sábado, 17 de junio de 2017

Dos propuestas revolucionarias



Están circulando en el entorno político de México dos propuestas verdaderamente revolucionarias que tienen el potencial para hacer mella en la gigantesca corrupción política que ha impedido que México pueda seguir avanzando al ir construyendo su democracia.

La primera propuesta fue presentada por el ya legendario Pedro Kumamoto de Jalisco, un joven que sin contar con amplios recursos económicos y sin contar con el respaldo de ninguno de los partidos políticos establecidos en México, en 2015 se convirtió en el primer candidato independiente en ganar una elección para ocupar un puesto de representación popular en Jalisco, logrando el respaldo de más de 50 000 votos a su favor, más que los que recibió cualquiera de los partidos políticos establecidos que actualmente son subsidiados por el gobierno con dinero salido directamente de los bolsillos del pueblo. Kumamoto recibió del gobierno apenas 18 626 pesos para iniciar su campaña y más de 240 mil pesos por parte de sus simpatizantes a quienes les pidió no donar más de 7000 pesos a su campaña. Con estos magros recursos, y promocionándose principalmente a través de las redes sociales, logró poner en ridículo a todos los partidos políticos financiados con cientos de millones de pesos. Se trata del mismo diputado independiente que se redujo el 70 por ciento de su salario para donárselo a los pobres, algo que jamás ha hecho ninguno de los pupilos de la corrupta partidocracia de México. El resonante triunfo de Pedro Kumamoto envió un claro mensaje a la clase política de que el pueblo de México ya está harto y más que harto de estar subsidiando y sosteniendo a una casta de zánganos y parásitos que amparados bajo las siglas de algún partido parece que se han puesto de acuerdo en destruír a México no sin antes saquear de las arcas públicas todo el dinero que puedan saquear, políticos corruptos como el ex gobernador Javier Duarte que en vez de ver los cargos de elección popular como un verdadero honor mediante el cual el pueblo les ha depositado su confianza solo vieron en el cargo que ostentaron la manera de enriquecerse rápidamente y a manos llenas corrompiéndose hasta la médula de los huesos.

La propuesta de Kumamoto, presentada el jueves 2 de febrero de 2017 ante el Congreso del Estado de Jalisco, una fecha que seguramente será recordada como histórica y trascendental por muchos historiadores, es bien sencilla, y ya está ocasionando reverberaciones entre la clase política establecida que está empezando a ver al pueblo de México no como aquellos a quienes dice representar sino como un verdadero enemigo en contra de quien hay que luchar saboteando cualquier propuesta de avance en aras de conservar sus privilegios, al igual que como ocurre en cualquier dictadura. Se puede afirmar que en estos momentos la partidocracia de México está convertida en toda una dictadura en la cual el dictador no es un solo gobernante sino la mayoría de los que conforman la casta política del país afiliados a algún partido. Mediante su propuesta que ha estado ganando popularidad en todo México en las redes sociales bajo el hashtag #SinVotoNoHayDinero

En síntesis, Kumamoto busca que todos los partidos políticos sin exceptuar uno solo reciban un financiamiento de acuerdo con el número de votos que obtengan en las elecciones. Con ello, se pretende reestructurar el financiamiento público a los partidos, obligándolos a aumentar el número de votos válidos en su favor para obtener mayores recursos. Si un partido no obtiene votos en las urnas, ese partido no debería recibir ningún dinero del pueblo. Su propuesta tiene el potencial de poder generar un ahorro inmediato al pueblo de México de más de 4 mil millones de pesos. En las palabras de Kumamoto: “La propuesta que hemos hecho es que se cambie de la cantidad de personas que están en el padrón electoral por la votación válida emitida en las últimas elecciones. Para poner un ejemplo, en 2015 votaron 37 millones 919 mil 492 personas. Esto significa que los recursos de los partidos políticos se reducirían de 4 mil 53 millones a mil 800 millones”. Dinero que se puede usar para construír hospitales y pagar becas escolares en vez de tirarlo a la basura dándoselo a aspirantes a la política corrupta.

