jueves, 12 de marzo de 2020

El Beethoven cubano

Se acredita como una de las composiciones musicales del género de España más célebres alrededor del mundo sin duda a Granada, escrita por el Maestro Agustín Lara, de México. Sin embargo, Agustín Lara no es el único que sin haber nacido en España supo capturar el espíritu musical y el alma gitana de la madre patria, España. Hay otros compositores monumentales que también sin haber nacido en España lograron entender las cadencias del cante hondo, los compaces andaluces y las zarzuelas, traduciéndolas al lenguaje del iberoamericanismo.

Esta entrada la quiero dedicar al que puede ser considerado como el compositor y músico cubano más notable de todos los tiempos.

Su nombre es  Ernesto Lecuona. Desde muy chico dió muestras de su capacidad creadora y notable virtuosidad en el piano. El paso del tiempo ha confirmado su talento y su merecida grandeza. La Cuba de ayer ha sido pródiga con músicos que han dejado huella, pero Lecuona al igual que George Gershwin fue uno fuera de serie, capaz de poder combinar el estilo de la música clásica con la música pop. Fue lo que llamamos un prodigio musical.

Son raras las ocasiones en las que tenemos el privilegio de poder escuchar a un músico ejecutar e interpretar melodías de su propia creación, y gracias al portal YouTube aquí tendremos la oportunidad de poder escuchar dos de las creaciones más famosas de Lecuona: Malagueña, y Andalucía, representativas de la música flamenca de España. Lo haremos utilizando el enlace YouTube en el que están subidas ambas composiciones en un solo video (la composición Andalucía empieza al tiempo 3:13 de haber iniciado el video):





Lecuona, al igual que el Beethoven de Alemania, murió pobre, lo cual suena irreal puesto que ambos representan lo mejor que el género humano tiene para ofrecer al resto del Universo, más que los grandes banqueros, empresarios y aristócratas repletos de títulos nobiliarios pero a los cuales ya nadie recuerda porque no dejaron al mundo nada por lo cual valiera la pena recordarlos, ciertamento no como Ernesto Lecuona y Ludwig van Beethoven, los cuales serán inmortales. La riqueza que ellos le dejaron a este mundo no fue material, sino espiritual, invaluable.

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