lunes, 15 de octubre de 2012

Curso breve de mecanografía IV

Hemos aprendido ya en las lecciones anteriores la manera en la cual escribimos palabras sin necesidad de tener que ver el teclado. Pero no queremos limitarnos a escribir palabras. Queremos aprender a escribir documentos de texto, empezando por algunos documentos sencillos.

Lo que sigue a continuación es un documento de práctica de escritura al tacto, el cual contiene exactamente 100 palabras. Se recomienda imprimirlo para después irlo leyendo con la vista mientras se va escribiendo el mismo documento a través del teclado pero sin mirar el teclado para nada, midiendo el tiempo que se lleva en escribir todo el documento. En el documento no le daremos prioridad a la ortografía (no nos detendremos para regresar a corregir errores de escritura al tacto, y por el contrario dejaremos esos errores intactos no sólo para que nos guíen en los puntos débiles en nuestra escritura al tacto, habido el hecho de que aprendemos más de nuestros errores que de lo que nos sale bien a la primera vez, sino porque ello nos permitirá contabilizar la cantidad total de errores que estamos cometiendo en la escritura al tacto de un documento), y omitiremos también los acentos, porque la prioridad por ahora no es la ortografía sino acostumbrar a los dedos a reconocer la letra asociada con cada tecla en el teclado. Si lo desea, el lector también puede pedirle ayuda a un familiar o un amigo para que le vaya leyendo el documento mientras se va escribiendo. Lo importante en todo caso es no ver el teclado para nada mientras se está escribiendo. Sin tratar de regresar para corregir errores, el lector medirá el tiempo que le toma escribir todo el documento. Puesto que consta de 100 palabras exactamente, un tiempo de 10 minutos equivale a una velocidad de 10 palabras por minuto, lo cual sería algo muy bueno para un principiante. Si al lector le toma 20 minutos (lo cual equivale a una velocidad de 5 palabras por minuto) escribir todo el documento al tacto y comete 50 errores, no se preocupe el lector por esto. Este documento será de aquí en adelante su documento de referencia para que se pueda dar una idea de su progreso. Conforme pasen los días, el lector volverá a este mismo documento para escribirlo de nuevo al tacto, y descubrirá que lo puede ir escribiendo más rápido cometiendo menos errores. Para darle una idea al lector del progreso al que podría aspirar, una velocidad de 60 palabras por minuto que se considera buena (es la referencia de requerimiento básico mínimo para los mecanógrafos que se dedican a este oficio) equivale a poder escribir una palabra por segundo. Tal vez le parezca al lector algo exagerado, fuera de su alcance. Sin embargo, el lector debe tomar en cuenta de que, al escribir al tacto, estará utilizando todos los dedos de sus manos, mientras que anteriormente solo utilizaba un dedo de cada mano (posiblemente el dedo índice de cada mano). El usar todos los dedos de ambas manos, ya con algo de práctica, permite aspirar a una velocidad de 60 palabras por minuto con la misma naturalidad con la cual se aprende a manejar un carro o a maniobrar una bicicleta. Eventualmente los movimientos se vuelven mecánicos y repetitivos. Y el lector habrá adquirido una habilidad que le servirá por el resto de su vida, sobre todo en estos tiempos del tercer milenio en donde todo se está computarizando y una buena parte de lo que haremos será a través del teclado.

Al final del documento, se le proporcionará al lector una tabla con la cual podrá obtener una estimación de su velocidad de escritura al tacto para varios tiempos en la elaboración del documento. En la tabla se incluyen tiempos con fracciones de minuto, lo cual significa que una fracción de 0.5 minuto equivale a 30 segundos, mientras que una fracción de 0.25 minuto equivale a 15 segundos; del mismo modo 1.1 minuto equivale a 1 minuto con 6 segundos, mientras que 1.2 minuto equivale a un minuto con 12 segundos.

EJERCICIO # 17
Tiempo recomendado de práctica: Repetirlo cuantas veces se requiera

Este es mi primer documento de texto que estoy escribiendo sin ver el teclado, y con un reloj voy a medir el tiempo que me toma escribirlo. Voy a cometer algunos errores de escritura, tal vez muchos, al equivocarme en el uso de las teclas. Pero eso no importa, porque puedo repetir el ejercicio otra vez para empezar a bajar el numero de errores. Todo es cosa de practica. Al principio creo que voy a escribir muy lentamente y mi velocidad de escritura al tacto sera muy baja. Pero cada vez va a ser mayor. El reloj me lo confirmara.

