lunes, 3 de diciembre de 2012

Iniciación a la magia



La temporada navideña para mucha gente siempre es una época de esperanzas, de alegría, de ilusiones… y de magia. ¿Qué mejor ocasión puede haber que ésta para compartir con mis lectores algunos secretos del viejo arte de la magia y del ilusionismo con los cuales puedan divertir y entretener a sus amigos y familiares?

Al hablar de efectos de magia, frecuentemente se habla sobre las “triquiñuelas” con las que el mago engaña a sus espectadores. Sin embargo, estas referencias son un demérito a los practicantes del oficio. El mago no es un productor de triquiñuelas, es un productor de ilusionismo. La diferencia es que lo primero tiene la intención deliberada de tomarle el pelo a alguien frecuentemente con una intención aviesa, mientras que lo segundo tiene la intención de divertir y entretener haciendo pasar un rato agradable a quienes honran al mago con su presencia prestándole atención a las ilusiones que les tiene preparadas.

La necesidad del hombre por disfrutar del ilusionismo es mucho más grande de lo que muchos pudieran suponer. Algunas de las películas más taquilleras de Hollywood recurren a efectos especiales creados con computadoras potentes, efectos que crean ilusiones que no se dan en la vida real, efectos que hacen realidad  a los dragones, a los vampiros, a los personajes tridimensionales de caricaturas, a gigantes y a elfos, a super héroes y a escenas futuristas de civilizaciones avanzadas como los que se emplearon para la producción de las películas de Star Wars (La Guerra de las Galaxias).

Para iniciarse en el mundo de la magia, antes había varios libros muy buenos tales como el libro 400 Trucos que usted puede hacer de Howard Thurston publicado por Editorial Constancia (en su quinta edición) en 1961, y el libro Trucos Mágicos de John Scarne publicado por Editorial Diana (en su quinta edición) en 1966, habiendo otros en literatura inglesa como el libro del mago Will Lindhorst titulado Magic Tricks Revealed, A Bag of Tricks, How to do Magic Tricks. Hoy tales libros o no se publican o no se consiguen porque mucha de la información que obra en ellos está siendo subida a la red de redes, Internet, la magia tecnológica del tercer milenio.

En el prólogo a su libro clásico, John Scarne le hace al iniciado las siguientes recomendaciones:
Al aprender a hacer trucos, el lector debe mantener en la mente que, aunque no es necesaria la habilidad manipulativa para hacerlos, deben ser estudiados cuidadosamente antes de ser ejecutados en público. Para aprender una triquiñuela, debe seguirse el método científico. Elija un juego que le guste particularmente. Estúdielo por un día o dos, aprendiendo la jerga y la presentación y ejecute el efecto sin testigos hasta que ya no tenga que pensar en cada paso. Entonces, haga la prueba con uno de sus mejores amigos y observe su reacción, pues con mucha frecuencia un espectador verá una falla en la presentación, que puede haber pasado desapercibida por el ejecutante. Después de corregir las fallas, ejecute el juego ante sus amigos hasta perfeccionarlo. Después de esto, usted será capaz de hacerlo frente a desconocidos desembarazadamente.

Luego, seleccione otra suerte y repita el procedimiento. Continúe haciendo esto, hasta que haya aprendido varias tretas. Forme con ellas una rutina de manera que cada truco siga naturalmente al precedente y así tendrá su actuación un toque profesional.

Después de unas cuantas palabras de advertencia, podremos iniciar la descripción de las triquiñuelas. No eliga para sus primeros juegos ninguno que requiera preparación elaborada o una presentación en un escenario. Seleccione un efecto sencillo, que requiera poca o ninguna preparación y pueda ejecutarse ante un auditorio reducido -hay muchas de estas suertes en este libro- y pase gradualmente a las más complicadas.

Aprenda a usar la jerga con sus tretas, para hacer más entretenida su presentación para el auditorio. No espero que usted memorice la jerga que hay en este libro; úsela solamente como guía para preparar una jerga propia.

Cuando actúe, sea natural. Puede usted alcanzar este objetivo no memorizando la jerga -piense lo que quiere decir y luego amplíelo naturalmente, a medida que progrese.

No ejecute todos los juegos que conozca para una misma audiencia a un tiempo. Presente unos cuantos, bien ejecutados, y retírese. Organícelos inteligentemente. Planee una rutina variada de efectos diferentes, no dos que usen el mismo principio. No deje que la apreciación o el aplauso lo induzcan a repetir una suerte que no haya perfeccionado o una similar a otra que ya ha hecho. Deje al público deseando más.


Nunca revele cómo se hace un truco. Una buena treta es como un diamante precioso y debe guardarse celosamente. Cuando usted haya asombrado a su público con una triquiñuela, con frecuencia le harán la pregunta: "¿Cómo lo hizo?" ¡No lo diga! Si lo hace, disminuirá su categoría de ejecutante.


Con frecuencia le pedirán, después de terminar un juego: "¡Hágalo otra vez!". Nunca repita un juego para el mismo público en la misma presentación, porque esto puede conducir fácilmente al descubrimiento del secreto. Si usted repite una treta, ya no estará entreteniendo a su auditorio, pues la gente ya no se sentirá engañada por la segunda ejecución. Por el contrario, estarán tratando de adivinar cómo se hace el truco y la sicología de la mistificación presente en la primera ejecución estará ausente. Tampoco es muy alentador para un ejecutante que acaba de asombrar a su público, que algún espectador listo descubra el secreto y lo revele a los demás. Así pues, nunca repita un juego para el mismo público en la misma presentación.

Recuerde que, como mago, usted siempre debe estar en escena. Aun cuando esté reunido con sus amigos, debe estar siempre alerta a la posibilidad de actuar cerca de ellos o de preparar algún objeto improvisado para su uso en una treta.

Una vez que comience a hacer magia, la gente esperará que pueda hacer trucos con toda clase de materiales. Aprenda los efectos que se hacen con diferentes objetos que se encuentran en la casa. Para ello, puede echar mano de algunos de mis libros.

Recuerde que hay un código de ética entre magos. Así como usted se disgustaría si otro mago revelase cómo hizo usted una triquiñuela, no diga cómo realiza otro prestidigitador sus efectos. Si ve a otro ejecutando una suerte, concédale la misma cortesía y la misma consideración que usted espera de otros.
Por su parte, en el prólogo a su libro, Howard Thurston nos dice entre otras cosas lo siguienete:
Hace ya mucho tiempo se viene diciendo que el modo mejor de aprender la magia es practicarla, y los "400 Trucos que Usted También Puede Hacer" pondrán a todo el mundo en condiciones de poder realizar ese deseo. Es muy sencillo: Busque el tipo de truco que más le agradaría realizar, ensáyelo y, cuando el resultado sea satisfactorio, continúe con otros que también sean de su agrado. Esto le conducirá a la posesión de un repertorio de trampas mágicas que constantemente puede ser renovado con otras nuevas.

Por encima de todo, no debe explicarse la trampa después de haber hecho el juego de manos. Con ello sólo se consigue revelar el misterio y hacer que la gente pierda interés en los poderes mágicos que uno posee. La mejor política es seguir adelante presentando un nuevo truco, ya que, cuando la gente trata de saber cómo se hacen las trampas, es indudable que están en condiciones de seguir siendo engañados. Desde luego, existen algunos juegos más de truculencia que realmente de magia, los cuales pueden, en alguna ocasión, ser divulgados entre los asombrados espectadores.
Recuerdo que hace ya algunos años, en la Feria Exposición anual de la ciudad en donde vivo una vez se presentó una exhibición interesante titulada "La mujer decapitada". El espectáculo comenzaba con una mujer atada, la cual era decapitada (no se ve la decapitación, desde luego), y tras esto se ponía la cabeza de la mujer en una caja cerrada, la caja se ponía sobre una mesa, y se abría una puerta frontal que dejaba ver la cabeza decapitada, y ante el asombro de los espectadores la mujer se ponía a hablar, y al hablar hacía algunos vaticinios y profecías como las sibilas de antaño. Por debajo de la mesa se veía que no estaba el resto del cuerpo, y la cabeza de la mujer decapitada parecía estar verdaderamente decapitada, sin el resto del cuerpo, pero hablando de cualquier manera (algo que se antoja imposible si no se cuenta con cuerdas vocales o pulmones para emitir sonidos).

En realidad, la cabeza no estaba separada del cuerpo, y la mujer nunca estuvo decapitada. Se trataba de una ilusión muy buena, y con la familiaridad que yo tenía sobre la manera en la cual se producen tales efectos de ilusionismo, resultaba tentador allí mismo revelar el secreto de la ilusión. Sin embargo, no hice tal cosa. Permanecí callado hasta que el espectáculo hubo terminado, y después salí sin decir nada a nadie. ¿Por qué? En primer lugar, porque ese efecto de ilusionismo era para el mago (y su ayudante) su manera de ganarse honestamente la vida, y nada me daba el derecho de quitarles el pan de la boca a ellos y a sus familias. Por otro lado, los asistentes habían pagado por ser entretenidos, por ser asombrados, por ser divertidos. Revelar allí el secreto de la ilusión les habría privado de ese rato de mágico ilusionismo con el cual seguramente varios de los asistentes querían olvidar aunque fuese por un momento los problemas de la vida cotidiana.

No siempre resulta posible mantener en secreto, sobre todo en estos tiempos de Internet, los trucos de magia de cualquier tipo, y ello incluye hasta algunos de los más grandes efectos creados por los mejores ilusionistas. Prueba de ello lo fué una serie de programas de televisión en los cuales un mago que después se supo era el afamado mago Val Valentino reveló los hasta entonces bien guardados detalles con los cuales se crearon algunas de las mejores ilusiones del mundo. El impacto de la revelación de los secretos de dichos efectos de ilusionismo fue tan enorme que inclusive magos de talla mundial como David Copperfield se vieron obligados a tomar una especie de retiro al quedarse sin lo mejor de sus repertorios. El principal motivo dado por Val Valentino para dar a conocer los otrora bien guardados secretos fue que era necesario lanzar un reto a los magos actuales para motivarlos a dejar atrás lo tradicional e innovar con la creación de nuevos efectos de ilusionismo.

Bueno, pero ya es demasiada charla. Veamos algunos trucos con los cuales el lector posiblemente querrá entretener a sus amigos y familiares en esta temporada decembrina o impresionar a la novia o a la chica a la que le gusta y a la cual desea conquistar (esta es una buena excusa para empezar a aprender efectos de magia e ilusionismo).

Empezaremos con algunos efectos propios del mentalismo aplicado a la magia de los números.

