lunes, 16 de marzo de 2020

Cuando México era muy conservador y represivo




Quienes en el nuevo milenio hoy protestan y piden igualdad de derechos en México ignoran o han olvidado que no hace mucho, hace más o menos medio siglo, la sociedad mexicana era sumamente conservadora y puritana, aunque hoy no lo parezca.

A diferencia de los tiempos actuales en los cuales el embarazo de una chamaquita quinceañera es muchas veces festejado por el chiquito que le traerá alegría a los abuelitos, en la década de los sesentas tal acontecimiento era considerado una verdadera tragedia familiar, una especie de drama a la altura de las mejores tragedias griegas como las de Sófocles, Esquilo y Shakespeare, y "lo correcto" en ese entonces era echar de inmediato a la joven madre soltera de la casa desconociéndola a ella y al chiquito considerándolos como una deshonra para la familia, un acontecimiento digno de escándalo. "Nos has decepcionado" solía ser la primera frase con la cual la pobre muchacha era insultada antes de recibir los epítetos de "desgraciada, nos saliste con tu Domingo Siete", "te has convertido en una vulgar ramera, y no mereces convivir entre nosotros", etcétera etcétera etcétera (muchos etcéteras). El caso extremo fue plasmado en la novela El Derecho de Nacer en donde a la joven madre (que termina recluída como monja en un convento para expiar por su horrible transgresión social) se le arrebataba al hijo no deseado y se entregaba el chiquito a la servidumbre con instrucciones precisas de matar al niño, a ese "fruto del pecado". En esos tiempos con la ayuda de un tipejo de mirada adusta (el prefecto, o "perfecto") se prohibía a los jóvenes estudiantes la entrada al colegio si llevaban el pelo largo en vez del "autorizado oficialmente, oscuro natural" (esta costumbre se mantuvo en pie hasta que intervino la justicia federal y no hubo un solo "perfecto" en todo México que pudiera citar un solo estudio científico que demostrara que el largo del cabello tuviera algo que ver con el desempeño académico.) Eran los tiempos en los que el Regente de la Ciudad de México, Ernesto Uruchurtu, cediendo a las presiones de los "perfectos" y las sociedades escolares de padres de familia, prohibió la celebración de un concierto en la Ciudad de México que hubiera sido histórico, y que no se podía llevar a cabo porque todos los miembros del muy vilipendiado grupo de rock usaban cabelleras largas.

Eran los tiempos de la censura total, del conservadurismo absoluto, irónicamente promovido por un prigobierno tan completamente corrupto que pudo llevar a cabo en plena impunidad masacres tales como la del genocidio de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco y el Jueves de Corpus, además de saquear vilmente la Tesorería de la Nación hundiendo al país entero como ocurrió en los tiempos del presidente José López Portillo y su comparsa "El Negro" Arturo Durazo Moreno, grandes maestros del enriquecimiento ilícito que después el entonces puritano Partido Acción Nacional prometió terminar y en vez de ello terminó asimilando lo peor del prigobierno para solidificar lo que hoy se conoce como PRIAN. Puede parecer muy raro e incongruente que un régimen tan malvado y tan corrupto pueda sentirse calificado para erigirse en "censor moral" y protector de "las buenas costumbres", pero si algo habían en ese entonces era hipocresía a raudales.

Para poder tener una idea de los duros criterios morales padecidos por la generación de los sesentas en México, habría que tomar una máquina del tiempo capaz de poder trasladarnos tiempo atrás en un lapso de cinco décadas.

En ausencia de una máquina del tiempo, en la televisión abierta hay otra alternativa que nos permite tener un atisbo a esa era de dureza puritana. Se trata de un programa semanal de corte religioso (aunque no se anuncia como tal), La Rosa de Guadalupe, y en donde en cada uno de sus episodios se incluye como tema principal alguna "lección moral". Es tal vez el único programa de Televisa de corte puritano y conservador que en vez de recurrir a los escenarios típicos en blanco y negro de tiempos ya idos del Porfiriato, trata de "moralizar" con cuentos "actualizados" que supuestamente reflejan la vida real en estos años en los cuales Internet ha terminado por derruir casi en su totalidad las numerosas censuras que antes tanto se practicaban.

El Lunes 16 de Marzo de 2022 la moralista Televisa  transmitió un episodio de La Rosa de Guadalupe titulado Las mismas condiciones para enamorarse, del cual se vuelve necesario plasmar algunas opiniones y comentarios en esta bitácora.

