martes, 5 de febrero de 2019

Oumuamua y su posible origen alienígena



¿Estamos solos en el Universo?

Esa es la pregunta que se han estado haciendo muchos filósofos, científicos, y teólogos. La respuesta a dicha pregunta podría cambiar radicalmente la manera en la que nos vemos a nosotros mismos desde los tiempos bíblicos en los que el hombre era considerado el centro de la Creación y por cuya desobediencia a Dios todo se vino abajo.

El paradigma del conflicto ciencia-religión que fue la confrontación entre el físico italiano Galileo Galilei y la Santa Inquisición, amplificado después por Copérnico en el modelo heliocéntrico (de acuerdo al cual la Tierra y los planetas se mueven alrededor de un Sol relativamente estacionario y que coloca al Sol y no a la Tierra en el centro de todo), se trataba de algo parecido cuando Galileo postuló en base a sus observaciones astronómicas que no era la bóveda celeste la que giraba en torno a la Tierra (considerada eclesiásticamente en ese entonces como el centro del Universo por ser el habitat del hombre considerado como el centro de la Creación divina) sino que era la Tierra la que se movía y la cual estaba girando sobre su propio eje (creando la ilusión de que la bóveda celeste es la que gira en torno a la Tierra), destronando con ello la teoría antropocéntrica y con ello el arrogante antropocentrismo que le daba al hombre un papel sumamente privilegiado y único en la creación del Universo mismo. Lo que hizo Galileo fue comenzar a situar al hombre y con ello a la Tierra como un planeta más entre millones y millones sin ningún papel privilegiado especial. Galileo no fue tan lejos como postular la posibilidad de vida inteligente en otros planetas fuera de la Tierra; de haberlo hecho tal vez habría terminado quemado en la hoguera.

El descubrimiento de cualquier forma de vida, así se trate de meras bacterias y no necesariamente vida inteligente, fuera del sistema solar, provocaría dudas severas sobre varias afirmaciones del libro del Génesis, y hoy mismo la confirmación de tal suposición que hasta ahora ha sido objeto de mera especulación tiene el potencial de ocasionar una revolución profunda de pensamiento en la historia del hombre moderno. Para valorar el impacto que un descubrimiento así podría tener, baste recordar e imaginar el shock que debieron resentir los astrónomos del siglo pasado cuando gracias a la invención de la radioastronomía, el 28 de noviembre de 1967 la astrofísica Dame Jocelyn Bell Burnell empezó a detectar pulsos de radiación espaciados periódicamente con precisión cronométrica (cada 1.33 segundos) originados no en la Tierra sino venidos de fuera del sistema solar, la sorpresa creada por el hecho de que no conociéndose en ese entonces algún mecanismo natural que pudiera producir tales señales, para poder producir artificialmente pulsos de energía electromagnética como aquellos se requería de la construcción inteligente de equipo electrónico sofisticado que solo podría haber sido desarrollado por una civilización inteligente (como la nuestra) que al menos tuviera conocimiento de lo que aquí en la Tierra conocemos como las leyes de Maxwell. La perfecta sincronización de la emisión continuada de tales pulsos electromagnéticos dió paso a la hipótesis de que tales pulsos eran señales enviadas desde fuera del sistema solar por seres con una inteligencia igual o superior a la nuestra que estaban tratando de comunicarse con nosotros o al menos hacernos saber de su existencia. El primer descubrimiento de este tipo fue bautizado por sus descubridores como LGM-1 (“little green men”, o pequeños hombrecitos verdes, en alusión jocosa al estereotipo que se tenía en ese entonces de seres extraterrestres). El descubrimiento fue tomado por algunos al principio como una prueba científica de que no estamos solos en el Universo. Sin embargo y para alegría de los escépticos, el gozo se fue al pozo cuando estudios y observaciones posteriores confirmaron que tales pulsos eran emitidos por una clase muy especial de cuerpos celestes conocidos como las estrellas pulsares. Y así, de nuevo volvimos a quedar “solos en el Universo” tras el emocionante episodio ocurrido en 1967 con el descubrimiento del primer pulsar.

