martes, 25 de septiembre de 2012

La profecía Maya

A estas alturas, muchos saben ya o han oído algo acerca de las profecías mayas sobre un cambio trascendental que habrá de culminar el 21 de diciembre del 2012, precisamente este mismo año. Wikipedia ya trata acerca del asunto en una entrada titulada Fenómeno de 2012.

Independientemente de la credibilidad que se le pueda dar a los vaticinios mayas, precisamente conforme se va acercando la fecha fatal están ocurriendo varios sucesos que están poniendo a pensar a algunos, y poniendo a temblar de pies a cabeza a otros.

Uno de tales sucesos es lo que ocurrió recientemente en China, cuando un río, parafraseando la expresión bíblica de tiempos de Moisés, “se convirtió en sangre”. Las fotografías de tan espectacular evento hablan por sí solas:





En este caso, se trata del río Yangtze. Esto ocurrió entre el 9 y el 10 de septiembre de 2012, faltando menos de cuatro meses para la fecha decisiva maya, y fue atribuído a una contaminación del río. El incidente, sin embargo, es reminiscente de los relatos bíblicos narrados en el Libro del Éxodo, en donde se describe cómo el Creador envió varias plagas a Egipto para presionar al Faraón a darle la libertad a los esclavos judíos, siendo precisamente la conversión del río Nilo en sangre una de tales plagas. Pero este no es el único evento inquietante. Apenas una semana después de que el río Yangtze “se convirtió en sangre”, ocurrió otro evento que parece haberle dado escalofríos a muchos. Se trata de algo que sucedió en Australia el 19 de septiembre, cuando un cineasta de nombre Chris Tangey pudo grabar algo realmente espectacular, un torbellino de fuego:




Esto, desde luego, trae también a la mente el relato bíblico del Libro del Éxodo en el cual, justo cuando los soldados del Faraón se iban a lanzar en contra de los judíos a los cuales poco antes el Faraón los había liberado de su esclavitud, estando Moisés y el pueblo recién liberado atrapados entre el mar que había detrás de ellos y los ejércitos del Faraón que avanzaban hacia ellos para matarlos, aparece y se interpone una columna de fuego entre el Faraón y los judíos. Todavía hasta hace poco había muchos escépticos que se caían de la risa afirmando que tal cosa (una columna de fuego) era algo imposible de que se pudiera dar en la Naturaleza. Sin embargo, aquí está la prueba de que tal fenómeno sí se puede dar, las imágenes no mienten. Más aún, el fenómeno no fue algo que duró unos cuantos segundos, se trata de un fenómeno prolongado que duró cuarenta minutos. La Biblia describe que después de que las aguas del mar se abrieran para dar paso a los judíos, apenas si tuvieron tiempo para cruzar corriendo hasta el otro lado antes de que la columna de fuego se extinguiera por completo permitiéndole al Faraón y a sus soldados entrar en persecusión de los judíos solo para terminar ahogados al volverse a cerrar las aguas del mar sobre ellos.

Pero estos eventos no son lo único que ocurrieron faltando pocos meses para la fecha fatídica dada por los Mayas. También en 2012 la mayor parte del territorio de los Estados Unidos padeció lo que es considerado ya como la peor sequía en más de medio siglo, una sequía que devastó casi por completo las cosechas agrícolas del Oeste medio.

¿Más sincronismos? Apenas el 3 de noviembre del año pasado tuvo lugar en Japón el peor terremoto en los últimos 140 años, un terremoto de 8.9 grados en la escala de Richter, el cual ocasionó un tsunami que produjo una gran devastación y el cual provocó el accidente en el reactor nuclear de Fukushima que es considerado hoy el peor accidente nuclear en la historia del país nipón. Por otro lado, y en otra parte del mundo, precisamente en 2012 un país musulmán, Irán, está ya a un paso de convertirse en una potencia nuclear con la capacidad para poder alterar profundamente el ya de por sí precario balance de poderes y fuerzas geopolíticas en el Medio Oriente; y es precisamente en esa parte del mundo en donde el último libro del Nuevo Testamento cristiano está predicho un conflicto decisivo final.

