Honduras, proverbial país expulsor de millones de pobres, cuna de las grandes caravanas migrantes, recientemente está pagando muy caro haber mantenido una indiferencia casi criminal a sus incontenibles éxodos. Algunos cuantos de los que alcanzaron a llegar hasta Estados Unidos logrando meterse sin mayores problemas les están siendo regresados a Honduras pero como portadores de una enfermedad que no tenían cuando abandonaron el terruño patrio, una enfermedad mortal que contrajeron en USA sin cura para la cual ni siquiera existe vacuna alguna, muy contagiosa y con el potencial de hundir y destruir no solo lo que queda de Honduras sino también las economías de sus vecinos inmediatos como Guatemala y El Salvador. Esta historia parece que está llegando a su tétrico final, y en esto no tiene que ver ningún financiero acaudalado como George Soros.
Desde hace ya mucho tiempo, en Honduras se tenía la subcultura de ver y usar a los Estados Unidos de Norteamérica no solo como una válvula de escape para huír de la miseria ancestral en la que siempre se ha debatido dicho país, sino de ver con indiferencia e inclusive alentar las grandes caravanas de miles de migrantes hacia los Estados Unidos (calificadas por sociólogos norteamericanos no como un fenómeno migratorio pasajero sino como una invasión):
que se reunían en San Pedro Sul para partir hacia el Norte ilusionados todos los migrantes con el espejismo del dólar, el sueño americano, una especie de "graduación" al estar miles en edad de marcharse de Honduras siguiendo el "canto de las sirenas" atraídos por amorales traficantes de indocumentados y "coyotes" que obtienen sus ingresos de las esperanzas falsas que les nutren a estos miles de ilusos e ignorantes:
Con su proverbial indiferencia, los gobiernos de Honduras uno tras otro toleraron e inclusive hasta parecían fomentar el éxodo de cientos, y más recientemente (fines de 2019), de miles de migrantes hondureños en gigantescas caravanas migratorias, como una especie de remedio a la explosión demográfica completamente fuera de control en Honduras y la creciente miseria del país. Pero, además de que en 2018 ascendió a la presidencia de EE.UU. un racista llamado Donald Trump opuesto por completo a la inmigración ilegal, en 2020 ocurrió algo completamente inesperado con lo cual Honduras terminaría recibiendo un duro castigo de la vida: la aparición de un nuevo y mortífero virus, altamente contagioso, el coronavirus COVID-19.
Honduras no tenía un solo enfermo de COVID-19. Este virus no nació en Honduras, solo podía llegar mediante una importación del exterior con alguien infectado. Y así fue como empezaron los problemas para Honduras.
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La epidemia de COVID en Honduras necesariamente tuvo que haber empezado con una sola persona infectada, el paciente cero de Honduras, un enfermo que estando ya contagiado con dicho mal ingresó, o mejor dicho, regresó a Honduras desde los Estados Unidos y empezó a contagiar a todos sus congéneres desde los más pobres hasta al mismo Presidente y su esposa. Y en esta ocasión el "castigo" no solo pegó duro a las clases sociales más desprotegidas del país, cuna de los miles de migrantes hondureños que son expulsados cada año, sino que también le llegó inclusive hasta al presidente de Honduras que terminó sucumbiendo víctima de una enfermedad seguramente traída por un hondureño deportado desde uno de los epicentros mundiales de la pandemia: Estados Unidos. Veamos lo que dice al respecto el New York Times:
El presidente de Honduras es hospitalizado debido al coronavirus
Juan Orlando Hernández, quien dijo que también su esposa y dos colaboradores se infectaron, es ahora parte de un reducido grupo de líderes mundiales que contrajeron un virus que ha alcanzado los pasillos del poder en el mundo.
The New York Times
17 de junio de 2020
El presidente de Honduras fue hospitalizado el miércoles por la COVID-19 y está siendo tratado por neumonía, un día después de dar positivo por la enfermedad, dijo un funcionario gubernamental de salud.
El presidente, Juan Orlando Hernández, fue admitido después de que las pruebas de laboratorio y las radiografías revelaron la neumonía, y estaba recibiendo medicamentos por vía intravenosa, dijo el funcionario de salud, Francis Contreras, en un comunicado televisado a los medios de comunicación.
