miércoles, 3 de diciembre de 2014
Cuauhtémoc Cárdenas, ¿presidente de México?
Muchos mexicanos, sobre todo los que militan en las filas de la izquierda mexicana, fueron impactados y tomados por sorpresa cuando el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, la figura más prominente de la izquierda mexicana, anunció su salida definitiva del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el principal partido de la izquierda de México, renunciando para siempre con carácter irrevocable a su militancia en el partido que él mismo fundó.
Puesto que Cuauhtémoc Cárdenas no tiene simpatía alguna por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), partido del cual emanó su padre el General Lazaro Cardenas como presidente de México y que hoy gobierna al país tras el regreso triunfal del PRI a la presidencia en el 2012, y mucho menos tiene simpatía alguna por el partido de las derechas de México el Partido Acción Nacional (PAN), al carecer Cuauhtémoc Cárdenas de un partido político mayoritario o minoritario de primer orden que lo lance en una próxima contienda como candidato presidencial parecería que las aspiraciones políticas futuras de Cuauhtémoc Cárdenas han llegado a su fin. Ciertamente, el jamás aceptaría el respaldo del Movimiento de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) fundado por Andrés Manuel López Obrador, no solo dada la rivalidad que hay entre ambos sino el hecho de que López Obrador fundó MORENA no para apoyar las aspiraciones presidenciales de otros sino las suyas propias. Al día siguiente de haber anunciado su renuncia al PRD con carácter de irrevocable, el mismo Cuauhtémoc Cárdenas declaró a los medios que no tenía ninguna intención de afiliarse a partido político alguno. Y sin partido político alguno que lo apoye en una aspiración presidencial futural, parecería que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas redactó su propio epitafio político, aunque confirmó que no planeaba retirarse por completo del panorama nacional.
¿Es éste el fin entonces de la carrera política de Cuauhtémoc Cárdenas?
Tal vez no. Y sorprendentemente, quizá sea todo lo contrario. Solo el tiempo lo dirá.
Desligado de todo partido político, Cuauhtémoc Cárdenas, aún se puede lanzar como candidato independiente. Y puede aprovechar en su propia ventaja la mala posición en la cual se encuentran hoy los partidos políticos ante el pueblo de México. Porque la disyuntiva para las próximas elecciones se antoja como un dilema al cual no hay ninguna otra solución. Esto se resume en la siguiente pregunta:
¿Por quién votar en las elecciones presidenciales de 2018?
¿Por el Partido Acción Nacional, cuyo pésimo desempeño en el poder en dos administraciones consecutivas desde el 2000 hasta el 2012 ocasionó que en 2012 fuera expulsado del poder, quedando no en segundo lugar sino en tercer lugar en las elecciones en las cuales fue echado de la silla presidencial por el pueblo de México que de este modo le cobró al PAN las facturas pendientes por las guerras relativas al narcotráfico que se desencadenaron cuando el panista Felipe Calderón se convirtió en presidente de México, las cuales trajeron como consecuencia decenas de miles de muertos y decenas de miles de desaparecidos?
¿Por el Partido Revolucionario Institucional, el partido de Plutarco Elías Calles, el partido de Gustavo Díaz Ordaz, el partido de Luis Echeverría, el partido de Carlos Salinas de Gortari famoso no solo por haber sido el sexenio de grandes magnicidios sino también por los depósitos multimillonarios en Suiza de su hermano Raúl, el partido de un José López Portillo que jamás fue llamado a cuentas por hundir al país convirtiéndolo en el país más endeudado del planeta Tierra e hipotecando el futuro de varias generaciones?
¿O bien por el Partido de la Revolución Democrática, el mismo partido que le abrió sus puertas a los cárteles entregando los gobiernos de municipios enteros a narco-alcaldes como José Luis Abarca?
¿O por algún partido de lo que se conoce como las chiquilladas, como el Partido Nueva Alianza fundado por la ex-lideresa magisterial Elba Esther Gordillo hoy presa en la cárcel, o por el Partido del Trabajo inspirado en una ideología admiradora de una izquierda autoritaria que hoy se antoja caduca y fuera de tiempo, o por el Partido Verde Ecologista de México, partidos que jamás han estado en los estratos superiores del poder (léase la presidencia de la República) y de los cuáles se ignora qué se puede esperar de ellos si se les dá el poder como en su tiempo el pueblo romano les dió poder absoluto a Calígula y Nerón?
