jueves, 7 de mayo de 2020

Papá Gobierno



Desde hace más de tres meses, la orden ha sido terminante:

¡QUÉDATE EN CASA!

Hay un pequeño detalle en el que no han reparado ninguno de los gobiernos alrededor del mundo que han dado esta orden terminate cuando la han dado:
¡TODOS AQUELLOS QUE ESTAN OBEDECIENDO EN ESTOS MOMENTOS LA ORDEN DRACONIANA DE QUEDARSE EN CASA, ESTAN VIVIENDO DE SUS AHORROS!
Tarde o temprano, por muchos que sean los recursos ahorrados, estos recursos se van consumiendo para gastos inevitables (alimentos, agua, luz, gas, teléfono), y si se tienen estos gastos al mismo tiempo que los ingresos son iguales a CERO pror órdenes draconianas de confinamiento improductivo en casa, eventualmente a quienes tenían ahorrado algo NO LES QUEDARA ABSOLUTAMENTE NADA A QUIENES DEPENDIAN DE LO QUE TENIAN AHORRADO PARA PODER SOBREVIVIR. ¿Y entonces, qué?

¡Pues esto último ya no es problema de PAPA GOBIERNO! Si los que no tenían nada ahorrado para enfrentar una situación como la pandemia actual o si quienes habían ahorrado algo terminan acabando con sus ahorros y se empiezan a morir de hambre, pues eso ya no es problema de Papá Gobierno, porque Papá Gobierno no morirá de inanición al tener disponible la máquina para imprimir papel moneda y poder darse a sí mismo (o incautar, en tiempos de guerra) todo lo que necesita para mantenerse sano y con vida. (Aunque cueste trabajo  creerlo, un gobierno es en realidad una forma limitada de vida, amorfa y con muy poca inteligencia, pero consciente pese a su limitado cerebro de lo que necesita para poder subsistir a costa de los demás.)




Por muchas generaciones, a niños y jóvenes se les ha acostumbrado a fuerza de tanto repetirlo que Papá Gobierno sabe mejor que nadie qué es lo que le conviene o no le conviene al populacho. Es precisamente de lo que trata la novela 1984 de George Orwell, en donde el Gran Hermano es autócrata sobreprotector que dizque vela por todos sus "hermanos menores". Nadie entre el vasto populacho puede presumir el poseer por cuenta propia más sabiduría que la que posee Papá Gobierno. El gobierno "sabe lo que hace", o es lo que nos quiere hacer creer. Esta falacia es lo que se usa cuando se trata de justificar las represiones incurridas en contra de aquellos que traten de desafiar a Papá Gobierno, o sea a la autoridad establecida.

Generalmente, cuando se desafían los dogmas oficialistas y los métodos empleados por Papá Gobierno, éste "papi" puede y suele ser muy duro en su reacción, castiga con mano de hierro para imponer su autoridad. Lo vimos en las masacres llevadas a cabo en la Plaza de Tiananmén en 1989 en Pekín, la capital de China. También lo vimos en las represiones llevadas a cabo en Europa con el aplastamiento de la Primavera de Praga a manos del ejército soviético en 1968. Está también el aplastamiento de las protestas estudiantiles en México en 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Lo mismo se puede decir de la represión llevada a cabo por la Guardia Nacional en la Universidad de Kent el 4 de Mayo de 1970 que cobró la vida de cuatro estudiantes desarmados que participaban en una protesta contra la guerra de Vietnam. En Argentina y Chile los regímenes militares se encargaron de darle una buena lección a los ciudadanos que se atrevieron a desafiar las creencias políticas e ideológicas de tales regímenes.

