lunes, 23 de noviembre de 2009

Help wanted

Desde que tengo memoria, la postura oficial del gobierno norteamericano con respecto a los trabajadores mexicanos indocumentados en dicho país ha sido que no se les necesita en lo absoluto para nada, que hay suficiente gente entre los mismos norteamericanos para llevar a cabo los mismos trabajos que están siendo llevados a cabo por los mexicanos indocumentados, y de hecho unos de los requisitos que hacen tan difícil el poder inmigrar legalmente a los Estados Unidos es la obligatoriedad burocrática en obtener un documento del Department of Labor que certifica que para el trabajo que el interesado en inmigrar piensa llevar a cabo en los Estados Unidos no hay ningún norteamericano que no pueda hacer dicho trabajo, esto supuestamente para que el que quiere inmigrar no le quite su trabajo a un norteamericano.

La lógica empleada en el razonamiento para este requisito más de índole burocrática que realista, hechura plena de un Congreso norteamericano constituído por una mayoría de Congresistas y Senadores que parecen vivir fuera de la realidad, supone de hecho que antes de que a alguien se le pueda autorizar su ingreso legal a los Estados Unidos éste tiene que demostrar fehacientemente que su ingreso no le quitará un empleo a ninguno de los que forman parte de las decenas de millones de trabajadores en dicho país.

¿En qué cabeza cabe que en un país de extensión territorial tan grande como los Estados Unidos (la mitad de la cual pertenecía a México antes de que Antonio López de Santa Anna les entregara tan vastas extensiones de terreno con los tratados de Guadalupe-Hidalgo) no habrá absolutamente nadie que no pueda hacer cualquier trabajo que pueda desarrollar algún mexicano interesado en inmigrar, ya sea plomero, carpintero, jardinero, enfermera, ingeniero civil, secretaria, trabajadora doméstica, contador, maestro, en fin, prácticamente cualquier profesión? Naturalmente, esto no tiene nada que ver con el hecho de que si hay una necesidad de enfermeras en cierto hospital de algún poblado de Kansas o de buenos carpinteros en alguna mueblería de Utah, los empleadores que tienen las vacantes para esos trabajos no hayan podido conseguir a nadie dentro del territorio norteamericano dispuesto a cambiar su residencia a ese poblado de Kansas o al estado de Utah. “Pero eso ya no es problema nuestro”, dirán los Congresistas norteamericanos, “a lo mejor no hay nadie disponible o dispuesto a cambiar su lugar de residencia a esos lugares en donde tienen esas vacantes porque pagan salarios muy bajos, y eso ya no es cosa nuestra”. Si hay 100 vacantes en cierta parte de Estados Unidos, y si fuera de esa parte de Estados Unidos hay 100 mil norteamericanos que pueden hacer el trabajo para el cual están abiertas esas vacantes pero que no están dispuestos a hacerlo y no lo harán por el motivo que sea, eso no es motivo para que los Congresistas le autoricen al entrada legal a 100 mexicanos que estén dispuestos a tomar esos trabajos. Lo único que les importa al Department of Labor y a los Congresistas es que dentro del territorio norteamericano haya suficiente personal para cubrir la demanda laboral, y lo demás a los Congresistas no les importa, nunca les ha importado. Los mexicanos que de cualquier manera ingresen a territorio norteamericano para tomar esos trabajos son vistos entonces como unos delincuentes, casi como unos criminales que si son descubiertos por las autoridades migratorias son fichados y deportados prontamente a México. Esto fue precisamente lo que sucedió en mayo de 2008 en la planta procesadora de alimentos Agriprocessors situada en Postville, Iowa, en un operativo en el cual se arrestaron a 290 guatemaltecos, 93 mexicanos, dos israelís y cuatro ucranianos. Tras el operativo, no sólo la planta se fue a pique, también la economía del poblado quedó en la ruina, pero nada de eso le importó ni al Department of Labor ni a los Congresistas norteamericanos, porque al fin y al cabo viven encerrados a perpetuidad en la mentalidad simplista de que “eso ya no es problema nuestro, a lo mejor no hay nadie disponible o dispuesto a cambiar su lugar de residencia a esos lugares en donde tienen esas vacantes porque pagan salarios muy bajos, y eso ya no es cosa nuestra”.

Con tales actitudes, prácticamente la única manera de poder inmigrar legalmente a los Estados Unidos es por la vía del matrimonio casándose con un norteamericano o con una norteamericana, el primer lugar en la lista de prioridad que se les dá a los solicitantes dentro de la cuota de inmigración autorizada para cada año, para lo cual no piden ni la famosa “carta de trabajo” ni se requiere tener mérito académico alguno e inclusive no se requiere cumplir así sea un mínimo de estudios escolares. Muchos fanfarrones que se jactan de haber arreglado su ingreso a los Estados Unidos gracias a sus supuestas “excepcionales capacidades intelectuales” o méritos académicos en realidad lograron inmigrar por haberse casado con un norteamericano o con una norteamericana, sin lo cual habrían tenido que hacer “cola” en una larga lista de espera en la cual pueden pasar muchos años antes de que les toque su turno para la famosa “cita” en el Consulado norteamericano.

