jueves, 10 de mayo de 2018

Fantasmas y el Diablo en Ciudad Juarez




Ciudad Juárez es una tierra que conserva leyendas urbanas que tienen que ver con el más allá. Algunas han sido relatadas a través de palabra escrita, y otras han estado circulando de boca en boca de boca como parte del folclor. En esta entrada en la bitácora se asentarán algunas de tales historias, comenzando con las anécdotas sobre unos supuestos fantasmas que han asustado a algunos habitantes desde hace tiempo.

El primer fantasma es conocido como el fantasma de la Misión. Vecinos del panteón San José, ubicado en el patio de la Misión del mismo nombre, en las calles Camino Viejo a San José y Francisco Márquez, aseguran que en ese lugar se aparece un indígena. Se trata de una de las primeras historias que han causado revuelo en las noches de Ciudad Juárez. La misión de San José, donde supuestamente se aparece el indígena, esconde parte de las raíces de esta ciudad. Fue fundada en 1682 con el objetivo de refugiar a una población compuesta por españoles, indígenas y mestizos. En ese entonces se encontraba cerca de el Camino Real, el principal acceso a la antigua Paso del Norte. De acuerdo a su historia, fue construida entre los años 1785 y 1786 por orden de José Gálvez, visitador de provincias y uno de los líderes de los franciscanos. Los apaches poco antes de su construcción solían andar por esos lugares y quizá alguno murió en algún enfrentamiento, aseguran desde entonces. En ese lugar, por cierto, existe un panteón con algunos personajes ilustres de la fronteriza Ciudad Juárez.

El segundo fantasma es conocido como el fantasma de la vieja presidencia municipal. El cronista Ignacio Esparza en su libro Monografía Histórica de Ciudad Juárez relató la historia de un hombre conocido por todos como el “Loco Police” que padecía de sus facultades mentales y deambulaba en las inmediaciones de la Misión de Guadalupe, el mercado Cuauhtémoc y la presidencia municipal donde pedía caridad a la gente. Lo mismo se le veía en temporada de calor que de frío sin que nadie le diera albergue hasta que un día el hombre subió al depósito de agua y abrió la tapa utilizada para darle mantenimiento y limpiarlo. Al estar mirando al interior perdió el equilibrio y cayó a su interior donde se ahogó. El incidente pasó desapercibido y nadie lo echó de menos, hasta que un día por las llaves de agua de algunas casas empezaron a salir pedazos de ropa, y tras recibir la queja las autoridades, investigaron. Empleados de gobierno revisaron el depósito y encontraron en el interior los restos del “Loco Police”.  La noticia no fue divulgada y las autoridades desmantelaron el tinaco y argumentaron que algunas de sus partes habían sido robadas cuando la realidad fue que por mucho tiempo la población tomo agua del “Loco Police”. La situación no paró ahí, desde antes de que los juarenses empezaron a reportar que de noche era frecuente escuchar gritos y ver el fantasma de quien murió en la cisterna.

En la zona  Centro, el corazón de Ciudad Juárez desde hace más de 350 años, hay también decenas de relatos que también recuerdan otros sucesos trágicos y son contados por la población a su manera. Una de estas historias circula en redes sociales, es la del fantasma del “Derretido en el Crisol”. Quienes la recuerdan señalan que hace muchos años, en una casa ubicada a un costado de lo que actualmente la plaza donde se encuentra el monumento a Benito Juárez, donde se encontraban los antiguos patios del ferrocarril, había un crisol fundidor de metales en el cual cayó por accidente uno de los trabajadores. La muerte fue instantánea, pero entre quienes lo presenciaron se quedo presente el desgarrador grito del hombre que murió en la fundidora de metales con quemaduras terribles. Desde entonces, por las noches se escuchan sus gritos desgarradores… Eso sin contar la cantidad de personas que han visto rondar su fantasma desfigurado por las llamas en las inmediaciones del monumento a Juárez.

Se tiene también la anécdota de el panteón de los niños. Hay en el oriente de Ciudad Juárez un cementerio al que la gente conoce como panteón de los niños. Se encuentra ubicado en el polígono que conforman el bulevar Juan Pablo Segundo y Francisco Villarreal Torres rodeado ya de fraccionamientos. “Mucha gente cree que es un panteón exclusivo de niños, pero se trata de uno de los panteones más viejos que por muchos años utilizó la gente de los ejidos del Valle de Juárez para no llevar a sus difuntos hasta Juárez”, refiere el reportero gráfico Luis Torres. Desde antes de que el lugar estuviera poblado a su alrededor, de noche quienes pasaban por ahí, escuchaban a un grupo de niños jugando y si de casualidad algún automovilista realizaba alguna parada, al amanecer podría apreciar como su vehículo tenía huellas de manos pequeñas marcadas con lodo. Muchas de las tumbas albergan a niños recién nacidos hasta adolescentes en tumbas que sólo tienen cruces de madera, pero también de adultos. No obstante, la leyenda cuenta que son los espíritus de los infantes quienes salen a jugar y desde lejos sus siluetas pueden ser apreciadas.

