miércoles, 3 de abril de 2019

Protocolo 235



El día de ayer se desató un temor genuino (por no llamarlo pánico) en la frontera de México con Estados Unidos ante la posibilidad de que el presidente Donald Trump anuncie un cierre total de la frontera con México, cerrando el paso al tránsito de personas y vehículos. Trump ha anunciado ya que podría ordenar en cualquier momento la implementación de esta medida draconiana como una especie de castigo en contra de México ante su política laxa de permitir el libre tránsito por México de caravanas masivas de miles de indocumentados procedentes principalmente de Centroamérica que marchan a su propio gusto para llegar hasta la frontera con los Estados Unidos y reclamar su ingreso a dicho país con el simple hecho de pronunciar la palabra mágia "asilo".

En realidad lo que ha detonado la crisis actual es el hecho de que se están formando (principalmente en Honduras) caravanas con contingentes cada vez mayores cuantificados ya no en millares sino en decenas de miles. La Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero alertó sobre la formación planificada a través de las redes sociales de una caravana gigantesca constituída por lo menos por 20 mil indocumentados llamada la caravana madre, la "gran madre de las caravanas", cuyos organizadores de hecho aspiran que sea de tal magnitud que pueda llegar hasta los ¡100 mil indocumentados!, recomendándose entre ellos cargar consigo la mayor cantidad posible de niños chiquitos (entre más pequeñitos, mejor) para poner presión para que la sociedad norteamericana interceda ante el gobierno de Trump para que se les abra paso y se les de permiso de residencia permanente en Estados  Unidos. Una caravana de decenas de miles de indocumentados arrastrando con ellos a muchos niños chiquitos sería casi imposible de poder contener como ya se hizo en la frontera de Tijuana el 25 de noviembre de 2018 cuando las autoridades migratorias norteamericanas lanzaron gases y gases pimienta en contra de una multitud estimada entre 500 y mil migrantes intentaron cruzar ilegalmente la frontera cerca del puerto de entrada de San Ysidro, California, rompiendo la valla fronteriza como ya lo habían hecho previamente al entrar a México por Chiapas. Si en vez de una multitud de mil migrantes hubieran sido unos 20 mil migrantes o inclusive 100 mil migrantes, habría sido imposible contenerlos a todos (sobre todo si están llevando consigo a propósito a millares de niños y niñas chiquitas de preferencia enfermitos) y muchos de ellos habrían logrado avasallar la frontera de Estados Unidos como ya lo habían hecho en la frontera de México con Guatemala.

El gobierno de Honduras reaccionó furioso negando que se esté conformando la caravana madre, pero... ¿qué credibilidad se le puede dar a las declaraciones y pronunciamientos de un estado fallido en manos de un gobierno corrupto cuyo país ha tenido una sangría poblacional significativa e irrecuperable con los miles de hondureños que se han salido ya huyendo de la situación que se vive en Honduras?

Como castigo a los tres países centroamericanos que son los principales exportadores de indocumentados agrupados en grandes caravanas, y reaccionando a la formación de la caravana madre, Trump le cortará de tajo a estos países bananeros de quinta categoría toda la ayuda económica que Estados Unidos le estaba enviando a dichos países; y aunque en tales países han empezado algunas protestas y lamentaciones por la suspensión de la ayuda económica norteamericana que parece haber sido dinero tirado a la basura, el presidente Trump les puede responder a los respectivos gobernantes de esos países bananeros preguntándoles QUÉ es lo que han hecho y lo que estan haciendo con toda la ayuda económica que habían estado recibiendo por años, visto el hecho de que tal ayuda económica no ha servido de nada para mejorar las condiciones de vida en dichos países ni ha servido para ayudar a los cientos de miles que hoy están huyendo de tales países por la mala situación económica de pobreza, marginación y corrupción, males endémicos de esas repúblicas bananeras de los cuales México no tiene ninguna culpa.

En lo que toca a México, el gobierno norteamericano le acusa de haber adoptado una política de “dejar hacer, dejar pasar” permitiendo el libre tránsito de los miles de indocumentados centroamericanos por territorio mexicano y hasta dándoles visas humanitarias para que se puedan quedar en México todo el tiempo que requieran para poder planificar mejor y llevar a cabo su ingreso ilegal a territorio norteamericano desde México.


“¡Que los mantenga México!”