Uno supondría que Estados Unidos, si fuese congruente consigo mismo, si fuese parejo en sus criterios y completamente honesto en su proceder, no haría absolutamente nada para alentar la inmigración ilegal hacia los Estados Unidos. Pero la realidad contrasta con la ficción en la que están sumergidos los políticos norteamericanos, y una prueba de ello es lo que apareció hace algunos días en la sección de avisos clasificados en el principal periódico de la ciudad fronteriza en la que vivo, El Diario. Se trata de un periódico que se publica, se imprime y se vende en México, no en los Estados Unidos, y se trata de un anuncio que empieza con un encabezado que dice “Help Wanted” (Se solicita ayuda), pagado por una agencia cuyo nombre es la Texas Workforce Connection Office. El anuncio comienza dando el nombre de la compañía de la siguiente manera: “UNION HARVEST seeks 94 Temporary Workers (Union Harvest solicita 94 trabajadores temporales) to harvest lettuce (para recolectar lechugas) within a 30 mile radius of Yuma, Arizona (dentro de un radio de 30 millas de Yuma, Arizona), from November 15 2009 to April 5, 2010. Pay (paga por hora) $8.70 per hour, 40 hours per week plus possible overtime. The company guarantees at least more than or equal of the stated work hours for the contract period (la compañía garantiza por lo menos una cantidad igual o mayor de trabajo por el período del contrato). All required tools and equipment are supplied at no cost to worker (todas las herramientas y el equipo son suministrados sin costo alguno al trabajador). For workers beyond a reasonable commuting distance housing will be provided at no cost to worker, as will transportation to/from work locations an housing (para trabajadores más allá de una distancia razonable de traslado les será proporcionada habitación sin costo alguno, así como transporte de/hacia los lugares de trabajo y vivienda). Inbound transportation and subsistence costs to place of employment will be reimbursed to workers from outside the commuting area upon workers completion of 50% of the employement period (transporte hacia el centro de trabajo y costos de subsistencia serán cubiertos a los trabajadores fuera del área de traslado tras haberse cumplido el 50% del período de trabajo”.

Lo primero que llama la atención de este anuncio es que en ninguna parte del anuncio se les pide a los interesados que cuenten con documentación legal para poder trabajar en los Estados Unidos. Otra cosa que llama la atención es que el anuncio haya sido pagado para su publicación en México, para ser visto y leído por mexicanos. Pero otra cosa que llama aún más fuertemente la atención es que las vacantes para estos trabajadores de campo son en Yuma, en el estado de Arizona, precisamente uno de los estados más ferozmente inmigrantes de la Unión Americana, el cual se ha distinguido por estar pasando leyes cada vez más duras para castigar a la inmigración indocumentada. Entonces yo me pregunto: ¿acaso no tienen suficientes norteamericanos ahí mismo en Yuma, Arizona, que estén dispuestos a hacer ese duro trabajo de recolectar lechugas en la granja Union Harvest, como para no tener que andar saliendo fuera de Arizona publicando anuncios en México con esas ofertas de trabajo? ¿Que andan haciendo esos empleadores no sólo fuera de Arizona, sino inclusive fuera de los Estados Unidos, pagando esos anuncios como cebo seguro para el muy posible reclutamiento de trabajadores indocumentados de México? ¿Pues no se han estado quejando por décadas de que los trabajadores mexicanos, a los que no bajan de mugrosos, asquerosos, flojos e inútiles, no se les necesita para nada porque hay suficientes norteamericanos para hacer esos trabajos? Y si no los hay en Arizona, ¿en donde está el U.S. Department of Labor que tan ferozmente se ha opuesto en el pasado a la contratación legal de trabajadores agrícolas temporales mexicanos? Y si no los hay en todo Estados Unidos, ¿en dónde están todos esos Congresistas norteamericanos que, siempre en mayoría, han votado, votan y siguen votando en contra de cualquier propuesta que pueda autorizar el ingreso de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos para llenar las vacantes que ningún norteamericano quiere cubrir?