Como cosa de interés, a unos cuantos días después de que se dió en Australia ese torbellino de fuego se dió a conocer a través de Yahoo una fotografía sumamente curiosa:




Esta fotografía fue captada sobre un lago de Suiza, en Quarten, por las cámaras de Street View de Google, y parece mostrar la ilusión de dos figuras flotantes (posiblemente vistiendo túnicas). Se tienen las coordenadas geográficas precisas con las quedó ubicada la imagen, las cuales son

47.110579   y   9.227568

No se tratará de dar aquí ninguna interpretación a las imágenes captadas por Street View, se dejará que cada quien se forme su propia opinión.

Hay que tomar en cuenta que, apenas hace unos cincuenta años, nadie, pero absolutamente nadie, hablaba acerca del calentamiento global. La preocupación en aquél entonces era la contaminación ambiental por los efectos del smog producido por tanta quema de derivados del petróleo (principalmente gasolina y diesel) así como de la hulla y el carbón, y sus efectos nocivos en los pulmones de los habitantes de las grandes ciudades. Pero en la actualidad, casi no pasa un solo día sin que los noticieros hagan alguna mención a los efectos del calentamiento global, ya sea por el deshielo en las zonas polares, por cambios climatológicos que no se daban antes, en fin, ha habido mucho de qué hablar. También hay que tomar en cuenta que apenas hace poco más de 30 años la ciencia médica no conocía de enfermedad alguna que atacara precisamente al sistema inmunológico del hombre encargado de combatir las enfermedades infecciosas, hasta que como si hubiera salido casi de la nada hizo su aparición el virus VIH que transmite el SIDA. Esto es algo completamente nuevo de lo cual nunca se tuvieron que preocupar ni los romanos en los tiempos de Julio César ni los personajes que le dieron su Independencia a México ni los colonos que fundaron a los Estados Unidos de Norteamérica. Del mismo modo, dentro de los grandes cambios que se han estado viendo, está la aparición en cada casa del equivalente de poderosas super-computadoras vendidas a precios económicos, así como el auge de Internet que ha conectado a todos los seres humanos de la Tierra y está constituyéndose en lo que se puede vislumbrar como un super-cerebro que es lo más cercano que pueda haber al concepto de una conciencia planetaria. Sin duda alguna han estado cayendo encima precisamente en los últimos años todos estos cambios que ni siquiera los escritores de ciencia-ficción se habrían atrevido a vaticinar. Los cambios se puedieron haber dado espaciados a lo largo de siglos, pero es precisamente ahora que se acerca el 22 de diciembre  de 2012 cuando somos testigos de diversos sucesos que se siguen juntando, como si todo estuviese encaminado hacia una misma dirección.

Si los Mayas hubieran hecho en el año 1990 una profecía sobre una conjunción de hechos insólitos nunca antes vistos culminando en el 2012 con lo que se espera que será el inicio de una nueva era, o sea 22 años atrás, tal profecía no habría tenido mucho mérito, pues con lo que ya se sabía en aquél entonces tal vez nosotros mismos podríamos haber anticipado algo de lo que está sucediendo. Si los Mayas hubieran hecho en el año 1950 la misma profecía, acabando de terminar la segunda guerra mundial, la profecía habría tenido más mérito. Si los Mayas hubieran hecho en el año 1900 la misma profecía, sin duda alguna habría tenido un mérito todavía mayor, porque en ese entonces ni siquiera el transistor había sido inventado, no existía la televisión y ni siquiera existían las estaciones comerciales de radio, el concepto del automóvil apenas estaba empezando a tomar forma, no existían los antibióticos modernos tales como la penicilina, no había tomografías computarizadas y ni siquiera se habían generado la Mecánica Cuántica y la Teoría de la Relatividad. Pero cuando los Mayas formularon su profecía, ¡ni siquiera los Conquistadores españoles habían desembarcado en el continente americano! Si a nosotros, situándonos en 1950, nos hubiera sido casi imposible anticipar o vaticinar la conjunción sincronizada de todo lo que estamos viendo en nuestros tiempos, ¿cómo podrían entonces los Mayas, situados a varios siglos de distancia, haber anticipado que precisamente en el 2012 se estaría terminando de juntar todo? ¿Cómo podrían haber sido tan visionarios a tan largo plazo?

