miércoles, 6 de marzo de 2019

Adán al revés es NADA



Hoy miércoles 6 de marzo de 2019 es Miércoles de Ceniza, hoy empieza la Cuaresma. En esta temporada de Cuaresma 2019, se debe dar un tiempo para la reflexión. Un tema de sumo interés sin duda alguna es el de la caída de Adán descrita en el Libro del Génesis, puesto que de no haber sido por esa caída no habría habido ningún mal en el mundo y de hecho la misma Biblia no habría sido escrita jamás al no tener nada que relatar excepto lo que se describe en el Libro del Génesis.

Las Escrituras asientan que todos los males de la humanidad, y de hecho todos los males de la Creación derivan de la desobediencia de Adán al comer Adán el fruto del Arbol Prohibido, el árbol de la ciencia del Bien y del Mal. De  no haber sido por tal desobediencia, las Escrituras nos dan a entender que Adán habiendo sido creado inmortal todavía estaría vivo hoy disfrutando (sin merecerlo al no haber hecho nada para ganárselo) de todos los deleites del Jardin del Edén que para él fue creado. Sin embargo, esto no nos dice nada sobre qué tan bien estaba preparado Adán para recibir la responsabilidad que se le iba a dar. Por principio de cuentas:

Adán no tenía ninguna educación universitaria porque no existía universidad alguna en el Jardín de Edén.

Adán carecía de estudios de bachillerato (preparatoria) porque no había ni maestros ni escuelas de nivel bachillerato durante el tiempo que Adán vivió en el Jardín del Edén.

Adán no tenía ni siquiera estudios de escuela Primaria porque no existían las escuelas primarias en el Jardín del Edén, y por lo tanto no tenía ni siquiera los conocimientos o educación que hoy tiene un párvulo que apenas ha cursado unas cuantas semanas del primer grado de la escuela primaria.

Es más, Adán ni siquiera tuvo la experiencia de haber estado jamás en un jardín de niños, porque los jardines de niños o kindergarden no existían en el Jardín del Edén, ni tuvo oportunidad de compartir experiencias con otros niños de su edad al haber sido único en su especie. Por lo tanto, cuando hablaba Adán no se podía decir que hablaba la voz de la experiencia, porque Adán no tenía experiencia de nada excepto el estar disfrutando de una vida placentera sin tener que trabajar o mover un solo dedo para merecerla, y eso lo consideramos hoy como ninguna experiencia, no hay nada en ello que pueda ser de utilidad. (El trabajo como parte del castigo vendría después, Génesis 3:19, cuando se le hizo saber a Adán que dejaría de ser el haragán que era y tendría que ganarse el pan con el sudor de su frente.)

¡Y para empeorar las cosas, éste hombre ignorante estaba completamente solo cuando ocurrieron los sucesos que culminaron en su caída! (En nuestros tiempos actuales hasta los recién nacidos tienen en su mayoría una abuelita o una nana que todo el tiempo los está cuidando y los está protegiendo de que les pueda suceder de cualquier cosa de la cual no se puedan defender por cuenta propia). Considerando que la Serpiente era más astuta (arúm) que cualquiera de los otros animales del campo que el Señor Dios había hecho (Génesis 3:1a), para la Serpiente el poder hacer caer a Adán era un asunto mucho más fácil que "quitarle un dulce a un niño" o "robarle a un ciego", y lo irónico es que el Gran Tentador (Satanás) tuvo aquí una tentación imposible de resistir: motivar la caída de Adán y con ello de toda la Creación manifestada en el Jardín del Edén. En nuestros tiempos no se le confiaría a alguien con tan poca escolaridad como Adán ni siquiera el cuidar un puesto callejero de tacos o el servir como vigilante de un estacionamiento de carros, y de hecho hoy alguien como Adán no podría encontrar en nuestro mundo actual ningún trabajo y no le serviría a nadie para nada.

Considerando lo mucho que perdió a causa de su desobediencia, con todo y el respeto que merezca Adán como el primer padre de la humanidad no es difícil saltar a la conclusión de que Adán fue un perfecto imbécil, el más imbécil de todos los imbéciles que hayan pisado la Tierra. ¿Significa esto que Dios creó a un imbécil, y que encima de ello por razones que ignoramos le dió potestad a un imbécil  (Génesis 1:26) sobre todos los bienes del paraíso terrenal?