El anuncio al que estoy haciendo mención no es algo que ocurra una vez cada cinco o diez años. Continuamente aparecen publicados estos anuncios en El Diario, sobre todo en tiempos de recolección de hortalizas. Otro ejemplo de tales anuncios que aparece frecuentemente en el mismo periódico ofertando trabajos a mexicanos en México que estén dispuestos a trasladarse a los Estados Unidos es uno de varios en los que solicitan enfermeras mexicanas, en el cual tampoco se pone en el mismo anuncio como requisito indispensable el que la persona interesada tenga sus papeles en regla (ciudadanía norteamericana o pasaporte de residencia en los Estados Unidos). Es más, ni siquiera se les pide o se les advierte a los/las interesadas que tengan en trámite sus documentos ante el Consulado norteamericano para poder inmigrar legalmente a los Estados Unidos. Este anuncio lo pone una empresa llamada “Nurses Now International”, la cual proporciona el número telefónico de llamada gratuita 01-800-8324-769, con un domicilio en el Boulevard Teófilo Borunda número 6941 en la Colonia Partido Iglesias en Ciudad Juárez, Chihuahua, con domicilio permanente en Internet dado como www.nni.com.mx. ¿Pues qué acaso no hay en todo Estados Unidos una sola enfermera norteamericana que pueda cubrir esas vacantes? Siguiendo la lógica utilizada por los Congresistas y los votantes que por mayoría en votación democrática los enviaron como representantes suyos al Congreso, ¿acaso estas enfermeras contratadas en México no le están quitando sus empleos a las enfermeras norteamericanas que están desempleadas? ¿Para qué andan buscando en México si supuestamente y teóricamente tienen dentro de los Estados Unidos toda la gente que necesitan para cubrir estos trabajos? ¿Qué pasó con el argumento de que el mexicano típico es un greaser apestoso, maloliente e indeseable al cual hay que cerrarle por completo las puertas al mercado laboral norteamericano porque los empleos en Norteamérica deben ser única y exclusivamente para los norteamericanos? ¿Y qué tiene que decir a todo esto el U.S. Department of Labor, cuya postura oficial es y ha sido siempre que Estados Unidos no necesita de gente de fuera salvo en casos excepcionales y bajo circunstancias muy especiales que como las ponen casi nunca se dan? A esto tenemos que agregar el hecho de que, con plena seguridad, quienes contratan a indocumentados mexicanos dentro de los Estados Unidos saben de sobra que están contratando a gente que se encuentra sin documentos legales en dicho país. Ya basta de fingir que no saben lo que está sucediendo. Detrás de cada indocumentado mexicano en los Estados Unidos necesariamente debe de haber un empleador norteamericano que le está dando trabajo, porque si no fuera así, si nadie en Estados Unidos contratara a indocumentados, nadie se iría para allá, así de simple. En contraste con los cientos de miles que deporta Estados Unidos a México cada año, ¿a cuantos empleadores norteamericanos de indocumentados está metiendo a la cárcel por contratar a sabiendas a gente sin papeles ? ¿100 mil? ¿50 mil? ¿dos mil al año? Yo creo que la cifra no llega ni siquiera a mil, una cifra ante la cual los Congresistas y las autoridades encargadas de reforzar las leyes migratorias simplemente se voltean hacia el otro lado y se hacen de la vista gorda. Por cierto, me gustaría poder echarle un vistazo al interior de las casas en que habitan muchos de estos políticos, funcionarios, Congresistas y Senadores norteamericanos, para ver si todos ellos sin exceptuar a ninguno son respetuosos de sus propias leyes y no tienen a ninguna indocumentada trabajando dentro de sus casas (algunas de estas casas son mansiones de por lo menos cuatro o cinco recámaras con alberca incluída) como trabajadoras domésticas, barriéndoles la casa, trapeándoles los pisos, tendiéndoles las camas, sacudiendo las cortinas; en fin, todo aquello para lo cual tendrían que tener a sus propias esposas (norteamericanas) trabajando todo el día como criadas dentro de la casa, casi casi trabajando como esclavas. Una que ciertamente se burló de las duras leyes migratorias fue la abogada norteamericana Zoe Baird, la cual fue nominada en 1993 para ser la Procuradora General de Justicia de todo Estados Unidos, ni más ni menos que la misma persona encargada de hacer respetar las leyes migratorias federales, la cual se vió obligada a retirar su nominación para tan alto cargo al descubrírsele que tenía trabajando a dos indocumentados dentro de su propia casa, un chofer y una nana. En vez de terminar en la cárcel, a Zoe Baird se le castigó con una multa simbólica de tres mil dólares por todo el asunto, una bicoca considerando que se trata de una persona acostumbrada a ganar más de medio millón de dólares al año, y una invitación expresa a que muchas otras norteamericanas como ella sigan rompiendo las mismas leyes norteamericanas. Pero como alguien tiene que cargar con toda la culpa en caso de problemas, pues allí está el mismo indocumentado mexicano como el chivo expiatorio ideal, el apestoso greaser al que nadie quiere pero al cual si no todos por lo visto muchos norteamericanos y norteamericanas están dispuestos a contratar aún a costa de quebrantar sus propias leyes.

Pero esto no es toda la historia.

El periódico mexicano El Diario en donde aparecen estos anuncios se distribuye en una ciudad en la que está ubicado el mayor Consulado norteamericano fuera de los Estados Unidos, con una gran cantidad de empleados trabajando directamente para el gobierno norteamericano, precisamente para la división que se encarga de cuestiones migratorias y legalización de residencia en los Estados Unidos. ¿Acaso no hay ninguno de ellos que jamás se haya dado cuenta de estos anuncios pagados por empresas norteamericanas que más bien constituyen invitaciones abiertas para infringir las leyes migratorias norteamericanas? ¿Por qué razón el Consulado norteamericano, que yo sepa, jamás ha tomado cartas en el asunto ni ha emprendido una investigación sobre estos anuncios para emprender posteriormente acción legal en contra de potenciales empleadores de indocumentados? ¿Acaso no estaba penalizada ya la contratación de indocumentados?

