viernes, 29 de enero de 2016

La quiebra de PEMEX y el rescate de PEMEX

La quiebra de PEMEX


El petróleo de México siempre ha sido usado en los discursos de los políticos para exacerbar los sentimientos nacionalistas del pueblo con la trilladísima frase “El petróleo es nuestro” (o sea, de todos los mexicanos). Supuestamente el petróleo es un orgullo nacional que sirve como bálsamo para garantizar la prosperidad y la felicidad del pueblo de México.

Sin embargo, los precios internacionales del barril de petróleo han estado cayendo en forma tan drástica y aparatosa en los últimos dos años, que de los más de cien dólares que se podían obtener por la venta de cada barril de petróleo, ya en 2016 los ingresos proporcionados por cada barril de petróleo rondaban cerca de los veinte dólares por barril.

En el mes de septiembre de 2015, la caída de ingresos a México (en dólares) era tan pronunciada, que los ingresos obtenidos con las remesas enviadas a México por los trabajadores mexicanos (legales e indocumentados) trabajando en los Estados Unidos era superior a los ingresos obtenidos del exterior por concepto de las ventas del petróleo mexicano al extranjero.

En enero de 2016, la situación era tal que para finales de 2016 los ingresos obtenidos por el turismo internacional eran ya mayores que los ingresos obtenidos por las ventas del petróleo. Y ya para febrero de 2016, las remesas enviadas por los trabajadores mexicanos en los Estados Unidos superaban en 33% los ingresos obtenidos del petróleo, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos para México.

Los precios del crudo están tan bajos, que se está llegando a la curiosa situación en la cual el contenedor metálico en sí, o sea el barril contenedor, es más caro que el producto que contiene. En efecto, un barril de petróleo contiene 42 galones del combustóleo (equivalente a 158.98 litros). Si vamos a cualquier ferretería a comprar un contenedor metálico (un barril) con capacidad de 42 galones, comprobaremos muy pronto que no existe una sola ferretería en México, ni siquiera en el mundo entero, que nos venda el barril contenedor metálico a 22 dólares (precio promedio actual de 42 galones de petróleo). Hablando en términos llanos, México le está regalando su petróleo a los países que se lo compran a tales precios. Vale y cuesta más el barril contenedor que el petróleo que contiene.

El impacto directo de estar vendiendo el petróleo mexicano al extranjero a precios tan bajos es que la empresa paraestatal PEMEX está operando ya casi con números rojos, está operando con pérdidas. En efecto, para México, el petróleo dejó de ser un negocio. Es un mal negocio al cual hay que estarle metiendo dinero para impedir la quiebra de PEMEX. Que todos los mexicanos paguen por mantener en funcionamiento el “orgullo nacional”.

Como negocio, PEMEX funciona tan mal, que es común estar viendo a cada rato en las noticias los terribles daños ecológicos y de todo tipo ocasionados por las tomas clandestinas de gasolina con las cuales se “ordeñan” miles y miles de litros de combustible cada año que terminan resultando en pérdidas económicas colosales para la empresa que de una manera u otra terminarán siendo pagados por su “propietario”, el pueblo de México. En cambio, en el país vecino, en los Estados Unidos, no se reporta ni una sola toma clandestina, ¡ni una sola!, por la simple y sencilla razón de que en el país vecino el gobierno no está metido en el negocio del petróleo y las gasolinas, está metido en lo suyo que es gobernar. Todo lo que tiene que ver con el petróleo y las gasolinas está en manos de la iniciativa privada, la libre empresa, y los dueños de las empresas que administran estos negocios no van a permitir que se puedan dar las condiciones para que ocurra toma clandestina alguna; los negocios norteamericanos planifican y controlan sus productos tomando todas las precauciones y medidas de seguridad necesarias para que nunca les ocurra lo que ocurre en México. Y es que para los empresarios norteamericanos el petróleo y las gasolinas son un negocio, mientras que para una empresa estatal como PEMEX es simplemente un modo de vida cómodo cuyo propósito fundamental es garantizar los empleos bien remunerados tanto de administradores de integridad cuestionable así como de los muy bien pagados trabajadores del Sindicato de PEMEX que de alguna manera se las han arreglado para sostener sus privilegios manteniendo convencido al pueblo que los “logros” (privilegios) de los trabajadores de PEMEX de alguna manera son también los “logros” de todo el pueblo de México.


El rescate de PEMEX


La situación de PEMEX es tan mala, que se ha llegado ya al extremo grotesco de que para poder mantener a PEMEX a flote, sin declarar a la empresa en quiebra, se está planenando una ayuda gubernamental masiva para subsidiar a PEMEX. Si PEMEX, el orgullo nacional, está operando con pérdidas, entonces la lógica gubernamental indica que hay que inyectarle todo el dinero que sea necesario para permitir que la empresa PEMEX pueda continuar operando. Se trata de mantener a flote un mal negocio que ya desde hace tiempo que dejó de ser un negocio.

El problema es que todo el dinero que el gobierno le meta a PEMEX para que pueda seguir operando es a fin de cuentas dinero que debe ser proporcionado por cada mexicano por la vía de sus impuestos. El gobierno en sí no pierde un solo centavo, son los mexicanos contribuyentes los que pierden, y aquí TODOS pierden y nadie gana. El dinero de los impuestos que debería ser utilizado para mejorar los servicios en los sistemas de salud pública o en el sistema educativo, va a tener que estar siendo desviado para poder mantener a PEMEX a flote.

