domingo, 31 de enero de 2016

Un consejo para tratar males gástricos



Así como hay bacterias “malas”, también hay bacterias “buenas” que pueden convivir con nosotros dentro de nuestro organismo, algunas de las cuales son muy benéficas ya que nos ayudan en los procesos digestivos.

Antibióticos potentes de amplio espectro como el Ciprofloxacino o como el Bactrim usados para tratar infecciones gastrointestinales arrasando con los gérmenes causantes de los males gastrointestinales son un arma de dos filos, y no estamos hablando acerca de las reacciones adversas que puedan ocasionar en ciertas personas que puedan ser alérgicas a cualquiera de dichos antibióticos. Una desventaja de los antibióticos es que arrasan por igual a todas las bacterias, tanto a las que están causando una infección, como aquellas que pese a ser un intruso dentro de nuestro cuerpo son necesarias para que el tracto gastrointestinal pueda cumplir adecuadamente su función. En breve, los antibióticos arrasan por igual a los gérmenes “buenos” como a los gérmenes “malos”. Eliminan los gérmenes malos que ocasionan diarreas intensas, pero nos dejan sin los gérmenes buenos que forman parte de lo que se conoce como la flora intestinal.

Es muy posible que un enfermo que padece de una gastritis intensa se libere de su gastritis ingiriendo un medicamento como Ciprofloxacino en una dosis de 500 miligramos (una cápsula) cada 6 horas durante 6 días, pero si el Ciprofloxacino es lo único que toma el enfermo entonces tras ese período de tiempo se habrá liberado de la infección, pero sus problemas muy posiblemente en su tracto gastrointestinal seguirán porque ya no cuenta con la simbiótica flora intestinal que le estaba ayudando en sus procesos digestivos. Una situación así se maneja no dándole al paciente una mayor cantidad de antibiótico, lo cual es innecesario al haberse eliminado la infección, sino restableciendo la flora intestinal después del tratamiento, o mejor aún, tomando un complemento restaurador de la flora intestinal al mismo tiempo que se ingiere el antibiótico.

De hecho, un buen médico al extender una receta para el tratamiento de una infección severa en el tracto gastrointestinal recetará para tomarse al mismo tiempo junto con el antibiótico la ingesta de algo conocido como los lactobacilos, los cuales son gérmenes “buenos” con los cuales se puede evitar la pérdida casi total de la flora intestinal cuando se está llevando a cabo el tratamiento de la infección con algún antibiótico. La microfotografía puesta arriba al inicio de este documento nos da una idea de la apariencia que tienen esos gérmenes conocidos como lactobacilos.

El problema de la pérdida no-intencional de la flora intestinal puede sobrevenir a causa de un médico “olvidadizo” que únicamente receta el antibiótico pero no receta al mismo tiempo los lactobacilos que se requieren para ir reponiendo la flora intestinal que se va perdiendo con el antibiótico. También puede suceder cuando el enfermo es una persona de recursos económicos limitados y no puede solventar el costo de un tratamiento médico completo. Pero con mayor frecuencia, la causa de la omisión radica en algo que se conoce como la automedicación con la cual un enfermo sin ser médico se receta a sí mismo algo que ya le funcionó a algún amigo o algún familiar. Cuando se habla de los riesgos de la automedicación, éste es uno de ellos.

Un buen uso para los lactibacilos es en el tratamiento de algo que se conoce como el síndrome del intestino irritable, una condición de malestar crónico en el intestino que algunas veces ha durado años. Las causas son variadas pero los síntomas son semejantes en la mayoría de los casos. Y los lactobacilos, al restaurar la flora intestinal, suelen producir una mejoría.