Sin embargo, Contreras trató de tranquilizar al país sobre la condición del presidente. “Su estado general de salud es bueno”, dijo Contreras, y agregó que el equipo médico del presidente había recomendado que lo trataran como paciente hospitalizado en lugar de que se quedase en casa.
El ingreso de Hernández al hospital ocurrió horas después de que anunciara, en un comunicado televisado el martes por la noche, que había dado positivo por el coronavirus, uniéndose a un reducido número de líderes mundiales infectados en la pandemia que ha arrasado el mundo y alcanzado los pasillos del poder de varios gobiernos.
En su declaración televisada del martes por la noche, Hernández dijo que estaba lo suficientemente bien como para seguir trabajando de forma remota y sería examinado para determinar los próximos pasos. Los médicos recomendaron descanso, agregó.
Dijo que comenzó a sentirse mal durante el fin de semana y que su diagnóstico fue confirmado más tarde el martes.
“Me siento con suficiente fuerza y energía para seguir adelante y vencer esta pandemia,” dijo. “Vamos a salir adelante de esta situación. En lo personal, confío en Dios, en los médicos hondureños y en los medicamentos que estamos usando para combatir esta enfermedad”.
Hernández dijo que su esposa y dos de sus colaboradores también se habían infectado. Dijo que su esposa, Ana García, era positiva pero asintomática.
También alentó a los hondureños a continuar siguiendo las medidas de distanciamiento social, algo que él no había podido hacer. “Por mi trabajo no he podido quedarme 100 por ciento en casa”, dijo.
Conforme el virus ha rebotado por el planeta, el continente americano se ha convertido en epicentro del brote. Brasil reporta la mayor cantidad de muertes, detrás de Estados Unidos y países como Perú, Chile y México reportan juntos cientos de miles de casos confirmados.
El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, en una publicación de Twitter, expresó su solidaridad con Hernández y le deseó “pronta recuperación”.
Honduras ha confirmado más de 9000 casos de coronavirus y 322 muertes, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud. El país fue azotado por una epidemia de dengue el año pasado que enfermó a más de 100.000 personas y dejó 180 fallecidos.
El país —que cerró sus fronteras, ordenó un toque de queda absoluto y restringió de manera estricta el movimiento de las personas fuera de casa debido a la pandemia— empezó a reabrir la economía la semana pasada luego de una cuarentena de tres meses. Se perdieron o suspendieron alrededor de medio millón de empleos, según los estimados del sector empresarial.
Hernández se une a un reducido número de líderes mundiales que han dado a conocer que contrajeron la COVID-19.
Apenas empezó la recuperación del infectado presidente de Honduras cuando corrieron las noticias de que todo el sistema de salud de Honduras se estaba colapsando hundiendo a la economía nacional en un escenario mil veces peor al que se hubiera tenido si desde un principio se le hubiera cerrado la salida a las caravanas migrantes que a la postre le fueron devueltos YA CONTAGIADOS DE COVID por USA:
Coronavirus en Honduras: las imágenes que muestran la saturación de hospitales en el país por el covid-19He aquí dos fotografías de los estragos ocasionados por un patógeno extremadamente contagioso y peligroso IMPORTADO DEL EXTERIOR muy posiblemente por un hondureño que no estaba infectado cuando salió de Honduras hacia Estados Unidos:
Marcos González Díaz - Corresponsal de BBC News Mundo en México y Centroamérica
BBC News Mundo
16 de julio de 2020
"Nuestras salas de emergencia tienen capacidad para 35 pacientes, y la semana pasada teníamos entre 90 y 105. Eso ya ni modo, ¿dónde los vamos a meter?".
La doctora Ligia Ramos trabaja apoyando en el Hospital de Especialidades del Instituto Hondureño del Seguro Social (IHSS) de Tegucigalpa durante la epidemia de covid-19 y resume la situación actual del centro en pocas palabras.
"Ya no damos abasto. Estamos colapsados", le dice a BBC Mundo.
La saturación de este y otros hospitales hondureños quedó al descubierto en las últimas semanas gracias a fotos y videos publicados en redes sociales.
En ellas se ven pasillos atiborrados por decenas de personas conectadas a tanques de oxígeno a la espera de poder acceder a una cama. En otros casos, los pacientes aguardan en carpas fuera de los hospitales, sujetos a las inclemencias del tiempo.
