miércoles, 1 de octubre de 2014

Estrategia: 1 bomba por yihadista



Fueron los estrategas militares del principio del siglo XX los que vislumbraron por vez primera, mucho ant que posiblemente vislumbró por vez primera mucho antes de que se inventaran los aviones de combate, que aquellos países que tuvieran la supremacía aérea serían los que tendrían una ventaja decisiva sobre los campos de batalla y las mayores probabilidades de triunfo. La Segunda Guerra Mundial trajo una confirmación de esta nueva doctrina militar. Este principio ha sido tomado tan en serio que la carrera armamentista que tuvo lugar entre los Estados Unidos y la Unión Soviética dió inicio cuando los soviéticos fueron los primeros en poner en órbita el primer satélite artificial Sputnik, y si los soviéticos podían poner en órbita un satélite artificial entonces eventualmente podrían estar en condiciones de poner en órbita bombas atómicas apuntando desde el espacio hacia la Tierra, a cualquier parte del globo terráqueo. El pánico y la histeria se desataron en la Unión Americana, empujando a Estados Unidos a la carrera espacial, a ello se debe el programa espacial norteamericano.

Recientemente, con motivo de los sorprendentes avances del ejército terrorista del Estado Islámico (conocido también como ISIS) en Irak a principios de junio de 2014  así como las publicitadas decapitaciones en vivo de dos reporteros norteamericanos además de los innumerables actos de crueldad y barbarie tales como crucifixiones, asesinatos colectivos, genocidios y violaciones tumultuarias, el presidente Barack Obama proclamó a su país en estado de guerra total en contra del Estado Islámico. Sin embargo, advirtió que no tenía intenciones de enviar tropas de combate (boots on the ground) para enfrentar a los yihadistas del Estado Islámico en lucha directa en el campo de batalla, todos los ataques norteamericanos serían por vía aérea. Los bombardeos dieron inicio el 22 de septiembre en territorio iraquí,y posteriormente la campaña aérea fue ampliada para bombardar objetivos del Estado Islámico dentro de Siria, país que actualmente los terroristas islámicos usan como su principal plataforma de operaciones. El limitar los ataques a bombardeos de precisión llevados a cabo desde el aire es una estrategia más política que militar, porque Barack Obama ganó la presidencia de su país en buena medida por su promesa de que sacaría a las tropas norteamericanas de Iraq y Afganistán, sin intención alguna de volver a enviar soldados al otro lado del mundo para emprender acciones de guerra.

Desoyendo las prédicas de la doctrina militar que le dá la ventaja final al que posea la superioridad aérea, varios planificadores del Pentágono han expresado que no es posible ganar una guerra en contra del Estado Islámico sin poner también soldados en tierra, que una guerra llevada a cabo exclusivamente por vía aérea no se puede ganar. Y han estado presionando al presidente Obama para que vuelva a enviar contingentes de soldados al Medio Oriente con la misión de combatir a los yihadistas del Estado Islámico.

Para ver quién tiene la razón, primero que nada hay que repasar las cifras. De acuedo a varias estimaciones hechas por agencias de inteligencia, se cree que el Estado Islámico, un ejército terrorista, contaba con 7 mil a 10 mil miembros en junio de 2014, y ya para septiembre de 2014 se creía que ese número podría haber crecido a 31,500 de acuerdo con la CIA.

Suponiendo que en el peor de los casos se requiera de un proyectil de precisión lanzado desde el aire para acabar con cada uno de esos 31,500 yihadistas, se requerirían unas 31,500 bombas inteligentes lanzadas desde el aire, lo cual a primera vista puede parecer una proposición sumamente costosa. A un costo de unos 100 mil dólares por bomba (en realidad el costo puede ser superior al medio millón de dólares por bomba, pero con la ayuda de los avances tecnológicos y el abaratamiento de los circuitos electrónicos inteligentes así como la reducción adicional de costos al producir mediante fabricación en serie, emulando el espectacular abaratamiento que permitió a cada persona el poder poseer una computadora en su propia casa, el costo de 100 mil dólares por bomba no se antoja tan irreal), el costo total para acabar con todos los yihadistas ascendería a unos 3 mil 150 millones de dólares.