Visto más a fondo, Adán tal vez no haya sido tan imbécil como pudiera suponerse, y esto lo reafirma el hecho de que para poder hacer caer a Adán, la Serpiente que ya era famosa por su astucia en ningún momento entabló conversación con Adán para tentarlo y hacerlo caer. La Serpiente tuvo que recurrir a Eva como intermediaria para hacer caer a Adán. Resulta difícil entender por qué el Jardín del Edén era un especie de paraíso si allí rondaba libremente a sus anchas alguien como la malvada Serpiente cuya sola presencia era sin duda una mácula horrible en la morada de Adán.

Más que un imbécil, Adán ciertamente adolecía de la condición de ingenuidad, porque al abrir sus ojos por vez primera no tenía memoria de nada, no tenía conocimiento alguno de nada, y por su presunta inocencia tampoco tenía conocimiento de maldad alguna siendo incapaz de poder distinguir a quien tiene malas intenciones de quien no las tiene. Si Adán carecía de malicia, entonces debería carecer también de eso que llamamos desconfianza que a su vez se deriva de toda mala experiencia que nos quita lo confiados. El ser demasiado confiado lo convertía necesariamente en el equivalente de un recién nacido incapaz de poder enfrentarse al demonio en igualdad de condiciones. Se concluye entonces que ya desde un principio, los dados estaban puestos en contra de Adán.

Con un mínimo de inteligencia, Adán le pudo haber dicho a Eva: “Yo no voy a probar el fruto maldito de ese árbol maldito porque ya he sido advertido en contra de ello por nuestro Creador. Tú cómetelo si así decides hacerlo, y serás tú la que se pudra, pero a mí no me vas a arrastrar a tu desgracia fatal. ¿O acaso me crees un imbécil?” Cayendo Eva al probar ella sola por cuenta propia el fruto del arbol prohibido sin hacerle segunda Adán, Adán se habría quedado completamente solo en el jardín del Edén, pensando en sus adentros: “Aunque fuí creado por el Señor bajo la premisa de que no es bueno que el hombre esté solo (Génesis 2:18), en éste caso es mejor estar solo que mal acompañado, y Eva ha sido la prueba de ello.” Curiosamente, una figura que no aparece en la Biblia convencional es la de Lilit, igual de defectuosa en el aspecto humano espiritual que Eva pero la cual se perdió ella sola sin arrastrar a Adán consigo. (Ningún texto bíblico aclara si ello fue porque Adán tuvo la suficiente desconfianza para no dejarse envolver en las redes de la tentadora Lilit, aunque para ser desconfiado Adán necesariamente habría tenido que tener algo de esa malicia de la cual surge la desconfianza y que a causa de su ingenuidad y condición de recién nacido no tenía.)

El Libro del Génesis es explícito en que la caída de Adán trajo consigo un daño considerable a toda la Creación y echó a perder un trabajo monumental que no habrá sido fácil de llevar a cabo, a juzgar por la ira que la desobediencia de Adán provocó al Señor y por los castigos aplicados a Adán y Eva y a toda su descendencia incluídos nosotros (y los que sigan). Con el debido respeto al Cuarto Mandamiento (honrarás a tu padre y a tu madre) y a la condición de Adán y Eva como los primeros padres, considerando la extensión a largo plazo y la severidad de las consecuencias de lo que hicieron, considerando lo que Adán y Eva sabían de sobra que iban a perder, ambos mostraron un grado de estupidez no mostrado ni siquiera por simios que se mecen en las junglas africanas colgados de los árboles. Tal era la imperfección humana espiritual de ambos.

Desde un principio, la contribución de Adán al acervo de la humanidad fue nula en grado superlativo. No inventó absolutamente nada que haya valido la pena mencionar en la Biblia, ni siquiera se le atribuye la invención de la rueda. No dejó escrito nada por lo que valiera la pena recordarlo, no dejó ningún monumento o escultura digno de mención, y sus únicas habilidades tal vez hayan sido las de un chimpancé que deja algunos garabatos en la arena. No hay ninguna tumba a la cual se pueda ir a visitarlo, no hay nada que nos recuerde de él excepto lo que de él se dice en la Biblia, y lo único que le dejó a su progenie fueron puros malos recuerdos en su calidad de causante no solo de su propia muerte sino el culpable directo de que la muerte entrara a toda su descendencia, maldita hasta el nivel del ADN por muchas generaciones. Cuantificando todo el dolor y muerte que dejó Adán tras de sí a trillones de seres humanos, cuantificando todas las lágrimas que han sido derramadas por su culpa, si es que tanto dolor y tanta muerte y tantas lágrimas se pueden cuantificar, Adán no puede evitar el terminar siendo clasificado como el peor villano en la historia del hombre, no hay nadie peor que él.

