martes, 12 de mayo de 2020

El tercer pico

Crecimiento exponencial cuando no hay límite natural impuesto, y
crecimiento real cuando se va terminando el espacio disponible


Se ha estado hablando mucho en los medios acerca de lo que se conoce como la curva epidemiológica de contagios que es una gráfica que muestra la acumulación diaria de nuevos casos confirmados de contagios, una curva parecida a la "función Gaussiana" o "curva de la campana" (en realidad, no lo es, la comparación es inexacta, por principio de cuentas la diferencia entre el crecimiento exponencial y la curva epidemiológica es que la curva exponencial es un crecimiento sostenido siempre "hacia arriba" con la curva manteniéndose cóncava hacia arriba todo el tiempo porque supone una cantidad ilimitada de campo disponible (o de víctimas) para seguir creciendo, mientras que la curva pandémica en cierto momento empieza a volverse cóncava hacia abajo aunque siga creciendo ya sea porque casi todos los que pudieran ser infectados fácilmente ya han sido infectados y no pueden ser infectados de nuevo o porque todos aquellos susceptibles de morir ya han muerto y los sobrevivientes han desarrollado anticuerpos que les permiten sobrevivir.) Al emplear como modelo una "curva de la campana" la referencia es a una curva ascendente producida por al aumento de los contagios o de las muertes diarias (o en su caso, semanales) que se están produciendo (el lado izquierdo de la curva), hasta que se alcanza un "pico" máximo cuando ya tantas personas han sido infectadas por el virus que el virus no encuentra mucho material "nuevo" (humanos no infectados) para contagiar y el número de infectados empieza a caer en vez de seguir subiendo (este es el lado derecho de la curva.)

Entre más rápido "suba" la curva, tanto mayor será la rapidez de los nuevos casos diagnosticados, y si sube demasiado rápido se puede saturar la capacidad de los hospitales para recibir nuevos enfermos. Si al principio cada día hay 50 nuevos casos, entonces si todos los hospitales de una ciudad tuvieran una capacidad para atender un total de mil pacientes de este tipo en tan solo 20 días todas las camas disponibles estarán ocupadas por mil enfermos y ya no se podrá recibir a nadie más en ningún hospital. Si se logra disminuir la rapidez de ascenso, digamos a 10 nuevos casos diarios, entonces tardarán cien días (en vez de veinte) en agotarse todas las camas de hospital. Pero conforme se van recuperando (o muriendo) pacientes que ya habían sido admitidos, esto deja camas disponibles para los nuevos ingresos, una situación ideal en la que no hay más nuevos ingresos que egresos de pacientes y siempre habrá camas disponibles. Es por ello que, si se puede, se desea "aplanar" la curva para llegar a esta situación ideal, ya sea con aplicación de vacunas o medidas de confinamiento (cuarentenas) que reduzcan la aparición de nuevos contagios. Esta es la razón por la cual se han concebido algunas medidas "de contención" para "aplanar" la curva de contagios reduciendo la altura del "pico máximo". Las medidas de contención son las que ya conocemos y que se han publicitado de sobra: uso masivo de cubrebocas, cuarentena voluntaria u obligatoria, "sana" distancia. De este modo, se supone que la curva de transmisión de contagios (o muertes) sin medidas de contención (curva de color rosa en la figura de abajo) se "aplana" cuando se aplican medidas de contención (curva azul) de modo tal que el "pico máximo" de la pandemia de COVID-19 no exceda la capacidad del sistema de salud (línea punteada horizontal):




Una vez que se llega al "tope de ls curva" o su pico máximo, supuestamante empieza a caer hasta volver a cero, lo cual en un escenario real no podrá ocurrir a menos de que se tenga a la mano una cura o una vacuna. En el mundo real, con medidas de contención fuertes se espera que el numero de nuevos contagios (o muertes) no caiga a cero sino que se estabilice en un número aceptablemente bajo (por ejemplo 4 ó 5 casos diarios en lugar de 50 ó 100) que en la gráfica se traducirá en una línea aproximadamente horizontal:




