a disfrutar de una enorme seguridad "nunca antes vista", en vez de la terrible pesadilla a la que el gobierno emanado del PAN terminó arrojando al país. En realidad, Felipe Calderón emprendió esa terrible guerra para legitimarse en el poder tras el presunto fraude electoral cibernético con el cual el PAN apoyado por el PRI le robaron a Andrés Manuel López Obrador su triunfo electoral en las elecciones presidenciales de 2006. Sin lugar a dudas la falta de legitimidad de Felipe Calderón en la silla presidencial fue un aliciente para impulsarlo a tratar de obtener legitimidad ya no en las urnas en donde no la obtuvo sino mediante acciones espectaculares tales como el declararle la guerra al narco y a todos los narcos sacando para ello al Ejército de los cuarteles, solo para terminar tratando de desentenderse de su peor pifia.

Lo peor de todo es que la "guerra contra las drogas" (entendida no en el sentido militar sino como una filosofía de gobierno) nunca fue una iniciativa de México, fue una idea cocinada en Estados Unidos en los tiempos del presidente Richard Nixon con su War on Drugs. En ese entonces, la intención en Estados Unidos no era cazar y arrestar a los "Caro Quintero" y a los "Chapo Guzmán" norteamericanos que se daba por hecho que Estados Unidos albergaba (y sigue albergando) en su vasto territorio. El único objetivo era reducir a cero la importación de drogas ilícitas como la heroína, la cocaína y la mariguana enviadas desde el exterior, lo cual nunca se logró y terminó siendo un estrepitoso fracaso que varias décadas después el gobierno norteamericano se sigue negando a reconocer como tal.

Si Felipe Calderón está preocupado por la posibilidad de que pueda terminar siendo víctima de la espantosa inseguridad en la que está sumergido México, no quiere reconocer que se trata de una inseguridad que él mismo desencadenó y propició con su "guerra al narco" decretada por él en su calidad de presidente ilegítimo. Se siente muy inseguro y exige que el estado mexicano le brinde seguridad, de preferencia varios batallones del Ejército cuidando a su familia noche y día. Pero, ¿y el resto de los mexicanos qué? La seguridad del resto de sus compatriotas jamás fue motivo de consideración para Felipe Calderón cuando decretó esa inútil guerra que según él "vamos a ganar" (sus palabras textuales el 17 de septiembre de 2008 fueron: "Estoy convencido que esta GUERRA la vamos a ganar".) Y ahora resulta que Felipe Calderón quiere que el pueblo de México le pague a él su protección personal de la inseguridad y el caos que él mismo prohijó.

El PAN únicamente gobernó a México por dos sexenios consecutivos. Ya no pudo refrendar su garra un tercer sexenio en buena medida por el desastre nacional al que fue arrojado México con la calamitosa guerra de Calderón. Del mismo modo, tras el sexenio del priista Enrique Peña Nieto plagado de corrupción e impunidad con paradigmas vergonzosos tales como el gobernador Javier Duarte, el pueblo de México ya no tuvo estómago para volver a usar al PRI como una alternativa en contra del PAN (considerando a ambos como hermanos siameses en una simbiosis llamada PRIAN) y en 2018 optó por echar a ambos fuera del poder.

Todavía hasta el día de hoy el PAN no le ha pedido ninguna disculpa al pueblo de México por la "guerra" iniciada por Felipe Calderón en diciembre de 2006, y parece que no hará tal cosa jamás, y lo único a lo que le apuesta en sus bizarras esperanzas de volver a la silla presidencial es atacar y atacar y atacar con guerras sucias y campañas negras y discursos viscerales sin ofrecer alternativas de solución reales a problemas, ofreciendo únicamente la "destrucción política" del contrario en un lúgubre "quítate que ai' voy yo" porque la "solución" del PAN consiste en sacar del poder a quien lo detenta y después "ya se verá qué se hace".