En realidad, el costo no es tan alto. Los militantes del Estado Islámico casi nunca se trasladan solos bastante alejados el uno del otro. Necesitan convoyes para moverse a lo largo de rutas terrestres sin vegetación en donde son un blanco fácil, recorriendo largas distancias en grupos ya que no es posible darle a cada uno de ellos su propio coche particular, y de este modo cuando se mueven de un lado a otro lo hacen por lo menos en grupos de cuatro o cinco, de modo tal que en lugar de requerirse 31,500 bombas inteligentes se requerirían no más de unas 6 mil bombas inteligentes. Como Francia y Gran Bretaña junto con otros países como Arabia Saudita y Qatar ya empezaron sus propias campañas aéreas en contra del Estado Islámico siguiendo la misma estrategia militar de Obama, los costos se reparten entre varios y esto ya no pesa tanto. Al menos desde el punto de vista contable, acabar con el Estado Islámico sin perder un solo soldado en el campo de batalla se antoja bastante factible.

No hemos tomado en cuenta el efecto disuasivo. Si se advierte con una difusión masiva de propaganda a los militantes del Estado Islámico que para cada uno de ellos habrá una bomba inteligente lista para cazarlos desde el aire dondequiera que se encuentren, hasta matar a todos ellos, entonces conforme vayan cayendo los primeros cientos (de hecho ya han estado muriendo los primeros cientos) sin haber tenido oportunidad de luchar en contra de ningún soldado norteamericano o británico o francés, entonces al ver la futilidad de su lucha aunada al terror de que en las líneas de producción en serie ya han una bomba con su nombre puesto en ella (hablando metafóricamente), y sabiendo que la muerte puede llegar en cualquier momento (por ejemplo, cuando están durmiendo), es muy probable que muchos de los yihadistas excepto los más fanáticos empiecen a desertar, lo cual disminuye el costo total de la eliminación por vía aérea del Estado Islámico.

Visto de este modo, la doctrina Obama de limitar la guerra a bombardeos aéreos sin usar soldados en el campo de batalla, que no es más que la puesta en práctica de los principios militares vislumbrados a inicios del siglo pasado llevados a su más extrema expresión, se antoja como algo factible, ya que al no haber ningún derramamiento de sangre norteamericana en el suelo, al no haber muertos ni heridos pero con la parte contraria causando bajas de uno en uno, el apoyo de la opinión pública hacia la doctrina Obama puede crecer, sobre todo cuando las bajas entre los yihadistas del Estado Islámico se empiecen a contabilizar en los miles. Al empezar el otoño de 2014, durante una noche de luna nueva en completa obscuridad, los bombardeos inteligentes en contra del Estado Islámico se extendieron por primera vez hacia el interior de Siria. Al poco tiempo, como resultado de las primeras incursiones aéreas en Siria, había ya por lo menos 70 yihadistas muertos en Siria, sin que ello costara una sola gota de sangre a las fuerzas aliadas. Se trata de bajas en las huestes del Estado Islámico que, si se siguen sosteniendo, en cuestión de meses no dejarán muchos combatientes vivos del Estado Islámico, y los pocos que queden no estarán en condiciones de poder enfrentar a los miles de damnificados tanto en Irak como en Siria que están siendo armados por las fuerzas aliadas y están ansiosos de cobrar cuentas pendientes con ellos por las horribles masacres yihadistas cometidas en contra de sus familiares cercanos, listos para darle a los yihadistas una cucharada en grande de su propia medicina.

Lo ideal sería, desde luego, que los islamistas de línea dura depusieran las armas y cesaran sus hostilidades y sus actos de barbarie en contra de gente que no les ha hecho absolutamente nada, que aceptaran convivir en paz con los demás, algo que honraría al Islam y al mismo Mahoma. Porque en última instancia, los traseros de Ali Baba y de Mustafa no valen tanto como para malgastar cientos de miles de dólares en proyectiles inteligentes destinados a cazarlos y dejarlos sin trasero y todo lo demás, el mundo actual ya tiene demasiados problemas tales como una explosión demográfica fuera de control, la deforestación causada por la tala inmoderada, el calentamiento global y la aparición de gérmenes resistentes a lso antibióticos, como para tener que cargar además con el lastre que representan unos inútiles buenos para nada excepto para matar creando caos y sembrando dolor y destrucción a su paso en nombre de la religión que dicen profesar.

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