sábado, 16 de agosto de 2014

SAT: Promotor de la evasión fiscal




Sin lugar a dudas, la evasión fiscal en México es un fenómeno de grandes proporciones. De acuerdo a el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en su primera Medición de la Economía Informal 2003-2012 dado a conocer en los últimos días del mes de julio de 2014, la economía informal que no que por su propia naturaleza no produce ingresos al fisco por la vía de los impuestos generó el 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país en el 2012 con el 59.8 por ciento de la población ocupada.  Los datos indican que por cada 100 pesos generados en el país, 75 pesos son aportados por el 40 por ciento de los formales, mientras que los 25 pesos restantes los generan el 60 por ciento de ocupados en la informalidad, los típicos evasores de impuestos.

Para el economista Alfonso Arenaza Cortés,  las cifras son preocupantes pues indican que sólo el 40 por ciento de los trabajadores en el país mantiene al Gobierno y la infraestructura social de México. “Es terrible, es mucho peso para muy pocos. Estamos hablando que 1 de cada 4 pesos que se generan en el país vienen del sector informal y que más de la mitad de la población trabajadora sólo genera una cuarta parte del total de pesos que se generan en México”, dijo.  El informe del Inegi arrojó que para el 2012 la medición mostró que 25 por ciento del PIB es informal y se genera por 59.8 por ciento de la población ocupada en ese sector. En tanto que el 75 por ciento del PIB lo genera el sector formal con 40.2 por ciento de la población ocupada. Del 25 por ciento que representó la economía informal en 2012, el 10.8 por ciento corresponde al sector informal, que son los negocios no registrados de los hogares dedicados a la producción de bienes o servicios, detalla el informe.

Los evasores fiscales son muchos y los hay de todos tipos, desde el plomero que atiende llamadas a domicilio y que no se anuncia en ningún medio de comunicación cobrándole siempre a su clientela en efectivo y sin dar recibos, las trabajadoras domésticas y jardineros y choferes particulares que también reciben su pago en efectivo y al no pagar impuestos se quedan con más dinero en sus bolsillos, los vendedores ambulantes que no tienen domicilio fijo y de los cuales se ignora en dónde tienen su residencia permanente, los médicos particulares que tienen su cartera de clientes conocidos recibiéndolos en sus domicilios particulares sin anunciarse ni en las páginas telefónicas amarillas ni en ningún otro medio publicitario, hasta las enfermeras particulares y nanas que tampoco se anuncian en medio alguno. A menos de que alguien los denuncie, y este tipo de denuncias son sumamente raras porque a nadie le conviene que su plomero, su médico particular o su proveedor de repostería para sus fiestas le empiece a cobrar el doble o el triple para compensar por los impuestos que tendría que pagar, la Secretaría de Hacienda no tiene forma de ubicarlos ni de conocer sus ingresos, y el despliegue de un ejército especializado de investigadores y auditores fiscales para detectar a estos evasores y reducir la evasión fiscal a cero a la larga puede resultar incosteable tomando en cuenta lo que se le tendría que erogar para mantener a este ejército de agentes funcionando. Puesto de otro modo, se tendrían que erogar quizá mil pesos por cada peso que se recabaría detectando evasores fiscales; se gastaría mucho más de lo que se recaudaría. Y es por ello que la víctima favorita de la Secretaría de Hacienda y su cachorro consentido el SAT (Servicio de Administración Tributaria) prefieren acosar no a los evasores sino a los contribuyentes cumplidos que están dados de alta ante la Secretaría de Hacienda; a ellos se les hace objeto de aumentos constantes en los impuestos, a ellos se les hace víctimas de una cada vez más enredada y burocrática tramitología, a ellos se les hace objeto de duras auditorías así como multas y requerimientos por motivos que frecuentemente se antojan banales. En contra de ellos se ensaña el sistema.

Para tratar de ampliar el universo de contribuyentes y reducir la evasión fiscal con la finalidad de captar más ingresos por la vía de los impuestos, la Secretaría de Hacienda por décadas y sin punto de reposo ha estado recurriendo a intensas campañas para tratar de convencer a los evasores de impuestos que forman parte de la economía informal para que se den de alta voluntariamente, destacándoles la importancia de que cumplan con su “obligación ciudadana” para el engrandecimiento de México, recurriendo no sólo a llamados al cumplimiento de obligaciones fiscales en forma voluntaria sino inclusive recurriendo a la política del gran garrote con advertencias realizadas para ponerle los pelos de punta a los evasores. En los años ochenta, a través de la prensa, la radio y la televisión, la Secretaría de Hacienda mantuvo una intensa campaña publicitaria con el lema “Cumples, y te encuentras con Lolita; fallas, y te enfrentas a Dolores”, amenazando veladamente a quienes no se habían registrado voluntariamente ante Hacienda como contribuyentes para comenzar a pagar puntualmente sus impuestos.  Tres décadas después, esas campañas intimidatorias no rindieron ningún resultado, visto el hecho de que es informal uno de cada cuatro pesos que se generan y circulan en el país.