Hay quienes han advertido ya sobre la posibilidad de que, aún si se logra "aplanar" la curva en caso de que las medidas de contención resulten exitosas (no necesariamente a cero casos nuevos diarios), entonces al "tomar confianza" y relajarse los controles (al dejar de usar la gente el cubrebocas, al regresar a sus trabajos cotidianos saliendo de casa y ya no "quedarse en casa", al aumentar las aglomeraciones sociales) ello puede dar lugar a una segunda pandemia o segunda ola en la que empezarían a caer enfermas aquellas personas que se habían "salvado" de ser contabilizadas entre las víctimas de la primera pandemia. Estaríamos hablando entonces de DOS curvas:





Y, de nueva cuenta, la gente tendría que ser convencida de volver a usar cubrebocas todo el tiempo, de quedarse en casa aunque ello le signifique perder sus empleos, y volver a mantener la "sana distancia" (nada de saludos de mano, nada de abrazos ni de besos, nada de "abacho becho" entre enamorados, etc.), lo cual puede resultar bastante pesado y frustrante para quienes ya vivieron encerrados durante la primera pandemia.

De hecho, la segunda ola bien puede terminar siendo peor que la primera ola, porque si la segunda ola empieza no de cero como sucede al empezar la primera pandemia con el "paciente cero" sino de una cantidad constante de casos, digamos unos cien casos diarios, entonces suponiendo el aspetco de la segunda cura muy parecido al de la primera curva entonces el "segundo pico" de la segunda ola debe superar y estar numéricamente por encima del "primer pico" que corresponde a la primera ola:




Suponiendo que la repetición de las mismas medidas de contención vuelvan a dar resultados, la segunda curva que representa un regreso de la pandemia (una reinfección de la población) tal vez no sería muy diferente de la primera curva, con un ascenso agravado por empezar no de cero sino de una cantidad diaria constante (aproximadamente) de casos.

En EE. UU. a medida que algunos estados de la Unión Americana vuelven a abrir sus economías, y que otros lugares del mundo consideran formas de volver a abrirse, algunos investigadores argumentan que eliminar arbitrariamente medidas como la cuarentena y otras "intervenciones no farmacéuticas" puede generar rápidamente un resurgimiento de la enfermedad. Los científicos de Los Alamos estimaron qué tan rápido se aplana la curva en 51 países, y determinaron que las sociedades de reapertura arbitraria podrían estar permitiendo con una reapertura prematura de "vuelta a la normalidad" que COVID-19 deshaga el progreso logrado mucho más rápido de lo que se necesitó para obtenerlo.

El estudio realizado por científicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos, parte del Departamento de Energía de EE. UU., argumentó que las intervenciones en la primera ola de la pandemia mediante medidas de contención han ayudado a reducir la incidencia de la enfermedad y eliminar tales medidas arbitrariamente podría provocar un retorno muy rápido de la enfermedad.

Hay otro asunto muy desagradable del cual casi nadie (sobre todo los políticos) quiere hablar. ¿Que se puede esperar después de que la segunda pandemia haya sido superada y el número de contagios estén decreciendo? Pues que las medidas de contención vuelvan a relajarse como ya ocurrió durante la primera pandemia, que la gente deja de usar cubrebocas creyendo que "ya pasó lo peor", se olvide de la molesta cuarentena, se olviden todos de la "sana distancia". Y si todavía quedaban personas susceptibles de ser infectadas, pues se puede esperar una tercera curva con un tercer pico. Un tercer pico (máximo) que puede ser peor que cualquiera de los dos picos anteriores.

¡Estaríamos hablando de la tercera pandemia de lo mismo, una repetición de los dos escenarios anteriores! Y mientras haya gente susceptible de ser infectada, la repetición de las experiencias anteriores es casi inevitable.