El aro numérico

El mago aparece con un aro que porta alrededor de su muñeca, y después de dar un número que afirma que es el número de su licencia de conducir o las últimas cifras de su número del Seguro Social, le pide a un espectador que escoja un número entero cualquiera entre uno y siete (sin incluír el uno y el siete). Hecho esto, el mago le pide al espectador (o a cualquiera otro que tenga una calculadora de bolsillo al alcance de su mano) que multiplique el número seleccionado por el espectador por el número proporcionado por el mago. Mientras se lleva a cabo la multiplicación, el mago retira el aro que lleva en su muñeca y lo corta formando una tira. Al dar el espectador el resultado de la multiplicación, el mago muestra el número que está escrito en la tira que resulta ser el mismo que el número obtenido como resultado de la multiplicación. Lo que sorprende a muchos es que la tira ya haya tenido la respuesta pese a que el número dado por el espectador pudo haber sido cualquiera de seis números diferentes (2, 3, 4, 5 y 8).

El secreto de esto radica en el hecho curioso de que el número proporcionado por el mago, 142857, es de naturaleza tal que cuando se multiplica cualquier número entre 1 y 7 por 142857, el orden de los dígitos para la respuesta no cambia, solamente se trasponen en una forma regular. Al ser multiplicado por los siguientes dígitos, los resultados serán:

2 --------------- 285714
3 --------------- 428571
4 --------------- 571428
5 --------------- 714285
6 --------------- 857142

Obsérvese que el primer dígito de los resultados (destacado en color magenta) es diferente en cada caso. Todo lo que tiene que hacer el mago es memorizar el primer dígito de estos resultados. Cuando se conoce el primer dígito (resultado de la multiplicación), el resultado es sólo una sucesión de cada dígito del número 142857, en la misma rotación. Este es precisamente el número que fue escrito previamente en el aro que lleva el mago en su muñeca. Por lo tanto, cuando sea mencionado un número entre 1 y 7, todo lo que tiene que hacer el mago será mirar el aro de papel que tiene en su muñeca, cortar el aro en el número apropiado, y entregarlo al otro espectador. Cuando se anuncia el resultado de la multiplicación, coincidirá con el “pronóstico” hecho por el mago. Por ejemplo, si el número seleccionado por el público es el número 3, entonces de acuerdo a lo que se ha dado arriba el mago cortará el aro en el lugar que precede al dígito 4, para entregarle al público la tira con el número 428571. Puesto que son muy pocos los que conocen esta curiosa característica del número 142857, los espectadores no tendrán la más remota idea de cómo le hizo el mago para tener escrita de antemano la respuesta al resultado de la multiplicación. Para hacer menos sospechoso el uso del número 142857, se sugiere que se escriba dicho número en una tarjeta como el número de licencia de conducir y el número de Seguro Social.

Este efecto fue publicado por vez primera en 1942 por el mago Lloyd Jones de Oakland, California. Incidentalmente, el número cíclico 142857 es el recíproco del número primo 7. Si se divide 1 entre 7, se obtendrá una repetición infinita de dicho número.

El número favorito

Escríbase el número 12345679 (formado por todos los números del 1 al 9 exceptuando el 8).

Entréguese un lápiz o un bolígrafo a una persona y pídasele que escriba su número favorito, el cual puede ser, por ejemplo, el 7. El mago le pide a la persona que multiplique el número 12345679 por otro número proporcionado por el mago, en este caso, el número 63. Al llevar a cabo la multiplicación, el espectador descubrirá asombrado que la respuesta es una fila de sietes, o sea el número favorito del espectador. El mago le pide a otro espectador su número favorito, el cual puede ser, por ejemplo, el 5. El mago le pide a la persona que multiplique el número 12345679 por otro número proporcionado por el mago, en este caso, el número 35. Al llevar a cabo la multiplicación, el espectador descubrirá asombrado que la respuesta es una fila de cincos, o sea el número favorito del otro espectador.

¿Y cómo obtiene el mago el segundo número? El secreto es muy sencillo. Cuando una persona indique la cifra favorita suya, el mago la multiplicará mentalmente por el número 9, y se le pedirá a la persona que multiplique la primera cantidad por 12345679. Como 9×7 es igual a 63, este número es el que producirá una fila de sietes:


Si el espectador indicara el número 3 como cifra favorita, el multiplicando sería 27 (o sea, 9×3), que multiplicado por 12345679 dá una hilera de números 3. Naturalmente, el mago no le revela a nadie cómo obtiene su segundo número (multiplicando por 9 el número proporcionado por el espectador).

Piense en un número

El mago le da a un espectador una cartulina sobre la que hay 16 números acomodados de la siguiente manera:




Se le dice al espectador que piense en un número cualquiera de la cartulina. El mago irá golpeando los números de la cartulina con un lápiz hasta detenerse al golpear el número que fue seleccionado mentalmente por el espectador sin que el espectador le haya dicho de qué número se trataba.

Para este efecto de ilusionismo, el mago entrega la cartulina con los números al espectador, pidiéndole que piense en cualquiera de los números que están escritos en la cartulina, colocándola después sobre la mesa con los números hacia arriba (o mejor aún, colgándola de frente hacia el auditorio). Se le dice pide al espectador que mientras el mago vaya golpeando al azar con su dedo o con un lápiz los números de la cartulina el espectador irá contando mentalmente los golpecitos, empezando con el número siguiente al número escogido por el espectador. Por ejemplo, si el espectador escogió mentalmente el número siete (7), contará mentalmente el primer golpecito como ocho (8), el segundo golpecito como nueve (9), y así sucesivamente hasta llegar al veinticinco (25), en cuyo punto le dirá al mago “alto”. En este punto, el lápiz o el dedo del mago habrá caído misteriosamente sobre el número que el espectador había pensado mentalmente.

Al empezar, el mago puede apuntar hacia cualquier número durante los primeros nueve golpecitos, y es importante que los vaya escogiendo al azar sin seguir algún orden predeterminado. Pero al llegar al décimo golpecito, el lápiz o el dedo índice del mago deberá estar apuntando siempre hacia cualquiera de los dos números 15 de la cartulina. Después, el mago debe ir golpeando sobre los números en el siguiente orden (no toda la lista será recorrida, el punto hasta donde se llegue dependerá del número en el que pensó el espectador):
Diez          número 15 (comienzo)
Once cualquier número
Doce número 13
Trece cualquier número
Catorce número 11
Quince cualquier número
Dieciséis   número 9
Diecisiete  cualquier número
Dieciocho número 7
Diecinueve cualquier número
Veinte número 5
Veintiuno    cualquier número
Veintidós   número 3
Veintitres  cualquier número
Veinticuatro número 1
Si el mago sigue el orden de la lista dada, siempre que el espectador diga “alto” el lápiz quedará sobre el número seleccionado. El mago deberá dar los golpes lentamente, para que el espectador pueda escuchar los golpecitos y pueda ir haciendo su conteo mental hasta llegar a 25, que será cuando el lápiz (o el dedo índice) del mago esté sobre el número deseado cuando el espectador diga “alto”.

Obsérvese que todos los números en la cartulina son números impares que van del 1 al 15, no hay números pares. Y los números que no son tomados al azar por el mago forman la lista ordenada de números impares del 1 al 15 pero en conteo descendente.

El secreto del truco es aritmética elemental. Si se le pide a alguien que piense en un número, y que le sume diez a dicho número, y que diga el número obtenido, nadie quedará impresionado si se “adivina” el número en el que pensó la persona. Pero si se agregan suficientes distractores como en este caso, todos estarán rascándose la cabeza ante los “poderes adivinatorios” del mago.

La explicación del truco es muy sencilla. Si el espectador escogió, por ejemplo, el número siete (7), entonces contará el primer golpecito como ocho (8), el segundo como nueve (9), y así sucesivamente de modo tal que al llegar a la cuenta de 25 el espectador habrá recorrido 18 golpeteos del mago. Mientras tanto, cada vez que el espectador cuenta hacia arriba empezando a partir del número 8 el mago irá contando hacia abajo de acuerdo a la lista dada. Recuérdese que el mago empieza golpeando al azar los primeros nueve números. Pero al llegar al décimo golpe, el mago siempre debe poner su lápiz (o su dedo índice) en cualquiera de los dos números 15 de la cartulina, y es cuando el mago empieza su conteo descensivo ordenado de números, intercalando “cualquier número” entre los números impares. Puesto que todos los números de la cartulina son impares, cualquier número que escoja el espectador (por ejemplo, 15) lo llevará a contar un total de diez veces (un número par) hasta llegar al número 25. Suponiendo nuevamente que el número 7 fue el número escogido por el espectador, para llegar a la cuenta de 25 el espectador habrá dado 18 golpeteos. El mago, por su parte, empezó contando los primeros nueve golpeteos escogiendo números al azar en la cartulina (al llegar el mago al noveno golpeteo, el espectador ya habrá contado hasta 17), tras lo cual el mago comienza golpeando no un número al azar sino cualquiera de los dos números 15 de la cartulina  y empieza contando de acuerdo con la lista (al llegar al número 13, puede golpear cualquiera de los dos números 13 en la cartulina; al llegar al número 11, puede golpear cualquiera de los dos números 11 en la cartulina, y así sucesivamente):
Diez  número 15 (comienzo)
Once cualquier número
Doce número 13
Trece cualquier número
Catorce número 11
Quince cualquier número
Dieciséi  s número 9
Diecisiete  cualquier número
Dieciocho número 7 (número escogido por el espectador)
O sea, que cuando el espectador haya llegado a su cuenta de 25 y diga “alto”, el mago se detendrá justo al llegar al número 7, que fue el número en el que pensó el espectador. El lector puede hacer la prueba con los demás números para que le quede claro el asunto de la aritmética involucrada.

Este truco que tiene varias variantes que aparecen explicadas en la parte titulada “Tap tricks” del libro Mathematics, Magic and Mystery de Martin Gardner.

El siguiente truco es del mismo tenor, y aunque parece diferente en realidad está basado en el mismo principio aritmético, bajo diferente presentación.

Percepción extrasensorial

El mago coloca al azar varios objetos ordinarios sobre una mesa. Un voluntario “piensa” en uno de los objetos, y después va deletreando mentalmente la letra de cada palabra que representa el objeto que escogió en secreto. Al llegar a la última letra de la palabra, sin decirle al mago cuál fue el objeto que escogió le dirá al mago simplemente “¡Alto!”. Y al ocurrir esto, el mago estará apuntando directamente hacia el objeto que fue escogido por el voluntario.