Tan han sido un fracaso las campañas de la Secretaría de Hacienda para convencer a los evasores de que se den voluntariamente de alta ante el fisco mexicano con la finalidad de aumentar el universo de contribuyentes y con ello los ingresos a las arcas del gobierno, que en los tiempos del famoso y tan prometido “cambio” pregonado por la derecha cuando Vicente Fox llegó a la presidencia de México en el año 2000 lo que se propuso al poco tiempo para aumentar los ingresos del gobierno no fue el ampliar el universo de contribuyentes sino el de gravar con un nuevo impuesto de IVA (Impuesto al Valor Agregado) los alimentos y las medicinas, lo cual resultó ser una propuesta sumamente impopular sobre todo entre las clases más desprotegidas de México. La insistencia de Vicente Fox en lograr que se le aprobase tan impopular medida (la cual no pasó por la oposición manifestada en el Congreso por el Partido Revolucionario Institucional a tal medida) era, según el mismo Fox, que no había otra forma de aumentar los ingresos al erario mexicano más que la tasación impuestívora de los alimentos y medicinas. Doce años después, en las altas esferas de gobierno que preside Enrique Peña Nieto, se ha creado nuevamente la ilusión de que es posible aumentar las recaudaciones ampliando el universo de contribuyentes cautivos convenciendo a los evasores de que se den de alta voluntariamente, pero en realidad esto es imposible en virtud de que, por causas que serán detalladas más abajo, el mismo SAT en México se ha convertido en el mayor promotor de la evasión fiscal, dando pocas razones para darse de alta como contribuyente cautivo.

Ningún sistema hacendario en ninguna parte del mundo encargado de sacarle a los ciudadanos dinero de sus bolsillos mediante esa tributación al gobierno conocida como impuestos ha gozado de buena fama a lo largo de la historia, y basta ver los relatos de Robin Hood y sus enfrentamientos con el sheriff de Nottingham para apreciar el poco aprecio en el que se tenía al alguacil y recolector de impuestos de Nottingham. De hecho, si nos vamos dos mil años atrás, el mismo Jesús confrontó a Mateo, el recaudador de impuestos:





Mateo, según lo consigna el Nuevo Testamento, reconoció su pecado y se arrepintió de su oficio, y así dejó de ser recolector de impuestos para seguir a Jesús convirtiéndose en San Mateo.

El recolector de impuestos es visto como algo así como el funcionario encargado de recoger a los perros y los gatos callejeros para llevarlos a su muerte; se acepta que sus servicios son necesarios para procurarle ingresos al gobierno en turno, pero no por ello deja de ser aborrecido por muchos que quieren a los animales y tienen mascotas.

En México, el aborrecimiento hacia las autoridades fiscales adquiere una dimensión especial por los enormes dispendios en obras de relumbrón y elefantes blancos en los que se ha malgastado el dinero del pueblo. En otros países como en el caso de los países escandinavos en los que la tasación es elevada, muchos de los contribuyentes pagan sus impuestos de buena gana a sabiendas de que sus dineros serán usados para obras esenciales y para el sostenimiento de servicios gubernamentales que no son superfluos. En esos países no hay sumas multimillonarias que estén siendo desperdiciadas en obras de relumbrón o tan costosas cuyo elevado precio solo puede ser explicado por la corrupción que el alto costo de tales obras conlleva: la tercera parte yendo para el costo de la obra (mano de obra y materiales), otra tercera parte yendo para el soborno del funcionario que otorga el contrato a la empresa privada que realiza la obra a cambio de la suma de dinero que se le hace llegar “bajo el agua” a cambio del favorecimiento, y la otra tercera parte yendo a los bolsillos de los concesionarios de la obra maximizando aún más sus desmedidas ganancias usando materiales de pésima calidad que le darán a la obra una vida útil extremadamente corta.

Además de los despilfarros que se dan con frecuencia en los malgastos del gobierno, están los continuos cambios en las reglas del juego en los que al SAT siempre le han importado un comino los problemas y trastornos que le ocasiona sobre todo a los pequeños contribuyentes, tales como la introducción abrupta y de tajo del requerimiento de los recibos electrónicos, o como la obligación de presentar las declaraciones a través de Internet eliminando de un solo golpe y de tajo la posibilidad de poder presentar las declaraciones por escrito tal y como se hacía antes. Por decreto imperial y sin períodos de gracia la facturación electrónica en México se volvió obligatoria precisamente este año, a partir del 1 de enero de 2014, ocasionando muchas angustias, temores, disgustos y reclamos entre los causantes cautivos (los evasores fiscales no emiten facturación de ningún tipo, ni siquiera impresa, por lo que estos problemas y dolores de cabeza no les atañen a ellos). Y como siempre, la actitud del SAT ante su universo de contribuyentes cautivos fue “es tu obligación mantenerte y estar al día de todos los cambios que hago, y si no puedes hacerlo, ese no es mi problema, es tu problema”, preparando para castigar con su ejército de auditores e inspectores a quienes no obedezcan y cumplan correctamente sin incurrir en equivocación alguna con todas estas nuevas ordenanzas.

