miércoles, 23 de julio de 2014

Ha muerto Archie



Los miles y miles de seguidores de las historietas cómicas del popular estudiante de preparatoria Archie Andrews se llevaron recientemente una muy desagradable sorpresa al enterarse de que en este mes de julio de 2014 los guionistas de la famosa serie de dibujos decidieron “matar” a Archie argumentando que era tiempo de darle un enfoque nuevo a las aventuras de Archie trayendo la historieta cómica a los tiempos actuales.

La vida de Archie llega a su fin no en las tiras dominicales anexadas a los periódicos en los fines de semana sino en los libretos gruesos puestos a la venta de cuando en cuando, específicamente el libreto número 36:




En este libreto, Archie muere como un héroe al interponerse para salvarle la vida a un amigo gay.

Aunque las nuevas generaciones de guionistas han tomado por costumbre darle giros nuevos e inesperados a las historietas, posiblemente en esta ocasión se pasaron de la raya.

Cuando la serie de historietas cómicas de Archie aparecieron por vez primera, jamás fue la intención de los creadores originales del pecoso pelirrojo Archie que la historieta fuera un reflejo de la cruda realidad. En el mundo mágico casi perfecto de la preparatoria de Riverdale, no había ningún bullying, no había drogadicción, ni siquiera aparecía mencionada la mariguana, y aunque el papá de Verónica, el señor Lodge, hacía sus berrinches con cada metida de pata de Archie cada vez que visitaba su casa y le quebraba algún jarrón o le estropeaba algo en la sala, al final todos quedaban felices y contentos haciendo las paces.

Pero lo más importante es que el mundo de Archie era un mundo en el que nadie moría ni envejecía, era un mundo libre de criminalidad, libre de drogas y pensamientos malsanos, un mundo en el que la pornografía no existía. Nadie se enfermaba excepto de un catarro o de una gripe invernal. En ese mundo no había hambre, ni existía el SIDA, ni había ciegos, dementes o paralíticos confinados a sillas de ruedas.

La trigueña Verónica Lodge y la rubia Elizabeth “Betty” Cooper, las eternas enamoradas de Archie:




no pasaban de ser amores platónicos, lindas amiguitas con quienes platicar, ir a las fiestas o salir a pasear en la playa. Ni en sueños habría embarazado Archie a ninguna de ellas, al menos no sin una divertida ceremonia religiosa matrimonial con muchas situaciones jocosas para hacer reir a la gente y hacerla olvidarse aunque sea por un momento de sus problemas cotidianos. Era una estampa idílica de los años sesenta congelada en el t iempo. Era lo más cercano que pueda haber a una visión humana del Cielo que se pueda concebir, con sus emblemáticos personajes como el mejor amigo de Archie, Torómbolo (Jughead Jones), Carlos (Reggie Mantle), el cerebrito” del salón Dilton Doiley, Gorilón (Marmaduke “Moose” Mason), la maestra de pelo blanco canoso señorita Canuta (Miss Grundy) y el Director Paz (Mister Weatherbee).

El mundo mágico de Archie era un mundo sin guerras sangientas, sin plagas, sin hambrunas, sin miserias, sin desastres naturales, sin terremotos, sin incendios forestales, sin huracanes. El cáncer, la demencia senil, la diabetes, la parálisis la leucemia y la tuberculosis eran cosas inexistentes en Riverdale, lugar de ensueño del cual formaban parte otros personajes como el conserje bigotón y el profesor de ciencias, todos ellos eran parte el universo apacible y eterno de Archie.

Riverdale quizá era un retrato de lo que hubiera sido la historia del hombre de no haber caído Adán de la gracia del Altísimo perdiendo irremisiblemente el paraíso terrenal en el que vivía.

La palabra comic conlleva la idea de comicidad, hilaridad, algo para hacer sonreír a la gente, algo para entretenerla el fin de semana cuando se pone a leer las historietas dominicales, algo para hacer sentir bien a la gente transportándola a otros mundos en los que muchos quisieran ser habitantes permanentes.

Con la muerte de Archie, los guionistas le han dado un nuevo giro a Archie. En rigor de verdad, ha dejado de ser una historieta cómica, y ha pasado a ser un reflejo de la cruda y cruel realidad de la dureza y crueldad de la vida que en ocasiones se antoja excesiva. Lo que queda de Archie para el futuro, lo que tienen planeado los guionistas para las próximas series de Archie (porque la historieta continúa, the show must go on), se antoja demasiado lúgubre y tétrico como para merecer seguimiento, al menos no de aquellos que no podrán olvidar al Archie de ayer.

No podemos decir Archie, descanse en paz, porque Archie nunca fue un personaje de la vida real. Aunque con su fallecimiento, los guionistas lo hayan hecho más real que nunca.


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