¿Era Adán el hombre ideal antes de su caída? ¿Era Adán más guapo que Tom Cruise, más inteligente que Newton, más fuerte que Sansón, más creativo que Beethoven y Bach y Picasso, mejor literato que el bardo Shakespeare, más fiel y valeroso que Moisés? Resulta irrelevante, porque aquello en lo cual Adán estaba obligado a mostrar su perfección, o sea su lealtad al Creador, falló rotundamente. Por perfecto que hubiera sido en muchas otras cosas, al final de cuentas Adán terminó perdiéndolo TODO sin tener por qué perderlo, llevándose consigo todas sus virtudes (algunas ha de haber tenido) así como todos sus defectos a su sepulcro (si es que lo tuvo). Las hormigas de cualquier colonia muestran un mejor instinto de supervivencia que el que pudo haber tenido Adán hace muchos miles de años.

Pero si el imperfecto Adán fue un tarugo, la también imperfecta Eva lo fué aún más (así lo consideró la Serpiente al haber recurrido a ella antes que a Adán para engañar a ambos), y la implicación necesaria de estas dos premisas es que desde un principio la humanidad entera desciende de dos tarugos, lo cual explicaría a la perfección muchas de las cosas que han avanzado muy mal en este mundo desde que se comenzó a escribir la Biblia.

Si Adán hubiera repudiado con la terquedad de un pollino todas las proposiciones de Eva, dejándola hundirse por cuenta propia pero sin dejarse arrastrar por ella, no nos debe quedar duda de que toda la Biblia habría quedado reducida a un solo libro, el Libro del Génesis, con un final muy diferente al que leemos hoy, tal vez con versículos como los siguientes: "1:75 Tras la caída de Eva, y la expulsión de Eva y la Serpiente del Jardín del Edén, Adán se volvió extremadamente desconfiado, y a causa de la desconfianza que antes no tenía y que ahora inundaba su corazón, suplicó encarecidamente que no se le volviera a dar ninguna otra compañera, prefiriendo estar mejor solo que mal acompañado y tener por pareja a una compañera pérfida y traidora que pudiera terminar costándole tarde o temprano a Adán su propia vida. Sus ruegos fueron escuchados, y nunca más hubo presencia de ninguna otra mujer en el Edén. 1:76 Al haber transcurrido mil trillones de años, la población animal del Jardín del Edén ha crecido inconmensurablemente, excepto por Adán que pese al paso del tiempo sigue vivo y que es la única especie que no se ha multiplicado ni ha creado descendencia al no tener forma alguna de procrearse por sí solo, ignorándose qué fue de Eva a la que hoy se da por muerta así como del destino final de la Serpiente a la cual nunca se le ha vuelto a ver rondando por el Jardín del Edén." Pero de hecho el mismo Libro del Génesis habría sido innecesario, puesto que Adán no necesitaba que libro alguno le recordase acerca de hechos y eventos de los cuales él mismo había sido testigo y actor principal, y como no tenía a nadie a quien beneficiar con sus conocimientos y experiencia, como no tenía nadie a quien contarle nada, estaba limitado a dormir, comer y pasear sin rumbo fijo. Aunque eso sí, vivo, muy vivo."

Es posible que el primer padre Adán por su imperfección irremediable iba a fallar en cualquier prueba de lealtad y obediencia a la que hubiera sido sometido. Para darnos una idea así sea exigua de lo abismal del fallo en el que incurrió Adán, imaginemos los siguientes posibles escenarios a los que Adán hubiera podido ser enfrentado, y en los cuales de seguro también habría terminado más que reprobado sacando un cero en su boleta de calificaciones:
“Adán: no entrarás jamás a esa cueva obscura porque allí hay una bestia feroz que te arrancará los brazos y las piernas y después te comerá estando vivo.”

“Adán: no entrarás jamás a ese lago de aguas profundas, porque te ahogarás en virtud de que no sabes nadar.”

“Adán: no te comerás ese durazno que ves allí colgando de esa rama, porque está envenenado.”

“Adán: nunca oprimirás ese botón rojo que está en esa pared, porque si lo haces habrá una gran explosión y morirás.”

“Adán: no entablarás nunca ninguna amistad con esa mujer, y mucho menos tendrás relación de ningún tipo con ella, porque si así lo hicieras entonces ella será tu perdición y la de toda tu progenie.”