No es común que algún medio informativo con una reputación que cuidar como la British Broadcasting Company publique una nota en la que hace referencia a algo con características que podrían ser tomadas por los lectores no como nota informativa sino como rumores o como fantasías sacadas de la ciencia-ficción. Y sin embargo, desde principios del mes de noviembre del año pasado, la BBC ha estado reproduciendo una nota titulada Oumuamua: por qué unos científicos de Harvard creen que podría ser un objeto de "una civilización alienígena" en la que la BBC le dá seriedad a la hipótesis de que un objeto celeste descubierto el 19 de octubre de 2017 en el observatorio de Haleakala en Hawai y bautizado como Oumuamua pudiera tener un origen artificial y no un origen puramente natural ocasionado por fenomenos astronómicos naturales.

La relevancia del cuerpo celeste Oumuamua es que se trata del primer visitante interestelar confirmado como tal tras ser detectado en la Tierra. Aún siendo una simple roca, este hecho por sí solo llamaría la atención. Por otro lado, la forma extraña e inusual del cuerpo celeste lo cubre con una aura de misterio e incertidumbre. Parece tener una forma como la que se muestra en la fotografía puesta arriba. Nunca antes se había encontrado una forma tan inusual como la que la mayoría de los astrónomos coinciden que tiene.

El European Southern Observatory ha subido un video a YouTube que describe la trayectoria de Oumuamua en su ruta hacia el sistema solar.

El día de hoy, apareció publicada en el periódico local EL DIARIO DE JUAREZ otra nota más reciente que dice:

Asegura astrónomo de Harvard que nave extraterrestre está cerca
Avi Loeb elaboró una teoría que ha causado confusión entre la comunidad científica, informó The Washington Post


El año pasado el director del departamento de astronomía de la Universidad Harvard, Avi Loeb, dio a conocer su teoría en torno a la posibilidad de que en este momento una nave extraterrestre, o al menos parte de alguna, se encuentre volando más allá de la órbita de Júpiter, publicó The Washington Post.

Desde que publicó su polémico trabajo, Loeb ha tenido una presencia casi constante en los medios, aceptando la celebridad producto de ser el entusiasta de E.T. de mayor renombre académico —el astrónomo de Harvard que sospecha que la tecnología de otro planeta acaba de tocar a nuestra puerta. Esto, a su vez, ha confundido a varios de sus colegas —refunfuñando ante lo que consideran una teoría poco sólida o desconcertados por la razón de que el principal astrónomo de Harvard no se calle la boca.

Cuando a finales del 2017 astrónomos de Hawai se toparon con el primer objeto interestelar de que se tenga conocimiento —un punto de luz que se mueve a tal velocidad que sólo podría proceder de otra estrella, Loeb tenía tres décadas de experiencia como notable profesor universitario y cientos de publicaciones astronómicas.

Así que la sugerencia que con extraordinaria confianza hizo de que el objeto interestelar denominado Oumuamua (explorador en hawaiano) probablemente viniera de otra civilización no podía descartarse así como así.

“Considerando un origen artificial, una posibilidad es que ‘Oumuamua’ sea una vela solar flotando en el espacio interestelar como resto de algún equipo tecnológico avanzado”, escribió en noviembre Loeb junto con su colega Shmuel Bialy en Anales del Boletín Astrofísico.

Loeb considera que Omumuamua se mueve a demasiada velocidad para ser una roca inerte —alejándose del Sol como si algo la empujara desde atrás—. Y si es un cometa lanzando vapor, no hay indicio de ello en las limitadas observaciones realizadas por los astrónomos.

Loeb argumenta que “el comportamiento del Omumuamua significa que se trata de un objeto muy largo y de no más de un milímetro de ancho… quizá como un hot cake alargado de un kilómetro, tan ligero y delgado que la luz solar lo está alejando de nuestro sistema solar”.

Y si bien Loeb no está diciendo que definitivamente sean extraterrestres, está diciendo no poder ocurrírsele algo fuera de extraterrestres que encaje con los datos.

“Si alguien me muestra evidencia de lo contrario”, dice Loeb, “de inmediato me retractaré”.

