El mundo entero vió horrorizado cómo un puñado de terroristas musulmanes desató en Francia una sangrienta carnicería matando a diestra y siniestra a los cartonistas de la revista satírica de publicación semanal Charlie Hebdo (en francés, la palabra hebdomadaire significa semanal). Actuando como unos cobardes que no se atrevieron a enfrentar a sus víctimas en igualdad de condiciones retándolos, por ejemplo, a un combate a golpes con los puños hasta la muerte (todos los terroristas musulmanes actúan como cobardes en este respecto, ninguno de ellos se atreve a enfrentarse a nadie si no tiene en sus manos una ametralladora o un kilo de explosivos encima), los extremistas musulmanes entraron a las oficinas de Charlie Hebdo y dieron rienda suelta a una masacre planificada con premeditación, alevosía y ventaja, carcajeándose como orates mientras se entregaban a su orgía de sangre.
Este autor en esta bitácora ya ha llevado a cabo una reseña documentando algunos cuantos de los muchísimos actos de terrorismo que los extremistas musulmanes han llevado a cabo alrededor del mundo. Su odio fanático está encausado en contra de cualquiera que no piense sin respetar país, nacionalidad, religión o ideología. Estos actos son razones más que suficientes para rechazar tajantemente cualquier invitación que cualquiera le haga a uno para pasar a formar parte de los creyentes en el Corán y las enseñanzas de Mahoma, porque se corre el riesgo de terminar convirtiéndose en un terrorista musulmán más, se corre el riesgo de entregarse a la locura y convertirse en un demonio al servicio del Mal.
Aunque no es políticamente correcto comparar religiones, porque en debates religiosos nunca se llega a ningún acuerdo, sí es posible establecer algunas diferencias. El mensaje de Cristo Jesús a sus seguidores es el siguiente:
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”
En cambio el mensaje de Mahoma tal y como lo interpretan sus más fanáticos seguidores parece ser el siguiente:
“Suicidaos matando los más que se pueda y causando la mayor destrucción posible”
Cada mensaje parece ser la antítesis del otro.
Alrededor del mundo entero, la palabra “terrorista” se ha vuelto casi sinónimo de la palabra “musulmán”. Cuando aparece en los noticieros algún reportaje sobre un acto terrible de terrorismo, lo primero que se le viene a la mente a los lectores es la palabra “musulmán”, lo cual habla muy mal sobre la religión que dicen profesar.
Lo que más molestó a los diablos-carniceros al servicio del Islam, tanto los que ordenaron la masacre cometida en contra de los cartonistas franceses como los que la llevaron a cabo, fue que los caricaturistas, franceses de nacimiento sin liga alguna con nada que tenga que ver con algún país musulmán, tuvieron el atrevimiento de dibujar representaciones pictóricas de Mahoma en algunos de sus cartones. Porque resulta que, en lo que muchos no-musulmanes consideran como una verdadera blasfemia, Mahoma pese a haber sido un ser humano de carne y hueso como cualquiera de nosotros debe ser considerado según los musulmanes como algo sagrado que no puede ser representado pictóricamente por nadie. Ni siquiera las vacas sagradas de la India son objeto de tal idolatría.
¿Y cómo demonios va a saber, por ejemplo, un pintor en Argentina que profesa el budismo y que no tiene ni siquiera la menor idea de lo que prohibe el Islam, que está terminantemente prohibido bajo pena de muerte el dibujar cualquier representación de Mahoma, así sea una imagen magnífica y realista llevada a cabo de buena fé? ¿Acaso su ignorancia en todo lo que tenga que ver con el Islam no lo exculpa? Pues no, no lo exculpa, porque los demonios al servicio del Islam están en la creencia de que el resto del mundo, todo el mundo, está obligado a tener conocimiento de cualquier cosa que pueda ofender a los musulmanes, para lo cual los no-musulmanes están obligados a leer en su totalidad el Corán, aunque no sean musulmanes ni vivan en un país árabe.