En contraste, en países tecnológicamente avanzados como los Estados Unidos, país en donde el grueso de su población está mucho mejor informado que la población de México en donde se calcula de acuerdo a las estadísticas más recientes que hay cerca de 5 millones de analfabetas, aún se utilizan y se llenan a mano las formas 1040, para la declaración anual de impuestos, se le sigue dando la opción a los contribuyentes de presentar sus declaraciones anuales en formato impreso llenadas a mano porque se considera en esos países avanzados que sería injusto y arbitrario como ocurre en otras partes obligar a toda la población a digitalizarse a marchas forzadas remitiendo sus declaraciones exclusivamente por Internet.

En México, los cambios fiscales se aplican a rajatabla con la mentalidad de que “es tu obligación mantenerte y estar al día de todos los cambios que hago, y si no puedes hacerlo, ese no es mi problema, es tu problema”. Estamos hablando de cambios profundos y substanciales sin “períodos de gracia” o aprendizaje, que impactan severamente a muchos contribuyentes “viejitos” que por décadas estuvieron llenando a mano sus declaraciones anuales y los cuales ni usan computadoras ni están familiarizados con Internet. Estos cambios abruptos han obligado a muchos contribuyentes cautivos a procurar los servicios de contadores públicos que les van a cobrar bastante por sus servicios, y aún así muchos de estos contadores batallan para familiarizarse y estar al día con los constantes cambios que las autoridades hacendarias hacen arbitrariamente sin que haya en el gobierno quien trate de anticipar los impactos de tales ajustes y reajustes. Las raras ocasiones en las que los altos funcionarios de las autoridades hacendarias han tratado de justificar este tipo de arbitrariedades lo han hecho dando la justificación de que se trata de cambios introducidos no por el fisco mexicano sino por el Congreso de México. Sin embargo, es un hecho de que la gran mayoría de tales cambios de hecho han sido cambios propuestos al Congreso por las mismas autoridades hacendarias, por el mismo SAT, frecuentemente a través del Ejecutivo, y los diputados y senadores simplemente le ponen el sello de aprobación a cosas que escapan de su comprensión y entendimiento por carecer de estudios y conocimientos sobre muchas cosas que tienen que ver con el manejo de la economía nacional.

Encima de todo, está la mala fama de la autoridad hacendaria lograda a lo largo de varias décadas como una entidad implacable, despiadada, arbitraria y abusiva en grado extremo, de modo tal que en México cuando se habla del terrorismo fiscal cualquiera sabe perfectamente de lo que se está hablando. La palabra terrorismo fiscal es muy propia (y hasta exclusiva) de México, y el SAT ha sido acusado de mil maneras acusado de mil maneras por miles y miles de afectados de llevar a cabo prácticas que le hacen merecer tal calificativo. Se pueden encontrar en Internet miles y miles de denuncias en contra del SAT por tales prácticas. Las historias de horror se cuentan por miles, sin que haya defensa ni protección alguna en contra de los abusos cometidos. (En los paraísos de ficción en los que viven los legisladores en México, que también son paraísos fiscales, no existe terrorismo fiscal alguno en México y por lo tanto no hay nada que corregir ni que enmendar en las leyes.)