¿Sabían algo los antiguos Mayas que nosotros no sabemos? Es difícil determinarlo porque, lamentablemente, casi todos los papiros mayas que equivalían a las bibliotecas de la antigüedad fueron quemados por los Inquisidores que llegaron de España junto con los Conquistadores de Hernán Cortés.

¿Tiene que tener necesariamente el 2012 una connotación apocalíptica en base a que los acontecimientos catastrofistas están superando a los sucesos que han ido marcado el progreso del hombre? No necesariamente. Los Mayas hablaban de un cambio, no del fin del mundo, aunque dependiendo del tipo de cambio y sin saber en qué consiste el cambio, la interrogante subsiste; como ocurrió con los acontecimientos del orden global que para los dinosaurios significó su extinción total y su desaparición del planeta mientras que para el hombre significó su aurora. Lo que puede ser muy malo para unas especies puede ser muy bueno para otras. Sobre esto, cabe recordar lo que sucedió en los años setenta del siglo pasado, cuando a raíz del conflicto árabe-israelí los países árabes productores de petróleo decidieron cerrar el grifo y limitar severamente la oferta a algunos países, lo cual desató lo que hoy se conoce como la crisis del petróleo de 1973. Tras ello y a instancias de los países árabes productores de petróleo, se creó la OPEP para fijarle arbitrariamente a los consumidores precios altos de petróleo. Los productores se volverían ricos a costa de los consumidores que se volverían pobres. En aquél entonces, a merced de los países productores de petróleo, los Estados Unidos descubrieron lo vulnerables que eran y sufrieron en carne propia las consecuencias de sus desmedidos apetitos del petróleo y sus derivados. Quizá el efecto más grande de aquella crisis fueron las voces de advertencia de muchos de los llamados expertos que gritaron a los cuatro vientos que lo que se estaba viendo era la consecuencia directa de la creciente escasez del petróleo que anticipaba el agotamiento total de las reservas mundiales. Alarmado ante esta perspectiva así como por la escalada en los precios del petróleo a raíz del embargo petrolero árabe, en Estados Unidos el gobierno instituyó como medida de emergencia un racionamiento de la gasolina y se empezaron a invertir millones de dólares en la búsqueda de fuentes alternativas de energía a la voz de “¡Se está acabando el petróleo, se está acabando la gasolina! ¡Pronto, muy pronto, no habrá ya ni petróleo ni gasolina en ninguna parte del mundo porque las reservas se están agotando rápidamente, y puesto que la energía es lo que mueve a los Estados Unidos entonces el fin de Estados Unidos como nación ya está cercano, al igual que el fin del mundo. Es el fin de todo!” Era, ni más ni menos, que una versión petrolizada del Apocalipsis.Y muchos se lo creyeron, suponiendo que solo quedaban a lo más una o dos décadas para el agotamiento total de las reservas de petróleo y con ello fin de la civilización humana. Pero en la misma década de los setenta, con muchos inversionistas alentados por la escalada en los precios del petróleo que prometían ganancias económicas extraordinarias con inversiones de capital relativamente modestas, la intensificación de las exploraciones trajo como consecuencia el descubrimiento de importantes yacimientos petrolíferos en el Mar del Norte, lo cual tuvo como efecto directo debilitar el poderío de la OPEP. Y tras esto se han descubierto nuevos y vastos yacimientos de petróleo. Hoy, a más de 40 años de distancia, nadie habla ya de una crisis de petróleo, y por el contrario, todo mundo habla ya del calentamiento global que, irónicamente, en parte es una consecuencia del hecho de que el petróleo no se haya acabado y se siga consumiento diariamente en cantidades colosales alrededor del mundo. El apocalíptico fin del mundo como consecuencia del erróneamente previsto agotamiento total de las reservas mundiales de petróleo fue substituído por el igualmente apocalíptico fin del mundo a causa del calentamiento global, y no sería asombroso que esto último fuera substituído por otra crisis que aún no se nos ha ocurrido.