Dicha historia (o mejor dicho, cuento) trata sobre el enamoramiento de un joven adolescente de 17 años llamado Emmanuel que está por terminar su último año de la escuela Preparatoria (Bachillerato), y el cual decide terminar su relación con su novia de la Prepa porque ante la renuencia de ella a sostener un encuentro íntimo con el joven, las ansias pasionales y los afectos del joven terminan siendo capturados por una mujer madura de 40 años de edad llamada Diana que no es ninguna monja de convento:




La renuencia  total de la muchacha estudiante de la Prepa a sostener relaciones íntimas con Emmanual (que en estos tiempos en muchas partes sería considerado como una rareza entre los chicos de esa edad que ya no son muy persignados) está en completo acuerdo con la tesis moralista de que lo único que verdaderamente vale en toda mujer es su virginidad, y si decide perderla fuera de matrimonio entonces ya no tiene absolutamente nada que ofrecer porque su valía ha quedado reducida a cero por el pecado carnal. En otros tiempos antes del descubrimiento de los antibióticos y de la píldora anticonceptiva, los riesgos de contraer una enfermedad venéra como la sífilis o terminar con un embarazo no deseado eran usados como justificantes para llevar a cabo tal imposición de "solo las mujeres que aún se mentienen vírgenes son dignas de casarse", pero la costumbre ha terminado por superar las justificaciones aunque tales justificaciones ya no existan, y muchas familias siguen manteniendo vigente tal precepto. Para no dejar al descubierto el verdadero trasfondo de los episodios de la serie, se puede observar que los productores tratan cuidadosamente de evadir el uso de la palabra "pecado", a sabiendas de que en estos tiempos esa definición ni siquiera encuadra dentro del vocabulario de los jóvenes de hoy.

En el episodio, la que "hace lo correcto" es la joven que se niega a sostener relaciones íntimas con el joven Emmanuel que estaba enamorado de ella pero que ya no quiere una relación platónica como las que se acostumbran en las escuelas primarias. Ella es "la buena del cuento". Pero "la mala del cuento" es la mujer madura de 40 años que acepta y desea complacer sexualmente al joven dándole en la cama lo que la ex novia de la escuela se rehusa terminantemente a darle.

Como en todo cuento, los "malos" (los pecadores) tienen que tener su castigo, las penas de Emmanuel empiezan cuando la ex novia y la madre del joven deciden entrometerse en las vidas privadas de Emmanuel y su amante la mujer madura. Aunque el joven ya está por terminar la Preparatoria para ingresar a la Universidad, los guionistas del cuento fueron cuidadosos al adjudicarle una edad de 17 años a Emmanuel, porque si le hubieran adjudicado 18 años de edad entonces Emmanuel tendría la mayoría de edad legal mínima para tener relaciones con quien quiera sin que nadie más, ni siquiera sus padres y ciertamente mucho menos la ex novia, anden metiendo sus narices en cosas que no son de su incumbencia. Pero siendo el joven un menor de edad, la mujer estaría cometiendo no nadamós un pecado, sino un delito. ¡Hasta en esos detalles se fijan los cuentistas de la serie!

El asunto entre ambos el joven Emmanuel y su amante la mujer madura entra en una fase crítica cuando la madre del joven tiene el atrevimiento de ir hasta la casa de Diana para tocar la puerta de su casa:




con la finalidad de reclamarle que deje en paz a su hijo, y ya estando dentro de la casa de la mujer adúltera aprovecha la ocasión para robarse el teléfono celular de la amante de su hijo en un descuido de Diana. Y posteriormente aprovecha la posesión del aparato robado para meterse en la vida íntima de la mujer para ver qué cosas de ella puede usar en contra de "la mala del cuento".

Pero... ¿qué acaso el robo de cualquier cosa privada, como un teléfono celular, no es un delito tipificado por la ley? Pues no en este episodio de La Rosa de Guadalupe. La madre de Emmanuel nunca es acusada ni termina recibiendo ningún castigo por haberle robado su teléfono celular a Diana, porque "en ciertos casos" el robo "está plenamente justificado". Pero, más allá de las prohibiciones legales... ¿acaso no dice el Séptimo Mandamiento, NO ROBARAS? Los guionistas del programa no suelen entrar ya en esos detalles, en esas minucias, porque el "mensaje moral" del episodio no era fustigar el robo sino fustigar a las mujeres mayores de edad que deciden o aceptan tener relaciones con un joven al que le llevan una década. Y la importancia de la lección moral justifica la transgresión, legal o religiosa o de cualquier otra índole, porque como dijera Maquiavelo "el fin justifica al medio", sobre todo cuando hay buenas intenciones de por medio.