Anteriormente, el argumento esgrimido por los partidos políticos para obtener de las arcas públicas generosos subsidios gubernamentales para financiar sus gastos de operación era que si no se les proporcionaban recursos económicos amplios entonces los partidos políticos en México serían susceptibles de incurrir en corrupción y de aceptar sobornos a cambio de favores. El propósito del financiamiento gubernamental (y de hecho, el único propósito) según la partidocracia era blindar a los partidos políticos de cualquier posible acto de corrupción mediante el cual se pudiera tratar de sobornar a los partidos y a sus líderes obteniendo a cambio favores a la hora de redactar las leyes o ejercer el poder. Sin embargo, ya hay pruebas más que suficientes de que, aún con los generosos subsidios gubernamentales, los partidos políticos se siguen corrompiendo, y de hecho la corrupción está hoy peor que nunca. En Chihuahua, el ex gobernador César Duarte ha sido acusado de haber desviado al menos 250 millones de pesos para campañas electorales del PRI. Y apenas hace unos cuantos días César Duarte fue citado por la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) para comparecer en su defensa, aunque se antoja imposible que se presente porque el pillo de César Duarte se encuentra actualmente prófugo de la justicia, muy posiblemente en la ciudad de El Paso en Texas en donde se rumora que ya se hizo varias cirugías plásticas para cambiar su rostro a un parecido físico con el rostro de Luis Miguel. No es que el PRI en Chihuahua no recibiera millones y millones de pesos del gobierno para poder financiar sus gastos de operación. Simple y sencillamente no tuvo llene, y se corrompió hasta la médula de los huesos recibiendo del corrupto gobernador priista cientos de millones de pesos adicionales e ilegales para poder financiar sus campañas en 2016, dinero que a fin de cuentas no le sirvió para nada al PRI en Chihuahua al haber perdido la gubernatura de Chihuahua. Y lo que sucedió en Chihuahua no es un caso aislado. También sucedió en Veracruz en donde el igualmente corrupto gobernador Javier Duarte desvió mil 300 millones de pesos para financiar las campañas políticas del PRI en Veracruz, dinero que a fin de cuentas no le sirvió para nada al PRI en Veracruz al haber perdido la gubernatura en 2016 ante el opositor Miguel Angel Yunes. Y la historia se repitió en Quintana Roo, en donde presumiblemente el gobernador Roberto Borge desvió 200 millones de pesos para financiar las campañas electorales del PRI. No es que el PRI en Quintana Roo no estuviera recibiendo puntualmente millones y millones de pesos del erario para poder financiar sus gastos de operación. Simple y sencillamente no tuvo llene. El PRI de Quintana Roo, alarmado al verse descubiertas sus corruptelas, expulsó muy tardíamente a Roberto Borge del partido. Muchos habitantes de dicho estado hoy se dicen: “¿Ya para qué? El dinero robado ya se perdió y ese dinero no se lo van a regresar al pueblo.” Y así como éstos pillos hay más, actualmente nueve ex gobernadores están en prisión y uno más se encuentra prófugo. Para ayudar a estos delincuentes de cuello blanco a llegar a donde están sirvieron los miles de millones de pesos con los cuales el INE financió sus campañas políticas. Y ninguno de ellos ha aprendido la lección de que en el México de hoy un gasto astronómico en campañas políticas usando para ello inclusive dinero desviado ilegalmente de las arcas públicas es garantía de que se ganará una elección.

Luchando como “gato panza arriba” para conservar lo que creen que es su derecho natural y privilegio irrevocable de seguir explotando y disfrutando de subsidios multimillonarios salidos del erario público, en Jalisco el Partido Verde muy seguramente actuando a nombre de otros partidos que no quieren dar la cara ya impugnó ante la Suprema Corte de Justicia la propuesta de Kumamoto al que debe considerar en estos momentos su enemigo mortal, y ya están dando a entender por varios medios los miembros de la corrupta casta política de México que no van a permitir que nadie trate de quitarles su derecho a seguir saqueando el dinero del pueblo en su propio beneficio. Para ellos es como una lucha por su supervivencia económica, y posiblemente sí lo sea, porque a estas alturas sin el dinero del pueblo no son nada.

