martes, 29 de mayo de 2018

Localizando puntos de sangrado de encías

Una condición común con la que muchas personas se encuentran tarde o temprano es la coloración rojiza que tiene el escupitajo con el cual vacían en un lavabo los líquidos acumulados durante el proceso del cepillado de dientes. En la gran mayoría de las veces esta coloración rojiza es sin duda alguna el síntoma de un sangrado presente en las encías, un sangrado que es característico de la enfermedad dental conocida como gingivitis o más vulgarmente piorrea. Este sangrado también se descubre al “morder” frutas como las manzanas ya que deja como rastro una línea de inconfundible color rojizo en la superficie de la pulpa de la manzana después de haberle arrancado a la manzana un pedazo con una mordida.

El sangrado de encías se da inclusive en personas que tienen por costumbre lavarse diariamente los dientes, el lavado de dientes con cepillo dental y pasta dentrífica no es una garantía absoluta de que la gingivitis nunca se dará.

No existen antibióticos capaces de poder eliminar la gingivitas de un día para otro. La terapia usual consiste en la visita al dentista para la remoción del sarro en los dientes (el cual al acumularse presenta un riesgo constante de infección) y el estarse cepillando diariamente los dientes por lo menos dos veces al día hasta que haya una mejoría que puede tardar varias semanas, complementado con un enjuage bucal con algún medicamento como el Perioxidin.

Aunque el sangrado en las encías puede originarse en forma pareja a lo largo de toda la línea que hay entre la carnosidad de las encías y los dientes, en numerosas ocasiones el sangrado no es general y está fuertemente localizado en alguna parte que es la que debemos cepillar y enjuagar con mayor frecuencia que el resto de la dentadura. El problema es: ¿cómo encontrar la parte específica de la dentadura en donde el sangrado es más prominente, o inclusive el único sitio en donde se tiene la hemorragia dental? Esto no se antoja como algo fácil de encontrar en virtud de que carecemos de “ojos” para poder ver hacia el interior de nuestras propias dentaduras, y mirándonos el interior de la boca sosteniendo un espejo plano cerca de los labios no alcanza para ver la parte interior (la que toca la lengua) de la dentadura.

Hay un truco muy sencillo para encontrar la respuesta a esto último, que nos proporciona información valiosa sobre la parte de la dentadura en la cual debemos poner mayor atención y cuidado en la aplicación del cepillado y el enjuage bucal y en donde hay que cepillar con mayor frecuencia y mayor intensidad que en el resto de la dentadura.

En este trabajo haré referencia a otro trabajo previo que publiqué dentro de esta misma bitácora el jueves 17 de julio de 2014 bajo el título Combatiendo el sangrado de encías. La parte que queremos recordar de tal trabajo es la forma correcta en la cual debemos cepillarnos los dientes, cepillando los dientes de abajo moviendo el cepillo dental hacia arriba pero con las cerdas del cepillo (y no las puntas de las cerdas) presionando sobre la carnosidad de las encías, y cepillando los dientes de arriba moviendo el cepillo dental hacia abajo pero con las cerdas del cepillo (y no las puntas de las cerdas) presionando sobre la carnosidad de las encías.

Entendida la manera correcta en la cual debemos limpiar nuestra dentadura, pasamos ahora a la manera en la cual podemos encontrar el lugar exacto en donde se localiza lo que pudiéramos llamar la fuente primaria del sangrado (los dentistas encuentran los lugares en la dentadura en donde hay “puntos” o “manchitas rojas” entre la encía y el diente inspeccionando la boca con un espejito).

Imaginemos primero a toda la dentadura dentro de nuestra boca dividida imaginariamente en dos partes iguales: los dientes de arriba y los dientes de abajo. Si el sangrado está localizado en algún punto muy específico, entonces el sangrado debe provenir de la parte superior o de la parte inferior.

Además de la división imaginaria en dos partes del espacio ocupado por los dientes, entre los dientes de arriba y los dientes de abajo (incluyendo los molares), podemos llevar a cabo otra división imaginaria que es entre los dientes de la izquierda y los dientes de la derecha. Con esto, tenemos cuatro espacios distintos:
(1) Los dientes de abajo situados a nuestra izquierda, tanto en la parte delantera de la dentadura (la parte que está en contacto permanente con nuestras mejillas, o sea la parte que toca el interior de los labios) como la parte trasera de la dentadura que toca la lengua.