Pero el periódico mexicano El Diario no solo está accesible a un costo mínimo a cualquier empleado del Consulado norteamericano, en especial el mismo Cónsul en persona, que tenga unos cuantos minutos para echarle una ojeada al periódico para ver los anuncios de este tipo que puedan estarse publicando en México invitando a los mexicanos a infringir las leyes norteamericanas de inmigración. También puede ser leído por cualquiera de los cientos de agentes que laboran en la U.S. Border Patrol (la patrulla fronteriza, mejor conocida como “la migra”) o en la Office of Homeland Security que aglutina las funciones del departamento de Aduanas e Inmigración. Que yo sepa, jamás ha aparecido noticia alguna en la cual se haya emprendido una acción dura y enérgica por parte del gobierno norteamericano a instancias de cualquiera de sus empleados en respuesta a los anuncios que aparecen publicados en periódicos mexicanos con ofertas de trabajo en los Estados Unidos.

Esto a lo que he hecho mención es cosa de grandes empresas como Unión Harvest. Pero también hay lo que en México se le llama “contratación hormiga” de indocumentados mediante la cual a través de anuncios en la sección de clasificados se anuncia apertura de trabajos como empleadas domésticas a mexicanas que estén en disponibilidad de cruzar a la vecina ciudad de El Paso para trabajar ahí ya sea ayudando en las labores de hogar o cuidando a los niños. Que yo sepa, jamás se ha investigado y mucho menos se ha castigado a nadie que desde la ciudad de El Paso (y supongo que también desde la gran mayoría de ciudades fronterizas norteamericanas) pone esos anuncios en la sección de avisos clasificados para contratar ILEGALMENTE a trabajadores mexicanos. Esto debe hacerse claro: no se trata de mexicanos que hayan violado las leyes migratorias y estén buscando un trabajo en los Estados Unidos con la esperanza de encontrarlo, se trata de ciudadanos y empresas norteamericanas que liberalmente vienen a México a anunciar esas aperturas de trabajo, invitando a los mexicanos a ir para allá en violación de las leyes migratorias, sin que autoridad norteamericana alguna haga algo al respecto. Un ejemplo de los cientos o miles de anuncios puestos en México por norteamericanos ofertando empleo a niñeras o trabajadoras domésticas que quieran ser candidatas a indocumentadas (obviamente no puedo reproducir todos los anuncios por falta de espacio) es el siguiente:
“SOLICITO niñera para cuidar niña de 1 año y trabajo sencillo de casa, por 4 días en El Paso, $100.00 dólares semanales, informes 915-694-1945”.
Este anuncio está siendo publicado en México ofertando un trabajo en los Estados Unidos, en la ciudad norteamericana de El Paso, Texas, sin pedir de antemano en dicho anuncio que las interesadas para esos trabajos de niñera tengan ciudadanía norteamericana, pasaporte de residencia legal, o por lo menos documentos en trámite para poder tomar residencia legal en los Estados Unidos con derecho a buscar empleo. Como este anuncio aparecen publicados cientos y cientos con el paso de los meses. Que yo sepa, las autoridades migratorias norteamericanas jamás han metido a la cárcel a ninguna de estas amas de casa norteamericanas que contratan en México a mexicanas indocumentadas a sabiendas de que están contribuyendo a que se violen y rompan flagrantemente las leyes migratorias, ni se investiga a las norteamericanas que publican tales anuncios en México pese a que el FBI puede en cuestión de minutos ubicar el domicilio del empleador violador de leyes migratorias con el número telefónico proporcionado en dichos anuncios. Si llega a haber alguna acción de tipo legal, esta se limita a dejar caer sobre el indocumentado o la indocumentada todo el peso de la ley dejando al empleador de indocumentados en plena libertad para que vuelva a contratar más gente indocumentada, porque el mexicano es el culpable de todo y los empleadores norteamericanos son blancas palomas dignas de misericordia y respeto. Así trabaja la sociedad norteamericana. No me asombraría en lo absoluto que alguno de esos domicilios en los que tienen trabajando a niñeras mexicanas puedan ser casas de funcionarios que trabajan para el gobierno federal cazando indocumentados o inclusive mansiones de políticos que públicamente se oponen de modo terminante a que se pueda firmar un acuerdo con el gobierno de México para un programa de empleos temporales en los Estados Unidos. Sobre esto último, no son pocos los que sospechan que las autoridades migratorias estadounidenses al igual que los Congresistas norteamericanos que hacen las leyes y que se oponen terminantemente a la creación de un programa de trabajadores temporales traídos de fuera saben perfectamente en qué lugares se pueden llevar a cabo redadas masivas de indocumentados con la certeza absoluta de poder detener a decenas de millares de ellos, en lugares tales como los campos agrícolas y las empacadoras de carne. Estas sospechas