En años previos, los indocumentados centroamericanos no representaban problema mayor para México porque en primer lugar no llegaban tantos, ciertamente no en caravanas de miles o decenas de miles, y en segundo lugar porque una vez que lograban meterse adentro de Estados Unidos pidiendo asilo político el gobierno norteamericano era el que se tenía que hacer cargo del mantenimiento y alojamiento de todos ellos a un costo multimillonario mientras se resolvían en las cortes la petición de asilo político de cada uno de ellos en un proceso tardado que podía durar varios años.

Sin embargo, al gobierno norteamericano se le ocurrió una idea muy original. Se le ocurrió ordenar y obligar a los miembros de las caravanas de regresar a México a esperar su turno de ser llamados mientras se procesaban las solicitudes de asilo en Estados Unidos, usando unilateralmente a México como un tercer país seguro pese a la postura en contra manifestada por el Canciller Marcelo Ebrard. Al obligar a los caravaneros a regresar a México para vivir en México en vez de dejarlos vivir y trabajar en Estados Unidos, la cosa dejó de ser asunto de que Estados Unidos se encargue del paquete de estarlos manteniendo a todos ellos, convirtiéndose en otra realidad completamente distinta impuesta unilateralmente por el gobierno de Trump:

¡Que los mantenga México!

Para implementar esta nueva política, que será una nueva manera completamente diferente de hacer las cosas, y la cual le costará a México bastante dinero (la manutención en México de miles de indocumentados centroamericanos), el 29 de enero de 2019 el gobierno norteamericano anunció la puesta en marcha de lo que ha sido llamado los “Migrant Protection Protocols” (Protocolos de Protección a Migrantes) o MPP. Las leyes de Estados Unidos prohiben que toda persona que haya llegado a Estados Unidos solicitando asilo político sea devuelta a su país de origen en donde presumiblemente enfrentaría los mismos riesgos y peligros que motivaron la huída desde un principio del peticionario de asilo (en realidad, están huyendo de la pobreza, son refugiados económicos). Sin embargo, las leyes norteamericanas no prohiben que una persona solicitante de asilo sea devuelta a un país intermedio que haya servido como país de tránsito, en este caso México convertido ahora por USA en un “tercer país seguro”. Las leyes en Estados Unidos no prohiben que los solicitantes de asilo político puedan esperar respuesta a su solicitud de asilo en un tercer país seguro que pueda servir como intermediario, idealmente un país que hayan usado los miembros de las caravanas como vía temporal de tránsito para llegar hasta Estados Unidos (o sea México). Para el caso que nos ocupa, el gobierno de Trump está citando la Sección 235(b)(2)(C) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad, de acuerdo a la cual algunos individuos que llegaron o entraron a los Estados Unidos por México—de manera ilegal o sin la documentación adecuada—podrán ser retornados a México durante la duración de sus juicios migratorios. En este caso estamos hablando de decenas de miles, y al paso que va pronto serán millones. Esto era lo que quería evitar Trump, el hacerse cargo del enorme costo económico del sostenimiento de todos ellos, dejando en cambio que México (que no es un país rico) se encargue de estarlos manteniendo por meses o tal vez años. Por estarse citando la Sección 235(b)(2)(C) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad para la implementación de la nueva política, se le puede llamar e identificar simplemente como el Protocolo 235.

El inicio de la puesta en marcha del Protocolo 235 ya fue cubierta en esta bitácora en la entrada titulada Sueño Americano subida el  15 de febrero de 2019. Y el programa ya se extendió fuera de Tijuana. En este 3 de abril de 2019 alrededor de 50 indocumentados fueron devueltos a México pero en Ciudad Juárez para esperar en México  la conclusión de su juicio migratorio bajo la aplicación del Protocolo 235, sumados a otros que ya habían sido devueltos previamente en menores cantidades a Ciudad Juárez, y las autoridades migratorias de EE.UU. ya adelantaron que el plan para los próximos días es llegar a las 100 personas o más devueltas diariamente a la sufrida Ciudad Juárez. En menos de dos semanas habrá entonces más de mil indocumentados, o sea a razón unos 3 mil por mes. Tres mil bocas que tienen que ser alimentadas y hospedadas en algún lugar además de requerir atención médica. En menos de un año la cifra debe llegar a una población flotante de 30 mil extranjeros, ninguno de los cuales tiene un solo centavo en sus bolsillos, pero cuya manutención no le costará a Estados Unidos un solo centavo gracias a que el generoso México absorberá (no queda de otra) el gasto total de lo que representa el ser un tercer país seguro. La crisis es tal que la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen M. Nielsen, ha sido despachada a El Paso en una visita especial para conocer de primera mano lo que está sucediendo. Y mientras tanto la desesperación de algunos de los indocumentados es tal que entre los ejemplos de desesperación se puede mencionar el de un cubano que fingió un secuestro para obtener el asilo político en EE.UU. aunque no logró lo que quería, mientras que otros ciudadanos cubanos y cubanas se están prostituyendo en las calles de México para obtener dinero (ignorándose cuáles de ellos puedan ser portadores de enfermedades venéreas como el VIH/SIDA, herpes genital, virus del papiloma humano, etc.) ya que dinero en efectivo es una cosa que el gobierno de México no contempla darle a ninguno de los indocumentados que están llegando en caravanas (solo eso faltaba, habiendo tantos pobres en México).