La desaparición del costoso Estado Mayor Presidencial que era el aparato del cual emanaban aquellos custodios y guaruras encargados de garantizar protección de por vida a los ex presidentes de México ciertamente impactó en la carta cínica que el cínico Felipe Calderón le escribió al presidente López Obrador. Se requiere de mucho dinero para rodearse de una protección disciplinada de tal naturaleza. Pero si el mismo presidente López Obrador hoy no tiene a su disposición esas guardias pretorianas para estarlo cuidando noche y día, ¿con qué cara le pide Felipe Calderón al presidente de México algo que el mismo presidente ya no tiene? Y se lo pide al mismo presidente que tras el fraude electoral de 2006 sigue acusando a Felipe Calderón de haber sido la cabeza de un gobierno espurio, un usurpador.

Felipe Calderón pide para sí mismo y para su familia una protección de la que no gozan ni siquiera el 99.9999 por ciento de los mexicanos, y la pide pagada en su totalidad por el pueblo de México para el cual el legado de su nefasto gobierno fue su catastrófica "guerra". Ha tenido el cinismo de creer que su vida es mucho más valiosa que las vidas de los demás mexicanos a los cuales dejó al garete con su guerra que, dijo una y otra vez, "vamos a ganar". Si algo ha distinguido a Felipe Calderón es su hipocresía.

Si tan inseguro se siente Felipe Calderón en México, si cree que tanto riesgo corre su vida en el mismo país que construyó a lo largo de sus seis calamitosos años de gobierno, creo que ningún mexicano le objetaría que se fuera del país, a vivir en el extranjero, en una especie de auto-exilio. Puede largarse a vivir en Estados Unidos haciendo lo mismo que lo que hacen los caravaneros indocumentados de Centroamérica: presentarse a las puertas de una estación migratoria de Estados Unidos para pedir ASILO. Y ante el juez migratorio en Estados Unidos que le toque llevar el caso de Felipe Calderón, podría argumentar en su reclamo de petición de asilo: "Yo como presidente de México convertí a mi país en un aliado incondicional de E Pluribus Unum, hice no solo lo que Estados Unidos esperaba de un presidente de México aliado suyo, fuí mucho más allá y abracé la War On Drugs del gobierno norteamericano convirtiéndola en una guerra de a deveras con todo y soldados moviéndose por las calles en vehículos artillados patrullando las calles. ¿No merece acaso ser premiado de alguna manera alguien que dió tantas pruebas de su lealtad y fue tan incondicional siervo del gobierno norteamericano?". Y si le dan asilo, bien por él. México no lo necesita, y en realidad nunca lo necesitó. Y en cuanto a los sueños guajiros de su esposa Margarita Zavala de ocupar la presidencia de México, es más realista que le digan adiós a esos sueños de opio, porque con el espectro de Felipe Calderón ejerciendo peso sobre los hombros de su esposa Margarita es dudoso que alguien en México vote por ella porque sería como regresar al poder a Felipe Calderón. En cuanto a restablecer el Estado Mayor Presidencial aunque sea en parte para darle a Calderón una protección como la que estaba acostumbrado a disfrutar cuando era presidente de México, es casi seguro que la gran mayoría de los mexicanos dirá: "Pero por favor, ¡ni un solo peso para cuidar a Felipe Calderón como si fuera un tesoro nacional!" Los mexicanos no tienen ninguna obligación de darle una protección y custodia de por vida al infeliz espurio que no supo hacer lo mismo por los mexicanos (brindarles protección y seguridad) cuando tuvo el poder en sus manos. La vida de Felipe Calderón no vale ni menos ni más que la de los otros 129 millones de mexicanos que terminaron siendo perjudicados por la soberbia y los arrebatos de un espurio que le robó en 2006 a México la oportunidad de ser gobernado por un Andrés Manuel López Obrador que como Comandante en Jefe del Ejército nunca habría cometido la estupidez de sacar a los soldados de los cuarteles enviándolos a las calles del país para militarizar un conflicto que hasta ese entonces era puramente civil y sin las enormes cifras de muertos y desaparecidos que hoy vemos diariamente en los noticieros locales.

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