Para este acto, pónganse ocho o diez objetos diferentes sobre la mesa, separados de modo tal que puedan mirarse separadamente. Estos objetos serán ordinarios, no distintivos en ninguna forma; pero hay un requisito indispensable: los nombres de los objetos deberán tener una letra más respecto al nombre del anterior, a partir del primero, que deberá ser de tres letras. La siguiente lista de objetos nos servirá de ejemplo:
Ajo (3 letras)
Pipa (4 letras)
Aguja (5 letras)
Salero (6 letras)
Cartera (7 letras)
Cenicero (8 letras)
Brazalete (9 letras)
Encendedor (10 letras)
La lista anterior es solamente un ejemplo. Pueden usarse otros objetos siguiendo la regla enunciada. Después de poner los objetos sobre la mesa al azar sin seguir ningún orden (el mago le puede pedir a un voluntario que haga esto como mejor le parezca), se le pide al voluntario que tome nota mental de uno de los objetos, y que piense en él. El mago le dice al voluntario que irá señalando los objetos de uno en uno al azar, pero con las instrucciones de que mientras el mago hace esto el voluntario irá deletreando mentalmente el nombre del objeto que escogió. El voluntario pensará una letra del objeto cada vez, y la siguiente la pensará cuando el mago señale otro objeto, es decir, una letra a cada acción de señalar. Al llegar a la última letra de la palabra el voluntario dirá “¡Alto!” en voz alta. Estas son las instrucciones que debe seguir el voluntario.

El mago empezará a señalar cualquier objeto seleccionado al azar, y luego otro, en cuyo punto el voluntario estará en la segunda letra de la palabra que corresponde al objeto que escogió secretamente. Sin embargo, la tercera ocasión el mago señalará hacia el objeto cuyo nombre tenga tres letras (en nuestro ejemplo, ajo). Tras esto, el mago señalará hacia el objeto cuyo nombre tenga cuatro letras (pipa), y después al objeto cuyo nombre tenga cinco letras (aguja), y así sucesivamente, recorriendo la lista en forma ordenada de acuerdo al número de letras en número ascendiente. Si se hace esto tal y como se indica, cuando el voluntario diga “¡Alto!” en voz alta el mago estará señalando precisamente al objeto seleccionado mentalmente por el voluntario. El espectador nunca pensará que el hecho de deletrear los nombres tiene algo que ver con este efecto, y así la treta parece misteriosa.

El número mágico

El mago le pide a alguien que escriba una cantidad cualquiera usando tres cifras distintas, por ejemplo:

6 5 1

Luego, el número debe ser invertido, y el menor restado del mayor. En este caso:

651 - 156 = 495

El resultado obtenido debe ser invertido nuevamente, y sumado al primer resultado, dando, por ejemplo:

  495 + 594 = 1089

En ese momento, el mago saca un papel de su bolsillo, en el cual se encuentra escrito el mismo número que acaba de ser obtenido mediante las operaciones anteriores, o sea 1089, con lo cual el mago demuestra su capacidad para poder “ver” hacia el futuro las respuestas de muchas cosas.

¿El secreto? No puede ser más sencillo. No importan las cifras que pueda usar la persona, la respuesta será siempre la misma, 1,089. Obviamente, este truco sólo puede ser efectuado en una sola ocasión ante el auditorio, ya que si se repite se verá con obviedad que con tales operaciones siempre se obtiene el mismo número.

La moneda que desaparece en un vaso de agua

El mago, con las mangas de la camisa subidas para ejecutar el acto, toma una moneda grande con su mano y con la otra mano toma un vaso lleno de agua. Pone la moneda sobre una mesa en donde esté a la vista de todos, y con un pañuelo revisado por el público toma la moneda cubriéndola con el pañuelo. Le pide a los espectadores que toquen la moneda para que comprueben que la moneda efectivamente está debajo del pañuelo, sobresaliendo por su silueta circular. Se le pide a alguien que sostenga la moneda que está debajo del pañuelo justo por encima de la boca del vaso de agua, y se le pide que deje caer la moneda dentro del vaso, escuchándose claramente el sonido de la moneda al caer dentro del vaso. El mago hace unos pases mágicos pronunciando unas palabras cabalísticas pidiéndole al voluntario que remueva lentamente el pañuelo, y cuando el pañuelo ha sido removido el voluntario descubre asombrado que la moneda que dejó caer dentro del vaso y que escuchó golpear el fondo del vaso ha desaparecido.

Para llevar a cabo esta ilusión, es necesario que el mago obtenga una carátula de cristal circular del tamaño aproximado de la moneda. La puede obtener de un joyero que seguramente ha de tener muchas carátulas de cristal de reloj entre los relojes de desperdicio que no pueden ser reparados. Al llevar a cabo el acto, el mago substituye la moneda verdadera por la carátula de cristal redonda mientras el pañuelo lo está cubriendo todo. El voluntario al tocar la carátula de cristal no se dará cuenta del cambio ni por la vista porque el pañuelo lo está tapando todo ni por el tacto porque el pañuelo no le permite un contacto directo ni con la moneda primero ni con la carátula de cristal después. La carátula, siendo de vidrio y transparente, no se podrá ver en el fondo del vaso de agua. Si el mago tiene suerte y consigue con un relojero una carátula de cristal que sea una carátula circular plana, entonces el mago puede vaciar el agua hacia afuera confiado en que la carátula de cristal no saldrá junto con el agua al quedarse pegada al fondo del vaso.


La siguiente fotografía promocional de una tienda que vende artículos para efectos de magia nos muestra un vaso con el disco circular de vidrio usado en lugar de la moneda que es escamoteada por el mago:


La regla saltarina

El mago introduce una regla en su puño formado por su mano, sosteniéndola verticalmente en su puño para que no se caiga. Al decir con un ademán mágico la orden “¡Salta!” y sin mover para nada su puño, la regla dará un salto llegando inclusive hasta el techo.

Para efectuar esta ilusión, el mago deberá obtener una liga muy pequeña que tenga un color parecido al de su piel para que pueda ser confundida a cierta distancia y no pueda ser distinguida (esto es, una liga que no sea de un color llamativo y vistoso como rojo o azul). Sin que el público espectador se dé cuenta, el mago habrá pasado la liga hacia el dedo medio de la mano, y cerrará su puño con el pulgar hacia adelante para que no se pueda ver la liga. Se introduce la regla dentro del puño haciendo que el borde inferior de la regla esté tensionado por la liga y de manera que, llegando hasta la muñeca, la regla esté bien tensionada por la liga al estirar la liga debajo de su borde. La regla no saldrá disparada por la liga (a manera de resorte o cuerda de una flecha) porque el mago aplicará de manera graduada algo de fuerza con los dedos de su mano para impedir que esto ocurra mientras va introduciendo la regla hasta que ésta esté dentro de su puño tensionada por la liga debajo del borde de la regla. Tan pronto como el mago afloje la presión que está ejerciendo con su puño alrededor de la regla, la regla escapará de la mano dando un gran salto al igual que una flecha cuando se suelta la cuerda del arco y sale disparada. Una vez que la regla ha salido disparada hacia arriba y mientras el público espectador está distraído viendo a la regla ascender rápidamente hacia arriba, la liga podrá tirarse al suelo sin que nadie lo advierta haciendo unos ademanes mágicos simulados, lo cual le permitirá al mago recoger después la regla y pasarla a inspección para que la revisen los espectadores sin que nadie le vea nada (la liga) en sus manos. Esta ilusión bien hecha se basa en la capacidad del mago para desviar la atención del público hacia otra parte impidiéndole darse cuenta de la forma en la que se lleva a cabo.

Los dados magnéticos

Esta es una ilusión que se puede llevar a cabo en un lugar de juegos de azar en donde haya dados. El mago pide prestados dos dados y los coloca sobre una mesa, poniendo uno de los dados encima del otro. Al tomar el dado de arriba y levantarlo, el dado de abajo se va junto con el dado de arriba como si ambos estuvieran pegados. El mago vuelve a depositar los dados sobre la mesa, y separándolos los entrega para que sean revisados por el público.

Para realizar este efecto, el mago previamente habrá mojado la punta de su dedo índice. y al colocar el dado de encima mojará la superficie superior del dado de abajo (o mojará la superficie inferior del dado de arriba). Cuando ambos dados son presionados, los dados quedarán adheridos mutuamente, y se levantarán como si fueran uno solo al levantar el dado de arriba. Puesto que se requiere de muy poca humedad para poner la capa líquida que los pegará, al separar los dados se puede remover esa capa líquida de ambos fácilmente.

Balanceando un vaso de vidrio sobre una baraja

El mago toma una baraja y reta a cualquiera de los asistentes a que balanceen un vaso de vidrio sobre el filo de la baraja. No importa lo que hagan, a todos les parecerá imposible llevar a cabo tal cosa. El mago intentará hacer lo mismo, y tendrá muchas dificultades experimentando los mismos problemas que tuvieron los espectadores para lograr hacer tal cosa. Sin embargo, insistiendo y pronunciando unas palabras mágicas a la vez que hace pases con su otra mano, el vaso quede en parado en posición vertical sin caerse de la baraja. El mago parece estarse esforzando mucho para que se mantenga el equilibrio, pero el equilibrio es mantenido y el vaso no se cae.

En realidad, el mago no está haciendo tanto esfuerzo para mantener al vaso balanceado sobre el borde de la baraja. De hecho, no está haciendo ningún esfuerzo. Todo ello es para darles tintes dramáticos al efecto y para desviar la atención del verdadero secreto detrás de esta ilusión, el cual es obvio en la siguiente figura:

Al final, posiblemente el vaso de cualquier modo terminará cayendo hacia la otra mano del mago. Aunque esto también será parte del dramatismo y los efectos distractores.

Un cigarrillo convertido en un billete legítimo

El mago le pide a un espectador que le facilite un cigarrillo sin boquilla, y si nadie tiene un cigarrillo de este tipo, el mago saca un cigarrillo propio. Hecho esto, el mago mete el cigarrillo a un vaso con agua, lo saca, y lo hace girar entre sus manos. El cigarrillo desaparece y un billete de banco (un billete de dólar, o de un peso, etc.) aparece en su lugar.

Este efecto de ilusionismo requiere de un cigarrillo preparado previamente por el mago. Se saca cuidadosamente y por completo el tabaco del cigarrillo (para sacar el tabaco del cigarrillo se requiere algo de maña; se afloja un poco haciédolo girar entre las manos, y luego se empuja desde el otro extremo con un lápiz delgado; aunque posiblemente al lector se le ocurran otras maneras de sacar el tabaco del cigarrillo), se enrolla el billete, y se coloca ya enrollado dentro del cigarrillo para que parezca que el tabaco está adentro. Se pone el cigarrillo dentro de un paquete de cigarrillos similares.