(2) Los dientes de abajo situados a nuestra derecha, tanto en la parte delantera de la dentadura (la parte que está en contacto permanente con nuestras mejillas, o sea la parte que toca el interior de los labios) como la parte trasera de la dentadura que toca la lengua.

(3) Los dientes de arriba situados a nuestra izquierda, tanto en la parte delantera de la dentadura (la parte que está en contacto permanente con nuestras mejillas, o sea la parte que toca el interior de los labios) como la parte trasera de la dentadura que toca la lengua.

(4) Los dientes de arriba situados a nuestra derecha, tanto en la parte delantera de la dentadura (la parte que está en contacto permanente con nuestras mejillas, o sea la parte que toca el interior de los labios) como la parte trasera de la dentadura que toca la lengua.
Entendido lo anterior, podemos proceder a implementar el truco del que estoy hablando.

Podemos empezar con un cepillado enérgico e intenso (y usando una pasta dentrífica de color blanco en lugar de las pastas dentales de menta de color azul) en el espacio en el que se encuentran los dientes de abajo situados a nuestra izquierda y únicamente los dientes de abajo situados a nuestra izquierda, tanto en la parte delantera de la dentadura inferior izquierda que toca el interior de los labios como la parte trasera de la dentadura inferior iequierda que toca la lengua. O sea en la parte inferior izquierda de nuestra mandíbula. Después de un cepillado enérgico, escupimos el líquido en el lavabo, y si el escupitajo tiene un tinte rosado o rojizo distintivo, entonces es porque hay uno o varios puntos de sangrado en la parte de la dentadura situada en nuestra mandíbula inferior izquierda.

Si no hay tinte rojo o rosado en el escupitajo, procedemos a cepillarnos la parte inferior derecha de nuestra mandíbula repitiendo el mismo procedimiento empleado arriba. Si no hay tinte rojo o rosado en el escupitajo, procedemos a cepillarnos la parte superior izquierda de nuestra dentadura repitiendo el mismo procedimiento. Así lo hacemos con las cuatro secciones imaginarias. Es probable que algunos de los lectores de esta bitácora que se apliquen este truco por primera vez descubran la sección de la dentadura en la cual se localiza el principal punto (o los principales puntos) de su sangrado de encías.

Una vez ubicado el lugar principal de origen del sangrado de encías, el cepillado dental se debe empezar a hacer con mayor frecuencia en tal parte, de modo tal que si la persona que padece gingivitis acostumbra cepillarse los dientes una vez al día lo recomendable será que aumente la frecuencia del cepillado en la parte afectada a por lo menos dos veces al día (de preferencia antes de acostarse para ir a dormir, y después de alguna de las comidas principales del día); esto además de hacer buches con algún antiséptico bucal como Cepacol o Listerine o algún otro enjuague bucal equivalente enfatizando el enjuague no por igual en toda la dentadura sino en la sección de la dentadura en la cual se tiene la fuente del sangrado de encías.

Una vez que se ha eliminado el sangrado de encías, el procedimiento dado arriba se puede repetir de nuevo en caso de que la coloración rojiza o de color rosado vuelva a aparecer en el escupitajo del lavado dental cuando se ha cepillado toda la dentadura, esto con la finalidad de poder determinar nuevamente si la infección reapareció en la misma zona dental o si apareció en alguna de las otras tres zonas.

Puesto que la dentadura tiene una parte delantera, la parte que está en contacto permanente con nuestras mejillas, y la parte interior que está en contacto permanente con nuestra lengua, ¿no sería conveniente subdividir aún más nuestra boca en ocho zonas en lugar de las cuatro que se han mencionado arriba, subdividiendo por ejemplo nuestra mandíbula derecha en la parte frontal de la mandibula derecha y la parte trasera de la misma mandibula derecha, cepillando por separado ambas zonas y escupiendo por separado el residuo líquido acumulado en cada cepillado para observar la coloración del escupitajo? La respuesta es no, no se gana nada, porque si en la parte frontal de alguna zona de la dentadura se está generando sangrado, entonces la parte trasera de la dentadura en esa misma zona aunque no genere sangrado o genere poco sangrado se debe suponer que está afectada por causa del espacio que hay entre cada par de dientes o molares, o sea la carnosidad de encía situada entre un diente y vecino próximo; con lo cual la atención que se tendrá que dar a la zona más afectada a fin de cuentas tendrá que abarcar tanto la parte trasera de esa zona de la dentadura como la parte delantera de la misma zona de la dentadura.


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