son reforzadas por la aparición de noticias como una nota publicada desde Willard, Ohio, bajo el título “Afecta a los inmigrantes arduo trabajo del campo”, en la cual se lee: “Las nubes están bajas cuando los trabajadores, con jeans gastados, camisas y gorras de béisbol polvorientas, comienzan a descender de un autobús escolar blanco en un campo lleno de plantas de pimientos verdes. Con la eficacia de una máquina, unos 80 trabajadores —todos hombres, hispanos, menores de 45 años— buscan entre las plantas verdes hasta encontrar pimientos relucientes, que cargan en cestas. Cuando la cesta está llena, la cargan al hombro y la llevan a un camión. La alzan y se la entregan a dos hombres que vuelcan los pimientos. Hacen falta unos 45 pimientos para llenar una cesta. Un trabajador experto lo hace en no más de dos minutos. A los más nuevos puede tomarles un máximo de cinco minutos. Los trabajadores recogen y transportan miles de pimientos por día. Es una tarea pesada, que desgasta los músculos de la espalda. Están inclinados todo el día y surgen fuertes dolores. ‘Le hace mucho daño a la espalda’, expresó George Gamboa, quien ha trabajado en esto por años. ‘Llega un momento en que uno está todo entumecido. A veces, uno regresa al trabajo al día siguiente y todavía siente dolor del día previo’. De todos modos, los trabajadores no se amilanan. Saben que el dolor es parte del trabajo. Sus padres, quienes vinieron a Estados Unidos de jóvenes, son capataces en la Wiers Farm, granja de Willard donde trabajan desde hace 31 años. Sus padres mantienen un pie en el centro del país y otro en la Florida. Van donde hay cosechas. Gamboa, quien tiene 35 años y algunas canas, también iba de un lado al otro cuando era más joven. En la adolescencia, caminaba detrás de tractores por plantaciones de apio para asegurarse de que nada se caía a un costado. Si algo caía, debía recogerlo y cargarlo en el remolque. Parecía una tarea sencilla, pero no lo era. Gamboa recorría largas distancias todos los días y terminaba con los pies deshechos. Decidido a darle un respiro a sus pies, aceptó trabajar como cortador, lo que implica que usaba cintas de goma y una cuchilla de jardinería para armar racimos. El oficio de cortador tiene sus penurias. También hay que inclinarse por horas, con el consiguiente desgaste de la espalda. Los esfuerzos de Gamboa rindieron dividendos cuando fue ascendido a capataz hace cuatro años y posteriormente a coordinador de seguridad de los alimentos en Wiers Farm. Jamás dejará de ser un peón que sigue a las cosechas. Esa es su esencia y el trabajo del campo le llama. ‘No creo que lo deje nunca. Volveré’, expresó Gamboa. ‘Me encanta. Es algo que llevo adentro. Es un trabajo duro, pero cuando uno lo hace desde niño, le toma el gusto’. El sudor de los inmigrantes es el principal sostén de la vasta operación de la Wiers Farm, que llega desde Michigan hasta Ohio y la Florida. Wiers Farm es una de las operaciones agrícolas más grandes de la región y una de las que emplea más trabajadores extranjeros. La región tiene una de las concentraciones de trabajadores agrícolas temporales más grandes del estado. En el 2008 había 5.320, según un censo de inmigrantes realizado por el Departamento de Salud de Ohio. Otras empresas de la región que contratan numerosos extranjeros son Buurma Farms en Celeryville, Corso’s Nursery en el condado de Erie y Gonya Farm en el de Sandusky. Unas 180 personas trabajan en la planta empacadora de Wiers Farm. Los trabajadores del campo ganan bastante más que el sueldo mínimo, ya que tienen un salario base de 4.25 dólares la hora y además cobran una suma aparte según la cantidad de canastos que llenan. Los empleados de la planta empacadora, en cambio, perciben casi todos el salario mínimo. Todos, peones de campo y empleados de la planta, trabajan entre 12 y 16 horas diarias, durante las cuales están parados. Los músculos de las piernas se endurecen hasta doler. Pero nadie se queja. Necesitan el trabajo y han recorrido enormes distancias, soportando grandes penurias, para venir aquí. Gamboa dice que habló con hombres y mujeres que cruzaron el desierto de noche, con temperaturas heladas, rodeados de víboras y escorpiones, para llegar a Estados Unidos. Muchos no tenían agua ni comida. Por ello, están dispuestos a aguantar lo que sea, sin quejarse. Las quejas, por otra parte, no caen bien. Sylvia Rodríguez asegura que fue despedida por armar revuelo. Dice que abrió la boca porque no estaba dispuesta a soportar el maltrato de su capataz y que a las pocas horas ella y todos sus familiares habían sido despedidos. ‘Me echaron ayer por defenderme’, afirmó. ‘No quieren que una reaccione. Si te gritan, mejor te callas y vuelves a trabajar’. Rodríguez, de 38 años, buscó la ayuda de Advocates for Basic Legal Equality, agrupación que defiende los derechos de los trabajadores temporales, y logró que la empresa la tomase nuevamente, junto con sus familiares”.