Los lactobacilos, conocidos más formalmente como lactobacillus, al igual que otras formas de vida no son un solo tipo de microorganismo, sino que se pueden encontrar en variantes conocidas como cepas. Muchos laboratorios farmacéuticos manejan sus propias cepas de lactobacilos, y cada cual afirma que su género de lactobacilos es mejor que los lactobacilos de la competencia. Se trata de organismos vivientes con sus propios órganos internos que son conocidos como orgánulos para distinguirlos de los órganos que caracterizan al cuerpo humano como el estómago y el hígado. A continuación se tiene un esquema que nos muestra las partes fundamentales de un lactobacilo que es, a fin de cuentas, un organismo viviente como cualquier otro:




En las boticas y las farmacias se suelen vender lactobacilos “en polvo” que muchas veces y en forma errónea son referidos en la cultura popular como lactobacilos “muertos” por no estar en suspensión dentro de algún líquido. Sin embargo, están tan “muertos” como puedan estarlo las semillas de frijol que si se ponen dentro de un frasco húmedo empiezan a germinar mostrando señales de vida.

Los lactobacilos “en polvo” que se venden en las farmacias se distinguen por sus costos al público que pueden parecer altos. Le puede resultar difícil al cliente entender cómo un sobrecito pequeño que contiene una cantidad casi insignificante de lactobacilos pueda costar cien o inclusive doscientos o trescientos pesos. Por otro lado puede parecer difícil de aceptar que algo que se vende seco y a temperatura ambiente pueda contener algo “vivo” pese a que se trata de algo que una vez ingerido cobra “vida” como si se tratase de una semilla. Por estas razones, los lactobacilos en polvo pueden inspirar menos confianza que los lactobacilos que se venden en suspensión en un líquido que se debe mantener refrigerado, y estos últimos

Una fuente excelente de lactobacilos para ir reponiendo los lactobacilos que se están perdiendo al estar bajo tratamiento de un antibiótico fuerte como el Ciprofloxacino es el Yakult, el cual contiene (aproximadamente) en cada pomito 8 mil millones de la cepa Lactobacillus casei Shirota, lo cual puede parecer una cantidad extraordinariamente grande de lactobacilos en el pomito de Yakult, aunque esta apreciación debe ser moderada al tomar en cuenta el tamaño extraordinariamente pequeño (microscópico) de los lactobacilos. Se recomienda tomar al menos un pomito diario (cada 24 horas) o de preferencia dos pomitos mientras se está tomando el antibiótico, y esto es apenas suficiente para reponer un poco la destrucción de la flora intestinal. Terminado el tratamiento de antibióticos, se debe seguir tomando el Yakult por lo menos un mes después de haberse terminado el tratamiento.

El Yakult comercial tiene frecuentemente la siguiente presentación:




Resulta de lo más irónico que algo que se debería encontrar en farmacias como el Yakult en muchas farmacias no se consigue, no lo venden, los lactobacilos que venden en las farmacias sobre todo en las farmacias pequeñas son generalmente de marca médica. Se obtienen en los supermercados en la sección de lácteos dedicada a productos de yoghurt, lo cual hace que equivocadamente muchas personas confundan a los lactobacilos con alguna especie de yoghurt. Estrictamente hablando, los lactobacilos y el yoghurt son dos cosas diferentes como lo son la carne de res y la carne de pescado, y esto es evidente en el Yakult que es un líquido que viene en un pomo pequeño a diferencia del yoghurt que tiene consistencia sólida o semi-sólida.

Además del Yakult ordinario que viene en un pomito con tapita de color rojo, hay para personas que cuidan el consumo de azucar por salud (diabetes, obesidad, etc.) otro Yakult que se vende como Yakult 40 LT y que viene en un pomito con tapita de color azul:




Otra alternativa comercial para obtener lactobacilos en México es el Gastro Protect de Nestlé, el cual contiene Lactobacillus johnsoniiStreptococcus thermophilus. Aunque a cualquiera le puede producir algo de desconfianza ingerir un producto que contenga gérmenes estreptococos de tan mala fama, este es un tipo de estreptococo que resulta ser beneficioso y no perjudicial.

De la misma empresa Nestlé proviene otro tipo de fuente de lactobacilos recomendado para infantes, conocido como el Lactobacilus Protectus. Se vende en pomitos bajo la marca comercial conocida como el Chamyto.