El mago puede decirle a su público que fuma los cigarrillos más caros del mundo, retirando un paquete abierto de cigarrillos de su bolsillo y sacando de la caja algunos de ellos, compartiéndolos con su audiencia pero dejando el cigarrillo preparado dentro de la caja. El mago saca el cigarrillo preparado del paquete, y lo mete en agua por un momento breve, sacándolo y poniéndolo entre sus manos. El mago hace rodar unas cuantas veces el cigarrillo entre sus manos como lo muestra la siguiente figura (figura 1). Cuando el mago abre sus manos, toda traza del papel de cigarrillo habrá desaparecido, pero en su lugar estará el billete enrollado (figura 2), que el mago desenrolla y muestra al público:


Naturalmente, el mago muestra también sus manos por ambos lados para que el público vea que las manos están vacías y no escondió el cigarrillo en ningún lado. El secreto de este efecto radica en que el papel mojado del cigarrillo, que es usualmente del tipo de papel conocido como papel arroz, prácticamente desaparece al remolerlo entre los dedos como se explicó arriba. Esto permite que el mago le pueda pasar el billete a los espectadores para su inspección. Naturalmente, si alguien entre el público tiene un cigarrillo sin boquilla que le ofrece al mago, el mago lo tomará y lo escamoteará de alguna manera para intercambiarlo con el cigarrillo que lleva preparado. Nadie se dará cuenta del cambio, tomando en cuenta la distancia del espectador más cercano al cigarrillo sostenido por el mago.

Lectura del pensamiento

Algunos efectos requieren la ayuda de algún ayudante, como éste. El cómplice del mago hará las veces de “médium”. En este efecto, el “médium” se sentará al otro extremo de la habitación dando la espalda y además tendrá los ojos vendados. El mago afirma que va a transmitir al “médium” el pensamiento de diversos objetos, y solicita al público que tenga preparados diversos objetos tales como monedas, lentes, caja de cerillos, anillos, billetes, cigarros, pañuelos, collares, etc. Acto seguido, el mago se pone a caminar entre los espectadores tocando varios objetos y, a medida que lo hace y formula la pregunta al “médium”, éste responderá sin vacilación describiendo el objeto que está siendo tocado por el mago. Puesto que el mago siempre formula la misma pregunta “¿Qué es esto?” al tocar un objeto, no hay manera en que el mago pueda darle alguna pista al “médium” acerca del objeto que está tocando. El público quedará completamente convencido de que, en efecto, hay una transmisión del pensamiento del mago al “médium”.

Este efecto se lleva a cabo mediante una rotación predeterminada de objetos, y el “médium” deberá memorizar el orden exacto de los objetos. El truco consiste en que el mago irá tocando cada uno de los objetos en el mismo orden en que fueron memorizados por el “médium” y por ello, en cuanto pregunta: “¿Qué es esto?”, el “médium” sabe lo que tiene que responder. Así, el primer objeto (1) que será tocado por el mago siempre será (por ejemplo) una moneda, el segundo objeto (2) que será tocado por el mago siempre serán (por ejemplo) unos lentes, etc., en cuyo caso la lista convenida será algo como lo siguiente:
(1): moneda
(2): lentes
(3): billete
(4): cigarrillo
(5): anillo
(6): cerillos
( ... ): etc.
El mago puede tener cerca de su alcance varias cosas, tales como libros, zapatos, etc. para poder tomarlas como pretexto para formular la pregunta “¿Qué es esto?” a sabiendas del objeto que debe seguir en la lista y que por lo tanto tiene que ser seleccionado. Lo importante es tener siempre al alcance todos los objetos que forman parte de la lista convenida de antemano entre el mago y su “médium”.

Si se quiere, el mago puede decir algo como “Está muy bien” después de que el médium haya nombrado algo como un reloj, lo cual significa en realidad “repetir”, y el mago vuelve a tocar inmediatamente otro reloj. Si el mago dijera algo como “Bien”, el “médium” sabe que el próximo objeto será el que sigue en la lista en el orden convenido. Una vez que se llegue al último objeto de la lista, se puede volver a empezar con el primer objeto en la lista con el mago buscando entre el público alguien que tenga dicho objeto. en su mano. Las dos personas que lleven a cabo este truco deberán tener bien arreglado de antemano todo el sistema de rotación de los objetos (para facilitarle al “médium” la tarea de memorizar la lista de objetos, le podrá ser útil la técnica conocida como “La memoria de las listas” descrita entre los ejercicios de mi libro “El Aprendizaje Dinámico”). El “médium” puede agregar algunos efectos dramáticos teatrales a la presentación fingiendo que en algunos casos la transmisión mental de la imagen del objeto no le está llegando muy clara. Entre más dramatismo intercalado, tanto mejor, porque ello funciona como distractor.

El recorte

Se pone a la vista del público una cuerda a lo largo de un pedazo de papel doblado, tras lo cual el mago corta por la mitad el cordón y el papel. Sin embargo, al mostrar el cordón, este aparece intacto.

Para este efecto, se usa un pedazo de papel bastante grueso. Háganse dos dobleces a la hoja de papel rígido en la forma en que se muestra en la figura 1:


Se dobla sobre el cordón el lado más ancho del papel, y luego se dobla el lado más angosto sobre el primero. Al doblar el lado más angosto, se saca el centro del cordón del lado más ancho con el dedo pulgar como se muestra en la figura 2. Este movimiento no debe ser visto en público. Sosténgase ahora el conjunto como se muestra en la figura 3, con el lado del pulgar apuntando hacia el mago. Hágase el corte como se muestra en la figura 4. Lo que ocurre es obvio. Después del corte, el mago deja que los pedazos de papel caigan al piso, revelando que el cordón continúa íntegro.

El huevo equilibrista



Puesto que, históricamente, a Cristóbal Colón se le ha acreditado la realización del primer truco conocido con un huevo, explicaremos este efecto acerca de cómo pudo tener lugar tan famoso hecho. De acuerdo con la Historia, Colón puso en equilibrio un huevo apoyándolo sobre su parte inferior. Este truco es un experimento de sobremesa muy interesante, de manera que aquí van tres procedimientos para llevar a cabo este efecto:

Procedimiento 1: Agítese un huevo a fin de que la yema se asiente en un lugar. Acto seguido, póngase el huevo cuidadosamente sobre la mesa; como su parte inferior es de mayor peso que la superior, será perfectamente posible equilibrar el huevo sobre aquélla.

Procedimiento 2: Antes de llevar a cabo el truco, se echará sal sobre el mantel y se apoyará el huevo en un pequeño montículo, presionando ligeramente sobre la sal, para que aquél pueda guardar el equilibrio. Con un poco de práctica, es posible parar el huevo sobre unos cuantos granos de sal de los que nadie se dará cuenta jamás (tres granos de sal pueden ser suficientes). Entre más fina sea la sal, más fácilmente se podrá tener al huevo parado. Se puede poner la sal en la mesa o en el huevo, pero cuando el huevo es puesto en contacto con la mesa, se debe tallar un poco el huevo contra la superficie de la mesa para pulverizar y acomodar la sal. Es un simple asunto de fricción.

Procedimiento 3: Póngase un pequeño anillo encima de la mesa y por debajo del mantel sin que nadie se dé cuenta, anillo al cual previamente se le habrá atado un hilo delgado. El huevo se equilibrará perfectamente asentándolo sobre el anillo. Cuando se quite el huevo, bastará con dar un tirón sirviéndose de la otra mano, para que el anillo desaparezca sin que lo vea nadie. Esto último lo puede hacer el mago al levantar el huevo pronunciando frases mágicas y dirigiendo su mirada hacia el mismo con la finalidad de que los espectadores lo sigan con la vista y no pongan su atención en la mesa.

El palito fantasma

Este truco solo se puede hacer individualmente ante una persona cercana. El mago clava un pequeño palito en un alfiler imperdible, y parece que el palito atraviesa el metal hacia el otro lado del alfiler.

Para esta ilusión, se inserta la punta de un alfiler imperdible a través del centro de un palito de madera suave.  Esto se hace hasta que el alfiler atraviesa completamente el palito. (Si se tiene cuidado, se puede usar un cerillo de madera después de removerle la cabeza de fósforo). Se coloca el palito en el centro del alfiler. Se sostiene el alfiler suavemente por cualquiera de sus extremos, con los dedos de una mano como lo muestra la figura 1:


Se le dá la vuelta al palito, de modo tal que su extremo libre se apoye contra la barra opuesta del alfiler, alejada del mago, como se muestra en la figura 1. Se pone el dedo índice de la otra mano bajo el extremo inferior del palito, y se da un golpecito hacia uno, con un movimiento repentino del dedo. Si esto se hace adecuadamente, el extremo superior del palito quedará al otro lado del alfiler imperdible. Hágase girar el palito a su posición anterior y repítase la suerte. El movimiento es tan rápido, que la ilusión de que el palito pasa a través del alfiler atravesando el metal es perfecta.

Balanceo mágico

El mago anuncia a su público que, sin usar pegamento alguno, balanceará dos tenedores unidos a una moneda puesta sobre un vaso de modo tal que los tenedores estarán flotando en el aire sin tocar el vaso. La sola propuesta de una cosa así les parecerá imposible, hasta que terminan viéndolo con sus propios ojos. A continuación, el mago procede a hacer lo siguiente:


Dicho sea de paso, esto en realidad no tiene nada de magia ni de ilusionismo. Es simple física. Aunque bien llevado a cabo, le parecerá a muchos como algo casi mágico.

El aro en la cuerda

En este acto de magia que asombrará a muchos, en condiciones al parecer imposibles un anillo o aro sólido es colocado en el centro de un cordón, como si lo hubiera atravesado mágicamente, sin tocar aparentemente la cuerda o pasar ninguno de sus extremos por el anillo.

Para este efecto, es necesario tener una mesa cubierta con un mantel. El mago llevará un cordón de alrededor de 75 o 90 centímetros que podrá pasar al público para que sea inspeccionado. Se hace una curvatura en el centro del cordón asegurándolo ante la vista del público, colocando un alfiler de seguridad que encierre ambos lados y ensartándolo al mantel como se muestra en la figura 1 (la cual se recomienda ampliar para poder ver mejor los detalles). Se pide prestada una sortija al público, la cual se coloca junto al cordón, y se le pregunta a un espectador si piensa que podría ensartar el anillo en la curva sin tocarla o usar cualquiera de los extremos del cordón. Por supuesto, el espectador dirá que tal cosa es imposible. Se le dice entonces que por medio de la magia, se podrá llevar a cabo este acto notable.