El gobierno hondureño procedió a la ampliación de varios hospitales y la inauguración de centros de triaje para pacientes con síntomas leves con los que trata de aliviar la sobrecarga en las principales instalaciones médicas.
Pero, pese al notable aumento de hospitalizaciones, el presidente del país se niega a hablar de un escenario de colapso.
"Nuestro sistema de salud está en serias dificultades, aún no ha llegado al colapso en su totalidad, pero ha pasado en otros países y nos puede pasar en cualquier momento", reconoció Juan Orlando Hernández en cadena nacional el pasado 7 de julio.
Colchonetas por los pasillos
Tras registrarse los primeros brotes de la epidemia en la zona industrial de San Pedro Sula, en el norte del país, el aumento considerable de casos llegó al departamento de Francisco Morazán (donde se encuentra la capital) a mediados de junio.
De hecho, las cifras a nivel nacional se triplicaron en el último mes: de 9.178 positivos y 320 muertes del 15 de junio se pasó este miércoles a 30.036 casos y 825 defunciones, según datos oficiales.
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El precario sistema de salud hondureño no está siendo capaz de absorber esta alta demanda, tal y como denuncian muchos médicos y confirman imágenes en redes sociales en torno a la saturación de algunos centros de atención de covid-19.
Por ejemplo, en varios videos grabados en el hospital del IHSS de Tegucigalpa (uno de los tres más grandes del país) se observan decenas de pacientes tumbados en colchonetas por los pasillos, respirando gracias a tanques de oxígeno.
Trabajadores de este hospital confirmaron a BBC Mundo la veracidad de estas imágenes, en las que muy pocos usuarios cuentan con una camilla y algunos incluso se ven acostados sobre las sillas de las zonas de espera.
En su mensaje de hace unos días, el presidente Hernández pidió diferenciar entre desbordamiento y colapso, algo que asegura no llegó a Honduras porque a los pacientes se les sigue atendiendo.
"No les puedes mandar a sus casas porque podrían morir allí, así que a los pacientes se les interna donde podemos. Tenemos que ver cómo resolvemos, a veces hasta se comparten el oxígeno. Es una situación horrible", responde Ramos.
"Estamos a reventar. Esto no es una curva de casos, es una avalancha", resume el doctor Hugo Fiallos, intensivista de este mismo hospital que tiene sus seis plazas en la UCI permanentemente ocupadas por pacientes.
En carpas bajo la lluvia
Pero el IHSS de la capital hondureña no es el único que superó su capacidad. Médicos del hospital Gabriela Alvarado de Danlí, en la parte oriental del país, también denunciaron tener "colapsadas" sus salas de pacientes de coronavirus.
Otro caso preocupante fue el del Hospital del Sur en Choluteca, donde usuarios denunciaron cómo sus familiares enfermos tenían que esperar en colchones sobre el suelo al aire libre o en carpas improvisadas bajo intensas lluvias y rodeados de lodo.
"Es inhumano, es algo que no podemos tolerar (…). Esa barbaridad de esas carpas en el sur no puede volver a pasar", reconoció el presidente hondureño después de que se hicieran virales las quejas por redes sociales.
Tras numerosas denuncias por la falta de oxígeno para pacientes que tenían que pelearse por él y un supuesto mal manejo de los tanques, el Hospital del Sur fue intervenido el pasado jueves por la Dirección Policial de Investigaciones.
El gobierno anunció entonces la aprobación de unos US$280.000 para su ampliación y la contratación de 150 profesionales para este centro.
Mientras tanto, la situación en los hospitales del norte del país no es mucho mejor pese a que el repunte de casos llegó unos dos meses antes que a la capital,
Según Carlos Umaña, presidente de la asociación de médicos del IHSS en San Pedro Sula, sus 14 plazas de la UCI están colapsadas, las salas de atención a pacientes con covid-19 se encuentran al 90% y este miércoles contabilizó "unas 700 personas" en el centro triaje del hospital.
Los médicos no ocultan su desolación ante este panorama. "Se nos están muriendo pacientes en sus casas, en las carpas, en las emergencias esperando ser atendidos. Es muy difícil porque no damos abasto", dice la doctora Ramos.
