jueves, 17 de julio de 2014

Combatiendo el sangrado de encías




Los primeros síntomas son inconfundibles. Se manifiestan cuando, al terminar de lavarse los dientes con pasta dental blanca y escupir el buche en el lavadero, el buche en vez de aparecer blanco muestra una coloración rosada o inclusive roja, el síntoma inconfundible de que las encías están sangrando. Otra forma de descubrirlo es al morder una fruta como una manzana, dejando un rastro rojo proveniente de nuestra boca en donde la pulpa de la manzana fue arrancada con nuestras encías.

En algunos países el sangrado de encías es llamado piorrea, aunque esta palabra puede ser considerada tan ofensiva como hilarante y hasta ha sido motivo de burlas en juegos de palabras jocosos como el famoso personaje conocido como Don Serapio Rea.

La forma más fácil de detectar el origen del sangrado es viéndose el borde de las encías (en donde la carne está alineada horizontalmente con los dientes). Esta tendrá un aspecto rojizo, el síntoma claro de una inflamación  que frecuentemente está asociada con una infección bacteriana:

El diagnóstico inicial puede ser una gingivitis. La gingivitis se puede curar sin dejar secuelas, pero tiende a reaparecer una y otra vez en personas que no practican una higiene bucal adecuada. Con la gintivitis, las encías aumentan de tamaño, cambian de color (del “rosa coral” pasan al “al rojo vino”) y terminan sangrarando con gran facilidad, ya sea de forma espontánea, tras la masticación de determinados alimentos o durante el cepillado. Una gingivitis que no es tratada a tiempo puede evolucionar hacia una periodontitis, la cual a diferencia de la gingivitis puede dejar secuelas a largo plazo cuyo peor pronóstico es la eventual pérdida de las piezas dentales. En efecto, si dejamos que la gingivitis se perpetúe en el tiempo y además hay otros factores llamados de riesgo como el tabaco, la diabetes o los antecedentes familiares, el problema infeccioso se puede trasladar de la encía al hueso alveolar, que se encuentra por debajo de ésta y que es el responsable de mantener anclado el diente en su posición. En este caso estaremos ante una situación clínica totalmente diferente que generará la pérdida ósea alrededor de las piezas dentales. Si el problema no se ataja a tiempo, los dientes adquirirán movilidad y se caerán de forma espontánea o estaremos obligados a extraerlos. Por esto es importante atacar de inmediato el problema del sangrado de encías en cuanto es detectado.

La primera línea de ataque para enfrentar el sangrado de las encías consiste en acudir con un dentista para eliminar el sarro que se va acumulando en todos con el paso de los meses. El sarro es una cosa extremadamente dura que no puede ser removida con el cepillo de dientes., se requiere que el dentista lo remueva con el garfio metálico que usualmente se usa para raspar el sarro. Los dentistas mejor equipados tienen en su mesa de trabajo un garfio metálico que vibra bajo la acción de ultrasonidos que facilitan la remoción del sarro, aunque un buen dentista con algo de práctica puede hacer el trabajo conocido como tartrectomía sin necesidad del garfio ultrasónico.

La remoción del sarro dental es el primer paso indispensable para combatir el sangrado de las encías. Sin embargo, se debe suponer que hay ya una infección bacteriana asentada, la cual no será fácil de eliminar.

Después de la remoción del sarro con el dentista, la infección bacteriana presente en las encías se puede combatir con un antiséptico microbicida. En el caso de la gingivitis, el arsenal disponible no es muy amplio, y en los países de habla hispana el ingrediente activo que debemos buscar es algo que contenga la clorhexidina. El medicamento de mayor uso que la contiene es el Perioxidin. El Perioxidin viene en varias presentaciones, pero posiblemente la más recomendable es el enjuage bucal.

El mismo día en que se llevó a cabo la remoción del sarro de los dientes con el dentista, se debe empezar con el enjuage bucal con el Perioxidin, haciendo dos o tres buches al día. Si se hacen dos buches al día, es recomendable hacer uno de ellos inmediatamente antes de irse a dormir, para que la capa del microbicida que haya quedado adherida a la placa dental tenga la oportunidad de estar actuando toda la noche mientras la persona está dormida, aprovechando el hecho de que en todo ese tiempo no se ingiere alimento alguno que requeriría una limpieza con dentrífico que removería todo el Perioxidin.