La tenacidad y dureza extrema con la que actúa el sistema de vigilancia y recaudación de impuestos en México ha llegado a tales extremos que ni siquiera en el resto de los países del continente Americano ocurre lo que está ocurriendo: el hostigamiento de las iglesias y religiones de todo tipo. Esto se puede comprobar con solo leer una nota elaborada por Gonzalo Soto y publicada por REFORMA el 10 de agosto de 2014 que bajo el encabezado “Tendrán iglesias que comprobar ingresos y gastos vía digital”, en la cual se lee: “ Ni las Iglesias se salvarán de que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) les ponga lupa.  Por ello, las asociaciones religiosas tendrán que modernizar su contabilidad e informar al SAT de sus ingresos de manera digital. A partir del 1 de septiembre, deberán llevar de manera electrónica su registro analítico de operaciones de ingresos y egresos junto con la documentación comprobatoria correspondiente. De acuerdo con la Resolución Miscelánea Fiscal para 2014, también deberán expedir comprobantes fiscales simplificados electrónicos, como ocurre con el resto de los contribuyentes del país. Anteriormente sólo tenían que llevar contabilidad manual por si el SAT se lo requería. Según Microsip, desarrollador de soluciones tecnológicas, este nuevo comprobante fiscal puede ser una factura global diaria, semanal o mensual por todos los ingresos donde el donador no es identificable. Esto aplicaría a las ofrendas, diezmos, primicias y donativos que reciban en las celebraciones de culto público o que sean depositadas en alcancías o canastillas. A partir del 15 de febrero de 2015, estas asociaciones deberán presentar su Declaración Informativa Múltiple (DIM), que incluye sueldos de sus trabajadores, así como nombre, RFC y monto de los donativos otorgados. Aristóteles Núñez, jefe del SAT, afirmó que todos los contribuyentes del país tienen que entrar al esquema digital. Efrén Velázquez, líder de la Iglesia Anglicana de México y director ejecutivo del Consejo Interreligioso de México, expuso que hace falta información sobre el cambio. Para Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México, las nuevas obligaciones serán difíciles de cumplir, pues están alejadas de la realidad que viven muchas iglesias en México. “Nos parecen cambios insensibles, fuera de lugar, y pensamos que no es posible que se nos quiera dar trato como de empresas cuando las asociaciones religiosas tienen una naturaleza distinta. En tanto, Andrés Hernández, obispo de la Iglesia Metodista de México, indicó que su organización ya se está capacitando. ”

Este tipo de cosas no habían ocurrido jamás en México ni siquiera durante los tiempos de la persecusión religiosa que se llevó a cabo de 1926 a 1929.

Una nota posterior a la anterior elaborada por Antonio Baranda, titulada “Ponen ‘grito en el cielo’ vs reporte digital de limosnas” y publicada al siguiente día también por REFORMA, dice lo siguiente: “En el país hay miles de iglesias de todos los cultos que no están en condiciones de cumplir, en este momento, con las nuevas disposiciones del SAT en materia de fiscalización de ingresos, señaló ayer Arturo Farela Gutiérrez. Esto se debe, explicó el presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice), a que carecen no sólo de las herramientas e infraestructura necesarias, sino también del conocimiento jurídico-fiscal necesario. “Hay miles que todavía están pendientes por cumplir con las disposiciones legales. Son miles de iglesias que carecen de la infraestructura y del conocimiento; esto lleva a que haya ministros de culto imposibilitados de cumplir con las obligaciones que marca la ley. “Me atrevo a decir que de las aproximadamente 100 mil iglesias de todas las confesiones religiosas que hay en el país, difícilmente en el 50 por ciento se está cumpliendo”, mencionó el también pastor. A partir del 1 de septiembre deberán llevar de manera electrónica su registro analítico de operaciones de ingresos y egresos, lo cual aplica a ofrendas, diezmos y donativos que reciban en las celebraciones de culto público o que sean depositadas en alcancías o canastillas. “Lo que espero es que no empiece una cacería en contra de las Iglesias que, por ignorancia más que por negligencia, no pueden cumplir con las disposiciones. No somos evasores fiscales, queremos conocer cuáles son nuestras obligaciones y nuestros derechos”, expresó. El presidente de la Confraternice, que aglutina a más de 10 mil iglesias en todo el país, se pronunció por que el Gobierno dé una prórroga para que conozcan primero las disposiciones y luego hagan lo conducente para cumplir con su contenido. “Lo que pedimos es que se nos permita tiempo, un tiempo comprensible, prudente, para que todas las iglesias puedan cumplir; por lo menos se debería dar un plazo de 6 a 8 meses porque el país es muy grande”, planteó. Farela reveló que desde hace meses, la Confraternice realiza talleres en coordinación con autoridades de Hacienda, Gobernación y Función Pública, precisamente para que iglesias cristianas evangélicas y de otras confesiones religiosas, sepan sus nuevas obligaciones. “En estos talleres y las consultas permanentes que nos hacen, encontramos que hay un gran desconocimiento de la ley. No queremos nosotros estar fuera del marco legal, lo que pedimos es que se nos dé tiempo”, subrayó Farela.”

La situación ha llegado a tales extremos que se habla ya seriamente sobre la posibilidad de que el SAT obligue también a los pordioseros y mendicantes en las calles a que elaboren su declaración anual de impuestos de las limosnas que obtienen en las calles, “porque esos también son ingresos que deben ser reportados al fisco y que también deben ser motivo de impuestos”.