Una diferencia de las fuentes de lactobacilos que se obtienen en los supermercados a los lactobacilos que se obtienen en las farmacias es que los primeros son mucho más económicos.

Los lactobacilos en polvo que se venden en las farmacias tienen la ventaja de que, a diferencia de lactobacilos que se encuentran en suspensión en productos comerciales líquidos como el Gastro Protect de Nestlé -una suspensión líquida hecha a base de leche, la palabra lacto implica que se trata de algo que se encuentra en productos lácteos, o sea de leche- los cuales pueden ocasionar reacciones adversas en personas que padecen de intolerancia a la lactosa, los lactobacilos en polvo no producen reacción adversa alguna precisamente porque no son suministrados junto con un líquido que contenga un derivado de la leche. De cualquier modo, los pomitos de Yakult no contienen mucho líquido lácteo, de manera que antes de recurrir a los lactobacilos en polvo las personas con intolerancia a la lactosa deberían hacer la prueba con Yakult y descubrir por cuenta propia si lo pueden tolerar lo suficientemente bien como para seguir ingiriéndolo.

Entre los lactobacilos en polvo disponibles en las farmacias, uno que se recomienda es el Lacteol Fort, el cual contiene lactobacilos de la cepa Boucardii.


Este producto es promocionado como un antidiarreico biológico indicado en el tratamiento de diarreas banales e infecciosas, bacterianas y/o virales y de diarreas causadas por quimioterapia y/o antibioticoterapia. Y desde luego, como protector y restaurador fisiológico de la flora intestinal. La dosificación consiste en tomar un sobre cada 12 horas durante 4 a 7 días, iniciando la primera toma con dos sobres, recomendándose disolver el contenido del sobre en un poco de agua, jugo, té, leche, fríos o tibios.

En las farmacias también hay lactobacilos en polvo en presentación para niños, como Lactipan. De hecho, hay varias marcas comerciales de lactobacilos en polvo disponibles en dosificación para niños, recomendable para niños que por alguna razón han estado presentando diarreas continuas.

Como no existen dos cuerpos humanos idénticos, y cada organismo tiene sus propias peculiaridades de origen genético, los mismos lactobacilos que producen una mejoría a corto plazo en una persona tal vez no produzcan el mismo resultado en otra persona, en cuyo caso una alternativa es cambiar el tipo de lactobacilo que se está consumiendo. El lactobacilo que contiene el Yakult parece que abarca un espectro amplio de personas muy diversas, y debe ser suficiente en la mayoría de los casos. Si no funciona en cuestión de una o dos semanas, se recomienda cambiar de lactobacilos usando otro producto como el Gastro Protect de Nestlé. Es necesario experimentar un poco hasta encontrar el tipo de lactobacilo que mejor se adapte al organismo de cada uno de nosotros.

En forma abreviada, la recomendación general en lo que tiene que ver con el uso apropiado de los lactobacilos es la siguiente:

(1) Desde el preciso momento en el que se toma el primer antibiótico para tratar una infección del tracto gastrointestinal, hay que empezar a tomar al mismo tiempo una dosis adecuada de lactobacilos, con el fin de que se vaya reponiendo la flora intestinal que estará siendo destruída por el antibiótico.

(2) Una vez que se ha terminado el tratamiento de la infección gastrointestinal con el antibiótico indicado por el médico, se continúa tomando una dosis diaria de lactobacilos (para esto se puede usar el Yakult) por un mes, después de lo cual se puede descontinuar el tratamiento con lactobacilos al considerarse la flora intestinal completamente restaurada.

(3) En caso de una recaída posterior con una nueva infección gastrointestinal, se vuelve a acompañar la ingesta del antibiótico con lactobacilos.

(4) Si se han obtenido resultados muy buenos con la ingesta de lactobacilos, se puede hacer su ingesta algo rutinario sobre todo en el caso en el cual se vuelven a presentar en forma esporádica diarreas.

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