Sospechando quizá que la situación va a dar un vuelco inesperado ante el hartazgo del gobierno norteamericano y ya no van a poder seguir llegando para meterse a su antojo en los Estados Unidos como antes (y todavía hoy) lo estaban haciendo, contemplando la posibilidad de que tendrán que quedarse a vivir en México por lo que puede ser una muy larga temporada en vez de comenzar a vivir inmediatamente la gran vida en Estados Unidos, precisamente la puesta en marcha del Protocolo 235 está actuando como acicate para la formación de la caravana madre con el mensaje implícito a todos los que están siendo invitados a unirse a ella: “Se está cerrando la puerta, y los que se queden atrás perderán para siempre una gran oportunidad que de seguro ya no se les volverá a presentar en el resto de sus vidas”. La alarma ha cundido entre los hondureños y guatemaltecos y salvadoreños a grado tal que tal vez toda la población de Honduras (diez millones) estaría dispuesta a sumarse a lo que se pudiera llamar la gran megacaravana de todos los tiempos, un éxodo gigantesco al cual con gusto se sumarían millones de guatemaltecos y millones de salvadoreños aspirantes a obtener por la vía rápida FAST TRACK una mica de residencia permanente en Estados Unidos a la cual de otro modo no tendrían ningún derecho. Un éxodo de tal magnitud podría terminar colapsando incluso los recursos de Estados Unidos pese a ser (todavía) el país más rico del mundo. La formación de la caravana madre en el equivalente de un moderno ejército invasor ondeando niños pequeños en vez de rifles ha encendido voces de alarma en Washington haciendo crecer la histeria antimigrante promovida por Trump.

Además de poner en marcha el Protocolo 235, y con la finalidad de desalentar la formación de la gran megacaravana y todas las demás caravanas madre intermedias que se puedan formar integradas por decenas de miles de centroamericanos, Donald Trump ha decidido ejercer presión sobre el gobierno de México amenazando con cerrar la frontera entre México y Estados Unidos, lo cual ciertamente colapsaría las economías de las ciudades en ambos lados de la frontera. La táctica del gobierno norteamericano es poner suficiente presión económica sobre México para “convencer” al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a sellar la frontera sur de México al paso de las caravanas de indocumentados que cruzan por Chiapas. Sin embargo, puesto que también las economías de las ciudades fronterizas de Estados Unidos tales como San Diego y El Paso saldrían también enormemente perjudicadas con pérdidas multimillonarias, ¿no sería esto algo demasiado arriesgado inclusive para alguien como Trump?

Lo que Trump realmente quiere es poner presión no solo sobre el gobierno de México sino también sobre el Congreso norteamericano para que el Congreso modifique las laxas políticas de asilo en EE.UU. endureciendo el sistema migratorio norteamericano, y si la economía de las ciudades fronterizas del lado norteamericano empiezan a hundirse entonces echándole la culpa a los Demócratas en el Congreso por no hacer nada ciertamente sería una manera de ponerle una presión enorme sobre los Demócratas para que cedan y acepten una reforma migratoria aunque sea incompleta. El haberle ganado una ronda al Congreso Demócrata con su primer veto ha envalentonado a Trump convenciéndolo de que puede hacer aún más cosas (todas ellas impredecibles) pese a la obstinada oposición de los Demócratas que solo pueden patalear y hacer coraje ante su impotencia para detener al presidente Trump.