La persecusión tanto en contra de los contribuyentes cautivos como en contra de los posibles evasores ha llegado al punto en el que el 4 de junio de 2014 Aristóteles Núñez, jefe del Servicio de Administración Tributaria (SAT), informó que estaban trabajando en un proyecto consistente en agregar al archivo de los contribuyentes, incluso fotografías de su domicilio y hasta su geolocalización por vía satelital con el objeto de “cotejar la información que ofrece el contribuyente con el espacio físico en el que trabaja, evitar evasión de impuestos y unificar la información con los estados” agregando que con “Con la nueva información que se recabará, se aplicarán multas, revocarán Certificados de Sello Digital hasta ejercer acción penal por operaciones inexistentes y en el caso de que el cotejo no coincida, se iniciará una investigación más profunda”. El siguiente paso lógico consistiría en extraerle a los contribuyentes sus datos biométricos y su perfil genético AND y (¿por qué no?) sus huellas dactilares junto con el registro de imagen de las retinas de sus ojos y su tipo de sangre. Para el SAT, no hay nada que pueda estar fuera de su alcance, y si algo no han hecho aún, es porque no se les ha ocurrido.

Por si lo anterior no fuese suficiente para desalentar a los evasores en las invitaciones que se les hacen para darse de alta ante Hacienda para empezar a contribuír con sus impuestos al funcionamiento del gobierno, y por si no fuese suficiente el pesado lastre de ser un causante cautivo en manos de la Secretaría de Hacienda siendo estrangulado y castigado con aumentos constantes en los impuestos además de una tramitología cada vez más burocrática y más complicada, hay otro factor del que sólo hasta hace poco tiempo se ha empezando a tomar nota. En una nota de REFORMA titulada “Apuesta SAT a desánimo para no dar devoluciones: fiscalistas” publicada el 23 de julio de 2014, se detalla que: “El Servicio de Administración Tributaria (SAT) busca que los contribuyentes dejen de reclamar una parte de los impuestos que éstos piden como devolución, una vez que presentan sus cálculos con las facturas correspondientes, coinciden fiscalistas.  Con este objetivo, señalan, sólo autoriza en muchos casos devoluciones parciales y no detalla, tanto a personas físicas como a morales, las razones por las cuales no realiza la entrega completa. Y esta estrategia, explican, provoca desánimo entre los contribuyentes, pues sus reclamos ya no los pueden hacer a través de internet, sino sólo acudiendo directamente a las oficinas del SAT y hasta contratando a profesionales, si es que quieren conseguir algo más.  Datos del propio SAT revelan que en los primeros tres meses del 2014 el monto de las devoluciones de IVA y de ISR disminuyeron por tercer año consecutivo para un periodo similar, en esta ocasión en un 11 por ciento a tasa anual. Hiram Villarreal, fiscalista de CJF Asesores, expone que el SAT no les notifica a los contribuyentes ‘un oficio fundado y motivado’ en el que manifieste las razones por las cuales una devolución sólo fue autorizada parcialmente. Señala que, de acuerdo con el Artículo 22 del Código Fiscal de la Federación, los contribuyentes tendrían que interponer un recurso de revocación o un juicio de nulidad para pelear el recurso no devuelto. ‘Esto significa que no se puede volver a solicitar al SAT la parte no devuelta, sino que se tendría que combatir a través de los medios de defensa fiscal, lo cual implica mayores gastos y tiempo para a recuperación de esas cantidades’, detalla.  Octavio Gaona, fiscalista de Pérez Góngora y Asociados, consideró que sin duda el objetivo del fisco es que el contribuyente deje de reclamar. ‘La política es buscar que los contribuyentes desistan, los más que se puedan, y con esto guardarle recursos al erario’, sostiene. Francisco Saucedo, fiscalista independiente, afirma que acudir a las oficinas locales del SAT para cuestionar porqué se rechaza una solicitud de poco sirve, ya que es la Auditoría Central la que decide. ‘Y regularmente la comunicación entre las administraciones no es muy fluida, por lo que al contribuyente no le queda otra más que presentar una nueva solicitud de devolución, documentando no sólo el saldo pendiente, sino el 100 por ciento del origen del saldo a favor’, agrega.”

En realidad, estamos hablando de un atraco, de un golpe directo a los bolsillos de los contribuyentes honestos en México que están dados de alta ante Hacienda y los cuales han cumplido en todo, pagando sus impuestos puntualmente y elaborando sus declaraciones anuales tal y como lo marca la ley. Si un contribuyente por pago excesivo de impuestos pagó cuatro millones de pesos en impuestos cuando en realidad debería de haber pagado tres millones de acuerdo a los cálculos porcentuales y tasas vigentes al momento de elaborarse una declaración anual, verificado por los mismos contadores que le llevan los libros de contabilidad a ese contribuyente, tal contribuyente tiene todos los motivos del mundo para esperar que el gobierno, actuando en forma igualmente honesta y con imparcialidad, le devuelva oportunamente el millón  de pesos que pagó de más sin tener que hacer ningún otro tipo de trámite. Es lo justo.