Se pide prestado un pañuelo al público, y si nadie trae un pañuelo el mago sacará el suyo, colocándolo sobre el cordón y el anillo, diciendo que es necesario ocultar el proceso mágico “secreto”. Se le pide al espectador que observe cuidadosamente ambos extremos del cordón sin quitar su vista de ellos, para asegurar de que no se tocan durante el experimento. El mago coloca sus manos bajo el pañuelo y procede a hacer lo siguiente:

Se abre el alfiler de seguridad desensartándolo del mantel. Después se vuelve a cerrar, dejando solamente un lado de la vuelta del alfiler de seguridad (figura 2). Se toma la sortija y se ensarta en el alfiler y el cordón, formando una segunda gaza (figura 3). Se abre nuevamente el alfiler de seguridad, ensartándolo nuevamente en el mantel (figura 4). Se coloca el dedo meñique dentro dentro de la nueva gaza (figura 5) formada por la sortija. Se agarra el pañuelo con los otros dedos y casual, pero firmemente, se mueve hacia la derecha, como para apartarlo. Hay que asegurarse de sostener el anillo con la otra mano, para que no se deshaga la gaza. Con este movimiento, el mago tirará del extremo izquierdo del cordón a través de la sortija. Esto no será notado, pues el movimiento del pañuelo hacia la derecha cubrirá toda la acción y el extremo del cordón aparecerá como si no hubiese sido tocado. Ahora el anillo estará ensartado en el cordón, como se muestra en la figura 6. (No es necesario hacer la ilusión ensartando el mantel, esto es solamente un distractor para distraer la atención de los espectadores. Sin embargo, no hay que olvidar el sostener contra la mesa el extremo izquierdo del cordón cuando se mueva el pañuelo.)




El billete de papel que rompe un lápiz

Este es un truco en el que se usan un papel y un lápiz delgado de madera. El papel es un billete que se dobla por la mitad, a todo lo largo, de modo tal que el billete doblado tiene el mismo largo que el billete original. El mago le pide a una persona en el público que sostenga con firmeza el lápiz delgado de madera por ambos extremos, y levantando el billete doblado desde uno de sus extremos el mago de repente le da un golpe fuerte al lápiz por su centro del lápiz, rompiendo el lápiz por la mitad con el billete.

El secreto consiste en que si bien al levantar el billete doblado el mago sostiene el billete entre su dedo índice y el dedo pulgar, el mago extiende rápidamente su dedo índice al momento de bajar la mano, y será el dedo índice y no el billete lo que rompa el lápiz. Al romperse el lápiz, el mago regresa su dedo índice hacia adentro, de modo tal que todo parece indicar que fue el billete solo lo que rompió al lápiz. La rapidez con la que se deja caer el billete sobre el lápiz y el movimiento del dedo índice hacia adelante y hacia atrás ocurren con tal rapidez que nadie alcanza a ver lo que realmente sucedió. Este es el tipo de ilusionismo que cae dentro de lo que llamamos prestidigitación, que significa literalmente hablando que los dedos del mago son más rápidos que la vista.


La levitación del anillo

El mago pone un lápiz en posición vertical, Por el extremo superior del lápiz, el mago deja caer el anillo quedando dentro del lápiz. Al hacer unos pases mágicos, el anillo se eleva o baja, de acuerdo a las órdenes y palabras mágicas del mago.

Para este efecto de ilusionismo, se prepara primero un lápiz grande, de madera, de los que no tienen borrador, y con mucho cuidado se corta una ranura con una navaja en uno de los extremos del lápiz (si no se hace con cuidado, se pueden echar a perder algunos lápices). Hágase la ranura de un medio centímetro de profundidad. Tras esto, tómese un trozo de hilo negro, delgado, pero fuerte y resistente, del largo aproximado del brazo del mago, y hágase un nudo en la punta del hilo. Póngase este extremo del hilo con el nudo en la ranura del lápiz. El nudo debe evitar que el hilo corra, como se muestra en la siguiente ilustración:


Se ata el otro extremo del hilo al botón inferior del chaleco o americana del mago, y se coloca el lápiz así preparado de antemano en el bolsillo superior. Otra manera de preparar el lápiz consiste en obtener un lápiz cuyo borrador sea removible, siendo el más recomendable aquél cuyo borrador se ajusta al extremo del lápiz. También en este caso se ata una punta del hilo a un botón de la chaqueta del mago, mientras que el otro extremo va atado al lápiz, por debajo del borrador, que sostiene al hilo negro en su lugar debido.

Se le dice al público que se va a demostrar la superioridad de la mente sobre la materia. Se le pide prestada una sortija a un espectador. El mago toma el lápiz sacándolo de su bolsillo (sosteniéndolo bastante cerca de su cuerpo) y deja caer la sortija sobre él. Esto parecerá inocente, ya que el hilo no podrá verse y el anillo caerá naturalmente hasta abajo del lápiz. El mago ordena con unas palabras mágicas y con unos pases mégicos con su otra mano libre a la sortija que suba, y al hacer esto aparta suavemente el lápiz de su cuerpo, con lo cual el anillo se elevará, al quedar tenso el hilo. El mago puede ordenar a la sortija que suba hasta arriba, o que se detenga a cualquier altura a lo largo del lápiz y lograrlo, por medio de la tensión del hilo. También puede ordenarle al anillo que descienda en cualquier momento. Las palabras mágicas y los pases hechos con la mano libre sirven como distractores que impiden que alguien dentro del público pueda fijarse que el mago aleja un poco o acerca un poco el lápiz hacia su persona produciendo de este modo los efectos de levitación.

Como puede verse, este truco requiere que el mago vaya bien arreglado, esto es, que porte un chaleco o chaqueta en donde pueda tener amarrado el otro extremo del hilo negro y en donde haya una bolsa en la cual lleve el lápiz preparado consigo. Esta es una razón por la cual los magos suelen presentarse muy bien arreglados a sus presentaciones. Y a fin de cuentas, ¿a quién impresiona un mago que ande desaliñado y desarreglado.

Haciendo un nudo con una sola mano

El mago muestra un pañuelo a su auditorio, invitando a cualquiera a que haga un nudo con el pañuelo usando no las dos manos sino una sola mano libre. Nadie podrá hacer tal cosa, excepto el mago que lo hará con la mano libre detrás de su espalda o sujetada por un voluntario del público.

Para hacer un nudo en un pañuelo con una sola mano, es preferible usar un pañuelo de seda, porque es más fácil de manejar. La secuencia de pasos es mostrada en las siguientes figuras:


Se toma el pañuelo por la parte media, y se dobla poniéndolo encima del dedo índice y el dedo medio de la mano, con los otros dos dedos sosteniendo el extremo del pañuelo como se muestra en la figura 1. Se gira entonces la mano, y se toma el lado suelto del pañuelo bajo el dedo pulgar, sosteniéndolo como se muestra en la figura 2. Se inclina la mano hacia abajo y se toma con el dedo medio y el dedo índice la parte que está colgante, subiéndola hacia arriba como se muestra en la figura 3. Al hacer esto, se mueve el dedo pulgar hacia arriba y se va empujando con el dedo pulgar la punta del pañuelo a través de la parte trasera del bucle formado con la mano, como se muestra en la figura 4. Empujando sucesivamente la punta a través del bucle, será posible terminar de hacer el nudo con una sola mano.

El calendario mágico

Un espectador tacha al azar varios días de la semana en una hoja de calendario. El mago da inmediatamente la suma numérica total de todas las fechas, sin saber en qué días han caído.

Para este efecto, el mago arrancará previamente la hoja de un calendario comercial para entregársela a una persona entre el público. Para simplificar el acto, hay que asegurarse de que haya cinco miércoles en el mes seleccionado, como en la siguiente hoja:


Se le pide al espectador que tache en cada línea de la hoja un día de cada semana. Si el espectador lo desea, puede señalar días duplicados, tales como dos o tres lunes, etc. Cuando lo haya hecho, se le pregunta cuántos domingos ha marcado, cuantos lunes, etc., hasta terminar la línea. Cuando el espectador haya terminado de dar la información, el mago anunciará inmediatamente el resultado de las fechas marcadas, si sigue el procedimiento (secreto) que le será dado a continuación.

Supóngase que se le ha dado al espectador la hoja de calendario mostrada arriba. Se debe notar que el total de las cinco fechas que caen en miércoles es 75. Es necesario recordar este total. Recuérdese también la fórmula:

Domingo - 3
Lunes - 2
Martes - 1
Miércoles 0
Jueves + 1
Viernes + 2
Sábado + 3

Como puede verse, esto no es difícil de recordar. Cuando se le pregunte al espectador cuántos domingos tachó, si la respuesta es uno el mago anota mentalmente el número negativo -3. Si dice que no señaló ni un lunes, repítase mentalmente el número negativo -3. Si dice que tachó martes, súmense -1 y -3 para dar -4. Si señaló dos jueves, súmense 1+1(2) a -4 resultando en -2. Continúese así hasta agotar los días de la semana. Por sumas y restas de los números clave, el mago llegará fácilmente al resultado final, ya que para esto simplemente se suma o se resta (según sea el caso) a 75, obteniéndose el resultado de la suma de las fechas señaladas. Por ejemplo, tomando las fechas señaladas en la siguiente ilustración:


el cálculo será:
Un domingo -3
Ningún lunes -3 + 0 = -3
Dos martes -3 - 2 = -5
Un miércoles -5 + 0 = -5
Un jueves  -5 + 1 = -4
Ningún viernes -4 + 0 = -4
Ningún sábado -4 + 0 = -4
Suma del total de las fechas = 75 - 4 = 71


El huevo flotante

Usualmente, las amas de casa cuidadosas distinguen los huevos podridos de los huevos comestibles poniéndolos en una cubeta de agua. Los huevos que están en buen estado se quedarán en la parte inferior del recipiente, mientras que los huevos podridos subirán y bse quedarán flotando arriba.

¿Pero alguien que no sea un mago podrá hacer que un huevo se quede suspendido a la mitad del camino, sin subir hasta la superficie pero sin caer hasta el fondo?

El truco es que el huevo que flota misteriosamente lo hace entre dos aguas. Todo se debe al agua que hay en el recipiente. El recipiente estará semilleno de agua a la que previamente el mago le habrá echado sal quedando bien disuelta en el agua. Se le añade al recipiente más agua (sin sal), dejándola resbalar por uno de los lados del cubo, de modo que el fondo tendrá agua salada y la superficie tendrá agua dulce. De este modo, el huevo flotará realmente entre dos aguas, pero esto será imposible de ver al tener ambas aguas el mismo color. La preparación de este truco requerirá algo de experimentación previa para que el mago determine la cantidad de sal que necesita para que el agua salada tenga una densidad suficiente para que el huevo quede atrapado entre el agua salada y el agua dulce. Se recomienda tener dos cubetas (o dos vasos grandes) transparentes, una cubeta llena con agua ordinaria, y otra cubeta que tenga las dos aguas, con huevos en buen estado puestos en ambas cubetas:


Si se desea, se puede tener una tercera cubeta con agua ordinaria en la cual se pondrá un huevo podrido, el cual flotará en la superficie, y de este modo se tendrán tres cubetas todas llenas con la misma cantidad aproximada de agua, pero una de ellas con un huevo en el fondo, otra con un huevo flotando en la superficie, y una tercera con un huevo flotando a la mitad del camino.