Para el 2018 a muchos les parecería que no hay nadie por quién votar. Las preferencias electorales parecen estar definidas en inclinarse a votar no necesariamente por quien sea considerado el mejor, sino por quien parezca ser el menos peor, en lo que parece haber degenerado en una de las expresiones más banales del ejercicio de la democracia.
Bajo estas condiciones, lanzarse como candidato independiente desligado de todo partido político parece ser no una desventaja sino una enorme ventaja. El ejercicio en el poder de un candidato independiente triunfador estaría determinado no por lo que decida una cúpula partidista sino por lo que en buena medida decida el triunfador independiente basado en sus propias convicciones personales dadas a conocer durante la campaña presidencial.
Cuauhtémoc Cárdenas tiene mucho a su favor (tal vez demasiado, dirían algunos). Es el hijo del hombre que como presidente llevó a cabo la expropiación petrolera ordenando que el petróleo en el subsuelo pasara a ser parte no de intereses particulares sino de la Nación. Y si de algo no se le puede acusar al General Lázaro Cárdenas es de haber incurrido en enriquecimiento ilícito, una acusación de la cual muy pocos políticos se salvan en México y cuya sombra de duda alcanza hasta el actual presidente Enrique Peña Nieto aunque no haya incurrido en tal cosa. El no haberse enriquecido el General Lázaro Cárdenas a manos llenas mientras era presidente de México pone al hijo del General Cárdenas en una posición avasalladoramente más favorable que al hijo del presidente Miguel Alemán Valdés que en su tiempo se convirtió en uno de los ex presidentes más ricos de México y cuyo hijo es hoy también uno de los hombres más ricos de México siendo que su padre cuando ingresó a la política y todavía cuando apenas iniciaba su mandato presidencial no pasaba de ser un hombre de clase media. El contraste entre las fortunas y posesiones de Cuauhtémoc Cárdenas y Miguel Alemán Velasco sería irremediablemente un tema que saldría a relucir en caso de que Miguel Alemán Velasco quisiera lanzarse hoy en pos de la presidencia de México, y de hecho se presume que su enorme fortuna multimillonaria de origen dudoso lograda cuando su padre era presidente fue la razón del por qué el ex-gobernador de Veracruz tuvo que renunciar a la posibilidad de ser lanzado como candidato presidencial, De hecho, ya en una ocasión Miguel Alemán Velasco tuvo que anunciar que no contendería como candidato por la presidencia de México.
Otra cosa que Cuauhtémoc Cárdenas indudablemente tiene a su favor es el haber sido el candidato presidencial de 1988, el candidato a quien muchos mexicanos consideran como el triunfador incuestionable de no haber sido por un presunto fraude electoral ordenado por el presidente Miguel de la Madrid Hurtado para arrebatarle su triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas e imponer como sucesor suyo a Carlos Salinas de Gortari. Como es bien sabido, el sexenio de Carlos Salinas de Gortari no solo fue un sexenio caracterizado por varios magnicidios de proporciones históricas, incluído el de un Cardenal, sino que fue el sexenio que le mintió al pueblo de México haciéndole creer a los mexicanos el cuento de que México no sólo había superado gracias a Salinas de Gortari los descalabros económicos legados por Luis Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid, sino que los mexicanos estaban a un paso corto de ver al país convertido en un país industrializado del primer mundo, compartiendo una silla en el club exclusivo de los del grupo G8. La mentira del milagro económico mexicano construída y sostenida por Salinas de Gortari se vino abajo a los pocos días de que su sucesor Ernesto Zedillo tomó su cargo cometiendo el famoso “error de diciembre” que demostró que la economía de México estaba siendo sostenida por el ilusionista Carlos Salinas de Gortari con alfileres que terminaron cayéndose, causando que el peso se devaluara con respecto al dólar no de tres pesos por dólar a cuatro o cinco pesos por dólar, sino hasta nueve pesos por dólar, con lo cual el peso en cuestión de unos cuantos días quedó a la tercera parte de su valor. La duda terrible que aún subsiste hasta nuestros días es que si Cuauhtémoc Cárdenas hubiera sido presidente de México en lugar de Carlos Salinas de Gortari, es posible que la economía de México no habría tenido la caída brutal que tuvo en 1994 al concluír el sexenio de Salinas de Gortari. Y ciertamente, no es fácil concebir cómo cualquier otro en el poder podría haber dejado peores resultados que los que dejó Carlos Salinas de Gortari. Bajo esta óptica, el “si Cuauhtémoc Cárdenas hubiera sido presidente en lugar de Salinas de Gortari” sería un error histórico que puede ser todavía corregido dándole hoy a Cuauhtémoc Cárdenas la oportunidad que se le negó de poder gobernar a México en lugar de que lo hiciera Carlos Salinas de Gortari.