Si de acuerdo a los cálculos efectuados en una declaración anual de impuestos, el contribuyente cautivo que está dado de alta ante Hacienda pagó de menos, el fisco mexicano espera que la diferencia sea pagada de inmediato y sin dilaciones al momento de ser presentada la declaración annual. En cambio, cuando la cosa es al revés, muchos contribuyentes terminan descubriendo que han perdido buena parte de su dinero. Cuando hay devoluciones que debería de dar el SAT, una buena parte de tales devoluciones proviene de los gastos deducibles para los cuales es necesario guardar en forma escrupulosa los comprobantes (electrónicos o impresos) de todos los recibos que justifican tales deducibles. Pero cuando sólo se le regresa al contribuyente una ínfima parte de lo que está reclamando que se le devuelva, el tiempo y el trabajo invertidos en estar juntando escrupulosamente los recibos se vuelve tiempo perdido inútilmente.

En otros países como Estados Unidos y Canadá, una vez que se ha llenado la declaración anual de impuestos y que se le ha hecho llegar a las autoridades hacendarias, si hay una devolución ésta ocurre de modo automático sin necesidad de tener que hacer ningún otro trámite y sin que se le escamotee a los contribuyentes un solo centavo. Cada año millones de pequeños contribuyentes (empleados o con un pequeño negocio propio) hasta grandes empresas esperan y obtienen puntualmente las devoluciones a que se hayan hecho merecedores, y en esto hay una honestidad absoluta. No hay tácticas dilatorias ni políticas que busquen que los contribuyentes desistan de reclamar lo que no se les ha devuelto con la finalidad de guardarle recursos al erario, no hay tácticas deshonestas que provoquen desánimo entre los contribuyentes. Como resultado, la evasión fiscal en Estados Unidos es considerablemente menor que en otros países con políticas fiscales francamente deshonestas.

El escamoteo descarado que se está llevando a cabo en contra de los contribuyentes cautivos por parte del SAT carece por completo de justificación, dado que para los gastos que presentan los contribuyentes cautivos como deducibles de impuestos se requiere ya la facturación electrónica, el nuevo instrumento de comprobantes fiscales que llevó a la quiebra a las cientos de impresoras que elaboraban talonarios de comprobantes fiscales autorizados por la Secretaría de Hacienda) con la cual es prácticamente imposible presentar recibos falsos cuya legalidad y origen no puedan ser verificadas casi al instante en las bases de datos suministradas a las autoridades hacendarias por las empresas que expiden tales recibos.




En los libros, en las leyes, hay una Ley Federal de los Derechos del Contribuyente, que en teoría se ve muy bonita, que supuestamente debe impedir que se cometan abusos y atracos en contra de los contribuyentes mexicanos como los históricamente siempre han cometido la Secretaría de Hacienda y su alter ego el SAT en contra de los contribuyentes cautivos. Existe también una Procuraduría de la Defensa del Contribuyente, una dependencia oficial que supuestamente debe velar por los derechos legítimos de los contribuyentes cautivos ante los abusos del poder del gobierno federal en lo que toca a la recolección de impuestos. Muy bonito todo ello; pero solo en teoría. En la práctica, todos estos derechos así como las supuestas defensas de los contribuyentes llevadas a cabo por la Procuraduría General de la Defensa del Contribuyente resultan ser una ficción, por no decir una burla más a la ciudadanía que ya no cree casi en nada de las hermosas promesas de equidad e imparcialidad que le hace esa masa amorfa llamada gobierno y que al igual que los organismos vivientes busca siempre la protección de sus propios privilegios e intereses a costa de los demás, en este caso, de los gobernados.

Un caso típico de los muchos abusos y arbitrariedades cometidos por el SAT es el de la obrera empleada de maquiladora que escuchando los llamados oficiales para llenar y presentar la declaración anual de impuestos hizo tal cosa. Al año siguiente había perdido su empleo, y sus percepciones en todo el año fueron cero, sus hermanos se tuvieron que hacer cargo del sostenimiento de la casa. No habiendo tenido ingresos, no presentó la siguiente declaración anual de impuestos. Pero se le presentó en su casa un tipo con un requerimiento y aplicándole además una multa “por incumplimiento de sus obligaciones fiscales”. Al reclamar tal cosa diciendo que no había tenido ingresos y por lo tanto no había nada que declarar ni impuestos a pagar, se le dijo: “eso no importa, debió de haber presentado su declaración anual en ceros”. Desempleada por varios años, se le sigue obligando a presentar su declaración anual en ceros, so pena de una multa en caso de no hacerlo, pese a que no ha tenido ingresos comprobables en todos esos años ni ha recibido ninguna ayuda del gobierno en todo ese tiempo. Ese fue su premio por una sola ocasión en la que llenó y presentó su declaración anual. Cabe recordar que el fisco mexicano es un ogro que puede enviar a cualquiera a la cárcel en el momento en que así lo desee (un caso entre muchos que se pueden mencionar es el de la madre de la famosa cantante Gloria Trevi, la cual no creía que por incumplimientos fiscales se le pudiera privar a nadie de su libertad en México, hasta que un buen día por órdenes de las autoridades hacendarias amaneció en una celda en la que permaneció por una buena temporada).