El episodio termina con el joven Emmanuel dando por terminada su relación con Diana tras ver varias fotografías y mensajes (privados) de texto de Diana, y decide "hacer lo correcto" regresando a su relación con su novia de la Preparatoria "aprobada y autorizada" por los padres de Emmanuel, porque ahora resulta que... ¡hasta para eso hay que obtener aprobación, aún cuando se está a punto de cumplir la mayoría de edad!

La lección moral del episodio es que todas aquellas mujeres maduras que quieran sostener relaciones sexuales con un varón al que le llevan varios años de edad, conocidas como "asalta cunas", son "pecadoras" perversas, mujeres que no valen nada porque carecen de eso que las sociedades puritanas y conservadoras llaman "valores morales". Esta "lección moral" se estrella con realidades tales como las de parejas como Shakira y Gerard Pique (Shakira le lleva 10 años de edad), la de la ex conductora Laura Bozzo y Christian Suarez (24 años de edad de diferencia), Maddonna y Kevin Sampaio (33 años de edad de diferencia), Kourtney Kardashian y Justin Bieber (15 años), Kate Hudson y Nick Jordan (14 años), Eva Mendes y Ryan Gosling (7 años), y muchas más (¡muchísimas!). Se trata de parejas famosas ninguna de las cuales ha visto jamás un solo episodio de la serie televisiva moralista La Rosa de Guadalupe, y si vieran el episodio en mención la "lección moral" les entraría por un oído y les saldría por el otro, y probablemente le dirían a los cuentistas de Televisa: "¡No te metas en lo que no te importa!"

El episodio ignora otra cruda realidad: muchos hombres jóvenes en México (que aún no han cumplido la mayoría de edad) encuentran bastante aceptable el sostener relaciones con una mujer que casi les doble la edad, porque con ellas pueden aprender muchas de las cosas que no les enseñan y les deberían enseñar en la escuela por estar clasificados tales conocimientos pecaminosos como "tabú". Y si no adquieren tales conocimientos allí, ¿en dónde los van a adquirir? ¿En los prostíbulos que también están prohibidos y satanizados en sociedades puritanas conservadoras? Bueno, muchos de ellos están obteniendo su información en Internet y en la prensa libre de censura, sin nadie que "meta tijera" en lo que los "custodios de la moral y las buenas costumbres" consideren "correcto y aceptable". O sea los mismos o emparentados con los mismos que prohibieron la entrada a México de la banda de rock The Beatles y prohibieron el uso de la minifalda hasta que fueron avasallados por las miles de jovencitas que se les opusieron a sus códigos de vestimenta justificados no con argumentos sanitarios sino puramente religiosos.

Por mucho tiempo se ha criticado a los hombres maduros que caen en las redes de jovencitas que se enamoran de ellos, y ya era hora de que esta serie televisiva dijera algo sobre la situación inversa, o sea mujeres maduras que no ven anormal o "pecaminoso" sostener relaciones con jovencitos que las procuran. Pues por fin se decidieron a dar el paso. Pero... ¿en dónde queda la moraleja porfiriana de que "para el enamoramiento no hay edad"? Pues para los productores de la serie moralista, ¡claro que la edad importa, y mucho! Sobre todo cuando no hay matrimonio de por medio y por lo tanto la relación es "adúltera". Como también importa el que los padres terminen metiiendo sus narices en las relaciones de pareja de los hijos inclusive escogiéndoles y aprobándoles a la pareja "correcta" con la cual se habrán de casar, porque ¿acaso en estas cosas los infalibles padres no están mejor preparados que los hijos para decidir por el futuro de sus hijos y saben lo que es mejor para ellos? No tiene nada que ver aquí el hecho de que casi la mitad de los matrimonios sacralizados por la Iglesia con parejas "que cuentan con la aprobación de los padres" estén terminando en sonoros divorcios, porque como ya se dijo, estas son minucias de las cuales los productores de La Rosa de Guadalupe no les gusta ocuparse ni dar respuesta, porque lo que importa es el "mensaje moral", la "lección moral" de cada capítulo. (Personalmente, me ha tocado conocer parejas que llevan mucho más tiempo "arrejuntadas" en unión libre sin estar casadas que aquellas cuyas uniones fueron sacralizadas ante un altar y en las cuales muchas mujeres terminan muertas a manos del desgraciado machista que les juró "amor eterno".)