En cada buche que se haga con Perioxidin, se debe usar una porción de 15 mililitros del colutorio (líquido) sin diluír dejando que el líquido circule por toda la cavidad bucal durante 30-60 segundos (o mejor aún, durante unos dos o tres minutos). Posiblemente haya quien se pregunte cómo le será posible medir los 15 mililitros. Para ello, el Perioxidin de enjuage bucal incluye una pequeña “tacita” de plástico de color blanco en la cual se vierte el Perioxidin. Si se observa con cuidado el interior de la tacita, se podrán observar unas líneas horizontales puestas en el plástico blanco (no son tan fáciles de ver la primera vez que se les busca), y a un lado de cada línea horizontal aparece la graduación que corresponde a cada línea. Una de tales líneas marca precisamente 15 ml. Es hasta allí a donde tiene que llegar el nivel del líquido vaciado de la botella a la tacita.

Igualmente importante es no enjuagarse la boca con agua después de utilizar Perioxidin ya que ello disminuye su permanencia y por lo tanto su eficacia. Por esto mismo, es aconsejable no ingerir alimentos o masticar chicles después de al menos ½ hora de haberse aplicado el enjuague. El producto contiene la mayor dosis que es considerada efectiva, por lo que su dilución con agua no se aconseja.

Un envase completo de Perioxidin contiene 200 ml de colutorio para enjuage bucal, de modo tal que si se hacen dos buches diarios de 15 ml cada buche (lo cual representa 30 ml diarios) el envase completo debe durar aproximadamente una semana. Se debe aplicar en su totalidad hasta que se haya acabado el envase.

Con los dientes sin sarro, y habiéndose aplicado el tratamiento con el Perioxidin, se debe mantener un cepillado dental diario a razón de tres veces al día (uno después de cada comida, aún si se omitan el desayuno, la comida y/o la cena), complementando el cepillado dental con un buche posterior de un enjuage bucal como el Listerine. Una cosa que mucha gente desconoce es que el Listerine, en el enjuague comercial que se vende en las farmacias, es demasiado fuerte y concentrado para ser usado por sí solo; se acostumbra rebajarlo mezclándolo en proporciones iguales con agua, para lo cual se puede usar el tapón con el que se acostumbra cerrar el envase del Listerine (este tapón usualmente de color negro es amplio en forma deliberada para que pueda ser usado como una tacita).

A las dos semanas después de haberse removido el sarro dental y de haberse combatido la infección bacteriana con el Perioxidin, se deben estar revisando regularmente las encías ante un espejo para comprobar que el color rojizo en ellas que delata la inflamación ha disminuído. No hay que esperar a detectar la presencia de sangre en el buche que se forma al lavarse los dientes con el dentrífico que se usa en forma rutinaria o la sangre que se deposite en la fruta cuando la mordemos, porque si nos atenemos a esto como medio de evaluación lo más seguro es que cuando la inflamación habrá regresado al nivel que se tenía desde un principio, causando la impresión (muy generalizada, por cierto) de que el sangrado de las encías nunca se cura. Aún cuando parezca haber desaparecido por completo, si no se mantiene una higiene bucal constante se puede tener una recaída que requerirá repetir el tratamiento. Comprobada la mejoría, se debe mantener la higiene dental revisando el progreso en la disminución de la inflamación conforme vayan pasando las semanas y los meses.

Aún con todo y la limpieza dental aplicada tres veces al día (o por lo menos dos como mínimo) por espacio de al menos unos cinco minutos en cada ocasión usando un cepillo de cerda suave, en cuestión de unos seis meses es inevitable que se vuelva a formar sarro dental que fomenta la reaparición de la infección y la inflamación de las encías conduciendo nuevamente a una eventual reaparición del sangrado en las encías si no se remueve el sarro a los seis meses. Es por ello que después de haberse controlado la gingivitis (o la periodontitis) es indispensable acudir medio año después con el dentista para que se remueva ese nuevo sarro, aprovechándose la ocasión para que el dentista pueda dar su opinión sobre qué otra medida pueda ser recomendable. En esto último, quienes no le dan a la gingivitis (o periodontitis) la importancia que se merece desde un principio terminarán pagando el precio con la pérdida de su piezas dentales quedando chimuelos o perdiéndolo todo requiriendo una dentadura postiza. Es por ello que el sangrado de encías debe tomarse como un asunto serio, antes de que sea demasiado tarde.

Para no dañar las encías sangrantes más de lo que ya están, es importante mantener un cepillado dental correcto (esta es una de las primeras cosas que se le deberían enseñar a los niños en las escuelas primarias y desgraciadamente no se les enseña). La manera incorrecta consiste en tocar y “picar” la carne de las encías con las puntas de las cerdas moviendo el cepillo horizontalmente de un lado a otro de modo tal que la punta de las cerdas pasa perpendicularmente sobre la carne de las encías y los dientes. Esto nunca se debe de hacer. La siguiente fotografía muestra un manejo incorrecto del cepillo de dientes que puede ocasionar sangrado inclusive en unas encías sanas libres de gingivitis:




La manera correcta consiste en mover el cepillo de abajo hacia arriba (en el caso de los dientes inferiores), y de arriba hacia abajo (en el caso de los dientes superiores) tanto por detrás como por delante de los dientes, evitando tocar los dientes y las encías con las puntas de las cerdas, y haciendo que la acción de tallado y limpieza sea efectuada por los lados laterales de las cerdas ya que cuando la limpieza dental se hace en forma incorrecta esto puede ocasionar un sangrado de encías que puede ser atribuído erroneamente a una gingivitis persistente. La limpieza dental correcta debe llevar como mínimo unos cinco minutos. Las siguientes imágenes muestran la forma en la cual se debe llevar a cabo en forma correcta la limpieza dental (en la fotografía inferior que muestra una boca real, el cepillo de dientes está siendo desplazado de arriba hacia abajo):





Como un complemento natural para la higiene bucal y la sanación de las encías, para ser llevado a cabo después de que se haya concluído el tratamiento médico con un enjuage bucal como el Perioxidin, se agregará aquí el uso que se le puede dar al aceite de coco, el cual contiene ácido láurico, y al cual se le atribuyen propiedades como antibacterial, antiviral y antifungicida. Si se desea experimentar con esto, póngase una cucharada de aceite de coco en la boca, y hágase el buche por espacio de unos diez minutos (se puede hacer mientras se esta viendo la televisión).

Una última observación: al lavarse los dientes con dentrífico regular, hay que usar muy poco. Si la mayoría de las personas usaran la mitad o inclusive la tercera o la cuarta parte de la pasta dental que usan cotidianamente, obtendrían el mismo resultado, ya que no es la cantidad de pasta dental que se ponga en el cepillo de dientes sino la frecuencia de lavado de dientes (tres veces al día) lo que marcará la diferencia en la remoción de la placa dentobacteriana (que es de lo que realmente se trata) que no es visible a simple vista cuando se forma diariamente, lo cual dicho sea de paso hará que el tubo de dentrífico rinda el doble o el triple de lo que usualmente dura hasta quedar vacío. La siguiente fotografía nos muestra la cantidad que se considera suficiente para la limpieza dental completa:




Y en las siguientes fotografías comparativas tenemos en la imagen superior lo que se considera suficiente para una limpieza dental completa, y en la imagen inferior lo que se considera excesivo:




En principio, se podría prescindir por completo de la pasta dental lavándose los dientes con el cepillo solo (y así se acostumbraba hacerlo en otros tiempos pasados), excepto que la pasta dental contiene un ingrediente que ha demostrado ser útil, cuando se usa con regularidad, para la prevención de las caries dentales, el flúor. Este elemento químico protege el esmalte dental al hacerlo más duro y resistente a las bacterias. El esmalte dental está compuesto en su mayoría por un mineral llamado hidroxiapatita, y es muy duro, pero es soluble en los ambientes ácidos que producen, con sus productos de deshecho, las bacterias que habitan la boca cuando se alimentan de los restos de comida presentes en nuestros dientes, sobre todo de azúcares, y en esas condiciones el esmalte de los dientes y las muelas se desmineraliza y aparecen huecos, ls lesiones que son conocidas como las caries. El flúor de la pasta de dientes -se incluye como fluoruro sódico, fluoruro estannoso o fluorofosfato sódico- ayuda a remineralizar el esmalte, formando fluoroapatita y cerrando los huecos abiertos por las bacterias. Sin embargo, es muy poco el flúor que se requiere (si se efectúan tres limpiezas dentales diarias) para obtener el efecto deseado, y aunque el consumo masivo de grandes cantidades de pasta dental puestas en un cepillo es muy bueno para las ganancias corporativas de empresas tales como Colgate y Crest, es superfluo usar las cantidades que los anuncios comerciales en televisión nos quieren hacer creer que son necesarias.

Todos los dientes y las encías, tanto de arriba como de abajo, sin exceptuar ningún diente ni encía, tienen que ser limpiados, porque si se deja intacta una sola encía infectada ésta puede volver a infectar a todas las demás encías, al igual que como ocurre con una herida en la mano, si no se desinfecta toda la herida la infección se vuelve a propagar y la curación no habrá servido de nada.

Si se lleva a cabo un tratamiento como el que se ha indicado arriba, en casos de una gingivitis o de una periodontitis que no esté en etapa avanzada se deben poder apreciar en el espejo mejoras perceptibles en cuestión de unos diez días.

Como ya se dijo, el descuidar el aviso importante que nos dan los dientes cuando el sangrado de encías se manifiesta en forma visible nos puede conducir a quedar molachos, chimuelos. Y ninguno de nosotros quiere eso, ¿verdad?


1 comentario:

Anónimo dijo...

que buen articulo gracias me sirvió mucho,ya que mehicieron um
na cirugía maxilofacial.y es fácil que se infecte