Ante la gravedad de la situación en la frontera frente a un posible cierre de la frontera, los medios locales (prensa, radio, televisión) se aferran a la vaga ilusión o esperanza de que Trump no pueda cerrar toda la frontera por carecer de atribuciones legales para ello, mientras que alcaldes fronterizos de México que antes le daban la bienvenida con los brazos abiertos a los migrantes centroamericanos están cambiando su postura advirtiendo que la prioridad serán los mexicanos y no los migrantes. Y si bien es cierto que el presidente Trump no puede firmar una orden ejecutiva ordenando a rajatabla el cierre TOTAL de TODAS las garitas de cruce internacional, lo cual dicho sea de paso vendría siendo la materialización del muro de Trump (excepto que sería un muro virtual en vez de un muro físico), lo puede hacer legalmente de otra manera muy sencilla, haciendo precisamente lo que está haciendo en estos momentos, mediante el retiro gradual y escalonado de agentes migratorios y aduaneros de las garitas de revisión fronterizas. Y para ello no necesita de ninguna autorización del Congreso controlado por los Demócratas, ya que el presidente norteamericano tiene la autoridad de poder reasignar el personal a su cargo según se requiera para otras tareas relacionadas con la misión que llevan a cabo los agentes migratorios y aduaneros. Usando como muy buen pretexto el hecho de que se requieren muchos agentes para poder procesar a las decenas de miles de centroamericanos que ya se encuentran en EE.UU. pidiendo asilo, Trump ha estado retirando en cantidades crecientes a agentes de las garitas en los puentes de cruce internacionales reasignándolos para el procesamiento de las decenas de miles de centroamericanos que están exigiendo asilo político, abandonando muchos puestos de inspección migratoria dejándolos sin nadie a cargo de ellos (aunque no haya nadie en dichos puestos, siempre hay alguien vigilando las garitgas por medio de cámaras de video que están grabando lo que allí sucede). Cualquier persona por ignorante que sea sabe perfectamente bien que no puede ingresar adentro a USA si no ha sido revisada previamente por algún agente migratorio en un cruce internacional en donde hay cámaras de video grabando y vigilando las garitas todo el tiempo, y todo aquél que quiera ingresar legalmente se tiene que esperar todo el tiempo que sea necesario, ya sean diez minutos o diez horas, hasta que haya algún agente disponible que llegue para atender un puesto de inspección migratoria para llevar a cabo la revisión de los documentos. Y en esto radica precisamente el truco. Con puestos de inspección migratoria temporalmente vacíos por estar haciendo los agentes otras tareas consideradas más importantes, en lapsos cada vez mayores de tiempo y cada vez más frecuentes, con esto el gobierno de Trump puede cerrar la mayor parte de la frontera la mayor parte del tiempo sin necesidad de tener que emitir una orden ejecutiva ordenando que se  lleve a cabo el cierre total. Se trata de un cierre virtual, o como dirían los abogados un cierre factual de facto, pero no de jure por legislación promulgada por el Congreso. El cierre virtual puede ser igual de efectivo que el cierre total ordenado como tal. Para impedir que se puedan dar tales cierres arbitrarios, el Congreso norteamericano tendría que autorizar una mayor partida presupuestal para la contratación de una cantidad mayor de agentes en calidad temporal, pero esto no va a suceder porque los Demócratas siguen tercos en mantener un boicot casi total a cualquier tipo de reforma migratoria, de modo tal que Trump le puede echar cómodamente toda la culpa a los Demócratas por la parálisis gubernamental sobre el tema migratorio y por el virtual cierre de la frontera con México.

El día de hoy miércoles 3 de abril de 2019 Trump en un tweet:


lanzó un ultimátum al Congreso de Estados Unidos para tomar acción en la frontera con Mexico para tapar los vacíos legales por los que se filtran a diario miles de indocumentados metiéndose a USA, insistiendo que de no hacerlo cerrará la frontera de un momento a otro. Y como los Demócratas se hacen como que no escuchan, la amenaza del cierre virtual de la frontera que se puede dar en cualquier momento sigue en pie.

¿Y qué de los costos económicos ocasionados por el cierre virtual de la frontera con México? Trump puede argumentar en los medios que, a la larga, le sale mucho más barato a Estados Unidos cerrar por completo la frontera con México que permitir el eventual paso (a como van las cosas) de todas las poblaciones de Guatemala, Honduras y El Salvador a Estados Unidos para recibir asilo en territorio norteamericano esperando ser alimentadas y sostenidas por el contribuyente norteamericano que paga impuestos. Así que, si de pérdidas económicas se trata, Trump puede maniobrar también este argumento a su favor. Todo depende de la presión impuesta por un cierre progresivo y escalonado de los cruces internacionales que es lo que está haciendo ahorita.