La nota periodística cuyo contenido me he tomado la libertad de reproducir aquí es una nota publicada por la Associated Press. O sea que inclusive antes de que pueda ser leída en México ya está siendo leída en los Estados Unidos, sobre todo por gente en el gobierno norteamericano cuya función es atender única y exclusivamente la cuestión de la inmigración ilegal. En notas como esta podemos ver nombres de empresas tales como Wiers Farm, Buurma Farms, Corso’s Nursery y Gonya Farm. Seguido aparecen en los periódicos norteamericanos noticias como estas. Si las autoridades migratorias norteamericanas realmente estuvieran interesadas en expulsar de los Estados Unidos a todos los trabajadores mexicanos indocumentados, podrían hacer visitas sorpresivas de manera continuada y al azar a todas estas empresas además de empezar a meter a sus dueños a la cárcel. Pero no lo han hecho, y muchos sospechan que si no lo han hecho hasta ahora es porque en caso de hacerlo saben muy bien que pueden quebrar la espina dorsal de la economía norteamericana en dos enviando a la nación a la bancarrota, hundiendo al país en una depresión económica mil veces peor que la de 1929, perjudicando a quienes con el pago de sus impuestos le están pagando sus salarios a todos los que trabajan en “la migra” e inclusive en el mismo Congreso norteamericano en donde se elaboran las leyes anti-inmigrantes, y por ello más que actuar para “limpiar” al territorio norteamericano de mexicanos indocumentados de una vez por todas lo que están haciendo es actuar como una especie de “moderador” para que no haya más gente de la que el país necesita en los campos agrícolas, en las empacadoras de carne, en los trabajos de construcción, en los oficios, etc. O sea, algo así como un regulador de la oferta y la demanda, algo en lo que todos están de común acuerdo pero que nadie quiere reconocer y aceptar como lo que es. La nota periodística deja en claro que el trabajo que están haciendo los indocumentados mexicanos en los Estados Unidos es trabajo pesado, equiparable en muchos respectos al trabajo al que eran sometidos los afroamericanos en los tiempos del esclavismo, pero ni aún así les quieren reconocer su esfuerzo los Congresistas norteamericanos aferrados al dogma de que Estados Unidos tiene ya dentro de su territorio toda la gente que necesita para esos trabajos y no tiene por qué autorizar la contratación de gente de fuera.

La otra cara de la moneda de la fuga hacia Estados Unidos de gente trabajadora mexicana a la cual los norteamericanos en general se rehusan a reconocerles el valor de su trabajo con la implementación de un programa de “trabajadores huésped” es que se trata de algo que ha estado resultando lesivo para el crecimiento de México contribuyendo a mantener a México en un estado de retraso. Una nota publicada el 23 de noviembre de 2009 en el periódico local titulada “Exporta México choferes” dice lo siguiente: “En los últimos cinco años, al menos unos 150 mil choferes mexicanos se fueron a Estados Unidos, pues esa nación enfrenta un déficit de conductores, según cálculos del American Trucking Association (ATA) de ese país. Sueldos dos y tres veces más altos que en México, jornadas laborales más cortas y la posibilidad de entrar y salir de ese país, atrajeron a choferes nacionales que en muchos casos fueron reclutados con ayuda de los consulados. Si bien la crisis económica provocó un alto a esta salida de conductores a Estados Unidos, con la recuperación económica el fenómeno podría reiniciarse, lo que ya prendió la alerta en las empresas nacionales. Y es que desde hace varios años, el problema de escasez de choferes también afecta al país, coincidieron Refugio Muñoz, director técnico de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar), y Leonardo Gómez, director general de la Asociación Nacional de Transporte Privado (ANTP). En tanto, la American Trucking Association revela que en la próxima década se requerirán más de medio millón de nuevos conductores en México, Estados Unidos y Canadá, debido al flujo comercial de la zona. Según estimaciones de la Canacar, hasta antes de la crisis, México tenía un déficit de 30 por ciento en choferes, comparado con la flota que opera. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) reconoce que la necesidad de choferes es de 55 mil”. Si lo que dice esta nota es cierto, y no hay razón para dudarlo puesto que se está citando como fuente de referencia a la misma American Trucking Association, si las autoridades migratorias de los Estados Unidos realmente se fajaran los pantalones y aplicaran las draconianas leyes migratorias norteamericanas echando fuera del país a todos los choferes de origen mexicano, la economía norteamericana resentiría un impacto doloroso que terminaría afectando a casi todos los que viven en ese país. ¿Pero entonces por qué ha estado repitiendo hasta el cansancio el U.S. Department of Labor que en Estados Unidos se tiene a todos los trabajadores que se necesitan para cubrir esas vacantes de choferes y que no se necesita traer a uno solo de fuera? ¿Quién es el que está y ha estado mintiendo por demasiados años haciendo de la mentira su modus vivendi?