Papá Gobierno rara vez está dispuesto a ceder poder o a compartir el poder que tiene, y cuando tales cosas de vez en cuando ocurren el sacrificio social suele ser inmenso. Papá Gobierno no está dispuesto a admitir errores ni equivocaciones, aferrado a su mito de infalibilidad según el cual "el que manda no se equivoca, y si se equivoca vuelve a mandar". Pero si Papá Gobierno no se equivoca, ¿cómo es posible que no haya tenido en ninguna parte del mundo ningún plan ni la preparación de nada en específico para poder afrontar una emergencia nacional como la que ha causado el coronavirus? ¿Cómo es posible que se condene en pleno tercer milenio a una nación de 126 millones de habitantes ordenándoles a los mexicanos que "no salgan de sus casas" a sabiendas de que quienes no tengan nada ahorrado estarán condenados a morir la  hambre si obedecen la disposición draconiana al pie de la letra? Es que... Papá Gobierno siempre "sabe lo que es mejor", trátese de México, Italia, Estados Unidos, o cualquier otra parte del mundo.

Papá Gobierno tiene la autoridad para mandar en cualquier momento a los jóvenes del país a la guerra y a morir peleando por pleitos que el mismo Papá Gobierno se buscó. En USA, más de 50 mil jóvenes que fueron reclutados mediante órdenes de conscripción forzada para ser enviados a las selvas del Sudeste Asiático nunca supieron realmente por qué peleaban ni por qué murieron, aunque esto no debía de importarles a los familiares que los sobreviven porque... Papá Gobierno siempre sabe qué es lo mejor para la juventud.

No siempre Papá Gobierno se sale con la suya. En la Revolución Francesa de 1789, cuando un pueblo que estaba harto hasta el tope de los abusos y despilfarros de la monarquía, y sin disposición de seguir tolerando un mal gobierno que "justificaba" su existencia en una doctrina pseudo-religiosa que hoy a las nuevas generaciones les parece risible, la doctrina del "derecho divino de los reyes" (la doctrina según la cual la autoridad de un rey para gobernar proviene de la voluntad de la deidad del pueblo que gobierna, y no de ninguna autoridad temporal, ni siquiera de la voluntad de sus súbditos ni de ningún testamento, siendo el gobernante elegido por Dios, con lo cual un monarca solo es responsable ante Dios; y la doctrina implica también que la deposición del rey o la restricción del poder y prerrogativas de la corona son actos contrarios a la voluntad de Dios) tomó la decisión de recuperar su libertad levantándose en armas y enviando a la monarquía francesa a la guillotina para reemplazarla con una República. En las religiones antiguas el rey solía ser visto como hijo de una divinidad, lo que le convirtió en un déspota que no podía ser desafiado. De estas ideas bizarras originan los mitos modernos acerca de la infalibilidad de Papá Gobierno. Las bases bíblicas del derecho divino de los reyes provienen en parte de una tergiversación de la Epístola de San Pablo a los romanos (13, 1-2), aunque hoy ya nadie cita la Biblia como fuente de la autoridad que se dá a sí mismo Papá Gobierno.

El 18 de Marzo de este año pandémico, el sub-Secretario de Salud y Coordinador Nacional contra el COVID-19, Hugo López Gatell declaró al hablar sobre la pandemia que "lo peor viene en dos semanas". ¿Pero qué exactamente es "lo peor"? Si "lo peor" es que todos aquellos que se puedan contagiar ya estarán contagiados, entonces tomando en cuenta el muy trillado lapso de dos semanas para que la pandemia en México termine de "hacer crisis", para principios de Abril ya se debería haber entrado a lo peor.

Dos semanas después del 18 de Marzo viene cayendo el 1 de Abril. Pero después de que Hugo López Gatell proclamó que "lo peor viene en dos semanas", leemos el 5 de Mayo 2020 este editorial: "En el pico de la enfermedad: Comienzan las que serán, según las propias autoridades, las dos semanas más duras de la pandemia en México. Comienzan las que serán, según las propias autoridades, las dos semanas más duras de la pandemia en México. Paradójicamente, son las dos semanas en las que se comenzará a concretar el desconfinamiento en muchos países y dentro de unos 10 días, la economía estadounidense, donde este fin de semana 30 estados retomaron sus actividades, volverá a echar a andar la mayoría de sus cadenas productivas, las que, inexorablemente, están unidas a las de México. En otras palabras, habrá que participar de ese proceso en un momento en el cual nosotros seguimos sin estar preparados plenamente para enfrentar, simultáneamente, la emergencia sanitaria y la reapertura, por lo menos de muchas empresas que, por alguna razón, fueron declaradas no esenciales."

