jueves, 16 de agosto de 2007

El Hombre Sabio y el Diablo




Este es un cuento de mi cosecha. Espero que sea del agrado de quienes me honran con su visita a mis bitácoras. Tiene por título "El Hombre Sabio y el Diablo". Invito a cada uno de mis lectores a que saque sus propias conclusiones y sus propias moralejas del cuento.

Érase una vez un hombre tan conocedor de todos los quehaceres que abarcan el saber humano, que inclusive el mismo Diablo, quien gustaba de sostener largas conversaciones con este erudito, las cuales encontraba muy interesantes, le llegó a tomar cierta estima.

Un buen día, el Diablo le dijo:

-Mira, en todos estos años en los que me he tomado tiempo para platicar contigo y escuchar tus puntos de vista, he encontrado tus conversaciones tan amenas y tan ilustrativas, que he llegado a tomarte cierta estima, con todo y que soy el mismo Diablo. Es por ello que, como muestra de mi aprecio, he decidido hacer algo que hago con muy poca frecuencia. Te voy a dar este libro, sin pedirte nada a cambio, y al decir sin pedirte nada a cambio, me estoy refiriendo, naturalmente, a tu alma.

El Diablo le extendió un libro grueso al sabio, el cual estaba sellado a espera de que el receptor de tan inesperado regalo rompiera el sello para ver sus contenidos. Una vez que el Sabio tuvo el libro en sus manos, el Diablo continuó:

-Este libro que te acabo de dar es el libro de tu vida. Contiene todo, absolutamente todo, acerca de tu vida, desde el día en que naciste. No falta detalle alguno. Pero contiene mucho más que todo tu pasado hasta abarcar el presente, incluyendo la conversación que estamos sosteniendo en estos momentos. Contiene también todo tu futuro, contiene todo lo que sucederá de aquí en adelante. Inclusive contiene la fecha exacta en la que estás destinado a morir, y te dirá exactamente cuándo y en qué forma vas a morir. Como ves, no falta nada en el libro. ¿Qué mejor presente se le puede dar a un hombre interesado en saberlo todo, que el conocimiento exacto acerca de su propia vida?

El Sabio echó el libro a su bolso agradeciéndole al Diablo tan inesperado regalo, despidiéndose cortesmente del mismo como era su costumbre.

Pasaron los meses, y después de algún tiempo, el Diablo regresó para visitar al Sabio, ansioso por ver la reacción del Sabio ante todo lo que se le había revelado en dicho libro. Cuán grande no sería la sorpresa del Diablo que, después de verlo y saludarlo, el Sabio sacó el libro de su bolso, intacto, con los sellos del mismo aún puestos en su lugar. ¡El Sabio no había abierto el libro ni siquiera para echarle una ojeada!

Estupefacto, el Diablo le preguntó:

-¿No fue de tu agrado mi regalo?

El Sabio le respondió:

-No lo tomes a mal. Agradezco tu deferencia y el honor que me has concedido al darme este libro por el que muchos otros hombres pelearían duramente con tal de poder poseer el "libro de sus vidas" y conocer su futuro. A lo largo de la historia, millones de hombres y mujeres han consultado a los astros, a las cartas del Tarot, al Oráculo Délfico, a las gitanas expertas en el hoy ya perdido arte de la quiromancia, a la Ouija, a las hojas en la taza de té, a la numerología, los chinos han recurrido al I Ching, en fin, numerosas artes y técnicas con infinidad de videntes, muchos de ellos charlatanes, con tal de saber lo que les depara el destino. Siendo quien eres, el mismo Diablo, no tengo la menor duda de que todo lo que aparece en dicho libro es precisamente lo que me ha sucedido, lo que está sucediendo en estos momentos, y lo que me sucederá de aquí en delante, hasta el día de mi muerte.

-¿Entonces, cuál es tu problema?- le preguntó intrigado el Diablo.

-Mira, si rompo los sellos y me pongo a leer el libro desde el principio hasta el final, y no me cabe la menor duda de que en el libro aparecería inclusive la lectura que estaría haciendo del mismo, eventualmente conoceré todo, inclusive hasta el día de mi muerte. Y a partir de ese momento, a partir del momento funesto en que me entere con toda precisión sobre cuándo y de qué voy a morir, no voy a poder pensar en otra cosa más que eso. No importa si vaya a morir mañana mismo, dentro de un mes, dentro de un año, o dentro de veinte años, porque cada día que transcurra será un día menos que me irá acercando a esa fecha fatal.

-No lo había visto de esa manera.

El Sabio continuó:

-Sin saber lo que me depara el futuro, no me estaré preocupando por la cercanía de esa fecha fatal. Viviré cada día de mi vida con alegría como si fuese el primero, como si acabase de nacer, en vez de vivirlo como si fuese un día menos consumido irrevocablemente bajo una sentencia inapelable. Y en este sentido, mi estimado Diablo, es mejor vivir un solo día con alegría, que vivir mil días en la peor de las angustias.

El Diablo permanecía estupefacto ante las razones del Sabio:

-Además, mi apreciable interlocutor, si leyese el libro de mi vida, sabiendo todo lo que voy a hacer de aquí en delante, la vida se tornaría sumamente monótona y aburrida, no tendría caso alguno vivir una vida así. Desde que nacemos, desde el momento en que fuímos creados, todas nuestras vidas, inclusive la tuya, es un recorrido que está lleno de descubrimientos, de éxitos, de fracasos, es un largo aprendizaje que nos va formando convirtiéndonos en lo que somos. Quítale a la vida ese placer del descubrimiento, ese placer de explorar lo desconocido, quítale los enormes gozos que obtenemos todos cuando nos damos cuenta de algo de lo que no nos habíamos dado cuenta, quítale los fracasos que nos permiten aprender mucho más de nuestros errores que de nuestros aciertos, y no quedaría absolutamente nada, excepto un gran y enorme vacío, inclusive para tí, mi respetable Príncipe de las Tinieblas.

Con una reverencia cortés, el Sabio le devolvió el libro de su vida al Diablo, despidiéndose de él con la amabilidad que le era característica, y continuando así su largo peregrinar por el mundo, su "viaje de descubrimiento", mientras el Diablo se quedaba a solas rascándose la cabeza.

Y hasta la fecha, cuenta la Conseja que el Diablo se sigue rascando la cabeza, todavía meditando y reflexionando sobre lo que le dijo el Sabio.

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