A continuación veremos otro truco que tiene que ver con huevos.

El huevo giratorio

El mago le presenta al público una canasta de huevos, y le pide a algunos voluntarios que tomen un huevo de la canasta para hacerlo girar. Ninguno podrá hacerlo girar, excepto el mismo mago. El truco está en que un huevo fresco no puede girar porque su interior es líquido. Sin embargo, el interior de un huevo duro (cocido) es sólido. Y el mago fue lo suficientemente precavido para poner un huevo duro en el fondo de la canasta de huevos. Al pedirle a los voluntarios del público tomar un huevo al azar de la canasta, el que quieran, estos sin pensarlo mucho tomarán el primer huevo que vean en la parte superior, y no se les ocurrirá tomar uno que esté en el fondo de la canasta.


La cuerda y el brazalete

El mago le pide a algún voluntario entre el público que le ate las muñecas de ambas manos con los extremos de una cuerda o cordón, a la vez que entrega un brazalete sólido en forma de anillo sencillo al público para su inspección. Una vez que el mago está bien atado, se le entrega el brazalete al mago, la cual enseña al público el brazalete en su mano levantando ambos brazos y con el cordón atado a ambos extremos de sus muñecas. Hecho esto, el mago baja sus brazos, y tras tomar un respiro vuelve su espalda rápidamente por un momento, y cuando el mago se voltea nuevamente para estar frente al público, extendiendo ambos brazos hacia adelante, le muestra a los asombrados espectadores que el brazalete sólido está colgando del cordón.

El secreto radica en el hecho de que el mago ha conseguido previamente dos aros o brazaletes iguales, lo suficientemente grandes para que pueda meter sin dificultad su mano en uno de ellos, los cuales deben ser de tipo sólido, sin una abertura o un medio para abrirse. Los brazaletes deben ser de un tamaño apropiado para ser deslizados en la mano y sostenidos por la fricción en el brazo, arriba de la muñeca. Antes de su presentación, el mago ha tomado uno de los brazaletes deslizando su mano dentro del mismo y subiéndolo por su antebrazo hasta donde llegue. La fricción del brazalete con la piel del mago lo mantendrá allí, y cuando el mago tenga puesto el saco el brazalete que trae puesto quedará oculto bajo la manga como lo muestra la siguiente figura:


El voluntario que le ata al mago las manos con el cordón no lo ve porque el mago tendrá ambos brazos lo suficientemente levantados para que no se alcance a ver por la manga del mago el brazalete sólido que trae puesto. Es importante que el mago pida al público que examine bien el brazalete, y una vez que hayan comprobado que el brazalete no tiene aberturas, se le entrega el brazalete al mago. El mago vuelve la espalda al público, colocando el brazalete que le fue entregado en el bolsillo de su chaleco o de su camisa, sin que el público se pueda dar cuenta de ello por estarle dando la espalda, permitiendo que el otro brazalete resbale hacia abajo por el brazo, hasta quedar en la cuerda. Esto se puede hacer con rapidez para no despertar sospechas. Las siguientes figuras muestran los dos pasos esenciales en la ejecución de esta ilusión:



La tira restaurada

El mago saca una tira de papel con un mensaje escrito, la cual hace pedazos ante el público. Hecho esto, el mago restaura inmediatamente la tira original con el mensaje.

Para este efecto de ilusionismo, el mago llevará preparada una tira de la manera que se muestra en la siguiente figura con espacio suficiente para poder contener el mensaje:


Como puede verse arriba, el efecto consiste en dos tiras de papel delgado con mensajes idénticos, de unos 12×40 centímetros. El mensaje puede ser cualquiera: un proverbio cómico, el nombre de alguien, de hecho, cualquier cosa para la que el mago pueda hallar una charla apropiada. Las dos tiras de papel deben verse exactamente iguales, lo mismo que el mensaje que llevan impreso. Se toma una de las tiras, y se dobla en una serie de pliegues pequeños a manera de los acordeones que utilizan en sus exámenes escolares los estudiantes flojos. Esto quedará como un paquetito. Extiéndase un pliegue del extremo del “acordeón”, y póngase un poco de goma en la mitad del segundo pliegue, pegándolo detrás del extremo derecho de la segunda tira de papel (detrás de donde está escrito o impreso el mensaje). El acordeón debe quedar pegado a unos cinco centímetros de la orilla y equidistante de ambos bordes de la segunda tira de papel. Cuando se haya preparado esto, se dobla el pliegue libre sobre el paquete, doblando hacia abajo la parte superior del paquetito y hacia arriba la parte superior.

Al llevar a cabo el acto, el mago toma la tira extendida, con su dedo pulgar sobre la parte del paquete posterior y el mensaje hacia el público. El mago charla algo apropiado y empieza a romper el papel como se muestra en las figuras de abajo. Puede romperlo primero por la mitad, poniendo juntos los dos pedazos, de manera que el “acordeón” esté siempre en la parte de atrás. El mago continuará rompiendo el papel hasta tener varios pedazos aproximadamente cuadrados en su mano. Se doblan estos pedazos juntos en un paquete pequeño y cuadrado. El mago agita sus manos una o dos veces hacia arriba y hacia abajo, y durante este movimiento le da vuelta a todo el paquete, de manera que los pedazos queden hacia el mago y la tira sin romper (el acordeón) hacia el público. El mago desdobla el paquete de frente al público, manteniendo siempre el paquete de papel roto hacia él. Cuando se tenga la tira completamente extendida con el mensaje frente al público, el público no podrá ver los pedazos, que son sostenidos en su lugar con el pulgar del mago, lo cual le parecerá a los asistentes como una restauración milagrosa.



El vaso que atraviesa la mesa

Este es un muy buen truco que tiene la ventaja de que el mago no necesita llevar nada preparado y lo puede efectuar en cualquier lugar en donde haya una mesa con mantel, además de papel rugoso del que se usa para limpiar y un vaso de vidrio (o de plástico irrompible). El mago pide un vaso de plástico irrompible y lo recubre bien con el papel rugoso. Hecho esto, el vaso de plástico cubierto con el papel se pone sobre la mesa. Se pone una hoja de papel debajo del vaso de plástico recubierto con el papel rugoso. Hecho esto, el mago levanta la palma de su mano y la deja caer sobre la mesa directamente sobre el vaso dando un gran golpe directamente sobre el vaso de plástico. En lugar de quebrarse la mano del mago al pegarle con su mano al vaso, la mano del mago queda plana sobre la mesa. Y en ese mismo momento, se oye algo que cae debajo de la mesa. Es el vaso, el cual parece haber atravesado mágicamente la mesa, el mantel que hay en la mesa, y la hoja de papel que había sido puesta por debajo.

Lo que ocurre en realidad es que, después de que el mago envuelve bien el vaso y quita la envoltura para mostrale al público que el vaso sigue allí (véase la figura 1 de abajo), al ponerse la hoja de papel debajo del vaso (figura 3) el mago acerca el vaso hacia su persona y lo deja caer entre sus piernas. Puesto que el papel rugoso tiene la forma del vaso y puesto que esto ocurre rápidamente, nadie se dará cuenta de ello. Al dar el mago el golpe, en realidad no hay ningún vaso allí, pero justo al dar el golpe el mago deja caer al suelo el vaso que estaba entre sus piernas, en donde le pedirá a alguien del público que lo busque para que confirme que el vaso efectivamente ha atravesado la mesa. Si el piso está alfombrado, el efecto se puede llevar a cabo de una manera un poco más dramática usando un vaso de vidrio, confiando en que gracias a la alfombra el vaso de vidrio no se romperá al dejarlo caer el mago de sus piernas al suelo.




Los vasos literarios

El mago envuelve en un pañuelo un libro pequeño. Coloca dos vasos sobre su superficie, uno junto al otro. Cuando se invierte el conjunto, los vasos no caen, sino que permanecen pegados misteriosamente al libro.

Para este efecto, se unen dos cuentas pequeñas con un pedazo de cordón, de manera que queden separadas unos dos centímetros (véase la figura 1). Se cosen a la bastilla de un pañuelo, de manera que queden equidistantes de ambas esquinas (figura 2).

El mago explica que intentará por medio de sus poderes mágicos contrarrestar la ley de la gravedad. Se toma un libro pequeño de unos diez o doce centímetros de ancho por quince de largo y se enreda el pañuelo en torno al libro. El libro es envuelto en tal forma que las cuentas quedan hacia arriba y en el centro de una de las superficies, de manera que las cuentas queden entre los dos vasos (figura 3). Ahora, si se coloca el dedo pulgar en medio de los dos vasos y se oprime la superficie del libro, la tensión así obtenida entre el dedo pulgar y las cuentas sostendrá los vasos firmemente contra el libro. Al invertir lentamente el conjunto, los vasos quedarán adheridos sin caer (figura 4). Tras esto, se les da vuelta hasta la posición anterior, y se levantan los vasos. El mago regresa el pañuelo a su bolsillo pasándole al público el libro y los vasos para que sean examinados.


El agua seca

El mago mete su mano dentro de un vaso con agua. Al sacar su mano del agua, saluda a varios espectadores que comprueban asombrados que la mano del mago está completamente seca después de haberla mostrado seca.

El secreto radica en que antes de efectuar esta ilusión el mago preparó su mano para tal efecto aprovechando un momento oportuno, aplicándose una capa delgada de polvo que actúa como impermeable. Los polvos de talco y licopodio que se pueden conseguir en farmacias a veces se usan para llevar a cabo este efecto, aunque ninguno de estos polvos es totalmente satisfactorio (resulta algo difícil disimular una mano que está recubierta de talco). La mejor sustancia para esta ilusión es el estearato de zinc. Si se frota este polvo cuidadosamente por toda la mano, su presencia no será advertida por el público; pero cuando se introduce la mano en el agua y se saca inmediatamente la mano se hallará totalmente seca:





El cordón restaurado

El mago sostiene un cordón entre los dedos de sus manos, con dos extremos del cordón colgando hacia abajo y con un pequeño bucle del cordón hecho por encima de los dedos. Tomando unas tijeras entre sus manos, corta la parte superior del cordón que forma el bucle, y muestra los dos pedazos de cordón al público. Acto seguido, pone dentro de su boca los extremos que sostiene entre sus manos, y después de deslizar el cordón de un extremo a otro dentro de su boca, el mago presenta el cordón restaurado.

El mago puede hacer esta restauración, porque el cordón nunca fue cortado. El bucle superior es un pedazo pequeño del mismo cordón que pasa por debajo del cordón que en realidad está doblado en dos mitades. El bucle superior es inicialmente un pequeño anillo hecho del cordón, y al cortarlo dá la impresión de haberse cortado el cordón por su parte media con las tijeras. Al meter el bucle dentro de su boca y deslizar el cordón por la misma, en realidad lo que hace el mago es dejar salir al cordón pero reteniendo el pedacito dentro de su boca. Siendo un cordón delgado al fin y al cabo, lo puede depositar con la lengua debajo del labio entre el labio y la dentadura, y puede hablar normalmente para dirigirse al público. El mago se puede deshacer después del pedacito del cordón que tiene en su boca (no se recomienda tragarse el pedacito de cordón; tales cosas no son saludables, ni siquiera para un mago).


