lunes, 11 de enero de 2016

Dos policías a los que El Chapo admira

Pese a que fue un operativo de la Marina Armada de Mexico lo que puso a Joaquin Guzmán Loera “El Chapo” a un paso de ser capturado el viernes 8 de octubre del año pasado, el astuto Chapo -que podría haber hecho para sí una vida más honesta como mago escapista- se le pudo escapar a la Marina Armada de México a a traves de una coladera fugándose en dos carros distintos que él y su cómplice tomaron por la fuerza. El Chapo ya iba libre por la carretera sin problema alguno, hasta que el carro en el que viajaba se topó con un retén resguardado únicamente por dos policías federales.

No se conoce el nombre de los dos agentes federales, posiblemente eso nunca se sabrá y sus identidades se mantendrán protegidas por el resto de sus vidas así como las de sus familiares. No se sabe tampoco el lugar exacto en donde los dos federales atraparon al Chapo y a su cómplice, no se sabe el quién ni el cómo, pero las instituciones oficiales mantienen su versión de que tras la detención de los dos prófugos, y al darse cuenta de quiénes se trataba, se les dió instrucciones de que se trasladaran al motel de citas Doux en donde tanto el Chapo como su mano derecha llegaron ya presos, usándose la instalación para resguardarlos mientras llegaban refuerzos.

El periódico Milenio informó que el Chapo intentó sobornar a los policías, prometiendo lo siguiente:

“Si me dejan libre, nunca más tendrán que trabajar”.

Esta promesa era creíble. Después de todo, se trata del jefe de cártel de drogas identificado por la revista Forbes como uno de los hombres más ricos del mundo, con dinero a manos llenas para gastar y distribuír a su antojo.

Antes de toparse con esos dos policías federales, el Chapo siempre le había apostado al viejo cuan cínico refrán de que en México todo mundo tiene su precio, cualquiera puede ser sobornado, cualquiera puede ser corrom;pido, solo es cuestión de llegarle al precio. Esta filosofía es un refrito de una máxima atribuída al General Alvaro Obregón que dice “Ningún general resiste un cañonazo de 50 mil pesos” (estamos hablando de los tiempos revolucionarios en los que 50 mil pesos eran una verdadera fortuna). Y la receta siempre le había producido al Chapo buenos resultados. Como buen negociante, siempre supo “llegarle al precio” a una cauda de políticos y funcionarios que cayeron fascinados ante el embrujo de la frase Poderoso caballero es Don Dinero atribuída a Don Francisco de Quevedo.

Lo único que se interponía entre el Chapo y su libertad eran esos dos policías federales. ¿Quén tanto puede ganar un policía federal, por bien pagado que sea, que se pueda comparar con una oferta como la que estaba haciendo el Chapo? Obsérvese bien lo que les dijo el Chapo: “Si me dejan libre, nunca más tendrán que trabajar” (también los muertos no tienen necesidad de trabajar nunca más, aunque una traición así le habría traído al Chapo una mala fama como una persona en la que no se puede confiar para hacer ese tipo de tratos, y ya no le habría dado resultado una oferta similar de este tipo en situaciones futuras similares al perder toda su credibilidad). Aunque no les ofreció una cantidad explícita a los dos agentes, el Chapo muy bien podría estar hablando de unos 20 millones de dólares o más para cada agente. Esta cantidad ciertamente no está fuera del alcance de uno de los hombres más ricos del planeta. Y el Chapo valúa su libertad por encima de cualquier otra cosa. Fue precisamente con sumas astronómicas de dinero como el Chapo financió la construcción de un túnel profundo hasta el penal de máxima seguridad en Almoloya que es considerado una obra maestra de ingeniería. El Chapo estaba seguro de que esos dos policías federales, con el solo hecho de dejarlo escapar a cambio de ser recompensados de modo tal que no tendrían que trabajar por el resto de sus vidas, sucumbirían ante la tentadora oferta.

Pero ocurrió algo completamente esperado para lo cual no estaba preparado el Chapo. Los dos agentes no se dejaron corromper y no aceptaron el generosísimo soborno.

