No hay cura para este padecimiento. Sin embargo para aquellos padres de familia temerosos de que sus hijos puedan desarrollar este tipo de alergia que puede ser muy peligrosa e incluso mortal, su mayor ilusión es que pudiera haber algún tipo de “vacuna” para proteger a sus hijos de desarrollar esta condición.
Y de acuerdo a un reporte reciente del King’s College London, en principio parece que sí hay una “vacuna”, la cual consiste en ¡los mismos cacahuates! El truco radica en darles de comer cacahuates (o mejor dicho, un alimento elaborado con polvo de cacahuates o crema de cacahuates destinado a quienes no tienen dentición desarrollada para poder masticar alimentos duros) a los niños en sus primeros meses de vida, cuando son unos bebés golosos y glotones. El Doctor Gideon Lack del King’s College afirmó: “El consumo en lugar de la abstinencia parece ser lo dá protección en contra de la alergia a los cacahuates”.
La idea de darle a un bebé algo que en condición desarrollada como niño o adolescente puede llevar a cualquiera que padezca alergia a los cacahuates a su tumba inclusive en cantidades muy pequeñas quizá parecerá descabellada e inclusive insana. Pero tal parece que esta terapia preventiva puede trabajar.
Los investigadores enrolaron a 640 niños menores del año de edad que estaban situados entre la población propensa a desarrollar alergia a los cacahuates dados sus antecedentes familiares. A la mitad de ellos se les acostumbró a recibir una ración pequeña de cacahuates por lo menos tres veces por semana, mientras que a la otra mitad se le ordenó abstenerse de ingerir cualquier tipo de cacahuate por lo menos hasta cumplir los cinco años de edad.
Para que se pueda desarrollar la inmunidad a la alergia a los cacahuastes, la clave parece ser que se tienen que comenzar a ingerir desde muy temprana edad.
Aunque contraintuitivos, los resultados obtenidos del experimento confirmaron que el evitar por completo la ingesta de cacahuates no era un remedio efectivo para evitar desarrollar una alergia a los cacahuates. De hecho, el 17 por ciento de los infantes que evitaron por completo ingerir cualquier tipo de cacahuate terminaron desarrollando una alergia al cumplir los cinco años de edad. Sin embargo, y esto es lo más importante, únicamente el tres por ciento de los infantes que estuvieron tomando las raciones pequeñas de cacahuates desarrollaron una alergia al cumplir los cinco años de edad.
Los científicos que llevaron a cabo este descubrimiento tomaron los mismos riesgos que Edward Jenner, al cual la gente de su pueblo lo creía loco porque en cierto modo jugando a la ruleta rusa había empezado a probar la vacuna contra la viruela con un niño sano de ocho años llamado James Phipps. De haber fallado el experimento, el niño posiblemente habría terminado marcado de por vida o posiblemente en la tumba. Tómese en cuenta que, contrariamente a la creencia popular de que la Conquista de México se logró mediante el ingenio de Hernán Cortés y sus soldados, la realidad es que sin saberlo los Conquistadores trajeron consigo al continente americano el equivalente de una arma bacteriológica de destrucción masiva: la viruela. El contagio de la viruela a los habitantes del Imperio Azteca diezmó a los aztecas a tal grado que los otrora triunfantes guerreros aztecas quedaron a merced de los Conquistadores españoles. De no haber sido por la peste de viruela que los invasores trajeron consigo, posiblemente los aztecas aún estarían hoy gobernando el territorio mexicano.
El experimento llevado a cabo por Jenner, riesgoso como fué, marcó un hito en la historia de la medicina. Sin el descubrimiento de Jenner, no habría vacunas. Su vacuna fue la primera vacuna en la historia de la humanidad, y la humanidad está en deuda con Jenner que, afortunadamente, en lugar de terminar en el cadalso terminó recordado como uno de los más grandes investigadores médicos que haya habido.
Usando la idea de la vacuna de Jenner, los científicos del King’s College supusieron que habituando a los bebés a ingerir a temprana edad cacahuates les permitiría desarrollar defensas inmunológicas en contra de una posible alergia a los cacahuates. Y todo parece indicar que en efecto así es.
Aún es muy temprano para cantar victoria, porque hay que esperar a que los primeros bebés a los cuales se les ha aplicado el tratamiento vayan creciendo hasta la edad adulta con la finalidad de analizar estadísticamente cuántos de ellos han logrado mantener una inmunidad a la alergia a los cacahuates. El experimento ha dado resultados positivos en la mayoría de los niños que ya tienen los cinco años de edad y que fueron parte del experimento. Los resultados obtenidos hasta ahora son lo suficientemente esperanzadores como para que los padres de familia empiecen a darle de comer a sus hijos cacahuates a muy temprana edad. Con la finalidad de evitar lo que se conoce como un choque anafiláctico, y siempre bajo la observación de un buen pediatra, se le empezarían a dar al bebé cantidades muy pequeñas de cacahuate (estamos hablando de cantidades en el orden de los microgramos), descontinuando de inmediato el tratamiento si hay alguna reacción adversa. Pero si no hay reacción adversa, la terapia de ir construyendo inmunidad requiere ir aumentando las dosis, hasta que se tenga la seguridad de que el bebé pueda ingerir todos los cacahuates que desee (o mejor dicho, la crema de maní que desee, tomando en cuenta la dificultad que tienen los pequeños para masticar cacahuastes sólidos) sin tener ninguna reacción adversa. Y si el tratamiento preventivo da resultado, se le estará dando al bebé un beneficio del que podrá disfrutar por el resto de su vida. Además del placer de poder ingerir cacahuates de todo tipo o de poder tomar pan de sandwich untado con crema de cacahuates.
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