Así es como se vivía en el México de antes, una época a la cual los productores de La Rosa de Guadalupe les gustaría ver regresar, con escuelas repletas de "perfectos" (prefectos) empoderados por sociedades de padres de familia ultraconservadoras con mentalidad nacida en los tiempos de Don Porfirio Diaz, sin Internet, sin teléfonos celulares, sin WhatsApp, sin Facebook.


Otro punto de vista: Desde la óptica de las mujeres solteras maduras




En el caso de muchas mujeres mayores de 35 hay otra realidad: a esa edad abundan las puritanas (no tanto por convicción propia de nacimiento sino más bien por obediencia a los mayores y sus "reglas morales") que llegaron a los 35 y no tuvieron hijos por hacerle caso a las reglas de la familia y de la sociedad, y por eso que llamamos el RELOJ BIOLOGICO en unos cuantos años más ya no podrán embarazarse aunque quieran (la Menopausia les llega a TODAS y es tan inevitable como la misma muerte). Muchas de estas mujeres maduras se sienten solas al haber fallecido sus padres no teniendo a su lado ni siquiera hermanos que ya se fueron de la casa para hacer sus propias vidas, y la mayoría de estas mujeres maduras ya han tomado conocimiento de otras mujeres (tal vez amigas suyas o tías o compañeras de trabajo) mayores de 50 que viven sin nadie a su lado ni siquiera para una emergencia; y si no consiguieron pareja cuando eran jóvenes menos fácil les será cuando ya no son quinceañeras. Para ellas la inseminación artificial podría ser una opción, inclusive la única opción, pero considerando que desde la perspectiva religiosa es tan "pecaminoso" el quedar embarazadas como el tener un "bebé de probeta" de un hombre con el que nunca estuvieron casadas, y peor aún el no haber conocido al padre del bebito que quieren concebir sin siquiera haber sostenido una sola relación íntima jamás en sus vidas, se antoja como un sacrificio algo difícil de imaginar. De cualquier modo, aquellas mujeres maduras que no tienen cerca de ellas a nadie que las pueda estar "regañando" (ambos padres muertos), y ante la perspectiva de quedarse completamente solas sin ninguna compañía y sin nadie que las visite al pasar de los 50, la pregunta lógica que se pueden hacer es: ¿por qué no? Superados los escrúpulos sociales y asimilada la realidad, y en caso de lograr atraer a un joven cuyo esperma (por la cuestión de su juventud) es óptimo para la procreación de un bebén sano y fuerte (esto es lo que se conoce como la calidad del semen que sigue siendo tema de controversia en los círculos médicos), hay otro factor que puede convencer a una mujer madura de sostener relaciones con un hombre más joven que ella que esté dispuesto a complacerla: ES MUY DIFICIL O INCLUSO CASI IMPOSIBLE EN MUCHOS PAISES PARA UNA MUJER SOLTERA MADURA EL PODER ADOPTAR LEGALMENTE UN BEBÉ SI VIVE SOLA (esto se conoce como la adopción monoparental) SOBRE TODO SI EN CASO DE AUSENCIA O ENFERMEDAD DE ELLA NO SE ESTA EN CONDICIONES DE PODER GARANTIZAR EL MANTENIMIENTO Y EDUCACION DEL CHIQUITO. En México el adoptar legalmente para mujeres solteras que ya no están en condiciones de poder embarazarse puede ser algo casi imposible de lograr. Aún cuando en los orfanatorios hay muchos niños y niñas esperando ser adoptados, los requisitos que se imponen a las solteras maduras (edad, ingresos, estabilidad económica, etc.) se acumulan rápidamente al grado de que la única opción que se les ofrecerá para concretar una adopción serán niños o niñas con alguna condición que requerirá atención y cuidados especiales DE POR VIDA (niños con síndrome de Down, minusválidos, paralíticos, víctimas de perlesía cerebral, hijos de padres drogadictos, etc.). Es mucho más llevadera la responsabilidad de hacerse cargo de un hijo o hija PROPIO con cualquier "detallito" que pudiera tener, que el hacerse responsable de un niño sobre cuyos padres no se conoce absolutamente nada. Un embarazo DESEADO, por "pecaminoso" que sea, tal vez sea la única manera para una mujer soltera madura de poder tener ese hijo o hija que tanto desea sin tener que lidiar con los orfanatorios y los miles de requisitos oficiales que hay que cumplir con tiempos de espera larguísimos para concretar una adopción. De estas ventajas y desventajas rara vez hacen mención alguna aquellos padres puritanos y moralistas que amenazan con echarla del hogar paterno a la joven si "sale con su Domingo Siete" (embarazada), que al fin y al cabo cuando ambos padres hayan muerto el problema de la soledad que enfrente la hija en su madurez y en su vejez será de ella y de nadie más; ellos "ya cumplieron" con su deber; como igualmente "cumplen" programas de televisión con "educación moralista" como el que aquí se menciona que debe de pasar por comites de censura basados en argumentos de índole religiosa, los mismos censores y prohibicionistas que intentaron (infructuosamente) desde la década de los sesentas el suprimir el uso de la píldora anticonceptiva (inventada por el científico mexicano Luis Ernesto Miramontes) y no lograron su objetivo cuando se estrellaron en contra de los deseos (y necesidades) de cientos de miles de mujeres mexicanas se rebelaron abiertamente en contra de la decisión pastoral de prohibir terminantemente la planificación familiar recurriendo no a argumentos científicos sino a teorías o seudo teorías que ni siquiera aparecen mencionadas en los Evangelios (estos individuos todavía no saben o no quieren darse cuenta de que es IMPOSIBLE usar la píldora anticonceptiva para detener un embarazo cuando el embarazo ya se dió.) En México millones de mujeres que se proclaman católicas recurren sin pedirle permiso a nadie en relación con los métodos anticonceptivos prohibidos por la Iglesia, y no por ello se sienten ni siquiera remotamente culpables. Las mujeres que rondan en los 35 años de edad y quieren sostener relaciones con un hombre joven al cual le llevan varios años se encuentran en las mismas condiciones, y para hacerlas cambiar de opinión sobre todo cuando el reloj biológico está en marcha se requerirá algo más que un programa de televisión de corte puritano moralista para hacerlas cambiar de opinión cuando tal cosa no la logran ni siquiera los sermones que escuchan en la Iglesia (a muchas mujeres mayores les puede resultar más fácil simplemente cambiar de religión, lo cual puede explicar la proliferación de las sectas sobre todo en México.) Y en esto último, hay una enseñanza que se escucha mucho en las religiones orientales afines al Budismo en lo que tiene que ver con la obediencia absoluta que se debe a autoridades que se suponen infalibles:

“No creas en algo simplemente porque lo has escuchado (¿por ejemplo, en un programa de televisión?). No creas en algo simplemente porque es hablado y rumoreado por muchos. No creas en algo simplemente porque se encuentra escrito en tus libros religiosos. No creas en algo simplemente por la autoridad de tus maestros y ancianos. No creas en las tradiciones solamente porque han sido transmitidas por generaciones. Más bien, después de la observación y el análisis, cuando te encuentres con algo que está de acuerdo con la razón y conduce al bien y al beneficio de todos y cada uno, entonces acéptalo y vive conforme a ello.”

Tal vez la única objección que un agnóstico podría atribuír a esta enseñanza es que prioriza como fuente de conocimiento no a la razón y la evidencia sino a la propia experiencia. Millones de personas, basándose en sus propias experiencias, son las que alegan que cientos de pseudoterapias funcionan. Para tales críticos no será aceptable que hoy día, conociendo esto, se siga considerando como válido algo tan subjetivo como lo es la experiencia personal. Sin embargo, lo mismo se puede decir de un programa de televisión de corte religioso con enseñanzas morales que quiere imbuír en las mentes de los televidentes que obtienen sus "aprendizajes" de tales programas. Y para desconfiar de este tipo de "enseñanzas", baste recordar los fraudes que terminaron siendo los televangelistas como Jimmy Swaggart y Jim Bakker, ambos hoy en desgracia pública, ni remotamente lo que fueron (y recaudaron) en sus tiempos de gloria.

La "lección moral" del episodio Las mismas condiciones para enamorarse del programa de televisión que se está citando aquí tal vez ni siquiera será "entendida" por ninguno de los jóvenes mexicanos que lo vean y a los cuales está dirigido porque, ¿qué joven de esa edad rechazaría los afectos de una atractiva mujer madura con bastante experiencia que está dispuesta a darle en la cama lo que nunca le van a dar sus compañeras de clase las cuales actúan o se espera que actúen como si fueran monjas de convento? Aquellos hombres jóvenes que estén en una relación así tal vez terminarán carcajeándose y nunca volverán a ver otro capítulo de la misma serie ni siquiera en Semana Santa. Y esto es tal vez lo que más coraje les pueda dar a los productores de la serie, que cada uno de sus capítulos tan arduamente producidos terminen siendo usados e ironizados únicamente como referencia histórica de cómo se vivía en los tiempos represivos del ayer de hace medio siglo, una época a la cual muchos de los habitantes del Tercer Milenio no les gustaría regresar.

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