Así lo dijo ni más ni menos que el director del departamento de astronomía de la Universidad Harvard. No se trata de un novelista proclive a dar rienda suelta a su imaginación o de un cuentista trabajando para pasquines sensacionalistas el que está haciendo tan aventuradas afirmaciones. Se trata de un científico de Harvard de primer nivel que está dispuesto a poner en riesgo su reputación ante el mundo entero enfrentando la posibilidad de terminar convertido en el hazmerreir mundial. Si Avi Loeb está en lo correcto, Oumuamua podría ser, ahora sí, por vez primera en la historia de la humanidad, la confirmación de que no estamos solos en el Universo. El telescopio espacial Hubble ya registró cómo Oumuamua está abandonando el sistema solar a una rapidez mayor a la esperada en desafío de las leyes de la mecánica celeste, y esto ya es una confirmación científica y no mera especulación de algun medio sensacionalista, se trata de algo que se discute con toda seriedad en círculos académicos en los que se evita tratar de tales cosas. Desafortunadamente, y en virtud de la magnitud de las fuerzas gravitacionales en juego, Oumuamua no podrá ser retenido por el Sol en una órbita cerrada en torno al Sol para que se quede orbitando de manera permanente en nuestro sistema solar. Eventualmente Oumuamua se irá alejando más y más de nosotros hasta que se irá quedando completamente fuera de nuestro alcance al salir fuera abandonando el sistema solar y quedando por siempre lejos de nuestro alcance y posibilidad de análisis.

La relevancia de Oumuamua es tal que el “experto mexicano en ovinología” Jaime Maussan no podía dejar de hablar sobre el tema.

¿Y de dónde podemos suponer que vino el objeto espacial Oumuamua?

De acuedo a los cálculos y lo que se conoce de su trayectoria, Oumuamua pudiera provenir aproximadamente de la dirección de la estrella Vega en la constelación de Lira.

Suponiendo un origen artificial, en el mejor de los casos Oumuamua podría ser un mensajero enviado por una civilización extrasolar que está tratando de establecer comunicación pacífica con alguna forma de vida inteligente (nosotros) dentro del sistema solar al igual que nosotros lo estamos tratando de hacer. En el peor de los casos, podría ser una sonda enviada para recabar datos en búsqueda de un planeta habitable que pueda servir como  huesped de alguna otra civilización a la cual su planeta se le está muriendo y a la cual le urge encontrar otro planeta habitable. Si Oumuamua es un objeto artificial lanzado por seres inteligentes, dicho objeto no fue lanzado en dirección nuestra ni ayer ni antier, y considerando que la estrella Vega se encuentra a 25 años-luz de la Tierra entonces si allí se originó su travesía debió de haber acumulado por lo menos unos 600 mil años en su recorrido hasta llegar a nosotros. Y a menos de que se hayan quedado estancados desde que la sonda fue lanzada (como ocurrió con nosotros cuando quedamos estancados durante la Edad Media en la Tierra), ello significa que nos llevarían por lo menos un adelanto de 600 mil años en conocimientos científicos, y la implicación de ello es que en un encuentro poco cordial entre nosotros y “ellos” a nosotros los terrícolas no nos iría mejor que como le fue a los Aztecas ante los Conquistadores españoles, lo cual tal vez ya tenga a algunos planificadores en el Pentágono algo preocupados.

Están sucediendo demasiadas cosas demasiado rápido en el Tercer Milenio en el que estamos viviendo. La civilización terrícola contemporánea está evolucionando a tal rapidez que se pueden esperar grandes sorpresas y grandes cambios en este Tercer Milenio, y parece que no habrá que esperar a la llegada del Cuarto o del Quinto Milenio para ver que ocurra alguna especie de clímax en el cual se revelarán muchas cosas a nuestro entendimiento. La posibilidad de que hagamos contacto con una inteligencia comparable a la nuestra o inclusive una inteligencia mucho muy superior a la nuestra fue lo que motivó la composición musical sinfónica Contacto subida a  YouTube como el capítulo final de la serie musical (playlist) Tercer Milenio, de lo cual se dan mayores detalles en una entrada previa dentro de esta bitácora subida el 18 de septiembre de 2018.



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