No es lo mismo el 1 de Abril que el 5 de Mayo. Un mes después que que iba a comenzar lo peor, todavía se afirmaba de acuerdo a las advertencias gubernamentales que "lo peor está por venir". Bueno, ya estando en el 5 de Mayo de 2020, no se ve "ninguna luz al final del túnel" porque por lo visto ni siquiera ha empezado. Lo único cierto es que el número de contagios sigue creciendo pese a que muchos mexicanos (los afortunados que están viviendo de sus ahorros) están recluídos como prisioneros dentro de sus propias casas sin salir a ningún lado. Si dentro de un mes si se corrige y se nos dice que "lo peor empieza el 1 de Junio" no hay manera en la cual se pueda mantener la credibilidad del vocero médico en estas cuestiones, y lo mejor que podría hacer es adoptar humildemente una actitud socrática diciendo "solo sé que no sé nada", y cerrar la boca aceptando su ignorancia en cuestión de vaticinios sin ser adivino, confirmando que tratar de pronosticar lo que eventualmente tendrá lugar dentro de dos o tres meses con algo tan impredecible como lo es el coronavirus es como tratar de pronosticar si lloverá en cierto día preciso de Otoño de 2020. Son tantos los factores en juego que solo un agorero profesional de Catemaco Veracruz con su alma vendida al Diablo estaría en condiciones de poder afirmar que "lo peor viene en tres semanas", o lo que sea. Lo mejor que podría hacer Hugo López Gatell es reconocer su ignorancia en temas como estos, y aceptar que tales "extensiones de la emergencia", una tras otra, sin fin a la vista, serán tomadas por los medios con incredulidad creciente, vistos como una manera de hacer que la población acepte resignada la inevitabilidad de una "cuarentena" de cinco o seis meses (la palabra original "cuarentena" significaba cuarenta días), o más asegún lo determine en su sabiduría “Papá Gobierno”.

Esto nos trae a la mente el cuento de Esopo del niño que gritó: Ahí viene el lobo.

Sin embargo, no todos están resignados a quedarse obedientemente encerrados por tiempo indefinido en casa por meses o años esperando morir paulatinamente de hambre. Las nuevas generaciones ya no se muestran dispuestas a esperar que el viejo “Papá Gobierno”, que ni es papá ni autoridad real en vastas partes de México, les resuelva sus problemas y haga por ellos lo que es urgente hacer. Hay en México quienes están desafiando la proverbial sapiencia que se adjudica Papá Gobierno y han decidido que prefieren morir de coronavirus que de hambre. Y esto ocurre no solo en México, también en Estados Unidos, en Francia, en Latinoamérica, en Canadá, etc.

El descontento es mundial. Si los manifestantes se amotinan y para sofocar la rebelión los Ejércitos usan balas para reprimir y castigar con la fuerza del Estado a los quejosos, quienes mueran en cuestión de minutos por un balazo en la cabeza o en el corazón esquivarán la larga muerte y agonía de horas o días producida por la neumonía asfixiante propia del coronavirus, y se considerarán afortunados en contraste con los que se quedan atrás escondidos en sus casas muriéndose de hambre al obedecer las consignas oficiales de cuarentena mandatoria.

La pandemia sanitaria causada por el virus COVID puede hacer palidecer a la pandemia económica que por acciones de Papá Gobierno ordenadas y tomadas "para proteger al pueblo" es consecuencia casi inevitable de la primera pandemia, con la excepción de que mientras que la primera pandemia es originada en su totalidad por la Naturaleza la segunda es ocasionada por el hombre.

Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), al revelar que más de 90 países ya han recurrido al organismo para solicitar ayuda económica, afirmó: "Hemos sido testigos de un estancamiento de la economía mundial, mucho peor que la crisis financiera mundial" generada entre 2008 y 2009, por lo que el FMI se centra en asegurar una respuesta "firme a la crisis de salud". Al ser invitada en una conferencia virtual por el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en la actualización diaria sobre la situación de la pandemia, Georgieva insistió el 14 de Abril de 2020 en que "nunca en la historia del FMI hemos sido testigos de que la economía mundial se haya estancado", y advirtió que los mercados emergentes serán los más afectados.

La economista del FMI explicó que las previsiones de recesión que se dieron a conocer expresan el escenario base, pero, dada la alta incertidumbre sobre la duración e intensidad de la crisis de salud derivada del coronavirus Covid-19, se deben considerar escenarios todavía más adversos. “Si la pandemia no cede en la segunda mitad del año, si contener la enfermedad dura más tiempo, puede haber peores condiciones financieras y quiebres de las cadenas de abastecimiento, en ese caso, el PIB caería todavía más: un 3 adicional en 2020 si la pandemia se extiende durante todo el año y, si la pandemia continúa para 2021, la caída del año que entra sería en el orden de un 8% adicional, comparado con el escenario base”

En una entrevista conducida por el portal Deutsche Welle (DW), el Historiador Albrecht Ritschl observó: "La crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus apenas comienza". La crisis del coronavirus es similar a las economías de guerra, dice a DW el historiador Albrecht Ritschl. Y puede convertirse en una crisis económica mundial. Pero Alemania está hoy mejor preparada.

He aquí una serie de preguntas y respuestas obtenidas por el portal DW del Historiador Albrecht Ritschl:

DW: Usted estudia las crisis económicas desde la perspectiva de la Historia, ¿cuáles son las principales características de una crisis económica?

Albrecht Ritschl: Disminución de la demanda, colapso de la producción, desempleo masivo, crisis financiera, y luego, a menudo, sigue una crisis de deuda pública nacional.

¿En cuál de esas fases estamos en la actual crisis?

Estamos solo al principio de la crisis. La cual puede empeorar tanto que derive en una crisis económica mundial como la de principios de los años 30 del siglo pasado. Ni una disminución del producto interno bruto de un 20 por ciento puede ser completamente descartada. El panorama es sombrío y depende de cuánto tiempo duren las medidas de cuarentena.

La economía está casi completamente congelada, casi todas las actividades están paralizadas. ¿Había ocurrido antes algo comparable?

Cualquier comparación es engañosa. La más precisa es probablemente la comparación con las economías de guerra. Durante las guerras mundiales, restaurantes, pequeñas tiendas y negocios de manufacturas y artesanos fueron cerrados en todas partes. La razón de esto fue, por supuesto, liberar recursos para la economía de guerra. No tenemos eso ahora. Esa es la gran diferencia. Sin embargo, ya podemos decir que algunas áreas podrían reducirse de manera similar a las guerras, en donde la economía se ha reducido en ciertas áreas hasta en un 70 por ciento.

¿Cuánto tiempo puede durar un estancamiento económico de estas magnitudes?

Por supuesto que todos estamos desconcertados por la escasez de algunos suministros o el malestar social que se avecina. Esa es la razón por la que algunos políticos están entrando en pánico en varias partes del mundo. Lo vemos más claramente con el presidente de Estados Unidos, que intenta salvar su pellejo prometiendo volver a poner en marcha la economía después de Semana Santa. Nadie se sabe en qué se basó para llegar a esa conclusión . Pero a menudo se da el caso de que el cálculo político funciona de forma diferente al análisis de un experto.

¿Tiene el Estado el poder de configurar la política económica en tales situaciones?