En México, quienes son víctimas de tales abusos (y se cuentan por millares) eventualmente terminan platicándole a sus familiares cercanos así como amigos y conocidos los abusos de que fueron objeto por parte del SAT. Y estos familiares, amigos y conocidos toman nota. Y si algunos de ellos son evasores fiscales, difícilmente van a ser convencidos ya sea por las buenas o por las malas de darse de alta ante el fisco mexicano para empezar a pagar impuestos como contribuyentes cautivos. Las historias de horror de quienes han sido victimizados de mil maneras por el SAT terminan siendo conocidas por muchos, y esto neutraliza por completo y pulveriza cualquier campaña de convencimiento diseñada para ampliar voluntariamente el universo de contribuyentes cautivos. Esta propaganda negativa transmitida de boca a boca es muchísimo más perjudicial para los objetivos del fisco mexicano que incluso las arbitrariedades y deshonestidades en las que incurre el SAT con la finalidad de allegarle más ingresos a las arcas gubernamentales. En efecto, el SAT es el mayor promotor de la evasión fiscal en México, nadie mejor que el SAT para crear propaganda negativa que desalienta a muchos y que aniquila casi por completo las posibilidades de que los evasores en México se den de alta voluntariamente y de buena gana ante el fisco.

Muchos mexicanos que están en la informalidad con toda razón se dicen: “¿Y cuál será mi premio por ser causante cumplido? ¿Estar recibiendo multas excesivas por no haber presentado algunas  declaraciones a tiempo?  ¿Tener que estar absorbiendo aumentos constantes de impuestos que se tienen que aceptar con resignación por ser causante cautivo? ¿Y encima de ello resignarme a perder aún más dinero cuando no se me regresa lo que pagué de más? Mejor sigo como estoy, sin participarle ninguno de mis ingresos al gobierno”.

Para quienes viven de sus ingresos obtenidos en la economía informal, los vilipendiados (en la propaganda oficial) evasores de impuestos, darse de alta voluntariamente ante el fisco mexicano es algo así como venderle el alma al Diablo a cambio de nada, es algo así como traspasar las puertas del infierno. Una vez que se ha dado tal paso, ya no hay salida, ya no hay marcha atrás, ya no hay escapatoria excepto la muerte. Una vez que un evasor de impuestos se dá de alta de buena fé atendiendo los llamados hechos por la Secretaría de Hacienda y por el SAT, creyendo ingenuamente en la publicidad oficial masiva reproducida y transmitida en todos los medios de comunicación, se le tiene perfectamente ubicado, se sabe en dónde se le puede localizar, se sabe a cuánto ascienden sus fuentes de ingresos mensuales y anuales, y a través de otras bases de datos de las demás dependencias gubernamentales se sabe todo acerca de quienes se dan de alta. Y los dados siempre están cargados a favor del fisco mexicano, nunca a favor de los contribuyentes cumplidos, como los hechos lo demuestran.

Podemos imaginar fácilmente la siguiente escena típica que se repite en todo México miles de veces, con ligeras variantes:
SAT: ¿Qué quieres?

Contribuyente:Ya llené en tiempo y forma todas las declaraciones que había que llenar, ya cumplí con todos los trámites y todos los requisitos...

SAT: ¿Y?

Contribuyente: Esperaba una devolución de 50 mil pesos en impuestos que pagué de más. Solo se me regresaron cien pesos.

SAT: Conformate con eso y deja de estar dando lata.

Contribuyente: Eso no es justo. Yo cumplí puntualmente con todo lo que se me pidió. Exijo que se me entreguen los 49 mil 900 pesos restantes a los que tengo derecho porque es dinero que me pertenece. Yo cuento con ese dinero para pagar una operación que se le tiene que hacer a mi hijo que está muy enfermo.

SAT: ¡Uuuyyyy! Pues eso sí que no se va a poder. Si quieres el resto, vas a tener que perder mucho tiempo haciendo muchos otros trámites llevando tus reclamos a otras dependencias, y te vamos a poner otras trabas que ni te imaginas siquiera. A ver quién se cansa primero.

Contribuyente: Esto es un robo.

SAT: ¿Te parece? Pues ahorita mismo te mandamos un equipo de implacables auditores fiscales para que te esculquen hasta por debajo de los pies. Ya verás que vas a terminar perdiendo hasta tu casa y tu automóvil.

Contribuyente: Está bien. Me rindo.