No siempre es posible ponerle rostro y nombre a los asesinos que actúan a nombre del Islam, porque la mayoría de las veces cuando comenten atentados suicidas quedan convertidos en pedacitos dispersos por doquier y no quedan más que unas cuantas muelas, huesos y retazos de cuero cabelludo con lo cual no se puede identificar a nadie. En ocasiones, sin embargo, es posible ponerle rostro y nombre al Mal, como en el caso de Osama bin Laden. En el caso de los dementes que llevaron a cabo la masacre en las oficinas de Charlie Hebdo, se tienen rostros y nombres. Estas son las caras de los monstruos, monstruos del Islam, culpables por la tragedia que enlutó a Francia en enero de 2015, los cuales ciertamente no serán considerados en los años venideros como hombres de bien y benefactores de la humanidad:
Sus nombres respectivos, que vivirán por siempre en la infamia y de seguro jamás serán olvidados por los franceses en sus libros de historia, son:
Cherif Kouachi , Amedi Coulibaly
Seres desquiciados como estos enajenados musulmanes tienen tan distorsionados sus valores, que si bien no toleran que nadie en ninguna parte del mundo haga ninguna representación pictórica de aquél que llaman su profeta y fuente de inspiración, ellos sí se creen con pleno derecho hasta de matar a quienes profesan otras religiones, incurriendo en actos de crueldad y de barbarie dignos de demonios salidos del inframundo. Con el deceso a manos de francotiradores franceses de los terroristas musulmanes culpables de la masacre en Charlie Hebdo, lo que se hizo fue despacharlos de regreso al lugar del cual salieron y en donde seguramente serán felices por el resto de la eternidad al lado de otros de su clase que piensan igual que ellos. Por lo que respecta a Francia, los franceses ciertamente no los echarán de menos.
El atentado en contra de Charlie Hebdo es un atentado directo en contra de la libertad de expresión y la libertad de prensa del mundo entero. Ya se sabe que los musulmanes ejercen una represión total y absoluta en los países en los cuales se ha establecido el Islam como teocracia. Pero no están satisfechos con ejercer una censura brutal en los países que controlan reforzada con latigazos, lapidaciones y penas de muerte. Desde sus islotes de locura, quieren también ejercer una censura sobre el resto del mundo, quieren que el resto del mundo se pliegue a sus caprichos, costumbres y creencias. Si por ellos fuera, el Islam debería dominar al mundo entero, y en realidad tal es su objetivo, llevar a cabo una dominación mundial, y esa dominación empieza por restringir la libertad de prensa y la libertad de expresión que se practica fuera de los países subyugados por el Islam.
¿Estaría mejor el mundo si fuese dominado y controlado por musulmanes, tal y como lo quería Mahoma? Basta ver el hecho de que una gran parte de los atentados terroristas que se están cometiendo en países como Iraq, Pakistán y Siria son atentados cometidos por musulmanes en contra de musulmanes. Se trata de una barbarie cruel y despiadada en donde muchas de las víctimas son mujeres y niños. Los mayores causantes de muerte y destrucción en los países musulmanes son los mismos musulmanes. Si el globo terráqueo cayera en manos de musulmanes, estaría encaminado a su propia auto-destrucción, a su propio Apocalipsis.
Es por ello que no se puede permitir que la locura del extremismo musulmán se desborde de sus fronteras ni se les puede permitir que traten de reprimir la libertad de prensa y la libertad de expresión en otros países que aún no han caído bajo el terrible yugo musulmán. La defensa de la libertad de prensa y la libertad de expresión es la primera línea de defensa en contra de estos demonios, y es por ello que el atentado en contra de Charlie Hebdo fue un atentado en contra de todos los que creemos en la libertad de prensa y la libertad de expresión. Y es por ello que, desde esta bitácora, su autor se une decididamente al clamor mundial que hoy dice:
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