Las tarjetas místicas para la adivinación del futuro

Un don que alguien esperaría encontrar en cualquier mago que se precie de serlo es la capacidad para poder adivinar el futuro. Aunque la adivinación del futuro no está estrictamente dentro del campo de la magia, esta actividad es tan favorecida por algunos espectadores, especialmente las mujeres, que no lesiona el valor de la diversión de un programa incluirla dentro del repertorio. La rutina que veremos a continuación está basada en un pequeño truco matemático, pero es bastante divertida y hasta convencerá a algunas personas crédulas de las proezas del mago como adivinador del futuro y lector de la mente.

El mago entrega a un voluntario una tarjeta en la que está la mayoría de las preguntas que se hacen generalmente a un adivinador de la suerte. El espectador selecciona mentalmente y en secreto una de las preguntas que desea oír contestadas. El mago le entrega varias otras tarjetas, en cada una de las cuales están algunas de las preguntas que se encuentran en la lista maestra. El espectador descarta todas las tarjetas, excepto aquellas en las que está su pregunta. El mago estudia por un momento la lista maestra, y luego contesta la pregunta escogida por el espectador, aunque ésta no haya sido mencionada en ningún momento.

Para preparar este efecto, se elaboran previamente las siguientes listas de preguntas, usando tarjetas de índice de por lo menos 10×15 centímetros. Todas las tarjetas deben ser del mismo tamaño, por lo tanto se usa una separación de un espacio en la lista maestra y doble espacio en las otras cinco. Imprímase la lista maestra que se muestra a continuación con las treinta preguntas:
1. ¿Habrá otra guerra?
2. ¿Ganaré el juicio?
3. ¿Cuándo me casaré?
4. ¿Saldré de este embrollo?
5. ¿Conseguiré el dinero?
6. ¿Debo confesar todo?
7. ¿Soy un tonto?
8. ¿Debo pedir prestado el dinero?
9. ¿Haré el viaje?
10. ¿Me es fiel?
11. ¿Mejorará mi salud?
12. ¿Tendré éxito?
13. ¿Cuál es mi mayor defecto?
14. ¿Debo creer todo lo que oigo?
15. ¿Cuándo conseguiré trabajo?
16. ¿Debo asistir a la cita?
17. ¿Cuándo me jubilaré?
18. ¿Debo guardar dieta?
19. ¿Debo vender mi propiedad?
20. ¿Debo hacer un cambio?
21. ¿Haré un viaje por mar?
22. ¿Cuántos hijos tendré?
23. ¿Debo firmar los documentos?
24. ¿Debo tomar un seguro?
25. ¿Tendrá éxito la operación?
26. ¿Puedo permitirme unas vacaciones?
27. ¿Me haré rico?
28. ¿Compraré un carro nuevo?
29. ¿Debo ofrecer mi ayuda?
30. ¿Tengo algunos enemigos?
Imprímanse también las siguientes cinco tarjetas. No se olvide que todas las tarjetas deben ser del mismo tamaño. Cada una de las tarjetas suplementarias estará numerada en la parte superior de la manera en que se muestra. El orden de las preguntas y el número en la parte superior de cada tarjeta hace que el truco funcione por sí mismo.
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¿Habrá otra guerra?
¿Cuándo me casaré?
¿Conseguiré el dinero?
¿Soy un tonto?
¿Haré el viaje?
¿Mejorará mi salud?
¿Cuál es mi mayor defecto?
¿Cuándo conseguiré trabajo?
¿Cuándo me jubilaré?
¿Debo vender mi propiedad?
¿Haré un viaje por mar?
¿Debo firmar los documentos?
¿Tendrá éxito la operación?
¿Me haré rico?
¿Debo ofrecer mi ayuda?
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¿Ganaré el juicio?
¿Cuándo me casaré?
¿Debo confesar todo?
¿Soy un tonto?
¿Me es fiel?
¿Mejorará mi salud?
¿Debo creer todo lo que oigo?
¿Cuándo conseguiré trabajo?
¿Debo guardar dieta?
¿Debo vender mi propiedad?
¿Cuántos hijos tendré?
¿Debo firmar los documentos?
¿Puedo permitirme unas vacaciones?
¿Me haré rico?
¿Tengo algunos enemigos?
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¿Saldré de este embrollo?
¿Conseguiré el dinero?
¿Debo confesar todo?
¿Soy un tonto?
¿Tendré éxito?
¿Cuál es mi mayor defecto?
¿Debo creer todo lo que oigo?
¿Cuándo conseguiré trabajo?
¿Debo hacer un cambio?
¿Haré un viaje por mar?
¿Cuántos hijos tendré?
¿Debo firmar los documentos?
¿Compraré un carro nuevo?
¿Debo ofrecer mi ayuda?
¿Tengo algunos enemigos?
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¿Debo pedir prestado el dinero?
¿Haré el viaje?
¿Me es fiel?
¿Mejorará mi salud?
¿Tendré éxito?
¿Cuál es mi mayor defecto?
¿Debo creer todo lo que oigo?
¿Cuándo conseguiré trabajo?
¿Debo tomar un seguro?
¿Tendrá éxito la operación?
¿Puedo permitirme unas vacaciones?
¿Me haré rico?
¿Compraré un carro nuevo?
¿Debo ofrecer mi ayuda?
¿Tengo algunos enemigos?
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¿Debo asistir a la cita?
¿Cuándo me jubilaré?
¿Debo guardar dieta?
¿Debo vender mi propiedad?
¿Debo hacer un cambio?
¿Haré un viaje por mar?
¿Cuántos hijos tendré?
¿Debo firmar los documentos?
¿Debo tomar un seguro?
¿Tendrá éxito la operación?
¿Puedo permitirme unas vacaciones?
¿Me haré rico?
¿Compraré un carro nuevo?
¿Debo ofrecer mi ayuda?
¿Tengo algunos enemigos?
Antes de iniciar el truco, el mago puede tener preparada una charla como la siguiente: “Desde la antigüedad hasta nuestros días, la adivinación del futuro ha sido un negocio próspero. En la antigüedad, los sacerdotes y los adivinos tenían al pueblo completamente bajo su control con sus poderes. La naturaleza supersticiosa de la generalidad de los hombres hacían posible esto. Cualquier cosa que decían los oráculos era aceptada a ojos cerrados. Por supuesto, en los tiempos modernos, todo esto ha cambiado. Hay mucho menos temor a lo desconocido y mucha menos superstición, pero, entre muchas personas, todavía existe la creencia en la habilidad de algunos individuos para leer en las mentes y predecir el futuro. Voy a intentar un experimento relativo a lo anteriormente explicado. Ustedes podrán juzgar personalmente respecto a la autenticidad de mi demostración. ¿Quiere ayudarme, por favor, algún espectador que desee hallar respuesta a alguna pregunta?”.

Después que un espectador se preste como voluntario, el mago le entrega la lista maestra con las 30 preguntas, indicándole que debe seleccionar mentalmente una de las preguntas, que guardará en secreto. Después de que lo haya hecho, el mago recupera la lista maestra y le entrega al voluntario otra de las cinco tarjetas restantes, pidiéndole que busque su pregunta dentro de esa lista. Si la pregunta está en esa tarjeta, el voluntario deberá retenerla y concentrarse nuevamente en la pregunta, en caso contrario le devolverá la tarjeta al mago. El mago le va entregando una a una las otras cuatro tarjetas, con las mismas instrucciones.

Aquí es donde entra en acción el número clave que está en la parte superior de cada tarjeta. La tarjeta número 1 tiene un valor de uno, la tarjeta número 2 valdrá dos, el valor de la tarjeta número 3 es cuatro, la tarjeta número 4 vale ocho, y la número 5 vale dieciséis. Obsérvese que el valor de cada tarjeta es el doble del que tiene la tarjeta anterior. No es difícil recordar estos valores. Cuando el voluntario devuelva las tarjetas en las que no aparezca su pregunta, el mago anota sus designaciones numéricas, para poder determinar cuáles son las que se han retenido. Por ejemplo, si el voluntario le regresa al mago las tarjetas 1, 3 y 5, el mago sabe que el voluntario ha retenido las tarjetas 2 y 4. Se suma el valor de las tarjetas retenidas por el voluntario; en nuestro ejemplo, la suma de la tarjeta 2, que vale dos, y de la tarjeta 4, que vale ocho, nos da un total de diez. Entonces el espectador habrá seleccionado la pregunta número 10. El mago podrá determinar fácilmente cuál es la pregunta secreta escogida por el voluntario, buscándola en la lista maestra.

Después de que el mago haya localizado la pregunta, se recomienda no leer la pregunta, sino que se proceda directamente a responderla, ya sea con seriedad o humorísticamente, permitiendo que la respuesta dada por el mago sugiera que el mago sabe cuál era la pregunta que el espectador tiene en la mente. Si se da una respuesta humorística, será más divertido el acto. Con una buena presentación y un poco de ingenio, el mago podrá convencer al público o cuando menos a una parte de él de su habilidad para adivinar el futuro y leer las mentes.

La agujeta que cambia de color

Aquí el mago muestra abiertamente al público una agujeta negra. El color de la agujeta cambia misteriosamente de negro a blanco, después de que el mago hace correr de extremo a extremo la cinta para zapatos dentro de su puño cerrado.

Para lograr este efecto, obténgase un par de cintas para zapatos, una blanca y una negra. Deben ser cordones huecos. Se hacen pequeñas aberturas cerca de los dos extremos de la agujeta negra. Se inserta la punta de la agujeta blanca en una de las aberturas, y se ensarta hasta la punta, llevando la punta de la agujeta blanca hasta el extremo opuesto (véase abajo en la figura 1). Se corta la punta del cordón blanco del otro extremo y se cose dicho extremo al cordón negro.

El mago sostiene la agujeta preparada con los dedos índice y pulgar de la mano izquierda, cubriendo ambas puntas y permitiendo que el resto de la agujeta cuelgue libremente. Hágase notar su color negro al público. Se dicen algunas palabras “mágicas” y se encierra el extremo en el puño derecho. Se agarra la punta saliente del cordón blanco con los dedos de la mano izquierda y se hace correr la mano, sosteniendo el extremo de la agujeta negra con la mano derecha, plegándola como un acordeón dentro del puño derecho. Solamente se mostrará el cordón blanco (figura 2). Esta es una transposición de color muy efectiva. Obviamente, el mago no pasará la agujeta al público para su inspección.