Aquí tenemos aquello de lo que casi nadie quiere hablar, olas de pandemia de la misma enfermedad, ola tras ola, pulverizando el valor del sacrificio llevado a cabo para la primera contención así como de la segunda contención:



Si vemos la primera gráfica puesta arriba, no se requiere de mucha imaginación para percibir que cualquier aplanamiento de una curva de contagios prolonga necesariamente el tiempo de duración de cualquiera de las pandemias. (al "empujar" a las demás "olas" horizontalmente hacia la derecha en la gráfica de arriba.) O sea que una pandemia "a la antigüa" que sin uso de cubrebocas ni de cuarentenas ni de "sanas distancias" duraría normalmente unos dos meses podría terminar durando el doble o el triple dependiendo de cuánto es "achatada" cada curva pandémica. En pocas palabras, el aplanamiento de una curva epidémica se logra a costa de aumentar a la larga la extensión temporal de la misma:




con lo cual se retrasa la conclusión de la curva por tal vez más tiempo de lo estrictamente necesario.

Peor aún, puesto que una pandemia en la que al ser interrumpida curva natural (no aplanada) se impide la adquisición de lo que se llama la "inmunidad natural poblacional" al no ser infectados todos aquellos susceptibles de ser fácilmente infectados por el virus y que por lo tanto no generan anticuerpos, las medidas de contención lo único que hacen es aplazar lo inevitable pero prolongándolo excesivamente por semanas o meses.

Este escenario es conocido como el de las olas pandémicas o fases pandémicas. Y no es mera suposición hipotética teórica de algo que tal vez pudiera ocurrir. De hecho, ya ocurrió con la pandemia de gripe española de 1918, cuando no se usaban cubrebocas para salir a la calle ni había cuarentenas forzadas ni se practicaban "sanas distancias" entre personas que no mostraban síntomas de contagio. La primera "ola" ocurrió en la Primavera de 1918, la segunda "ola" tuvo lugar en el Otoño de 1918, y la tercera y última "ola" sucedió en el Invierno de 1918. Puede sospecharse que si en aquél entonces se hubieran usado cubrebocas para salir a la calle y se hubieran aplicado cuarentenas forzadas así como "sanas distancias", la extensión de las "olas" podría haber alcanzado el año 1919 y tal vez hasta 1920. Esto último es lo que ha llevado a cada vez más analistas y epidemiólogos expertos a concluír que las medidas de contención lo único que están logrando además de "aplanar las curvas" es aplazar lo inevitable, prolongando la duración de todo. En Inglaterra y Gales, la "segunda ola" de la pandemia de influenza española (la "ola" intermedia) resultó ser la más mortífera:




Pero hay otro efecto sumamente desagradable cuando se impide que el mal "fluya su curso natural" impidiéndose también con ello que la población pueda adquirir inmunidad natural: entre más tiempo duren las pandemias por el "aplanamiento de las curvas", tanto mayor es la posibilidad de que aparezcan nuevas cepas del virus más resistentes que las anteriores y por lo tanto más difíciles de combatir. Esta es precisamente la razón del por qué cuando en enfermedades menores tales como infecciones producidas por una quemadura de piel o un accidente con un cuchillo los médicos recomiendan fuertemente que cuando recetan un cierto antibiótico por cierto tiempo (digamos tres semanas) el antibiótico se debe seguir tomando todo ese tiempo aunque el paciente se sienta aliviado mucho antes (digamos en una semana), ya que cualquier bacteria residual se supone que tenía mejores defensas contra el antibiótico y es la que se podrá multiplicar postrando al enfermo con una reincidencia del mal pero sin cura posible porque la bacteria ya logró desarrollar una inmunidad contra el antibiótico; es así como se va creando en las bacterias una resistencia a los antibióticos, creándose una superbacteria que puede llevar al enfermo a su tumba. Del mismo modo, todas las muy alabadas prácticas de contención podrían terminar creándonos un "supervirus" a prueba de todo y en contra del cual sea imposible usar o inventar nada efectivo.