Total de palabras: 100 palabras


La tabla que nos proporciona la velocidad de escritura (medida en palabras por minuto o unidades ppm) para varios tiempos obtenidos en base a un reloj o un cronómetro (abarcando desde 1 minuto hasta 20 minutos) es la siguiente:


Esta lección será suficiente por ahora, porque el lector seguramente ya obtuvo una estimación de su velocidad de escritura que muy seguramente estará debajo de las 60 palabras por minuto, y muy seguramente habrá acumulado varios errores. A estas alturas del juego, bajar la velocidad de escritura para oprimir cada tecla con sumo cuidado pensándolo mucho con la finalidad de no cometer errores resulta contraproducente, porque no es esa la manera con la cual nuestros dedos “aprenderán” a hacer la parte del trabajo que les corresponde desarrollando su propio automatismo en beneficio nuestro.

De cuando en cuando y conforme se vaya acostumbrando a la escritura al tacto, se le recomienda al lector regresar periódicamente a este mismo ejercicio y medirse nuevamente su tiempo con un reloj al escribir el documento al tacto pero sin incurrir en prisas causadas por el ansia de hacerlo lo más rápido posible. El lector irá descubriendo de un modo natural que su velocidad de escritura irá mejorando al mismo tiempo que sus errores de escritura irán disminuyendo

De cualquier modo, cuando cometemos un error en la escritura de alguna palabra o de algún documento de texto, por ejemplo, escribiendo n cuando en realidad queríamos escribir t (esto como consecuencia de no estar viendo ya para nada el teclado), ¿cómo podemos corregirnos a nosotros mismos sin tener que voltear nuestra mirada hacia el teclado? La respuesta obvia es: al tacto. Al cometer un error, si tenemos posicionados nuestros dedos con el dedo índice de la mano izquierda en la tecla f y el dedo índice de la mano derecha en la tecla j, con los demás dedos en el lugar que les corresponde, o sea:


entonces sin ver para nada el teclado y teniendo nuestra vista fija todo el tiempo en el monitor de la computadora dejamos que cada uno de nuestros dedos vaya “tanteando” las teclas a su alrededor hasta que la letra buscada (en este caso, t) aparezca impresa en el monitor de la computadora. Esto nos confirmará que el dedo que debe tocar la tecla “t” aún no se habitúa a reconocer dicha tecla, dándonos una retroalimentación valiosa, la lección de que tenemos que practicar la escritura al tacto con palabras que usen dicha letra t (por ejemplo, toro, tipo, meta, hasta, pito, esto, pato, etc., entre más palabras tanto mejor) hasta que el dedo respectivo (en este caso, el dedo índice de la mano izquierda) se haya acostumbrado a ella.

Aún hay campeonatos para obtener verdaderos campeones en la escritura al tacto, o sea aquellos que sean capaces de poder escribir correctamente sin cometer errores la mayor cantidad de palabras por minuto, y como parte de las pruebas a las que en otros tiempos eran sometidos los concursantes estaba el requerimiento de tener los ojos vendados para no “ver” lo que se estaba imprimiendo en la hoja de papel:



En rigor de verdad, para estos campeones el requerimiento de tener los ojos vendados era completamente superfluo, porque si un mecanógrafo con tan solo unas cincuenta o sesenta horas de práctica comete ya muy pocos errores, estos campeones jamás cometen error alguno al escribir al tacto, y de hecho el vendaje actuaba como una ayuda porque esto les impedía distraerse en caso de que hubiera una mala impresión de una letra en el papel causada por algún defecto mecánico. En el pasado, cuando todos los teclados eran de naturaleza mecánica, el verdadero problema no consistía en equivocarse de tecla, sino en que arriba de cierta velocidad de escritura (ya sea visual o al tacto) las varitas metálicas que imprimían las letras empezaban a toparse unas con otras. Resulta sorprendente que los ingenieros mecánicos de aquellos días pudieran diseñar máquinas de escribir en las cuales el tiempo de respuesta mecánico pudiera estar a la par con la velocidad de escritura de aquellos campeones como Norman Saksvig.

En la manera en la que hemos estado aprendiendo a escribir al tacto usando los procedimientos óptimos desarrollados para ello a lo largo de más de un siglo, extendiéndose la utilidad de estos métodos óptimos de los teclados mecánicos a los teclados electrónicos, en rigor de verdad después de un período relativamente corto de tiempo no hay una razón válida para estar cometiendo muchas equivocaciones, y el estudiante puede tambien empezar a escribir cosas y palabras con los ojos cerrados o con los ojos vendados porque la técnica del gran secreto de los mecanógrafos (de lo cual hablamos en la primera parte de este curso) se presta admirablemente para ello. Y si no lo cree el lector, veamos un ejemplo de ello.