Efectivamente, el petróleo “es nuestro”. ¿Pero a qué precio? ¿Por qué está obligado cada mexicano a sostener esa vaca sagrada (en alusión a las vacas de la India que son consideradas sagradas y las cuales son intocables en un país en el cual las hambrunas y la miseria son cosa cotidiana) que cada vez deja menos y que ahora empieza a devorar el tesoro nacional en lugar de contribuír a la Nación?

El objetivo principal de cualquier negocio, lo que los administradores anglosajones llaman el bottom line, es obtener una ganancia, obtener más de lo que se invirtió en echarlo a andar. Si no se obtiene ganancia alguna, aunque no se esté perdiendo dinero el mantener abierto el negocio es una pérdida de tiempo. Y si hay que estarle metiendo más dinero al negocio que lo que se está obtienendo en ingresos, entonces es un mal negocio operando con pérdidas y lo mejor es cerrarlo.

Hay quienes están proponiendo una idea novedosa, aunque mencionándola en voz baja por el temor a provocar una reacción iracunda en quienes aún se aferran al dogma del slogan “El petróleo es nuestro” y consideran cualquier cosa que se diga en contra del petróleo “propiedad de todos los mexicanos” como un sacrilegio que debe ser castigado con la pena de muerte.

La idea es bien sencilla: tapar el pozo mientras no haya ganancias que justifiquen mantenerlo abierto.

En esencia, mientras los precios del petróleo estén tan bajos, en vez de seguirle regalando el petróleo “propiedad de todos los mexicanos” a los países extranjeros ricos como Suiza, es mejor clausurar las operaciones de PEMEX –ahorrando con ello los subsidios que de otro modo requiere PEMEX para poder seguir operando y evitar caer en la ruina- y comprarle el petróleo que necesitamos a otros países que estén dispuestos a regalarnos –perdón, vendernos- el petróleo a precios de regalo. Si otros países nos quieren subsidiar regalándonos su petróleo, pues que lo hagan, les compramos su petróleo a precios de regalo. Como el petróleo es un recurso natural no renovable, eventualmente se tienen que ir agotando las reservas de otros países (como Arabia Saudita, Venezuela, Rusia, Irán, etcétera) que nos quieran estar subsidiando. Y al irse agotando las reservas petrolíferas de esos otros países, los precios del petróleo en vez de caer irán aumentando, hasta volver a rebasar el precio de los cien dólares por barril. Una vez que los precios del petróleo se hayan recuperado a un nivel aceptable, a un nivel en el que la empresa PEMEX pueda ser una empresa rentable sin necesidad de tener que estarle inyectando recursos del erario público, pues se vuelve a abrir el pozo, se vuelve a extraer petróleo del subsuelo terrestre y del subsuelo marítimo mexicano para vendérselo a las demás naciones no a precios de regalo, sino a precios elevados, lo cual traería una era de bonanza y prosperidad para todos los mexicanos.

Lo único que puede “aguar la fiesta” en caso de implementarse la idea de “tapar el pozo” y no destaparlo sino hasta que el petróleo se haya recuperado a sus niveles previos es el hecho de que fuentes bien informadas aseguran que nunca más volverá a haber petróleo a 100 dólares por barril. Esto implica que el pozo podría permanecer tapado per secula seculorum (por los siglos de los siglos). De cualquier modo, a estas alturas parece muy tentadora y atractiva la idea de mantener “tapado el pozo” dejando incluso que desaparezca PEMEX por incosteable dejando que los demás países productores de petróleo subsidien a México regalándole –perdón, vendiéndole a precios de regalo- su petróleo a México, máxime que México tiene otras fuentes de ingresos en dólares –como el turismo, las remesas enviadas por los mexicanos que trabajan en el extranjero, la industria maquiladora manufacturera de exportación, la minería, la agricultura, la ganadería, etcétera- que países como Arabia Saudita y Venezuela no tienen.

En ausencia de otras soluciones, queda como última opción entregar PEMEX junto con todos sus activos y recursos a los trabajadores sindicalizados de PEMEX para que sean ellos sus propietarios y lo manejen como su propio negocio, lo cual es posible ya que siendo los trabajadores de PEMEX de nacionalidad mexicana se cumpliría entonces el dogma oficialista de que PEMEX debe seguir siendo propiedad de los mexicanos. Esto haría mucho más eficientes las operaciones de PEMEX ya que al ser propiedad de ellos estaría en su mejor interés administrarlo de la manera más eficiente posible para obtener las mayores ganancias posibles del negocio. Naturalmente, si la empresa una vez en manos de los otrora trabajadores (y ahora empresarios y accionistas) de PEMEX opera con pérdidas, pues al igual que cualquier otro negocio privado en México los propietarios de PEMEX son los que tendrían que absorber las pérdidas de la empresa y pagarlas con dineros salidos de sus propios bolsillos; no con dinero salido de los bolsillos de los demás mexicanos, lo cual a muchos nos daría mucho gusto.

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