Ante la posibilidad de que con "oleada" tras "oleada" de pandemias de coronavirus, pasando a la segunda pandemia y de allí al "tercer pico", se vaya consumiendo el tiempo hasta 2021 sin percibir ingresos, tal vez muchos preferirán morir del coronavirus que del hambre. De cualquier modo, no todos los que contraen el COVID-19 terminan muertos, muchos se recuperan, y hay buenas probabilidades de sobrevivir cualquier plaga o peste sin mantenerse toda la población en cuarentena perpetua porque hasta la fecha no ha habido ninguna bacteria patógena ni virus que haya terminado con la humanidad (nuestra presencia en el planeta es la mejor prueba de esto), y ello incluye a todas las plagas mencionadas en la Biblia, y aquellos que sobreviven por resistencia natural propia ya sea como enfermos que se recuperan del coronavirus o aquellos que nunca cayeron por tener bastante inmunidad natural (o sea aquellos que casi nunca se enferman de nada) serán los que se queden con todo, sin haber tenido que depender ni de cubrebocas ni de cuarentenas ni de "sanas distancias", asegún Charles Darwin para el cual "solo el más fuerte o mejor adaptado sobrevive".

“Nunca hemos visto una pandemia que pueda ser controlada”, así ha dicho Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director de la Organización Mundial de la Salud. La idea de que se puede detener el covid-19 es una mentira peligrosa. “China desplegó quizá el esfuerzo de contención más ambicioso, ágil y agresivo en la historia”, según la Organización Mundial de la Salud (“Informe de la misión conjunta del 16 al 24 de febrero”), pero la enfermedad se propagó al mundo de cualquier manera al mundo. La historia nos confirma que no hay forma de contener una pandemia.

En 2009 brotó en México una epidemia de influenza A-H1N1, que era desconocida y para la que no teníamos defensas. El pánico agobió a la sociedad mexicana y al mundo. En México se establecieron medidas muy importantes de contención, que llevaron a la paralización del país durante semanas. Aun así, México tuvo 70,715 casos confirmados y 1,172 muertes. En el mundo los contagios se estimaron entre 700 millones y 1,400 millones. La Organización Mundial de la Salud confirmó 18,036 muertes en el mundo, mientras que el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos estimó 284 mil, por los casos ocultos.

¿Por qué esa influenza ya no preocupa hoy a los mexicanos? Porque los mexicanos han generado resistencia. Según el doctor Sarbelio Moreno del Hospital Infantil de México, el 100 por ciento de los niños mexicanos y la mayoría de la población adulta tienen ya anticuerpos para el A-H1N1. Esta es la forma en que la naturaleza combate las epidemias.

Los epidemiólogos saben que no pueden contener el covid-19, lo que buscan es aplanar las curvas de contagio, con el fin de no saturar los sistemas de salud, las unidades de cuidado intensivo y los respiradores. Pero los políticos suelen reaccionar de formas inesperadas que sorprenden a los mismos epidemiólogos. En Italia y España aplicaron medidas de restricción de movimiento y de trabajo que violan las garantías individuales, sin que hayan contenido la pandemia.  Nayib Bukele, presidente de El Salvador, decretó el 11 de marzo una cuarentena de 21 días en esa nación, cerró todas las escuelas y prohibió la entrada de extranjeros, a pesar de que el país no tenía un solo caso confirmado. Por otra parte Italia, que solo tenía 17 casos el 22 de febrero, pasó a tener doce mil 462 y 827 muertos para el 11 de marzo. Lo mismo han hecho los gobernadores de estados como California y Nueva York en la Unión Americana. Su preocupación ha sido mostrarse como gobernantes preocupados por la salud de los ciudadanos y no por algo tan prosaico como la economía. Pero esto es un error. La pandemia tendrá un costo humano muy importante, el cual es ya inevitable. Hasta el 24 de marzo la OMS reportaba 372,959 casos confirmados y 16,231 muertes. Es un saldo terrible, pero que no ha modificado las tasas de mortalidad. En 2016 murieron 56.9 millones de personas en el mundo, alrededor de 155 mil cada día. Las 16,231 muertes del covid-19 en menos de tres meses no pintan. Se siguen muriendo aproximadamente el mismo número de personas cada día. El mayor costo de la epidemia será económico, y por ello se habla de la pandemia económica. Las medidas restrictivas que no han contenido la pandemia sí están empujando a la economía a un desplome que podría ser peor que la Gran Depresión de los años treinta.