Ponga el lector sus dedos sobre el teclado en cada una de las teclas que le corresponden a cada dedo de la mano (en el renglón central del teclado), y cerrando los ojos, escriba lo siguiente:

la sala

Al abrir sus ojos el lector, esto es precisamente lo que deberá encontrar escrito en la pantalla del monitor de su computadora, si es que tiene todos sus dedos colocados en la posicion correcta, porque sin necesidad de tener que estirar hacia arriba o hacia abajo ninguno de los dedos de las manos todas las teclas que corresponden a las letras de “la sala” estarán a su disposición inmediata con sólo oprimir ligeramente cada tecla, empezando con el dedo anular de la mano derecha (para la letra l) seguido por el dedo meñique de la mano izquierda (para la letra a), seguido por la opresión (con el dedo pulgar derecho) de la tecla para el espacio en blanco, seguido de la opresión con el dedo anular de la mano izquierda (para la letra s), seguido de la opresión con el dedo meñique de la mano izquierda (para la letra a) y así sucesivamente. Después de escribir esto algunas docenas de veces con los ojos cerrados, el lector podría escribirlo sin cometer error alguno aunque se quedase ciego.

Veamos otro ejemplo.

Nuevamente, ponga el lector sus dedos sobre el teclado en cada una de las teclas que le corresponden a cada dedo de la mano (en el renglón central del teclado), y cerrando los ojos, escriba lo siguiente:

el perro

Esto tampoco ofrece problema alguno. Para escribir la primera letra que es la letra e, basta con estirar un poco hacia arriba el dedo medio de la mano izquierda “sintiendo al tacto” la letra e y oprimiendo dicha tecla, manteniendo los demás dedos de ambas manos en su posición central de referencia. Esto se  puede hacer con los ojos vendados o cerrados porque en realidad la letra e es la única tecla con la cual en forma natural se puede escribir con el dedo medio de la mano izquierda dicha letra, y no es posible cometer ninguna equivocación. El lector puede verificar de inmediato por sí mismo que si intenta alcanzar con el dedo medio de la mano ya sea la tecla w o la tecla r sin despegar el dedo anular de la tecla s y sin despegar el dedo índice de la tecla f, entonces tendría que torcer los dedos de su mano izquierda en un malabarismo dactilar propio de un cirquero. Y lo mismo ocurre con la letra o que le toca al dedo anular de la mano derecha.

En principio, con un dispositivo que le proporcione a un ciego una retroalimentación mediante sonidos de la identificación de cada tecla que está siendo oprimida por cada uno de sus dedos, el ciego puede aprender a escribir en un teclado con la misma rapidez con la cual lo puede hacer una persona con el sentido de la vista, porque a fin de cuentas escribir al tacto sin ver el teclado viene siendo lo mismo que escribir con los ojos cerrados o con los ojos vendados. Y de hecho, puesto que el ciego depende de su sentido del tacto en un grado mayor que nosotros, un ciego puede aprender en poco tiempo a escribir en un teclado de computadora con una rapidez mayor que la de cualquiera de nosotros, sin cometer equivocaciones ni errores, lo cual le puede dar a los ciegos una oportunidad de trabajo y empleo permanente cuyos beneficios y prestaciones exceden con creces el tiempo que el ciego haya tenido que invertir en su entrenamiento en el uso del teclado al tacto.

Para finalizar, se agregará como dato de interés que la velocidad máxima en palabras por minuto de escritura al tacto que haya sido registrada fue lograda en 1946 por Stella Pajunas de Chicago, la cual alcanzó la cifra espectacular de 216 palabras por minuto en una máquina de escribir IBM eléctrica. Esta es la fotografía de la bella Stella Pajunas:




Y esta es la fotografía de Stella Pajunas en la cual ella misma nos muestra la postura correcta que ella recomienda para poder alcanzar los resultados logrados por ella:




Ahora debe ser clara la razón del por qué desde la primera lección se enfatizó la importancia del adoptar una postura correcta para poder escribir al tacto. Es lo primero que nos recomiendan los campeones en el arte de la escritura al tacto, y si queremos alcanzar nuestro máximo potencial en esta habilidad más nos vale hacerles caso.

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