Lo que ahora vemos es una estrategia comparable a la acción de lanzar dinero desde un helicóptero, como lo que se propone el Gobierno de Estados Unidos. Pero el subsidio por trabajo de corta duración en Alemania no es muy diferente. Esto también es algo que ya conocemos de las guerras mundiales. Esto es básicamente un intento de extinguir el fuego financiero. Es una acción reactiva, pero no un poder real para dar forma a las cosas. La gran incógnita radica en las medidas de contención y sus efectos. ¿No resulta la cura radical peor que la enfermedad? Este dilema está siendo muy debatido en este momento.

Los Estados están gastando mucho dinero, o más exactamente lo están imprimiendo. ¿Es la inflación el resultado inevitable?

Se desconoce si eso realmente ocurrirá: todos los economistas lo predijeron para el período posterior a la crisis financiera de 2008. Y todos nos equivocamos, yo incluido. Mi punto es que no sabemos realmente. Pero asumiendo el riesgo de hacer el ridículo dos veces, insisto: el riesgo está ahí.

¿Cómo transforman las crisis la economía?

El principal efecto es el cambio en la forma de trabajar en sectores como el industrial, por ejemplo. El ejemplo típico es lo que estamos haciendo ahora mismo: el trabajo desde casa. Me puedo imaginar que gran parte de esta forma de trabajar seguirá siendo la misma. Todas las grandes guerras, todas las grandes crisis han llevado a un cambio en la forma de trabajar.

¿Un ejemplo?

Primera Guerra Mundial: fortalecimiento del empleo de la mujer, reconocimiento de los sindicatos, reconocimiento de la jornada de ocho horas, aplicación del sufragio universal. Los años 30 fueron el violento intento de hacer retroceder esos avances. Después de la Segunda Guerra Mundial, vemos entonces la implementación de la producción industrial en masa, el surgimiento de una sociedad de consumo, el acceso masivo a una mejor educación. Todos estos son ejemplos, todos estos fueron cambios después de graves crisis económicas.

Esto dice un artículo a manera de editorial publicado por un portal importante:

Sí, pero no vuelvan a hacerlo por favor
La devastación económica autoinducida, la pandemia de hambre entre los menos protegidos, el desempleo y la miseria, provocarán daños inconmensurables en cientos de millones de personas
Jorge Zepeda Patterson
EL PAIS
22 de Abril de 2020

Lo que sigue pretende ser una petición oficiosa a las autoridades para que, en caso de que exista un rebrote del coronavirus el próximo otoño, como se afirma en notas periodísticas y científicas, no vuelvan a confinarnos. Para empezar porque, si en efecto, surge una segunda oleada esta habrá sido fruto, justamente, del confinamiento en la medida en que la población no quedó inmunizada. La posibilidad del contagio simplemente quedó aplazada. Los especialistas afirman que la única manera de erradicar en definitiva al parásito es mediante la inmunización de cerca de dos tercios de la población. Alcanzado ese punto, el virus se extingue al no poder propagarse a otros cuerpos con la velocidad con la que perece cuando transcurren 14 días y el portador se inocula (o se muere, también hay que decirlo).

Imposible saber cuál es la población real por la que ha pasado la covid-19, pero seguramente una proporción mucho más baja que el nivel de saturación que se requiere. Para el caso de Francia, los investigadores han calculado que esta primera ronda habrá afectado al 30% de la población. El número de contagios ha comenzado a descender entre los europeos, gracias a la estrategia del confinamiento, pero los contagios se mantendrán en pequeños números hasta que el virus vuelva a encontrar condiciones favorables. Es decir, aglomeraciones de personas y una temperatura propicia. De allí que se tema un otoño fatídico.

Si estos escenarios son correctos, los líderes de cada país enfrentarán de nuevo una disyuntiva terrible, a menos que para entonces se tenga en la calle una vacuna confiable, algo que los especialistas consideran poco factible.