Seguramente el Chapo quedó por vez primera en su vida realmente estupefacto. Después de haberles prometido a esos dos policías federales con sueldos de policía federal que no tendrían que trabajar por el resto de sus vidas si lo dejaban escapar, el Chapo estaba absolutamente seguro de que los dos policías morderían el cebo, ya que al llevarse a cabo la detención presumiblemente en una carretera federal no había nadie que estuviera viendo lo que sucedía. Sin embargo, los policías le mostraron al Chapo, por vez primera, que no todo en México está corrompido, que no todo está putrefacto, que aún quedan algunos hombres con honor y con sentido del deber, para quienes su lealtad a México les es más valiosa que cualquier otra cosa que les puedan ofrecer a cambio de convertirse en traidores a México.

Todo lo que vino después se le debe a esos dos policías. Las felicitaciones de la DEA, las felicitaciones del Presidente Obama, el regocijo mundial por una detención que ocupó las primeras planas de los periódicos del mundo entero, las felicitaciones en el Congreso de la Unión, las felicitaciones de los partidos políticos, todo, absolutamente todo, ocurrió gracias a que esos dos policías honestos no se dejaron corromper.

El Chapo seguramente admira a esos dos policías más que a ningún otro funcionario o político que haya conocido. Es posible que sus rostros quedarán grabados en la mente del Chapo por el resto de su vida y nunca los olvidará. Al que vende su conciencia al igual que Judas por unas monedas de plata se le recuerda con desprecio y disgusto y hasta se le  trata de olvidar como un desecho vulgar de la sociedad del que no vale la pena acordarse. En cambio, al que es fiel a sus valores, al que es fiel a sus principios, al que pone su vida en riesgo sirviendo a la sociedad, se le recuerda con admiración. Si el Chapo creció hasta convertirse en lo que fué seguramente es porque en su niñez estuvo rodeado de puros malos ejemplos que lo convencieron que todo en su derredor era basura humana y estiércol. Si desde chico hubiera conocido a esos dos policías, tal vez el rumbo que tomó la vida de El Chapo habría sido distinto. Porque esos ejemplos, cuando los vemos con nuestros propios ojos en lugar de perder el tiempo con malas compañías, son los que nos convence del camino correcto a seguir. Y estos dos policías, aunque no sepamos sus nombres, servirán de brújula a los mexicanos de las generaciones futuras mostrando que México aún tiene esperanzas.

El gobierno federal garantizará la seguridad de los dos agentes de la Policía Federal, así como de los integrantes de la Marina, que colaboraron en la reaprehensión de Joaquín El Chapo Guzmán. “Son elementos que arriesgaron la vida y muy probablemente será condecorados por el Presidente, pero a la vez son susceptibles y están en una situación de riesgo, por lo que se proveerán las medidas que sean necesarias para garantizar su seguridad”, han estado repitiendo las autoridades federales.

¿Cuántos policías más habrá en México como esos dos policías federales que dejaron al Chapo con la boca abierta al rechazarle su oferta de darles tanto dinero que no tendrían que trabajar por el resto de sus vidas? ¿Cuántos políticos habrá en México con el mismo sentido de honestidad e integridad que esos dos policías federales? ¿Cuántos jueces, magistrados y ministros del poder judicial habrá que puedan presumir de una honestidad a toda prueba como la de esos dos policías federales?

Yéndonos más lejos, ¿podrían haber resistido unos agentes de la DEA o del FBI una oferta tan tentadora como la que les hizo el Chapo a esos dos policías federales? Tomando en cuenta que dentro de Estados Unidos jamás se ha arrestado a alguien del calibre del Chapo pese a que seguramente debe de haber tales personajes capaces de poder manejar la gigantesca red de distribución de drogas ilegales dentro de toda la Unión Americana, se puede sospechar que en toda la DEA y en todo el FBI el gobierno norteamericano no cuente entre sus filas ni siquiera dos agentes tan honestos como los dos policías mexicanos que le rechazaron al Chapo su casi increíble oferta. ¿Y cuántos oficiales tendrán dentro de las policías de países como Colombia, Perú, Venezuela y Bolivia que puedan presumir que ellos también habrían podido resistir una oferta tentadora como la que recibieron los dos policías mexicanos del Chapo?

Honor a quien honor merece, aunque nunca sepamos de ellos en persona al verse obligados a proteger sus identidades por su seguridad y la de sus familias. E inclusive el mismo Chapo les podría repetir lo mismo, al no haber encontrado en toda su vida a otros agentes y ministeriales y funcionarios tan honestos como estos dos policías que pueden ser calificados como héroes.

¿Algún mexicano, sobre todo entre los jóvenes que hoy se encuentran estudiando en las escuelas primarias y secundarias de México, que inspirados por estos dos policías quieran seguir su ejemplo?

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