La postura oficial por muchos años del gobierno norteamericano en torno a los Objetos Voladores No Identificados (OVNI's) era que no había prueba alguna de que tales cosas existieran, y que la mayoría de los avistamientos de OVNI's podían ser explicados como fenómenos meteorológicos poco usuales, vehículos hechos por el hombre en etapa experimental de prueba, histeria de masas, psicosis colectiva, etcétera. Tal fue la postura adoptada en la implementación del Proyecto Libro Azul:
El incidente de Rosswell continuó alimentando la creencia popular de que el gobierno norteamericano estaba ocultando algo en relación a la existencia de vida inteligente de origen extraterrestre.
La época en la que realmente nació y fue creciendo el interés del gobierno norteamericano en objetos voladores no identificados empezó a mediados de los años cuarenta y la razón del interés no tenía nada que ver con la posibilidad de vida extraterrestre inteligente visitando la Tierra. Era una época en la que recién terminada la Segunda Guerra Mundial el hombre había descubierto ya el secreto de la bomba atómica, los reactores nucleares de fisión controlada eran una realidad, la electrónica empezaba a despegar como ciencia sofisticada y las computadoras empezaban a ser una realidad. Conscientes de lo que los Conquistadores españoles le hicieron a los Aztecas no por su superioridad numérica sino por su superioridad de recursos, el miedo, o mejor dicho, el pánico, de las fuerzas armadas estadounidenses y los planificadores del Pentágono en los tiempos de la Guerra Fría, era que en la Unión Soviética ya hubiesen desarrollado la tecnología para desafiar la gravedad terrestre construyendo naves capaces de surcar el espacio interestelar, porque poseyendo ya la Unión Soviética la bomba de hidrógeno y poseyendo naves espaciales anti-gravedad la Unión Soviética estaría en condiciones de someter a los Estados Unidos e inclusive al resto del mundo sin tener necesidad incluso de llevar a cabo una invasión militar. Después de todo, fueron dos bombas atómicas norteamericanas lanzadas sobre las ciudades japonesas Hiroshima y Nagasaki las que pusieron de rodillas a Japón obligando a los japoneses a aceptar la rendición incondicional que se les pedía, y los militares de Estados Unidos tenían temores justificados de que la Unión Soviética con la bomba termonuclear en sus manos y con naves voladoras anti-gravedad en proceso de construcción masiva los soviéticos le podrían dar a los Estados Unidos una humillación como la que Estados Unidos le dió a Japón con tan solo dos bombas atómicas. El propósito de los programas OVNI implementados por el gobierno norteamericano en aquella época tenían el objetivo de determinar si los platillos voladores podían representar una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, lo cual en realidad equivalía a preguntarse si los soviéticos ya estaban desarrollando tal tipo de naves quizá con la ayuda de científicos alemanes capturados por los soviéticos en el curso de la Segunda Guerra Mundial. Al determinarse que el fenómeno de los OVNIs no representaba una amenaza militar inminente a los Estados Unidos (léase, una amenaza soviética a los Estados Unidos), el pánico empezó a menguar, aunque se mantuvo la secrecía militar en torno a toda la información que se estaba recabando en torno al fenómeno.
La popular serie de televisión The X-Files no hizo sino aumentar la desconfianza de la gente en las versiones oficiales que negaban la existencia de vida extraterrestre haciendo visitas frecuentes a la Tierra “para observar nuestra evolución”. Sin embargo, el día de hoy salió a la luz una revelación interesante. Entre 2007 y 2012, el Gobierno de EU destinó 22 millones de dólares anualmente del presupuesto del Departamento de Defensa (600 mil millones de dólares) a un programa secreto para investigar OVNI's, según una investigación de The New York Times. Las autoridades nunca informaron de la existencia del Programa de Identificación Avanzada de Amenazas Aeroespaciales (Advanced Aerospace Threat Identification Program, en inglés), fiel a su costumbre de nunca hacerlo, pero tras las revelaciones, el Pentágono ha reconocido su existencia. Aunque el proyecto, que fue impulsado por el exsenador demócrata Harry Reid, perdió la financiación de Defensa en 2012, sus investigaciones siguen en curso, reveló El País.