Quisiera pensar que no volverá a repetirse el infierno por el cual los habitantes del planeta pasaron esta primavera. Ya en esta ronda muchos se preguntan si el remedio no salió más caro que la enfermedad. Los números que arroja la covid-19 son relativamente modestos con respecto al daño que ha provocado su combate. La ONU estima que el impacto económico generará hambrunas en 125 millones de personas, adicionales a los que ya las padecían. Una verdadera catástrofe. En 2018 poco más de 800 millones de persona sufrieron hambre crónica, pero se había reducido a 113 millones la fracción más preocupante, la que experimenta déficit alimentario agudo, aquella que provoca defunciones. Ahora esa cantidad se habrá doblado. Según la FAO, cerca de seis millones de niños fallecen cada año por enfermedades asociadas al hambre y a la desnutrición. Esto significa que la covid-19 matará de manera indirecta a millones de niños adicionales en los próximos meses. Una cifra que hace palidecer el recuento de defunciones diarias que los Hugo López-Gatell de cada país recitan a sus alarmadas audiencias.

Solo para poner las cosas en perspectiva: la diabetes mata a 1,6 millones de personas cada año, el cáncer en las vías respiratorias otros 1,7 millones y las enfermedades diarreicas, 1,4 millones, según la Organización Mundial de la Salud (cifras de 2016). El año pasado murieron de gripe medio millón de personas.

Hasta este martes habían fallecido por coronavirus poco menos de 180,000 personas en el mundo. Un dato que crecerá y que seguramente subestima muchos casos que murieron por esa causa sin haber sido diagnosticados. Pero incluso si asumimos que sea el doble, sigue siendo una fracción de la estadística citada más arriba y, no obstante, el mundo nunca se ha paralizado para detener la mortandad de los niños haitianos o africanos.

No se trata de juzgar a agua pasada a los mandatarios de cada uno de los países que tomaron esta decisión (prácticamente todos). Tuvieron que hacerlo sin conocer en ese momento cabalmente los alcances de la pandemia que se venía encima. Nadie quería ser responsable de los cadáveres de sus ciudadanos acumulados en las aceras de los hospitales por la saturación de la infraestructura de salud.

Lo cierto es que la devastación económica autoinducida, la pandemia de hambre entre los menos protegidos, el desempleo y la miseria, provocarán daños inconmensurables no en cientos, sino en miles, de millones de personas. Visto en retrospectiva, daños colaterales que en cualquier escenario habrían sido inadmisibles. Y sin embargo, aquí estamos, metidos en la pesadilla.

Pero si no podemos hacer algo sobre el pasado, tendríamos que hacer algo frente al inmediato futuro. En la segunda oleada habrá que optar por asumir la curva vertical y no la loma prolongada a fuerza de confinamientos. Una fracción de los trillones de millones de dólares que ha costado la paralización de la actividad productiva tendría que dedicarse a fortalecer el sistema de salud, para estar en condiciones de hacer frente a la acumulación de casos que una curva total de cuatro semanas puede generar y atenernos a las consecuencias. Alemania ha mostrado que la letalidad del bicho es mucho menor si el sistema de salud está en condiciones de atender correctamente, en calidad y cantidad, a la totalidad de los afectados. Esa tendría que ser la prioridad de los Gobiernos a medida que comience a verse el final del túnel de esta primavera trágica. Y la de los ciudadanos, hacer ver a las autoridades que en la próxima crisis no estamos dispuestos a parar al mundo, no al menos sin considerar todas las consecuencias.

En un artículo publicado por FORBES en Abril 2020. el encabezado dice: "Esta crisis será 30 veces peor que la de 2009".