Otro ejemplo sobresaliente de profecías seudo-apocalípticas acerca del fin de todo dadas por nuestros fallidos sabios modernos es la que tiene que ver con el famoso Club de Roma, el cual nos demuestra que nuestros expertos contemporáneos, presuntamente mucho mejor informados y con muchas mejores herramientas tecnológicas que las que tenían a su disposición los sabios mayas, pueden errar y han errado ampliamente en sus vaticinios catastrofistas. En los límites del crecimiento de 1972 el llamado Club de Roma, ese entonces famoso grupo de empresarios, académicos y funcionarios, pronosticó que en un máximo de 100 años la industrialización, la producción de alimentos, la contaminación y la explotación de los recursos naturales llegarían a un límite y producirían un colapso económico y humano. “En un planeta limitado -argumentaba el estudio- las dinámicas de crecimiento exponencial no son sostenibles”. Pero a 40 años de distancia las predicciones han resultado “monumentalmente equivocadas”, señala el sueco Bjorn Lomborg, el “ambientalista escéptico”, en el número de julio-agosto de 2012 de Foreign Affairs; pero “han ayudado a establecer los términos del debate sobre temas cruciales de política económica, social y particularmente ambiental con efectos malignos que han quedado alojados en la conciencia pública”. El mundo se preocupa hoy “de manera obsesiva por remedios a problemas menores mientras ignora preocupaciones mayores y la manera sensata de enfrentarlas”. Las apocalípticas y sumamente pesimistas conclusiones del Club  de Roma sobre los límites del crecimiento nunca tomaron en cuenta el papel de la tecnología y los incentivos económicos. Consideraban que para 2012 se habrían agotado 12 de 19 recursos naturales cruciales: mercurio, aluminio, cobre, oro, plomo, molibdeno, gas natural, petróleo, plata, estaño, tungsteno y cinc. Ninguno, sin embargo, ha desaparecido; las reservas de hoy son superiores a las de 1972. Al contrario de lo que planteó el Club de Roma, los precios de las materias primas han caído en el último siglo y medio. Las predicciones sobre producción agrícola y contaminación estuvieron todavía más equivocadas. El consumo de alimentos sí ha crecido, pero en ningún momento se ha producido el colapso en la producción que se esperaba. No solamente hay una mayor disponibilidad de alimentos sino que “la población malnutrida ha bajado de 35 por ciento a menos de 16 por ciento” (a esto se le podría agregar que, al menos en México, y ciertamente en casi todos los países industrializados y hasta en los del tercer mundo, el problema no es de muertes causadas por la falta de alimentos, sino de las enfermedades derivadas por un aumento exagerado en los casos de obesidad varios de los cuales están rebasando incluso los extremos de la obesidad mórbida). Más de dos mil millones de personas han alcanzado adecuados niveles de nutrición en los últimos 40 años. El Club de Roma afirmaba que si la escasez de recursos naturales o alimentos no producía un colapso entonces lo haría la contaminación. Los reglamentos ambientales y la tecnología, sin embargo, han reducido de manera dramática la contaminación en los países desarrollados. En las naciones pobres el principal asesino es la contaminación del aire dentro de las viviendas producto del uso de tecnologías atrasadas, como la madera y el carbón para cocina o calefacción. Una mayor introducción de tecnologías modernas, como el gas doméstico, sería la manera de enfrentar este reto. Hay muchos problemas por resolver, pero no hay duda de que la contaminación no está a punto de empujar el planeta al desastre. El Club de Roma sugería que la única forma de evitar el colapso de la humanidad era detener el crecimiento económico. Lomborg sostiene, por el contrario, que la expansión económica y la tecnología son el camino para dar un mejor nivel de vida a los seres humanos. La filosofía de Los límites del crecimiento, sin embargo, ha permeado a la sociedad y hoy hay millones de personas que de buena fe piensan que la forma de evitar un colapso del planeta es detener el progreso económico. Hay ya una cantidad creciente de analistas quienes consideran que es un error pensar que el futuro de la humanidad depende más del Protocolo de Kioto que de la Ronda de Doha, entre los cuales se incluye el mismo Lomborg. “Una expansión del comercio lograría beneficios cientos o miles de veces mayores que las débiles limitaciones a las emisiones” de Kioto. “Ha llegado el momento de aceptar que el crecimiento económico, por falta de una mejor palabra, es bueno, y que el mundo necesita más y no menos de él”. Al menos en lo que a la cuestión tecnológica relacionada con la informática se refiere, el avance tecnológico que permitió que las pantallas planas llegando hasta las pantallas LED reemplazaran a los viejos y voluminosos monitores de tubos de rayos catódicos está contribuyendo ya a disminuír de modo significativo tanto el consumo de energía de los dispositivos visuales como la contaminación que estaban ocasionando los elementos requeridos para construír las pantallas de CRT. Y el reemplazo gradual del papel impreso por medios de comunicación puramente electrónica que no requiere de la tala inmoderada de bosques para la extracción de pulpa está poniendo un amortiguador espectacular a la necesidad de talar bosques. Hablando a escalas aún mayores, puede apuntarse al hecho de que China ya logró frenar el incremento geométrico de su población mediante la política de “un hijo por pareja” que le ha permitido incrementar en forma espectacular el nivel de vida de todos sus habitantes, y es muy posible que pronto otros países estarán adoptando políticas más responsables de control de natalidad con la ayuda de métodos anticonceptivos que apenas hace medio siglo no existían, contribuyendo a ponerle un freno a las pesimistas predicciones de Malthus. Por otra parte, gracias al crecimiento explosivo de Internet que puede conectar de modo casi instantáneo a cualquier persona en cualquier parte del planeta con cualquier otra persona o con muchas otras personas (este trabajo es ejemplo clarísimo de ello), si imaginamos a cada persona como la “pequeña neurona” de un gigantesco cerebro en vías de formación, entonces tenemos algo que no puede ser calificado menos que portentoso, algo que podemos bautizar como una gigantesca conciencia planetaria (esto ya fue tratado en mayor detalle en un trabajo publicado previamente dentro de esta misma bitácora el viernes 6 de julio de 2012 bajo el título “Hacia una conciencia planetaria” ). Apenas hace medio siglo, nadie, ni siquiera los mejores escritores de las novelas de ciencia-ficción, se habrían atrevido a vaticinar algo de este calibre.