El impacto económico contra México es doble y duro para México. Por un lado, se tiene el cierre virtual de la frontera con Estados Unidos colapsando la economía de todas las ciudades fronterizas de México. Y por el otro, con la implementación del Protocolo 235, hay que contemplar el regreso de cientos de miles de indocumentados para que los mantenga México (en vez de Estados Unidos) mientras los caravaneros esperan en México el procesamiento norteamericano de sus solicitudes de asilo para lo cual no hay plazos fijos y que por lo mismo es un proceso que puede tardar AÑOS. Anteriormente los integrantes de las primeras caravanas argumentaban que no tenían ninguna intención de quedarse en México (lo cual es cierto), que solo pedían el libre tránsito por México para llegar hasta Estados Unidos para pedir asilo. Pero lo que está sucediendo ahora cambia el panorama por completo, porque todos los apoyos que les ha dado México a los migrantes centroamericanos (como las visas humanitarias y permisos de trabajo) pueden terminar volteándose en contra de la economía mexicana. Esta es la razón por la cual ya no están siendo tan bien recibidos y bienvenidos como antes en todo México, con los brazos abiertos, y que por el contrario se estén formando en México grupos y organizaciones que ya consideran a los centroamericanos como invasores que pueden terminar hundiendo a México dejándolo incluso ¡¡¡¡peor que Honduras!!!! Hay un riesgo real de que puedan aflorar en México xenofobia y nacionalismos como los que llevaron a Europa a la Primera Guerra Mundial a principios del siglo pasado.


¿Anexar Centroamérica a México antes de que EE.UU. lo haga?


Si con la puesta en marcha del Protocolo 235, al no poder ir juntos en grandes números a Estados Unidos para vivir y trabajar en dicho país los hondureños y guatemaltecos y salvadoreños se van a quedar a vivir y a trabajar en México usando a México como un tercer país seguro POR MUCHOS AÑOS, entonces además de que México les siga concediendo gratuitamente a los centroamericanos visas humanitarias tal vez ésta sería una muy  buena ocasión para invitar a estos países de Centroamérica anexarse a México y así formar parte de la república mexicana como un paso de alcance histórico hacia la meta de cumplir el sueño panamericano de Simón Bolívar, con lo cual los habitantes de esos países centroamericanos seguirían disfrutando la entrada libre a México que ya tienen ahorita (esto no cambiaría en nada) pero que además le permitiría a México el poder expandirse territorialmente de manera pacífica y sin necesidad de tener que disparar una sola bala. Honduras, Guatemala y El Salvador dejarían de existir como países independientes para pasar a convertirse en estados de México (el número de estados en México crecería de 32 a 35), y la bandera mexicana comenzaría a ondear en lugar de las banderas de Honduras, Guatemala y El Salvador (al fin y al cabo, ¿para qué demonios les ha servido a tales países sus independencias, viendo lo mal que están ahora?) Desaparecerían por igual sus devaluadas monedas para ser reemplazadas por el peso y empezarían a llegar inversionistas mexicanos a levantar las demeritadas economías de dichos paises. Esta es una alternativa sociopolítica con la cual todos podrían salir ganando.

Sin embargo, la posibilidad de la anexión pacífica de Honduras, Guatemala y El Salvador a México podría esfumarse en caso de que a los norteamericanos se les ocurra presionar a los gobiernos en dichos países para que se lleven a cabo referéndums dentro de tales países centroamericanos expulsores de caravanas de indocumentados preguntándole a sus habitantes si estarían de acuerdo en permitir convertir a su país en un estado libre asociado (esto tras ofrecerles EE.UU. la posibilidad de incorporarlos como estados libres asociados dándoles la misma categoría que Puerto Rico), lo cual desalentaría de tajo la emigración al tener los centroamericanos en su propia casa los mismos privilegios y ventajas que quieren tener en Estados Unidos (como hoy ocurre con los portoriqueños) y por otro lado le permitiría a Estados Unidos el poder crecer territorialmente en forma pacífica sin necesidad de tener que disparar una sola bala y hasta la posibilidad de poder instalar bases militares en Centroamérica, una idea que ya había sido mencionada previamente en esta bitácora en la entrada de enero 2019 titulada Honduras como Estado Libre Asociado y que no se le ha ocurrido todavía a ninguno de los asesores del presidente Trump. Si Honduras, Guatemala y El Salvador van a desaparecer por ser estados fallidos, mejor que desaparezcan cuanto antes pasando a formar parte de México en vez de desaparecer pasando a formar parte de Estados Unidos antes de que a los norteamericanos se les ocurra promover la idea en Centroamérica. Lo que le convenga a cada quien. Aunque el crédito histórico por iniciar estos procesos de modificación del mapamundi lo debe recibir el Protocolo 235.

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