miércoles, 24 de mayo de 2017

Trump, Carrier, y una cuestión de negocios

A finales de noviembre de 2016, cuando después de las elecciones presidenciales ya se sabía quién iba a ser el próximo presidente de Estados Unidos, tras un acuerdo con Donald Trump la empresa Carrier decidió no trasladar sus productos a México como lo tenía planeado, en lo que fue considerado como el primer gran golpe duro de Trump en contra de México, país al que detesta.

Han pasado casi seis meses desde la cancelación del proyecto de inversión de Carrier en México, y el día de hoy apareció en el periódico local una noticia interesante bajo el título “Carrier da un revés a Trump y trae empleo”, en donde de acuerdo a una carta membretada de la empresa Carrier fechada el 19 de mayo pero con sello de recibido del 22 de mayo, dirigida a Jennifer Long, directora del Programa de Trabajadores Desplazados de Indianápolis, Carrier le notifica que el proceso de reajustes iniciará el 20 de julio y concluirá el 22 de diciembre, oficializando el proceso de despidos de 632 trabajadores de su planta de Indianapolis. Estos empleos se empezarán a generar este año en su planta de Santa Catarina, Nuevo León.

En el texto de la carta de Carrier se explica que la medida se debía a la reubicación de la producción de bobinas de ventilador de su planta ubicada en Indianápolis, diciendo que: “Esta acción fue seguida luego de una evaluación de nuestras operaciones de fabricación y tiene la intención de hacer frente a los desafíos que enfrenta el negocio por los rápidos cambios en la industria”.

Los despidos están programados por tres bloques, el primero de los 632, inicia el 20 de julio, con 338; el 1 de octubre salen otros cuatro trabajadores y para el 22 de diciembre tienen programada la salida de 290 personas más. En febrero de 2016, Carrier informó que una planta suya y otra de su división hermana, United Technologies Electronic Controls (UTEC) cerrarían en Indiana y despedirían a 2 mil 100 personas, para traer la producción a Santa Catarina, Nuevo León.

Es muy posible que ante la competencia internacional se dieron cuenta en Carrier de que el mantener sus operaciones en Indianápolis, aún con todas las disminuciones en tasas impositivas ofrecidas por el entonces gobernador Mike Pence -quien por cierto ya no es gobernador de Indiana y no está ya en ninguna posición para darle seguimiento a las promesas que le hizo a Carrier-, traería consigo el cierre de la empresa Carrier por incosteabilidad. Al final de cuentas, los ejecutivos de Carrier pensaron que era mejor mover las operaciones de Carrier a México que cerrar la empresa definitivamente. Trump como presidente norteamericano aún puede cumplir sus amenazas en contra de Carrier imponiendo altas tasas aduaneras a todos los productos que fabrique Carrier y sean exportados a Estados Unidos, pero si esta medida puede provocar la quiebra de la empresa de cualquier modo no estarían peor que manteniendo todas sus operaciones de manufactura en Estados Unidos a sabiendas de que la empresa de cualquier modo terminaría cerrando.

Por otra parte, en Carrier ya se dieron cuenta de que Donald Trump se está tambaleando en su presidencia y podría terminar siendo echado por sus escándalos con el apoyo que recibió de parte de Rusia para poder ganar las elecciones y lo que se supone que le ofreció a los rusos a cambio, y aún si permanece en la presidencia posiblemente quedará tan políticamente lastimado que no habrá muchos Republicanos que se quieran subir a un bote que ya se está hundiendo.

Para Donald Trump, el despido de 632 trabajadores de la planta de Carrier en Indianápolis representa una humillación terrible, porque fue lo primero que anduvo presumiendo como el supuesto gran preservador de empleos de la clase trabajadora cuando Carrier dijo en noviembre de 2016 que no movería operaciones a México tras varias conversaciones con el presidente electo Donald Trump.

Carrier no es la única planta de Indianápolis que está cerrando sus operaciones de manufactura para moverlas a México. Hace pocos días la empresa Rexnord también confirmó el traslado de sus operaciones a Monterrey, en lo que fue otra bofetada del mundo empresarial norteamericano a Donald Trump.

Sigue vigente la amenaza de Trump de sacar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con lo cual podría imponer tarifas aduaneras a su antojo. Sin embargo, si tal cosa ocurre, se prevén consecuencias económicas tan devastadoras para la Unión Americana que el traslado de operaciones de manufactura de Estados Unidos a México va a ser el menor de los problemas para los norteamericanos ante la desestabilización que puede desencadenar una reacción en cadena que arrastre consigo a la recuperación económica que había sido lograda en los dos períodos como presidente de Barack Obama.

Aunque ignorantes como Trump suponen que el traslado de operaciones de manufactura de EE.UU. va a tener contentos a muchos trabajadores mexicanos, esa es una falsa creencia porque los sueldos y salarios que tales empresas norteamericanas pagan en México son tan ridículos que son considerados sueldos de supervivencia, buenos para no morirse de hambre pero para nada más. Por eso se están moviendo a México, por pura codicia corporativa. Todos es una cuestión de negocios, o como dirían allá, se trata del bottom line o ingresos netos. Trump lo debería de entender, él ha sido un empresario capitalista haciéndose rico a costa de explotar a su propia gente, a sus propios trabajadores. Ojalá y mejor estas empresas se fueran hasta el Africa, pese a que el gobierno federal en México les sigue dando la bienvenida ofertando a los mexicanos como mano de obra semi-esclava.

Y en cuanto a los trabajadores norteamericanos que votaron por Trump creyendo en sus falsos slogans de campaña como Make America Great Again y America First, lo único que se les puede decir ahora es: ¿no que no? Pues ahora, aguántense. Que vayan y le reclamen al bufón que es ahora el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Pero más vale que lo hagan cuanto antes, no sea que el Congreso se les adelante removiendo a Trump de la presidencia primero.

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