Además de las historias de fantasmas que deambulan por los parajes de la ciudad, no podían faltar anécdotas acerca del mismo Diablo. El Diablo, el enemistado con Dios o el Príncipe del mal, como se le quiera llamar, no solo aparece en la Biblia como el enemigo de Dios, sino también habría estado en Ciudad Juárez en más de un par de ocasiones. No estamos hablando de la guerra entre los cárteles o de los feminicidios, sino de su presencia física, al menos de acuerdo a las leyendas que se esparcen de boca en boca y a través de la tradición escrita.




La historia que más ha trascendido entre los fronterizos que viven en Ciudad Juárez es la de su aparición en el centro nocturno conocido como Malibú, localizado en los años setentas en donde hoy se ubica el estacionamiento del centro comercial Soriana San Lorenzo. En este centro de diversión alguna vez llegaron a cantar Los Silvers de Juárez y el mismo Juan Gabriel, y llegó a ser uno de los lugares más concurridos de la frontera.

El caso sobre la presunta aparición del Diablo supuestamente sucedió en los años setentas. Cuenta la leyenda que una joven mujer bailaba en la pista con un hombre y después de unas canciones, se encendieron las luces, y tras esto la joven alcanzó a ver que su acompañante tenía en lugar de un pie una pata de cabra.

Aunque existen varias versiones de este incidente, la versión más común es que el hombre o diablo, según se quiera ver, al verse descubierto corrió hasta los baños en donde logró encerrarse. Los guardias del lugar al escuchar los gritos de la joven creyeron que se trataba de un asaltante y llamaron a la policía. Cuando los agentes llegaron, abrieron la puerta de los baños, pero no había nadie en el interior. Algunos de los empleados corrieron el rumor de que el baño olía a azufre, y que no se explicaban cómo había logrado huír el personaje dado que era imposible salir de ahí excepto por la puerta de entrada. Nunca pudieron encontrar a ese hombre con pata de cabra. El caso fue publicado en aquél entonces en un periódico local.

La otra leyenda sobre la aparición del Diablo menciona a un salón de baile llamado El Carrousel, localizado en aquél entonces en lo que hoy es el Paseo Triunfo y la Francisco Márquez, en donde estaba de moda la música tropical de la orquesta de Fili Muñoz y sus Caballeros Victoria, así como las baladas románticas de Los Silver y Los Frontera. En esta historia, se trata de una hermosa joven llamada Martha de apenas unos 18 años que tras la negativa de sus padres para ir a bailar, se escapó de su casa sin permiso. Un joven apuesto en ese lugar le hizo olvidar a la joven sobre la reprimenda que sufriría al regresar a su hogar mientras ella bailaba con él al ritmo de swing. Aquella joven era la envidia de todas las demás ahí presentes, y se sentía halagada y orgullosa. Los giros que daba en los brazos del apuesto y elegante caballero que la había elegido como pareja entre todas, la hacían sentirse como toda una reina tras bailar con él varios minutos. De pronto, la nariz de la joven notó un fuerte olor a azufre, similar al del huevo podrido y sus ojos apreciaron una nube de humo que se formaba a su alrededor al tiempo que otras parejas que bailaban a su lado empezaron a alejarse rápidamente. Al igual que en el caso del salón de baile Malibú, al voltear a su pareja la joven se dió cuenta de que en vez de pies tenía una pata de chivo y otra de gallo.  Antes de poder exclamar alguna palabra o de intentar correr, la joven se desmayó perdiendo el sentido y cayendo al suelo con la espalda rasguñada. ¡Había bailado toda la noche con el Diablo!

¿Se trataba del mismo personaje en ambos casos? ¿Se trataba del Diablo, o se trataba de alguien con una extraña y rara mutación genética? Si era lo segundo, ¿cómo se explicaba el olor a azufre?

Verdad o simples leyendas urbanas, estas historias han ido pasando de boca en boca de los juarenses generación tras generación, al estilo de las narrativas que eran contadas en la serie de historietas publicadas en la revista Tradiciones y Leyendas de la Colonia acerca de anécdotas sobrenaturales en la Ciudad de México en donde la layenda más famosa de todas es sin lugar a dudas la leyenda de La Llorona.

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