Además de desligarse de cualquier ligadura directa con los partidos políticos de México y del enorme peso a su favor del apellido que lleva sumado al estigma que marcó las elecciones presidenciales de 1988, otro factor a favor de Cuauhtémoc Cárdenas es que muchos mexicanos que pertenecen a todos los partidos políticos lo consideran de una estatura moral mucho más amplia para gobernar a México que cualquiera de las otras opciones disponibles en la actualidad. A la hora de votar, un adherente al PRD no está obligado a votar por el candidato presidencial del PRD, puede votar en secreto por un candidato independiente como Cuauhtémoc Cárdenas. Del mismo modo, a la hora de votar, un adherente al PRI tampoco está obligado a votar por el candidato presidencial del PRI, también puede votar en secreto por un candidato independiente como Cuauhtémoc Cárdenas. Y lo mismo pueden hacer los adherentes de los demás partidos políticos como el PT, el PANAL, MORENA y el PVEM. Juntando todos estos votos libres emitidos en la confidencialidad de las urnas, esto puede poner a Cuauhtémoc Cárdenas a un “tiro de ballesta” de convertirse en el próximo presidente de México.
Y ni siquiera es necesario que Cuauhtémoc Cárdenas empiece a recabar hoy firmas para poder postularse como candidato independiente. Lo pueden empezar a hacer ya quienes siempre lo han apoyado y simpatizan con él. Al sobrepasar el número de firmas recabadas la cifra mágica de un millón, las cosas empezarían a darse de manera casi automática. Una posibilidad es que algún partido como el Partido de Trabajo, dentro del cual no hay uno solo que le pueda hacer sombra en una contienda presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas, decida darle su respaldo y los votos de sus militantes a Cuauhtemoc Cárdenas en las elecciones presidenciales, a lo cual se le podrían ir sumando otros partidos como Nueva Alianza y el Partido Verde por cuestiones de la más elemental supervivencia política.
El PAN, partido ideológicamente opuesto a Cuauhtémoc Cárdenas, desde luego que no le daría su respaldo. Pero carece de facultades para impedir que sus miembros voten en las urnas por Cuauhtémoc Cárdenas. Del mismo modo, el PRI lanzaría su propio candidato, como ya lo hizo en 1988 con Salinas de Gortari, pero con la sombra de Salinas pesando fuerte en las nuevas elecciones presidenciales, tendría enormes dificultades en convencer a sus propios militantes de no votar por Cuauhtémoc Cárdenas y votar en cambio por el candidato presidencial del PRI. Y en esto Salinas de Gortari, quien insiste en andarse exhibiendo públicamente en vez de resignarse a su retiro a la vida privada, sería el peor pasivo posible para las posibilidades del PRI.