De lo que no hay duda ya es del impacto económico. Se espera un verdadero colapso del comercio y de la actividad económica. Algunas industrias, como la aviación comercial y la hotelera, tendrán quiebras masivas si no hay rescates gubernamentales. Las petroleras tendrán pérdidas enormes. Se acerca un tiempo oscuro en lo económico. Y así como nunca ha habido una pandemia de coronavirus tampoco ha habido una crisis económica mundial producida por una pandemia. No tenemos precedentes históricos para prever las consecuencias.

La pandemia debería enfrentarse con medidas inteligentes, no con acciones que no detienen al coronavirus, pero sí dejan a la gente sin empleo y sin sustento. Pero si una pandemia puede venir por "oleadas" con una "segunda ola" siguiendo a la primera y tras ello una tercera "ola", pues podemos hablar ya de las tres pandemias económicas, por lo menos.

Y si en el peor de los casos, a una tercera ola le sigue una cuarta ola, y después una quinta ola, y así la cosa hasta donde tenga que llegar, pues el crack en la economía mundial puede terminar ocasionando un "trauma generacional" de alcance mundial. En Wuhan, ya se están sintiendo los primeros efectos psicosomáticos del trauma. Resta decir que los psicólogos están desconcertados, porque no existen precedentes para manejar este tipo de incertidumbres que se van almacenando en el inconsciente colectivo.

Esta es la primera generación sobre la cual, con medidas extremas de aislamiento y confinamiento social tanto de personas sanas como de personas enfermas, se está llevando a cabo un gigantesco experimento alrededor del mundo entero; una generación a la que se le ha convencido en muchas partes a través de los medios masivos de comunicación de que con medidas de "contención" es posible limitar la extensión de una pandemia "acabando con la acción del virus" y quizás hasta "detener el COVID-19". Pero... nunca jamás se ha logrado terminar artificialmente con un virus ni con una pandemia provocada por un virus recurriendo únicamente a medidas de contención, si ello llega a ocurrir ahora sería la primera ocasión que tal cosa se lograra. Pero si se van a dar "oleadas de pandemias" después de "primera ola", que a su vez se tienen que traducir en pandemias económicas aparejadas con pérdidas económicas enormes, las únicas lecciones que se podrán obtener es que el pánico es muy mal consejero, y que al igual que en otros tiempos, tal vez sea mejor dejar que la Naturaleza combata las epidemias como siempre lo ha hecho cuando no se tiene otro remedio a la mano, aceptando resignadamente que el hombre no es inmortal y la muerte es inevitable aún viviendo enclaustrados en inacabables cuarentenas, usando cubrebocas y alejándonos el uno del otro.


ACTUALIZACIÓN.- Al menos en el estado de Chihuahua, en México, es posible "ver" en las gráficas de las estadísticas la aparición de un segundo pico. Esta es la gráfica de acuerdo a datos proporcionados públicamente por el gobierno del estado sobre casos confirmados de contagio:




En el segundo pico que aparece a la derecha de la gráfica es posible ver la barra con la mayor altura de todas que corresponde a datos del 13 de Julio 2020, con 184 casos confirmados, superando a la cresta previa del "primer pico" con 168 casos, confirmando con ello que un rebrote (la segunda ola) de la enfermedad es peor en cuestión de números a lo que se produjo durante el primer pico. Aunque no sea posible trazar "a mano" una curva suave continua para separar y delimitar las dos curvas que corresponden al brote inicial y al  rebrote, se puede apreciar con una inspección a simple vista de que se trata de un rebrote después de la "primera curva", o sea una segunda curva (segunda ola) peor que la anterior. Y vienen más curvas con más "picos" en camino, si no se toman medidas de contención capaces de frenar rebrotes posteriores.

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