SAT: Qué bueno que te hayas dado cuenta de quién manda. De cualquier modo, ahorita mismo te vamos a poner una multa fiscal por 100 mil pesos, para que aprendas tu lección.

Contribuyente: ¡Esto es una arbitrariedad!

SAT: ¡Indejo! ¡A nosotros nadie nos gana!

Contribuyente (en silencio): #*%@#&%@*@#$%^&*...

SAT: ¡El que sigue!
Para atrapar en sus redes a la mayor cantidad posible de informales, el SAT no solo recurre a las tácticas del gran garrote amenazando con la aplicación de onerosas multas fiscales así como varios años de cárcel. También de vez en cuando busca atraer informales haciéndoles alguna bella promesa. Se ventila ya sobre una propuesta de regalarle 4 mil pesos a los negocios que se incorporen a la formalidad. Pero el sistema nunca pierde. Se le pueden dar hoy esos 4 mil pesos a cada comerciante que se incorpore a la formalidad, que al fin y al cabo a la hora de que cada uno de esos comerciantes reclame su devolución de impuestos en vez de darle los 30 mil o los 50 mil pesos a los que tiene derecho se le dá una devolución mucho menor, digamos de unos 10 mil pesos, Y así, en la primera declaración del ahora cautivo contribuyente, el SAT no solo recupera los 4 mil pesos que le había dado para darse de alta voluntariamente, sino que se cobra con creces ese dinero que se puede considerar dinero prestado a muy altos intereses. Que dicho sea de paso, 4 mil pesos no se antojan como un monto por el que valga la pena venderle el alma al Diablo.

Encerrados en su propio mundo, indiferentes ante lo que ocurre en el mundo exterior, la casta dorada conformada por los barones de la Secretaría de Hacienda, los auditores e inspectores del SAT y los integrantes de la policía fiscal no han entendido aún sobre lo que se requiere para que en México cambie la mala imagen que de ellos se tiene. Siguen creyendo ilusamente que el estar angustiando y atornillando a los causantes cautivos con tramitología, requerimientos, multas e inclusive cárcel además de quitarles lo que les pertenece al no devolverles íntegramente lo que les corresponde cuando han cumplido con todas las reglas no tendrá efecto alguno en tratar de convencer a los evasores de impuestos de que se den de alta ante el SAT a sabiendas de que terminarán igual de mal que los causantes cumplidos y cautivos. Si los que viven de la economía informal fueran masoquistas, desde luego que se estarían dando de alta en grandes números ante el SAT para terminar sufriendo igual que los causantes cautivos, sin recibir nada a cambio por su buena fé y honestidad.

Pese a todo, en México sigue siendo posible aumentar el universo de contribuyentes dándose de alta en forma completamente voluntaria ante el SAT. Pero ello no se va a lograr con el SAT de ahora, para ello se requiere urgentemente un nuevo SAT, un SAT completamente diferente al que hoy existe, un SAT que devuelva íntegramente sin escamoteos y en forma puntual las devoluciones a las que sus contribuyentes cautivos tienen derecho, tal y como ocurre en los Estados Unidos y Canadá, un SAT que no recurra a prácticas de terrorismo fiscal que tan mala fama le han dado en el pasado, un SAT que no esté empecinado en estar cambiando a cada rato las reglas del juego dejándole a los contribuyente el problema de estar al tanto en todo momento de los cambios, un SAT que no sea fuente de historias de horror propaladas por los causantes cautivos que son objeto de abusos y tropelías con una mediocre apariencia de legalidad, un SAT que no esté obsesionado en tramitología volviendo los ya de por sí complicados formularios aún más complejos de lo que ya son. No es posible seguirle insistiendo desde un escritorio a un albañil, a un carpintero, a un escultor, a un mariachi, a un payaso de la calle, a un escritor o a un mecánico automotriz, algunos de los cuales posiblemente no terminaron ni siquiera sus estudios de primaria y a duras penas pueden leer y escribir, que estén al día de todos los cambios en las leyes fiscales publicados en el Diario Oficial de la Federación y que documenten cuidadosamente todos sus ingresos con la meticulosidad de un banquero, no se le pueden pedir peras al olmo, ni siquiera recurriendo a amenazas de cárcel o la incautación y el decomiso hasta de los instrumentos de trabajo. Se requiere urgentemente de un cambio de mentalidad, de un cambio de actitud que tome en cuenta que ganarse la confianza es algo que puede tomar no semanas o meses sino varios años o décadas. Mientras esto no ocurra, la informalidad en México se mantendrá en los niveles actuales o inclusive tal vez se agravará. Y quienes seguirán pagando los platos rotos van a ser no los evasores fiscales, sino los causantes cautivos, las víctimas de hoy y siempre sobre quienes tradicionalmente cae la horca.

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