“Adán, ¿qué parte del mandamiento ésto te está estrictamente prohibido no entendiste?”
El hombre contemporáneo de hoy, imperfecto como pueda serlo, cuando inventa algo está tratando de mejorarlo constantemente, trata de refinar sus creaciones haciéndolas cada vez mejores en comparación al modelo original, ya sea un avión, un libro, una computadora o un tratamiento genético terapéutico, al igual que mejorar todavía más una obra literaria o una composición musical que van siendo perfeccionadas por sus creadores con el paso del tiempo. Aunque el primer hombre haya sido hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26), el hombre imperfecto de la actualidad, por su propia naturaleza y su propia ignorancia al momento de nacer, nace propenso a cometer muchos errores, de los cuales puede y suele aprender para no volver a repetirlos.  Adán no tuvo tal oportunidad, Adán no podía aprender de todos sus errores porque el precio del aprendizaje de su primer gran error era no poder corregirlo. Si Adán hubiera sido medianamente inteligente (o por lo menos no tan estúpido), Adán debería de haber considerado las consecuencias de su acción sobre él y sobre toda su progenie, debería de haber considerado y haber tenido en mente la magnitud del terrible daño que ocasionaría, lo cual obviamente nunca hizo. Y esto trae a colación necesariamente la pregunta: ¿cómo el Creador del Universo, el Supremo Arquitecto, pudo haber creado algo que resultó tan imperfecto, y encima de ello confiarle a tal criatura tan imperfecta el cuidado de la Creación? En nuestros tiempos, habría sido tanto como darle a un ciego el nombramiento de capitán piloto aviador y confiarle sin entrenamiento previo alguno la cabina de mando para el pilotaje de un gigantesco avión comercial , o confiarle a un idiota el traslado de una caja repleta con cartuchos de dinamita y explosivos impregnados con nitroglicerina o peor aún, una bomba atómica de fácil detonación.

El primer hombre, por el solo hecho de ser el primero, supondría un especial énfasis, un especial cuidado en su construcción, para evitar errores en lo que podríamos llamar su "diseño básico", haciéndolo tolerante a fallos e invistiéndolo de lo que en el argot tecnológico actual se conoce como un mecanismo de defensa fail safe, a prueba de fallos. Ya la lamentable creación de Lucifer, indigno de la inmerecida condición de Arcángel que recibió (condición que por cierto no le ha sido quitada, pues se supone que sigue siendo tan poderoso como antes reteniendo todas sus facultades y poderes hoy al servicio del Mal), seguramente había sido ya una gran decepción. Pero a la creación imperfecta de Lucifer se sumó otra decepción igualmente mayúscula, la del imperfecto Adán, el cual terminó perdiendo hasta su propia vida. La Biblia no menciona que la Providencia hubiera considerado la destrucción total de Adán (aunque de todos modos estaba predestinado a morir a causa del pecado original) sin permitirle reproducirse, para crear en su lugar un segundo hombre pero ya sin tanto lastre en su “diseño espiritual básico”, libre de los defectos del desobediente primer Adán. Las Escrituras confirman que se decidió mantener vivos a Adán y a Eva, en lugar de destruírlos para crear en su lugar un segundo mejor ejemplar (¿Adán 2.0?)), poniéndose en práctica el dicho mexicano “con estos bueyes hay que arar”.

Está como para dar lástima. La única relevancia que pudiera tener Adán para el hombre de HOY es que de él descienden humanos como Einstein, Lincoln, Jesús de Nazareth, Francisco de Asís, Miguel de Cervantes Saavedra y muchos otros dignos de mejor mención que Adán. Sin Adán no habría existido tal descendencia, aunque también dejó mucha simiente igualmente mala a grado tal que por cada Abel se puede suponer que ha habido un Caín. Adán no tuvo más méritos propios que el de un gallo en un gallinero, su única razón de ser terminó siendo que se le requería como una especie de semental para dejar descendencia, y para nada más que eso. Fuera de su contribución reproductiva, el hombre actual no tiene absolutamente NADA que agradecerle a Adán excepto el hecho de que por estar muerto ya no puede cometer más pifias como la pifia mayúscula que cometió al desacatar los mandamientos de su Creador para terminar suicidándose por mano propia y hundiendo de paso junto a él a toda su descendencia en la muerte y el dolor. Para fines prácticos, Adán terminó convirtiéndose a sí mismo en UN CERO A LA IZQUIERDA, un personaje completamente irrelevante que de no ser por la Biblia estaría hoy completamente olvidado y al cual si le fuera dado regresar el día de hoy a nosotros no nos ayudaría en nada ni nos serviría para nada excepto como una curiosidad científica.

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