El caso es que, en ciertas cosas, resulta muy aventurado el tratar de dar detalles exactos sobre acontecimientos futuros, sobre todo si se trata de algo como el fin del mundo (el fin del mundo eventualmente llegará cuando a nuestro Sol se le acabe el combustible nuclear que lo mantiene “encendido” suministrándonos energía en abundancia, de eso no hay duda alguna, aunque faltan algunos millones de años para que tal cosa ocurra, y ese intervalo astronómico de tiempo seguramente ya encontraremos otras cosas de qué preocuparnos, si es que sobrevivimos al cambio de era predicho por los Mayas para el 21 de diciembre de 2012). Cualquiera puede reírse, si quiere, de las profecías mayas, las cuales aún está por verse el efecto de las mismas ya sea en positivo o en negativo, pero en lo que respecta a nuestros futurólogos modernos armados con tanta tecnología, es muy posible que un chimpancé podría hacer mejores vaticinios a corto plazo sentado frente a un teclado de computadora.

Independientemente de lo que ocurra, una cosa parece cierta. En contraste con las escenas filmadas por Mel Gibson en su película Apocalypto en donde Mel Gibson pinta a los Mayas como una horda de caníbales salvajes e incivilizados (parece que nadie le informó a Mel Gibson que los Mayas habían inventado el cero antes de que se hubiera inventado en Europa, ni que los vaticinios astronómicos de los Mayas aún dejan hoy a muchos con la boca abierta), aparentemente son cada vez más quienes están empezando a considerar a los antiguos Mayas no como una horda de caníbales salvajes e iletrados sino como unos “místicos de la antigüedad” que aunque no contaban con las computadoras con las que contamos hoy en día contaban con otro tipo de conocimientos y estaban en mucho mayor comunicación con el Universo que nosotros en la actualidad. Y allí está la pirámide de Chichen Itzá para comprobarlo, hoy considerada como una de las nueve siete maravillas del mundo moderno.

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