En todos sus años de trabajo como intensivista, el doctor Fiallos dice que nunca vio una situación como esta.
"En una UCI, uno está acostumbrado a trabajar con la muerte. Pero que se muera uno, y otro, otro… es una cosa espantosa. Créame que algunos compañeros están al borde del llanto", le reconoce a BBC Mundo.
¿Por qué se saturaron los hospitales?
Los médicos consultados creen que una de las razones de este aumento desproporcionado de casos de coronavirus se debe a la falta de una estrategia definida por parte de autoridades para hacer frente a la epidemia, a la que no se dio la importancia que merecía desde el comienzo.
Una de las quejas más habituales es la falta de personal médico, especialmente afectado por un alto número de profesionales que contrajeron el covid-19.
Según cifras del Colegio Médico de Honduras, al menos "el 40% de personal sanitario del país fue contagiado" en la epidemia, apunta Ramos.
También fue cuestionada la llamada "apertura inteligente" de las actividades económicas a principios de junio, cuando la curva de contagios ya comenzaba a despuntar.
"Sabemos que en Honduras mucha gente necesita salir para trabajar y sobrevivir. El problema es cómo se van a cuidar, si no han sido educados para hacerlo", dice Fiallos.
"Así que ves que la gente no mantiene la distancia social, no usa correctamente la mascarilla… es la ignorancia lo que nos está matando".
También en varios centros acusan falta de insumos básicos y carencia de medicamentos.
"Una mañana teníamos diez pacientes que se les había acabado el oxigeno y no había tanques en el hospital, y todos empezaron a desaturar. Fue una corredera. Es difícil ayudar a los pacientes cuando hace falta lo básico", lamenta Ramos, quien asegura que en su planta les dan "una mascarilla para usar toda la semana, y que no está certificada".
Según han denunciado organizaciones de sociedad civil, la sombra de la corrupción en la gestión de esta crisis podría ser una de las supuestas causas detrás de este desabastecimiento de insumos médicos.
Especialmente polémica fue la compra de siete hospitales móviles por parte de la empresa Invest-H, a la que el gobierno autorizó realizar las adquisiciones de bienes y servicios para el país en el marco de la emergencia sanitaria.
Entre múltiples acusaciones de presunta corrupción en la compra, el director de esta firma, Marco Bográn, renunció a su puesto a finales de junio y está siendo investigado por el Ministerio Público.
Finalmente, el gobierno confirmó que los dos primeros hospitales llegaron a Honduras la semana pasada. Sin embargo, y pese a la necesidad actual, se estima que su proceso de salida de aduanas podría llevar semanas ante incongruencias encontradas en sus facturas.
¿Fracasó el "método Catracho"?
En las primeras semanas de la epidemia en Honduras, sus autoridades respaldaron la implementación de Maíz y Catracho, dos protocolos ideados por científicos del país que combinan fármacos y técnicas con los que aseguraron lograr reducir los ingresos y días de hospitalización (¿?).
El doctor Umaña, uno de sus principales defensores, niega que la situación actual suponga que los métodos hayan fracasado.
"El protocolo se sigue usando y ha salvado muchas vidas. Nunca dijimos que esto eliminaba el virus, sino que ayudaba al cuerpo a sostenerse. Pero el gobierno lo agarró como un caballito de batalla y sectores de la población consideraban que era una cura, y no lo es", asegura.
"No ha fallado, pero la población no ha entendido que el distanciamiento social sigue siendo lo más importante", responde a BBC Mundo.
Catracho, el método con el que Honduras asegura que logró reducir los muertos por coronavirus pese a su débil sistema de salud
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Otros médicos en Honduras aseguran que usan solo parte de los citados tratamientos, mientras que en algunos centros más pequeños dicen no tener disponibilidad de varios de los fármacos contemplados en los protocolos.
"Yo, en lo personal, no lo utilizo. Ocasionalmente uso alguno de sus medicamentos, pero no tengo un respaldo científico que me ayude a decidir sobre su uso. Es anecdótico, aunque también la mayoría de tratamientos que se usan ahora en el mundo son anecdóticos…", dice Fiallos.