La mesa flotante


Nada mejor que un buen mago para reunir a varios para contemplar un fenómeno propio de las sesiones espiritistas, la mesa flotante. Con todo a media luz, desde luego.

En este efecto, varias personas, incluyendo al mago, se sientan en torno a una mesa para llevar a cabo el experimento. Todos colocan sus manos sobre la mesa. Después de un rato de invocaciones al más allá, la mesa se levanta del piso y “flota” en el aire.

En realidad, es el mago el que está haciendo “levitar” la mesa. Para lograr esta levitación, se requiere de un lápiz grande, al que no se le haya sacado punta, o de una varilla plana, de unos dos y medio centímetros de ancho y unos veinte centímetros de largo. Póngase longitudinalmente sobre la palma de la mano, de manera que sobresalga alrededor de unos dos centímetros de la base de la mano. Enrédese el otro extremo del lápiz con cinta adhesiva de unos cinco centímetros de ancho. Pásese la cinta varias veces en torno al brazo, de manera que el lápiz o la varilla quede firmemente asegurado. Con el saco puesto, este arreglo no puede verse. Si es posible, prepárese a un cómplice de la misma forma. El mago puede obtener solo este efecto, pero será más convincente si lo hace con la ayuda de un cómplice.

Al llevarse a cabo la sesión, el mago habla al público de “espiritismo” y de la creencia de que los llamados “médiums” tienen el poder de invocar la ayuda de los espíritus, para producir fenómenos contrarios a las leyes de la naturaleza. El ejecutante les dice que, como mago, ha desarrollado poderes mágicos hasta el grado de producir estos fenómenos. Se les invita para reunirse al mago en una sesión. Se invita a tantos espectadores como haya en el salón, a sentarse en torno a una mesita de juego o cualquiera otra mesa ligera, sentándose el mago junto con ellos. Si se va a usar un confederado, se hace que se siente en el lugar opuesto al mago. Se le pide a todos que pongan las manos sobre la mesa, con las palmas hacia abajo, como en una verdadera sesión. Al poner el mago sus manos en esa posición, éste permite que el extremo del lápiz o de la varilla quede debajo de la mesa. Esto se debe hacer con naturalidad, sin titubear. El lápiz o la varilla no debe verse, ya que estará oculto por la mano y la manga. El cómplice hará lo mismo con su lápiz. Se pide a todos guardar completo silencio, para que todos puedan concentrar su atención en hacer que la mesa se levante. El mago y su cómplice pueden levantar la mesita del piso y hacerla flotar en el aire, ejerciendo una tracción lenta y firme hacia arriba con la mano derecha. Sera obvio que el mago no podrá estar levantando la mesa, ya que tiene ambas manos colocadas sobre la mesa.

Es posible realizar este efecto sin ningún equipo. El método consiste en pedir que todos pongan su mano derecha sobre la mesa, cerca del borde, con la palma hacia abajo. Al hacerlo, la mano izquierda debe quedar abajo de la derecha, de manera que los dedos rodeen la muñeca, quedando hacia arriba. Para hacer que la mesita se eleve, el mago y su cómplice extenderán el dedo índice de la mano izquierda, oculto por la mano derecha, de modo que pase por abajo del borde de la mesita. Ahora, se levanta la mesita con una ligera presión hacia arriba. La atención de todos estará puesta en la mesa, y nadie notará que el dedo índice está oculto.

Dicho sea de paso, es con estas tretas como muchos charlatanes logran esquilmar a los incautos que creen en estas cosas y les pagan dinero por ello. Esto no quiere decir que no haya un más allá (esta creencia es la piedra fundamental de casi todas las religiones), una dimensión casi impenetrable en la que habiten los espíritus, pero estos aquelarres espiritistas convocados por estafadores profesionales no parecen ser una forma honesta y creíble de poder establecer contacto con el más allá. Y fue precisamente un mago, Houdini, el que expuso a una buena cantidad de charlatanes. En el peor de los casos, aquél que realmente la quiera hacer de médium ofreciendo voluntariamente su cuerpo para ser poseído por un espíritu del más allá podría terminar requiriendo los servicios del mejor exorcista que pueda encontrar en su localidad, ya que el sacar fuera del cuerpo a estos inquilinos no deseados no es precisamente una de las especialidades de ningún mago.

Los anillos mágicos

Para este efecto, el mago deberá llevar preparados unos anillos de papel que son muy fáciles de hacer. Como lo muestra la siguiente figura:


se toma una tira larga de papel, se le da media vuelta a un extremo, y se pegan los extremos formando un anillo. Aunque la figura muestra los extremos pegados con cinta adhesiva, es mejor pegarlos con pegamento líquido. Además de esta cinta preparada, se deberá llevar un segundo anillo para el cual el doblez haya sido de una vuelta completa, un tercer anillo en la cual el doblez sea de vuelta y media, y un cuarto anillo en la cual el doblez sea de dos vueltas completas.

El mago llevará unas tijeras consigo, y le pedirá a alguien del público ofrecerse como voluntario para cortar el primer anillo (el que tiene media vuelta de doblez) haciendo el recorrido del corte con las tijeras justo por la mitad del anillo. Se recomienda utilizar un papel que tenga imágenes de color en uno de los lados para dramatizar mejor los efectos:



Cuando el voluntario le haya dado el recorrido completo a la cinta, el anillo en vez de separarse en dos anillos del mismo tamaño se convertirá en un solo anillo de tamaño doble:



Y cuando esto se haga el corte del segundo anillo (aquel en el cual la vuelta fue una vuelta completa), el anillo original se convertirá en dos anillo entrelazados:



Los anillos construídos en la manera indicada constituyen una de esas rarezas matemáticas que casi rayan en lo absurdo, y son conocidos como bandas de Möbius. Los efectos sorprendentes son el resultado de llevar a cabo un corte sobre un objeto que tiene una sola cara. De modo  tal que, en este efecto, lo que estarán viendo los espectadores es magia matemática directamente en acción.

La ilusión de la chica dentro del aro

En algunas ocasiones, es posible mostrar a alguien una ilusión que en cierta forma simula lo que hace un mago profesional en sus espectáculos, pero recurriendo al efecto de una ilusión óptica en un papel.

Imprímase la siguiente figura, y pídasele a la persona que vaya acercando lentamente sus ojos a la figura hasta que la punta de su nariz esté tocando el punto obscuro (el lector puede hacer lo mismo si tiene una computadora con un monitor de pantalla plana):



La chica, efectivamente, irá entrando al aro. O al menos eso parece, tratándose de una ilusión.

La colección de trucos y efectos de ilusionismo que se ha dado aquí no requiere de aparatos especiales como los que usan los magos profesionales para desaparecer personas, ni requieren de una habilidad manual extraordinaria. (Hay magos profesionales conocidos como prestidigitadores que después de una cantidad considerable de horas de práctica logran desarrollar una rapidez manual tal que les permite hacer actos de magia sin necesidad de equipo alguno y con los cuales pueden hacer aparecer y desaparecer cosas de modo tan rápido que es casi imposible darse cuenta con la simple vista del escamoteo que se lleva a cabo. Entre estos magos se encuentran los que son muy diestros en los juegos de baraja, y entendiblemente no son muy bienvenidos en las casas de juego en donde pueden limpiarle todos sus bolsillos a todos los apostadores con sus artes en la baraja.) Si se desea y se tiene tiempo para ello, se pueden construír aparatos sofisticados con los cuales se pueden desaparecer todo tipo de objetos relativamente grandes tales como un conejo (el animal favorito de los magos porque no hace mucho ruido, y así no revela el lugar en donde el mago lo tiene escondido). Un ejemplo es la siguiente caja para el desvanecimiento de objetos:


Si se observa detenidamente y con cuidado el interior de la caja, se podrá apreciar por la tenue linea diagonal que hay en la pared interna del lado derecho de la caja y que va del borde inferior de la pared trasera hasta el borde superior frontal de la caja, la presencia del espejo diagonal que esconde la mitad del volumen interior de la caja. Alguien que no esté al tanto de esto jamás podrá detectar la presencia del espejo interno colocado en forma diagonal y el cual refleja el piso de la caja. En un aparato de este tipo, el mago mete al conejo por la tapa superior de la tapa, con lo cual el conejo cae detrás del espejo, y al abrir la pared frontal de la caja como en la foto superior, no se podrá ver el conejo. Con una caja de mayor tamaño, es posible desaparecer personas. Se pueden construír cajas más ingeniosas aún en las cuales los espejos son posicionados después de que algún voluntario entre el público ha entrado dentro de la caja para comprobar que no hay espejos (y no los hay cuando entra, los espejos son posicionados por el mago después de que el voluntario sale de la caja). Una variante más pequeña de la caja mostrada arriba es una caja para desaparecer varias monedas, la cual también tiene montado un espejo diagonal interno que no se alcanza a ver a simple vista y detrás del cual van cayendo las monedas:



Los ilusionistas del siglo antepasado fueron capaces de fabricar aparatos con los cuales era posible proyectar imágenes de espectros fantasmagóricos que surgían aparentemente de la nada y que, dependiendo de la sofisticación de los aparatos, se podían desplazar de un lado a otro. Las siguientes ilustraciones de aquella época reproducen algunos grabados de tales aparatos (los detalles de los aparatos se pueden apreciar mejor ampliando la imagen):


El campo de la magia es muy extenso, y posiblemente uno de los más grandes magos de todos los tiempos lo fue sin duda el incomparable Harry Houdini, el cual no solo era escapista sino también ilusionista en grado supremo. Fue precisamente Houdini el mago que el 7 de enero de 1918 en el hipódromo de Nueva York llevó a cabo la desaparición de una elefante, Jennie, cuyo peso era de 6,000 libras. Se trata de un elefante vivo, de carne y hueso, no de un globo enorme que Houdini pudiera desinflar para sacarlo escondido y plegado con la ayuda de algún cómplice.

¿Cómo se las arregló Houdini para hacer desaparecer un elefante vivo de carne y hueso ante la mirada atónita de los miles de espectadores que lo rodeaban y que salieron perplejos sin poder darle crédito a sus ojos ante lo que habían visto? Bueno, dejaré este asunto pendiente porque es un poco tarde y estoy algo cansado de tanto escribir. Creo que me iré al comedor para llevar a cabo el acto de desaparición que más me agrada, que consiste en la desaparición de un pastel de chocolate acompañado de un buen vino Lambrusco que también desaparecerá ante mis ojos. Lamentablemente, las calorías consumidas no desparecerán como por arte de magia, esas quedarán a largo plazo en algún lugar del cuerpo que será el recordatorio constante de las consecuencias del pecadillo de la gula. A veces hasta los mejores magos tienen sus limitaciones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente blogg