Desde una oficina oscura, escondida en los laberínticos pasillos del quinto piso del Pentágono, el experto en inteligencia militar Luis Elizondo y su equipo repasaba videos, documentos y otros materiales. En ellos se describen veloces aeronaves y extraños objetos que se suspenden en el aire. En uno de los videos, supuestamente se observa un objeto volador avistado en San Diego, California, que viaja contra vientos de más de 200 kilómetros por hora. Fue detectado por dos aviones de combate F/A-18F de la Marina. Los pilotos no creían lo que estaban viendo. Los investigadores del programa también entrevistaron a personas que aseguraban que habían experimentado encuentros físicos con OVNI's. Y hablaron con miembros del servicio militar que habían informado sobre avistamientos de aviones extraños. A principios de año, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) publicó en su sitio web millones de páginas de documentos desclasificados, algunos de los cuales recogen a avistamientos y testimonios de OVNI's.
Durante sus cinco años de duración oficial, el proyecto investigó informes y entrevistó a supuestos testigos de Objetos Voladores No Identificados. Aunque la financiación del programa finalizó en 2012 por los recortes, los trabajos han continuado activos, según han señalado participantes y oficiales del Departamento de Defensa. Elizondo también aseguró al diario que el proyecto continuó desarrollándose bajo su liderazgo en el Pentágono hasta el pasado octubre, cuando dimitió como protesta por “un secretismo excesivo”. La mayor parte de los fondos fueron asignados a la empresa Bigelow Aerospace, una compañía de investigación aeroespacial dirigida por un amigo de Harry Reid, Robert Bigelow, un empresario multimillonario que trabaja con la NASA para producir naves espaciales expandibles. “Estoy absolutamente convencido de que los aliens existen”, dijo hace años Bigelow en un programa de televisión. En realidad, las razones del gobierno norteamericano por mantener vigente el interés en el fenómeno de los OVNI's siguen siendo las mismas que allá por los años cincuenta: la posibilidad de que los poseedores de tal tecnología puedan ser una amenaza para la Tierra.
El debate sobre la existencia de seres extraterrestes y la presencia de OVNI's en la Tierra sigue abierto. Sara Seager, una astrofísica del M.I.T. (Instituto de Tecnología de Massachusetts), señaló al diario estadounidense que no poder identificar un objeto volador no significa que proceda de otro planeta o galaxia. “A veces, la gente no entiende que a menudo hay fenómenos que no tienen explicación”, subrayó la científica. Harry Reid, el impulsor del programa, que se retiró este año del Congreso de EU, ha reiterado que está orgulloso del programa y que no estaba avergonzado por nada. “Creo que es una de las cosas buenas que hice en mi servicio al Congreso. He hecho algo que nadie ha hecho antes”, afirmó en una entrevista reciente en Nevada. En 2009, el líder demócrata aseguró en una carta al entonces subsecretario de Defensa, William Lynn III, que se había avanzado mucho con “la identificación de varios hallazgos altamente sensibles y poco convencionales relacionados con la industria aeroespacial” y pidió que se limitase el acceso al programa a “unos pocos funcionarios de la lista”.
La fotografía mostrada arriba es una de las evidencias recopiladas y hechas públicas por el Departamento de Defensa de un fenómeno OVNI que realmente lo es de acuerdo a lo que han determinado los analistas del Pentágono. Supuestamente aquellos testigos que han presenciado muy de cerca algún incidente el hecho les puede cambiar inclusive sus vidas.