Preguntados sobre cuál será el futuro de la evolución de la epidemia en Honduras, los médicos se muestran pesimistas, si bien aseguran que es difícil hacer previsiones de acuerdo con la información oficial de las autoridades.
Ramos afirma que "hay un subregistro total porque llevamos semanas sin hacer pruebas PCR en tiempo real, así que los casos que reportan son muchos menos de los que realmente hay" y ello dificulta prever el fin de la curva de contagios.
Umaña también duda de las estadísticas, vista la situación actual en los hospitales. "Lo que preveo es que Honduras pueda tener la más alta tasa de mortalidad de América Latina, desgraciadamente. Nos falta mucho todavía por sufrir en este país".
El doctor Fiallos coincide. "Lo que queda es reforzar el sistema de salud, contar los muertos, y prepararnos para el después".
Quizá para "ablandarle" un poco el corazón al presidente Donald Trump, la cadena mexicana de televisión nacional Televisa elaboró y radió al aire libre la noche del 28 de Julio de 2020 el capítulo C1230 de la serie La Rosa de Guadalupe titulado "Es momento de amor" que intencionalmente dramatiza la situación de los hondureños que forman parte de las caravanas de miles de indocumentados que parten de Honduras, atraviesan Guatemala y México, para llegar a "la tierra prometida", USA el país del dólar:
Este episodio en particular debió ser controversial para los seguidores de la serie La Rosa de Guadalupe de inspiración guadalupana en virtud de que empieza con dos chamaquitos de temprana edad (escolaridad Primaria o primer grado de Secundaria) que se están dando un beso en la boca, lo cual al darse a conocer despierta el deseo de venganza de un pandillero hermano de uno de ellos en contra de uno de los dos enamorados porque el pandillero insultado en su hombría y en su "honor" resulta ser un miembro de la terrible Mara Salvatrucha que se enoja porque su hermano es el otro homosexual de la amorosa "pareja" y se obsesiona por querer matar al "marica" que le corrompió a su hermano. El inicio del episodio con un beso en la boca entre dos chamaquitos homosexuales debió ser motivo de gran controversia y agrias discusiones entre los productores por ser una serie de corte guadalupano, y tal vez hasta hayan tenido que pedir permiso especial o quizá hasta una dispensa eclesiástica para grabarlo ya que la Iglesia Católica siguiendo lo que predica la Biblia siempre ha opuesto una firme y tenaz resistencia en contra de este tipo de relaciones entre personas del mismo sexo (San Pablo en su primera epístola a los Corintios 6 afirma que los "hombres que se acuestan con hombres no heredarán el Reino de los Cielos" (o lo que es lo mismo, no entrarán), y si no se les ofrece salvación pues podemos imaginar el horrible lugar a donde irán a parar y que les está reservado.) De textos bíblicos como estos justifican muchos su homofobia. Y de hecho, el beso "gay" entre los dos chiquillos recibe su castigo cuando la familia completa de uno de los niños tiene que huír de Honduras al enterarse de que un cabecilla de la Mara Salvatrucha ha dictado "orden de muerte" en contra de la familia. Esta motivación para huír de Honduras por culpa de la violencia y no del interés económico les da una salida digna a los migrantes y a la critica de que, si bien hay "unos cuantos" hondureños que huyen de la violencia provocada por la Mara Salvatrucha, la gran mayoría de ellos se unen a las caravanas por razones puramente económicas. Son refugiados económicos, y aunque lleguen hasta México no tienen el menor interés de permanecer en México aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador les haya abierto las puertas de México, porque en México se ganan devaluados PESOS y no DOLARES. Y en este programa televisivo de corte guadalupano lo que menos se quiere es asociar a ninguno de los migrantes hondureños con el "pecado capital" de la codicia, la voracidad por el espejismo del dólar. Les resultó más fácil presentarlos como victimas que huyen de la violencia en Honduras en lugar de cientos de miles de gente codiciosa que se "quiere saltar las trancas" y no está dispuesta a inmigrar LEGALMENTE a Estados Unidos yendo a un consulado norteamericano para iniciar los trámites.