Al final de cuentas, los gobiernos paternalistas, autoritarios, como lo fue el prigobierno en México durante las siete décadas que gobernó el PRI hegemónicamente a México en una democracia simulada, solo sirven para "servirse a sí mismos", y casi siempre se despachan "con la cuchara grande". Durante la Edad Media, la peste acabó con millones de pobladores de Europa, y cuando amenazó con hacer lo mismo en la India, fue una vacuna creada no por el gobierno hindú sino por un particular llamado Acacio Gabriel Viegas lo que salvó el día. En las democracias y pseudo-democracias, los gobiernos paternalistas son muy buenos para crear programas "clientelares" con dádivas gubernamentales a los más fieles funcionarios y burócratas, así como garantes de "la moral y las buenas costumbres". En México el prigobierno prohibió la minifalda, el uso recreativo de la cannabis, los conciertos de Los Beatlesbloqueó como pudo el uso de los trajes de baño de dos piezas (considerados indecentes), y todavía en la actualidad la sociedad mexicana muestra las cicatrices de esa época conservadora y autoritaria en la que "la brújula moral" era competencia exclusiva de Papá Gobierno.

Buena parte de la economía de miles de mexicanos que viven y trabajan en la frontera norte de México depende de los ingresos que obtienen al trabajar en la industria maquiladora, por lo cual fue motivo de alarma el enterarse de que el titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Sergio Moctezuma Martínez López, estuvo detrás de una disposición que ordenó el cierre de operaciones ante la contingencia de salud tratándose de empresas "no esenciales". Pero si se pierde la industria maquiladora y con ello cientos de miles de empleos, ¿que van a hacer los trabajadores? ¿Cómo van a alimentar a sus familias? En algunos casos, irónicamente, es el mismo gobierno de Estados Unidos el que está presionando a México por que se mantengan abiertas algunas maquiladoras que surten todo tipos de suministros para la seguridad y las guerras que mantiene USA. O sea, industrias que no son esenciales para México pero sí para el Departamento de la Defensa de EE.UU. Es importante para México evitar que la pandemia se propage al interior manteniendo cerradas empresas consideradas "no esenciales", pero al mismo tiempo Estados Unidos presiona a México para reabrir sus plantas maquiladoras de la frontera que son parte fundamental de la cadena de suministro estadounidense, incluidos contratistas de defensa. ¿Quién decide aquí entonces cuáles trabajos se pierden o cuáles son conservados? ¿Quién toma la decisión? Pues... Papá Gobierno. Ya sea el de USA o el de México o ambos. Ni los sindicatos charros remanentes del sindicalismo corporativo priista ni los obreros que trabajan en las maquiladoras, sino el benevolente Papá Gobierno que siempre sabe qué es "lo mejor" para sus gobernados.

El doctor Scott W. Atlas del Grupo de Trabajo sobre Políticas de Salud de la Hoover Institution de Stanford sugiere que la política de aislamiento total es errónea porque impide la difusión de inmunidad. El esfuerzo debe concentrarse en proteger a las personas con mayor riesgo, pero no en impedir que los grupos con bajo riesgo la adquieran, ya que esto es indispensable para generar inmunidad. Ciertamente se requiere de una política distinta para una enfermedad que mata a 7 por ciento de los infectados, que otra que mata al 7 por ciento de los mayores de 70 y al 0.01 por ciento de quienes tienen entre 18 y 45. El aislamiento general no es la mejor estrategia en este caso.

Es la primera vez en la historia de la humanidad en la que grandes sectores de la población productiva de países enteros han sido confinados al equivalente de un arresto domiciliario gigantesco, impidiendo la producción de alimentos (incluída la cerveza) y todo lo demás. Cuando todo el polvo se haya asentado, lo que seguramente emergerá es que, en vez de que naciones enteras dependan de la voluntad omnímoda de gobiernos encabezados por políticos asustados con la autoridad de encerrar a todo mundo en casa, se recurrirá a la libertad de prensa y a la libertad de expresión -sin represión alguna- para dejar que cada quien decida, por su propia cuenta, tomar sus propios riesgos y decidir qué curso tomará cuando enfrente ciertos dilemas. Es precisamente de lo que trata el libre albedrío, un concepto que pone incómodo a Papá Gobierno cuando se le echa en cara su sed de poder y su deseo insano de querer controlarlo y hasta querer moralizarlo casi todo.

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