Citando como ejemplo al corrupto ex gobernador de Quintana Roo, Kumamoto ha hecho las siguientes observaciones al hablar de que los políticos se roban algo más importante que el dinero: “Hablamos pues de una clase llena de privilegios, que usa su liderazgo de manera extractiva, pasando por encima de los intereses comunes y que ha construido ciudades a su medida. Una clase unida en su desprecio por el futuro común y a la que sólo le interesa lucrar para su disfrute. El último ejemplo más claro de este desprecio por lo público para beneficio personal tiene como su mayor representante a Roberto Borge, exgobernador de Quintana Roo. Él y sus cómplices lograron venderse a sí mismos terrenos privilegiados que eran propiedad del estado a precios ridículamente bajos. Hectáreas y hectáreas de franja costera, selvas de exuberantes parajes compradas a centavitos por sus prestanombres, familia y desarrolladores inmobiliarios cercanos. Ahora Roberto Borge está en una cómoda cárcel en Panamá, pero sus secuaces se encuentran en todos los niveles de gobierno, en lujosos departamentos del Caribe, disfrutando de los desfalcos que han hecho una y otra vez a este un país en la impunidad total. Lo hecho por Borge y compañía fue robar algo más importante que el dinero, se robaron el futuro. Lo importante y alarmante de este caso es que otra vez deja al descubierto un modelo criminal que se repite en todo el país, perjudicando la vida de millones de personas. A esta clase política es a la que tenemos que expulsar de nuestras instituciones, a estas personas hay que ponerles un alto con aparatos gubernamentales sólidos, aplicando leyes que persigan el interés común. Somos las personas comunes quienes debemos representar nuestros propios intereses. México tiene un reto enorme frente a sí, pero también un sueño que vale la pena: hacer, con nuestras manos, que lo público sea sinónimo de excelencia. Si los partidos quieren nuestro dinero, que primero se ganen nuestro voto”, explicó Kumamoto.

Una lectura detallada del libro Financiamiento de partidos, rendición de cuentas y corrupción en México de Juan Carlos Mondragon Quintana deja en claro que tratar de remendar estos abusos dándole todavía más dinero públicos a los partidos en México es una causa perdida. Los viejos dinosaurios políticos, al igual que Satanás y sus ángeles, han caído demasiado bajo como para que puedan ser redimidos. La solución no es echarle dinero bueno al malo, sino cortar de tajo estos abusos. En Estados Unidos, ningún partido político recibe un solo centavo de las arcas públicas pese a ser uno de los países más ricos del mundo. Para recabar fondos, además de recibir contribuciones de la ciudadanía que por ley tienen que ser contabilizadas, los partidos recurren a organizar cenas con personajes importantes o la organización de eventos musicales.

La otra propuesta es eliminar por completo a la casta política plurinominal de México, esos diputados y senadores estatales y federales cuyos nombres no aparecen en las boletas electorales y que logran colarse por el principio de “representación proporcional” y aprovechando la corrupción que hay al  interior de los partidos, el mejor ejemplo de antidemocracia que pueda haber. También en contra de esta propuesta hay una oposición feroz no solo de quienes han hecho un modus vivendi el estar viviendo del erario público sin exponerse a ser castigados en las urnas, sino también de quienes sabiendo de antemano que nunca podrán ganar una elección en una justa democrática ven en la plurinominalidad la única posibilidad para poder llegar a esos cargos en donde pueden enriquecerse a manos llenas. Citaré aquí como referencia el editorial “¿Desaparecer los pluris? de ninguna manera” de Luis Javier Valero Flores publicado el día de hoy en el periódico EL DIARIO. En otros tiempos cuando los partidos enarbolaban ideologías distintas, tal vez tenía algún sentido darles algún tipo de representación proporcional en las legislaturas para que pudieran someter sus propuestas a debate y apoyar con sus votos la promulgación de leyes que reflejaran dichas ideologías. Pero en estos tiempos en los que la lucha por ideologías se ha esfumado, cuando lo que anteriormente eran la derecha (representada por el PAN) y la izquierda (representada por el PRD) se unen en candidaturas comunes en lo que es tan solo una lucha por el poder mismo, o bien se fracturan entre sí aún pese a tener puntos en común (si la izquierda se hubiera unido en común en este 2017 para las elecciones del Estado de México, le habría podido propinar una derrota histórica al PRI, de eso no hay duda alguna).

Candidatos independientes y honestos como Pedro Kumamoto que no le deben lealtad a ningún partido político y para los cuales el apoyo que los sostiene proviene directamente del mismo pueblo posiblemente reflejan la única posibilidad que tiene México de poder superar el brutal estancamiento, la enorme corrupción y la terrible impunidad a que lo ha sometido la partidocracia, esa horrible partidocracia que luchará con todo al alcance de su mano en contra del pueblo de México para impedir que se le pueda quitar poder. Podríamos llamarlo el inicio de una segunda gran revolución social en México como la que se dió en 1910 que derivó en el fin de los 30 años de gobierno de un verdadero tirano. Deponer al dictador en aquél entonces requirió héroes como Pancho Villa, y le costó a México un millón de muertos. Ojalá y en esta ocasión el costo para México de acabar con la corrupta partidocracia no sea tan excesivo. Todo depende de la terquedad con la que se quieran aferrar al poder en México los dinosaurios como hoy lo hace Nicolás Maduro en Venezuela.

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