A continuación voy a reproducir una historia interesante que leí en un poster puesto en el escaparate de una de las tiendas de artículos para novias y quinceañeras situada en la avenida Lerdo en la ciudad en donde vivo. El autor de dicho relato es alguien cuyo nombre es Gabriel Ayala, a quien doy crédito aquí por esta historia.
Un día Dios bajó a la Tierra para visitar a sus hijos.
Llegó a la morada de un zapatero, una vivienda modesta y ordenada.
Dios:
-He caminado mucho y mis zapatos están rotos y mis pies maltrechos, ¿podrías hacerme unos zapatos? Pero no tengo con qué pagarte.
Zapatero:
-Ya estoy cansado de que la gente me pida cosas y no dé nada a cambio. Tengo muchos sueños y no he podido realizarlos porque no tengo dinero.
-¿Qué es lo que necesitas?- preguntó Dios.
El zapatero, sonriendo, contestó:
-Quiero muchos, pero muchos pesos.
-Yo puedo dártelos, pero a cambio de que me des tus piernas- respondió Dios.
-¿Mis piernas? ¿Cómo podré caminar por el bosque? ¿Cómo podré correr hacia mis hijos? No, no te puedo dar mis piernas.
Dios le dice:
-Entonces tus brazos.
-¿Cómo podré entonces alimentarme? ¿Cómo podré abrazar a mi mujer? ¿Cómo podré acariciar a mis nietos? No puedo darte mis brazos.
Dios insiste:
-¿Qué te parece si te doy muchos millones por tus ojos?
-Pero así jamás podré ver un amanecer, no podré ver los ojos de mi amada, disfrutar de la puesta del sol. ¡No, no puedo darte mis ojos!
-¡Ah!- dijo Dios, ¡mira nada más cuántas riquezas posees, y no te habías dado cuenta.
1 comentario:
Es precioso
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