Aún suponiendo algunos avistamientos como verídicos, prueba de que hay seres con un grado de evolución tecnológica superior a la nuestra, qué podríamos intercambiar con ellos en tratos comerciales que les pueda interesar, o qué podríamos enseñarles a los visitantes alienígenas que todavía ignoran? ¿Que la humanidad todavía en el Tercer Milenio tiene tipos como Donald Trump y Kim Jong Un ejerciendo el poder? ¿Que todavía hay grupos fanáticos como los terroristas musulmanes dispuestos a matar y a suicidarse por motivos puramente religiosos? ¿Que somos una especie egoísta que no está dispuesta a hacer los sacrificios necesarios para detener el avance del cambio climático y el calentamiento global? Si estamos siendo visitados por seres de otros mundos, en todo caso lo más probable es que estamos siendo visitados no por sus científicos y tecnólogos, sino por sus historiadores y arqueólogos interesados en documentar la historia de éste atribulado planeta antes de que le llegue su fin. Los científicos en tecnología de hardware y software de tales civilizaciones podrían tener tanto interés en estudiarnos o tener tratos con nosotros como el interés que un científico aeroespacial o un ingeniero electrónico pudiera tener con los aborígenes de las selvas de Brasil: cero. Nos verían como primates que aún no han aprendido la lección y como seres que no merecen ayuda alienígena en su proceso evolutivo, al menos no en la etapa que vivimos que más semeja una cercanía al Apocalipsis que un amanecer como el que esperaban los devotos creyentes en la era de Acuario. A estas alturas debe ser indudable que no debemos esperar ninguna ayuda de “ellos” (los alienígenas, suponiendo que son reales) para evitar nuestra auto-destrucción. Simplemente andan de mirones, curioseando para ver cómo nos las arreglamos para salir de los embrollos en los que nosotros mismos nos metemos. No podemos esperar obtener ningún beneficio de ellos al igual que ellos no esperan obtener ningún beneficio de nosotros, lo cual justifica la negación de todo trato entre ambas civilizaciones. Suponiendo, por ejemplo, que nos dieran gratuitamente la tecnología para desarrollar energía abundante a partir de la fusión fría (bueno, tal vez no tan gratuitamente, quizá a cambio de unos cinco millones de toneladas de aguacate mexicano y unos cien millones de litros de tequila), una tecnología con la cual hasta un estudiante de secundaria podría construír a bajo costo una bomba casera capaz de fracturar al planeta Tiera sacándolo de su órbita, ¿qué garantía podríamos darnos a nosotros mismos (ya no a ellos) de que no surgirá tarde o temprano un par de locos como Eric Harris y Dylan Klebold o un terrorista suicida como Mohamed Lahouaiej Bouhlel que en un “momento de fé Islamista” le dé mal uso a tan avanzada tecnología para acabar él mismo con todo el planeta? Dice una máxima: “el conocimiento es poder”. Pero si como dice otra máxima atribuída a Lord Acton: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, ¿entonces qué demonios nos podría detener en llevar a cabo nuestra propia aniquilación? Por otro lado, como lo han demostrado con creces tipos como Donald Trump y los millones que lo llevaron a la presidencia que detestan a los mexicanos por su piel morena, si no podemos tener tolerancia para otros seres humanos cuya única diferencia es el color de su piel, ¿cómo rayos esperamos que haya un cien por ciento de tolerancia entre nosotros hacia seres venidos de otros mundos que tengan tres ojos en la frente, cuatro ojos en la parte trasera de sus cabezas y tengan piel recubierta de escamas? Simple y sencillamente, no estamos preparados como especie para tener tratos con seres que puedan ser muy diferentes de nosotros, y muy posiblemente ellos ya lo saben.
Al que sí le interesará sobremanera en México la revelación reciente hecha por el gobierno norteamericano acerca del fenómeno OVNI es sin duda alguna a Jaime Maussan quien seguramente se andará pavoneando diciéndole a los incrédulos que todavía hasta hace poco se reían de él: “Se los dije”.
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