jueves, 11 de febrero de 2016

Y Einstein tenía razón



Hay noticias que marcan un antes y un después. Hoy, 11 de febrero de 2016, pasa a los anales de la Historia como una fecha trascendental. Se trata del día en el cual se hizo la confirmación pública por vez primera de la existencia de las ondas gravitacionales predichas por la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein.

En relación a dicha teoría, ya había publicado previamente un ensayo didáctico (o mejor dicho, un libro) disponible en Internet a través de Blogger titulado precisamente La Teoría de la Relatividad, en el cual mis lectores pueden encontrar los detalles técnicos de índole matemática sobre los cuales descansa la Teoría de la Relatividad (el trabajo fue publicado no solamente en virtud de la susencia de libros en Español sobre el tema, sino por el hecho de que la mayoría de los trabajos disponibles abordan el tema en forma excesivamente sofisticada y formal volviéndolo poco digerible para la mayoría de quienes están interesados en profundizarse en el tema).

Ningún otro hallazgo en décadas -exceptuando quizá el descubrimiento del bosón de Higgs en 2012 al cual se le debe que haya la presencia de “masa” en el Universo- había recibido tanta atención del público como este. Se trataba de la última predicción de Einstein que faltaba por observar de forma directa. Después de semanas de rumores en la comunidad científica sobre el posible hallazgo, en una pequeña sala del National Press Club de Washington D. C. el director del experimento LIGO, David Reitze, se acercó ayer despacio al atril para decir despacio, separando cada palabra y con la parsimonia que precisa la trascendencia histórica: “Hemos detectado ondas gravitacionales. ¡Lo conseguimos!”.

La fecha del anuncio quedará grabada a fuego en los libros de Historia de la ciencia. La existencia de ondas gravitacionales -unas ondulaciones del espacio-tiempo producidas por acontecimientos muy violentos como la explosión de una supernova o la fusión de dos agujeros negros- era la última predicción realizada por Einstein en la Teoría de la Relatividad General que no había sido demostrada de forma directa.

Con el anuncio, queda confirmada de manera definitiva la existencia de los agujeros negros predichos por la Teoría de la Relatividad, ya que para la generación de las débiles ondas gravitacionales que fueron detectadas por el experimento LIGO se requirió de la colisión de dos agujeros negros capaz de generar las ondas gravitacionales que pudieran ser detectadas por LIGO. No existe ningún otro mecanismo ni existe ninguna otra teoría en la física moderna que pueda explicar el resultado obtenido a nivel de laboratorio.  Y queda confirmada de manera definitiva la realidad de las ondas gravitacionales que dejan de ser un tema meramente teórico para convertirse en algo tangible. Esto abre el camino para lo que pudiera llamarse los observatorios astronómicos basados en la detección de las ondas gravitacionales. Se trata de uno de los mayores triunfos de la ciencia moderna, predicho desde hace un siglo por una de las mentes más brillantes que ha dado la humanidad.

Confirmada la Teoría de la Relatividad de Einstein, queda pendiente una tarea durísima por delante: conciliar dicha teoría que explica a la perfección el funcionamiento del macrocosmos, con la Mecánica Cuántica que explica a la perfección el funcionamiento del microcosmos. Y la tarea se antoja durísima porque se trata de conciliar dos teorías con conceptos filosóficos fundamentalmente antagónicos. Se sospecha que debe de existir una teoría fundamental de la cual tanto la Teoría General de la Relatividad como la Mecánica Cuántica puedan ser derivadas de manera independiente de acuerdo a la escala de medición que esté siendo considerada (macrocosmos vs. microcosmos), una Teoría del Todo. Se trata del “Santo Grial” de la física. El mismo Einstein trató de obtenerla, y fracasó. Las mentes más brillantes en el campo de la física-matemática, incluídos talentos como Stephen Hawking, han estado tratando de obtenerla, y hasta el día de hoy no han obtenido nada como lo que se está buscando. Es muy posible que para obtener dicha teoría generalizada será necesario inventar una nueva clase de matemáticas que nunca antes se nos había ocurrido, algo completamente nuevo y revolucionario que pueda tener “dos caras” distintas en una sola. La confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales y con ello la confirmación plena de la Teoría de la Relatividad nos proporciona hoy la confianza de que no se está trabajando al vacío con meras especulaciones, se está pisando sobre terreno sólido que puede ser la plataforma de lanzamiento para posibilidades científicas que a muchos hoy les parecen descabelladas, posibilidades que parecen salidas del campo de la ciencia-ficción, en una época en la cual muchas de las cosas anticipadas por la ciencia-ficción desde hace más de un siglo se están convirtiendo en realidad.

¿Habrá entre los lectores de estas bitácoras algún joven o algún estudioso que, en un momento de inspiración, podrá visualizar el nuevo tipo de matemáticas que se requerirán para poder unificar la Teoría de la Relatividad de Einstein con la Mecánica Cuántica produciendo algo a lo cual ya se le ha dado nombres como geometrodinámica cuántica? Esto solo el tiempo lo dirá.

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