Es muy dudoso que este programa sirva para convencer a Donald Trump de que le abra de par en par las puertas de Estados Unidos a las caravanas migrantes procedentes de Honduras dándoles a todos ellos visas de residencia permanente (green cards) sin necesidad de tener que haber efectuado previamente ningún trámite migratorio ante ningún consulado o embajada de los Estados Unidos, en primer lugar porque Trump no es católico, y mucho menos guadalupano (se identifica como presbiteriano, y los presbiterianos no guardan culto ni respeto alguno a la Virgen de Guadalupe), así que Trump nunca en su vida ha visto uno solo de los episodios de esta serie (los cuales de cualquier modo no entendería por estar los diálogos de la serie en el idioma Español, y el presidente Trump no habla ni entiende el Español.) Pero hay otra razón de peso por la cual las caravanas de migrantes que se originan en Honduras se pueden dar por terminadas. Para llegar hasta la frontera de México con Estados Unidos hay que atravesar primero Guatemala, lo cual anteriormente no había sido obstáculo alguno. Pero a raíz de la aparición de la pandemia del coronavirus COVID-19, sumado al hecho de que en una caravana de, digamos, 10 mil migrantes hondureños, basta con que uno solo de ellos (lo cual no representa más del 0.01% de la caravana) esté infectado de coronavirus COVID-19 para que tras su ingreso a Guatemala se convierta en un transmisor activo del mal infectando a miles de guatemaltecos durante su tránsito por Guatemala, y a raíz de ésto sumado al hecho de que el Departamento de Control de Aduanas e Inmigración de Estados Unidos (ICE) ha estado deportando deliberadamente a Honduras gente enferma contagiada con coronavirus COVID-19 (en Estados Unidos es carísimo internar en hospitales privados a cada enfermo de coronavirus sobre todo a los intubados y le sale mucho más barato al gobierno norteamericano simplemente deportarlos de regreso a su país de origen), Y ANTE EL PELIGRO DE RECIBIR ENFERMOS ASINTOMÁTICOS (sin síntomas evidentes del mal) ENTRANDO EN GUATEMALA DESDE HONDURAS, EL GOBIERNO DE GUATEMALA CERRO SUS FRONTERAS AL LIBRE TRANSITO POR LA LINEA DIVISORIA ENTRE GUATEMALA Y HONDURAS, DESPLEGANDO EFECTIVOS MILITARES PARA CERRARLES EL PASO. Ya las noticias sobre la extensión del coronavirus COVID-19 en Estados Unidos (uno de los epicentros mundiales de la pandemia) habían asustado a cientos de hondureños convenciéndolos de no sumarse a las caravanas migrantes. Pero el cierre militarizado de la frontera entre Honduras y Guatemala volvió imposible ingresar a Guatemala en caravanas migrantes con miles de hondureños. Y hay razones de sobra para sospechar que el gobierno de Guatemala está desplegando a soldados kaibiles con órdenes de tirar a matar a cualquier hondureño que intente ingresar por la fuerza a territorio guatemalteco. ¿Cómo intentar siquiera tratar de ingresar a Guatemala, el paso forzado para llegar hasta México saliendo a pie desde Honduras, bajo estas nuevas condiciones de cierre militarizado de la frontera entre Honduras y Guatemala? Ni modo que el gobierno de Honduras intente llegar a un "arreglo" con el gobierno de Guatemala, y menos cuando el 17 de Junio 2020 el mismo presidente de Honduras tuvo que ser hospitalizado de emergencia por padecer contagio de coronavirus COVID-19. El pretexto usado previamente por los indocumentados hondureños de que "nuestra intención es llegar a Estados Unidos, no nos queremos quedar en Guatemala ni nos vamos a quedar en Guatemala" ya perdió toda su utilidad. ¿Quién en su sano juicio no solo en Guatemala sino en cualquier parte del mundo está dispuesto a abrirle las puertas de su casa a uno desconocido, ya no se diga miles de ellos, que sin mostrar síntoma alguno del mal pueda estar ya infectado por un virus extraordinariamente peligroso y contagioso para el cual no hay cura ni vacuna alguna disponible? Se acabaron los "buenos tiempos" en los cuales los caravaneros migrantes podían ingresar en grandes números sin encontrar mayor resistencia a su paso. Al menos Guatemala ha dejado de ser país de tránsito, por lo menos por lo que resta del año. Y sin el visto bueno de Guatemala, no hay ni habrá caravanas de migrantes a Mexico.