Como parte de lo que parece ser un gran programa de simulación disfrazada tratando de crear la impresión dentro de Estados Unidos y en el resto del mundo de que se está buscando activamente a indocumentados (con ganas de no encontrarlos) el gobierno norteamericano creó un programa llamado E-Verify mediante el cual cualquier empleador en cualquier parte de los Estados Unidos puede verificar en cuestión de minutos a través de Internet si su trabajador está legalmente en los Estados Unidos con autorización para trabajar en dicho país. Pero este programa es completamente voluntario y no existe sanción alguna para quienes se rehusen a utilizarlo, con la consecuencia lógica de que al momento de elaborarse esta entrada apenas cerca de 169 mil de los siete millones de patrones que hay en el país usan E-Verify, o sea menos del 3 por ciento. El único castigo, si es que se le puede llamar castigo, es que las empresas que se rehusan a cumplir con la consulta al programa E-Verify no tendrán el “sello de aprobación” dado a las empresas que se ofrezcan de manera voluntaria a usar un programa electrónico para revisar el estatus inmigratorio de sus trabajadores. Sobre esto, la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, dijo que el público debe saber cuáles compañías están acatando la ley, y que informar al público quién usa E-Verify “permitirá a los consumidores saber qué compañías están esforzándose por cumplir la ley y se hallan comprometidas a proteger las oportunidades de empleo”. En pocas palabras, corresponderá al público castigar a los empleadores de indocumentados con el “látigo de su desprecio” sacándoles la lengua de vez en cuando, ante lo cual los millares de empleadores de indocumentados en los Estados Unidos seguramente están diciendo en sus adentros “¡Uuuyyyy, que miedo! ¡Mírame cómo estoy temblando!” carcajeándose mientras vuelven a contratar al mismo indocumentado que hace unos días atrás levantó “la Migra” y que más tardó en ser deportado a México que en ingresar nuevamente de manera ilegal a territorio estadounidense volviendo a su empleo original. Casi al mismo tiempo que Janet Napolitano promocionaba el “sello de aprobación” como medida de castigo más simbólico que punitivo, las granjas lecheras de Vermont se contaron entre las pocas empresas a quienes funcionarios inmigratorios les han pedido que les entregen sus registros de nóminas y contrataciones, según Kelly Loftus, vocera de la Dirección de Agricultura de Vermont, ante lo cual algunos granjeros lecheros dijeron que se veían casi obligados a tener que buscar trabajadores extranjeros debido a que resulta difícil encontrar localmente gente para el trabajo. Es muy posible que los funcionarios migratorios del gobierno federal, e inclusive los mismos Congresistas y Senadores que representan a los lecheros de Vermont ante el Congreso norteamericano y que públicamente se oponen ferozmente a cualquier posibilidad de implementar un programa de contratación de trabajadores migratorios temporales contratados en México, sepan perfectamente que si les aplican a los lecheros de Vermont todo el músculo que el gobierno federal norteamericano puede desplegar si realmente se lo propone, pueden enviar en cuestión de unas cuantas semanas a la industria lechera de Vermont a la ruina, y para ese caso, a la industria lechera de los demás estados de la Unión Americana. Tal vez sea por ello que el programa E-Verify se mantiene hasta la fecha como un programa completamente voluntario; nada de andar metiendo a ningún empleador de indocumentados a la cárcel si se rehusa a utilizar el programa E-Verify, ni siquiera una multa así sea simbólica; esto es algo que ni siquiera está puesto a discusión.

Todo esto, desde luego, puede ser interpretado por los observadores y estudiosos de otros países como aquellos situados en Europa y Asia como una muestra palpable de cinismo e hipocresía de una gran parte de la sociedad norteamericana representada a través de sus líderes, políticos y Congresistas, los cuales sacando a flote su xenofobia detestan al indocumentado mexicano como un apestoso que no merece consideración alguna, como un arrimado asqueroso que está violentando la ley sin dejar beneficio alguno a los Estados Unidos, como un invasor que amenaza con quitarles su “american way of life” y el cual por su delito de querer trabajar o trabajar ya sin permiso del gobierno norteamericano para trabajar en los Estados Unidos debe ser fichado, castigado y eventualmente deportado como cualquier otro peligroso delincuente de la peor ralea. ¡Ah, pero que nadie diga nada ni denuncie ante dependencia alguna del gobierno norteamericano a las empresas norteamericanas que publican en México ofertas de trabajo en los Estados Unidos para la recolecta de lechugas, sandías y patatas que ningún norteamericano quiere recoger del campo! Cuando esporádicamente surge algún Congresista cuerdo y valiente que propone un programa de trabajadores temporales como el programa “Bracero” (mismo programa que fue descontinuado cuando simplísticamente e hipócritamente el U.S. Department of Labor anunció que había en los Estados Unidos suficiente gente disponible para hacer el trabajo que estaban haciendo los braceros mexicanos), sobran quienes prácticamente quieren lincharlo mediáticamente y políticamente, sobre todo los sindicatos laborales como los Teamsters... pero ninguno de ellos está dispuesto a ir a recolectar las fresas y las cebollas que se están pudriendo en los campos por falta de mano de obra mexicana, esa mano de obra que por un lado tanto detesta y criminaliza la sociedad nortemericana y que por el otro está haciendo posible que los alimentos puedan llegar diariamente a las mesas de los hogares norteamericanos.