¿Se debe temer, viendo la otra cara de la moneda, que una vez que Cuauhtemoc cárdenas sea instalado en la silla presidencial, termine volviéndose loco como otros que se han sentado en la silla presidencial de México? La respuesta es, desde luego, no. La época en la cual el presidente de México podía quitar y poner gobernadores a su antojo ha terminado, ya no están dadas las condiciones para actos de prepotencia y soberbia como éstos. No puede crear, como lo hizo su padre, un sistema agrario ejidal, el entramado legal y constitucional está demasiado enredado como para que pueda tratar de hacer algo así saliéndose con la suya. Carece de las facultades que antes tenía el General Lázaro Cárdenas para imponer la educación socialista en México. No puede simplemente sentarse en el despacho presidencial de Los Pinos y empezar a firmar listas de buenos deseos suyos sin que primero tengan que pasar por las filas del Congreso, tanto por la Cámara de Diputados como por la Cámara de Senadores, y es el Congreso el que tiene a fin de cuentas el control del presupuesto, pudiendo maniatarlo con el solo hecho de no proporcionarle fondos para que haga algo que no es bien visto por el Congreso. Con todo y que la presencia en el Congreso está demeritada por la presencia de plurinominales que no representan a nadie más que a ellos mismos (supuestamente representan las posturas del partido político que los postuló como plurinominales, aunque a la hora de votar en el Congreso pueden votar como les venga en gana), la masa congresional no está tarada, alcanzan a vislumbrar detalles y cosas con las cuales se les quiere tomar el pelo, ya no es el Congreso de otros tiempos que simplemente se limitaba a aplaudirle al presidente todas sus ocurrencias y a aprobarle todas las iniciativas presidenciales como mero trámite burocrático formal, habiéndose llegado al extremo de que el “Día del presidente”, el día en el que el presidente rendía su informe presidencial ante el Congreso y era interrumpido únicamente por aplausos de aprobación, dejó de serlo. Ni siquiera puede, por cuenta propia, darle marcha atrás a la Reforma Energética mediante un decreto presidencial. Para un acto de esta índole, primero tendría que construír un consenso en el Congreso, y si tal consenso no se dá pues no podrá desbaratar la Reforma Energética lograda por Enrique Peña Nieto. Puesto en términos más llanos, en México la era de los hombres fuertes ha quedado atrás. Se han superado los días en los que el presidente era un Gran Tlatoani con facultades metaconstitucionales que lo elevaban a la categoría de un semi-dios. A esto contribuyeron los abusos y desmanes que estuvieron cometiendo varios presidentes de México del siglo pasado, sus barbaridades prácticamente fueron obligando al sistema a que les fuera acotando el enorme poder del que gozaban. El presidente de México aún sigue disfrutando de muchos privilegios y son muchas las cosas que puede llevar a cabo, estando situado inclusive por encima de la ley al gozar de fuero presidencial que lo vuelve intocable.
El asunto empezaría con varios grupos de ciudadanos empezando a recabar firmas para respaldar la candidatura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como candidato independiente de México. Al principio serían unas cuantas miles de firmas, pero al cobrar fuerza la recolección de firmas y al rebasar una cifra apreciable, digamos unos dos o tres millones de firmas, al presentarle a Cuauhtémoc Cárdenas esta muestra de respaldo popular y pedirle aceptar ser lanzado como candidato independiente, rechazar el apoyo de tantos ciudadanos no sería cosa fácil, y menos cuando en el panorama político mexicano los demás posibles contendientes están desacreditados o desgastados carentes de autoridad moral por tener cola que les pisen (como el ex candidato presidencial del PAN Diego Fernández de Cevallos, o como Humberto Moreira) por haber incurrido en tráficos de influencias, enriquecimientos inexplicables y concertacesiones y pactos non-sanctos que solo beneficiaron a unos cuantos. Una vez postulado como candidato independiente, y presentado como un candidato desligado por completo de la partidocracia, su ascenso hacia la presidencia de México sería prácticamente un hecho consumado.
Queda, desde luego, la incógnita sobre qué tan buen papel desempeñaría Cuauhtémoc Cárdenas en caso de convertirse en presidente de México. La única forma de salir de dudas es poniéndolo a prueba e instalándolo como presidente de México. Es posible que pueda ser un gran presidente, actuando como factor de unificación en una época en la que el país está urgido de liderazgos, Pero también podría resultar una gran decepción, eso no lo podemos saber. De cualquier modo, aunque resultara ser una gran decepción, es difícil verlo desempeñar un papel tan malo como el que han desempeñado algunos presidentes de México del pasado reciente y de los cuales nadie quiere acordarse.
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