Para nadie es un secreto que cada día ha sido más y más difícil para cualquier mexicano el poder ingresar legalmente a los Estados Unidos así sea con las intenciones de ir únicamente de compras o visitar algún familiar y sin albergar intención alguna de buscar allá algún empleo. Hoy el gobierno norteamericano exige la tramitación de “visas láser” de cruce local (las cuales no sirven para obtener trabajo en los Estados Unidos y ni siquiera para inscribirse en alguna universidad norteamericana de la franja fronteriza como UTEP pagando la colegiatura como estudiante extranjero) aunque los objetivos sean únicamente ir de compras o visitar amigos, familiares o conocidos, documento de cruce local que antes el gobierno norteamericano expedía gratuitamente, y a muchos solicitantes de dicho documento se les niega la visa láser sin que se les regrese un solo centavo del dinero que ya pagaron por el trámite. A como están las cosas, sólo falta ya que el gobierno norteamericano suspenda de tajo no sólo la inmigración ilegal sino inclusive la inmigración legal, bajándola a cero, presumiendo al mismo tiempo como siempre lo han hecho el ser una nación de inmigrantes. Es ya prácticamente lo único que les queda por hacer. Ante esta posibilidad, el conocido intelectual mexicano Carlos Monsiváis parece haber comentado lo siguiente: “¡Adelante! ¡No simplemente amenacen con hacerlo, háganlo pero háganlo ya! ¡Cierren sus fronteras con México! ¡Deporten a todos sus indocumentados mexicanos que están trabajando en sus campos agrícolas hasta no dejar uno solo! ¡México necesita hoy de esa gente que está dispuesta a trabajar jornadas largas y extenuantes para enriquecer a México en lugar de estar enriqueciendo a los Estados Unidos! ¡Ya saben en dónde pueden empezar a buscar y encontrar a cientos de miles de trabajadores mexicanos indocumentados! ¡Siempre lo han sabido! ¡Devuélvanle a México todas las enfermeras mexicanas que en estos momentos están atendiendo y viendo por sus enfermos y sus jubilados norteamericanos y sus veteranos de guerra! ¡Regrésenle a México a todos sus maestros, sobre todo sus maestros bilingües! ¡Regrésenle a México todos los cocineros y las meseras indocumentados que mantienen trabajando a muchos restaurantes en los Estados Unidos! ¡Expulsen cuanto antes a las mucamas y operadoras de limpieza que permiten a muchos hoteles en Estados Unidos continuar operando! ¡Regresen a México a todas las nanas mexicanas que les están cuidando sus hijos pequeños a las norteamericanas que se van a trabajar en alguna oficina durante el día! ¡Cierren por completo sus puertas para que ya no puedan inmigrar legalmente a los Estados Unidos ni siquiera científicos como los que inmigraron durante la Segunda Guerra Mundial entre los cuales están incluídos hombres como Albert Einstein, Wernher von Braun, John von Neumann y Edward Teller! ¡Cierren sus puertas para que no puedan irse ya legalmente a los Estados Unidos ni siquiera cientificos mexicanos como Mario Molina, Premio Nóbel de Química, le harían a México un gran favor en estos momentos que necesita de ese talento científico que los Estados Unidos le ha estado robando no solo a México sino inclusive a otros países por demasiado tiempo! ¡Cierren sus puertas para que ya no puedan ir a vivir a los Estados Unidos talentos artísticos mexicanos como Luis Miguel, Lucía Méndez, Christian Castro y muchos otros como ellos! ¡No amenacen con hacerlo! ¡Háganlo, y cuanto antes mejor! ¡Vacíen a los Estados Unidos a la menor brevedad posible de sus más de diez millones de indocumentados que supuestamente son una carga para el erario público y no están desempeñando nada de valor para los Estados Unidos! ¡Cierren por completo sus fronteras proscribiendo para siempre cualquier posibilidad de programas de trabajadores temporales! Y de paso, retírenle a esa Estatua de la Libertad que está en Liberty Island la plaquita que dice ‘Give me your tired, your poor, your huddled masses yearning to breathe free, the wretched refuse of your teeming shore. Send these, the homeless, tempest-tossed to me’, una inscripción groseramente obsoleta y anacrónica en nuestros tiempos por no corresponder la invitación simbólica hecha por la Estatua de la Libertad a través de su antorcha:





con el gran garrote:





que enarbolan los Congresistas, los jueces migratorios y los cazadores de indocumentados en dicho país. No lo digo en broma, lo digo con toda la seriedad del mundo. Y un año después de que lo hayan hecho, un año después de que hayan dado fin a toda la inmigración indocumentada incluyendo hasta la misma inmigración legal de la cual muchos norteamericanos se están quejando en estos momentos en números crecientes, veremos qué tan bien les ha ido”.

A diferencia de lo dicho por Carlos Monsiváis, yo simplemente diría: “Por favor, ya no permitan que sus empresas norteamericanas sigan poniendo anuncios en periódicos mexicanos ofertando empleos en los Estados Unidos a sabiendas de que ello es una invitación abierta y descarada para infringir las leyes que el Congreso norteamericano tiene establecidas en estos momentos”. Esto si realmente la sociedad norteamericana quiere ser honesta y congruente consigo misma en vez de andarle mostrando al mundo entero lo que parece ser una verdadera esquizofrenia social entre lo que dice y lo que hace. Porque de no actuar con congruencia en un asunto tan importante como este, y parafraseando a Nietzche, sería un pecado contra el buen gusto.



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